Dgs 05

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  • Words: 2,575
  • Pages: 6
CAPITULO 5º: Una Noche Teñida de Rojo.

Osamu permanece inmóvil mirando al hombre, que solo dejaba entrever la parte inferior de su rostro debido a una gorra roja, que llevaba. Este se encontraba sentado en un banco tranquilamente, observando a unos niños que se encontraban jugando al fútbol, a un par de metros de donde se encontraban. Sin decir una sola palabra, Osamu giro su rostro hacía aquellos niños, mientras daba unos cuantos pasos más hacia aquel hombre. Para detenerse al poco, y quedarse mirándolos con cierta expresión de nostalgia, como si estuviera recordando algo en esos momentos. Ciertas imágenes que comenzaban a aparecer en sus ojos, sustituyéndose la imagen de aquellos niños por la de otros. Como una película superpuesta en la realidad, una película en la que solo a dos chicos se le podía distinguir el rostro, mientras que las de los demás, no eran más que borrosas siluetas, sin forma ni apariencia alguna en sus rostros. Tras unos segundos que parecieron minutos, algo hizo que Osamu volviera a la realidad desapareciendo esa imagen, y volviendo a ver a aquellos muchachos nuevamente... - ¡Estabas reviviendo algún recuerdo! ¿Verdad? -murmura una voz masculina, de forma pausada. -¡¿Cómo?! -exclama sobresaltado Osamu, volviendo la mirada hacía donde estaba el hombre, dándose cuenta que este estaba mirándolo con expresión tranquila.-Que le hace pensar que estaba recordando algo. –añade con tono frío, volviendo nuevamente la mirada hacía los niños, al mismo tiempo que gira el cuerpo quedando frente a estos. -¿Entonces, no lo estabas haciendo? -pregunta el hombre, esbozando una leve sonrisa.- ¡Yo creo que si! La expresión de tu rostro, tu mirada me lo estaba diciendo. -añade al tiempo, que volvía la mirada hacia los niños. -¡¿La expresión de mi rostro?! -balbucea Osamu, entre confundido volviendo la mirada de nuevo hacia su izquierda, al hombre, aunque aun dibujando una expresión seria en su rostro. -No hay nada de malo en revivir recuerdos. Al fin y al cabo, cuando estamos tristes o cuando estamos solos, hacerlo aunque en ocasiones pueda resultar doloroso, e incluso amargo, es lo único que nos queda. Con el tiempo sabemos superar ese sufrimiento, y es cuando esos recuerdos es lo único que nos reconforta, que nos trae nostalgia, es lo único que nos permite seguir sintiendo, y no olvidar a aquellos que ya no están con nosotros, a nuestro lado por laguna razón. ¡Sabes me gusta este sitio! Porque me hace recordar, y no olvidar esos recuerdos. -Comenta el hombre, cerrando los ojos e inclinando levemente la cabeza hacía abajo, inclinadose hacia delante apoyando los antebrazos en las rodillas, y con las manos entrelazadas. -¡Recuerdos dices! -exclama Osamu, volviendo la mirada hacia el frente surgiendo el silencio por unos instantes.-Lo que acabas de decir es una tontería, los recuerdos no te devuelve aquello que has perdido, y resultan totalmente inútiles ¿Para que mantener algo inútil en tus recuerdos?

Recuerdos que te hacen sufrir, llorar, sentir miedo y frustración, los recuerdos son efímeros y inútiles. Este mundo estaría mejor sin esos recuerdos que dices. Además, el motivo por el que te guste este sitio, me trae sin cuidado. -añade terminando la frase, endureciendo el tono de sus palabras. - ¡Comprendo! Realmente es una pena que pienses así, sin lugar a dudas la rabia y la furia hablan por ti. Pero dime, supongo que no hablas venido desde Tokio solo para hablar de recuerdos, no es así ¡Osamu, Okamura hijo de Kenji Okamura! -dice el hombre, abriendo los ojos y levantando el rostro de forma lenta, hacia el frente. -¡¡Vaya!! ¿Sabias mi nombre, y quien era desde el principio? -pregunta Osamu, entre sorprendido y no tanto con un tono algo más frió, volteando la mirada hacia el hombre con los ojos entrecerrados. - ¡No debes sorprendente! Conozco a tu padre y su aura espiritual, y la tuya es idéntica ¡Además no debe sorprenderte que lo sepa, teniendo en cuenta que es uno de los 4 grandes guardianes de las puertas! Y bien ¿Dime como esta, ese viejo zorro? Hace tiempo que no le veo ¿Es él, quien te ha hecho venir a Itakariwa? -dice el hombre con voz pausada, volviendo al mismo tiempo su rostro hacía Osamu, encontrándose ambas miradas, y terminando con una pregunta. - ¡En un viaje! Mi padre comenzó hace tiempo un viaje sin retorno, al igual que los otros 3 grandes guardianes de las puertas. Y no solo eso…-explica Osamu, cerrando los ojos y bajando el rostro un poco. - ¡Vaya! De modo que era, por eso. Esa era la razón, por la que aquel día sentí el inicio de un gran viaje, y en los siguientes la de los demás ¿Entonces has venido para prevenirme acaso? -dice el hombre, desviando la mirada hacía una madre que pasaba en esos momentos junto a su hijo, manteniendo aun tras conocer la noticia un semblante sereno, aunque reflejando cierta tristeza en sus ojos. -¡No exactamente! Más bien para pedirte, que no acabes con él, cuando te lo encuentres. Sino que dejes que sea yo, él que le quite vida después de hacerle algunas preguntas, aunque te advierto que esa persona es bastante peligrosa ¡Solo era eso! ¡Adiós! -comenta Osamu con tono frió y despreocupado, girándose y comenzando a andar, dando la espalda al hombre, alejándose de este. - ¡Ciertamente posees un inmenso poder espiritual, como tu padre! -murmura el hombre mientras le observa alejarse.- ¿QUIERE DECIR ESO, QUE CONOCES A ESA PERSONA? -grita el hombre con un tono desenfadado y pausado, deteniéndose en seco Osamu, volteando la mirando de reojo al hombre. -¡Es posible! -responde Osamu, volviendo la mirada al frente de nuevo, retomando los pasos. - ¡Comprendo! Solo espero que te des cuenta del significado del porque ocurren algunas cosas, las cuales ya están establecidas. No dejes que el odio termine por dominarte, porque entonces serás igual que él, y tu padre no deseaba tal destino para ti…-balbucea el hombre en voz baja, mientras girando el rostro fija su mirada, en los niños que seguían jugando

despreocupadamente.-El equilibrio se tambalea, el poder de los sellos menguan a cada momento, y cuando nosotros desaparezcamos la batalla que debe librarse puede tornar hacía un rumbo diferente. Espero que estés preparado para cuando llegue ese momento, Osamu Okamura. -piensa esbozando una sonrisa, y levantando la vista hacía el cielo. Osamu se fue alejando de aquel hombre, y de los chicos que jugaban sin preocupación alguna. Pasadas unas horas, ya de noche en la casa de Hataru, tras terminar de cenar este sube a su habitación tumbándose en la cama, colocándose los brazos detrás de su cabeza, entrecruzándolos. Más y más pensamientos circulaban por su mente, preguntándose que era lo que le estaba pasando, que significado tenían esos sueños, porque de pronto tenia ese extraño poder de levitar e incluso volar, quien era aquella hermosa chica de cabellos plateados. Levantando su mano derecha, se quedo mirándola recordando el momento en el que le toco uno de los pechos, en ese momento recordó lo blandito que estaba, sonrojándose como un tomate. Rápidamente volvieron a su mente la imagen y las palabras de Sakura, su amiga, incorporándose al instante, y agitando con rapidez su cabeza, para luego rascarse con esa misma mano revolviendo sus cabellos... -¡Pero que demonios estaba pensando! Fue un accidente solo eso ¡¿Porque Sakura no quiere verlo así?! -exclama Hataru, con voz algo temblorosa, suspirando al tiempo que recordaba las palabras de su buen amigo Satomu.Mirar en el interior de mi corazón ¡Tsk! Es fácil decirlo pero hacerlo ¡¡Aaahhh!! ¡Sakura si supieras!….¡¡Aaarrgggg!! -añade sin poder terminar la frase, al comenzar a dolerle tremendamente la cabeza, volviendo a tener uno de esos sueños, al tiempo que sus ojos se tornaban blancos. Mientras que Hataru cae al suelo retorciéndose de dolor con las manos en la cabeza, en el exterior la chica de los cabellos plateados. Permanecía en una esquina debajo de una farola, mirando fijamente hacía la ventana que daba a la habitación de Hataru. Mientras tanto en otro lugar, en el parque Kirai, en la más absoluta soledad y tranquilidad, con la oscuridad de la noche inundando cada rincón del mismo, y con la única iluminación de las farolas en las cuales algunos insectos revoloteaban. Aquel hombre, que había estado hacia unas horas hablando con Osamu sentado en aquel banco, andaba tranquilamente por el mismo en dirección a la salida. Pero justo cuando había llegado junto a un pequeño estanque, con un pequeño puente que permitía el paso por el mismo, y en el cual las luces de las farolas no llegaban a cubrirlo totalmente, se detuvo frente a él fijando su mirada en el final de este, el cual no parecía tener fin debido a la oscuridad de la noche, que parecía amparar bajo su manto una figura inmóvil y poco visible… -¡Eres tu! No esperaba que me visitaras tan pronto. Lo que me sorprende, es que aquel que se a dejado dominar, por la ira y la oscuridad de su propio corazón, es un igual. -exclama el hombre, manteniendo una actitud calmada

sin moverse un centímetro. -Veo que tu reputación te precede, haz sido capas de sentirme a pesar de ocultar por completo mi aura espiritual, y eso sin contar que la oscuridad de la noche me brindaba una oportunidad perfecta para acabar contigo, de forma rápida y sin dolor. Eso me satisface muchísimo, porque quiere decir, que podré divertirme bastante contigo. -dice una voz joven, con tono irónico en la oscuridad. Tras decir esto, de la oscuridad surgen dos bolas de fuego azuladas, las cuales el hombre esquiva con un movimiento rápido echándose para atrás. Justo en ese momento Osamu, que no se encontraba muy lejos del parque más que a unas pocas calles, percibe la utilización de un poder mágico conocido, por lo que rápidamente sale corriendo hacía el parque. En la casa de Hataru por su parte, sigue sintiendo ese intenso dolor que cada vez se hace más fuerte, surgiendo en su mente multitud de sensaciones entremezcladas además de voces, en el exterior la chica de cabellos plateados reacciona al sentir lo mismo que Osamu, pero al mismo tiempo siente una extraña sensación que proviene de la habitación de Hataru. También no muy lejos de allí Rikaro quien se encontraba llamando por teléfono, siente también ese momentáneo ataque mágico solo utilizado por un humano, recordando las palabras de Osamu, por lo que cuelga rápidamente tras disculparse, y pegando un salgo a una farola, comienza a ir rápidamente al lugar entre salto y salto. Tras unos segundos, y con el hombre mirando fijamente donde habían surgido dichas bolas de fuego, surge por el puente entre la oscuridad de la noche una figura, que tras colocarse al alcancé de la luz de la farola resulta ser un chico de cabellos lila, sonriendo de forma diabólica… -¡Un movimiento oportuno y adecuado! Parece que no eran mentira, lo que decían de los guardianes de las puertas de esta ciudad. Solo espero que me proporciones más diversión que el anterior. Y respecto a lo último, siento haber defraudado tus expectativas. -comenta el chico de cabellos lila, agachando ligeramente la cabeza, mientras con uno de sus manos se recolocaba las gafas. -¡Comprendo! ¡Entonces tú eres quien mato, hace dos días a Takeushi ¿Me equivoco? Ciertamente das pena, pero te compadezco porque no sabes lo que haces. Es imposible que alcances a comprender la magnitud de tus actos, y sus consecuentes cuando tu corazón y tu alma han sido corrompidos. -dice el hombre, de forma pausada pero poniéndose algo más serio, quien extendiendo la mano surge en esta unos intensos rayos azulados, y al instante una larga y majestuosa lanza. -¡¿Acaso te estas quedando conmigo?! ¡Que me compadeces, que no se la magnitud de mis actos! No me hagas reír. Se perfectamente todo eso, y no necesito que nadie me compadezca. –exclama el chico, mostrando una amplia sonrisa -¡Si tus palabras son verdaderas, tu destino y tu alma ya están selladas! Solo tienes un posible final, y ese es el castigo eterno, salvo que sepas

rectificar tu sangriento camino a tiempo ¡Solo entonces tus pecados serán perdonados! –dice el hombre, poniéndose en guardia. -Di lo que quieras viejo. Mi alma ya fue sellada aquel día, y si alguien se merece el castigo eterno es este sucio, y patético mundo. Un mundo que necesita un nuevo renacer, para limpiar sus propios pecados –le responde el chico, posando una de sus manos sobre su rostro, para dejar entre ver sus ojos entre sus dedos, unos ojos oscuros y sicópatas que se fijan en la figura del hombre. -¡Aun así, sigo manteniendo la esperaza! ¡La esperanza en este mundo, en aquellos que la protegen! ¡Y sobre todo en el poder de los recuerdos! –dice el hombre, al tiempo que una fina pero cada vez mayor aura azulada comenzaba a rodearle.-Parece que tendré que cumplir la petición de ese chico, aunque hubiera preferido no tener que hacerlo. -¡¡La petición de ese chico!! –exclama el chico de cabellos lilo, sorprendiéndose algo al principio, pero a los pocos segundos ampliándose más aun su sonrisa ahora más siniestra que antes. Extendiendo las dos manos surgiendo de estas unas llamas azuladas-¡Parece que él te ha visitado! En tal caso terminemos esto cuanto antes, ya que estoy seguro que no tardara en llegar. Y no me gustaría que interfiriera en mi diversión. -añade, lanzándose hacía el hombre, al tiempo que una intensa aura azulada oscura comienza a rodearle... Por su parte Osamu, corre tan rápido como puede esperando que aquel hombre sea lo suficientemente fuerte para hacerle frente y retenerlo, el tiempo suficiente para su llegada. Tras unos minutos, cruzando la calle entre la mirada incrédula de algunas personas y la de los conductores, que evitan chocarse mutuamente como pueden. Llega al parque saltando la verja sin problema alguno, llegando a este desorientado por la oscuridad de la noche, así como los numerosos árboles y vegetación, y es que a pesar de que siente la intensa lucha entre aquel chico y el hombre, en la cual se esta desprendiendo grandes cantidades de poder mágico. Esta se extiende por todo el parque, lo cual no le facilita localizarlos fácilmente, sintiendo de pronto una intensa explosión dejando de sentir ningún poder mágico, salvo uno muy débil casi efímero. El cual poco a poco se debilita más y más, esperándose lo peor corriendo hacia la dirección de donde procedía la misma. Tras unos segundos llega hasta un estanque, viendo un pequeño puente destruido, además de algunas farolas y árboles con evidentes signos de una intensa lucha, buscado con la mirada al hombre o a quien él busca. Entonces su mirada se fija en un cuerpo tendido en el suelo, corriendo hasta el mismo comprobando, como este se encuentra tendido sobre un gran charco de sangre, y con una tremenda herida producido por dos profundos cortes en forma de cruz, siendo el cuerpo agonizante del hombre con el que hacía unas horas había estado conversando. Al tiempo que una profunda, y diabólica sonrisa surge entre la oscuridad… -Jajajajajaja…. ¡Eres penoso, volviste ha llegar tarde al igual que las otras veces! ¡Ni en esa ocasión ni ahora pudiste hacer nada!…ajajajjajaja…

jajajajaja…jajajajajaj…-exclama la voz del chico, en tono irónico entre risas que poco a poco desaparecían en la noche. -¡Tuu! ¡Acabare contigo, cueste lo que me cueste acabare contigo! Sin duda algún día, pagaras por aquel día. –balbucea Osamu, apretando los puños y fijando sus ojos en la oscuridad de la noche.

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