Blink: El poder de pensar sin pensar
Malcolm Gladwell
Blink: El poder de pensar sin pensar Autor: Malcolm Gladwell Categoria: Art of Living Otros nombres: Diana C. Traducido por: Ángel vivas Sitio web: http://motsach.info Fecha: 14-Octubre-2012
Blink: El poder de pensar sin pensar
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Introducción – La estatua que no Lucía bien En septiembre de 1983. Un distribuidor de arte de nombre Gianfranco Becchina se acercó al museo J. Paul Getty de california. Él tenía en su posesión, dijo, una estatua de mármol que databa del siglo VI ac. Era lo que se conoce como kouros, una escultura de un joven desnudo De pie con la pierna izquierda hacia adelante y los brazos a los costados. Solamente existen cerca de 200 kouros actualmente, y la mayoría han sido recuperadas en muy mal estado, o en fragmentos de tumbas, excavaciones o sitios arqueológicos. Pero esta estaba casi en perfecto estado, media cerca de 7 ft(pies) de alto, Tenía una especie de resplandor de color claro que lo diferenciaba de otras obras antiguas. Era un descubrimiento extraordinario, el precio que Becchina pedía estaba justo debajo de 10 millones de dólares. El museo actuó con cautela, tomo la estatua en calidad de préstamo y comenzó una investigación exhaustiva. ¿era la estatua consistente con otras kouros conocidas? La respuesta parecía ser que sí. El estilo de la estatua parecía recordar a la anavyssos del museo nacional de arqueología de Atenas, lo que significa que parecía encajar con tiempo y espacio particular. ¿Dónde y cuándo había sido encontrada la estatua? Nadie sabía precisamente esa información, pero Becchina le dio al departamento legal del museo un fajo de documentos relacionados con su historia reciente. La estatua, decían los registros, había estado en la colección privada de un físico suizo llamado Lauffenberger desde los años 1930, y el en cambio la había adquirido de un bien conocido comerciante de arte griego llamado Roussos. Un geólogo de la universidad de la universidad de california llamado Stanley Margolis vino al museo y estuvo dos días examinando la superficie de la estatua con un micro estereoscopio de alta resolución. Él luego removió una muestra del núcleo midiendo 1 cm de diámetro y 2 cm de largo justo debajo de la rodilla y la analizo usando un microscopio electrónico, microscopia de electrones, espectrometría de masas, difracción de rayos X, y fluorescencia de rayos X. La estatua estaba hecha de mármol de dolomita de la antigua cantera de cabo Vathy en la isla de thasos, Margolis termino y la superficie de la estatua fue cubierta con una fina capa de calcita-la cual era significante, Margolis le dijo al coleccionista, porque la dolomita puede convertirse en calcita solo en el curso de cientos, sino de miles de años. En otras palabras, la estatua es vieja. No era una falsificación contemporánea.
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El coleccionista estaba feliz. 14 meses después que empezara la investigación sobre la estatua kouros ellos acordaron comprar la estatua. En el otoño de 1986, estuvo en exposición por primera vez. El New York Times marco la ocasión con una historia en primera plana. Unos meses después el curador de antigüedades el coleccionista Marion true, escribió un largo, y brillante relato acerca de la adquisición del museo para la revista de arte The Burlington magazine. “Ahora de pie erecto sin apoyo externo, sus manos cerradas firmemente sujetas a sus muslos, el kouros expresa la vitalidad confiada que es característica de los mejores de sus hermanos”. True concluyo triunfalmente. “Hombre o Dios la estatua personifica toda la radiante energía del arte occidental”. El kouros, sin embargo, tenía un problema. No lucía bien. Lo primero para ilustrar esto era un historiador italiano llamado Federico Zeri, Quien sirvió en el consejo de administradores. Cuando Zeri fue llevado al estudio de restauraciones del museo para ver el kouros en Diciembre de 1983, él se encontró mirando las uñas de la estatua. En una manera que él no podía describir, parecían estar mal para él. Evelyn Harrison era la siguiente. Ella era una de las principales expertas en esculturas griegas. Y estaba en los ángeles visitando a el coleccionista justo antes que el museo finalizara el trato con Becchina “Arthur Houghton, que era el curador en aquel entonces, nos llevó a verla”, recuerda Harrison. Él retiro un cobertor de encima de la estatua y dijo: “Bueno, aun no es nuestra, pero lo será en un par de semanas”. Harrison dijo: “Lamento escuchar eso”. ¿Qué es lo que Harrison vio? Ella no sabía. En ese momento, cuando Houghton retiro el cobertor de la estatua, todo lo que ella tuvo fue una corazonada, un sentimiento instintivo de que algo andaba mal. Unos meses después, Houghton tomo a Thomas Hoving, ex director del museo metropolitano de arte en nueva york al estudio de conservación del coleccionista a ver la estatua también.
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