Arboles Morados

  • Uploaded by: Nancy Reyes
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  • May 2020
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  • Words: 4,160
  • Pages: 17
ÁRBOLES MORADOS. Nancy Reyes Fue por el momento en que comencé a ver árboles morados, cuando en mitad de la noche la tranquilidad salió huyendo por la ventana y el insomnio apareció acompañado de la ira, fue justo en el momento en que mi cabeza era demasiado grande para mi cuello, y mi cuello estaba demasiado rígido que pesaba en mis hombros. Entonces descubrí la inutilidad de las palabras en un mundo en el que impera el ruido, en el que no existe compañerismo y cuyo futuro se tambalea cada instante. Fue cuando comencé a escribir a pesar de mi misma, tratando de encontrar sentido en el sinsentido, mientras confeccionaba diálogos para personas que jamás las oirían, por mi entorpecida lengua que se asocia con mi memoria y juntas me roban mis ideas. Intentando levantarme, para caer de nuevo, pero esta vez asegurándome de traer a alguien conmigo, para que perdido me encuentre y me describa como soy por fuera, porque no miro, hace tiempo que los espejos se volvieron opacos, y mi mirada se nubla ante otros ojos, hace tiempo que sólo miro mis brazos, y de vez en cuando mis pies que se asoman. Pero fue hasta que vi arboles morados que me di cuenta que estaba mal mi persona. Es difícil saberse perdido e intentar encontrarse en el instante, y es mucho más difícil cuando se ha perdido la imagen del objeto buscado.

Fue cuando vi esos árboles morados uno detrás del otro, con sus hojas meciéndose con el paso del viento, que me di cuenta, que hace tanto tiempo empecé a buscarme que incluso hasta las estaciones se modificaron, creando nuevos colores. El mundo cambiando y girando, ajeno a todo y yo escribiendo entre árboles morados, deteniendo mi mirada en el suelo, y repentinamente sin razón aparente dejo mis pensamientos a un lado y comienzo la tarea de cavar con mis uñas, intentando llegar al centro de mis ilusiones para obligar al mundo que se detenga conmigo. Me he perdido de nuevo, ya no hay nada conocido que me ayude, si alguien alguna vez lo intento hoy se ha dormido, mientras yo sigo escarbando con la esperanza de encontrar el motor que detenga la rueda o quizá al ladrón que robo mi destino. A lo lejos escucho gente que ríe, llora y platica, para los que soy invisible porque me he enterrado, entre los muchos comentarios uno capta mi atención, “está loca por qué no quiere ser ella misma”, lo ha dicho una niña que no conoce la sabiduría de sus palabras, yo no sé cómo ser yo misma, y mucho menos creo tener la autenticidad y libertad para negarme a continuar siendo lo mismo. Mis pensamientos se alejan dejándome dentro del propio abismo que he creado con mis uñas, es demasiado tarde para pedir auxilio, y sin embargo no estoy sola, siempre vienen las lágrimas, quienes acongojadas me acompañan; mientras pienso en detener la búsqueda,

dejar de intentar, salir de mi pequeña guarida, que apenas cubre mi cabeza, tal vez alguien me extrañe y comience a buscarme, y tal vez ese alguien sea “mi yo perdido”, al quedarme quieta oyendo el susurro de mis lágrimas, recordándome que no estoy sola, la soledad me acompaña a donde quiera que vaya, recordándome que la vida está hecha de malas rachas interminables, de escritos que se inician en la mitad de la noche, sin pluma ni lápiz, solo un diminuto cordel une palabra por palabra, un susurro que se pierde en el viento, y se lleva lo que pienso, y dentro de mí, espero que lleguen muy lejos, y alguien me escuche, quizá en otro lugar, haya alguien viendo arboles morados. En la oscuridad de la noche, perdida entre tierra húmeda, aún tengo la esperanza de encontrar mi alma gemela entre larvas y lombrices, tal vez si escogiera una y la cuidara lo suficiente, estame sorprendería confesándome que es mi alma gemela que estaba perdida, y que yo la he ayudado a encontrarse, y para agradecerme me ayudaría a encontrarme. Después regreso de mis pensamientos y veo esa cosa babosa que mientras pensaba, he hecho explotar al apretarla en mis manos, creo que no tengo salida, ni siquiera yo puedo apiadarme de mímisma. Escondida en el centro de la tierra para gritarle que se detenga, quiero descansar, sin embargo parece que no está permitido para mí, necesito seguir enterrando mis uñas, sintiendo la tierra y la humedad en mis dedos.

Buscando la nada en medio de la inmensidad. Aún no recuerdo cual fue el momento en que me separé de mi misma, pero recuerdo cuando iniciaron los temores, sobre el desprendimiento del espíritu, y cuando comenzó el insomnio años atrás, e hice lo que cualquiera hubiera hecho ante el temor de perderse; diseñe una estructura de madera, que cubría mi cuerpo, con un pequeño cuadrado en lacara, para poder ver y comer, una especia de ataúd andante, con madera sobre mi cabeza pero no en mis pies, para poder caminar; pues todos saben que el espíritu está en la cabeza, y para cuando intentará llegar a los pies la descubriría y la regresaría a su sitio, era complicado hacer cosas cotidianas, como comer e ir al baño, o ir a la escuela y sobretodo tener que soportar las miradas, y la pregunta constante y repetida ¿estás bien?, mirando hacia dentro de mi estructura, con cara de asombro; claro, respondía, yo estoy muy bien es por seguridad. Lo expliqué miles de veces, hubo quienes me señalaron, quienes continuamente me veían, y hubo otros que oyendo mis explicaciones se convencieron de crearse, sus propias armaduras, para evitar que su alma se escapara, entre ellos mi madre y mis hermanas. Mi madre se creó una estructura de cartón , por su espalda no puede cargar cosas pesadas, una de mis hermanas decidió hacerse una armadura con laminas y fierros viejos, siempre le gusta demostrar que a pesar de ser mujer es fuerte, mi otra hermana sólo nos vio con indiferencia, y prefirió refugiarse en las compras y en la seguridad que

provee la ropa de diseñador, era algo extraño andar en la casa y cada quien con su estructura, la casa se volvió pequeña, no podíamos estar en la misma habitación, por eso nos turnábamos para estar en el comedor o en la sala, y si alguna quería iniciar una conversación, lo cual era extraño porque cada quien estaba ocupado en evitar que el alma llegara a los pies, pero bueno cuando alguien quería conversar, gritábamos de un cuarto a otro, y así seguíamos comunicadas. Un día cansada de regresar mi alma de los pies a la cabeza, me recosté en mi cama, y comencé a oír los grillos que me arrullaron hasta quedarme dormida, por lo que no me di cuenta que atraídos por la estructura se fueron acercando a mi cama, queriendo descubrir qué era esa forma extraña, mientras estaba en la profundidad del sueño, los más curiosos llegaron a mis oídos, y se quedaron dormidos, al levantarme, algunosseguían dormidos, y ya no pudieron salir, en su desesperación comenzaron a cantar, o quizá trataban de pedir auxilio en su propio lenguaje, al oírlos me sorprendí, e intenté sacarlos, pero fue inútil estaban muy dentro, volvía colocar mi estructura, estando distraída no recordé subir mi alma a la cabeza, y no sé si fue en el transcurso del día o de la semana, cuando me dejó y se fue corriendo, los grillos no me dejaron oír sus pasos. Ni siquiera noté su ausencia, pero hubo indicadores de que ya no estaba, no podía reír, mi risa que eran fuertes carcajadas, había desaparecido y ni siquiera lo había notado, hasta que alguien más me

comentó que hacía mucho tiempo no me oía reír, y fue entonces cuando me di cuenta que faltaba su presencia, desde entonces la estoy buscando, he llegado a estar cerca, porque siento mi risa apoderarse de mi boca, como queriendo regresar, y de repente intento atraparla, y se va corriendo asustada. La última ocasión se quedó por varios días, pensé que decidiría regresar por completo; sin embargo algo la asustó de nuevo, salí corriendo a buscarla, y al ir tras de ella me encontré con un bosque de arboles morados. Debo admitir, que cuando los vi quedé aterrada y me fui del lugar, lo primero que pensé fue que tenía algún problema en mis ojos, y decidí resolverlo de inmediato. Entre a la primer óptica que se cruzó en mi camino, y comencé a relatarle al médico encargado que estaba caminando y de pronto vi arboles morados uno tras otro, el doctor muy serio me vio, y preguntó, ¿ha estado bajo el influjo de alguna droga, últimamente?, enojada por su incredulidad contesté que no, y prosiguió, no veo ningún problema, pero si persisten las molestias le recomiendo que vaya con un oftalmólogo. Fui con mi oftalmólogo de cabecera, porque he de confesarles que tengo astigmatismo, le comenté lo sucedido, cuando terminé, dijo riendo, sería bueno que dejarás el alcohol, lo cual me hizo enfurecer, pero como lo dijo en tono de broma me tranquilicé y le contesté, lo más

prudente que pude, ese día estaba sobria; bueno, dijo, no te preocupes, haremos una revisión de rutina, para determinar el problema. Al terminar la revisión, el médico diagnosticó, hemos descubierto que tienes la retina muy delgada, más del promedio normal, sin embargo eso no presenta problema en tu visión, lo sería en caso de que quisieras realizarte la operación con laser, para corregir tu vista, pero como eso no es por lo que has venido a verme, probablemente tengas alguna infección en los ojos, para estar seguros te daré unas gotas para los ojos que eliminarán el problema, y nos vemos de nuevo si tienes alguna molestia. Regresé a casa más tranquila, y comencé a pensar que tal vez esos árboles, habían sido solo una visión, un juego de mi imaginación, esa noche me puse las gotas para los ojos antes de ir a dormir, y pensé que estaría más tranquila, ahora que ya tenía un diagnóstico. Desafortunadamente en mitad de un sueño desperté, por que tenia sed, y cuál no sería mi sorpresa cuando comencé a ver personas caminando en mi casa, atravesando paredes, asustada grité desesperadamente, por lo que llegaron mi madre y mi hermana, ninguna de las dos vio nada, porque una traía cartón en la cara, y para cuando se lo quitó las personas ya se habían ido, y la otra, por traer tantos fierros, se cayó y tardo tanto en incorporarse que ya no había nada que ver. Les expliqué lo sucedido y me dijeron que probablemente estaba dormida, que todo había sido un sueño que las personas no atraviesan

paredes, y los fantasmas no existen, traté de conciliar el sueño pero no pude hacerlo, tenia tanto miedo; me daba miedo que las personas regresarán, y tuviera que verlas de nuevo, pero también me daba miedo dormir, porque si en realidad todo había sido un sueño, tenía miedo que tuviera continuación,por lo que esperé el amanecer, tratando de tranquilizarme, con la sabana en la cara, poniendo atención a cada ruido, escuché los sonidos de la noche, y me alegré tanto al oír el trinar de los pájaros. Ese día comenzó el insomnio. Continúe con mi tratamiento para los ojos, y después de una semana todo parecía ir bien, excepto que no podía dormir, y cuando lograba hacerlo era alrededor de dos horas, las ojeras comenzaron a rodear mis ojos, y las pesadillas se adueñaron de mi almohada. Como tenía sueño, pero no podía dormir, miles de ideas rondaban por mi mente, era difícil controlarlas se peleaban entre ellas interrumpiéndose unas con otras, pensaba en tantas cosas al mismo tiempo, que me es imposible describir mis pensamientos. Así pase varias noches recordando cosas, y olvidando otras, hasta que un día a mitad de la noche de nuevo, me dio sed, volví a sentir de nuevo los temores de las apariciones, por lo que decidí ignorar mi reseca garganta y continuar preguntándome ¿por qué dicen que contar borregos te da sueño?, ¿por qué no pueden ser perros? ¿O gatos?. He olvidado mencionar que por aquellos tiempos como toda mujer temerosa, dormía con mi madre, su habitación no tiene puerta, y desde

la cama puedo ver el pasillo, con las puertas de las habitaciones de mis hermanas en el lado izquierdo y el baño en el lado derecho, y al final alcanzo a ver una parte de la sala de mi casa. Como comentaba anteriormente, seguía ignorando mi sed, y mis temores, mientras veía hacia el pasillo, que se perdía en la oscuridad, apenas si alcanzaba a distinguir algunas cosas, y comencé a pensar, en el maravilloso poder de la oscuridad, porque aún cuando tenía los ojos abiertos, parecía que estaban cerrados, no veía más que negro, y tampoco alcanzaba a ver el pasillo, pero por la dirección de mis ojos, sabía que sí hubiese luz, sería lo que vería. Fue entonces cuando vi una luz, que se encendió en la sala de repente, e iluminó todo por completo, pero con una intensidad cegadora, y después se apagó, me gustaría decir que en ese momento lo que hice fue calmarme y pensar en las posibilidades lógicas, que generaron ese fenómeno, pero no fue así, grite con todas mis fuerzas, hasta que me dolió mi garganta, y tuve que llorar del dolor producido. Mi madre que estaba a mi lado, se despertó de inmediato, y mis hermanas llegaron a mi lado, preguntando qué había sucedido, cuando por fin expliqué lo sucedido, comenzaron a calmarme, diciendo que la luz de la sala se había quedado prendida y cuando desperté, lo que vi fue cuando el foco se fundía, o que había sido mi imaginación, y por último mi hermana envuelta en su pijama Roxy, y sus cremas Estee-

Lauder abrazando a sus zapatos Gucci, dijo, no le hagan caso está loca, luego se le pasa, y se fue a dormir. Pero no podía calmarme, lo que ellas no sabían es que yo no estaba dormida, que llevaba días o semanas sin dormir, y que esa luz era más potente que la iluminación de la sala, no quisieron escucharme, y enfadadas por haberlas despertado me recomendaron que volviera a dormir. Como si fuera tan sencillo, dormir simplemente, no pude, permanecí despierta viendo por debajo de la sabana hacia el pasillo,en caso de que volviera a suceder, estando alerta a cualquier sonido o movimiento. Tratando de pensar para olvidar lo sucedido, pero esta vez parece que mis ideas se habían ido atemorizadas, no podía pensar en nada. Sin darme cuenta, pasó lo inesperado, me quedé profundamente dormida, y soñé. De nuevo estaba el pasillo oscuro, y la luz se encendía, pero esta vez no era en la sala, sino cerca de la habitación de mi madre, y venia hacia mí, quise gritar y no pude, entonces desperté, agitada por la visión, y asustada, pensé en no comentar a nadie al respecto y simplemente pretender que seguía dormida, pero no pude, y me acerque a mi madre la moví, y le dije en el oído, vi la luz de nuevo. Ella se despertó y se puso a hablar conmigo para tranquilizarme, sinceramente no recuerdo lo que dijo pero habló el tiempo suficiente para que durmiera de nuevo.

A la mañana siguiente desperté de sobresalto, debo admitir que esta vez no hubo sueños, mi madre me aconsejo que fuera al médico. Entonces fui con un medico general, al que le relaté mi historia sin tantos detalles, para que no me dijera loca. Le comenté sobre el insomnio, que había visto cosas raras, y que el oftalmólogo me había recetado unas gotas para los ojos; me vio mientras hablaba, sus ojos rojos prestaban atención, sus ojeras delataban el cansancio, y sus canas, le daban un cierto aire de sabiduría; al terminar de hablar me dijo, cuando yo era joven, las drogas eran algo difícil de conseguir, no nos desvelábamos tanto, disfrutábamos la vida, es triste ver cómo cambian las cosas; sentí como el enojo corría a través de mi estomago y subía hasta mi boca, y controlándome le dije, no consumo drogas, solo tengo insomnio; y prosiguió, mira el insomnio es claro, por lo que me estás diciendo, pero pienso que sufres de ansiedad también, por lo de las visiones, te voy a dar unas pastillas para dormir, y te recomiendo ir con un sicólogo, te hará bien. Salí de ahí enfurecida y ni siquiera di las gracias, llegué a casa y comenté mi diagnóstico, mi madre preocupada me preguntó cómo me sentía, le dije que bien, que solo estaba cansada; en ese momento, mi hermana, con sus lentes Chanel, perfume de Paris Hilton, y bolso Armani en mano, pasaba por ahí y alcanzo a oír la historia, volteó con cierta indiferencia y me dijo, ves te dije que estabas loca, ocupas un sicólogo.

Me dieron ganas de golpearla, pero tenía tanto sueño que pude ignorar su comentario. La primera sesión con el sicólogo, estuvo muy bien, al salir de ahí, me sentía mejor, me recetó unas pastillas para la ansiedad, y parecía que todo volvería a la normalidad, solo tenía que tomar pastillas para tranquilizarme, y otras para conciliar el sueño. Pero olvidaba tomarlas, no me acostumbraba a esos nuevos regímenes, y un día que no tome las pastillas para la ansiedad, tenía sueño e iba a tomar la cápsula para el sueño, cuando vi en la caja, el dibujo de un león bostezando, que me aterró, parecía que quería devorarme, y después pensé en lo imposible que sería eso, un león tan pequeño no puede comer humanos, en ese instante otro pensamiento atravesó por mi mente, si estaba un león dibujado, eso significaba que era tranquilizante de animales, y me sentí atemorizada pensé que deseaban envenenarme, y decidí tirar las pastillas. El insomnio regresó. Después decidí volver a ir al sicólogo pero nunca lo localicé, no tenía tiempo, estaba fuera de la ciudad, y yo con el alma perdida, cuando por fin nos vimos de nuevo, yo estaba más seria que de costumbre, y antes de consultarme bromeo con una colega ambos rieron. Me sentí terriblemente mal, lo odié por que podía reír, me levanté y me fui, no dije nada, sólo pensé, alguien más feliz que yo, no podría jamás entenderme.

Finalmente recurrí a la homeopatía, después de todo, cuando era niña mis enfermedades fueron tratadas por un homeópata, fui con mi doctor de confianza, quien tiene conociéndome desde que nací, y le conté todo lo sucedido desde la perdida de mi alma, hasta la renuncia al sicólogo. Cuando terminó de oírme, me dijo no te preocupes todo estará bien, se puso a preparar una medicina que me dio en un frasco, y me dijo 10 gotas cada 5 minutos, la primera hora y después 10 gotas cada hora, te recomiendo que comas muchos dulces, por lo que veo, lo que hace falta es felicidad en tu vida. Así lo hice, y estuve bien por un tiempo. Un día, después de comprar mi ración de dulces, me vi, y me quedé sorprendida mi alma estaba ahí, sentada en la banca de un parque tomando el sol, y yo comiendo dulces para la felicidad; atravesé la calle, sin fijarme y varios autos hicieron sonar su claxon, otros me maldijeron, y mencionaron a mi madre, todo ese barullo hizo que “mi yo” volteará y me viera, en ese instante se puso a correr, yo también, la perseguí, por unos 15 minutos, dejando a mi paso un camino de dulces y chicles, de repente la perdí de vista, no supe a donde se fue, me detuve agitada, sudada, malhumorada, y sin saber donde me encontraba. Triste, sin alma, emprendí el camino a casa, viendo el concreto de las calles, y mis pies que se arrastraban como negándose a retornar vencidos, entonces pise un charco, y vi que mis pies se multiplicaron, eran siete u ocho pares de pies y cada uno de ellos, me guiaba en una

dirección diferente, volteé tratando de comprender, observé de nuevo y seguían ahí, ese día comencé a ver el futuro. Pronósticos bastante descabellados e irónicos atravesaban por mi mente, pero quizá lo más incomprensible de toda la situación es que sabía que iba a suceder casi tres minutos antes de que los hechos ocurrieran, algunos pensaran que es una ventaja divina, en realidad es lo mas incomodo e inútil que puede suceder, ves lo que sucederá pero no encuentras que hacer para evitar que ocurra. Esta vez me ahorre la visita a los doctores y solo lo comenté a dos personas, una me creyó, y observó mis pies por un rato, tratando de comprender de donde salían mis visiones sobrenaturales, y la otra no me creyó. Como pasaba más tiempo con el incrédulo, solo dejé de comentarlo, las historias futuras y los distintos caminos seguían ahí, pero simplemente comencé a ignorarlos. Así perdí mis poderes. Después de varias semanas, me atreví a regresar al lugar, que había hecho que todo esto comenzará, esperando que hubiera solo un pedazo de bosque con sus colores otoñales de acuerdo a la temporada, sin embargo estaban ahí cientos de arboles altos, con hojas verdes y troncos morados, al verlo de nuevo quede estupefacta. Quede inmóvil y en silencio por unos minutos, de repente, sin pensarlo, caminé entre ellos, la tierra estaba húmeda, acababa de llover, me detuve mire de nuevo, y estaban ahí rodeándome, viéndome, testigos inertes de mi agonía y desconsuelo, caí de rodillas y comencé a

llorar, estaba cansada, harta, quería descansar y no podía, dormir tranquilamente, sin tener visiones futuras, pero más que nada anhelaba encontrarme, llevo perdida tanto tiempo, ni siquiera sé en realidad si son meses o años, o tal vez solo es un día, perdí la noción del tiempo completamente. Destrozada y de rolillas, sintiendo el viento frio, correr por mi rostro, secando mis lágrimas, comencé a cavar con mis propias uñas, con la firme idea de llegar al centro de todo esto, encontrar en las raíces estos árboles extraños, la llave de la felicidad, y el descanso. Escarbé, y escarbé, hasta quedar exhausta, pareciera que no tengo tanta fuerza, aun así, ya había hecho un hoyo de un metro aproximadamente, a pesar de estar cansada, y querer detenerme, continúe, esta vez no le hice caso a mi cuerpo ni a mis brazos, solo seguí, de todas formas siempre estoy cansada, no importaba que el día de hoy, me cansará un poco más. Vi como cayó la noche, mientras seguía en mi ardua labor, para distraerme pensaba en historias, en diálogos, en explicaciones, por si alguien llegará a descubrirme en este estado, intentando descubrir el fondo de la tierra. De repente mi cuerpo no respondió más intenté preguntarle qué sucedía, pero simplemente ya no quería hablar conmigo, estaba enojado por haberlo forzado a trabajar sin descanso. Sin darme cuenta había hecho un hoyo que alcanzaba a cubrirme completamente, y del cual no

podía salir, a menos que alguien desde fuera me ayudase, a pesar de eso no me preocupé, me quedé ahí, decidí sentarme y descansar un poco, viendo las estrellas adornar los arboles morados. Observé las lombrices que estaban en la tierra, y sentí que a pesar de estar perdida, estaba cada vez más cerca de encontrarme, por primera vez después de mucho tiempo, tuve sueño, desafortunadamente esta vez, no había una cama cálida donde recostarme, solo tierra, con espacio suficiente para estar sentada. El cansancio y el sueño se apoderaron de mí y poco a poco, fui cayendo, quedé en posición fetal, a pesar del espacio reducido y la incómoda postura, estaba tranquila, respiraba lento, y sentía los parpados cansados, entonces sentí gotas de lluvia que llegaban a mi rostro y a mi cuerpo. Abrí los ojos, y vi el cielo de nuevo, ya no había estrellas, nubes llorando era lo único que podía observar. Con mi vista en el cielo y en las copas de los arboles meciéndose al viento, me vi, ahí estaba “mi yo”, viéndome, pensé en levantarme y pedirle que me ayudará a salir pero estaba tan cómoda que descarté la idea por completo. Después “mi yo”, comenzó a arrojar la tierra que había tardado en sacar, sobre mí, sentía la tierra mezclarse con la lluvia, y de repente ya no pude ver nada, me había cubierto por completo. Sentí como se acercaba y me abrazaba, mientras yo caía en las manos del sueño oía que murmuraba en mi oído, jamás me he perdido, tenía que ayudarte a encontrar tu destino, sus palabras tenían tanta

paz, que los grillos que habitaban en mis tímpanos se callaron un momento; y proseguía diciendo, solo las personas que ven arboles morados, están destinadas a convertirse en semillas, para crear más arboles morados, por eso no todos ven el verdadero color de los arboles. Con sus últimas palabras, caí en un sueño profundo.

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