Dinero que necesito, dinero que maldigo cuando estoy sin ningun centavo. Es más odio la palabra centavo, ni siquiera es una palabra natural; pero como se goza cuando sin pensarlo lo gastas y te quedas sin nada. Ayer dos veces me encontre con dos monedas tiradas en el piso las recogí y con mucha confianza las tiré lo más lejos de mí. Veia como se alejaban mientras yo tranquilo disfrutaba de seguriad economica. Pero hoy mis manos quedaron marcadas, tal y como dicen que las de Jesucristo fueron marcadas por los clavos, tambien mi pie fue marcado. Marcas que nunca me dejaran de recordar que ni un centavo debo tirar porque en mi pobreza economica reside la necesidad del dinero y en mi necesidad de dinero se encuentra mi lado oscuro que sale a la luz para que mi lado brillante descanse de la sobriedad de la vida diaria , de la vida del ver a los que vienen y de ver a los que van. Vienen de no sé donde y van a quien sabe donde. Es allí cuando el hambre es más que la razón, que en realidad yo no tengo ningún centavo que verdad yo no tengo ningun lujo, si vivo hoy y despues vivo mañana es suficiente. Allí cuando mi razon se transtorna y robo, a los que sin ningún temor pasan ya estoy tan confiado de mis malos actos que asalto sin el miedo de un principiante ni la pericia de un experto y ya todos me ven y yo los miro a todos. A todos los miro a los ojos a las victimas y a los pasantes que fluyen por la banqueta de concreto solo como temerosos mirones que no hacen nada. Sólo miran al león comerse a la gacela. Pero es allí donde tres balas me han tirado con justicia yo lo sé, yo era justo antes y sé reconocerla.