035 Fa El Yo Fariseo

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EL YO FARISEO Te m a r i o F a s e A

«Jesús el Cristo, dijo: "Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era Fariseo y el otro Publicano. El Fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este Publicano; Ayuno dos veces a la semana, doy diezmo de todo lo que gano. Más el Publicano estando lejos, no quería ni levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios sé propicio a mí, pecador". Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido". (LUCAS XVIII, 10-14)»... Samael Aun Weor

A U M TAT S AT TA N PA N PA Z

h t t p : / / w w w. g n o s i s . g a SABIDURÍA, AMOR, PODER

Venerable Maestro Samael Aun Weor Buddha Maitr Maitreya eya Kalki A Avatara vatara de la Nueva Era de Acuario

Samael Aun Weor

EL YO FARISEO La resistencia es la fuerza opositora. La resistencia es el arma secreta del ego. La resistencia es la fuerza psíquica del ego opuesta a la toma de conciencia de todos nuestros defectos psicológicos. Con la resistencia, el ego tiende a salirse por la tangente y postula disculpas para callar o tapar el error. Por la resistencia, los sueños se tornan difíciles de interpretar y el conocimiento que se quiera tener sobre sí mismos se torna nublado. La resistencia actúa sobre un mecanismo de defensa que trata de omitir errores psicológicos desagradables, para que no se tenga conciencia de ellos y se continúe en la esclavitud psicológica. Pero, en realidad de verdad, tengo que decir que existen mecanismos para vencer la resistencia y éstos son: 1. Reconocerla. 2. Definirla. 3. Comprenderla. 4. Trabajar sobre ella. 5. Vencerla y desintegrarla por medio de la Súper Dinámica Sexual. Mas el ego luchará durante el análisis de la resistencia para que no sean descubiertas sus falacias, que pone en peligro el dominio que él tiene sobre nuestra mente. En el momento de la lucha del ego hay que apelar a un poder superior a la mente, el cual es el fuego de la serpiente Kundalini de los indostanes.

Capítulo I: La resistencia La Revolución de la Dialéctica V. M. Samael Aun Weor Sofismas, son los falsos razonamientos que inducen al error y que son gestados por el ego en los cuarenta y nueve niveles del subconsciente. El subconsciente es el sepulcro del pasado sobre el cual arde la llama fatua del pensamiento y en donde se gestan los sofismas de distracción; éstos llevan al animal intelectual a la fascinación, y por ende, al sueño de la conciencia. Lo que está guardado dentro del sepulcro es podredumbre y huesos de muertos, mas la losa sepulcral es muy bonita y sobre ella arde fatalmente la llama del intelecto. Si queremos disolver el yo, tenemos que destapar el sepulcro subconsciente y exhumar todos los huesos y la podredumbre del pasado. Muy bonito es el sepulcro por fuera, pero por dentro, es inmundo y abominable; necesitamos volvernos sepultureros.

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Insultar a otro, herirle en sus íntimos sentimientos, humillarle, es cosa muy fácil cuando se trata, dizque de corregirle para su propio bien. Así piensan los iracundos, aquellos que creyendo no odiar, odian sin saber que odian. Muchas son las gentes que luchan en la vida por ser ricos. Trabajan, ahorran y se esmeran en todo, pero el resorte secreto de todas sus actividades es la envidia secreta, la que se desconoce, la que no sale a la superficie, la que permanece guardada en el sepulcro del subconsciente. Es difícil hallar en la vida a alguien que no envidie la bonita casa, el flamante automóvil, la inteligencia del líder, el hermoso traje, la buena posición social, la magnífica fortuna, etc. Casi siempre los mejores esfuerzos de los ciudadanos tienen como resorte secreto a la envidia. Muchas son las gentes que gozan del buen apetito y aborrecen la glotonería, pero comen siempre mucho más allá de lo normal. Muchas son las gentes que vigilan a su cónyuge exageradamente, pero aborrecen los celos. Muchos son los estudiantes de ciertas escuelas pseudo-esotéricas y pseudo-ocultistas que aborrecen las cosas de este mundo y no trabajan en nada porque todo eso es vanidad, pero son celosos con sus virtudes y jamás aceptan que alguien les califique de perezosos. Muchos son los que odian la lisonja y la alabanza, pero no tienen inconveniente en humillar con su modestia al pobre poeta que les compuso un verso con el único propósito de conseguir una moneda para comprar un pan. Muchos son los jueces que saben cumplir con su deber, pero también son muchos los jueces que con la virtud del deber han asesinado a otros. Fueron numerosas las cabezas que cayeron en la guillotina de la Revolución Francesa. Todos los verdugos cumplen con su deber y ya son millones las víctimas inocentes de los verdugos. Ningún verdugo se siente culpable, todos cumplen con su deber... Las cárceles están llenas de inocentes, pero los jueces no se sienten culpables porque están cumpliendo con su deber. El padre o la madre de familia, llenos de ira, azotan y dan de palos a sus pequeños niños, pero no sienten remordimiento porque están, dizque cumpliendo con su deber y todo aceptarían menos que se les calificara de crueles. Sólo con la mente quieta y silente, sumergidos en profunda meditación, podremos extraer de entre el sepulcro del subconsciente toda la podredumbre secreta que cargamos dentro. No es nada agradable ver la negra sepultura con todos los huesos y podredumbre del pasado. Cada defecto escondido huele feo dentro de su sepultura, pero viéndolo resulta fácil quemarlo y reducirlo a cenizas. El fuego de la comprensión reduce a polvo la podredumbre del pasado. Muchos estudiantes de Psicología, cuando analizan el subconsciente, cometen el error de dividirse entre analizador y analizado, intelecto y subconsciente, sujeto y objeto, perceptor y percibido. 3

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Esos tipos de división son los sofismas de distracción que nos presenta el ego. Estos tipos de división crean antagonismos y luchas entre intelecto y subconsciente, y donde hay luchas y batallas no puede haber quietud y silencio de la mente. Sólo en la quietud y silencio mental podemos extraer de entre la negra sepultura del subconsciente toda la podredumbre del pasado. No digamos mi yo tiene envidia, odio, celos, ira, lujuria, etc., mejor es no dividirnos, mejor es decir: yo tengo envidia, odio, celos, ira, lujuria, etc. Cuando estudiamos los Libros Sagrados de la India, nos entusiasmamos pensando en el Supremo Brahatman y en la unión del Atman con el Brahatman; pero, realmente, mientras exista un yo psicológico con sus sofismas de distracción, no podemos lograr la dicha de unirnos con el Espíritu Universal de Vida. Muerto el yo, el Espíritu Universal de Vida está en nosotros como la llama en la lámpara. Capítulo I: Los sofismas de distracción La Revolución de la Dialéctica V. M. Samael Aun Weor

Reflexionando un poco sobre las diversas circunstancias de la vida, bien vale la pena comprender seriamente las bases sobre las cuales descansamos. Una persona descansa sobre su posición, otra sobre su dinero, aquella sobre el prestigio, esta otra sobre su pasado, esta otra sobre tal o cual título, etc., etc., etc. Lo más curioso es que todos, ya sea rico o mendicante, necesitamos de todos y vivimos de todos, aunque estemos inflados de orgullo y vanidad. Pensemos por un momento en lo que puedan quitarnos. ¿Cuál sería nuestra suerte en una revolución de sangre y aguardiente?, ¿En qué quedarían las bases sobre las cuales descansamos?, ¡Hay de nosotros, nos creemos muy fuertes y somos espantosamente débiles! El "Yo" que siente en sí mismo la base sobre la que descansamos, debe ser disuelto si es que en realidad anhelamos la auténtica Bienaventuranza. Tal "Yo" subestima a las gentes, se siente mejor que todo el mundo, más perfecto en todo, más rico, más inteligente, más experto en la vida, etc. Resulta, muy oportuno citar ahora aquella parábola de Jesús el Gran KABIR, acerca de los dos hombres que oraban. Fue dicha a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros. Jesús el Cristo, dijo: "Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era Fariseo y el otro Publicano. El Fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este Publicano; Ayuno dos veces a la semana, doy diezmo de todo lo que gano. Más el Publicano estando lejos, no quería ni levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios sé propicio a mí, pecador". Os digo que éste descendió a su casa justificado

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antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido". (LUCAS XVIII, 10-14) Empezar a darse cuenta de la propia nadidad y miseria en que nos encontramos, es absolutamente imposible en tanto exista en nosotros el concepto ese del "Más". Ejemplos: Yo soy más justo que aquél, más sabio que fulano, más virtuoso que zutano, más rico, más experto en las cosas de la vida, más casto, más cumplidor de sus deberes, etc., etc., etc. No es posible pasar a través del ojo de una aguja mientras seamos "ricos", mientras en nosotros exista ese complejo del "Más". "Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios". Eso de que mi escuela es la mejor y que la de mi prójimo no sirve; eso de que mi Religión es la única verdadera y que todas las demás son falsas y perversas; eso de que la mujer de fulano es una pésima esposa y de que la mía es una santa; eso de que mi amigo Roberto es un borracho y que yo soy un hombre muy juicioso y abstemio, etc., etc., etc., es lo que nos hace sentirnos ricos; motivo por el cual somos todos los "CAMELLOS" de la parábola bíblica con relación al trabajo esotérico. Es urgente auto-observarnos de momento en momento con el propósito de conocer claramente los fundamentos sobre los que descansamos. Cuando uno descubre aquello que más le ofende en un instante dado; la molestia que le dieron por tal o cual cosa; entonces descubre las bases sobre las cuales descansa psicológicamente. Tales bases constituyen según el Evangelio Cristiano "las arenas sobre las cuales edificó su casa". Es necesario anotar cuidadosamente como y cuando despreció a otros sintiéndose superior tal vez debido al título o a la posición social o a la experiencia adquirida o al dinero, etc., etc., etc. Grave es sentirse uno rico, superior a fulano o a zutano por tal o cual motivo. Gente así no puede entrar al Reino de los Cielos. Bueno es descubrir en que se siente uno halagado, en que es satisfecha su vanidad, esto vendrá a mostrarnos los fundamentos sobre los que nos apoyamos. Sin embargo, tal clase de observación no debe ser cuestión meramente teórica, debemos ser prácticos y observarnos cuidadosamente en forma directa, de instante en instante. Cuando uno comienza a comprender su propia miseria y nadidad; cuando abandona los delirios de grandeza; cuando descubre la innecesidad de tantos títulos, honores y vanas superioridades sobre nuestros semejantes, es señal inequívoca de que ya empieza a cambiar. Uno no puede cambiar si se aferra a eso que dice: "Mi casa". "Mi dinero". "Mis propiedades". "Mi empleo". "Mis virtudes". "Mis capacidades intelectuales". "Mis capacidades artísticas". "Mis conocimientos". "Mi prestigio" etc., etc., etc.

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Eso de aferrarse a lo "Mío" a "Mí", es más que suficiente como para impedir reconocer nuestra propia nadidad y miseria interior. Uno se asombra ante el espectáculo de un incendio o de un naufragio; entonces las gentes desesperadas se apoderan muchas veces de cosas que dan risa; cosas sin importancia. ¡Pobres gentes!, Se sienten en esas cosas, descansan en tonterías, se apegan a eso que no tiene la menor importancia. Sentirse a sí mismos por medio de las cosas exteriores, fundamentarse en ellas, equivale a estar en estado de absoluta inconsciencia. El sentimiento de la "SEIDAD", (El SER REAL), sólo es posible disolviendo a todos esos "YOES" que en nuestro Interior llevamos; antes, tal sentimiento resulta algo más que imposible. Desgraciadamente los adoradores del "YO" no aceptan esto; ellos se creen Dioses; piensan que ya poseen esos "Cuerpos Gloriosos" de que hablara Pablo de Tarso; suponen que el "YO" es Divino y no hay quien les quite tales absurdos de la cabeza. Uno no sabe qué hacer con tales gentes, se les explica y no entienden; siempre aferrados a las arenas sobre las cuales edificaron su casa; siempre metidos en sus dogmas, en sus caprichos, en sus necedades. Si esas gentes se auto-observaran seriamente, verificarían por si mismos la doctrina de los muchos; descubrirían dentro de sí mismos a toda esa multiplicidad de personas o "Yoes" que viven dentro de nuestro interior. ¿Cómo podría existir en nosotros el real sentimiento de nuestro verdadero SER, cuando esos "Yoes" están sintiendo por nosotros, pensando por nosotros? Lo más grave de toda esta tragedia es que uno piensa que está pensando, siente que está sintiendo, cuando en realidad es otro el que en un momento dado piensa con nuestro martirizado cerebro y siente con nuestro adolorido corazón. ¡Infelices de nosotros!, Cuántas veces creemos estar amando y lo que sucede es que otro dentro de sí mismos lleno de lujuria utiliza el del corazón. ¡Somos unos desventurados, confundimos a la pasión animal con el amor!, y sin embargo es otro dentro de sí mismos, dentro de nuestra personalidad, quien pasa por tales confusiones. Todos pensamos que jamás pronunciaríamos aquellas palabras del Fariseo en la parábola bíblica: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres", etc., etc., etc. Sin embargo, y aunque parezca increíble, así procedemos diariamente. El vendedor de carne en el mercado dice: "Yo no soy como los otros carniceros que venden carne de mala calidad y explotan a la gente". El vendedor de telas en la tienda exclama: "Yo no soy como otros comerciantes que saben robar al medir y que se han enriquecido".

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El vendedor de leche afirma: "Yo no soy como otros vendedores de leche que le ponen agua a la misma. Me gusta ser honrado". La señora de la casa comenta en visita, lo siguiente: "Yo no soy como fulana que anda con otros hombres, soy gracias a Dios persona decente y fiel a mi marido". Conclusión: Los demás son malvados, injustos, adúlteros, ladrones y perversos y cada uno de nosotros una mansa oveja, un "Santito de Chocolate" bueno para tenerlo como un niño de oro en alguna iglesia. ¡Cuán necios somos!, pensamos a menudo que nunca hacemos todas esas tonterías y perversidades que vemos hacer a otros y llegamos por tal motivo a la conclusión de que somos magnificas personas, desgraciadamente no vemos las tonterías y mezquindades que hacemos. Existen extraños momentos en la vida en que la mente sin preocupaciones de ninguna clase reposa. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en silencio, adviene entonces lo nuevo. En tales instantes es posible ver las bases, los fundamentos, sobre los cuales descansamos. Estando la mente en profundo reposo interior, podemos verificar por sí mismos la cruda realidad de esa arena de la vida, sobre la cual edificamos la casa. (Véase Mateo 7, Versículos 24-25-26-27-28-29; parábola que trata de los dos cimientos). Capítulo XXVII: El Publicano y el Fariseo Psicología Revolucionaria V. M. Samael Aun Weor

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