LA CIBERSEGURIDAD EN LA ACTUALIDAD Dado el continuo flujo de informaciones que hablan de ciberataques y de las vulnerabilidades que los posibilitan, resulta fácil concluir que el estado de la ciberseguridad es de pura confusión. Los ingenieros de otras estructuras (de puentes, por ejemplo) parecen haber desarrollado métodos gracias a los cuales sus obras se mantienen seguras. ¿Por qué no se ha alcanzado esta relativa estabilidad en el caso de los ordenadores interconectados? Examinando las amenazas a que se enfrentan los ingenieros de sistemas informáticos y comparándolas con aquellas que afrontan quienes diseñan puentes, veremos por qué las primeras son más complejas que las segundas. La gravedad del problema La inseguridad digital se ha convertido en una creciente preocupación pública y en un problema prioritario para los Gobiernos. Entre las noticias de años recientes que han copado los titulares están las referidas a la filtración de datos de la Oficina de Gestión del Personal de Estados Unidos, que comprometió los registros confidenciales de 22 millones de empleados federales; a la intrusión que sufrió el proveedor de seguros médicos Anthem, que dejó al descubierto los datos personales de 79 millones de personas; al golpe a la cadena de grandes almacenes Target Corporation, que recolectó información de tarjetas de débito y crédito de 40 millones de personas; o al ataque a Sony Pictures Entertainment, que destruyó datos y programas de arranque en más de 3000 ordenadores, además de divulgar películas antes de su estreno y embarazosos correos electrónicos de los ejecutivos. Los funcionarios públicos manifiestan abiertamente su temor a que se produzcan ciberataques a infraestructuras críticas, como las relativas a la energía, el agua, las comunicaciones y el transporte. Su preocupación está bien fundada. En diciembre de 2015, por ejemplo, un ciberataque contra plantas eléctricas ucranianas dejó sin suministro eléctrico a 80.000 clientes. Se ha demostrado la existencia de numerosas vulnerabilidades de automóviles, aviones y dispositivos médicos, las cuales podrían explotarse con consecuencias fatales.