Portada: montaje de contenidos realizado por Aída García Corrales. Cuadro central de portada: Paco Martos. Dirección y edición: Aída García Corrales. Maquetación y diseño: Aída García Corrales. Coordinación: Aída García Corrales y Óscar Varona. Redacción: Óscar Varona. Ilustraciones de textos: Letizia Pérez Bello, Gsús Bonilla, Ana Trello, Aída G. Corrales, Óscar Varona, Noelia Castro Gallego y Joseba Molina. Ilustraciones creadas específicamente para este segundo número de DELIRIO. Los que han dado Vida a este segundo número de DELIRIO son: Joseba Molina, Carlos M. Camba, Ana Trello, The Mockers, Óscar Varona., Teatraco a las 12, Pablo Gijón, Paco Martos, Brin Azzarello, Amaya Rebolledo, John Grochalski, José Luis Gutiérrez/Morfus, Sophiste, Pablo Elorduy, Gsús Bonilla, José Luis Gracia Enguita, Gemma Vegas, Rafael García Almazán, Gemma Pellicer, Mª Luisa Moraleja, PaKo Es LaMuSiCaDePaKo, Stefany González, Francisco Peral Bárcena, Aída García Corrales, Patricia de los Reyes, Noelia Castro Gallego, Leire Olmeda y Letizia Pérez Bello. DELIRIO es una revista cultural on line Gratuita sin ánimo de lucro. Todos los contenidos que aquí se exponen han sido previamente pactados con sus respectivos autores. En caso de querer hacer uso de ellos con intenciones ajenas a la revista, rogamos se pongan en contacto con el/los propietarios de las obras. Visualización recomendable para este documento PDF: DELIRIO está configurada en modo pantalla completa. De no ser así, se recomienda una visualización del 80%.
John Grochalski. In The Shape of a Small Letter. Gemma Vegas. ¡Levánta T! José Luis Gutiérrez / Morfus. Letizia Pérez Bello. Sophiste. Cierra el Tiempo. José Luis Gracia Enguita. Óscar Varona. T. Amaya Rebolledo. Temperamental. LaMuSiCaDePaKo. Tic-Tac-Toc... Paco Martos. T. Joseba Molina. Tatiana y Tito. Brin Azzarello. T. Carlos. M. Camba. T es una infusión. Patricia de los Reyes. Sopa de Letras, T. Francisco Peral Bárcena. T. Pablo Elorduy. Paisaje Bubólico. Stefany González. T. The Mockers. Leire Olmeda. T. Los 5.000 dedos del Dr. T. Gemma Vegas. ¡T lo comes! Pablo Gijón. Pequeños Sabios. Mª Luisa Moraleja. Tejado. Gemma Pellicer. ¿Te apetece un té? Teatraco a las 12. Directorio.
Aquí está el número dos de Delirio, la revista del Grupo Frida. Qué decir del primer número. Sería corto comentar que fue un éxito. Tuvo críticas muy positivas, fue visto y leído por mucha gente, de todo tipo y condición. Pintores, escritores, artistas en general y no sólo de este país. Delirio atravesó la piel de toro para llegar a México, Holanda, Reino Unido, Italia, Argentina, Colombia, Brasil, Chile, Estados Unidos. Desde allí nos llegaron elogios y pareceres. Delirio ha pasado la prueba, hoy esta revista es una realidad. Vuestra aceptación lo ha hecho posible. Después de esta inyección de moral, de esta subida de ego, no quedaba sino intentar mejorarlo. Y aquí está el número dos. No sabemos si este Delirio os hará delirar más o menos, pero la intención ha sido, como siempre, de mejorar y de que disfrutéis al ojearlo. Dedicado a todos los artistas colaboradores, que cada día son más y lo hacen de forma desinteresada, y a todos los que entráis y os quedáis un rato. Son los dos elementos fundamentales, la interacción entre ambos es imprescindible para el éxito. El tema principal, la columna vertebral, es la letra T. Y para adornarla, adorarla, denostarla, comentarla o simplemente mencionarla, se han unido muchos más colaboradores que en el primer número, cerca de cuarenta. Ilustradores, redactores, narradores, fotógrafos, pintores, músicos, cinéfilos, poetas y demás artistas plásticos han conseguido llenar un espacio amplio con temáticas diferentes, bajo el signo común de la cultura y la letra T. Esperamos que os guste también este número. Y, desde luego, como hemos hecho presente en el primer número, queremos que sea una revista viva, interactiva, donde cada uno pueda opinar lo que piense sobre ella, la crítica siempre será bien recibida. Todo, lo bueno y lo malo, visto desde el otro lado, estamos convencidos de que ayudará a mejorar, que es de lo que se trata. Un saludo, LA DIRECCIÓN
back in the early 1980s
but he still didn’t
people in the neighborhood
and i smacked the glass so hard that it
thought he was a fag
shattered right there.
because he stayed inside a lot
some of it fell into joe poke’s house
because he lived alone with his mother
and some of it fell onto the street.
into his thirties
i remember looking at the window frame.
because he drank alone in the bars
it was green and the paint was peeling
and seemed taken with men
and the wood made it look like the shape
because people in the early 1980s
of a lower case letter t.
were no better than we are now.
i looked at that window frame
maybe he was a fag
as billy and ray ran back down the street
but us neighborhood kids couldn’t tell
toward their house
one way or the other.
and joe poke stood under his archway
we called him joe poke
hitting himself and moaning out loud.
and sometimes he’d be on his back porch
i stood there until my father barreled down the street
nursing a beer
toward me
in a sleeveless t-shirt and plaid pants
and joe’s mother came into the kitchen
his face nicked but clean
screaming at me in some language
except for his small mustache.
i didn’t recognize.
joe poke stuttered a lot and sometimes
i think maybe it was german
took a whack at his head
or polish.
with the butt of his hands 01.19.09
and then he would laugh and do this trick where he took a few fingers and made it look like he could remove his thumb. i still don’t know how he did it. but fag or no fag, us kids liked the trick it kept us amused and gave us something else to do in between kick ball, fighting, and touching each other’s private parts in our parents’ basements. what i remember the most about joe poke was the one time we were in front of his house and we could see him inside. i think it was me, billy, and his brother ray. we knocked on joe’s window to try and get him to come out and do his finger trick but he just stood in an archway and shook his head at us. so we pounded out the glass and we shouted “joe poke, joe poke, come out you motherfucking joe poke!”
John Grochalski
A principios de los años 80
Pero permaneció en el corredor agitando la cabeza
la gente del barrio
hacia nosotros
pensaba que era maricón
Así que, golpeamos más fuerte el cristal y gritamos
porque apenas salía de casa
“¡Joe Poke, Joe Poke, sal aquí, hijo de puta, Joe
porque aún vivía con su madre
Poke!”
habiendo cumplido ya los treinta y tantos
Pero seguía sin salir.
porque bebía sólo en los bares
Y le pegué un manotazo tan grande a la ventana,
y parecía relacionarse con hombres
que se rompió allí mismo
porque la gente, a principios de los años 80,
Algunos de los cristales cayeron dentro de la casa
no era mejor a como lo es ahora.
de Joe poke
Quizá era maricón
y algunos cayeron en la calle
pero nosotros, los chicos del barrio, no podíamos
Recuerdo que me quedé viendo el marco de la
asegurar una cosa o la otra.
ventana
Le llamábamos Joe Poke
Era verde y la pintura estaba desconchada
y a veces solía estar en la parte de atrás de su porche
y la madera parecía tener la forma de una t
dando buena cuenta a una cerveza
minúscula.
con una camiseta sin mangas y unos pantalones de
Miraba el marco de la ventana, mientras Ray y su
cuadros.
hermano corrían calle abajo hacia sus casas
Su cara llena de cortes pero afeitada,
Y Joe Poke permanecía en el corredor
excepto por su pequeño bigote.
golpeándose y gimiendo escandalosamente.
Joe Poke tartamudeaba mucho
Me quedé quieto allí mismo, hasta que mi padre
y a veces se golpeaba la cabeza
corrió calle abajo hacia mí.
con la parte inferior de la mano.
Y la madre de Joe entró en la cocina
Y entonces se echaba a reír y hacía
gritándome en algún idioma
ese truco en el que cogía unos cuantos dedos y parecía
que desconocía
hacer desaparecer su pulgar.
Creo que era alemán o polaco.
Todavía no sé cómo lo hacía. Pero, maricón o no, a los chicos nos encantaba ese truco. Nos dejaba alucinados y nos daba algo con lo que distraernos entre las patadas a la pelota, las peleas y los tocamientos en nuestras partes íntimas
Poema de John Grochalski traducido al español por
en el sótano de la casa de nuestros padres.
Óscar Varona
Lo que mejor recuerdo de Joe Poke es aquella vez en la que estábamos frente a su casa Y podíamos verle dentro. Creo que estábamos Billy, su hermano Ray y yo Llamamos a la ventana de Joe con la intención de que saliese y nos hiciese el truco del dedo
“Ruin y mezquino me ha parecido comparar la ausencia con el no ser.” Ella fue, es y será. A veces parece imprecisa por si sola, pero es que manda, ordena, su voz monosílaba, imperiosa, como símbolo de nuevas opciones, de calma y manso nudo de líneas. No se si fue base de creaciones, o si se engendró por ánimo de las fuerzas del mas allá… la realidad es que su lugar en mi consola, mano izquierda, posición dedo índice, mas o menos en medio… segunda fila… es imposible no fijarse en ella… Puede que aguante, parece real según voy repensando, repasando mis ecos en lo elevado de mí. Pero su fuerza de ser, me recuerda a pasajes de magos y anillos… el bien y el mal… o es que solo el pensarlo me condiciona a pensar así? Puede ser eso. El no querer verla, usarla, rozarla con la yema, hace que su voz sea más poderosa? Esa persona que no ves por que no la crees necesaria se licua en lo alto y desaparece, pero amig@ mi@, si se corre la voz de que quieren deshacerse de ella, eliminarla, no hacerla válida, borrarla, prohibirla (palabra que guarda mas poder que los anillos de aquel señor que incluyo mas arriba)…prohibirla, nada más y nada menos… eso sí que No, imposible. Nos empieza a llamar, a hacer que la caja empiece a engranar, a mezclar ideas para reclamar un por qué, una explicación…¡¡¡ pero, qué coño!!!…¡¡¡quiénes os creéis!!! ¡¡¡ quién os da ese poder!!! .. pues mira, ahora será la bandera de mi causa, pegada a las demás causas, esas que son olvidadas por los que creen que las suyas lo son más… “Asín es”, como dirían esos sabios de ropa humilde y mesa cálida y sincera. “Asín e”s. Que no me vengan con leches, si no la uso es por que no quiero. Pero la sigo, ahora la persigo de cerca, susurro su nombre para recordar que no quiero rozar su figura, su simbología religiosa, de su verdadero cruce en minúsculas. Ahora parece iluminarse sola. Quiere ser pulsada para ser leída. Supongo que como las demás manchas. Me da un poco de pena. (no se puede hacer un vacío, aunque sea sin querer, y seguir en paz). No puedo más, quiero darle opción a ella y a mí. No soy así. Creo que merecemos conocernos, enriquecer el blanco con otra mancha más. Me creo capaz y con valor para hacerlo. Allá voy… “T” Un momen o… que ocurre? No e ofendas… e es aba echando de menos adrede. No seas así. Pre endes cas igarme?... e niegas a mos rar e? ahora que no e esquivo eres ú la que e niegas a acompañar mis pensamien os, mis palabras, mis cuen os. Asumo mi osadía de fal ar e el respe o. Aún así he abogado por u uso, por u necesidad en odo ex o que se precie equilibrado. He resal ado u figura y lo que para muchos significa us razos. Cas iga el blanco sin u presencia, pero se que es ás, sé que eres.
He calculado las manchas, las pérdidas descuidadas, las huidas, las idas, las llegadas. No la echo de menos…. Falso.
Todos somos prescindibles en un momento, pero nunca seremos sustituibles. Somos únicos. Nos basta el conocer que la injusticia existe y enseguida le damos forma, la hacemos causa. Es suficiente el conocer que está sin libertad y queremos liberarla, ¿quién? Da igual… no tiene libertad, ¡¡¡por favor!!!! Los inquietos nos armamos, nos preparamos para una lucha en vacío, desde nuestro escondite, nuestro estudio... preparamos las armas, las letras, las notas y colores… estamos siempre alerta, pero qué guerra mas bonita… por la libertad del uso y con balas que salen directamente de nuestro culo de mal asiento, ¿inconformismo o ansia de hacernos oír?... y la T me parece tan necesaria como la jusTicia, la honesTidad, la paz, las uTopías, los amaneceres tranquilos y la globalización de las personas, los lazos enTre las costumbres y las bolsitas de caramelos. Estamos viviendo los pliegues más abrupTos de nuesTra hisToria. Cálculos impensables, catástrofes con dos azucarillos, por favor, y caídas de bolsas que parece que no es posible reciclar. Por qué no puede ser la T, mi T, la que tiene un lugar en mi consola, mano izquierda, posición dedo índice, más o menos en medio… segunda fila… Reivindico el olvido, los olvidados (para algunos), los pasados de moda, los usados, la memoria, lo echado en desuso y lo que esta sin usar. La T es parTe de un Todo. Un Todo que no sería así sin todos nuestros recursos, sin todas nuestras ideas, sin todas nuestras lógicas e inquietudes... y por que no puede ser bandera de causas, de luchas y de revoluciones globales. Arriba esa T!!! por que no pensar en enriquecer, sin saturar. Por qué no pensar en animar y rehabilitar usos, costumbres y culturas en vez de olvidar y simplificar…. Por qué no pensarT.
Texto: José Luis G. Morfus. Ilustración pág. 4: Óscar Varona. Ilustración pág. 5: Aída G. Corrales.
Letizia Pérez Bello
Letizia Pérez Bello
VALOR EN UN INSTANTE T DE LA FÓRMULA DEL TIEMPO. Un sin fin de vidas en todo el planeta tierra han elaborado tesis, nociones o teorías pero todas ellas, cómo el destino del hombre, permanecen inexorablemente aplazadas. De manera perpetua. Hasta el final de sus días calculando y derivando en absurdos. Sin deducción cualquiera, concreta o abstracta; salvo la muerte. No es potencialmente viable trasladarnos mediante fórmulas mágicas de regresión a un intervalo ya transitado para purgar nuestras culpas y corregir nuestros errores. Las penas máximas decretadas por el estamento arbitral de quien quiera que domine el firmamento o por nosotros mismos y nuestras culpas, quedarán ensambladas por siempre jamás en el alma y desmembrarán los trozos de corazón que nos fueron saqueados por capricho del destino. De la misma forma, nunca podremos rebotar hacia a las espaldas de nuestro primer amor para poder revivir aquel café en el que querellábamos mimosamente los instantes previos a nuestra primera vez. Los acontecimientos pasados son tan sólo tránsitos compasivos y enternecedores, errores y deslices que llueven en nuestra conciencia pero que tras el paso del tiempo amainan y finalmente, desaparecen. Algunos se esfuman como el humo del cigarro que proyecto en la pantalla mientras escribo esto y otros nos acompañan de por vida como los grilletes y un traje de presidiario. Carecemos de constante fija. Lo único estable en esta vida es el cambio. Lo físicamente atroz es que sí puedes transportar el valor de aquellos tránsitos y deslices en tu memoria, pero nunca modificarlos o alterarlos. Eso es algo que todos sabéis. En la vida, las cosas que se van, ya no vuelven. Forman parte del pasado. Es por ello que, dadas las contingencias actuales, transportar recuerdos a momentos pasados es posible con suma facilidad pero modificarlos es imposible con resta binariedad. Ahora pienso en el desatinado y extravagante “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Cuando se trata de cambiar la redundancia pasada y salir del bucle en el que me he metido, esa frase es Evander Holyfield y yo soy Mike Tyson extirpando carne. El motivo de mi renuncia a este cálculo es todo lo anteriormente expuesto y asimismo me gustaría añadir que, si casualmente en un futuro alguien leyera esto y hubiera obtenido la fórmula precisa que altere los valores de un instante “t” de cualquier tiempo pasado, que me haga partícipe y le abriré las puertas tratándole de usted y dándole la más calurosa de las bienvenidas. Incluso estoy leyendo libros de protocolo. “Le estaba esperando, vamos a salvarme a mí primero por favor”. Texto de José Luis Gracia Enguita. Ilustración de Aída G. Corrales.
Cada mañana, acudía a su estudio de la plaza Montcada. Cruzaba el umbral del patio sombrío y traspasaba el arco de piedra antigua ascendiendo febril los musgosos escalones. A media escalera, me acometía el olor de la trementina y el óleo y renacía en mí la inspiración artística aletargada durante el hostil invierno, una vocación abortada desde muy temprana edad. Mis manos enérgicas y ávidas de utilidad, aporreaban con fuerza la carcomida puerta principal y ella, con su batín de flores oriental de seda natural y sus babuchas bordadas raídamente viejas, vacilando sobre las cuatro herrumbrosas ruedas, entornaba la veteada y rústica madera hasta la mitad y esbozaba un-pasas? que deslucía cualquier intento de negativa por mi parte. Entrar en el estudio, constituía un verdadero placer para los sentidos que fluían de forma independiente. La esperaba impaciente descansando encima de las cajas de madera nueva, apiladas de cualquier forma y llenas de cuadros polvorientos que nadie antes había visto. Ella, salía vaporosa vistiendo sus galas de pintora surrealista, arrastrando su peculiar estela habitada de demonios dominantes, y yo, centelleaba de anhelosa inquietud por entrar en un mundo que sólo ella conocía. Entonces, sus delicadas manos desnudas de prejuicios, arrastrando un pincel gastado de pelo de marta, arremetían contra el lienzo virgen y le obligaban a retroceder en su ingenuidad desértica de ilusiones coloristas. Sus trazos eran firmes, férreos, deliraban entre las oquedades blanquinosas de la tela. Encauzaba el caudal de su dolorosa y pesarosa existencia tras el firme gesto del pelo de la marta de un predecible número siete, y yo, henchida de fervor entusiasta, le acercaba la sedimentada paleta de colores para que en su delirio, no se viera interrumpida por el detalle vacuo de un torpe movimiento, la dulzura espontánea de unas manos impúdicamente bellas e independizadas del resto de un cuerpo inerte. Perfilaba aritméticamente su extraño mundo tembloroso, los fantasmas vagaban por el lienzo en forma de miembros y otras elucubraciones pictóricas. Pero esta vez, lejos de perfilar algo inconcreto, difuso y subyacente a toda realidad tangible, una letra T tremendamente sonora, emergió sobre un vago fondo de material traumático y enajenante. Supe al verla, que su influencia en el acabado del cuadro iba a ser decisiva, y de pronto, me embosqué en un laberinto de combinaciones estéticas que dieran un sentido a lo que sólo mis ojos habían sido invitados a contemplar, aquélla mañana en que Frida, me obsequió con un generoso billete de ida sin retorno: Temperamental y Telúrica Tremenda y Tersa Tensa y Titánica… Texto de Amaya Rebolledo
El Tiempo, una secuencia de instantes, en la que pasamos del presente virtual al pasado real, de un presente que no acabamos de vivir a un pasado del cual no podemos dejar de vivir sin el. Me gusta coger momentos de tiempo… momentos que intentan decirme algo. Así que en ocasiones, cojo mi cámara amiga y nos vamos a capturar algunos de esos instantes, que están pendientes de contarnos alguna historia. Existe una especial conexión entre mi amiga y yo… con todo lo que nos rodea. Yo no suelo indicarle que es lo que debe hacer o que es lo que no debe hacer, creo que cada uno sabe cual es su papel. Algunas veces le hago alguna sugerencia o le doy algún consejo, pero nunca la obligo a nada. Así que solo necesito encuadrar y ella me da ese instante en el que me enseña cosas que a simple vista yo no podría ver. Hace poco volví a visitar a unos viejos amigos. Amigos que no visitaba desde la primavera. La vida tiene sus altibajos. Momentos de esplendor, momentos de exuberancia, momentos de riqueza… y esos momentos en que las cosas no van tan bien pero hay que salir adelante para poder llegar a la siguiente primavera.
Donde menos te lo esperas, te das cuenta de que todos se disputan un espacio para sobrevivir. Es una de las leyes de la vida.
Eh... Tú... Si tú… estamos aquí… no nos ves… Al principio pensé que mi amiga había hecho algo mal, pero ¡NO!, era yo quien no veía lo que mi amiga me quería mostrar. No siempre uno tiene la razón, a veces hay que saber mirar con la perspectiva de los demás. ¿Tú también lo ves? Texto y fotos de PaKo Es LaMuSiCaDePaKo
Soledad. Quizá sería éste el termino que con mayor fuerza arremete contra uno cada vez que nos sumergimos en el mundo pictórico de Francisco Martos; soledad de las personas retratadas, de los animales que nos observan con ojos vacuos, de los objetos que cuelgan inertes de la nada, e incluso de esos paisajes gallegos que tanto le han inspirado de un tiempo a esta parte. Uno se queda mirando cualquiera de sus cuadros durante cierto tiempo y una sensación de aislamiento y soledad te invade con tal fuerza por dentro, que es imposible resistirse a él. Y es que, la mayoría de sus cuadros reflejan este sentimiento, no sé si de forma inconsciente o totalmente estudiada. A veces lo mismos creadores desconocen porqué hacen las cosas. No es el momento, ni somos nosotros los más indicados para hacer un estudio de cómo funciona el cerebro de un artista a la hora de trabajar en su obra. Nos quedamos con la obra en sí, con el parto de díasmeses de una verdadera obra de arte. Pues se podría calificar así a cualquiera de los cuadros de Francisco Martos, pintor madrileño emigrado a Galicia, que con su mezcla de pop y nuevas tecnologías, combinadas con el oficio amanuense del pintor de siempre, nos refleja una sociedad sola, abatida en cierto aspecto, quizá depresiva, aunque con cierto optimismo en algunos gestos de sus personajes. Es cierto, no abundan las sonrisas y sí las cabezas bajas, pero esa soledad reflejada no es del todo maldita ni despreciada. Al contrario, parece que muchos de ellos, personas, animales e incluso objetos, se encuentran en paz
consigo mismos en ese estado en el que nada ni nadie puede molestarles. Un día o una noche perfecta. Pese a la niebla. Pese a la llovizna gallega. El colorido de sus cuadros contrarresta de forma espectacular una angustia que a veces rebosa el cuadro y que no consigue alcanzarnos del todo por los naranjas, rojos y azules intensos que se clavan con fuerza en nuestras retinas, traspasando con relativa facilidad cada uno de nuestros órganos y explotando definitivamente en nuestro cerebro en un amasijo y una mezcolanza de sentimientos que nos dejan con cierta sonrisa en nuestros labios. Sí, ahí se encuentra cierta paz, tal vez la paz de unos escasos segundos, hasta que un niño la rompa con sus gritos en la playa, o una de esas motos de potente cilindrada atraviese un paisaje que te pasarías horas admirando. Se capta el instante perfecto, el momento en el que nos hemos encontrado con nosotros mismos, con viejos anhelos como el poder volar o respirar todo el aire del mundo e hinchar los pulmones tanto como sea posible para sentirnos vivos y parte de este mundo, aunque sea por unos segundos. La imaginación vuela, los músculos se relajan, los ojos se cierran y se esboza una sonrisa sincera. Francisco Martos nos enseña todo esto y más, pues cada uno de sus cuadros son fotografías que hay que observar con detenimiento y estudiar, y hacerlas sentir en ti mismo. Me imagino que eso es lo que convierte a alguien que dibuja en un autentico pintor, cuando aquello que has plasmado consigue
voltear el estómago y hervir la sangre de quien admira tu obra. Mención aparte es la gran variedad técnica que utiliza a lo largo de su obra y que domina con precisión. Sus cuadros acogen desde el collage con arpillera de sus últimos trabajos, como nada que ver o te encontré..., a la pintura acrílica, la ilustración digital o la tinta china, con las que consigue crear ambientes que en seguida entran por los sentidos. Es tan consciente, nuestro artista, de lo que hace, que algunos de sus cuadros ya nos anuncian el sentimiento que vamos a ver y engullir: Pensando, Paseo, No tan solo, Triste y sola, Mar de tranquilidad, Twilight waiting (éste último bien podría ser la portada de algún libro de Samuel Beckett) y otros tantos que nos acercan al ser humano en el momento más desvalido, en el que se encuentra consigo mismo y sus sueños y
pensamientos, en un paisaje gris, de tonalidades frías, o en mitad de una playa donde los colores, más pastel, tienen reminiscencias pop que hacen la visión más alegre y optimista. Además, sus pinturas son profundamente inspiradoras, pues cualquiera podría escribir un relato a partir de lo que observa, dando forma y continuidad, cierta vida tras el lienzo, a lo que con tanto trabajo y esfuerzo ha realizado. Sin duda, nos encontramos ante un pintor que no deja indiferente, que consigue agarrar las emociones en cada uno de sus cuadros y estrujarlas hasta hacerlas pintura, un hombre que tiene una larga trayectoria por delante y que ve en internet el campo idóneo para ver reconocida su obra día tras día. Gracias por dejarnos disfrutar de ella. Texto de Óscar Varona.
La felicidad de Tatiana tenía, en esta ocasión, una consistencia que no era habitual. Había que reconocer que Tito superaba de largo el nivel medio de sus últimas relaciones. Era, quizá, excesivamente sobrio vistiendo para lo que su mente alocada, soñadora podría esperar. Pero ello no influyó en su decisión cuando se encontró en la diatriba de aceptar una invitación como la que le había hecho el martes anterior. ¿Qué mejor manera de conocerlo que pasar el fin de semana en la casita de campo que él tenía cerca de Laredo? El viernes pasó a recogerla con su magnífico coche italiano. De las pocas cosas que sabía de él, se había quedado con que era arquitecto y que estaba involucrado en un proyecto descomunal en la capital. -Sí, vamos a desecar diez hectáreas de pantano para transformarlas en navas de frutales. En el centro de la propiedad construiremos un centro industrial modernísimo. Tatiana escuchaba su maravillosa voz y la colocaba en las miles de palabras que, antes de llegar a verse, le había escrito en el chat en que coincidieron. Se habían ido enredando poco a poco en horas de insomnio y veladas de amor tecleado. Hasta que llegaron a la primera cita nerviosa donde se palparon en el silencio de las miradas que daban la conformidad a un futuro interesante, pensó Tatiana. Y allí estaba, viernes noche, en una preciosa casa solariega, en medio del campo más verde que jamás había visto. La estancia
estaba decorada con gusto exquisito y en el comedor, enorme, la mesa estaba preparada para una cena romántica. -Subiré tu maleta a la habitación, ponte cómoda en el salón. Tienes, si te apetece, música al fondo, sobre el equipo –le dijo mientras se alejaba camino de la escalera que, supuso Tatiana, llevaba a las habitaciones. Le analizó mientras subía. Era alto y mucho más guapo que en aquellas fotos que le envió al principio por correo. El carísimo traje que llevaba le quedaba impecable, con aquella preciosa camisa rosa y la fina corbata que remataba un anacrónico alfiler de oro. Ella fue al salón pero optó por la televisión. Puso las noticias y se aflojó el sujetador, un poco por comodidad, un poco por prevención. Él apareció al rato y se situó detrás del sofá donde ella miraba la tele. -¿Qué ves? -El telediario. Mira, ha aparecido otra víctima del asesino de la «T». -¿El asesino de la «T»? -Sí, así le llaman porque todas las mujeres que ha matado tenían un nombre que empezaba por «T»: Teresa, Tania, Teodora, Tomasa... -Ya –atajó él mientras se soltaba la corbata. -¿Cómo las matará? –preguntó la chica, absorta en las imágenes del noticiero. -Muy fácil. Les clava un alfiler de oro en la nuca... ¡Tatiana! Pero la muchacha no tuvo tiempo de escuchar su nombre. Texto e Ilustración de
Joseba Molina.
rooibos con canela, eso había en el vaso árabe, labrado. miraba hacia afuera, por el vano, con la persiana alzada, la calle, silenciosa en esa noche casi oscura, más bien en semipenumbra. olvidó los nombres recién aprendidos, la casa, las bebidas, las caras, la música, los bares... olvidó con suma facilidad, porque los vapores se habían disipado y la brisa de la noche se había llevado los ruidos y los humos. silencio, paz, y quizás un poco de soledad.
llegar. en un reducido espacio del que no se puede salir, ni con ayuda, ni con casualidades. "hago lo que puedo, ni bueno ni malo, sólo lo que puedo". y así dejó deslizar las horas y el sueño le venció. a su lado, la noche se quedó fría. la casa se quedó fría. el vaso se quedó frío. y, al abrir los ojos con la luz de la mañana, pensó que nada quedaba del vacío de ayer, pero luego miró alrededor y vio el vaso labrado, sin líquido alguno. y pensó que podía ser el símil más adecuado para su paso por el mundo. no había infusión por ningún lado.
nombres, nunca recuerda los nombres, nunca olvida las miradas. pensó en lo vacío, y en lo lleno. puede que hablase con alguien al recibir una llamada, un sonido musical que rompía la calma que le rodeaba, y dijera cosas sin profundidad, de esencia superficial. puede que se paseara por el comedor sin buscar nada y sin saber por qué. puede que se volviera a su sillón de diseño con desgana o puede que con pena. la noche ya era cerrada, alguna luz en el cielo negro, una luna desaparecida (quién sabe dónde se habrá escondido). al final, de nuevo el silencio. los días se van, reflexionas y la vida se va yendo a pasos pequeños, de modo que no percibe uno su marcha, y al final eres un viejo navío en un muelle perdido sin velas ni aparejos, desconchado, y al que ningún repaso puede devolver su lozanía, ni mucho menos devolverlo al mar. "así que la soledad es eso", pensó. y se juzgó, y no pudo indignarse consigo mismo, porque hacía lo que podía, porque la vida no es fácil y no nos coloca donde debiéramos llegar, sino sólo donde podemos
Ilustración: Ana Trello
Paisaje bubólico
No debería extrañarte, si es que has escuchado antes una de esas historias en las que un hombre amanece junto a una botella, que haya todavía quien se agarre una en la que termina golpeándose la cabeza con algo más duro que la almohada o el pelo teñido de la camarera a la que le pidió la última tú ya me entiendes. Yo te la cuento otra vez porque a mí me viene bien, o bien es algo que trato de recordar, algo que sucedió así, en suma, y que puede explicar por qué boqueé allí y no en otro lao. Y no es porque tenga más importancia, sino porque era mejor que muchos sitios en los que estoy cuando estoy bien. Si te digo que tenía árboles, una vista de esas que llaman hermosas y de fondo una laguna –llena de mosquitos, eso sí, de mosquitos empeñados en zumbar en mi oreja– una vista (coño la palabra es) bucólica, y una belleza como la de esas tías todo terreno. Bah, bucólica es la palabra y no me sale otra mejor. El tema es que me desperté allí sin saber de dónde había venido, no es algo filosófico, es que simplemente no sabía que hubiera un lugar así en los alrededores, ni siquiera sabía que hubiera alrededores si comprendes lo que te quiero decir. Así que primero pensé en el sendero que había perdido pero luego asumí que no hay que darle más vueltas, uno está en un sitio nuevo pero sigue siendo él mismo ¿Que no? Sigue teniendo una casa, una piba, un jergón al que volver. Por rara que se haya puesto la noche. Y mientras caminaba, primero hacia una carretera, después hacia el metro, a una cafetería, y por último hacia aquí, creo que recordaba como en fogonazos (ya sé que siempre se dice que son como fogonazos pero no se me ocurre nada mejor) que había cogido el metro,
porque recordaba haberme sentado en el suelo a esperar a que pasase el tren. Y una vez en él, había… Sabes que siempre he tenido la tripa muy fina y, no es coña, si te hincases lo que trasegué yo esa noche lo más seguro es que también hubieras acabado así de puteado. Lo normal es que la gente diga qué asco y mire hacia otro lado, pero más bien ocurrió que uno de esos jovencitos que quieren comerse el mundo como si fuera dos yogures, un príncipe de bekelár, se puso borde, y yo creo que escurrí el bulto porque, ni tengo media hostia, ni en ese momento podía dar una respuesta que nos valiese a los dos y aquí paz y después roña. Pero el gamba me dio un par de trucos, lo sé porque me estoy viendo su rimel ahora mismito y porque de eso, quieras que no, te acuerdas, no puedes encajar dos cacho de hostias y seguir dormido en el asiento. Lo saben hasta las canciones de blues. Antes o después de eso me había pasado de parada… y debía saber muy mal porque además del niñato hubo otro señor que me gritó y dijo lo que te imaginas, que a mis años… Y debió de ser la fatiga de escuchar al señor y al coro de viejas que le jaleaban lo que me hizo salir en la Poveda y ponerme a caminar, haciendo eses, de eso no me acuerdo pero recto no iba, y dar a parar al vergel aquel… Y como resultado la noche no estuvo mal, si no hubiera sido por los mosquitos se podría decir que incluso estuvo hasta bien. Te aseguro que no quiero repetirlo, pero quitando la pota, las hostias que me llevé, la bronca en casa y los putos mosquitos, la noche estuvo divertida. De la parte que me acuerdo. Texto: Pablo Elorduy Ilustración: Noelia Castro.
Da gusto escribir sobre gente con tan buen rollo. Tengo los oídos machacados de tanto escuchar las canciones de su último CD “The Lonesome Death of Electric Campfire”, una sucesión de melodías y riffs vertiginosos que hacen querer ponerte en pie y bailar según las escuchas, o al menos, mover los pies continuamente. Pop del bueno, de calidad, del que siempre estará presente en nuestras vidas, en nuestras orejas, para amenizar un poco nuestro día a día. Música por la que no parece pasar el tiempo y que siempre sonará con fuerza en los altavoces de nuestro estéreo. Puede que The Mockers no sea un grupo de mayorías, tampoco lo pretenden.
Puede que, además, se pierdan en el inmenso mundo de la música actual, donde florecen los sellos independientes y las bandas se multiplican como plagas. Esto hace que debamos ser exigentes con lo que escuchamos. Y sin duda, The Mockers pasan esa criba sin problemas. La calidad de sus canciones, alegres, fiesteras, tan optimistas que el grunge queda muy, muy lejos, ponen de manifiesto el amor que los miembros de este grupo norteamericano tienen por la música. Y es que se nota cuando uno les escucha, y eso, a día de hoy, se agradece, porque consiguen que ese amor se transmita a golpe de batería y ritmos alocados de guitarra.
Hagamos historia. Según propias palabras de los miembros del grupo, The Mockers (y no confundir con los Mockers, grupo uruguayo de los 60) llevan juntos desde siempre. Para quien no lo sepa, Tony Leventhal y Seth Gordon, coinciden y se conocen en Estepona, (sí, España), a principios de los años setenta, donde sus respectivas familias se instalan huyendo del ajetreo de Nueva York. Al conocerse, Tony y Seth comprueban que tienen gustos parecidos en muchas cosas, y sobre todo en la música, pasándose gran parte de su tiempo libre escuchando viejos discos de grupos como The Beatles, los cuales llegan a ser una influencia importante en sus propias canciones. Después de unos años, las dos familias abandonan Estepona y vuelven a los
Estados Unidos. Tony se queda en Nueva York y Seth en Virginia Beach, donde continua con sus estudios. Tony se va entonces a estudiar a Paris, donde funda la banda de culto de pop surfero The Surf Piranhas, con los que publica un álbum titulado “Both Sides of the Surf” en Francia. Es a mediados de los años ochenta cuando Tony se va a Virginia Beach a crear, junto con su amigo de toda la vida, Seth, lo que hoy son The Mockers. No es habitual en esos años ver a un grupo tocando melodías beatlelianas con sonidos procedentes del garaje ochentero, pero eso no parece importar a Seth y Tony, que con un buen puñado de canciones propias y versiones de grupos no muy conocidos, comienzan a tocar por pubs de la zona, sin el éxito que debería
Tras unos años de parón, en los que cada uno se dedica a sus propios asuntos, los viejos amigos se juntan de nuevo para grabar lo que será su primer álbum “SOMEWHERE BETWEEN MOCKSVILLE AND HARMONY” (1995), una colección de magnificas canciones con sonido garajero y reminiscencias de sus admirados The Beatles o The Kinks. Con este disco, The Mockers consiguen un éxito relativo, sonando en emisoras de radio independientes y cosechando magnificas críticas que consiguen, sin saberlo, cruzar el charco y sonar con fuerza en España, país que siempre estará ligado a ellos y en el que, como otras tantas bandas de sonido parecido, consiguen tener tanto éxito o más que en su país de origen.
Desde entonces, y tras algunos cambios de formación, un EP “Smells Like Spain” (1997), colaboraciones en CDs recopilatorios como “SOMEWHERE DOWN THE ROAD “, “FIREWORKS VOL. 2 “ o “THE BEST OF LITTLE STEVEN'S CAVESTOMP! “ y dos discos más, “LIVING IN THE HOLLAND TUNNEL” (2001) y “THE LONESOME DEATH OF ELECTRIC CAMPFIRE” (2005), este último con homenaje incluido a España en su canción “Mola, Guay, ok!” (frase que confiesan decir cuando no se enteran de lo que hablan los españoles) o en la versión que de la canción de Los Nikis “El Imperio Contraataca” hacen en “The Emperor Strikes Again”, una crítica ácida a la administración Bush.
The Mockers son una banda a descubrir, si aún no lo has hecho, pese a la cantidad de años que llevan dando guerra. Un sonido y un ritmo con el que disfrutar hasta el hartazgo, banda sonora ideal de fiestas y reuniones de amigos, aunque suenan con igual fuerza en la soledad de tu habitación. Canciones como “Real Enough For Me” de sus último disco tiene tal ímpetu que es inevitable compararles a grupos tan míticos como The Ramones, pero con un sello propio que los hace inconfundibles. La voz de Seth Gordon, melódica y carismática, junto a su potente guitarra rítmica, el bajo de Tony Leventhal, la guitarra solista de Robbie Rist, y la contundente batería de Nelson Bragg, hace que The Mockers te atrapen desde el primer momento y te den una lección de música que muchos grupos actuales, con más éxito y seguidores, no consiguen. Texto de
Óscar Varona.
Paco Martos
Es curioso cómo ciertas imágenes se quedan grabadas en la mente de un niño hasta prácticamente el final de sus días, influyendo de forma importante en su posterior desarrollo y educación. Puede que esto es a lo que psicólogos y psiquiatras se
refieren con traumas cuando la experiencia ha sido negativa. De forma contraria, o así lo creo, si tengo que escoger tres momentos importantes, fuera del ámbito familiar y existencial, que me han marcado en el gusto o acercamiento hacia un tipo de arte en concreto, no tendría ninguna duda en señalar los siguientes (sin ningún orden en concreto): El asesino retrasado de “El Cebo” de Ladislao Vadja atrayendo a una niña con el señuelo de una horrible marioneta para su posterior asesinato; Manderley pereciendo entre las llamas, mientras la sombra del ama de llaves se
desliza por sus habitaciones en el fantástico final de Rebecca de Alfred Hitchcock; y la imagen de dos hermanos siameses unidos por sus luengas barbas al más puro estilo Valle-Inclán persiguiendo en patines al niño protagonista de “Los 5000 Dedos del Dr. T” de Roy Rowland. Si, quizá el mundo ha cambiado un poco, y puede que ningún niño de la actualidad tenga esos referentes, o parecidos, en un futuro próximo. Puede que incluso nos convirtamos en raras especies de extraños gustos. O quizá ya lo somos. “Los 5000 Dedos del Dr. T” es una de esas pequeñas joyas del cine, uno de esos experimentos raros, que conforme pasa el tiempo va ganando en valor y adeptos de fidelidad indiscutible. Una auténtica película de culto que año tras año, como el buen vino, gana en calidad y que ha sido copiada, homenajeada en series de televisión como los Simpsons o referenciada en libros tan prestigiosos como “The Psychotronic Encyclopedia and Video Guide”, entre otros, pese a su decepcionante estreno en 1953. Cuentan que, el mismo día de la premier, los dueños del estudio salieron del cine a los quince minutos de haber empezado la película bastante disgustados con lo que acababan de ver. Así mismo, la crítica del momento tampoco la trató muy bien, e incluso el Dr. Seuss, autor del guión, junto a Allan Scott, de las letras de las canciones, y diseñador de los fantásticos y surrealistas decorados de la película, así como también de parte del vestuario, se refiere a ella como un “fiasco” y omite cualquier mención al film en su biografía oficial. La película gira en torno a Bart Collins (Tommy Retting), un niño que vive con su madre viuda, Heloise (Mary Healy), y cuyo principal quebradero de cabeza son las clases de piano que el autoritario Dr. Terwilliker (Hans Conried) le imparte.
En su pequeña mente infantil, Bart cree que su madre, la cual no deja de repetirle que debe poner interés y practicar al piano, está bajo la influencia hipnótica y siniestra de Terwilliker, y sus sospechas se las hace saber a un fontanero amigo suyo, August Zabladowski (Peter Lind Hayes) sin que éste crea ni una sola de sus palabras. Es entonces cuando Bart continúa practicando al piano y se queda dormido, penetrando en un fantástico sueño pesadillesco en el que se ve atrapado en el Instituto Terwilliker, donde el profesor es ahora un loco dictador cuyos sueños faraónicos le hacen construir un gigantesco piano en el que Bart y otros 499 niños secuestrados (los 5000 dedos del título) tocarán al unísono para deleite del Dr. T. En el sueño, su madre es la secretaria hipnotizada de Terwilliker y la que se convertirá en su futura esposa si todo sale bien. Bart tendrá que lidiar con los guardias del instituto, incluidos un par de gemelos siameses unidos por la misma barba y que se deslizan sobre unos patines, para poder salvar a su madre del poderoso influjo del Dr. T y así poder escapar. Para ello recurrirá a la ayuda de August, el fontanero, contratado en el sueño por Terwilliker para revisar las tuberías del instituto. Pese al escepticismo de un primer momento, August comprueba con sus propios ojos que el chico tiene razón en todo lo que le cuenta y le ayudará a arruinar los planes del malvado Dr. T, poco antes de que Bart finalmente despierte. La película termina en un esperanzador final para Bart en el que el señor Zabladowski se ofrece a llevar a Heloise a la ciudad y Bart corre lejos del piano para ir a jugar con sus amigos. “Los 5000 Dedos del Dr. T.” es una película musical dirigida a un público infantil. Es también el único acercamiento del Dr. Seuss (seudónimo de Theodor Geisel) al mundo del cine. Es verdad que se han adaptado algunas obras suyas al cine y la televisión con más o menos éxito (El Grinch, Norton, Gerald McBoing-Boing,…), pero ésta será la única vez en la que el Dr. Seuss se vea directamente involucrado en un proyecto cinematográfico. Otro dato curioso es que está producida por Stanley Kramer, bastante alejado de lo que será el tipo de películas a las que se dedica (“Muerte de un Viajante” o “Salvaje”, por poner un ejemplo) y que supuso la producción más cara de toda su carrera.
La película, pese a su bochornoso estreno, estuvo nominada al Oscar en el apartado musical. Esta no es la típica película musical-infantil de la época. Vendida en su momento como “The Wonder Musical of the Future!”, la cinta ha ido ganando seguidores desde su estreno en 1953. Tal vez por su tono surrealista, con decorados dalinianos y ambientes opresivos. O quizá por sus múltiples y posteriores interpretaciones que van desde el homoerotismo al complejo de Edipo, pasando por la tan manida Guerra Fría, tema recurrente en todas las interpretaciones que se hacen de los filmes fantásticos de la década de los 50. Pese a todo, se trata de una película única en su género que sigue encandilando a públicos de todas las edades, aunque me cueste reconocer que esto realmente ocurra, al
menos en el caso de los más pequeños en la actualidad. Habría que ser justos y situarla a la altura de películas como “El Mago de Oz” (1939) o “Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate” (1971), aunque claramente distintas en temáticas y épocas. Un dato escatológico antes de terminar: El presupuesto del film hizo que en vez de 500 fueran 150 los niños que aparecen tocando el gigantesco piano. Durante uno de los descansos, uno de los chicos comió algo que le sentó mal, haciéndole vomitar sobre el gran piano, lo que provocó una nauseabunda reacción en cadena, con 150 niños vomitando sobre el decorado. Todo el mundo se alegró de que el presupuesto hubiese tenido que dejar a 350 niños fuera. Texto de
Óscar Varona
Pequeños sabios. Tatiana era cyber-pija desde antes de nacer. Su madre era pediatra y su padre psicólogo infantil. Desde que era un feto su madre se ponía en la tripa pequeños altavoces con música de Mozart y con cantos de ballenas; últimos descubrimientos para desarrollar el cerebro de los humanos durante la gestación. A los tres años sus padres le regalaron su primer PC llamado pequeños sabios. La niña comenzó a tener una facilidad terrible para manejar el ordenador. Aprendió el arte de escribir con las teclas del PC antes que a controlar el pipí y la caca. La velocidad con la que escribía Tatiana empezó a despertar curiosidad de familiares y vecinos, pero no tanto de los maestros. Cuando su madre la llevó a Educación Infantil la pequeña se negó a coger un lápiz; la maestra le explicó que hasta para dibujar necesitaría lápices, pero la niña ya manejaba el Photoshop y el Corel para hacer dibujos. Basados en los conocimientos de un padre psicólogo -que sabía mejor que nadie lo que su hija necesitaba- decidieron llevarla a un colegio católico de pago en el que permitían a la chiquilla usar siempre su ordenador y no verse obligada a usar nunca un lápiz o bolígrafo. Y así transcurrieron los años de educación de Tatiana. Todos los días iba a clase con su portátil y transcribía como una taquígrafa todas las palabras que decían los maestros. Pero un día cuando Tatiana estaba en sexto de primaria, con 12 años, se le estropeó el portátil y acudió al colegio sintiéndose desnuda. Se sentó en la silla y comenzó a escuchar la lección que impartía la maestra. La muchacha no sabía que hacer. Contemplaba cascadas de palabras que salían de la boca de la profesora. Ella no podía capturarlas sin su portátil, se quedaban en el aire. Estas palabras se descomponían en letras y rebotaban en las paredes dejando notas musicales en cada impacto. Tanto choque de letras se convirtió en una sinfonía en la cabeza de Tatiana que al mismo tiempo movía los dedos como tocando su ausente ordenador; se entretenía imaginando que podría tener un piano bajo sus dedos. De pronto empezó a dolerle la tripa y al rato notó una humedad en su entrepierna, miró su pantalón de color crema que empezaba a mancharse de rojo. Miró que en la boca de la profesora se había quedado una letra T enganchada a sus labios. Ella quería salir de clase corriendo, como la letra T de la boca de la maestra. Su angustia aumentó hasta la desesperación y tuvo que aguantar diez minutos hasta que llegaron las últimas palabras precedidas por la letra T : Terminó la clase. Texto de Pablo Gijón. Ilustración de Letizia Pérez Bello.
tejado El Tejado de mi casa es particular. Es Tolerante e impasible. Por arriba soporta las inclemencias del Tiempo; ya llueva, nieve, granice o queme el sol, sin hacer reproches. Por abajo...¡ ay, por debajo! Ha sido TesTigo impasible de Todo lo que en esTa esTancia ha ocurrido. Ha Tolerado el exceso de decibelios que salían de las guiTarras e insTrumentos varios. Ha Tolerado los pinchazos de las decenas de chincheTas que le han clavado. Su morador decidió un día independizarse de él y ahí esTá, impasible, aguardando sus visiTas para recibirle con los brazos abierTos Así es el Tejado de mi casa... MUY PARTICULAR Texto y fotos de Mª Luisa Moraleja.
¿Te apetece un té? -Tenme esto un momento. -Trae, yo te lo sujeto. -¿Te apetece entonces un poquito de te? Te sentará bien. Toma un trago. -Tú es que naciste detallista total... Por supuesto, te lo acepto. En cuanto a lo otro, es exactamente tal como comentas: en teoría, arrastro esta congestión de estómago -un absoluto fastidio, te lo prometo-, por motivo del accidente último. Antes lo toleraba todo, por descontado. Justo aconteció lo opuesto a partir del accidente... ¡Y qué decirte a propósito de cómo me siento! Si tuviera las tripas destrozadas, no me lamentaría tanto. Estos intestinos revueltos me están matando... No voy a soportarlo, aguanto fatal todo este padecimiento, esta maldita penitencia sin término. -¿No estás bien entonces? Me inquieta tu estado, Teresa. Lo cierto es que tienes el rostro ligeramente acartonado , y de un tiempo a esta parte arrastras un aspecto terrible, y hasta tu gesto se ha vuelto taciturno. ¿Tú no te das cuenta? -El doctor Téllez me ha prescrito sulfato. Tal vez lo más sensato fuera visitar de inmediato a un eminente especialista, es cierto, pero no me atrevo, Tomás. -¿Estás tonta de remate? Esta tarde tienes fiesta en el Patronato, ¿no es cierto?... Vete a visitarlo sin falta, que ya estamos a septiembre y te va a faltar el tiempo. (-¡Qué mente! ¡Cuánta sensatez!) -Decídete ya, Teresa. Insisto en que esto que tienes resulta extraño, aparte de antojárseme misterioso en extremo. -Estate tranquilo: te lo prometo. ¿Te conté que la otra tarde, consultando revistas en torno a la materia, las autoridades del Lancet se decantaban por un diagnóstico de lo más molesto: en concreto, dictaminaron que lo que yo tengo no resulta nada estrambótico. Antes bien, mi alteración constituye un efecto natural motivado por la disputa que desde antiguo mantenemos contra el alfabeto, en particular contra la maldita letra T. Tanta batalla literaria me ha sentado fatal, fíjate tú hasta qué punto arrastro sufrimiento...
Gemma Pellicer Bertrand
TEATRACO A LAS 12 somos un pandilla de guionistas actores y realizadores que reivindicamos la caña con tapa como obligado protocolo institucional ya sea en directo, en vídeo o en cinexín.
CUADERNO DE BITÁCORA de TEATRACO A LAS 12. Para primera función que hicimos como compañía teatral nos fuimos desde Avenida de América en Madrid hasta el Gaztetxe de Pamplona. Por esa función cobramos unos 250 euros, hace ocho años eso era una pasta, ni por asomo una sala alternativa te paga esa cantidad en un aforo de 50 personas. La obra se llamó ¨Les llamaban Llamaban¨, Eva, Roberto, Begoña y yo, Erik, nos conocimos en un taller de teatro, al acabar el curso les pasé algunos guiones de sketchs, varias ideas y una buena cantidad de cerveza que acabo por convencerles, también Ana se unió a la movida (1999). Viendo que la prueba de fuego en Pamplona había salido bien y a parecer la gente se lo habían pasado de puta madre nos metimos en la Sala Triángulo . Lo que iban a ser cuatro pases se convirtieron en 18 funciones. Por cierto, Ana por aquel entonces estaba embarazadísima y la última función la hizo a punto de caramelo, se llega a retrasar el pase y rompe aguas en el escenario. Cuando acabamos las funciones dejamos pasar una temporada sin vernos. Entre que nacía el hijo de Ana, Rober había conseguido curro de figuración en el Teatro Español que le solventaba pagar el piso y el coche, Bego se fue a Oviedo y Eva y yo también nos dimos cuenta de que aunque una obra guste es jodidamente difícil vivir haciendo café teatro. En conclusión unánimemente pensamos que las ¨salas alternativas de teatro¨, patrocinadas en su mayoría por la Comunidad de Madrid, podrían incluso
tomar ejemplo de las ¨okupas¨, centros sociales autogestionados, repetimos, sin financiación externa que pagan lo que oficialmente te corresponde. Las salas te ofrecen el 50% de la taquilla, aún así tendrás que llenar tu el local entre familia, amigos y colegas por que olvídate de que vallan a promocionarte la obra. Voy al grano que me pierdo, compartíamos cartel con la obra ¨Zanahorias¨, que aunque parezca surrealista ha recorrido escenarios de Broadway y Nueva York, que poco lejendarios ¡nosotros en una okupa! ¿que pasa?. Por aquel entonces conocimos a Josevi, un actor que trabajaba de taquillero en la Triángulo. El caso es que pasado un tiempo Josevi dejó de trabajar en la sala por desavenencias con la patronal. A los pocos días me presentó a Vicent Gavara, un colega actor de Valencia. Le hablé sobre Teatraco a las 12 y que quería volver a hacer otra obra, a ser posible el segundo volumen de ¨Les llamaban llamaban¨ ya que por formato y tiempo tenía varias ideas y guiones que habían acabado en un cajón. Vicent me presentó a Diego Pizarro (actor), este nos presentó a Diego Peire (actor) y montamos la obra, esta vez con 27 personajes, tres actores en escena y Diego Peire como director de escena (20042005). Hicimos unas cuantas funciones en la Sala Artépolis, Triángulo y una pequeña gira de 12 funciones en el Circuito de Café Teatro de Valencia.
"LA NOCHE TE SE MUEVE"
Mientras tanto Josevi, Vicent y yo trabajábamos como actores en Negone, un vídeo juego virtual muy friki donde hacíamos de mutantes venidos del año 2647 para salvar la tierra, lo flipas. La gente pasaba por un laberinto de pruebas y se iba encontrando con los personajillos. Soltabas la chapa y si el grupo que te tocaba era majo hasta te lo pasabas bien. He llegado a estar casi cuatro horas solo, en un cuartucho de luz negra, por que nadie pasaba la prueba anterior para llegar a mi personaje. En ese trabajo conocimos a Luisiño (Koldo Buenaga), un mostruo con el que más adelante haría una decena de sketchs para Teatraco a las 12. Ese mismo año Vicent se propuso dirigir y actuar en el largometraje KILIMANJARO con los teatraqueros Vicent Gavara, Diego Peire y Erik gatby como actores principales y el resto de colaboradores de la compañía con papeles de reparto coral. La trama era durante un viaje, a modo de falso documental, lo precario que es el mundo del actor cuando no tienes un ¨padrino¨ que te de currelo, todo metido en un road movie con tintes de comedia negra. La peli dura 111 minutos, se rodó 33 días en Madrid, Valencia, Burgos, Almería, Granada (Almuñecar) y Málaga sin permiso de las autoridades, con una ínfima producción, sin saber que rodaríamos al día siguiente, la mitad del tiempo mosqueaos por la falta de organización y la otra mitad soltando paridas sin parar. Se estrenará a finales de este 2009 aunque antes habrá por lo menos un pase en la Filmo.
En 2004 nos fuimos con Vicent a buscar localizaciones. Me llevé la cámara casera y nos grabamos mientras pasamos la tarde campestre. Y así salió nuestro primer sketch en vídeo lo que tuvimos a bien titular EL CORTO MAS CORTO DEL MUNDO. Luego parodiamos una teletienda de estas de madrugada y grabamos un corto sobre vivienda SOLTERO BLANCO BUSCA PISO y una parodia al programa yanki JACKASS. El año pasado probé a subirlos al YouTube y así nos empezaron a pedir trabajillos por encargo: Una videopromo para el PERIODICO DIAGONAL, para el festival de música FESTIVAL MUNDO IDIOTA colaborando con la FUNDACION GOMAESPUMA, trabajos de realización para el programa de Neox VU87, varias actuaciones en directo, cuñas de radio... y lo que seguramente más nos ha llenado como personas humanas que semos, el vídeo clip de nuestros hermanos LOS TARUGOS, con la colaboración del actorazo PACO CHURRUCA. Como decía Bernard de Fontenelle (16571757) ¨No os toméis la viida demasiado en serio, de todas maneras no saldremos vivos de esta¨ Podéis ver nuestros sketchs en: www.youtube.es/teatracoalas12
Texto de Teatraco a las 12
MOMENTO T
Letizia Pérez Bello.
Aída García Corrales: http://www.aidarte.blogspot.com/ Óscar Varona: http://www.puaghhh.blogspot.com/ Gemma Pellicer: http://megasoyyo.blogspot.com/ José Luis Gracia Enguita: http://elgranjoseluis.blogspot.com/ Teatraco a las 12:www.youtube.es/teatracoalas12 The Mockers: http://www.themockers.net/ http://www.myspace.com/themockers http://www.facebook.com/pages/The-Mockers/27330614791 Mª Luisa Moraleja: http://flamencoescultura.blogspot.com/ José Luis Gutiérrez/ Morfus: http://metamorfusis.blogspot.com/ Pablo Elorduy: http://pablo-elorduy.blogspot.com/ Amaya Rebolledo: http://portierrasdelnorte.blogspot.com/ Pablo Gijón: http://menudolatazo.blogspot.com/ Paco Martos: http://paco-martos.blogspot.com/ http://www.flickr.com/photos/pacomartos/ John Grochalski: http://winedrunksidewalk.blogspot.com/ Sophiste: http://sophiste-everythingcounts.blogspot.com/ Stefany González: http://stefanyglez.blogspot.com/ Fco. Peral Bárcena: http://www.fotocommunity.es/pc/account/myprofile/1246984 Gemma Vegas: http://elrincondegemma84.blogspot.com/ Joseba Molina: http://josebamolina.blogspot.com/ Brin Azzarello: http://phthalo-brin.blogspot.com/ LaMusiKaDePaKo: http://lamusicadepako.blogspot.com/ Patricia de los Reyes: http://abecedariofotografico.blogspot.com/ Leire Olmeda: http://saturada.blogspot.com/ José Luis Gracia Enguita: http://elgranjoseluis.blogspot.com/ Gsús Bonilla: http://amoremachine.blogspot.com/ Noelia Castro Gallego.: http://www.campanulaesart.blogspot.com/