EL TRIPODE: ORA, LABOTA ET PASSIO LA ALTERNATIVA
INTRODUCCION En este articulo abordaré a grandes rasgos uno de los estudios sugerentes que actualmente está haciendo la Teología de la Vida Religiosa de cara a la identificación de la crisis por la cual atraviesa hoy. Esta reflexión teológica se desprende de la intuición de una mística de nuestro tiempo: Madre Albertina Ramírez Martínez, fundadora y Sierva de Dios. Esta mujer es la perla escondida de la mística nicaragüense contemporánea. La hemos descubierto quienes por nuestro afán de ir a lo fundamental hemos tenido acceso a las fuentes espirituales de su epistolario. Ora et labora: Desde los padres del desierto hasta la vida religiosa contemporánea, los religiosos y religiosas de América Latina y del mundo nos hemos situado en una u otra coordenada. Los contemplativos en el “ora” y los activos en el “labora”. Ya San Agustín de Hipona a finales del siglo IV e inicios del siglo V articuló dialécticamente ambas dimensiones de la vida religiosa a través del “otium sanctum” y el “negotium iustum”. Esto quiere decir que el religioso debe manejar el justo equilibrio entre oración y acción. De hecho, las grandes ordenes mendicantes del siglo XIII, organizaron su vida práctica a partir de este binomio. Es obvio que al interior de los monasterios contemplativos masculinos y femeninos se mantuvo el “ora et labora” con mayor rigor que en las ordenes mendicantes y las sociedades religiosas surgidas posteriormente en la historia de la Iglesia. Lo que ocurrió fue que se puso el acento en el “hacer” y no en el “ser”: la disciplina corporal y horaria articuló la mística desde una visión neoplatónica de la realidad del ser humano y del mundo. Se enfatizó en la santidad como un proceso de despojo en sí mismo a través de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Esto trajo consigo muchos santos pero de igual manera muchos procesos neuróticos. ¡Así fueron aquellos tiempos! Lo dramático se localizo en que hubo una ausencia del seguimiento de Jesús y se habló más de una imitación de Cristo a la manera del Kempis, que de un seguimiento de Jesucristo a la manera del Jesús histórico de los Evangelios. De laguna manera, San Francisco de Asís quiso volver a las fuentes pero la sobrecarga institucional de su época impidió que “el poverello de Asís” impulsara
un seguimiento de Jesús a la manera del Evangelio y no tanto a la manera de la institución de la época. Aquí tocamos el agudo problema que se establece entre carisma e institución. Hoy los Teólogos hemos adquirido una progresiva madurez crítica para tomar conciencia del equilibrio que debe existir entre ambas dimensiones. Sin embargo, la vuelta al seguimiento radical del Jesús histórico proclamado por la comunidad primitiva como el Kyrios, sigue siendo la alternativa que incomoda y conmueve los cimientos de las instituciones fosilizadas. Esto genera ciertas sospechas en algunos ambientes eclesiásticos hasta el punto de darse un nuevo fenómeno: el neoconservadurismo o miedo al futuro, o miedo a la desinstitucionalización o miedo a la opción radical por la persona y el proyecto de Nuestro Señor Jesucristo –razón de ser y sentido de la vida religiosa de todos los tiemposDespués que el Concilio Vaticano II, con la “Perfecta Caritatis”, planteó el retorno a las fuentes para alcanzar un adecuado aggiornamento, hubo procesos que desembocaron en la venta de los grandes colegios y universidades para ir a la inserción popular. Muchos religiosos y religiosas entregaron su vida por amor al Reino de Dios. Reapareció así la dimensión martirial del seguimiento de Jesús. Sin embargo, la cuota ideológica que supuso este giro copernicano quemó a muchas personas. Grandes Teólogos y Teólogas se sacrificaron en el altar de los nuevos escenarios ideopolíticos. Nosotros nos preguntamos: ¿Porqué las vocaciones a la vida religiosa siguieron en abierta disminución hasta el punto que algunas órdenes, instituciones y congregaciones masculinas y femeninas cerraron sus noviciados e iniciaron nuevos modelos de formación más familiares y al margen de las grandes estructuras del pasado? Algo no funcionó. No funcionó aquella mística que consistía en una progresiva maceración del cuerpo para liberar el alma según la antropología dual del neoplatonismo tardío. Mucho menos funcionó la mística horizontalista de los que creyeron en la ideología marxista según la cual el pobre aparece como un objeto de trabajo social y no como el rostro sufriente de Cristo según Mt 25. De esta manera, el factor ideológico de la hermenéutica de la liberación condujo a muchos religiosos y religiosas a identificar el reinado de Dios con los procesos seculares de liberación de inspiración marxista a lo largo y ancho del continente latinoamericano y del Caribe. Algunos de ellos optaron por una praxis revolucionaria e incluso dieron la vida por esa causa. El martirologio
latinoamericano está transido por nombres de consagrados que dieron su vida por la causa del Reino. Así, por ejemplo, en Colombia es paradigmático el nombre de Camilo Tórres, Álvaro Ulcué Chocué entre otros. No es desconocido el martirio de Gaspar García Laviana en Nicaragua, de los Jesuitas asesinados en el Salvador, de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y de tantos campesino, indígena, afroamericano que se unieron a la causa revolucionaria en nombre de su fe. La psicología y las ciencias sociales adquirieron la supremacía. Se abrieron las misiones a través del manejo tecnológico de los medios de comunicación social. En una palabra, se hizo de todo menos lo fundamental: muy pocos se plantearon el ser desde la opción radical por la persona y el proyecto de Jesús. Es cierto que en el mejor de los casos se despertó un interés por el carisma de los fundadores, se hicieron estudios serios y comprometidos con el fin de volver a la intuición original de los fundadores; pero las altas dósis de ideologías condujeron a la vida religiosa a un olvido del ser en función del inmediatismo del hacer. Así se instauró la primacía de la praxis. En este contexto surgió la Teología Latinoamericana de la Liberación con sus movimientos de inserción socio-política en los sectores empobrecidos de la sociedad con el fin de transformar las estructuras injustas en nuevas estructuras según la perspectiva del reino anunciado por Jesucristo. La mayoría de las órdenes, institutos y congregaciones religiosas pensaron en una “glasnot” a la manera de la sociedad secular según los análisis heredados del sociólogo crítico Max Wewer. En consecuencia se agilizó la disciplina de la vida religiosa, se adaptaron los hábitos religiosos a los tiempos modernos, se generaron procesos de relaciones interpersonales, una mejor comunicación con el mundo, etc. La vida religiosa abrió sus puertas a los nuevos areópagos, se introdujo la interdisciplinaridad en la misión “ad gentes”, se promovieron lo estudios universitario seculares y las disciplinas bíblicas y teológicas pasaron a un segundo plano. Passio: Así llegamos a un progresivo desencantamiento de la vida religiosa. La mística basada en el neoplatonismo tardío dejó de ser un camino de perfección para el ser humano del siglo XXI. En los nuevos contextos el cuerpo adquiere una relevancia primordial respecto del alma. En estos nuevos escenarios surgieron otras formas de entrega de la vida: es el caso de los jóvenes que se entregan al trabajo generoso en diversas instituciones no gubernamentales (ONG), para instaurar un reino de Dios sin Dios. (E. Bloch)
¿Qué es Passio? “Passio” es un talante, un modo de ser que se desprende de la opción radical por la persona y el proyecto de Jesús incluso hasta el martirio. La “Passio” articula el trípode que da equilibrio a la vida religiosa. “Passio” significa crucificar el yo egoísta en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, para que nazca el hombre nuevo resucitado en el amor. Sólo entonces surgirán al interior de la vida religiosa los profetas es decir aquellos hombres y mujeres elegidos para ser la “boca de Yahvé”, la voz de los sin voz a la manera del único Maestro Jesucristo crucificado y resucitado. A mi modo de ver esta es la matriz que resuelve la crisis de las crisis que sufren hoy la vida religiosa masculina y femenina. El trípode cojea porque sin la “Passio” podemos ser excelentes humanistas, agentes del cambio socio-político, pero no auténticos seguidores del único Maestro Jesucristo, Señor y Salvador. Retomar la “Passio” como eje articulador del “ora et labora” viene a ser la novedad vivida por el crucificado-resucitado y vivida en el silencio de sus días por Madre Albertina Ramírez Martínez, la perla escondida de la mística nicaragüense contemporánea: “Quiero ser una cruz viviente, una crucifixión viviente, una crucificada viviente por tu amor” –dice ella-. El “ora et labora” no es una novedad cristiana. A lo largo de la historia de las religiones y en concreto del monacato, ambas dimensiones han sido una disciplina aceptada con diversos matices y especificaciones en la India, China, Japón, Oriente y Occidente. Esta ha sido una modalidad de vida espiritual vinculante. San Antonio Abad, San Pacomio, los Monjes del desierto y particularmente San Benito de Nursia fueron pioneros de este modo de vida en torno al cual se articuló la “civitas” posterior a la irrupción de los pueblos bárbaros en la Europa grecorromana. Podemos decir que el “ora et labora” hunde sus raíces en el “homo religiosus” presente en todas las razas, pueblos y culturas. No en vano asistir a una meditación monástica en la India significa para un Occidental un gran desafío porque los religiosos de Occidente hemos caído en la tentación de la inmediatez. Por tanto, la “passio” –que consiste en seguir y proseguir los pasos de Jesucristo hasta las últimas consecuencias martiriales, para instaurar el reino de Dios en el corazón del ser humano y de la historia-, es el “novum” de la vida religiosa que supera de suyo al martirio de sangre de la Iglesia antigua.
Crucificar el Yo egoísta por el Reino de Dios significa aquí y ahora hacer posible la “pro-existencia” del maestro: “Nadie tiene amor más grande que el que da el amor por sus amigos”, de tal manera que los peregrinos de Emaus lo reconocieron, no en las palabras, aunque estas hicieran arder sus corazones, si no “al partir el pan”; esto es en el signo que habla de la autodonación que Jesús hace de sí mismo por cada ser humano. Un signo que habla del amor incondicional de Dios que trasciende nuestras coordenadas espacio-temporales y nos sumerge en el corazón mismo de Dios.
a) Ora
Dialogo con el absoluto trinitario, contemplado en sí mismo y en el rostro de los crucificados de la historia, contemplado en el grito de la tierra, en el templo mancillado, en la sangre del injustamente crucificado que despierta la pregunta antropológica de Dios: ¿Dónde está tu hermano? b) Labora Relativización de todo por el Reino de Dios, de tal manera que nuestra praxis instaure un nuevo orden de cosas a la manera del amor, la justicia y la paz de Aquel que siendo Dios se hizo hombre como uno de nosotros menos en el pecado (Cf Fl 2, 10) Así pues “ora labora et passio” articulan lo que hoy podemos asumir como vida religiosa o proceso de cristificación. La “passio” es un proceso de cristificación, es decir, de humanización en Cristo. Esto es así porque el proyecto de Dios no aniquila el proyecto del hombre en Jesucristo. Dios reveló plenamente el hombre al propio hombre (Cf GS 22), porque humano como Jesús sólo pudo serlo Dios. Fray Jaime Valdivia Pinell, Real