¿De que manera la Madre demostró su devoción? Desde los inicios de la Obra, Madre Albertina invocaba a María como “Madre del cielo” y promovió arduamente la entronización en los hogares de la imagen del Inmaculado Corazón. Podemos decir que toda su vida y todo su apostolado estaba imbuida de una confianza plena en la Madre del Cielo. Esta devoción tuvo en ella diversas manifestaciones de culto y piedad que fueron marcadas desde su más tierna infancia. Una de las más importantes, fue el rezo cotidiano del santo rosario y el Ángelus que devotamente era rezado en la antigua catedral de Managua, podemos decir que la familia jugó un papel importante para penetrar el alma de la madre en el sentido mariano, pero también la Iglesia, fue un ambiente propicio donde germinó esta especial devoción. El establecimiento misionero de la entronización en los hogares de la imagen del Inmaculado Corazón de María, la tradición piadosa que ha tenido la Congregación desde los inicios del ofrecimiento del rosario a los corazones de Jesús y de María, la misma oración de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, los colegios y obras piadosas dedicados al Corazón de María son signos externos de su devoción interior. La devoción Mariana fue tomando en su vida interior y en su apostolado cada vez con mayor claridad y convicción una forma concreta: el Corazón de María. Su amor y devoción a la Virgen se fue concentrando en medida creciente en el Corazón Inmaculado de María. El rezo meditado del rosario durante toda su vida le hizo penetrar cada vez más en lo último del Corazón de la más tierna de las madres. No podemos olvidar que fue en la Iglesia que la Madre germinó esta piedad, fruto de la obediencia a la Palabra. Pues el 31 de octubre de 1942, en el 25 aniversario de las apariciones de Fátima, Pío XII consagró la Iglesia y el género humano al inmaculado corazón de María: A vos, a vuestro corazón inmaculado, en esta hora trágica de la historia humana, confiamos no sólo la santa iglesia..., sino también todo el mundo desgarrado por funestas discordias. El 4 de mayo de 1944 el papa extendió a toda la iglesia latina la fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María, fijando la fecha para el 22 de Agosto, octava de la Asunción. Y el 24 de Julio de 1944 la escuela de santidad albertiniana florecía en un pequeño rincón de Managua, llevaba en su corazón el anhelo de extender el reino de Cristo. Estos datos dan como resultado la toma de conciencia de espiritualidad mariana en Madre Albertina
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¿Como influye en la vida espiritual de Madre Albertina el Inmaculado Corazón de maría? Podemos decir, que ciertamente la vida espiritual de Madre Albertina está no solo influenciada por la espiritualidad mariana de su Inmaculado Corazón, sino que su vida responde eficazmente al peso de la gracia que significa estar unida a su Hijo. Pues, la Madre no solo vivió la piedad mariana como una respuesta subjetiva ni sentimental, fue también vida y obra en unión con Jesús, su amado Rey. Es preciso reconocer que Madre Albertina dirigió toda su prodigiosa actividad decididamente por un celo apostólico movido por establecer la soberanía de Cristo en los corazones de las gentes, pues decía “lo más importante es que Cristo quede formado”. Pues sabía que Cristo formado por la Palabra en el corazón mismo de la gente, acarrearía para si las inagotables fuentes de gracia y que por si misma participaría en la vida trinitaria. Así que su piedad es decididamente cristocéntrica. Jesús ocupa siempre el primer lugar en su amor y en sus motivaciones. Desde su más tierna infancia la devoción al Santísimo Sacramento y su deseo de recibir a Jesús Eucaristía embargaba todo su Espíritu. También la devoción al Corazón de María fue para la Madre un gran medio de apostolado y un recurso eficaz para la conversión de los pecadores. También significó un medio inagotable de gracia e intercesión por la santificación personal y cada uno de los miembros de la Congregación, pues en ella depositó está petición desde los inicios de la obra. . La Escuela Albertiniana se fragua en el retiro y en el silencio. Tres años de riguroso retiro impuesta por la sabia dirección de los señores obispos Lezcano y González, dirigirán paso a paso el itinerario formativo de las aspirantes. Madre Albertina poseída por el Espíritu se deja guiar en obediencia. María poseía la obediencia como don de la Palabra. La Madre se formó en clave de silencio interior en la escucha y meditación de la Palabra de Dios. Lo que hizo en ella un apóstol incansable por anunciar la primacía de Dios a los hombres. Su caridad apostólica la impulsó a trabajar sin descanso por el Reino y que la movió amar a los predilectos del Señor, a los más pobres y necesitados.
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También su corazón apostólico se vio impelido por “arrancar las almas al diablo” y de esta manera estuvo vinculada a la madre victoriosa, en la lucha contra el maligno y su descendencia. Es decir, que se sintió instrumento de María, como una saeta en sus manos para ser arrojada contra Satanás y sus secuaces. ¿Cual ha sido la influencia que ha tenido esta devoción de la Madre en la Congregación? Ciertamente que la Congregación es una inspiración del Espíritu Santo y en los inicios la Madre del Cielo, como ella solía llamarla puso las bases espirituales en la que asentaría Madre Albertina una inagotable confianza, su vida interior y su ímpetu apostólico. . Madre Albertina estaba personalmente convencida que la Virgen había intervenido en el nacimiento de la Congregación, por ello uno de los nombres que se pensó para que Roma aprobara el titulo de la Congregación fue Misioneras de Cristo Rey y del Inmaculado Corazón. . Madre Albertina selló esta particular devoción en unos manuscritos que tenemos en el cuadro fundador de la Congregación, en esos manuscritos se lee las peticiones de gracia que la Madre pide para la Congregación. (se puede leer en el libro del Abdita) Y es que conforme va creciendo, va experimentando la protección de la bondad materna de María; nuestras Constituciones reconocen esta tradición carismática y es por ello que es una de las Fiestas principales por se co patrona de la misma. Sor Flor Vílchez
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