Cecilia Echecopar
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Rasgos estilísticos del discurso de los discursos de asuncion presidencial. Especificaciones a partir del discurso inaugural de Mauricio Macri 1- INTRODUCCIÓN: El 10 de diciembre de 2015, Mauricio Macri asumió como presidente electo de la República Argentina. Tras 12 años de gestión kirchnerista, había ganado las elecciones en ballotage frente a Daniel Scioli, candidato por el FPV, con el 51% de los votos. Macri era el candidato representante del sector neoliberal, contenido en el espacio político Cambiemos, y si bien su ascenso como rival candidateable a nivel nacional es reciente, durante los años de gestión presidencial de Nestor Kirchner y Cristina Fernández se posicionó como un adversario claramente diferenciado en el terreno ideológico. Su discurso de campaña apuntó a la lucha contra la pobreza y el narcotráfico, a la apertura del diálogo político y la superación de las divisiones entre los argentinos, adjudicadas a la política partidaria representada por el FPV. Macri, y sobre todo sus aliados políticos, se refirieron a la corrupción como un problema estructural de la política, y apuntaron a la superación de los estilos personalistas de conducción. Sin embargo, el recurso de referirse en concreto o dirigirse directamente a sus adversarios políticos para diferenciarse de ellos ante los ojos de los electores fue escasamente utilizado. En campaña, su discurso fue “positivo” y “desideologizado” y ofreció una visión anticonflictiva de la política. Mayormente se orientó al cambio, excepto en el período cercano a la segunda vuelta, cuando, tras un ajustado triunfo de Cambiemos en Caba, comenzó a hacer hincapié en las continuidades con la gestión de Cristina Fernández, sobre todo en materia de políticas sociales.
Este trabajo busca, en principio, analizar algunas cuestiones de estilo presentes en el discurso de asunción presidencial de Mauricio Macri frente a la Asamblea Legislativa el 10 de diciembre de 2015, relevando características retóricas, temáticas y enunciativas. Sin dudas, en principio la elección de objeto de este trabajo está marcada por la lógica del acontecimiento: el discurso se selecciona a partir de la convicción de que se trata de un punto de inflexión, un cambio de época, de estilo y de signo político. Pero, aún en estas circunstancias, ¿por qué analizar el discurso? Podría argumentarse, explican Sigal y Verón (2003) en la Introducción a Perón o muerte, que “en la investigación de los procesos políticos no tiene sentido privilegiar el discurso, en la medida en que la palabra política está siempre en desfasaje respecto de la acción política”. Es decir, sería una ingenuidad suponer que las verdaderas estrategias y objetivos de los actos políticos se expresan en lo que los políticos dicen. Sin embargo, esta 1
visión implica confundir cuál es la unidad de análisis: no se trata del sujeto hablante, de la palabra de un actor determinado, sino de las relaciones interdiscursivas, es decir, las distancias entre los discursos. En primer lugar, el análisis del discurso se interroga acerca de la especificidad del discurso que aborda. En este caso, y por lo menos en una primera aproximación, la pregunta sería: ¿en qué se diferencia el discurso político de otros tipos de discurso? En el caso que nos ocupa prensamos que otra pregunta pertinente e incluso excluyente sería: dentro del campo del discurso político, ¿cuál es la especificidad de los discursos de asunción como representantes de un subtipo? Si bien Verón platea que en segunda instancia el análisis se interesa por las relaciones entre discursos, por la dinámica de un proceso dado de producción discursiva (y al final del artículo propondremos algunas alternativas de investigación en este sentido) en este momento de la investigación nos concentraremos en la última pregunta. Pretendemos entonces desarrollar algunas cuestiones referidas a la especificidad del discurso inaugural como subtipo de discurso político a partir de regularidades de tipo retórico, temático y enunciativo. Y, en una segunda instancia, realizar aproximaciones a la caracterización en esos términos del discurso de asunción presidencial de Mauricio Macri Hablamos del discurso inaugural como un subtipo discursivo, asumiendo que el discurso político es un tipo de discurso diferenciable de otros. ¿Por qué no utilizar como noción operativa la de género? Lo générico representa la estabilidad de ciertas formas típicas de producción de enunciados, relacionadas con esferas específicas de la práctica social. Según Steimberg (1998), constituyen condiciones de previsibilidad e implican recurrencias históricas. Si estamos en busca de regularidades que definan a los discursos de asunción presidencial, este sería un tipo de abordaje pertinente. Sin embargo, consideramos que en este caso, y según las perspectivas de la investigación, es más productivo organizar el análisis a partir del estilo. Steimberg plantea que tanto las descripciones que privilegian el estilo como las que se basan en el género plantean rasgos retóricos, temáticos y estilísticos, y que lo límites entre las dos perspectivas es bastante blando. Pero lo estilístico, que implica la recurrencia de ciertos rasgos, de modos de hacer, permite además el análisis de la diferencia: en el caso que nos ocupa, consideramos necesaria una descripción de las regularidades que presentan los discursos de asunción, pero porque es condición para poder definir particularidades en la construcción de un enunciador específico en esas condiciones de producción. Pensar la cuestión en términos de estilo habilita un punto desde el cual considerar la configuración del enunciador en otras instancias, analizar variaciones en distintos soportes, en distintos dispositivos, y en distintas condiciones de producción (en campaña, en la evolución del discurso oficial, en cadena nacional, en las redes sociales, etc), que en definitiva remitirían a otros tantos géneros. Por otra parte, según Steimberg, “las descripciones de género articulan con mayor nitidez rasgos temáticos y retóricos. En las de estilo, en cambio –organizadas en torno de la descripción de un hacer– el componente enunciativo suele ocupar el primer lugar” (Steimberg, O, 1998:44). Como la perspectiva desde la que abordamos el objeto es la teoría de las discursividades, sin duda lo enunciativo tiene una relevancia fundamental. Nos interesa la dimensión representacional (lo retórico y lo temático) en tanto articula y colabora con las estrategias de inscripción en el texto de hipótesis de interlocución o “diálogo”, es decir una dimensión relacional. ¿Cómo construye su imagen el enunciador, que ya ha dejado de “ser en campaña”, y que por lo tanto debe reconstruirse en el cruce de continuidades y reformulaciones? ¿A quién se dirige, de quién habla, qué roles se les atribuye a los interlocutores y a quiénes se les habilita la condición de interlocución? Las configuraciones del texto y lo figural, la organización que presumimos argumentativa y las vías de la argumentación utilizadas, la instalación de los temas y los motivos, serán como operaciones solidarios en la instrumentación de las estrategias cuyo anclaje es el enunciador.
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2- LOS DISCURSOS DE ASUNCIÓN PRESIDENCIAL Si, como argumenta Verón en “La palabra adversativa”, se impone “asociar de una manera general el concepto de ‘discurso político’ a la producción discursiva explícitamente articulada a las instituciones del Estado” (Verón, E,1986:14), sin dudas el discurso de asunción presidencial como subtipo es claramente representativo en este aspecto, ya que las condiciones de producción son en este caso altamente estables y específicas. De hecho, los discursos de asunción ante la Asamblea Legislativa están prescriptos por el artículo 99, inciso 8 de la Constitución Nacional Argentina y se realizan conjuntamente con el juramento. Plantea Elvira Navaja de Arnoux (2008:89) que “el estilo expone siempre la tensión entre los mandatos colectivos y el gesto individual o entre necesidad y libertad”, y agrega que “en un sentido amplio, las opciones que el sujeto hace a lo largo del discurso y los juegos que aquellas entablan de equivalencias, repeticiones y contrastes conforman el estilo”. Si nos interesan los discursos de asunción, es porque presentan un número relativamente limitado de opciones, operan sobre él restricciones que tiene que ver tanto con condiciones objetivas relativas al contexto histórico, como condiciones de producción de relativa estabilidad. Pero lejos de subsumir un estilo singular, las limitaciones evidenciarán las elecciones del enunciadores decir, sus opciones enunciativas Para Irma Chamuceiro y Alexandra Álvarez (2009), el discurso de investidura “forma parte, en cierto modo, de un rito de pasaje, ya que el ciudadano se convierte, a partir de la ceremonia de juramentación y de este discurso, en el jefe del Estado. En razón de su carácter transformador, se considera el discurso de investidura como una pieza clave para el conocimiento de la relación entre el nuevo presidente y el futuro de su política de Estado” (Álvarez, A. y Chamuceiro, I, 2009). Por el mismo hecho de proferirse públicamente en el lugar que marca la tradición, legitima la autoridad de aquel que lo profiere. Por otra parte, es sin dudas performativo, porque no solo se dice algo, sino que se hacen muchas cosas: se propone una determinada lectura del pasado, el presente y el futuro en términos de verdad, se construye la imagen de aquel que es sujeto del pasaje, se fijan los destinatarios, se ajudican roles, pero por sobre todo se adquieren compromisos. Describamos un conjunto posible de regularidades en términos estilísticos para los discursos de asunción:
2.1- Los modos de significación: el orden de lo vincular:
La enunciación: El auditorio previsto para el discurso de asunción contempla distintas instancias cuyas diferencias el locutor debe neutralizar o resaltar: aquellos que están presentes en el recinto donde se lleva a cabo el acto, que son diversos y entre los cuales posiblemente el presidente electo haya estado cumpliendo funciones; los sectores movilizados que pueden estar cerca, todos los que acceden al discurso gracias a los medios audiovisuales o los que lo hacen indirectamente en el contexto de las redes sociales. Aquellos que son alcanzados en directo, los que recibirán los ecos que los medios y las redes decidan recortar, los mismos medios de comunicación que oficiarán los recortes. Otros discursos de la recién inaugurada gestión tendrán importancia y alcanzarán a algunos sectores sí y a otros no. Pero el discurso inaugural concentrará la atención de los partidarios, los simpatizantes, los indecisos, los adversarios que pueden o no ser opositores en la gestión, y también la de los verdaderos opositores que realizarán sin dudas lecturas destructivas. Por eso este tipo de discurso prevé una destinación sumamente amplia, y también, como en todo discurso político, una destinación multiple (Verón) En cuanto al prodestinatario, es posible que no haya una interpelación directa, como no sea para los agradecimientos. En un momento en que el orador se dirige, por 3
ejemplo, a los argentinos en general, transformar a los colectivos de identificación (que en el enunciado, dice Verón, se identifica con el nosotros exclusivo) en destinatarios privilegiados no es apropiado. Sí es probable que el prodestinatario se identifique con aquellos que votaron e hicieron ganar al candidato, y que el enunciador se apoye en el valor de la creencia presupuesta que comparten. También es previsible que el prodestinatario no sea el privilegiado. Sobre el paradestinatario, Verón (1986) plantea que está representado por los indecisos, y es a quien está dirigido todo lo que hay del orden de lo persuasivo en el discurso político. ¿Lo encontraremos aquí, en un discurso de asunción, cuando el candidato ya ganó y no tiene que preocuparse por obtener votos? Es muy probable que sí, con distintos grados de presencia. En el caso de los discursos de asunción, el paradestinatario no es precisamente el indeciso, sino aquel que no votó al presidente electo, pero que ahora debe ser sumado al proyecto de gobierno. No puede ser dispuesto como un contradestinatario, sobre todo en esta instancia, en la que el discurso debe ser inclusivo y promover la unidad y la adhesión a un proyecto en aras de la gobernabilidad. Es esperable que la presencia del destinatario sea más importante y más operaciones estén destinadas a él cuanto menor haya sido el porcentaje de votos con el que ganó el investido. Una trayectoria no muy extensa en la política electoral de alcance nacional o un ejercicio continuado e intensivo de la lectura destructiva por parte del que se considera destinatario (en tanto condiciones de producción) también pueden llevar a un predominio de este destinatario en el discurso de asunción. Cabe aclarar, por otra parte, que los adversarios en la contienda electoral y líderes regionales también pueden aparecer como paradestinatarios. En cuanto al contradestinatario, es el que marca la adversatividad del discurso político, según Eliseo Verón, y con ello su especificidad. El discurso inaugural no es por definición un discurso polémico, por lo cual no es previsible que tenga un papel central. Muchas veces será muy difícil de detectar, al punto que puede parecer que ha desaparecido en esta instancia. El estilo del enunciador estará dado en gran parte por el grado de presencia del contradestinatario y las modalidades de construcción, abiertas o solapadas. Y también por las fronteras y las relaciones que disponga entre el contra y el paradestinatario. Verón desarrolla otros dos niveles de funcionamiento, en el plano del enunciado. Por un lado, el discurso político está habitado por distintas entidades, y la utilización y disposición de las mismas (en cuanto a su identificación con los distintos destinatarios) también deberán tenerse en cuenta para la identificación de rasgos estilísticos en los discursos de asunción. Los colectivos de identificación pueden no tener un lugar preponderante (como no sea para los agradecimientos, como dijimos antes). Aparecerán entidades más amplias que esos colectivos, que referenciarán sectores seleccionados como representativos en el discurso, pero sobre todo aparecerán aquellos indicativos de la identidad más extensiva, que es la nacionalidad (“los argentinos). Habrá que ver cuál es la correlación con los metacolectivos singulares, (que son más amplios que las identidades políticas o sectoriales y no admiten fragmentación), como “el país”, o “el pueblo”, “la derecha”. Algunas formas nominalizadas, que son expresiones utilizadas para ritmar el discurso, ya habrán sido utilizadas suficientemente en campaña como para haber adquirido autonomía semántica. Incluso, en el orden de lo retórico, esas fórmulas pueden tener “un valor metáforico (de sustitución) respecto del conjunto de la doctrina de un enunciador o una posición política, ya sea con valor positivo (si la fórmula simboliza la propia posición del enunciador) o negativo (si representa la posición de un contradestinatario). El otro nivel importante de funcionamiento en el plano del enunciado son los componentes, que modalizan las entidades a través de las cuales el enunciador construye su red de relaciones con las entidades del imaginario (articulando enunciado con enunciación). Sin dudas se trata de un rasgo estilístico importante para analizar. De hecho, Verón plantea dos posturas fácilmente reconocibles: por un lado, una clásica, en la que el 4
enunciador describe una situación, se inserta en ella como poseedor de un saber, y el pasaje al componente programáticos se efectua mediante el componente prescriptivo. Es decir, “la relación entre saber y poder pasa por el programa” (Verón, e, 1978:117). En ese sentido, el adversario es el que tiene un programa diferente, un querer hacer distinto, está construido en el orden del deber y en el orden del saber. Muy distintos el del modelo tecnócrata, que se abstiene de la descripción. Aquí, el pasaje del saber al poder se realiza por una acentuación del componente didáctico. El adversario no es el que tiene otro programa, sino el que no sabe; no hay dos programas en discusión, porque si el otro no fuera un ignorante tendría el mismo programa que yo. En términos generales, lo propio de los discursos de asunción es que el componente programático (donde el enunciador promete, anuncia y se compromete) abarque grandes áreas del discurso, en las que el para y el prodestinatario tendrán un lugar privilegiado (aunque sin dudas puede alcanzar al contradestinatario). Como antesala, si la tematización pasa por el cambio, en el componente descriptivo constatará un estado de cosas que llevan a la necesidad de ese cambio en términos programáticos. Si se tematiza la continuidad, describirá un punto de partida. Será importante ver, desde la perspectiva de Verón, qué relevancia tiene ese componente, y cuál es su relación con el didáctico. Si el componente prescriptivo tuviera relevancia, habrá que analizar para qué destinatario se modaliza el deber ser. 2.2-
Los modos de significación: el orden de lo representacional
Lo temático: Steimberg define este aspecto como la dimensión que en un texto hace referencia [Segre, C. (1985)] a ‘acciones y situaciones según esquemas de representabilidad históricamente elaborados y relacionados, previos al texto’” y explica que que “se diferencia del contenido específico porque tiene un carácter exterior al texto, ya definido de antemano por la cultura. A su vez, se diferencia del motivo porque aunque éste se caracteriza también por una relación e exterioridad, solo se relaciona con los sentidos generales del texto por su inclusión en el tema, y porque el tema (inversamente a lo que ocurre con el motivo, que es reconocible en el fragmento) solo puede definirse en función de los sentidos del texto en su globalidad” (Steimberg, O, 1993:44). Como indica Facundo Diéguez, “los temas son esquemas de representabilidad elaborados históricamente que un texto actualiza en la configuración particular de los contenidos específicos y de los conjuntos de motivos presentes en el texto” (Diéguez, F, 2011:74). En los discursos de asunción presidencial, así como en los discursos de campaña, las dos grandes tendencias temáticas tendrán que ver con el cambio o la continuidad. Cambio o continuidad en políticas, en los destinos de la nación y en estilos de gestión a grandes rasgos, que se actualizarán en cada discurso con motivos particulares pero también predefinidos (unidad nacional, reconciliación, lucha contra flagelos aún no desterrados, combate de las inequidades, etc). Lo retórico: Según Bremond (1974), es una dimensión esencial de todo acto de discurso, y abarca todos los dispositivos de configuración de un texto que devienen en combinatorias de rasgos que permiten diferenciarlo de otros, que se separa, plantea Steimberg, de cualquier función oramental. Implica operaciones productoras de sentido, y en ese sentido, según Marita Soto (2015), el analista se ubica en una perspectiva descriptiva de la organización de los textos. En términos de la organización del discurso como aspecto retórico, el discurso político es sobre todo argumentativo, ya que la función del enunciador es reforzar la creencia o promoverla cuando está en suspenso, rechazando en el proceso la creencia inversa. Ciertamente la clave del ejercicio de la influencia está, como vimos, en la paradestinación. Pero también el refuerzo de la creencia encuentra en ese plano. Claude Bremond indica que, “enfocada en su máxima generalidad, la influencia tiende a modificar 5
las disposiciones de la persona influenciada respecto de una situación presente o de acontecimientos futuros en los que pueda participar, ya sea como simple paciente, ya sea como paciente y agente a la vez” (Bremond, C, 1982:94). Esa modificación puede tomar la vía intelectual, -es decir la del convencimiento-, o la afectiva, en la que el influenciador actúa sobre los móviles que pueden inducir al otro a desear o temer la realidad de ciertos datos, o la realización de ciertas eventualidades. Esta segunda vía es la más interesante para pensar la argumentación en los discursos de asunción, que suelen ser un llamado a la confianza (sino a la fe), a veces con tanta intensidad como el discurso de campaña. Esta instancia entonces se relacionará con lo temático: si lo tematizado es el cambio, el influenciador intentará excitar en el paciente la esperanza de satisfacciones a recibir gracias a la realización de las aquello previsto para la consumación del cambio. En cuanto a las continuidades calificadas como negativas, el influenciador tratará de excitar en el sujeto el temor de las insatisfacciones que sufrirá si perviven. La predominancia de una de estas dos opciones, o el equilibrio, probablemente definan el estilo del enunciador como influenciador. Por otra parte, si lo tematizado es la continuidad, En el campo de lo figural, es más difícil plantear posibles regularidades, aunque sepamos que un grado cero de la figuración no es posible. La convención y la índole de los destinatarios prevé para los discursos inaugurales un uso formal del lenguaje, sin que por ello se excluya la posibilidad de la figuración y del margen para el estilo personal. Si se pueden prever figuras, tendrán que ver seguramente con metáforas y comparaciones acerca de la gestión de gobierno, o acerca de la figura del líder, o incluso de entidades amplias como “los argentinos”, o “el pueblo”, o como los metacolectivos singulares (“El país”, “la Nación”). Hablamos de la metáfora en particular porque, como explica Marita Soto (2015), “una figura clave como la metáfora no sólo es una operación sobre el lenguaje sino que, al mismo tiempo, describe modos de pensar y de actuar”. Se puede extender, indica Soto, las propiedades discursivas a una textualidad mayor. Cuando la cultura toma algunos partidos metafóricos, como por ejemplo las metáforas bélicas para referirse a la polémica o la discusión, los lenguajes de la acción, del cuerpo, etc. metaforizan en el mismo sentido de la metáfora verbal: entonces se discute como si fuera una batalla. También podemos prever, teniendo en cuenta las formas nominalizadas típicas del discurso político, que suelen usarse para ritmar el discurso y por el potencial explicativo de algunas de ellas, que encontraremos isotopías, acoplamientos de campos semánticos que dan homogeneidad al texto
3- APROXIMACIONES A LA SINGULARIDAD DEL DISCURSO DE ASUNCIÓN DE MAURICIO MACRI
Intentaremos relevar en esta instancia algunas particularidades estilísticas del discurso inaugural de Mauricio Macri. Debido a las dimensiones previstas para el trabajo, no será un abordaje exhaustivo, así como no lo fue la anterior descripción de una posible gramática de generación de los discursos inaugurales, también desde la perspectiva del estilo. Sin embargo, pensamos que esta exploración puede ser un punto de partida para una investigación que tenga por objeto la producción discursiva de Macri (y su evolución) en la etapa pre y post electoral. Solo a favor de un determinado orden de presentación, y no de una jerarquía analítica, comenzaremos por lo temático, aunque después cruzaremos los diferentes niveles para el relevamiento de huellas que sugieran operaciones concretas del enunciador. Sin dudas, el discurso de Macri tematiza, dentro de las dos grandes tendencias que pensábamos en el punto anterior, el cambio en los objetivos, las políticas públicas y el estilo de la gestión. Podemos pensarlo como tema en esa aparente especificidad, porque 6
tiene que ver con recurrencias dentro de una no muy amplia gama preexistente. A su vez, encontramos motivos, que se pueden ver en los fragmentos pero tienen sentido por su inclusión en el tema general: la unidad nacional (en pos de un objetivo), la superación de las diferencias y la superación de viejas y negativas formas de gestión/conducción En términos retóricos, y en cuanto a la organización del discurso, podemos distinguir dos grandes áreas. Por un lado, un destinada a la formulación de los compromisos que asume el enunciador en términos de un hacer para el futuro inmediata, es decir, a lo programático. Ya habíamos visto que este componente jugaba un rol muy importante. Sin embargo, con el mismo grado de importancia, en alternancia pero casi sin articularse con ella, encontramos un área muy amplia destinada a lo argumentativo, en términos que inmediatamente aclararemos. Con respecto a la argumentación, según la clasificación esbozada por Claude Bremond (1982:95), podemos pensar que el enunciador que se construye en el discurso que nos ocupa, en base al ejercicio de la influencia, se presenta como un influenciador consejero, que pone en juego móviles de tipo pragmático. Intenta, por un lado, motivar favorablemente al destinatario (que es ese gran paradestinatario conformado por los que no votaron al presidente, incluyo aquellos que no fueron o son indecisos, sino que han tenido una postura abiertamente contraria) a encarar la unidad nacional y dejar atrás las diferencias (que específicamente se traduciría en olvidar o minimizar posicionamientos ideológicos y sobre todo pertenencias partidarias). “ARGENTINA ES UN PAÍS CON ENORMES DIVERSIDADES. EN CADA PROVINCIA, EN CADA LUGAR SE HAN DESARROLLADO DISTINTAS FORMAS DE VER LA REALIDAD. ESTAS DEBEN INTEGRARSE EN UN PAÍS UNIDO EN LA DIVERSIDAD”. “PERO YA PASARON LAS ELECCIONES. LLEGÓ EL MOMENTO EN EL QUE TODOS DEBEMOS UNIRNOS PARA CRECER Y MEJORAR, PARA QUE NUESTRO PAÍS AVANCE”. Por otra parte, y sobre todo, hay un esfuerzo por motivar desfavorablemente a la confrontación: “REPETIDAMENTE A LO LARGO DE LA HISTORIA HEMOS VIVIDO MUCHAS DIVISIONES, LA CONFRONTACIÓN NOS HA LLEVADO POR CAMINOS ERRADOS. SOMOS PASIONALES Y ES BUENO SERLO, PERO A VECES ESA PASIÓN NOS TIENDE UNA TRAMPA: CREA CONFLICTOS INNECESARIOS, GENERA FANATISMOS QUE TANTAS VECES NOS ARRASTRARON A LA VIOLENCIA, A LA INCAPACIDAD DE RAZONAR Y A LA FALTA DE AMOR”. “SE VIENE UN TIEMPO NUEVO: EL TIEMPO DEL DIÁLOGO, DEL RESPETO Y DEL TRABAJO EN EQUIPO; TIEMPO DE CONSTRUCCIÓN CON MÁS JUSTICIA SOCIAL. REPETIDAMENTE A LO LARGO DE LA HISTORIA HEMOS VIVIDO MUCHAS DIVISIONES, LA CONFRONTACIÓN NOS HA LLEVADO POR CAMINOS ERRADOS. SOMOS PASIONALES Y ES BUENO SERLO, PERO A VECES ESA PASIÓN NOS TIENDE UNA TRAMPA: CREA CONFLICTOS INNECESARIOS, GENERA FANATISMOS QUE TANTAS VECES NOS ARRASTRARON A LA VIOLENCIA, A LA INCAPACIDAD DE RAZONAR Y A LA FALTA DE AMOR”. Decimos que el móvil que se plantea es pragmático, porque la retribución que promete es posterior. “TENEMOS QUE SACAR EL ENFRENTAMIENTO DEL CENTRO DE LA ESCENA Y PONER EN ESE LUGAR EL ENCUENTRO, EL DESARROLLO Y EL CRECIMIENTO. EN LA PELEA IRRACIONAL NO GANA NADIE, EN EL ACUERDO GANAMOS TODOS. PARA TRABAJAR JUNTOS NO HACE FALTA QUE DEJEMOS DE LADO NUESTRAS IDEAS Y FORMAS DE VER EL MUNDO, TENEMOS QUE PONERLAS AL SERVICIO DE NUESTRO PROYECTO COMÚN Y LOGRAR LA CONSTRUCCIÓN DE UN PAÍS EN EL QUE TODOS PODAMOS CONSEGUIR NUESTRA FORMA DE FELICIDAD”.
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Podría pensarse que aquello que se promueve, la unidad, estaría asociada más bien a un móvil ético (la confluencia de voluntades es una necesidad o una obligación), pero en este caso se presenta como una precondición para el cumplimiento de determinados objetivos (que se expresan en el componente programático). “LA FORMA DE LOGRAR ESTOS GRANDES OBJETIVOS ES SIMPLE: EL DIÁLOGO, EL RESPETO, LA SUMA DE VISIONES SON OBJETIVOS COMUNES, Y SU REALIZACIÓN REQUIERE COMO PASO FUNDAMENTAL QUE NOS UNAMOS PARA ALCANZARLOS. ESE OBJETIVO, EL DE UNIR A LOS ARGENTINOS, EL DE PONER NUESTROS PUNTOS EN COMÚN SOBRE NUESTRAS DIFERENCIAS INTEGRÁNDOLAS Y RESPETÁNDOLAS, ES LA CLAVE DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARGENTINA DEL SIGLO XXI A LA QUE NOS ENCAMINAMOS HOY”. La influencia es a la vez incitante e inhibitoria. El rol de consejero, asociado por Bremond al móvil pragmático que promueve el influenciador, no está asociado en este caso una modalización meramente propositiva. Como vemos, hay una fuerte presencia del componente programático, pero también del prescriptivo. Hay una legitimidad recién adquirida como condición de producción que permite que el enunciador plantee verdades y condiciones, incluso para poder asumir los propios compromisos. Retomaremos el rol de los componentes más adelante. También volveremos sobre lo retórico para ver algunas de las figuras que son base de operaciones tendientes a ese ejercicio particular de la influencia. Caracterizemos antes la escena enunciativa de este discurso, para profundizar en la construcción de la imagen del enunciador y de los destinatarios que dispone. La construcción del prodestinatario, en este caso, parece estar ligada al aval, la legitimación de un cambio que fue requerido por muchos, de aspectos en los que el cambio que se consideraba necesario. No les habla exclusivamente, sino que veremos que se dirige a ellos incluyéndolos en entidades amplias, o los refiere en las áreas del discurso que están destinadas al paradestinatario.
“ES
LO QUE PIDIERON MILLONES DE ARGENTINOS QUE ESTABAN CANSADOS DE LA
PREPOTENCIA Y DEL ENFRENTAMIENTO INÚTIL”.
“LA MAYORÍA DE LOS ARGENTINOS QUE VOTÓ POR NUESTRA PROPUESTA LO HIZO BASADA EN TRES IDEAS…” No encontramos colectivos de identificación referidos a este destinatario, ya que no hay alusiones a lo partidario. Como alternativa, se repite una entidad que por su recurrencia podría incluso pensarse como una forma nominalizada: “equipo”. Se utiliza para referirse a los votantes, a aquellos que ya veremos que conforman un amplio destinatario, a los contextos de anterior inserción en la gestión pública y también para referenciar al propio gobierno a punto de comenzar a desempeñarse: “VEO
AL PAÍS COMO UN GRAN EQUIPO CONFORMADO POR MILLONES DE SERES
ESPERANZADOS Y A ELLOS LES OFREZCO, AGRADECIDO, MI MEJOR ESFUERZO”.
“A LO LARGO DE MI VIDA, EN EL ÁMBITO DEL DEPORTE, EN LOS OCHO AÑOS QUE TUVE EL HONOR DE CONDUCIR EL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES PUDE ARMAR BUENOS EQUIPOS QUE CONSTRUYERON SOLUCIONES CONCRETAS PARA LOS PROBLEMAS DE LA GENTE.
EN ESTE NUEVO DESAFÍO, PARA HACER LOS CAMBIOS A LOS QUE NOS COMPROMETIMOS, NECESITAMOS ARMAR EQUIPOS DIVERSOS, SUMAR VISIONES DISTINTAS DE NUESTRA REALIDAD.
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DESDE HOY, CON GABRIELA Y TODO NUESTRO EQUIPO, VAMOS A HACER EL MAYOR DE LOS ESFUERZOS PARA QUE LOS HABITANTES DE ESTA TIERRA RICA Y HERMOSA PUEDAN VIVIR CADA DÍA MEJOR, PORQUE ESO ES LA POLÍTICA PARA NOSOTROS
Si la misma entidad sirve para referenciar a los que están dentro y fuera de la política, a los gobernantes y gobernados, lo político pierde especificidad, lo partidario se desdibuja y la gestión de gobierno es equiparable a otras gestiones, porque “equipo” es un término tradicionalmente utilizado en ambientes laborales y profesionales. En todo caso, podría estar funcionando metafóricamente, como explica Verón, por sustitución de la doctrina del enunciador. “Equipo” podría ser un colectivo de identificación, porque sirve a un nosotros inclusivo, y puede ser que en parte funcione así. Pero a la vez es una fórmula nominalizada que ritma el discurso, que tiene autonomía semántica y que asume un valor metafórico. Como decíamos más arriba, difícilmente el enunciador, en los discursos de asunción, plantee a los no votantes como contradestinatarios. Tampoco sería esperable que no aparezcan en el discurso. Lo usual es que enunciativamente se incluyan en colectivos amplios a los que el enunciador se pueda acercar con más comodidad enunciativamente. Es decir, que plantee una relación con ellos que no tenga que ver, no con una creencia contraria, sino con una suspensión de la creencia (que es la relación que el enunciador establece con el paradestinatario, porque esa suspensión es reversible). Para el paradestinatario, ya veremos después, están dirigidas grandes áreas del discurso relacionadas con lo programático: “QUIERO
REITERARLES UN MENSAJE DE CONFIANZA, DECIRLES QUE ESTE GOBIERNO QUE
INICIAMOS HOY VA A TRABAJAR INCANSABLEMENTE LOS PRÓXIMOS CUATRO AÑOS PARA QUE TODOS LOS ARGENTINOS, ESPECIALMENTE AQUELLOS QUE MÁS NOS NECESITAN, AL TERMINAR, ESTÉN VIVIENDO MEJOR”.
Como vemos, se suman para pro y paradestinatarios, aunque la promesa tenga valor de confirmación para unos, y llamado a la confianza para otros. Si en algunas partes del discurso se borran las fronteras que separan al pro de los paradestinatarios, en otras se les da una entidad especial, reconociendo las diferencias, pero apuntando a la unidad nacional en términos prescriptivos. Cuando se opera la suma, se utiliza el nosotros de máxima extensión: “EL PAÍS TIENE SECTORES QUE PIENSAN DE DIFERENTES MANERAS, PERO NO ESTÁ DIVIDIDO. LOS CIUDADANOS VOTARON COMO QUISIERON, UNOS APOYARON NUESTRA VISIÓN Y OTROS RESPALDARON A OTROS CANDIDATOS. ESO NOS ALEGRA PORQUE PUDIERON ELEGIR EN LIBERTAD. PERO YA PASARON LAS ELECCIONES. LLEGÓ EL MOMENTO EN EL QUE TODOS DEBEMOS UNIRNOS PARA CRECER Y MEJORAR, PARA QUE NUESTRO PAÍS AVANCE”. Incluso en referencia a este gran paradestinatario aparecen colectivos de identificación, aunque junto otros tipos de entidades: “QUEREMOS
EL APORTE DE TODOS, DE LA GENTE QUE SE SIENTE DE DERECHA Y DE LA
GENTE QUE SE SIENTE DE IZQUIERDA, DE LOS PERONISTAS Y DE LOS ANTIPERONISTAS, DE LOS JÓVENES QUE ESTÁN EN LA EDAD DE LA TRASGRESIÓN Y DE LOS MAYORES QUE APORTAN SU EXPERIENCIA”
Se yuxtaponen colectivos de identificación (no propios) y entidades más amplias que esos colectivos, de manera que quedan en el mismo nivel lo ideológico, lo partidario, y algo menos abarcativo como las particularidades etarias. Como efecto de sentido, lo partidario tiene una importancia relativa, y no vale más que otras identidades-
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En el discurso que analizamos el destinatario negativo casi no se menciona, pero el depositario de todo aquello que hasta el momento ha dividido a “los argentinos” (que aparecen como engañados o atrapados en esa contingencia, pero quienes se supone capaces de valorar la posibilidad del cambio): “LA
POLÍTICA NO ES TAMPOCO EL ESCENARIO EN QUE ALGUNOS LÍDERES MIENTEN PARA
ENGAÑAR A LA GENTE Y AL MUNDO CON DATOS FALSOS”.
“CONVOCO
A TODOS A APRENDER EL ARTE DEL ACUERDO.
DESAFIEMOS
TODO LO QUE
ALGUNA VEZ NOS HAYA CONFUNDIDO”.
Incluso se puede aludir al contradestinatario con un sustantivo, que es una categoría que podemos identificar con una fórmula nominalizada de poder explicativo: “PODEMOS
PENSAR DE DISTINTA FORMA PERO LA LEY DEBE SER RESPETADA.
UNA
COSA ES
TENER DISTINTAS VISIONES, IDEAS Y PROPUESTAS; OTRA, AVASALLAR LAS INSTITUCIONES CON PROYECTOS PERSONALISTAS O HACER USO DEL PODER EN BENEFICIO PROPIO.
AHÍ NO HAY UNA CUESTIÓN DE OPINIONES DIVERSAS: SE TRATA DE LA TRANSGRESIÓN DE LA LEY. EL AUTORITARISMO NO ES UNA IDEA DISTINTA, ES EL INTENTO DE LIMITAR LA LIBERTAD DE LAS IDEAS Y DE LAS PERSONAS”. “ES
LO QUE PIDIERON MILLONES DE ARGENTINOS QUE ESTABAN CANSADOS DE LA
PREPOTENCIA Y DEL ENFRENTAMIENTO INÚTIL”
Como habíamos mencionado, según Eliseo Verón (1986) estas fórmulas nominales pueden adquirir valor metafórico, porque hay una operación de sustitución: valen por el estilo de gestión del adversario, o directamente valen por el adversario. Hay algunos contradestinatarios a los que el enunciador se dirige directamente, y desde el orden de lo programático les hace advertencias, aunque se plantean más como posibles que como reales y existentes. De todas maneras, la comparación con el gobierno anterior es la constante, por lo que es otro recurso para distinguir al contradestinatario como el artífice de la “vieja política”, y a posicionar al enunciador como alguien que ha reunido el poder para enfrentarlo y prescribir conductas. “EN
NUESTRO GOBIERNO NO HABRÁ JUECES MACRISTAS.
NO
EXISTE JUSTICIA NI
DEMOCRACIA SIN JUSTICIA INDEPENDIENTE, PERO HAY QUE ACOMPAÑAR A LA JUSTICIA EN UN PROCESO EN EL QUE SE LIMPIE DE VICIOS POLÍTICOS.
NO PUEDE HABER JUECES MILITANTES DE NINGÚN PARTIDO. NO PUEDE HABER JUECES MILITANTES DE NINGÚN PARTIDO. A QUIENES QUIERAN SERLO LES DECIMOS CLARAMENTE: NO SON BIENVENIDOS SI QUIEREN PASAR A SER INSTRUMENTOS NUESTROS”.
Estas son prácticamente las únicas referencias a un destinatario negativo. Parece, entonces, que la dimensión polémica está poco, como ocurre en muchos discursos de asunción, y que la adversatividad es de baja intensidad. Sin embargo, más allá de las referencias más o menos explícitas, más o menos veladas que podamos relevar con respecto a los destinarios que identificamos, hay otras operaciones a analizar que nos pueden dar un resultado diferente. Ya habíamos hablado de la organización del discurso, teniendo en cuenta que había grandes áreas dedicadas a lo argumentativo, donde un influenciador consejero, sobre la base de móviles pragmáticos, trataba de motivar favorablemente al destinatario (sobre todo al para) en favor de unidad y la adhesión al programa, pero que con no menos énfasis trataba de motivar negativamente. La particularidad que percibimos es que las áreas 10
dedicadas al poder hacer estaban prácticamente desenganchadas de aquellas donde prevalecía lo argumentativo. Y no es que aquellas áreas del discurso que construyen un enunciador que ejerce una influencia incitante o inhibitoria no estén modalizadas, sino que lo están de manera diferente. No excluyen necesariamente lo programático, pero se basan, en este discurso en particular, en dos modalizaciones: la del saber, pero sobre todo la del deber ser: “TENEMOS QUE SACAR EL ENFRENTAMIENTO DEL CENTRO DE LA ESCENA Y PONER EN ESE LUGAR EL ENCUENTRO, EL DESARROLLO Y EL CRECIMIENTO. EN LA PELEA IRRACIONAL NO GANA NADIE, EN EL ACUERDO GANAMOS TODOS. PARA TRABAJAR JUNTOS NO HACE FALTA QUE DEJEMOS DE LADO NUESTRAS IDEAS Y FORMAS DE VER EL MUNDO, TENEMOS QUE PONERLAS AL SERVICIO DE NUESTRO PROYECTO COMÚN Y LOGRAR LA CONSTRUCCIÓN DE UN PAÍS EN EL QUE TODOS PODAMOS CONSEGUIR NUESTRA FORMA DE FELICIDAD”.
“LLEGÓ EL MOMENTO EN EL QUE TODOS DEBEMOS UNIRNOS PARA CRECER Y MEJORAR, PARA QUE NUESTRO PAÍS AVANCE”.
“ARGENTINA ES UN PAÍS CON ENORMES DIVERSIDADES. EN CADA PROVINCIA, EN CADA LUGAR SE HAN DESARROLLADO DISTINTAS FORMAS DE VER LA REALIDAD. ESTAS DEBEN INTEGRARSE EN UN PAÍS UNIDO EN LA DIVERSIDAD”.
“LA FORMA DE LOGRAR ESTOS GRANDES OBJETIVOS ES SIMPLE: EL DIÁLOGO, EL RESPETO, LA SUMA DE VISIONES SON OBJETIVOS COMUNES, Y SU REALIZACIÓN REQUIERE COMO PASO FUNDAMENTAL QUE NOS UNAMOS PARA ALCANZARLOS”.
PODEMOS PENSAR DE DISTINTA FORMA PERO LA LEY DEBE SER RESPETADA. UNA COSA ES TENER DISTINTAS VISIONES, IDEAS Y PROPUESTAS; OTRA, AVASALLAR LAS INSTITUCIONES CON PROYECTOS PERSONALISTAS O HACER USO DEL PODER EN BENEFICIO PROPIO
Este enunciador no coincide exactamente con los modelos que plantea Verón -el clásico y el tecnócrata- sino que comporta una diferencia importante con los dos: el adversario no es sólo el que tiene un programa diferente (eso pasa a un segundo plano, o se aísla relativamente), sino el que tiene una ética distinta. Y allí está el mayor énfasis. La relación entre querer y poder, que de alguna forma debería estar o presumirse resuelta cuando el candidato ya ganó, pasa por el deber ser. Se podrá llevar adelante el programa no sólo si el líder quiere: sobre todo será posible si los destinatarios positivos o en supuesto suspenso adhieren al deber ser (y, en el caso del paradestinatario, deja de lado las pretensiones de confrontación). De esa forma se refuerza el móvil pragmático, se construye una imagen del enunciador antitética (y excluyente) con la del adversario, y se sujeta la posibilidad de realización a que los otros destinatarios asuman el rol propuesto.
Otro aspecto retórico concerniente a lo figural, pero que tiene efectos a nivel de la organización del discurso, se relaciona con acoplamientos de campos semánticos en las áreas dedicadas a la argumentación, que le dan homogeneidad al texto. La figura que parece ser base de esta operación es la isotopía. Entonces, podemos ver que el ejercicio de la influencia, el intento del enunciador de alentar o desalentar, se organiza según campos semánticos bien definidos, ligados a entidades de aparición recurrente. Hay por lo menos dos campos concretos, que se dividen según ejes axiológicos bueno/malo. Por un lado
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tenemos el que afecta al paradestinatario “forzado” a no ser contradestinatario, y lo separan de él: DIVERSIDADES- VISONES MUNDO- AMOR
DISTINTAS- SUMA DE VISIONES
–DIFERENCIAS-
FORMAS DE VER EL
VS. ENFRENTAMIENTO INÚTIL- CONFRONTACIÓN- DIVISIONES- CONFLICTOS FANATISMOS- VIOLENCIA- PELEA IRRACIONAL- ENEMISTAD-RENCOR
INNECESARIOS-
El primer “subcampo” marca aquello que es aceptable porque se puede deponer si problemas en pos del bien común (que también estaría representado por otro subcampo). Los otros dos campos enfrentados tienen que ver con los estilos de gestión. De nuevo aparece el eje bueno/malo, y esta vez está dirigido a construir la imagen del enunciador en contraste con la de su adversario, según la antítesis que describíamos antes. DIRIGENTES
MODERNOS- BUENOS EQUIPOS- EQUIPOS DIVERSOS- DIÁLOGO- RESPETO-
NACIONALISMO
MÁS
SANO-
COLABORACIÓN
Y
DIÁLOGO
LIBRE-
PARTICIPACIÓN-
TRANSPARENCIA
VS. LIDERES
QUE
MIENTEN-
LIDERAZGOS
INDIVIDUALES-
PREPOTENCIA-
PROYECTOS
PERSONALISTAS- AUTORITARISMO- AMOR POR EL PAÍS- LUCHA PERMANENTE-DEMONIZACIÓN DEL OTRO- CORRUPCIÓN- PRÁCTICAS ABUSIVAS
4- BREVE CONCLUSIÓN Y PERSPECTIVAS DE ANÁLISIS A partir del análisis de ciertos rasgos estilísticos del discurso de asunción presidencial de Mauricio Macri, relativos al tema, lo retórico y la enunciación, hemos podido relevar particularidades que en algunos casos se incluyen en las regularidades previstas para el estilo de este subtipo de discurso político, y en otras construye su propia particularidad. Probablemente el aspecto más destacable tenga que ver con la apreciación de que si bien los discursos de asunción no suelen ser discursos polémicos porque están dirigidos a un colectivo muy amplio que incluiría a “todos los argentinos”, (y entonces sería previsible una baja intensidad de lo adversativo), en el caso que nos ocupa una determinada construcción de la escena enunciativa y la realización de ciertas opciones en la configuración conducen a que a lo largo de todo el texto la imagen del enunciador y de los otros destinatarios se lleve a cabo por contraste con el adversario. Lo que a simple vista podría pasar por un “discurso conciliador”, a partir de unos modos de hacer muy concretos relacionados con el estilo delimitan claramente los roles de los integrantes de la escena enunciativa, imponiendo condiciones, en términos prescriptivos. El enunciador configura su ejercicio de la influencia en términos inhibitorios para aquellos destinatarios que podrían hacer una lectura destructiva, forzándolos a un rol de paradestinatarios. No es una estrategia nueva en el escenario de la política argentina, y tal vez tampoco en otras latitudes. Lo particular del caso es que las operaciones detectadas revelan que casi tan importante como promover adhesiones es desalentar la confrontación. 12
A partir de este acercamiento parcial, son posibles muchas otras opciones de análisis. Por supuesto el inventario de rasgos temáticos, retóricos y enunciativos debe ser completado. Pero además pueden explorarse relaciones con otros discursos (previos y posteriores a la elección). También, y sobre la base de las apreciaciones anteriores, pueden establecerse comparaciones con otros discursos inaugurales considerados “confrontativos” o “conciliadores” y ver sobre qué bases estilísticas se construye cada uno, y hasta qué punto pueden compararse en esos términos.
Bibliografía:
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