Sobre timidez «Eso no me importa desde el momento en que, en mi opinión, no lo soy.» La tenacidad metódica realiza sin perjuicio lo que la obstinación apasionada no siempre obtiene a pesar de sus violentos esfuerzos. Sepan pues, llegado el caso depositar por un momento el peso de sus preocupaciones y salgan a tomar el aire, a ambular, a distenderse. Después de esto será mayor su lucidez; — Cuando se le presente un problema que no sepán resolver en el acto, desvíen de él su espíritu y no vuelvan a ello sino poco a poco, por partes. El arte de soportar alegremente las mayores responsabilidades no tiene otro secreto. Es, pues, su modus vivendi lo que importa esencialmente desde el punto de vista de su aspecto exterior. El Cuerpo Puedo, pues, decir que todo individuo cuya fisonomía y cuya palabra impresionen agradablemente y cuya limpieza exterior sea irreprochable, puede dejar de preocuparse de las desgracias morfológicas de que esté afligido. La irradiación La costumbre de la reflexión concentrada disminuye considerablemente la aptitud a sentir la influencia de otro. La vida interior no se deja ya perturbar, porque su ardor y su actividad subsisten enlodo momento, en presencia de tcxlos. ¿Cómo se mantendría entonces la timidez— estado de ánimo sensitivo y negativo?El hombre reputado como el de más débil voluntad, no conoce obstáculos cuando está impulsado por una ¡dea de la que se ha apoderado hasta el punto de saturar su espíritu. Tenaz, infatigable, Intenta, ensaya, a veces fracasa; pero vuelve a la carga; si se desanima, no es por mucho tiempo. Vean, pues, la importancia de satúrense de los pensamientos que quieren realizar y, para ello, de reflexionarlos largamente y a menudo. Repítanse con frecuencia: «¿Qué es lo que puede influir en mí a pesar de mis deliberaciones razonadas? ¡Nada! ¿Quién puede someterme a su influencia sin que yo haya admitido previamente la rectitud de ella? ¡Nadie! Concibo, reflexiono, observo, decido, hablo y actúo con perfecta libertad.» Impregnen bien su espíritu de esos pensamientos cada noche mientras les llega el sueño: Ellos se grabarán en ustedes mientras duermen, y en los siguientes días actuarán útilmente sobre ustedes. Ya hemos visto que el primer esfuerzo que hay que llevar a cabo para librarse de esa dependencia consiste en imponerse — por muy impresionado que se esté— Ja impasibilidad exterior, en conservar una expresión tranquila, una mirada firme y una palabra mesurada. Cuando se ha esforzado uno en conseguir eso durante cierto tiempo, se hace cada vez más fácil y espontáneo, Pero para adquirir esa imperturbabilidad interior inquebrantable que constituye la independencia psicológica, son indispensables nuevos esfuerzos.
Represéntense mentalmente que están hablando y actuando con atrevimiento, sin prisas, seguros de ustedes mismos. Vivan imaginariamente todo aquello que les será posible intentar cuando hayan conquistado definitivamente una resolución integral. Repitan con frecuencia ese ejercicio de auiosugestión, sobre todo antes de irse a la cama. Sí quieren ser insensibles a la influencia de los demás, no choquen contra tal escollo. En vez de buscar su inspiración alrededor, búsquenla en ustedes mismos, y a tal fin aíslense para reflexionar, para estudiar la cuestión que les preocupa y examinarla en sus distintos aspectos. Tengan en cuenta todas, las opiniones, examínenlas con método; pero, en último caso, fórjense ustedes mismos una decisión. Aconsejo, pues, a mis lectores ávidos de esa independencia psicológica que es el objeto del presente capítulo, que se ejerciten en dejar de derrochar su energía mental con miras a la aprobación de los demás. Que se preocupen únicamente de su propia aprobación y que se esfuercen en merecerla. Conviene preocuparse no de parecer, sino de poder, y para lijar las ideas creo deber reproducir aquí la enumeración indicada en mi Curso de educación psicológica por correspondencia. He aquí, pues, qué es lo que debe preocuparles: — Aprender a retener toda noción, rápida y exactamente: — Acordarse con precisión y a propósito de toda cosa oportuna; — Saber razonar y dominarse; — Poder fijar, prolongar, sostener la propia atención sobre cualquier tema, sin distracción, sin dificultad ni fatiga excesivas; — Pensar con claridad; — Desarrollar un juicio con método, penetración y precisión; — Resistir a las sugestiones e influencias exteriores; — Vencer las propias impresiones; — Ser dueños de las propias emociones, sensibilidad y sentimientos; — Buscar y hallar la manera de proceder para obtener un resultado, realizar un proyecto o resolver una dificultad; esto es tener iniciativa; — Mantenerse inaccesible a toda costumbre perjudicial; — Proceder en todo con calma, confianza y circunspección; — Continuar deseando, ejecutando aquello que se haya decidido, amoldándose a una regla adoptada, a pesar de todos los obstáculos; — Expresar el propio pensamiento con palabras claras, con firmeza, mesura y seguridad; — Contener los propios impulsos; — Adaptarse rápidamente a una situación nueva y asimilarse en un mínimo de tiempo la ejecución de una tarea definida; — Sentir una confianza sostenida en sí mismo; — Ser por completo dueño de sí en presencia de otro.
Soy dueño de mis propias acciones. — Jamás me sentiré confuso ni excitado. — Nunca cederé a la cólera ni me sentiré irritado. — No tomaré en ningún caso una decisión apresuradamente. — Después de haber tom ado una decisión, no me apesadumbraré por haberlo hecho. — Mis decisiones serán radicales y jamás haré nada a medias. — No actuaré nunca contrariamente a mi propio juicio. Estos principios fundamentales son excelentes. Repitiéndolos con frecuencia, no a flor de labios, sino con atención, uno se los incrusta tan bien en sí mismo que pronto adquieren fuerza de ley. Por lo demás, cada cual puede imaginarle otros principios que correspondan a sus necesidades particulares. Nada enardece tanto como saber leer silenciosamente a través del rostro o de la escritura de otro. Obligarse, a pesar de sentir ansiedad, a afrontar las miradas, a correr los riesgos de encontrarse falto de soltura ante cualquiera, eso es lo que debiera practicar asiduamente todo tímido. El carácter de desconocido o de inacostumbrado que conserva a los ojos del joven la intimidad momentánea liberadora en el hombre que cuenta con una compañera, decuplica el grado normal del trastorno y determina así una serie muy penosa de incoordinaciones. La falta de calma y de tenacidad (factor de la mayoría de las derrotas amorosas), hace aún más critica la situación. Conviene no permitirse eludir nunca un encuentro, no hurtarse jamása la presencia de alguna persona, sea quien fuere. Encamínense en derechura adonde sepan con toda seguridad que se hallarán en medio de una numerosa sociedad. Si sienten más o menos aprensión de experimentar embarazo, esa será una preciosa ocasión de trabajar en dominarse. Todo esfuerzo que lleven a cabo con miras a gobernarse firmemente cuando estén solos, aumenta la eticada de aquellos que efectúen para ser dueños de ustedes en presencia de los demás. El baile — esa diversión de seres primitivos— representa para el adolescente o para el hombre maduro a quien las mujeres impresionan exageradamente, un excelente ejercicio de adaptación ai medio femenino.