Congreso Agosto. Seguridad Ciudadana

  • November 2019
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LA LÓGICA EXCLUYENTE DE LOS DISCURSOS SOBRE SEGURIDAD CIUDADANA. EFECTOS EN LA COMUNIDAMaría Irene Mañana Ps. María Irene Mañana Psicóloga y Docente UPS Carrera de Psicología Quito, agosto del 2006

INTRODUCCIÓN • Quisiera compartir con ustedes algunas consideraciones sobre como se comienza a deslizar el discurso de seguridad ciudadana fundamentalmente desde la cotidianidad y en este sentido desde la subjetividad, de ciertos sectores con los que estamos trabajando proyectos comunitarios en el marco de las prácticas preprofesionales, estudiantes y docentes de la Carrera de Psicología de la UPS. • En el marco de las prácticas en algunas zonas ya llevamos tres años, y se han abierto a través de los estudiantes distintos escenarios de inserción, así como también desarrollos de investigaciones en distintas áreas. Desde esta proximidad vemos como ha ido apareciendo el discurso de la seguridad ciudadana con cierto carácter imperioso de accionar de forma inmediata, que está promoviendo formas propias de imaginarios y organización de colectivos. • Una primera consideración al tema de Seguridad ciudadana sería en relación a las políticas públicas en esta área, que en el Ecuador tienen una historia muy reciente, y que se organiza también de manera reciente la discusión de la Ley Nacional de Seguridad Ciudadana, pero que concretamente, surge más que nada impulsada por gobiernos locales municipales a partir del año 2000.

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• Esto es un poco para situar la entrada en la agenda de gobierno nacional y local, y que también viene acompañada e impulsada por un interés a nivel internacional y particularmente en el continente. • En este sentido los gobiernos locales han ido asumiendo nuevos roles en esta competencia y esto ha implicado un cambio de figura, un deslizamiento de la seguridad nacional, hacia la figura de la seguridad ciudadana, siguiendo los planteos del Dr. Daniel Pontón (investigador de la FLACSO)*. Particularmente, viene a coincidir con el repliegue del estado y la descentralización de ciertos aspectos tradicionalmente inherentes a la competencia central estatal. • Aquí vemos como una concatenación de hechos que hacen a las políticas estructurales, por un lado el repliegue del Estado Nación, el surgimiento de las políticas de descentralización, el aumento de la gobernabilidad local asumiendo nuevas competencias y en la misma lógica creemos que se instala el mandato de promover mayor participación ciudadana en aquellos aspectos que estarían implicando un riesgo al ordenamiento social imperante y a la lógica del desarrollo que se intenta consolidar, desde los modelos político-económicos globales.

• En este sentido vemos como se van encaminando desde las políticas algunos dispositivos como son los Comités de Seguridad Ciudadana, El Proyecto Mi Barrio Seguro y Solidario, Las Veedurías Ciudadanas, para citar algunos ejemplos de estrategias que permitirían hacer frente al tema. Básicamente nos estamos refiriendo al Distrito Metropolitano de Quito, que de alguna manera aquí en el 2

Ecuador ha sido uno de los primeros en trabajar estas implementaciones. • No nos interesa aquí abordar en el tema de las políticas de seguridad ciudadana, simplemente estamos citando a modo de antecedente para poder situar el marco de problematización en que este tema se va inscribiendo en la subjetividad de los colectivos, en tanto promueve imaginarios y prácticas concretas de organización. CONTEXTO SOCIO-ECONÓMICO-POLÍTICO DE LA ZONA A LA QUE HACEMOS REFERENCIA • Algunos de estos sectores podríamos definir como urbano-rural porque están presentes dinámicas socioeconómicas y organizativas que dan cuenta tanto de lo urbano como de lo agrario, coexistentes en la identidad de la población. •

La situación del contexto la entendemos desde una noción de vulnerabilidad socio-económica y política, en el entendido de que existen condiciones de precariedad laboral que se traducen en ofertas de trabajo en la zona carentes de protección en leyes laborales de hecho, donde el intercambio productivo evidencia condiciones de extrema explotación, para niños y adultos.

• Sumada a la precariedad laboral, se evidencia el escaso acceso a atención en salud y en educación en términos formales. • Podemos dar cuenta de una gran fragilidad a nivel de organizaciones barriales, y escasa o nula organizaciones gremiales o sindicales, un entramado social desarticulado, o sea baja capacidad organizativa de la comunidad para hacer frente a problemáticas sustanciales que la aquejan.

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• Pérdida de referentes culturales, que se traduce en una percepción de pérdida de identidad local, que de alguna manera creemos que inhabilita al sujeto desde un sentido de pertenencia colectiva, que redunda por lo tanto y conjuntamente con lo anterior, en la imposibilidad de trazar proyectos colectivos, en asumir espacios públicos de acción y que se traduce en una participación, fragmentaria y ocasional. • Mecanismos presente a nivel institucional, sobretodo a nivel educativo primario y secundario que reproducen relaciones de violencia en tanto se presentan formas vinculares de dominación-sometimiento entre los actores institucionales. • Un alto grado de migración y de jornadas laborales excesivas, sumado a la feminización de la economía, lo que ha determinado cierto grado de reconfiguración familiar, que plantea también una vulnerabilidad afectiva y de cierta fragilidad vincular, que va promoviendo algunas otras situaciones como es el caso del maltrato intrafamiliar, consumo de sustancias, emergencia de “pandillas” juveniles, abandono, etc. • Un aumento de migración interna, desde la misma lógica productiva de explotación que hablábamos antes, jornaleros traídos a la zona a ocupar puestos de trabajo en industrias locales (básicamente sector floricultor), desde otras provincias, o inmigración extranjera (colombianos, peruanos en menor proporción real, pero en mayor proporción imaginaria), que de alguna manera se convierten en mano de obra más barata que la local, y que establecen relaciones productivas de mucha mayor dependencia, implicando con esto mayor vulnerabilidad socio-laboral en general. • Digamos que estas son algunas características de la zona, donde estamos desarrollando proyectos básicamente en promoción de salud comunitaria y 4

fortalecimiento comunitario, a través de ir potenciando procesos organizativos. EL PROBLEMA • Bien, en este contexto, vemos como se empiezan a impulsar, en una articulación entre ciertas necesidades de la población en relación a la percepción de inseguridad, con propuestas más institucionales (municipales, parroquiales, etc), para impulsar ciertos proyectos locales tendientes a organizar el tema de la seguridad barrial. • Vemos la referencia permanente a sucesos de violencia en el sector, aumento de delincuencia, etc. • Se empiezan a propiciar escenarios colectivos de discusión sobre la inseguridad percibida en la zona, y que se asocia de manera lineal con las llamadas pandillas juveniles, el consumo de drogas, también asociado con la misma franja generacional, o sea los jóvenes, como primer indicador subjetivo de la problemática. • Por otro lado se visualiza la violencia como una situación promovida desde afuera de la comunidad, otros barrios y zonas próximas. • Lo que vemos es una alta dosis de proyección de violencia que se conjuga por un lado en una tendencia a la criminalización del otro en tanto joven y al mismo tiempo el otro en tanto extraño, ajeno. • Entonces la proyección de la violencia-urbanadelincuencial, aparece en el discurso, asociada al joven como portador de valores culturales foráneos, música, moda, tendencia a la indisciplina, en fin, depositario de

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la pérdida de valores propios, y portador de lo no-propio, en tanto ajeno. • Al mismo tiempo que se evidencia una proyección de la amenaza del “afuera” que se “adentra” en la comunidad, o sea la inseguridad está promovida por aquellos que no somos “nosotros”, o sea los otros, que no son otros que los vecinos, por ejemplo las parroquias próximas, con la proximidad socio-cultural que esto significa. O sea se va perdiendo un sentido de vecindad, o la vecindad se vuelve persecutoria. • Esto va implicando una “paranoización” de la cotidianidad, que se traduce en términos de inseguridad y amenaza en donde lo conocido, lo familiar, lo próximo, empieza a ser visualizado como lo peligroso, digamos el enemigo interno del que hay que protegerse, con una alta dosis de estigmatización y de discriminación. • Curiosamente estos discursos son promovidos por ciertos líderes que revisten autoridad en las instituciones educativas, escenarios en los que evidenciamos discursos y prácticas de violencia institucional y formas de maltrato físico y psicológico hacia el niño y el joven. • Planteada la problemática desde una comprensión lineal causa-efecto, la búsqueda de soluciones por parte de las frágiles organizaciones barriales, se ligan a la implementación y reforzamiento de mecanismos de represión, persecución y erradicación de aquello que es percibido como lo peligroso. • Se traduce en la realidad concreta de la comunidad, en tomar medidas que se consolidan en exclusión de los sistemas educativos de aquellos sujetos percibidos como potenciales amenazas para el sistema, así como un mayor énfasis en medidas disciplinarias educativas.

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• Esto conjuntamente se acompaña con el monitoreo de grupos de jóvenes y detenciones policiales. • Se plantean asimismo medidas de control de los escenarios públicos como los parques, donde generalmente son lugares de reunión de adolescentes, lo que de alguna manera va delineando una privatización de lo público, como estrategia derivada de la defensa de lo privado, en desmedro de lo colectivo. • Se empieza a plantear la organización de grupos de control, organizados por vecinos inclusive con ciertos mecanismos encubridores de su identidad, como es el “pasamontaña”, como forma organizada de controlar el acto delincuencial, y se estaría legitimando el ejercicio de la violencia directa, y la justicia por mano propia, en grupos autoproclamados no explícitamente, como defensores de la seguridad ciudadana. • Estas medidas implican un riesgo para ciertos sectores poblacionales de la zona, jóvenes, marginados, y migrantes, dadas las características antes señaladas. • Vemos como va predominando una falsa ilusión de amparo frente a esta forma de organizarse, que repercute en el deterioro del propio colectivo retroalimentando la situación de amenaza interna. • Desde lo cual consideramos que discursos recreados desde una lógica de exclusión devienen en prácticas excluyentes, que ahondan más aun los problemas sociales que pretenden combatir. • Nos parece importante hacer la reseña un tanto sucinta de la problemática contextualizando la zona, para poder trasmitir como en estas condiciones de vulnerabilidad socio-económica y política, se empieza a recrear el tema de la seguridad ciudadana, apelando a la aparente participación de los colectivos para la resolución de una 7

problemática que tiene raíces estructurales, vehiculizada desde una lógica excluyente, y que al mismo tiempo “invita” a la participación de los colectivos a remediar los males que genera. • De alguna manera los discursos sobre la seguridadinseguridad, logran encauzar la mirada de los colectivos a la administración de prácticas de limpieza social, encubriendo los procesos socio-históricos de violencia estructural. • En este sentido y por tomar uno de los elementos antes citados, las pandillas no son la causa del aumento de la violencia, sino justamente su expresión y una de las formas de vehiculización. • Estos grupos de jóvenes hijos de excluidos o explotados que no contemplan posibilidades laborales que les permita desplegar ciertos proyectos personales y colectivos, como plantea Victor Giorgi* inhabilitados en la futurización, repelidos de los sistemas educativos, sin la posibilidad de trazar otros mecanismos organizativos que sean operativos sobre la realidad, encuentran paradójicamente en la exclusión aspectos de identidad, pertenencia y amparo que le son denegados por el sistema, que denominaríamos las formas de inclusión de los excluidos. ¿CÓMO ENTENDER LA SEGURIDAD CIUDADANA? • Pimeramente, consideramos que la emergencia de esta temática, no puede ser comprendida ajena a los trafondos estructurales que en las últimas décadas, han agudizado más la ya presente brecha histórica, entre riqueza y pobreza. Por lo cual el incremento de violencia urbana y suburbana solo puede entenderse desde esta connotación.

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• Por otro lado pensar el tema en términos de seguridad ciudadana deja un sinsabor de distanciamiento con lo que es la seguridad social y un debilitamiento de sentido político, en cuanto a la lucha y reivindicación permanente de amparo y protección de las clases populares, en las cuales recae el peso del deterioro de la seguridad ciudadana. • Consideramos que vaciado de un sentido político la seguridad ciudadana, reproduce una visión hegemónica de criminalización y culpabilización del pobre por su pobreza, a quien se responsabiliza por el incremento de la violencia urbana, y por consiguiente de la inseguridad ciudadana, desde la misma lógica desarrollista, impulsada por la globalización. • Entonces la seguridad ciudadana se construye desde una lógica desde el que más tiene hacia el que menos posee, pero como los ideologías operan colonizando la vida cotidiana a través de procesos de subjetivación, lo perverso de todo esto es que la propia comunidad violentada desde lo socio-estructural, será quien se haga cargo de generar los dispositivos de control, represión y exclusión, en defensa del derecho, que se vive como más factible de ser administrado por las comunidades, o sea, el derecho a defender la pobreza privada. • Por lo cual la seguridad-inseguridad, creemos debería entenderse como una construcción permanente de la vida cotidiana, ligada a su condición socio-económica y política y a la posibilidad de generar contratos sociales permanentes de cambios estructurales en la vida de las colectivos. • Si por el contrario frente a la imposibilidad de dar respuesta a las causas estructurales del malestar social que aqueja a la población, se van generando procesos de desafiliación social, la participación a la que se apela

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devendrá en una práctica fragmentaria, una falsa ilusión de participación y de apropiación. • Por otro lado creemos necesario pensar el tema desde una construcción dinámica seguridad-inseguridad, una tensión permanente que en la cotidianidad se manifiesta como frente a la inseguridad, se empieza a generar el discurso de la seguridad, que a su vez promueve y potencia recursivamente mayor inseguridad. • O sea cuando más seguridad desde el discurso y desde las prácticas que estos discursos generan, se va vehiculizando subjetivamente imaginarios de mayor inseguridad. •

A manera de ilustración me parece interesante un estudio realizado por la FLACSO, en en el 2003, sobre victimizacón y percepción de inseguridad. La victimización real según datos recogidos determina que uno de cada seis personas en el DMQ, mayor de 15 años, ha sido víctima real de una situación delictiva. Sin embargo el mismo estudio que levantó percepciones sobre inseguridad y delincuencia, determinó, que siete de cada diez personas hablan de violencia delincuencial e inseguridad. Esto se corresponde con porcentajes de victimización real de un 16,7% frente a un 70.8% de percepción de inseguridad. Si atendemos a los datos producidos por esta investigación de una manera lineal, podríamos adjudicar que la vivencia de inseguridad urbana se relaciona exclusivamente con la violencia delincuencial, y no con otros aspectos portadores de inseguridad, como la perdida de credibilidad política e institucional, la desarticulación sistemática del entramado social que implicó la pérdida de referentes de lucha y reivindicación para ciertas clases sociales, la reconfiguración familiar producto de procesos económicos pauperizantes para la 10

mayoría de las familias, que de alguna manera establece dinámicas poco continentadoras desde lo vincularfamiliar, y por último la instalación de una cultura de desesperanza, tomando palabras de José Luis Rebellato, que inhabilita la consecución de proyectos de cambio social. • Consideramos que la dinámica seguridad-inseguridad, se encuentra atravesada por todos estos aspectos, por lo cual las políticas que se deriven de análisis fragmentarios producirán acciones también fragmentadas. • Para concluir, creemos que los abordajes desde la psicología comunitaria deben por un lado: • trabajar el tema de la subjetividad atendiendo a operar procesos hacia la deconstrucción de la amenaza internalizada; • por otro lado promoviendo el desmontaje de la lógica de exclusión como único mecanismo para la resolución de conflictos en los distintos escenarios de la comunidad; • atender particularmente lo familiar, en tanto espacios donde se recrea y se trasmite la vivencia de seguridadinseguridad, desde mediaciones que operen hacia la contención y fortalecimiento de lo vincular-familiar, más que a procesos de capacitación sobre los derechos del niño, o maltrato intrafamiliar establecidos desde una intervención funcional; • y fundamentalmente fortalecer procesos participativos y organizativos en las comunidades, verdaderamente anclados en las necesidades de la gente. • Retomo para finalizar palabras de Maritza Montero quien explicita con claridad el sentido que he querido introducir en el presente trabajo: 11

• “el aporte del psicólogo comunitario en este contexto, debe orientarse a producir condiciones para que la participación de la comunidad implique su efectivo empoderamiento, evitando el vaciamiento de contenido y la distorsión perversa del componente participativo”.(Montero, 1998).

BIBIOGRAFÍA  *Políticas Públicas de Seguridad Ciudadana. El Caso de Quito. Dr Daniel Pontón, investigación FLACSO 2003  *VII Jornadas d Psicología Universitaria: El psicólogo en el Campo de la Seguridad Humana. Acerca de la deconstrucción del desamparo. Prof. Ps. Víctor Giorgi. 2004  *Etica de la Liberación. Jose Luis Rebellato.2000  Rebellato y Giménez: La participación como territorio de contradicciones éticas. Etica de la Autonomía 1997  *Seminario dictado en la Facultad de psicología, Udelar.1998  Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. La Tensión entre comunidad y sociedad. Maritza Montero 2003  Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos. Maritza Montero. 2004

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