La CASA de los hermanos de LAS PENAS Reapertura y bendición de la Casa de Hermandad tras su reforma.
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de enero de 2009. Se ha terminado el Solemne Traslado de Nuestro Padre Jesús de las Penas al Altar de Quinario, y tras las preces por nuestros hermanos difuntos el Hermano Mayor anuncia la Reapertura de la Casa de Hermandad una vez reformada. 24 de Abril de 1973. El Hermano Mayor D. Julio Aguado Yañez firma la escritura de compraventa de la Casa en Miguel Cid, 2. Lunes Santo 8 de Abril de 1974. Tras un año lleno de esfuerzos y de ilusiones, los hermanos de las Penas esperaban con impaciencia el momento de la apertura de su nueva Casa de Hermandad. A las 13:30 horas el párroco de San Vicente D. Prudencio de la Puente Rivero bendice la nueva casa. Pronunciando el consiliario D. Manuel Hernández Medina, un discurso exponiendo la historia de su edificación y agradeciendo a las empresas y personas que habían contribuido al feliz éxito de su construcción. Una Casa que ha sido testigo de la historia viva de esta Hermandad de los últimos 30 años y por la 28
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que han pasado numerosos cofrades de Sevilla, siendo sus muros testigos de tertulias de personajes de la Semana Santa de Sevilla y sus Hermandades y que se ha configurado, tras su reforma, para ser el centro de la vida cofrade de los hermanos de Las Penas de los próximos años. El 9 de enero de 2009 se bendijo esta Casa de Hermandad por el Rvdo. P. D. Antonio Mauri López, párroco de San Vicente Mártir, tras su reforma, tras la cual los hermanos pudieron observar las nuevas instalaciones, completamente renovadas. Marzo 2009
DISCURSO DEL HERMANO MAYOR EN EL ACTO DE BENDICION Estimado Sr. Párroco de San Vicente Mártir, querido D. Antonio. Queridos hermanos todos. Hoy nos reunimos aquí con motivo del acto de reapertura de la casa de hermandad tras la profunda fase de reforma que ha sufrido la misma durante los últimos diez meses. El objetivo fundamental de este proceso de transformación no ha sido otro que el adecuar las instalaciones para una óptima conservación de nuestro amplio y rico patrimonio y un mejor uso y disfrute de la casa de Hermandad por parte de todos los hermanos. Nuestra Casa de Hermandad desde el primer día ha tenido un sello y sabor particular, que se ha pretendido conservar como prueba de identidad propia, pensando personalmente que no solo se ha conservado sino que se ha mantenido y aumentado estando el resultado a la vista de todos. Duro y largo ha sido el camino que nos ha llevado hasta el día de hoy, por ello quiero reconocer el trabajo de todos los miembros de la Junta de Gobierno que se han visto afectados en este tiempo en el desarrollo de sus responsabilidades. No podría dejar pasar la oportunidad de agradecer públicamente a todos los que han sido
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artífices de esta obra que hoy felizmente finalizamos. En primer lugar agradecer a nuestro hermano D. Santiago Herrero León su valiosísima colaboración sin la cual no se hubiera podido llevar a cabo esta obra. Gracias Santiago A nuestros hermanos Francisco Polo y Domingo Pozo sobre los que ha recaído todo el peso técnico de la misma, gracias por su paciencia y comprensión. No puedo olvidar a nuestros hermanos Luis Aguado, José Manuel Cabrerizo, José Luis Nieto, Enrique Ordóñez que con sus muestras de extrema generosidad han hecho posible que disfrutemos de unas magnificas instalaciones para todos los hermanos y visitantes. He querido dejar para el final el agradecimiento de toda la Hermandad y en especial de la anterior y de la actual Junta de Gobierno, a nuestro Párroco Rvdo. D. Antonio Mauri por la cesión del salón parroquial a la Hermandad mientras han durado las obras. Gracias de corazón D. Antonio. Queridos hermanos, toda esta obra no tendría sentido sin vosotros, sin vuestra presencia y sin vuestro compromiso con la Hermandad, sea el día de hoy inicio de muchas jornadas de convivencia en esta nuestra nueva casa. Vaya desde aquí un último recuerdo para aquellos que ya no podrán estar junto a nosotros para compartir momentos felices en esta morada, desde la gran casa de Hermandad del cielo nuestro recuerdo y nuestra oración.
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