Mientras pasaba por el puente de regreso a casa, decidi asomarme hacia abajo y ví el agua, agua color café oscuro y a lo lejos alcanzé a ver a un hombre que pescaba en esa misma agua junto a otros más. No terminé de pasar por el puente cuando de repente el hombre pescador de aguas negras alzó con sus manos la caña que tenía en la punta a un enorme pescado. El hombre era afortunado, afortunado por que el fué el único que logró sacar algo de esa corriente de agua, los hombres que tambien pescaban con él no sacaron nada. Pero de cualquier manera comenzaron a caer las bombas de los aviones de guerra que sin dudarlo arrojaban monumentos de muerte perfectamente calculados, nunca había visto tanta exactitud al efectuarse un bombardeo a plena luz del día.