EL LIDERAZGO DE HOY: Por JUAN CARLOS LORZA
En el pasado el líder era impositivo. Hoy es alguien que escucha y aprovecha las ideas de sus colaboradores. Una de las contribuciones de los medios de comunicación, principalmente norteamericanos, durante los años 80 y 90 fue que crearon un estereotipo de liderazgo que todavía parece mantenerse. El buen líder debía tener una personalidad fuera de lo normal, un gran ego, ser competitivo y tener ambición personal. Diversos líderes del mundo empresarial, deportivo y político aparecían como estrellas de rock en revistas, periódicos y televisión como ejemplos de vida perfecta que nada tenían que ver con la realidad social y cultural de su entorno. Esto creó la idea de un liderazgo basado en la riqueza y la posición que ocupaban. Lo cierto es que el líder de hoy no debe mirarse desde esa perspectiva, como explica el filósofo y profesor de la Universidad de Vanderbilt Richard L. Daft en su libro La experiencia del liderazgo, en el cual afirma que el nuevo liderazgo no depende de la persona, la posición, las ganancias o el título que se ocupe, sino que ser líder hoy es, fundamentalmente, un acto de humildad. Esto exige tener la capacidad de inspirar, motivar, aceptar errores y dudas, confiar y aprender de los otros. Daft agrega que "anteriormente el líder competía, hoy el líder tiene que crear comunión, trabajo en equipo y colaboración". En ese mismo sentido, es común pensar que la condición de jefe de una organización empresarial, de un partido político, un equipo deportivo o un batallón militar garantiza el titulo de líder. El general Manuel José Bonett, ex comandante de las Fuerzas Militares, dice que "los líderes que más admiro son aquellos colombianos de veredas o pueblos que con su propia iniciativa llevan a la construcción de una escuela o una estación de Policía. Son personas sin los medios, sin ninguna posición ni poder pero que logran llegar a su meta y aportar a la comunidad". En este caso, es claro que un cargo no da el liderazgo. Adiós al liderazgo autocrático Sea empresarial, militar o político, un buen líder no debe centralizar el poder. Su función consiste en fomentar la participación, recurrir a sus colaboradores y delegar funciones. Como definen Robert Lussier y Christopher Achua en el libro Liderazgo, el líder de hoy debe tener la capacidad no sólo de influir en sus seguidores sino de ser un seguidor. Jean-Claude Bessudo, presidente del Grupo Aviatur, opina que "es líder realmente quien permite ser cuestionado, quien permite que el acto de seguirlo sea voluntario, y lo más importante, tiene que ser capaz de mirar todos los puntos de vista". Es lo que llaman un liderazgo democrático, donde la diversidad de pensamientos tiene valor en la consecución de los objetivos. Otra característica errónea del líder autocrático es el olvido de la dignidad humana.
Sucede en muchos casos que se tiende a mostrar más interés por las tareas y los objetivos que por las personas que trabajan en un proyecto o que se verán afectadas por las metas. El líder democrático es capaz de poner en una balanza las prioridades, para de este modo generar un buen ambiente entre sus seguidores. Luisa González, sicóloga de la Universidad Javeriana, explica que por desbalance entre lo humano y lo laboral es frecuente que en muchas empresas los empleados estén desmotivados. "Ser líder es transmitir la energía, es llevar el entusiasmo a otros, es cierto que debe existir la autoridad, el control, la rigidez, pero si todo se centra en eso se apaga el ánimo y la motivación, y eso no invita a una visión común sino a una obligación común", concluye González.