Confuso Nocturno

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  • Words: 1,238
  • Pages: 4
*Confusión nocturno Los murciélagos desgarran el matiz de la precoz noche Por agarrarnos descuidados; luchan en la calle o en el cerro…

Y entonces la joven bella se dió cuenta, de que el apuesto Rhobin se transformó de pronto en un monstro: en el monstro de la roca; él cuál se develó acabado por tantos años de desgaste: sus ojos, ya no eran de ese niño: brillantes y cautivantes, parecidos a los que miró al entrecruzar por primera vez sus mirares; aquel día que el sol rodeaba con sus fuerzas doradas, transparentando todo lo que tocaba. No, ya no; en este momento se convertido en un par de grietas, rodeadas por líneas y líneas de agravamiento, encajándose en su rostro, hundiendo cada vez más sus pequeños ojos; hasta disolverlos por completo y cubriéndolos bajo su enorme mechón de cabello, quedaron deducidos hasta difuminarse para la vista, por completo. De igual forma sus labios rosados, se enrojecieron por completo, privándose de saliva alguna, y entregandose a participar de la resequedad agraviante; rodearon casi perfectamente sus enormes muelas puntiagudas. –No, no eres ningún niño– le dijo la jovencilla con tono replicante, como cuando esperas una especie de premio en el cereal y no lo encuantras. –¿Asi?, pues, deberías acostumbrarte a mi verdadera forma, permanezco más tiempo como monstro que como niño, pues, mi verdadera forma será y ha sido siempre la de un monstro, y mi real mascara es la de niño, un niño carcajeante, porque: así como es verdad; que un niño ríe sobre lo que hace al mundo y no con el, así él que se ría y no, con migo no pertenecerá en mi mundo– de esta manera repuso aquel monstruo, ante la replicación de la joven y prosiguió con ésta del siguiente modo: –Ea! Al igual te digo, no olvides que se trata de una simple mascara, esta que me adorna de tal manera, porque, mi verdadera protección interior es la de monstruo, sin embargo, no muerdo o hago mal alguno, más si al caso quisiera afectarte en algo; estaría dispuesto a masturbarte los cesos– –No te ruego, ¡no lo hagas!– argulló muy asustada la bella joven pues la nueva persona con la que duiálogaba emanava desconfianza. –Te vuelveré a insistir, ¡no hare daño alguno a tu persona! No obstante, no me resistiré a penetrar en tu mente, para hacer inolvidables estos momentos – y agrego –no me ago responsable de ello–

Quedando de esta forma sellados los acuerdos, entre el monstruo y la joven; descendieron de las alturas, para incorporarse a los hombres una vez más, una última vez más, pero esta vez para mirar todo desde otro tipo de lente.

Al ir decendiendo por los escalones; que una vez ya habían escalado; la bella chica se dio cuenta de que el día no pintaba igual, pues, el cielo torno de su color azulejeado, a un tono rojizo casi negreado; como las nuves que traen consigo la lluvía anunciandoras por truenos y relampagos la proxima llegada del agua. Las nuves parecian empujarse una a otra, la inmensa prisa que debian tener sacudía la tierra al marcar su pasar, al igual que la piel se eriza cuando algo la desea afectar. –¿A donde vamos?– cuestionó la señorita directamente al moustro, él cual mantenia el paso delante de la mirada de ella, y sin agregar palabra alguna; señalo su priopio pecho. Siguieron marcando más pasos, sin pronunciar palabra alguna y al ir concluyendo los últimos escalones de la extensa escalera, se detubo repentinamente, el moustro para que la bella mujer lo alcanzará. –Y, ¿sí tienes tiempo para todo esto?– le pregunta él moustro –a decir verdad, si tuviste tiempo de subir hasta alla con migo, y si también tubiste tiempo de escucharme; no veo la razón por la cuál no desees continuar con esto. –¿Qué cosas dices?– replico aquella –si, todo el tiempo que he estado contigo, se me ha extendido demasiado; fijate que cuando acendimos; el cielo se mostraba iluminado por completo y ahora que desendemos, ¡ya no veo ningun rayo de sol! Es tanto el tiempo que hemos difuminado juntos, que ya no sineto ganas de irme sin terminar ésto –. Y recobrando el paso, esta se coloco al frente de la proceción, para poner en marcha su intinerario. Pero ahora el priomer paso es apretado por el precedente, y así sucecibamente: prosiguen avanzando más velosmente, el detrás de ella sin mencionar nada en absoluto. De pronto llegaron a un río, al que atravesaba un puente colgante; de esos que apenas se sotienen por sí solos, y ay veces que necesitan de un par le sogas gruesas; para recaer su peso. Al ir atravesando, volvio a presentarse la misma mirada sinuosa de la mujer, que anunciara otra de sus oblicuas preguntas: –¿Por qué, las corrientes de éste río parecen querer alcanzarnos?– y continuó sin permitir el moustro arguyesé algo: agregando –cada ves que paso por un rio, recuerdo que el agua, que corre por abajo, es más fuerte que lo que no

desea pasar por ella y es por eso mismo que este río desea al contrario alcanzarnos, pues, pareciese ser que, es más furte lo que pasa por encima del río, que este mismo– Y continuaron caminando, por calles y calles sin detenerse un buen rato, hasta que él se detuvo donde sería el final de la calle, pero no un final último, sino un final súbito. Él cual, se adorno por una espesa neblina rojiza, que ocultaba la continuación del camino a su vez, también develaba el inmenso poder de la tormenta de aquella noche, que continuaba su andar con estruendosos relampagos. Arriba; el cielo ignaugurava un nuevo tono rojizo, matizado por nuves negras, que contorsionandose entre ellas, difuminaban “rayos x “; que alumbran las entrañas de las mismas. Abajo; el peñasco más alto de la tierra, presumía su majestuosidad a los cuerpos de nuestros personajes, los cuáles se encontraron aquella misma noche. Por unos segundos, el silencio fue aún más profundo, que el anterior; así que, ambos condujeron sus miradas, hasta encajarlas en la cien del contrario. Ahora todo es ojos contemplandose: una pequeña llama de fuego, que tenia su principio en los ojos del otro y su final, lo marcaba la contraria; era un ciclo de fuego, que pasaba por los dos pares de ojos, creado a partir de la simpatia que demostrava cada uno por su compañero de viaje. Siguen las miradas encajadas en la pupila contraria, cada movimineto es estudiado paso a paso, hasta que el juego de fantasias individuales, se convirtió en colectivo de pareja; seguido de ello, los dos pudieron pensar lo mismo, desde un tipo de lente pareciese que estuviesen mirando el televisor; uno al lado del otro. En la pantalla se puede observar: una pareja de novios, que caminan bajo la lluvia, empujando cada uno su bicicleta y limpianmdose fraternalmente los rostros, uno al otro; por fin han encontrado la paz, que ya no exige nada, para realizarse. De pronto, un relampago irrumpe la escena conmovedora, al recaer en medio de los dos, quema por completo la cien de ambos; y por un beso, hasta la eternidad quedan marcados, estos sus últimos pasos. Despues, poco a poco se desvanece la imagen del televisor, así como este también se seguirá en lo mismo, dejando ver un rastro de humo, se desvanece la figura de la joven en lo profundo del abismo continuo a su muerte. Fin

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