Cap 24. El Plan Del Profesor

  • November 2019
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Salvador Bayona

XXIV.- EL PLAN DEL PROFESOR El profesor había comenzado a hablar hacía relativamente poco del nuevo proyecto y, como era su costumbre, iba ilustrando sus palabras con recortes de prensa, artículos especializados y papeles varios, que pronto llenaron la pequeña mesa de centro alrededor de la cual se habían sentado a hablar. Guillermo parecía prestar una atención relativa, en ocasiones con expresión de extrañeza y ocasionalmente abriendo la boca al tiempo que asentía, como si de pronto, hubiera recordado o comprendido lo que estaba escuchando. Ella, por su parte, sabía que más tarde habrían de dar forma a toda aquella palabrería para sacar de ella una historia coherente que les permitiera realizar los documentos para sacar a subasta la nueva pieza sin peligro. - En realidad nosotros supimos del asunto poco antes, a través de Christian Francelet un buen amigo, joven y atractivo, que se ganaba la vida como fotógrafo del París Match –continuaba diciendo el profesor-. Chistian nos confesó crípticamente el asunto una noche, cuando reconoció que, deslumbrado ante la posibilidad de una fortuna fácil, había actuado de intermediario entre el propio Pétrides, hasta entonces un respetado aunque dudoso marchante de París, y los asaltantes de la mansión de un rico industrial llamado Lespinasse, de donde sustrajeron treinta y una importantes obras de arte. » Christian siempre se había sentido fascinado por el glamour del alto París, pero en el fondo sabía que sus raíces estaban en el barrio, donde nosotros. Cuando la noticia de su detención saltó a las - 142 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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primeras planas de los periódicos mi mujer, Cristina, y yo entendimos al instante que nuestro amigo, temeroso de una traición por parte de Pétrides, había estado implorando nuestra ayuda aquella noche... y nosotros no supimos verlo. » Aunque durante todo el proceso judicial consiguiente pareció quedar claro que sin la presencia del marchante desde la planificación del asalto éste no se hubiera llevado a cabo nunca, Pétrides quedó prácticamente indemne, aunque con la reputación ciertamente dañada puesto que, además de la sospecha que desde entonces pendería siempre sobre sus transacciones, durante aquellos meses se recordó sus tratos con los principales compradores nazis de arte en la Francia ocupada. » Por ello para los grandes negocios de arte, deseosos siempre de apariencia de legitimidad, como bien sabemos nosotros, parecía que Pétrides había quedado marcado para el resto de su vida. Y algunas personas, entre ellas Cristina y yo mismo, le auguramos un futuro tan miserable como grande había llegado a ser su patrimonio, en el que su único prestigio, su baluarte, sería la autoridad sobre los catálogos oficiales de Valadon, Utrillo, Vlaminck y otros artistas que había tenido bajo contrato en su galería. » En realidad la idea de ejercer como herramientas de la justicia universal atacando este punto fue de Cristina pero debo confesar que no sólo me pareció bien, sino que estuve encantado de dar su merecido a ese viejo cabrón, porque su avanzada edad haría que el colmo de su castigo resultara insuficiente para la condena que merecía. ¿Por qué “viejo cabrón”? –intervino Guillermo, fascinado por aquel cuento-. Eran otros tiempos y todavía los juicios morales estaban permitidos. Vosotros sois demasiado jóvenes como para comprender otro tipo de valores, pero entonces nosotros todavía pensábamos que podíamos cambiar el mundo... » El caso es que en menos de dos meses habíamos averiguado lo suficiente como para celebrar nuestro propio proceso a Pétrides. Lo hicimos y el marchante resultó culpable. Y como su condena debía ser proporcional al castigo acordamos que debíamos acabar para siempre con aquel principio de autoridad que Pétrides todavía mantenía intacto. - 143 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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» De acuerdo con el plan que había trazado mi mujer, decidimos que utilizaríamos a Utrillo para desprestigiar a Pétrides porque era uno de sus valores más cotizados, y la propia historia del pintor y de la relación que los había unido permitía ver con claridad la completa carencia de escrúpulos de éste y su capacidad para alcanzar la cumbre basándose en las flaquezas ajenas. » ¿Sabes algo de Utrillo, Guillermo? Lo mismo que todo el mundo. ¿Vamos a hacer un Utrillo? En efecto. Toma ahora estos libros –dijo sacando varios volúmenes de una bolsa de plástico- y déjame que os cuente, porque es importante que comprendáis la verdadera naturaleza de nuestro nuevo trabajo. » Durante algunos años Pétrides, quien había emigrado muy joven desde Chipre a Francia con la sastrería como profesión, mantuvo su taller de costura en Montmartre donde trabajaba para jóvenes pintores y donde el intercambio ocasional de trajes por lienzos le permitió descubrir el gran negocio de su vida. Pronto se reinventó a sí mismo y logró firmar en exclusiva la representación de ciertos artistas, entre ellos Suzanne Valadon, madre de Utrillo, y más tarde éste mismo, a quien conocía desde los tiempos en que él y Modigliani vomitaban litros de vino y absenta por las empinadas calles de Montmartre y sus escándalos nocturnos les habían convertido en habituales de las comisarías. En más de una ocasión Pétrides, conocedor del precoz alcoholismo del pintor, había negociado con botellas para conseguir lienzos que revender. Años más tarde la exclusividad que firmó con él lo sumiría en la más profunda esclavitud artística, de la que ya no habría de escapar. Y mientras el arte agonizaba a cambio de unos míseros francos él se enriquecía con el control absoluto del catálogo del pintor. » Cristina y yo vimos Utrillos cuya autenticidad era considerada “dudosa” porque sus legítimos dueños no quisieron pagar en su momento la comisión que Pétrides reclamaba, y conocimos a otros muchos que, viéndose obligados a venderle sus cuadros por cantidades irrisorias, comprobaron cómo después se certificaba su autoría y multiplicaban su valor por cientos. Unos pocos años más tarde Jean Fabris, el administrador del legado de Utrillo y Valadon, pondría un poco de orden, pero el mal ya estaba hecho. - 144 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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¡Qué magnífico negocio! –exclamó inconscientemente Susana, quien había comprendido en toda su profundidad la actividad de Pétrides- ¡Susana! –el profesor había interrumpido su discurso y la miraba con grandes ojos asustados-. De alguna manera aquella exclamación suya parecía tener para el profesor mucha mayor importancia que para ella misma. Sin saber exactamente qué era lo que había provocado aquella reacción Susana se aprestó a matizar sus palabras. - Era un cabrón, no cabe duda, pero eso no quiere decir que el negocio no fuera bueno. ¿No es cierto, Guillermo? - Por supuesto, por supuesto. Pero sigue con la historia, por favor. - Para resumir, digamos que llegamos a la conclusión de que había de ser el propio Utrillo quien dejara en ridículo al mercader: sería su propia autoridad quien hiciera temblar los cimientos del catálogo oficial. Tras estudiar detenidamente diversos escritos del autor durante la década de los cincuenta, mi mujer se encargó personalmente de realizar una carta, dirigida en mil novecientos treinta y nueve por Utrillo a Nathalie Fortin, gran amiga de la familia, en la que le hablaba de un cuadro que él le habría hecho llegar como señal de agradecimiento por su apoyo, a él y a su esposa Lucie, tras la muerte de su madre, e insinuaba que no era la primera vez que entregaba obra suya sin conocimiento del marchante. Éste era supuestamente el primer cuadro que pintaba después de enterrar a la Valadon o mejor, dicho, de no haber podido enterrarla, ya que no tuvo fuerzas para asistir a su entierro, a instancias precisamente de Natalie Fortin, la cual le animó a rendir este homenaje privado a modo de catarsis a la mujer a la que tanto admiraba, y como forma de superar el sentimiento de culpa que le provocaba el hecho de no haberle podido decir el último adiós. » Cristina ensayó día y noche hasta que no hubo diferencia alguna entre la escritura que ella realizaba y la correspondencia del propio autor y entonces redactamos el texto definitivo y nos encargamos de filtrarla en el archivo oficial de la asociación Utrillo-Valadon, donde Jean Fabris reparó en ella unas pocas semanas después. » ¡El efecto fue fantástico!. Durante un par de meses pareció que habíamos conseguido nuestro propósito. Los puristas de la universidad se mostraron extraordinariamente receptivos ante aquella posibilidad, y algunos de ellos incluso parecieron dispuestos -

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a lanzarse a la búsqueda del cuadro perdido, testimonio palpable de la infamia cometida por el sastre chipriota. El mismo Fabris no tuvo más remedio que acabar admitiendo la existencia de esta obra desconocida. » Pero había demasiado en juego. » Durante los últimos años, grandes corporaciones y coleccionistas particulares habían invertido sumas astronómicas en algunos artistas de la cartera de Pétrides (éste era, en gran medida, el motivo de su alta cotización) y no tardaron en ponerse nerviosos ante la posibilidad de que la falta de criterio autorizado para determinar la autenticidad de las obras acabara por devaluar todos sus activos. Los propios miembros de la comunidad universitaria, que al principio habían acogido de forma entusiasta aquella posibilidad, fueron los primeros en retirarse: nuevos encargos, traslados, comisariados y publicaciones centraron su atención y al cabo de un par de años concluyeron que sólo habría que incluir el cuadro en cuestión en el catálogo oficial cuando se encontrara. Los demás galeristas de París temieron que sus propios catálogos fueran revisados y corregidos, de manera que guardaron el más profundo de los silencios a pesar de la animadversión que muchos de ellos sentían por Pétrides. » Y poco a poco mi mujer y yo, ocupados con nuevos trabajos, dejamos que el asunto quedara en coma junto con otros sueños y proyectos, hasta el día de hoy. Él profesor suspiró profundamente y se repantigó en el sillón. Sus ojos inquietos parecían buscar alguna respuesta pero ni ella ni Guillermo habían acabado de comprender el motivo último de todo aquel discurso. - Entonces ¿qué cuadro es el que debemos de hacer ahora? –intervino finalmente Guillermo- ¿Está la fotografía en estos libros?. El profesor miró a Susana como esperando algo de ella, pero Guillermo había formulado la misma pregunta que a ella le rondaba la cabeza. - ¿Es que no habéis escuchado?. ¡No hay cuadro!. Es una ficción que el mundo espera desde hace más de treinta años. En esta ocasión no tendrás modelo, Guillermo, vas a tener que crear un Utrillo desde la nada. Tú solo y el lienzo en blanco. Posiblemente sea el trabajo más difícil que has tenido hasta ahora. ¿Lo comprendes?. No hay ninguna base sobre la que puedas trabajar pero, al mismo tiempo, - 146 – Todos los capítulos de la novela en http://jungladeasfalto.com

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deberás captar la esencia misma de Utrillo. Deberás transformarte en él para poder hacer su obra. Esos libros que te he dado sólo son biografías. Dime ¿te sientes capaz de hacerlo? - Esto está cerca de ser una locura –añadió Susana-, Utrillo no sólo es de los más prolíficos, sino también de los más falsificados. Cualquier cosa que venga de él será examinada por los mejores expertos del mundo. - Lo sé. Pero haciendo valer unas cuantas influencias que todavía conservo por aquí y dejando un poco de dinero en los lugares adecuados podremos conseguir una autentificación fácilmente si las características del cuadro se corresponden a las de Utrillo en las década de los cincuenta. Y si alguien puede hacerlo es Guillermo. Yo confío en ti. Respóndeme, por favor: ¿te sientes capaz de hacerlo? Guillermo no contestó. Miraba sin ver los libros una y otra vez. Cambiaba su orden sin darse apenas cuenta. - No lo sé –se atrevió a decir finalmente con un tembloroso hilo de voz- nunca he pintado un cuadro. Susana no albergaba ninguna duda de que acabaría haciéndolo. Tanto el profesor como ella estaban interesados en que así fuera y sabía que el restaurador no tenía firmeza de carácter como para oponerse a ambos, ni aún a uno solo de ellos. De salir adelante aquel proyecto ganarían más dinero del que habían conseguido hasta entonces pero eran precisamente los motivos del profesor para proponer aquello en aquel preciso momento lo que le inquietaba. - No lo entiendo –confesó- ¿Porqué teniendo como tenemos los cuadernillos de Alt Ausee vamos a cambiar ahora de estrategia?, ¿acaso crees que nos ha ido mal hasta ahora? - En absoluto. Lo único que sucede es que estoy cansado –repuso el profesor-, y ahora con la aparición de nuestro amigo italiano seremos más a repartir. Estoy cansado de obtener tan poco provecho. Tú sabes tan bien como yo que, con la cotización actual de Utrillo, si este proyecto sale bien podremos repartirnos una gran cantidad, incluso dando su parte a nuestro nuevo socio. Sinceramente, si sacamos lo suficiente... quisiera retirarme - ¿Cómo has dicho? –Guillermo regresó a la conversación desde su galaxia particular-.

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Este es ya el segundo trabajo que hacemos sin tener en cuenta tus cuadernillos. ¿Quiere decir eso que se ha agotado la fuente de Alt Ausee? - Es posible que todavía falte el destino de algunas obras por investigar –respondió el profesor, algo incómodo ante su pregunta-, en cualquier caso, espero de vosotros que no le mencionéis al italiano la existencia de los cuadernillos, hasta que salgamos con bien de este proyecto. ¿Puedo contar con vuestra palabra? - Sí, sí. La tienes. ¿Verdad, Susana?, aunque no creo que sea una buena idea dejar de lado los cuadernillos para siempre... y no podremos ocultárselos Scarampa durante mucho tiempo ¿no estás de acuerdo, Susana?. - Por supuesto, pero ¿cómo puede ser que ya no sirvan? –Susana, asombrada, no podía dejar de pensar en todas las expectativas que aquello acabaría por romper-. Hemos hecho una enorme inversión en esta galería y el taller y apenas hemos comenzado a amortizarlo. Tú mismo dijiste que había más de cien posibilidades diferentes y nosotros nos abocamos a esta aventura confiados en tu palabra. Si ahora las hemos agotado... - No. Vosotros os metisteis en esto por dinero, como yo. El único lugar donde habéis puesto vuestra confianza ha sido en la cuenta de resultados. Sabíais las condiciones desde el principio y éste era uno de los riesgos que corríamos. - ¿Pero no se han agotado las posibilidades de los cuadernillos, verdad? –intervino tímidamente Guillermo-. Yo no sé pintar cuadros. - ¡Ya os he dicho que no lo sé! –la iracunda reacción del profesor, quien de un manotazo arrojó uno de los ceniceros contra la pared, les sorprendió a ambos. En verdad no había motivo alguno para responder con aquella violencia ante una pregunta absolutamente lógica-, ¡pero por ahora esto es lo que hay: podemos seguir adelante o retirarnos del negocio!. Todavía no he decidido lo que haré con el maldito registro de Alt Ausee pero ya estoy cansado. Ahora lo único que os ofrezco es este proyecto, que nos puede dar más dinero del que hemos ganado hasta ahora. La decisión es vuestra. Cabía dentro de lo posible que el profesor considerara que el trabajo con sus cuadernillos había tocado a su fin, pero para Susana esta muerte era prematura. El cálculo de lo que podría sacarse de aquellos papeles -

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únicamente duplicando obra que sus poseedores deben mantener oculta para no perderla multiplicaba por treinta los beneficios que habían obtenido hasta entonces. Aquella repentina tensión entre los tres había puesto su relación en un frágil equilibrio que podía acabar con el negocio en un abrir y cerrar de ojos. En cualquier caso, si el profesor había decidido retirarse, cabía la posibilidad de que en un futuro consiguiera de él que le cediera los cuadernillos. Para ello era necesario mantenerlo a su lado y recuperar la cordialidad entre ellos. - No importa –se apresuró a decir en tono conciliador, conteniendo la rabia que había provocado en ella el ultimátum del profesor-. Ahora no importa nada de eso. Los dos lamentamos mucho haberte presionado, ¿verdad Guillermo?. Te ruego que consideres que todos estamos muy preocupados con lo que ha pasado últimamente, pero no hay necesidad de llegar a esos extremos. Comportarnos así no nos llevará a ningún sitio, ¿verdad?. Lo importante es que si afrontamos el proyecto del Utrillo con la misma seriedad con la que hemos actuado hasta ahora podremos sacar suficiente dinero como para no tenernos que preocupar durante una buena temporada... o incluso retirarnos, si es eso lo que quieres hacer. Lo mejor es no pensar por ahora en lo de Alt Ausee y concentrarnos en lo que tenemos entre manos. ¿Estáis de acuerdo? Sus palabras parecieron tranquilizar al profesor, aunque ni él ni Guillermo volverían a recuperar el buen ánimo hasta pasados unos días durante los cuales Susana se esforzó hasta el límite por aportar una importante dosis de optimismo hasta casi agotar su capacidad de fingimiento. Pero cuando las aguas parecieron volver a su cauce y habían diseñado el plan de trabajo ella concentró sus esfuerzos en idear una estrategia que le llevara a hacerse con el tesoro que tan celosamente guardaba Eduardo.

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