Jean- COMAROFF John Lm COMAROFF Violencia y ley en la poscolonia: una reflexion sobre las complicidades Norte-Sur -7
Obsesiones criminales despues de Foucault: poscolonialismo, vigilancia policial y la metafisica
deldesorden
Vialencia y ley en la pascalania: una reflexi6n sabre las camplicidades Norte-Sur· l
Durante los Ultimos anos, las descripciones de las naciones poscoloniales se han convertido en una terrorifica epopeya de anarquia y violencia, anadiendo un tone brutal a los arquetipos europeos de sub desarrollo, abyecci6n y conflictos etnicos. Ninos bandoleros en Africa, senores de la droga en los paises andinos, pirate ria intelectual en China y fraude electr6nico en la India se suman a un panorama de la politica y la economia grotescamente desolador: una pesadilla de gobiernos disolutos, de profanaci6n
* Esta conferencia tuvo lugar en el Centro de Cultura
1
Contemponinea de Barcelona (CCCB) el6 de octubre de 2006 dentro del cicio "Traducir eI mundo a partir de Africa". EI presente texto es una version corregida y muy resumida del prologo y la introduccion a nuestro volumen publicado Law and Disorder in the Postea/any (University of Chicago Press, 2006).
Estado. Tanto es asi que en 1995, en un informe oficial frances se aseguraba que comenzaba a ser dificil distinguir entre los regimenes en el poder
en ellas? lAcaso el uso de guiones sobre el que se han erigido -esto es, la des-articu1acion entre 10 post- y 10 colonial- hace referencia a una transici6n de las que marcan un hito, a una liminalidad rabelesiana? lAcaso las poscolonias estan viviendo ejemplos de la celebre maxima de Marx (1936: 824) segllll la cualla violencia "es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrafias otra nueva", mas aun, de "todo cambio en la historia y en la politica"?
yel crimen organizado. Y que ambos se habian tornado excesivamente violentos. Atnis quedaron los simp
lO bien la suya es una condici6n permanente, un despliegue de larga duraci6n en el que los estados modernos instaurados con la "descolo-
estomago": un sentido mas siniestro de la "criminalizacion" ha pas ado a caracterizar la ultima epoca de la lamentable historia del sur global.
nizaci6n" ya no resisten frente ala privatizaci6n de casi todo, al creciente desorden y a la pujante anarquia? La respuesta instintiva a todas estas
Todo ello plantea un problema, una suposicion y una paradoja, en este preciso orden.
preguntas, segun los especialistas criticos, los intelectuales publicos conservadores y los me-
de la ley, del recurso rutinario a la violencia como medio de produccion; una pesadilla, tambien, en la que la linea que separa al politico del delincuente se difumina hast a desaparecer por completo. En Africa, todo esto se refleja en trilladas metaforas sobre la maleficencia: "cleptocnhico" es ahora un adjetivo aceptado del
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En primer 1ugar nos ocuparemos del proble-
dios de comunicaci6n populares -que es donde
ma. lEstan realmente las poscolonias de Africa, Asia, Europa 0 America Latina mas sumidas en la violencia desordenada, los tejemanejes inciviles y el terror incontrolado que los demas estados-naci6n del siglo XXI?tSe estan hundiendo aun mas en el caos? tHay alguna caracteristica que permita distinguir las clases de criminalidad, coacci6n y corrupcion que hay
surge la suposici6n- es que S1. Si, en las poscolonias reina un desorden excesivo y particular. Si, se estan hundiendo aun mas en el caos. Si, esto parece ser un estado cronico. La prueba es evidente. No se presta suficiente atenci6n a la posibilidad de que se trate de algo mas profundo, algo inherente ala coyuntura de violencia, soberania e i-legalidad que existe en todas
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partes; y tambien de c6mo un lenguaje de la criminalidad y una metafisica del desorden han incidido en la imaginaci6n social, tifiendo
de su soberania, a concederla en franquicia o a doblegarla a su voluntad. ~C6mo podemos interpretar todo esto? ~Por
percepciones de la identidad y la exclusi6n, asi como los medios y los fines de la politi ca. Ai mismo tiempo, yaqui es donde parece
un lado, el excesivo caos de las poscolonias, reales o imaginarias, y, por el otro, su fetichismo con la ley? ~Esesto realmente una paradoja
residir la paradoja, muchas poscolonias convierten en fetiche la ley, sus metodos y sus medios. Incluso cuando se ridiculizan, caricaturizan,
o simplemente aspectos distintos de un solo fen6meno? Recientemente, Sandy Robertson nos ha recordado que durante mucho tiempo la
suspenden 0 embargan, estos metodos y medios suelen ser fundamentales para la vida diaria de la autoridad y de la ciudadania, para la interacci6n
corrupci6n ha sido considerada un subproducto de las mismas normas que pretenden regular la relaci6n de las personas con los cargos que
de los estados y los individuos, las leyes, las sustituciones y las tomas de poder. Sin cesar se redactan nuevas constituciones, se hacen llamamientos
ocupan. En este sentido, Nue podriamos extraer de la tesis de Walter Benjamin (1978) -reforrnulada por Derrida (2002) y Agamben
a los derechos, se reinventan democracias de procedimiento y se presentan demandas por injusticias. Y sin cesar tambien, los gobiernos, los grupos de composici6n diversa y las coaliciones de intereses recurren al sistema juridico para resolver sus diferencias. Como veremos, incluso
(1998)- segun la cualla violencia y la ley,
10 Ietal y 10 legal, se complementan? Comencemos con una excursi6n al aparente coraz6n de las tinieblas, para examinar sus implosivos interiores.
el pasado es rebatido ante jueces tocados con peluca, a menudo a traves del torturado lenguaje de los agravios. Y todo ello pese al hecho de que cada vez hay mas gob ern antes que se muestran dispuestos a suspender la ley en nombre de una emergencia 0 una excepci6n, a hacer caso omiso
Ai hablar de las poscolonias africanas, Achille Mbembe
(2001)
sostiene que en to do el alboroto
sobre la criminalizaci6n del Estado se pasa por alto algo mas importante: el surgimiento de un "gobierno indirecto privado", una caricatura de la liberalizaci6n en la que las normas antiguas de patrocinio y un fragmento de redistribuci6n clientelista como la soberania se difuminan en formas privatizadas de poder y acumulaci6n; un poder arraigado en el control bruto sobre la vida y la muerte. Esta alteraci6n ha ido acompafiada de un cambio en la vinculaci6n de Africa al orden global: no se ha marginado el continente, sostiene Mbembe, sino que se 10 ha enredado en una economia paralela y paria de escala internacional. Muchos han visto analogias en otras partes: en la
La descripci6n que hace Mbembe de un "gobierno indirecto privado" se corresponde con el pesimismo.popular acerca del malestar yel caos que plagan las ex colonias. Aqui, Africa conserva la pole position al haber sido eliminada del mapa de los futuros globales por medios de comunicaci6n escritos como The Economist y por la paliza diaria del reportaje televisual. Esto ha suscitado el contraargumento segun el cuallas condiciones en el continente no son tan apocalipticas como se presentan ni tan excepcionales desde el punto de vista planetario, yen cambia, suponen un "mayor negocio". Y un buen negocio. Un informe reciente del Banco
antigua Uni6n Sovietica, donde la corrupci6n concentrada en el Estado ha dado paso a una "batalla campal", convirtiendo el delito en "una industria importante"; tambien en America Latina, donde se dice que la anarquia epidemica ha acompafiado la "ala democratica", uniendo las redes criminales locales con las transnacionales y
Mundial muestra que la inversi6n extranjera directa en el sur del Sahara "arroj6 los mayores ingresos del mundo en 2002".2 Par supuesto, se observa una "nueva rebatifia por Africa"
convirtiendo barrios urbanos pobres en campos de batalla. El "Brasil demowitico -afirma Nancy Scheper-Hughes (2006)- presenta el perfil de una naci6n en guerra". AI parecer, la criminalidad con violen cia se ha convertido en un rasgo endemico de la condici6n poscolonial.
2 Un resumen de este informe esta disponible en la web del Global Policy Forum; vease: "Africa 'Best for Investment"', <www.globalpolicy.org/socecon/develop/africa/2oo3/ 04oSfdi.htm>, publicado ell de mayo de 2005. Esto traza desconcertantes paralelismos con momentos anteriores de la extracci6n colonial, dadas las reticencias de las corporaciones occidentales a la hora de ver eI continente como un lllgar de desarrollo econ6mico allt6nomo.
entre los estados-naci6n del norte en busca de diamantes, petr6leo y coltan. Estas busquedas
neocoloniales cosechan enormes ingresos en la intersecci6n de las economias carentes de recursos y de legislaci6n, desdibujando la linea que separa los beneficios de la rapina. Tambien afectan a la producci6n indigena de riqueza, reclutando a agentes locales, incluso a senores
problemas de nuestro neomundo feliz, apenas han logrado reducir ese desorden, sino 10 contrario. No s6lo han negado el botin de la privatizaci6n, sino que han ten dido a recurrir a unas
de la guerra, para allanar el camino a sus empre-
tecnicas mas descaradamente militares para sobrevivir 0 para sacar tajada. Muchos regimenes vigentes han cedido su monopolio por
sas, a menudo a traves de procedimientos ilegales. Hace poco, investigadores de los Estados
coacci6n a contratistas privados que rob an e imponen su voluntad. En algunos contextos
Unidos y de Nigeria analizaron acusaciones segun las cuales una serie de empresas intemacionales, incluida una filial de Halliburton, habian pagado sustanciosas cantidades a modo de sobomo para asegurarse un contrato que les permitiera constmir una planta de gas natural licuado de cuatro mil millones de d6lares en la costa del Africa occidental, rica en petr6leo.3
african os, asiciticos y latinoamericanos, el bandolerismo se confunde con una guerra de baja intensidad como forma de acumular riqueza y lealtad, produciendo nuevas cartografias de desorden: terrenos poscoloniales sobre los que los espacios de privilegio se comunican
Todo esto enturbia las geografias de violencia criminal que configuran el mundo poscolonial. A menudo el desorden resulta ser una compleja colaboraci6n entre el Norte y el Sur. La liberalizaci6n y la democracia, las panaceas
y un control gubemamental minimo. Aqui el alcance del Estado es desigual y el paisaje un palimpsesto de soberanias contestadas -una compleja coreografia de policia y paramilitares, seguridad privada y comunitaria, bandas y escuadras de vigilantes, salteadores de caminos y ejercitos forajidos-. Tampoco aqui hay ningun medio de comunicaci6n serio: los mmores son
impuestas por Washington para solventar los 3 "Corruption Clouds Nigeria's Growing Gas Business", Steve Inskeep, NPR, edici6n matinal, 26 de agosto de 2005, , publicado el31 de agosto de 2005·
por medio de estrechos pasillos que se extienden a traves de zonas de conflicto, incertidumbre
un medio tan bueno como cualquier otro para detectar el peligro oculto bajo la superficie de
las casas. Pero la violencia caprichasa tambien puede sedimentarse y generar modelos de agresi6n tristemente previsibles. Asi, la violaci6n en
en la extracci6n-Ios preparan bien para los mercados decadentes fomentados por Ia liberalizaci6n. Asi, frente a los subsidios
la Republica Sudafricana, la matanza de j6venes sin techo en Brasil, la masacre sectaria en Sri
y Ios aranceles que han alimentado Ia industria agropecuaria, muchos productores marginales
Lanka, etc., ponen de manifiesto la existencia
ya no obtengan provecho de las preocupaciones geoestrategicas de la Guerra Fda. Pero lesvienen
hall an una cota competitiva en 10 que se cons idera cultivo de contrabando. Las empresas efervescentes y agresivas florecen, por ejemplo, alli donde crecen las amapolas y Ia coca, o donde se extrae concentrado de 6xido de uranio 0 diamantes ensangrentados. Y alIi donde se encuentran gustos refinados por 10 ex6tico y 10 ilegal surgen nichos de mercado especializados en especies en peligro de extinci6n y personas y cosas protegidas: antiguedades y 6rganos vitales, bebes, trabajadores sexuales
bien las ayudas de los don antes yel comercio global que no cuestiona nada; en especial, el comercio con los bandoleros de las empresas
y novias por encargo via correo electr6nico. Las economias decadentes tambien estan ampliando sus sectores de servicios. Aqui tam-
europeas, como Mark Thatcher y sus compinches, quienes aiiaden chanchullos poscoloniales a la rebatiiia por los botines tropicales. Las
bien Ios habitantes poscoIoniaIes encuentran trabajo cuando los empleos convencionales son pocos. El trabajo mas obvio en este ambito es el transporte de mercancias de contrabando: asi, los antiguos centros de almacenaje y distribuci6n como Togo, Gambia, Benin y Somalia se han transform ado en "estados de contrabando". Pero la revoluci6n digital tambien ha abierto
de regimenes brutales. Sin embargo, las zonas de liberalizaci6n tambien son espacios de oportunidad, inventiva y especulaci6n ilimitadas. Resulta evidente que la liberalizaci6n y la democratizaci6n no han eliminado las oligarquias a la antigua usanza. Simplemente han modificado los recursos y la ret6rica a su disposici6n. Es posible que los clept6cratas
mismas cualidades que perjudican alas poscoIonias en el mundo empresarial-el hecho de que sus pasados coloniales les garantizaban unos sectores burgueses muy pequeiios, bajos niveles de habilidad formal y economias basadas
nuevas oportunidades en la intersecci6n entre 10licito y 10 criminal. Mientras muchos surefios carecen de los medios adecuados para nave gar por las vias nipidas de la economia del conocimien to, cada vez son mas 10sque han encontrado nichos rentables haciendo de la marginaci6n
En una era en la que los beneficios dependen mas que nunca de la capacidad para controlar la migraci6n de larga distancia de las personas y las cosas, a menudo los intereses del capital pasan por delante de 10s intereses de las naciones-Estado, que deb en crear engorrosas
una virtud. Prueba de ella, por ejemplo, es el espectacular aumento en la India de la subcontrataci6n de 10s servicios de la tecnologia de la informaci6n y el telemarketing. Pero tambien se esta extendiendo el negocio de los ciberdelitos yel robo de datos que se alimenta de la disper-
formas de gobernar a distancia regulando las identidades de plastico y papel de sus individuos. Estos simulacros son los que, literalmente,
si6n y la liberalizaci6n de la informaci6n
de la capacidad para moverse con rapidez, la capacidad para producir el material necesario para la movilidad de la ciudadania ha caido en manos de estados fantasma delictivos, por
privada, y 10s instrumentos virtuales que sirven para verificar la propiedad y hacer circular la riqueza. De ahi las fabricas que han surgido en Asia, junto alas empresas de explotaci6n en masa, que se dedican a suministrar documentos de identidad falsos y tarjetas de credito expertamente clonadas a quienes perpetran por todo el planeta 10 que se denomina con gran acierto "fraude plastico". Parece ser que el antiguo Tercer Mundo ha acaparado el mercado de la fabricaci6n de falsificaciones de todo tipo imaginable, sin excluir los documentos de identidad falsos y las monedas de curso legal. Esto no es ninguna sorpresa.
controlan la capacidad para cruzar fronteras y desplazarse de un lugar a otro. AlIi donde la aspiraci6n, e incluso la supervivencia, depende
emplear la expresi6n de Derrida (1994: 83), de aquellos que imitan y donan las formas de autoridad burocratica. De ahi la inmensa industria especializada en la fabricaci6n de documentos de identidad falsos, certificados de matrimonio, pasaportes, titulos universitarios, biografias personales y archivos. Se trata de una industria que muestra una asombrosa sintonia con la convenci6n social y con las ultimas tecnologias de autentificaci6n, una industria que crece tan deprisa que, segun algu-
nos recuentos, un tercio del dinero que circula actualmente es falso. lQue conclusi6n puede extraerse de todo esto? Pues que se ha acabado asociando las poscolonias con una modernizaci6n falsa, sui generis, con la creaci6n de documentos ficticios, objetos falsos y el robo de la propiedad intelectual. La mimesis, legitim a y de otra indole, siempre se ha proyectado hacia Europa, naturalmente, marcando la distancia entre la civilizaci6n y sus imitadores. Pero los tiempos cambian. En la era poscolonial, las copias proclaman su independen cia y circulan por su cuenta. La revoluci6n electr6nica ha dispersado los medios de reproducci6n mecanica y de acceso a los productos patentados en Occidente. Replicas descaradas que se venden a precios muy reducidos revelan un concepto fundamental en la cultura del capitalismo euromoderno: que sus significantes pueden ser fijados por orden privada 0 estatal, que sus ediciones pueden ser limitadas y su conocimiento registrado como un logro unico. Las marcas, una afirmaci6n del monopolio sobre la circulaci6n de determinados tipos de valor, incitan a la clonaci6n; eHo se debe a que en la copia se materializa parte de la esencia del "articulo autentico". Con permiso de Benjamin,
el aura de la producci6n masiva no extingue simplemente su singularidad y su valor. Asi, anuncios recientes que Hegan desde Malasia a traves de Internet ofrecen Rolex de "alta calidad", con logotipo incluido, a140% del precio de otras imitaciones no autorizadas. 0 bien la idea, muy comun en la Republica Sudafricana y en Asia, de la "falsificaci6n genuina", la cual, ir6nicamente, subraya su distinci6n y su valor reforzando los del original. Sin lugar a dudas, la ingenuidad con la que se fabrican las falsificaciones "de calidad" las han convertido en formas esteticas y en objetos de comercio habitual para quienes las crean y las consumen. Los fabricantes de articulos falsos no pretenden hacer creer que sus productos son autenticos; se aprovechan del aura de una "marca" del primer mundo y se apoderan de los medios necesarios para crear una replica. Para los adolescentes africanos o asiaticos, las falsificaciones de calidad Henan un vacio existente entre los deseos globales y la escasez inmediata. Lo que interviene en este caso no es tanto un desafio ala autoridad cuanto el descubrimiento de formas innovadoras de acceder, dispersar y reorientar el flujo del valor. La empresa que mueve esta clase de falsificaci6n hace pensar en una observaci6n de Beatrice
Hibou a proposito de Africa (1999: 105). La fabricacion de fa1sificaciones, dice Hibou, no revela tanto una propension ,al delito cuanto una prueba de 1asposibi1idades creativas de 10s juegos de azar, de una cultura del engafio productivo. Un arquetipo de esto es el celebre timo nigeriano conocido como "419", que a su vez es
Esta clase de culturas del chanchullo no solo se dirigen a1exterior. Tambien invaden el tejido social y sacan provecho de una "crisis de valores" que se observa sobre todo en las poscolonias, que han sufrido un reajuste estructura1, hiperinflacion y espectaculares devaluaciones de 1a moneda. AI diso1ver las re1aciones comunmente
una imitacion poscolonial basada en el fraude norteamericano creado por Francis Drake durante la decada de 1930. Como todo el mundo
aceptadas entre 10s significantes y 10 que pretenden significar -como, por ejemplo, entre 10s billetes de banco y e1dinero negociab1e-,
sabe, 1aestratagema comienza con una carta que ofrece a los "inversores" occidentales pingues beneficios por permitir el usa de sus cuentas bancarias para la transferencia al extranjero de
est as convu1siones desestabilizan 10sindices aceptados de rea1idad, y generan espacios inciertos de misterio y magia donde 10s estafadores,
fondos a los que no se puede acceder de otro modo, que a menudo proceden del patrimonio de un vividor como Jonas Savimbi 0 Lauren Kabila. Mediante la invocacion de famosos dictadores, dinero mal habido y movimientos secretos de capital, el engafio explota con astucia los estereotipos europeos de la corrupcion africana. El "419", que toma su nombre de la ley antifraude nigeriana, ha pasado a designar cualquier expropiacion fraudulenta (Apter, 1999); se dice que es la tercer a via, despues del petroleo y los estupefacientes, que aporta moneda extranjera al pais de origen.
1asbrujas, Satan y 10s profetas pentecostales ejercen su oficio. Bajo semejantes condiciones, 10s indicios cobran una extrafia vida propia y parecen cap aces de generar grandes fortunas. En este sentido, existe muy poca diferencia practica entre 1a moneda real y la falsa. Tampoco hay ningun limite para 1afa1sificacion, que a su vez no deja de engendrar mas falsificacion. No cabe duda de que ahora e1propio delito es un objeto frecuente de mimesis de1ictiva. Los secuestros fa1sos de personas y vehicu10s y 10s fa1sos robos son en todas partes una fuente de beneficios en expansion, hasta tal punto que en 1aRepublica Sudafricana existe una unidad
especial de la policia dedicada a ellos. Una vez que se instala una "economia de los trucos sucios", la linea entre 10 falsificado y 10 rocambo-
Ferguson (2006), no son copias borrosas, sino proyecciones, imagenes de uno mismo.
habla del "Estado sombra" 0 "Estado ficticio" de Sierra Leona, donde tiene lugar una Realpolitik de especulaci6n coactiva tras una fachada de respetabilidad administrativa formal. Y Sierra Leona no es el unico caso: la imagen de la sombra -enla que 10 falso se convierte en 10 oficial y la realidad es el saqueo-,
A fin de cuentas, tal como hace tiempo vienen afirmando Philip Abrams (1988), Ralph Miliband (1969) y otros expertos, es posible que el tan cacareado Estado europeo tenga tanto de quimera como de realidad. Cabe afiadir aqui otra observaci6n de caracter general. La resonancia entre la sombra y la falsificaci6n tambien refleja parte de los efectos de la desregulaci6n neoliberal del gobierno, algo que resulta evidente en to do el mundo pero que se acentlla aun mas en el caso de las poscolonias: el contrapunto entre la subcontrataci6n del Estado y la confiscaci6n de la soberania, que no afecta en menor grado al ambito del mantenimiento del orden y la guerra. AI dispersarse, el gobierno deja de ser un mero conjunto de instituciones burocraticas para convertirse en un organismo que regula la concesi6n de licen-
esta empezando a saturar los informes de la economia politica africana. Esta hace referencia
cias y franquicias. Asimismo, esto ofrece nuevas oportunidades, en todos los ambitos, para apo-
a un desdoblamiento, ala existencia de mundos paralelos de gobierno clandestino, soldados
derarse de los activos del Estado y de su visto bueno. En la Republica Sudafricana, Asia, Africa
irregulares y economias ocultas que resucitan antiguas imagenes del continente "negro". Sin embargo, las sombras, como nos recuerda James
y America Latina, estas practicas suelen ser
lesco se difumina cada vez mas. Y asi, el fetiche y la falsificaci6n acaban confundiendose. Volviendo a Nigeria, la falsificaci6n en este pais ha llegado a saturar el propio Estado, generando una politica ilusionista que ha erigido un edificio de "gobierno simulado", censos y planes de desarrollo falsos, e incluso elecciones ficticias (cf. Apter, 1999). De hecho, la burocracia falsa ha aflorado como un tema omnipresente en la politica poscolonial. Asi, William Reno (1995,2000)
descaradamente explicitas: la policia y los funcionarios de aduanas, sobre todo en los paises
donde cobran un sueldo inestable, suelen participar en metodos de extracci6n en los que las insignias de un puesto publico se emplean para elevar las tarifas. Son innumerables los informes de agentes de polida que convierten los puntos de control en cabinas de peaje particulares. En 2002, un equipo del The Economist que viajaba en coche des de Douala, Camerun, hasta una ciudad situada a menos de quinientos kil6metros al sureste, se encontr6 nada menos que con cuarenta y siete controles.4 Tambien suelen obtenerse ingresos haciendose pasar pOl' un representante del Estado: vistiendo falsos uniformes 0, como ya hemos mencionado, usurp an do la producci6n de documentos oficiales de cualquier indole. La disposici6n para explotar los intersticios entre las realidades frontales y subrepticias, asi 4 En una de las paradas, un "policia-Iadr6n" afirm6: "Tengo un arma, de modo que conozco las normas"; vease "The road to hell is unpaved: Trucking in Cameroon'; Economist.com: extracto de la edici6n impresa de The Economist, 19 de diciembre de 2002, ,publica do el8 de agosto de 2005. Asimismo, "Navigating Nigeria's Muddy Landscape'; Steven Inskeep, NPR.org, 24 de agosto de 2005, , publicado el30 de agosto de 2005.
como para apoderarse de chapas de autoridad, podria considerarse un sintoma de la tendencia que se observa en todas partes, bajo el fundamentalismo del mercado, a difuminar las lineas que separan los negocios licitos de los ilicitos. La presi6n pOl' los beneficios ha generado complejisimas articulaciones de producci6n "formal" e "informal". En el oscuro mundo de la subcontrataci6n, 10 informal se confunde con 10 ilicito, ya sea contratando a trabajadores sin papeles, pagando sobornos 0 ejerciendo el contrabando. Esto reafirma nuestra observaci6n anterior sobre las peligrosas relaciones entre el Norte y el Sur, sobre c6mo el respetable comercio metropolitano obtiene ganancias evitando los riesgos y la macula moral del comercio ilegal "al sur de la frontera". La empresa poscolonial puede ser mas 0 menos turbia y salvaje, pero resulta esencial para el funcionamiento del plan global de las cosas. Esto es 10 que subray6 un estudio reciente de Gallup International, que revelaba un repentino aumento de los esfuerzos de las corporaciones multinacionales para obtener valiosos contratos -sobre todo en los ambitos de la defensa y la construcci6n-, mediante el chantaje a funcionarios de las "economias en vias de desarrollo"; los medias
de comunicaci6n occidentales Haman hip6critamente a estos pagos "puestas en marcha informales", "costes de importaci6n" y otros nombres por el estilo. El Jndice Gallup de Pagadores
dades y bonan las lineas de 10 legal al franquear fronteras sociales, nationales y eticas. Resulta tentador observar en to do esto un mapa neocolonial que relaciona los beneficios, la probidad
de Sobornos fue encargado por quince estados para rebatir un estudio realizado para Transparency International, que se centraba en los sobornados, no en los sobornadores, y "demostraba" el predominio de la corrupci6n en los paises "en vias de desarrollo". Gallup descubri6 que las fuentes mas importantes de pagos de sobornos eran Rusia, China, Francia, los Estados Unidos, el Jap6n e Italia, seis miembros del G8, comprometido a "impulsar la prosperidad" en Africa mediante el fomento del comercio y la enadicaci6n de las malas practi-
y la seguridad del Norte con la pobreza, el saqueo y el riesgo del Sur. Sin embargo, esa
cas.5Pero los sobornos invalidan los impulsos: sus beneficios suelen acabar en el Norte, y agotan aun mas los recursos de la fuente pobre. La simbiosis revelada por Gallup entre los tratos manifiestos y los encubiertos, los sob ornadores y los sobornados, implica cadenas de transacci6n que difuminan las responsabili-
sistemas de gobierno no son "anarquicos" en ningun sentido simple. Por el contrario, y como mostraremos mas adelante con mayor detalle, sus politicas y sus culturas populares, incluso sus culturas del bandolerismo, estan impregnadas del espiritu de la ley, un espiritu que es tan fruto del momento como la criminalidad de nueva generaci6n. Observemos, en este sentido, el imp acto en Nigeria de las heroicas i
5 "Corporate Stoppard,
Bribery on the Rise Worldwide", Anthony
Inter Press Service, 14 de mayo de 2002,
glo bal poli cy.0 rg/ na tio nslla un der / general!
2002/0514rise.htm>,
publicado
el8 de agosto de 2005.
geografia no es tan sencilla. Para empezar, ellimite entre el Norte y el Sur es sumamente embrionario. En segundo lugar, los paises como Brasil, la Republica Sudafricana y la India poseen importantes economias formales cuyo funcionamiento llega hasta el Norte. Y, 10 que es mas importante, si bien el neoliberalismo puede haber intensificado la imbricaci6n del crimen organizado, la violencia y la corrupci6n en el tejido social de las poscolonias, estos
hazafias de un bandolero celebre, Lawrence Anini, apodado "La Ley" (Marenin, 1987:261).
El gobierno se preoeup6 tanto -acusando a Anini de suponer una amenaza para el orden yel Estado-, que el presidente cre6 nuevas
argumentos garantizan que la violencia puede eliminarse con violencia; 0 el teleteatro en la Republica Sudafricana, en el que unos
"agencias de seguridad" para proteger ala gente. Y todo ello pese al hecho de que era mayor el peligro que representaba la autoridad soberana
detectives ficticios sorprenden de noche a delincuentes reales en libertad, restaurando un orden social que ala luz del dia resulta fragil
del gobierno que el que suponia Anini. Tanto la angustia como la fascinaci6n provocada por este Robin Hood sefialan la existencia en las poscolonias de una preoeu-
(Comaroff y Comaroff, 2004). Asimismo, los gobernantes comprometidos, que sufren la presi6n que les exige actuar con mana dura, ponen en escena dramas policiales en los que
paci6n por "la ley" y por el ciudadano como individuo legal; una preocupaci6n que crece en proporci6n al aumento del gobierno indirecto privado y de las culturas endemicas de la ilegalidad. Esta preoeupaci6n ha llegado
se ve c6mo "toman me did as" contra delincuentes miticos, y de este modo representan la posibilidad de gobernar frente a un desorden
a oeupar un lugar destacado en los discursos populares. Cuando el gobierno se dispersa y los monopolios sobre la coacci6n se fragmentan, el crimen y la politica proporcionan un rico repertorio de modismos y alegorias con los que tratar, de manera imaginativa, la naturaleza de la soberania y el orden social: las peliculas de acci6n de Nollywood, la enorme industria cinematognifica de Nigeria, en las que las
"la confusi6n primordial entre la ley y el desorden': una distinci6n sobre la que se funda la propia posibilidad de la sociedad (Morris, 2006). Pero, texiste realmente esta confusi6n? tPor que esa preocupaci6n por la legalidad ha llegado a invadir la vida poscolonial y sus representaciones creadas por los medios de comunicaci6n? tPodria tratarse simplemente de una reacci6n racional a unos grados de violencia
fuerzas de la justicia luchan contra forajidos, tanto humanos como sobrenaturales; 0 el atractivo genero de ganster de Hong Kong, cuyos
endemico. AI menos los medios de comunicaci6n libran a su publico, una y otra vez, de
sin precedentes? Y,10 que es mas importante, tcomo podria relacionarse este "problema" con
el aumento de un neoliberalismo que, al reestructurar las relaciones entre el gobierno, la produccion, el mercado y la violencia, parece haber fomentado unas economias delictivas en todas partes? Para tratar este punado de preguntas, centremonos ahora en el fetichismo de la propia ley.
El Estado-nacion moderno siempre se ha erigido sobre un andamiaje de legalidades. Y no solo el Estado-nacion moderno. En la Grecia clasica, segun nos recuerda Arendt (1998: 194-195), "las leyes reran] como las murallas que rodeaban la ciudad". Para Thomas Hobbes (1995: 109), cuyo espectro se cierne sobre las turbulentas superficies de lavida en la poscolonia, "Las 1eyes son los muros del gobierno". Desde la Caida del Muro que marco el fin de la Guerra Fria, 1a ley se ha fetichizado aun mas; asi, en 1a mayoria de las posco10nias se construyen muros mas altos para proteger a 10s ricos del desorden. "La Ley",y no solo nos referimos a1maton nigeriano, se ha convertido en el medio en el
que se representa la politica, se tratan conflictos superando diferencias que de otro modo serian inconmensurables, se garantiza el funcionamiento del mercado "libre" y aparentemente se erige el orden social. En este aspecto, resu1ta sorprendente e1numero de nuevas constituciones nacionales que se redactaron desde 1989: ciento cinco, la mayoria en poscolonias.6 Asimismo, resulta asombrosa la creencia milenaria en su capacidad para atraer form as de gobierno equitativas y basadas en principios eticos. Actualmente funcionan por todo el planeta unos cuarenta y cuatro tribunales constitucionales, 10s maximos arbitros de 1a ley y 1apropiedad ejecutiva. Muchos de ellos gozan de una autentica autoridad: en la India, el maximo tribunal de tierras se hizo tan poderoso a mediados de los noventa que, a decir de todos, era casi el gobierno. Tal como 10 plante a Bruce Ackerman (1997: 2,5), "la fe en 1as constitucio-
6 Este numero se basa en las cifras del WotJd Fact Book del 14 de julio de 2005, <~ttp:ffwww.odci.govfciafpublicationsf factbookffieldsh063.html>, modificado por ultima vez e127 de julio de 2005 . S610incluye los paises que han aprobado constituciones totalmente nuevas (92) 0 los que han reformado dnisticamente las ya existentes (13).
nes esta arrasando el mundo", sobre todo porque su promulgaci6n marca una ruptura radical con el pasado, con sus vergiienzas, sus pesadillas y sus tormentos. Sin embargo, mas que la cantidad de nuevas constituciones, 10 que destaca es un cambio de contenido. Este cambio, segun sostiene David Schneiderman (2000), se debe a una transformaci6n global en el "disefio constitucional" de un Estado capitalista a un modelo neoliberal-producto este de una transformaci6n hist6rica en la relaci6n entre las economias y las politicas del capitalismo de mercado-. Asi pues, mientras las constituciones promulgadas tras la Segunda Guerra Mundial ponian el acento en la soberania parla-
cional. El presidente del Parlamento deberia haber tornado el mando y convocado a elecciones dentro de un plaza de sesenta dias. Aunque los generales podrian haber orquestado facilmente un golpe de Estado, en vez de eso insistieron en que la Legislatura enmendara la constituci6n para pennitir que el hijo fuera presidente. Pero Faure s610 rein6 durante veinte dias. Los estados circundantes del Africa occidental exigieron una observancia de la vieja constituci6n con tanta firmeza que el nuevo presidente acab6 dimitiendo y se convoc6 a una votaci6n nacional. Faure gan6 yen mayo de 2005 prest6 juramento. Asi pues, Togo, gobernada por una extensa empresa familiar, una
mentaria, la discreci6n ejecutiva y la autoridad burocnitica, las mas recientes se centran, aunque irregular mente, en la primada de los derechos civiles y politicos y en el imperio de la ley. Y esto es asi incluso cuando, tal como ya hemos dicho, se viola, atenta, dilata y sustrae tanto su espiritu como su letra. Buena muestra de ello es el caso de Togo, cuyo
mana dura militar y una idea extrafiamente refractada del Espiritu de la Ley, sigue envuelta en la constitucionalidad.7 La historia de Togo resulta reveladora no s610 porque existen muchas otras iguales, sino tambien porque, en comparaci6n con otros escenarios poscoloniales, Africa tiene fama
autoritario y cruel presidente, Eyadema, muri6 inesperadamente en 2005. El ejercito -que, junto con su clan, habia respaldado su poder- puso en su lugar a su hijo Faure, 10 que era inconstitu-
7 Un resumen disponible
utH de estos acontecimientos en Wikipedia
http:// en. wikipedia.org/wiki/Faure_ actualizado
se encuentra
(vease nO 65 arriba),
por ultima vez el
25
Gnassingb%C3 de julio de
%A9,
2005
Gnassingb%C3%A9>.
de no estar comprometida con el constitucionalismo, aunque existan treinta y seis naciones africanas que hayan aprobado nuevas constituciones des de 1989 (ef. Mbaku, 2000: passim; Oloka-Onyango, 2001). Pero el fetichismo de la ley es mucho mas que una fe ilusoria en estas constituciones. Una "cultura de la legalidad" parece estar impregnando la vida cotidiana, convirtiendose en una parte y una parcela de la metafisica del desorden que acecha a todas las poscolonias. En la India rural, por tomar s610 un ejemplo, a los habitantes de los pueblos les cuesta mucho ponerse de acuerdo acerca del c6digo penal, y discuten continuamente sobre la legalidad de las acciones de los funcionarios (Gupta, 1995). El propio termino -"cultura de la legalidad"- aparece en una iniciativa reciente del Estado mexicano, y es la piedra angular de su "programa de educaci6n ala ciudadania".8 En una linea similar, en Sicilia, la mitica cuna 8 Vease , publicado ell de agosto de 2005. Tambien se ha establecido una iniciativa similar, dirigida ala democracia y a los derechos de la ciudadania, para los ninos de las escuelas brasilenas; vease Veloso (2003).
del bandolerismo del Norte, se ha inventado un juego Hamado "Legalopoli". lSu objetivo principal? Fomentar una "cultura de la legalidad".9 Incluso el Vaticano 10 pone en practica. En 1998, ]ubilaeum incluia un articulo titulado "Una fuerte conciencia moral para una cultura de la legalidad" (Torre, 1998). Decia que hemos entrado en una era judicial en la que la humanidad se conoce en virtud de sus d-e-r-e-c-h-o-s, escritos con todas las letras. Sea como fuere, sin dud a se ha producido una explosi6n en el mundo poscolonial de las ONG que velan por la ley. Las misiones civilizadas del nuevo siglo, las ONG -situadas en la intersecci6n entre 10 publico y 10 privadoaniman activamente a los ciudadanos a tratar sus problemas utilizando medios legales. El resultado final es que las personas, incluso aqueHas que infringen la ley, se muestran aun mas pleiteadoras. En la Republica Sudafricana, un fontanero al que hacia poco habian condenado por conducir ebrio demand6 al Departamento de Justicia por haberlo encarcelado cuando tenia derecho a entrar en 9 Legalopoli: The game of legality tiene su propia web: <www.legalopoli.it>.
un programa de rehabilitaci6n. Y conocidos ex alumnos de la lucha por la liberaci6n, miembros de la Asociaci6n de Veteranos Umkhonto we Sizwe, estan litigando en los tribunales por las inversiones de la organizaci6n. En otros tiempos, este conflicto entre el CNA electo se habria solucionado a traves de vias politicas convencionales, sin utilizar la ley como arm a
El imp acto global de las ONG legales es tal que actualmente no resulta raro oir el eurolenguaje de la jurisprudencia en la selva amaz6nica
de combate. Pero entonces, en el pasado, Umkhonto we Sizwe no habria sido una organizaci6n completamente neoliberal, sino mas bien una compania de inversiones para
en los que resulta tan corriente traficar, tanto
1O
sus miembros y una camara de los comunes para ex guerrilleros. l1
10 Vease, por ejemplo, "Drunk driver sues over being kept in jail instead of rehab'~ en Fatima Schroeder, Cape Times, 8 de agosto de 2005, p. 7. 11 Vease "MK Veterans' row heads for court'~ Wiseman Khuzwayo, The Sunday Independent, 14 de agosto de 2005, Informe empresarial, p. 1.El artic\llo ponia de manifiesto que la MKMVA tiene una compleja vida empresarial: los hombres contra los que se interpone eI interdicto son llamados "directores" de las sociedades de cartera de la MKMVA (que representa a 60.000 miembros y a sus subordinados), y de su brazo financiero, la Mabutho Investment Company (que sirve a 46.000); la primera, adem as, posee un holding del50/0en Mediro elidet 517, un consorcio, con considerables participaciones en seis grandes corporaciones y olras intereses empresariales.
o en la Australia de los aborigenes. 0 entre los sin techo de Mumbai, Madagascar, Ciudad del Cabo 0 Trench Town. Las poscolonias, a su vez, estan saturadas de imagenes de si mismas basadas en la ley, incluso en lugares fuera como dentro del marco de la ley. En Nigeria, el c6digo tributario exige a los ciudadanos que juren que tienen hijos y personas mayores a su cargo para poder obtener deducciones por familia numerosa. Todo el mundo declara la maxima carga familiar, tanto si la tiene como si no. Y esto 10 saben todos los bur6cratas. Y sin embargo se mantiene esa situaci6n legal ficticia; se observa aqui un rastro del "419", que tambien imita y burla la ley fiscal. Pero no s6lo los intereses, las identidades, los derechos y las heridas estan saturados de legalidad. La propia politica se esta desplazando a los tribunales. Los conflictos que antes tenian cabida en los parlamentos, mediante protestas callejeras, campanas mediaticas, huelgas, boicots y bloqueos, tienden cada vez mas a abrirse camino por la via judicial. Las luchas de c1ases
se estan transformando en acciones de clases; individuos unidos por los problemas economicos, la cultura, la raza, la orientacion sexual, la residencia, la fe y los habitos de consumo se convierten en personas juridicas debido a que sus quejas comunes los convierten en demandantes con identidades comunes. Ciudadanos, sujetos, gobiernos y corporaciones litigan unos contra otros en un calidoscopio que no para de mutar, a menudo en las intersecciones de la ley del agravio, la ley de los derechos humanos y la ley criminal. As!, por ejemplo, en 1986, tras el desastre de Bhopal, el gobierno indio, despues de haber aprobado una serie de leyes para convertirse en el guardian unico de los intereses legales de sus ciudadanos, demando a Union Carbide'2 -con 10 cual solo consiguio que las victim as iniciaran su propio proceso en 1999, para "recuperar el control" de su caso-.'3 Incluso la 12 Para obtener un informe contemponineo mas detallado, vease "Indian Government files lawsuit against Union Carbide': Houston Chronicle, 6 de junio de 1986,Secci6n 1,
democracia se ha judicializado: en las elecciones argentinas de 2003, se pidio ala judicatura que resolviera "centenares" de conflictos -e incluso que fijara la fecha para la votaci6n-.'4 A traves de estas vias, algunos procesos politicos bastante corrientes se someten a la dialectica de la ley y del desorden. Por su parte, los estados se yen obligados a defenderse contra las acciones publicas por cosas sin precedentes y contra demandantes sin precedentes. La lucha legal entre el gobierno sudafricano y las victimas del sida ya es toda una leyenda, par supuesto. Sin embargo, existen miles de casos de importancia equiparable. Como el del gobierno del Brasil, que en el ano 2000 fue hallado culpable por su propio tribunal supremo y condenado a pagar danos y perjuicios por la muerte y el sufrimiento de los indios panara. Un ano antes, Nicaragua fue obligada a comparecer ante el Tribunal Interamericano por haber violado el territorio de los indios tingni al otorgar ilicitamente una concesi6n maderera a una empresa
P·19·
13 Vease "Bhopal victims file lawsuit against Union Carbide", en la web Democracy Now, 17de noviembre de 1999, , publicado el8 de julio de 2005.
14 Vease Kroll Argentine Risk Monitor, 4 de octubre de 2003,." p. 7, . Kroll, Inc. es una empresa consultora de riesgos.
coreana. Las demandas de este tipo suelen contar con el apoyo de grupos defensores bajo la "Estrategia Liliput", orquestada pOl' el Foro Social Mundial, que se dedica a combatir el neoliberalismo global. En esta estrategia "ascendiente" la ley conecta los medios politicos con los fines politicos. En ocasiones, se dirige al propio capital. Asi, en 2002, Pluspetrol fue demandada pOl' la Asociaci6n Interetnica pOl' el Desarrollo de la Selva Peruana; debi6 limpiar un derrame de petr6leo en el rio Maranon y compensar a lasvictimas por los danos causados. A veces la ley actua contra sedes de poder inesperadas: hace un tiempo, 16.000 graduados en escuelas indias interpusie-
corporaciones tambien utilizan los tribunales para crear un medio liberalizado propicio para sus maniobras; y, en ocasiones, para protegerse del escrutinio de algunas de sus operaciones mas siniestras.15 No s6lo se judicializa la politica del presente. Como ya hemos dicho, tambien el pasado se resuelve en los tribunales. Gran Bretana, pOI' ejemplo, debe hacer frente a varias demandas pOl' haber llevado a cabo acciones de una atrocidad extrema en su imperio africano, pOl' haber asesinado de manera caprichosa a varios lideres locales, pOI'haber enajenado ilegalmente territorio de un pueblo africano para cederselo a otro,
ron demandas en Canada contra las iglesias anglicana, presbiteriana y catolica, alegando
y pOI'otras injusticias e ilegalidades. Con estas acciones se criminaliza el colonialismo. Llevada a comparecer ante un juez, la Historia debe
abusos ffsicos, sexuales y culturales. Todos estos casos fueron ganados, pero son muchos los que se pierden. Asi, pOl' ejemplo, la comunidad de los ogoni perdi6 una demanda contra Shell
romper sus silencios, someterse alas reglas de la justicia a instancias de aquellos que la han padecido y verse reducida a un equivalente monetario, pagadero como moneda oficial de los danos,
pOl' considerarla c6mplice de Nigeria en el asesinato de aquellos que se oponian a la presencia de la multinacional en la zona.
el desposeimiento, la perdida y el trauma. Lo que se imp uta al imperialismo, par encima de todo, es su responsabilidad en la guerra legal: el
A menu do la ley se decanta hacia el bando del capital bandolero. Sobre todo cuando se pone la mascara del negocio respetable. Algunas
15 Para remisiones anotadas a fuentes sobre [os diversos casos, vease Comaroffy Comaroff (2006).
uso de sus propios c6digos penales, sus procedimientos administrativos, sus estados de emergencia, sus fueros, mandatos y 6rdenes judiciales, para sancionar a sus individuos por medio de una violencia descodificada y legalizada por su palabra soberana. Tambien se Ie acusa de aplicar sus propias formas civilizadas de cleptocracia. La guerra legal-el recurso a los instrumentos legales, a la violencia inherente en la ley, para cometer actos de coacci6n politica, incluso de supresi6n (Comaroff, 2001)- tambien es notable en las poscolonias. AI tratarse de una clase de sustituci6n politica, resulta mas visible cuando aquellos que "sirven" al Estado hacen maniobras legales para actuar contra sus ciudadanos. Tal vez resulte mas infame el caso de Zimbabue, donde el regimen de Mugabe ha aprobado sistematicamente leyes para justificar el silenciamiento coactivo de sus criticos. La operaci6n Murambatsvina, "Eliminar la basura", que ha expulsado a oponentes politicos de areas urbanas bajo la bandera de la "demolici6n de tugurios", recientemente ha llevado esta practica hasta limites sin precedentes. Murambatsvina, dice el gobierno, es simple mente una aplicaci6n de la ley territo-
rial para arrasar "estructuras ilegales" peligrosas.'6 La guerra legal puede ser limitada 0 reducir ala gente a la "nuda vida"; en Zimbabue, se ha convertido en una necropolitica con un numero creciente de victimas. Pero siempre intenta blanquear el poder mediante un lavado de legitimaci6n, al ser desplegada para reforzar los pilares del Estado 0 ampliar los vasos capilares del capital. De ah! la tesis de Benjamin (1978), segun la cualla ley s.eorigina en la violencia y subsiste mediante la violencia, y 10 legal y 10 letal se animan mutuamente. Naturalmente, en 1919, cuando escribi6 su critic a a la violencia, Benjamin no podia imaginar la posibilidad de que la guerra legal tambien se convirtiera en un arma de los debiles, y dar as! la vuelta a la auto rid ad llevando a los tribunales demandas para obtener recursos, reconocimiento, voz, integridad y soberania. No obstante, esto aun no responde las preguntas esenciales: lPor que existe un fetichismo de la legalidad? tCuales son sus repercusiones
16 "Now it's a crime against humanity:
A million Zimbabweans
left homeless", Allister Sparks, Cape Times, 29 de junio de
2005.
en el juego de la Ley y el des/orden en la posco-
con una heterodoxia creciente, los instrumentos
Ionia? tSon las poscolonias distintas en este sentido a otros estados-naci6n? La respuesta a la primera pregunta resulta obvia. El recurso a la ley pareceria surgir directamente de las crecientes preocupaciones
legales parecen ofrecer un medio de conmensuraci6n: un repertorio de terminos y practicas
sobre el desorden. Pero esto no explica la sustituci6n de 10 politico por 10 legal 0 el recurso a los tribunales para resolver un espectro mas
e intereses a traves de unas lineas divisorias por 10 demas intransitivas. De ahi la huida planetaria hacia un constitucionalismo que
amplio de agravios. Resumiendo, el fetichismo obedece a algo mas profundo que una mera preocupaci6n por la violencia criminal. Esta
abarca explicitamente la heterogeneidad en declaraciones de derechos altamente individualistas y universalistas, incluso en los casos
relacionado con la propia constituci6n del sistema de gobierno poscolonial. Segun parece, la naci6n modern a esta experimentando
en que los estados prestan cada vez menos atencion a estas declaraciones. De alIi tambien el esfuerzo por hacer del discurso sobre 10s
un alejamiento hist6rico del ideal de homogeneidad cultural: un cambio de rumbo nervioso, a menu do xenofobico, hacia la heterogeneidad.
derechos humanos un discurso cada vez mas global y serio. Y de ahi la sustituci6n de tanta politica por jurisprudencia.
EI surgimiento del neoliberalismo -con su imp acto sobre los flujos de poblacion,
Pero hay algo mas en juego. Cabe recordar que un reconocido corolario del recurso neoli-
la migracion del trabajo y los trabajadores, la dispersion de las practicas culturales y las nuevas geografias de produccion y acumulaci6n-
beral ha sido la subcontrataci6n por parte de algunos estados de las operaciones habituales de los gobiernos, incluidas aquellas que -como los servicios sanitarios, el mantenimiento del
ha acentuado este proceso, sobre todo en las antiguas colonias, que desde el comienzo se erigieron a partir de la diferencia. Y la diferencia engendra mas leyes. tPor que? Pues porque,
estandarizados que, al igual que el dinero en las transacciones economicas, permiten la negociacion de valores, creencias, ideales
orden y la conducta de guerra- resultan esenciales para la gesti6n de la "nuda vida". Por supuesto que las burocracias conservan algunas de sus
viejas funciones, pero la mayoria de los gobiernos del siglo XXI han reducido su alcance administrativo, confiando cada vez mas en el mercado -y delegando cada vez mayor responsabilidad a los ciudadanos como individuos, comunidades y c1ases de agentes sociales o legales-. Bajo estas condiciones, sobre todo alli donde la amenaza del desorden parece inmanente, la ley civil se perfila como un arma mas 0 menos eficaz al servicio de los debiles, de los fuertes y de todos aquellos que quedan en el medio. Lo cual, a su vez, exacerba el recurso a la guerra legal. El tribunal se ha convertido en un lugar ut6pico al que la acci6n humana puede recurrir como medio para obtener sus fines. Una vez mas, esto se da especialmente en las poscolonias, donde al principio las burocracias y las burguesias no eran complejas, donde el poder ejecutivo era inalcanzable, como siempre, donde la heterogeneidad debia negociarse des de el principio. La subcontrataci6n del gobierno al sector privado tambien ha conducido ala criminalizaci6n de la contrapolitica, tratandola como una acci6n, no contra el Estado, sino contra la propiedad y los derechos de las empresas, y por tanto como objeto de proceso judicial. Cabe sefialar, a este respecto,
los acontecimientos que rodearon las llamadas "guerras por el agua" de Cochabamba, en Bolivia: las protestas generalizadas contra la privatizacion del suministro de agua por orden del gobierno, y contra su transferencia a Bechtel, una empresa norteamericana -acompafiada, inevitablemente, de aumentos consider abIes en su coste a los consumidores pobres- fueron consideradas como si se tratara de un delito corriente. AI menos hasta que el regimen advirti6 que ya no podia seguir haciendolo. Teniendo en cuenta todo esto, el fetichismo de la ley parece sobredeterminado. No s610 la vida publica se esta volviendo mas legalista, ' sino tambien las "comunidades" dentro del Estado-nacion, al regular sus propios asuntos y abordar otros: comunidades culturales, religiosas, empresariales, residenciales, comunidades de interes, e inc1uso comunidades ilegales. AI parecer, aqui to do existe a la sombra de la ley. Y precisamente por este motivo resulta sorprendente que una "cultura de la legalidad" pueda saturar no s610 el orden civil sino tambien sus fondos criminales. Otro ejemplo de ello es la Republica Sudafricana, donde el crimen organizado acapara, subcontrata y falsifica los medios y los fines, tanto del Estado como
del mercado. Las bandas de.los Cape Flats de Ciudad del Cabo reproducen el mundo empresarial y se han convertido en un suplente del lump en para los excluidos de la economia nacional (vease Standing, 200S). Para sus clientes contribuyentes, esas bandas asumen las
criminal alimenta la dialectica de la ley y del desorden. Al fin y al cabo, una vez que el
funciones positivas del gobierno, incluida
y repartiendo justicia por su cuenta, el propio orden social se convierte en una especie de sa16n
la seguridad. En todo el ambito poscoloniallas corporaciones ilegales de este tipo suelen tener personal judicial fantasm a y convocan tribunales para juzgar a los delincuentes contra las personas, la propiedad y el orden social sobre los que ejercen su soberania. Asimismo, prop orcionan la vigilancia que el Estado ha dejado de garantizar 0 ha subcontratado en el sector privado. Algunas tienen constituciones. Unas pocas incluso estan estructuradas como franquicias y se dice que ofrecen una "ciudadania alternativa" a sus miembros, 10 cual resulta muy significativo. Charles Tilly (198S) demostr6 muy bien en una ocasi6n que los estados modernos tienen un funcionamiento muy parecido al del crimen organizado. Actualmente, el crimen organizado funciona cada vez mas como los estados. Resulta evidente que la falsificaci6n de una cultura de la legalidad por parte del hampa
gobierno subcontrata sus servicios de man ten imiento del orden y la fuerza de las franquicias, y una vez que las organizaciones ilegales hacen sombra al Estado proporcionando protecci6n
de los espejos: visible, opaco y translucido a la vez. Y,10 que es mis, esta dialectica tiene su propia geografia. Una geografia de soberanias discontinuas y solapadas. Hace un momenta hemos dicho que las comunidades de todo tipo son cada vez mas legalistas ala hora de regular sus asuntos; de hecho, suele ser durante este proceso cuando se convierten en comunidades, al ser el acto de judicializaci6n un acto de objetivaci6n. Aqui reside su voluntad de soberania, que adoptamos para connotar el ejercicio de control aut6nomo sobre las vidas, las muertes y las condiciones de existencia de aqueUos que caen dentro de su ambito -y la extensi6n sobre eUos de la jurisdicci6n de alguna ley-. "La legislaci6n -para citar una vez mas a Benjamin (1978: 29S)- es creaci6n de poder y, hasta ese punto, una manifestaci6n inmediata de violencia." Pero "el poder [es] la
mas importante de las legislaciones miticas". En resumen, para transformarse en autoridad soberana, el poder exige una arquitectura de las legalidades. 0 de sus simulacros.
que hace que la vida humana sea posible en un universo ala vez ordenado e indisciplinado.
Debido a sus trayectorias, las poscolonias suelen no estar organizadas bajo una unica soberania verticalmente integrada y sustentada por un Estado centralizado. Mas bien consisten en un mosaico horizontal de soberanias parciales: soberanias sobre los territorios y sus habitantes, sobre conjuntos de pueblos unidos por una fe 0 una cultura comunes, sobre esferas transaccionales, redes de relaciones, regimenes de propiedad y, a menudo, combinaciones de estos elementos; soberanias de mayor 0 menor vida, protegidas en mayor 0 menor grade por la violencia, siempre incompleta. Es por esta razan, que existen tantos sistemas de gobiemo que parecen un compuesto de zonas de urbanidad, comunicadas mediante fragiles pasillos de seguridad en medios que por 10 demas se suponia que estaban descontrolados, literal mente. Estas zonas y pasillos son, volviendo a Hobbes, los espacios "amurallados" de la legalidad, mondo juralis, en la geografia de retazos que traza el mapa de la dialectica de la ley y el desorden en la poscolonia, el mosaico
Esto nos lleva, finalmente, a la gran pregunta. ~Estan singular la violencia criminal que suele atribuirse alas poscolonias? ~Y el fetichismo de la ley? ~Y la propia dialectica de la ley y el desorden? Sobran pruebas de que los paises africanos, por ejemplo, no son tan distintos de, pongamos por caso, Rusia. En 1999 The Economist proclama a este pais -no Nigeria, ni Togo, ni el Congo-la "cleptocracia mas importante del mundo".'? Observemos los hechos: el hampa rusa controla el 40% de la economia; no existen barreras ala corrupcian; el 78% de las empresas suelen pagar sobomos con regularidad; el personal publico se deja sobornar constantemente; los matones se hacen pasar por polidas; el crimen organizado, cad a vez mas avanzado 17 Salvo en los casos en los que se indique 10 contrario, todas
las citas de este parrafo relacionadas con Rusia pertenecen a "Crimen sin castigo", The Economist, 352, N° 8134, pp. 17-20.
en sus pf
aparece citado en Jeffrey Fleishman, "Virus of corporate corruption contaminates Germany': The Sunday Independent (Johannesburgo), 20 de agosto de 2005, p. 14.
ya menudo en lugares insolitos -Suecia, Holanda, Japon, Inglaterra, Canada- existe una preocupacion creciente por el aumento del crimen, la violencia y el desorden. Y no se trata de una inquietud infundada. El teorico conservador John Gray (1998), y muchos otros, han afirmado que el problema del neoliberalismo es la escalada del desorden global, debida al repliegue del Estado, alas oportunidades para ejercer actividades ilegales que surgen de la liberalizacion, al creciente mercado para los medios de la violencia, y a la criminalizaci6n de la raza, la pobreza y la contrapolitica. Todo ello conduce al incremento de la impresion de caracter populista de que la linea que separa el orden del desorden es muy delgada; una impresi6n que en los Estados Unidos se vio reforzada por los saqueos y los asesinatos que siguieron al huracan Katrina en 2005, gran parte de los cuales fueron protagonizados por victim as que se vieron privadas de recursos y de asistencia de cualquier tipo por un regimen cuyo presidente pidi6 a 10spobres que "asumieran responsabilidades". Como no tenian demasiadas alternativas, muchos de ellos 10 hicieron; pero tambien se adjudicaron otras cosas, por supuesto. Aquellas escenas mediatizadas dejaron perplejos a los norteamericanos,
quienes confesaban que 10 primero que les venia a la mente al verlas era ... Africa. Los Estados Unidos se habian top ado de frente con 1arealidad de que su pais tambien posee unaspecto caracteristico de las poscolonias: tiene su propio "sur", un mundo segregado de pobres, margin ados, criminalizados. Pero, lno es posible que este sea un hecho excepcional? lTiene raz6n John Gray? lHay mas desorden en todas partes? Segun Barclay y Tavares (2003: 2), cuyas estadisticas proceden del Ministerio del Interior Britanico, entre 1997 y 2001 tanto el delito contra la propiedad como el delito violento aumentaron considerablemente en todo el mundo: el delito contra la propiedad un 24% en Europa y un 128% en el Jap6n; el delito violento un 22% en Europa y un 79% en el Jap6n. En el "total de los delitos registrados" pOl' 1asNaciones Unidas el ano 2000,'910s diez lideres eran Nueva Zelanda, Republica Dominicana, Finlandia, Ing1aterra y Gales, Dinamarca, Chile, los Estados Unidos, Holanda, Canada y 1aRepublica Sudafricana. 19 Estas cifras figuran en The seventh United Nations Survey
on crime trends and the operations of criminal justice systems (1998-2000),
pdf>.
Si bien estos calculos deb en interpretarse con escepticismo, siete de los paises en los que se ha producido el mayor numero de delitos no son poscolonias. El crimen organizado tambien se esta introduciendo en el norte del globo, incorporando unas practicas comerciales cada vez mas sofisticadas, consolidando sus formas espectrales de gobierno a imagen de la ley y haciendo negocios rentables con corporaciones licitas y con cuadros politicos. Naturalmente, los paises como los Estados Unidos y las naciones de Europa saben ocultar sus practicas cuestionables mejor que sus hom6logos poscoloniales. No es ningun secreta que la primera elecci6n de George Bush se decidi6 mediante una guerra legal. 0 que su conducta de gobierno posterior en beneficio de sus socios mas pr6ximos ha legalizado pOl' decreto soberano -y pOl' falsificaci6nprecisamente 10 que en otras partes se considera "corrupto". De este modo, la excepci6n se compone de engano y extracci6n. Sucede algo similar en Inglaterra, donde los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher y John Major. fueron sacudidos pOl' una serie de escandalos cuando se supo que habian vendi do activo
publico a ricos ciudadanos britanicos por una bicoca. Como senalaDavid Hall (1999), refiriendose a Europa: "1os ultimos anos hemos visto politicos condenados por corrupci6n en Austria, Belgica, Francia, Alemania, Italia, Espana y Reino Unido. En 1999, el conjunto de la Comisi6n Europea debi6 dimitir debido a acusaciones de corrupci6n. El soborno es tan habitual que las empresas inglesas contratan a agentes para recuperar los pagos que no producen resultados". En este caso tambien resulta dif1cil distinguir los negocios legales de los
boraciones. lQue significa eso? Que much as de las practicas intrinsecamente asociadas con las poscolonias no se limitan a estas, sino que tambien se detectan en otras partes, aunque no con tanta claridad. 0 bien ocultas bajo un alias respetable. Lo mismo sucede con la otra cara de la dialectica de la ley y el orden, la cultura de la legalidad.
ilegales; y tambien se chupan la sangre unos a otros, a veces literalmente. Finalmente, resulta imposible saber si existe tanto desorden en el Norte como en el Sur. Dejando a un lado 10
El mundo no poscolonial tambien se muestra mas pleiteador que antes. La creciente heterodoxia de todos los estados-naci6n ha animado a distintos pueblos a reivindicar sus derechos apelando a una instituci6n disenada para tratar esos derechos: los tribunales. Como consecuencia de ello, en todas partes la judicializaci6n de la politica avanza a ritmo acelerado. En el Norte,
demas, a menudo las estadisticas oficiales sobre corrupci6n ocultan tanto como revelan. Y en cualquier caso, much as cuestiones que
donde la centralizaci6n de la autoridad en el Estado tiene una historia mas larga, una sola soberania verticalmente integrada aun podria
en las poscolonias se consideran corrupci6n -como las inmensas "aportaciones" a politicos desde sectores interesados, 0 la flagrante
resistir, evitando la sedimentaci6n de un mosaico de soberanias, salvo en los enclaves criminales
distribuci6n de los botines de guerra entre las elites politicas- son "legales" en el Norte, donde las cubren con la casta ropa de una cultura de la contabilidad. Y, como hemos visto, a menudo el Sur carga con la culpa de un as oscuras cola-
donde el mantenimiento de la ley y el orden tiene poco exito. Sin embargo, la presi6n hacia una fragmentaci6n de la soberania -como la que ha conocido Rusia con Chechenia 0 Inglaterra con su "sector celta"- esta creciendo deprisa, a instancias de movimientos religiosos yetnona-
cionalistas, el crimen organizado, empresas multinacionales, ONGSy otras fuerzas que buscan la independencia en un universo liberalizado. En resumen, las similitudes entre la poscolonia yel mundo que hay al otro lado son innegables. Y cada vez mas numerosas. El Norte esta evolucionando hacia Africa. En todas partes la violencia criminal se ha convertido en un vehiculo imaginativo, en un jeroglifico, para pensar en las pesadillas que amenazan ala naci6n. Y en todas partes el discurso del crimen desvia la atenci6n de los efectos materiales y sociales del neoliberalismo, responsabilizando a los males del hampa de su lado mas oscuro. Pero las diferencias tambien son palpables. No hay duda, pOl' todos los motivos que hemos expuesto aqui, de que la dialectica de la ley y el desorden aparece exagerada en las poscolonias, donde la dispersi6n de la autoridad del Estado es mas grande. Pero el propio hecho de que la delegaci6n de la soberania este empezando a ser mas palpable en el Norte, de que la dialectica de la ley y el desorden se este manifestando cada vez mas en los Estados Unidos y en Europa, sugiereque las poscolonias son versiones hiperampliadas de la historia del orden mundial contemp0l'
adelantadas. AI fin y al cabo, son los supuestos margenes los que a menudo experimentan cambios teut6nicos en el orden de las cosas, de un m~do manifiesto y espantoso. Y energico, y creativo, y ambiguo. No estamos hablando aqui de transici6n, una fase pasajera en la vida yen los tiempos de la poscolonia, un momenta suspendido entre el pasado y el futuro. Esto va a pasar a la his to ria. POl'eso la poscolonia se ha convertido en un terreno tan esencial para la teorizaci6n en las ciencias sociales. En la medida en que son precursores de un futuro global, de la nueva era neoliberal en su aspecto mas firme, estos sistemas de gobierno son tambien 10sambitos dande deben fijarse 10s limites del conocimiento social.
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Obsesiones criminales despues de Foucault: Poscolonialismo, vigilancia policial y la metafisica del des orden Jean y John 1. Comaroff
Quizas sea por el caos que reina en nuestras vidas, llenas de misterios sin resolver, historias incompletas, asesinatos sin culpable, por 10 que la ficci6n policiaca es tan popular. Creo que esa es la raz6n de que los sudafricanos esten tan enganchados a las series policiacas americanas ... porque en algun lugar, de alguna forma, alguien est a resolviendo un crimen. AI menos en la ficci6n, se hace justicia ... Michael Williams,
The eighth man
l
1 Michael Williams, The eighth man, Oxford, Oxford University Press, 2002, p. 163.Cabe sefialar que Williams es el director de opera del Artscape Theatre Centre, uno de los principales centros culturales de Cape Town. Sus novelas . de detectives, una de las cnales se representa como obra de teatro en los colegios locales, han sido pllblicadas en la serie de ficci6n slldafricana de Oxford University Press.
En los ultimos alios, los habitantes de todas las regiones del planeta han desarrollado una preocupaci6n fuera de 10 comun por el orden publico, el crimen y la vigil~ncia policial. Desde el Reino Unido hasta el Brasil, pasando por Nigeria, los Paises Bajos, Eslovaquia 0 Sudafrica/ el espectro de la ilegalidad parece
artefactos actuariales dependen, en primer lugar, de 10 que se describe como delito, de 10 que se considera como prueba y de cuanta certeza estemos dispuestos a atribuir a un conjunto de cifras, tambien es cierto que la amenaza de agresi6n criminal percibida suele ser desproporcionada en comparaci6n con el riesgo
cautivar a la imaginaci6n popular. En gran parte del mundo dicha preocupaci6n esta lejos
"real" para las personas y para la propiedad. Yen el caso de Sudafrica, el riesgo esta distribui-
de tener raz6n de ser. Si bien es cierto que es
do de manera mas desigual que en muchos otros lugares del mundo.4 Pese a todo, no debemos trivializar elindice de los delitos violentos
practicamente imposible conseguir estadisticas exactas sobre los delitos,3 dado que dichos 2 En nuestro trabajo Policing the postcolony: Crime, the State, and the metaphysics of disorder (especialmente en 10s capitulos 1y 5) analizamos las pautas del crimen y su representaci6n en Sudafrica, en el pasado y el presente, y afiadimos datos principales y secundarios sobre este tema. Dada la limitaci6n de espacio en este contexto, nos vemos obligados a proporcionar una serie de referencias algo esquematicas para apoyar nuestras afirmaciones. Si se desea informacion y pruebas en mayor detalle, vease el Nedbank ISS Crime Index y las monografias publicadas por eI Instituto de Estudios de Seguridad (Institute of Security Studies), en la pagina web en www.iss.org.za. 3 Es verdad que este argumento se ha sostenido muy a menudo; es parte de la cuestion mas general de la naturaleza de la violencia cuantitativa: como se construye, mediante que procesos de abstraccion adquiere significado, como circula y como se Ie atribuye significado. En terminos mas mundanos, sin embargo, si se desea consultar un
en este pais y sus efectos en las vidas de los ciudadanos. Son perfectamente reales. Tal y como han reconocido los crimin6logos, la creciente violencia que sufrieron las comunidades negras segregadas bajo el apartheid alcanz6, ejemplo que se relaciona especificamente con las estadisticas del delito en Sudafrica, que como en todos lados es una cuestion controvertida, vease Rob Marsh, With criminal intent: The changing face of crime in South Africa,
Cape Town, Ampersand Press, 1999, pp. 176-186. 4 Vease, por ejemplo, Mark Shaw y Peter Gastrow, "Stealing the show? Crime and its impact in post-apartheid South Africa",en Daedelus: Jou1'11alof the American Academy of Arts and Sciences 130,N° 1,2001,pp. 235-258,aqui p. 243; Martin Schon teich, "Sleeping soundly, feelings of safety: Based on perceptions or reality?", en Nedbank ISS Crime Index 5, N° 2, 2001, pp. 1-6.
sobre to do a partir de fines de la decada de 1980, a los otrora tranquilos y estrechamente vigilados suburbios "blancos",510 que se ha convertido ya en parte integral de nuestra historia. Sin embargo, al mismo tiempo parece que la obsesi6n por el crimen y por el desorden publico va mas alIa del mero hecho de su realidad. Los sudafricanos de todas las capas sociales estan fascinados por las imagenes del crimen y por el mantenimiento del orden, ya sea en la forma de innumerables rum ores 0 telenovelas locales, buen cine de Hollywood 0 sus peores producciones, documentales serios 0 melodramas baratos. Tras esquivar indefinidos peligros durante el dia, por la noche, detnis de sus paredes cuidadosamente protegidas, un alto porcentaje de los ciudadanos satisface su necesidad de 5 Yease, p.or ejemplo, Tony Emmett, "Addressing
the
underIYll1g causes of crime and violence in South Africa," en Tony Emmett
y Alex Butchart
(eds.), Behind the mask,
Gettin~ to grips with crime and violence in South Africa, PretorIa, Human
.
Sciences Research Council Publishers,
2000, p. 290; John Matshikiza,
"Introduction':
en M.
Chapman (ed.), The drum decade: Stories from the 1950's Pietermaritzburg, University of Natal Press, 2001, p. Xl; ,
experiencias de anarquia y desorden a traves de los medios de comunicaci6n importados y locales. lCual es la raz6n de todo esto? La obsesi6n sudafricana por la ley y el orden -0 mas bien por su representacion medi
Mungo Soggot, "When orange farm meets Sodwana Bay" en ~eidi .Holland y Adam Roberts (eds.), From Jo'burgto' JOZI:Stones about Africa's infamous city, Londres, Penguin Books, 2002, p. 227.
6 Stuart A. Scheingold,
The politics of law and order: Street
crime and public policy, Nueva York, Longman,
1984, p. 68.
Yard contrat6 recientemente a un mago profesional que utiliza "el ilusionismo como metafora de situaciones de la vida real" para "fomentar [la] confianza y las tecnicas de liderazgo" de sus superintendentes.7 En la misma linea, como
actuar de este modo? lAcaso no nos ha convencido Foucault de que es en el panoptico, y no en el escenario, ellugar donde se encuentra la clave del poder en su forma moderna?
veremos, el sobrecargado Servicio de Polida Sudafricano, algunos de cuyos altos cargos son reputados detectives-adivinos,8 dedica un esfuerzo considerable a representar ilusorias victorias sobre las fuerzas oscuras de la violencia yel desorden. lPero para que tanto teatro? lPor que sienten los augustos funcionarios de la ley
El crimen domina la era posterior a la Guerra Fda. Sus modos de funcionamiento, cada vez mas flexibles, copian a menu do el funciona-
-la encarnaci6n misma del Estado mas racional, legitim a y contundente-Ia necesidad de fingir y
miento de las empresas,9 formando una "sociedad in civil" que florece con mas energia alIi donde el Estado desaparece. De alIi la implosion de fraudes fiscales cada vez mas virtuales y vertiginosos, de mercados de sustancias ilegales y armamentos mas agiles y con mayor facilidad para cruzar fronteras, y de violencia mercenaria -to do ello favorecido por la liberali-
7 Vease Jamie Wilson, "War on crime is just an illusion", en The Guardian, 28 de abril de 2001, p. n. Un agente esceptico declar6: "Quizas podria hacer aparecer varios miles de policias mas en las calles de la capital para ayudarnos a luchar contra asaltantes y ladrones y a proteger al publico". 8 Algunos de los detectives-adivinos han atraido la atenci6n de los medios de comunicaci6n nacionales. Vease al respecto Sam Kiley, "SAPS man aims to kill in his role as sangoma'; en The Star, 7 de agosto de 1997, p. 2; vease tambien Search for common ground, un documental de televisi6n que tuvo una gran audiencia, emitido por primera vez por la SABC3e117 de julio de 1997. Otros, como eI sargento Moshupa del SAPS en la Provincia del Noroeste, con eI que trabajamos entre 1999 y 2000, eran conocidos en la zona por los poderes visionarios que utilizaban en su trabajo policial.
zacion del comercio, nuevos tipos de instrumentos financieros y los modernos medios de comunicacion-. De alli tambien el papel del crimen organizado: la mafia y las bandas 9 Johannes Leithauser, "Crime groups become an increasing security threat, officials assert:' en Frankfurter Allgemeine Zeitung (edici6n inglesa), 22 de mayo de 2001, p. 2.
criminales con fines empresariales que, a cambio de una tasa, realizan servicios que
ciones existentes entre el crimen y el terror, aun en estado embrionario, estan siendo revisa-
los gobiernos ya no pueden llevar a cabo en los estados soberanos postotalitarios. Dichos "estados-fantasma" criminales, sefiala Derrida,l1
das en este mismo momento, y cada uno de estos terminos se esta utilizando ideo16gicamente para darle sentido al otro y para "luchar" contra el. Asi tenemos "la guerra" contra el terror, las drogas, las bandas, los inmigrantes ilegales, la corrupci6n empresaria, y asi sucesivamente. Cabe sefialar en este sentido que Egged, la compafiia de autobuses israeli, ha demandado a Yasser Arafat pOl' los dafios sufridos durante ataques suicidas, y que los familiares de las victimas del 11 de septiembre han presentado una demanda de 100 triBones de d6lares contra organizaciones beneficas islamicas, e1Estado sudanes y los bancos de Arabia Saudi, entre otros, pOl' su apoyo a Osama bin Laden -acciones que reducen la intifada y los ataques al World Trade Center a simples ilegalidades susceptibles de ser proce-
lO
son una realidad de estos tiempos. Ya sea porque a menudo se encuentren en las complejas relaciones transnacionales, ya porque hagan uso de las nuevas tecnologias, se funden con las redes del terror que estan sustituyendo rapidamente alas amenazas convencionales para la seguridad "nacional".12Es mas, las distin-
10
Sobre Rusia, vease Nancy Ries, "Mafia as a symbol of power and redemption
in post-Soviet
Russia", informe
leido
Transparency and conspiracy: Power revealed and concealed in the global village, London School of Economics, mayo de 1999, durante
un seminario
manuscrito.
titulado
En Cape Town, Sudafrica, el peri6dico
The Cape Argus public6 durante cuatro dias (del 4 al7 de agosto de
2003)
el titulo "Gangland
una serie de articulos
de fondo bajo
(Pty) Ltd.". La serie -y especialmente
articulo de Michael Morris "Gangsterism
el
provides ...
but it takes away more", 6 de agosto, p. 14- demuestra exactamente 11
12
paises europeos
este argumento.
y que los gobiernos
Jacques Derrida, Espectros de Marx: el estado de la deuda,
los recursos
el trabajo del duelo y la nueva internacional, Madrid,
militar no deberian
Editorial Trotta, 1998.
nacional";
EI director
become an increasing
de la Oficina Europea de Policia -Europol-
declar6 recientemente una amenaza creciente
que los delitos transnacionales para la seguridad
son
intern a de los
que se han empleado ser invertidos
vease Johannes
deberian "plantearse ( ... ] en la seguridad
Leithauser,
"Crime groups
security threat, officials assert", en
Frankfurter Allgemeine Zeitung (edici6n inglesa), mayo de
2001,
p.
2.
si
hasta ahora en la defensa
22
de
sadas recurriendo alas principios de responsabilidad civil-.'3 Baja estas condiciones, el crimen y el terror se fusionan en las tinieblas epistemo16gicas de un "nuevo" sistema global que al mismo tiempo reproduce yeclipsa a su predecesor. El resultado es que el orden social es mas dificil de percibir que nunca, que la violencia surge como mas endemica, excesiva y transgresora que antes, y que en la imaginaci6n del publico la polida encarna un Estado alterado y bajo presi6n. Los oficiales del Departamento de Polida de Los Angeles, no precisamente famosos par su civismo, se describieron redentemente a si mismos como "la membrana exterior de la civilizaci6n" en un mundo de desorden.'4 Del mismo modo, el polida protagonista de una sorprendente obra de teatro de la Sudafrica poscolonial, The great outdoors, de Neil McCarthy, observa que "la linea que separa 13 Estas acciones legales fueron divulgadas En Sudafrica,
aparecieron
ambos artkulos
en el Cape Times, 19 de agosto
de 2001, p. 2. 14 Peter J. Boyer, "Bad cops", The New Yorker, 21 de mayo de 2001, p. 60.
ta transformar las pesadillas en deseo. En abril de 2001, el Mail & Guardian, quizas el peri6dico mas critico del pais, sefialaba que "puertas de seguridad, perros defendiendo comunidades amuralladas y personajes oscuros blandiendo pistolas entre las sombras aparecen incluso en los anuncios de papel higienico y palomitas".'6 En aquella epoca, una cadena de radio de Johannesburgo se anunciaba en enormes vallas publicitarias can s610 dos palabras: MAs POUclA. Y, can mas ironia: "PUEDESCOGER ELCaCHE, PERODEJALARADIO.98.7FM". Este contraste entre la panacea y el panico, el pop y la imposicion de la ley, el ardiente
en todo el mundo.
y "Saudis cry foul over US lawsuit'; publicados
un reflejo del estado de la nad6n. Tomemos par ejemplo la publicidad, un genera que inten-
en la prensa a fines de agosto
de 2001. Vease pOl' ejemplo "Israel to begin pulling out of Gaza, Bethlehem",
el orden del caos" es como "un hilo de una tela de arafia".'5 La obsesi6n par el crimen y el desorden no es una observaci6n simple y sui generis -al menos en Sudafrica- sabre el orden social. Es tambien
15 Neil McCarthy,
The great outdoors, obra de teatro inedita, p.
23. La obra se represent6
pOl' primera
vez el30 de junio de
2000, en el Standard Banle National Arts Festival, en Grahamstown,
Sudafrica.
16 Jacques Peretti, "Selling the same old story", en The
Guardian (Media), 30 de abril de 2001, p. 8.
consumismo y la anarquia hobbesiana, no es, ni mucho menos, sutil. La amenaza de un ataque inminente, sobre todo por parte de rebeldes j6venes negros, planea sobre este tipo de textos aqui y en los Estados Unidos, el crimen violento se ha convertido en el pararrayos de una multitud de angustias diarias en aumento; angustias alimentadas por la inseguridad de los privilegiados al contemplar la ira y la impaciencia de los excluidos de la Tierra Prometida. En las banales
fue orquestada des de la celebre Comisi6n de la Reconciliaci6n y la Verdad (Truth and Reconciliation Comission), cuyas deliberaciones se basaron en un modelo de justicia que se enfrent6 alas atrocidades del pasado sin recurrir al castigo. De modo que, ademas de constituir un publico, la "escena del crimen"
puestas en escena de los medios de comunicaci6n de masas, el crimen se vuelve racial y la raza se criminaliza. Y a su vez, y perd6n por el termino, ambos se "juvenilizan".
de manifiesto tanto la forma de la naci6n como un tipo de poder institucional capaz de garantizar su existencia. En otras palabras, 10 que tene-
Desde este punto de vista, Sudafrica parece evidenciar 10 que Mark Seltzer calific6 como "esfera publica pato16gica".17Segun el, es en la "escena del crimen" donde se constituyen los
en Sudafrica, desde un punto de vista amplio, es tambien fuente de politicas apasionadas por parte del gobierno, cuyo objetivo es poner'
mos aqui es una inversi6n de la tesis que expuso Foucault en Vigilar y castigar/8 segun la cual la teatralidad del poder premoderno da paso a clases de vigilancia cada vez mas implicitas,
publicos contempora.neos. Sin embargo, hay algo mas en la obsesi6n popular con las escenas
interiorizadas y capilares. De hecho, es precisamente este telos -que presupone la creciente capacidad del Estado para regular la existencia
de desorden publico violento de esta particular ex colonia. Y es que, al fin y al cabo, Sudafrica era hasta no hace mucho un Estado policial racista; es mas, su transici6n del antiguo regimen
y para aplicar en el castigo-lo que esta en duda en Sudafrica. A saber, la esencia dramcitica que forma parte integral de la vigilancia policial de la poscolonia demuestra un deseo de
17 Mark Seltzer, Serial killers: Death and life in America's
18 Michel Foucault,
wound cultur, Nueva York, Routledge,
1998.
Madrid,
Vigilar y castigar. Nacimiento
Siglo XXI de Espana, 2008.
de fa prisi6n,
condensar el poder disperso para transformarlo en una realidad visible, tangible, responsable yeficaz.'9 A continuaci6n veremos que esta teatralizaci6n no esta en absoluto disimulada, sino que en la mayoria de las ocasiones adopta la exagerada forma de un melodrama,
policial tiene una influencia teatral 0 melodram
un genero que, segun Peter Brookes,20 polariza las fuerzas en conflicto de tal modo que
Sus palabras nos remiten a una de las preguntas que nos haciamos al principio,
"hace evidentes, legibles y pertinentes" valores que carecen de la trascendencia y la autoridad propias de una religi6no de una ideologia dominante. Y asi ocurre, gracias al espectaculo que brindan las fuerzas del orden, cuya puesta en escena lucha pOl' hacer real el rostro autorizado y la fuerza del Estado, tanto para sus subditos como para si mismas. Un Estado cuya legitimidad esta lejos de ser evidente.
expresada ahora de manera mas especifica: len que medida el engafio y la fantasia forman parte del trabajo de la policia en la reciente
No s610 en las poscolonias encontramos este patr6n. Malcolm Young, un etn6grafo del sistema policial britanico, escribia: "la cultura 19 Damos en este punto, y en general, las gracias, por la perspicaz interpretacion
de esle argumento
Peter Brooks, The melodramatic
imagination: Balzac, Henry James, melodrama, and mode of excess [1976], 8a ed., New Haven y Londres, Yale University
precursores? La respuesta a estas preguntas depende en gran medida de la forma en que percibamos la conexi6n entre el poder del Estado moderno y las fantasias populares sobre la ley y el orden. Gramsci, pOl' ejemplo,22 observa que el aparato
de los editores
de Critical Inquiry yen especial de Bill Brown. 20
historia sudafricana? lY que nos dicen los cambios en la naturaleza del funcionamiento y las representaciones de la policia sobre el Estado poscolonial (post-Foucault), sobre sus poderes y sus diferencias con respecto a sus
Press, 1995.
21
Malcolm Young, An inside Job: Policing and police culture in
Britain, Oxford, Clarendon 22 Antonio
Press, 1991, pp. 3-4·
Gramsci, "The detective novel," en Selections f1'Om
cultural writings, ed. de David Forgacs y Geoffrey Nowell-
judicial "siempre aparece desacreditado" ante el pliblico, consecuencia de 10 cual es el eterno atractivo de los detectives privados y de los aficionados. La reflexi6n de C. 1. R. James sobre la ficci6n detectivesca en America despues de la Gran Depresi6n23 es especialmente pertinente para nuestra tesis. Es evidente que en la historia de los Estados Unidos hay una larga tradici6n de fascinaci6n por el castigo al margen de la ley, presente no s610 en la popularidad de generos como el western barato, sino tambien en el horror de los linchamientos publicos. El estudio de James sobre el exito delgenero en los afios treinta debe leerse teniendo en cuenta dicho tel6n de fondo. Las peliculas populares, los c6mics y la radio de la epoca, recuerda, estaban sutilmente dirigidos al deseo y a la frustraci6n de la gente, dando una forma aleg6rica a los temores sobre el significado de los conceptos de libertad, prosperidad y naci6n en medio
Smith, trad. de William Boelhower, Cambridge, Harvard
University
23 C. 1. R . James, American Grimshaw
civilization,
y Keith Hart, Cambridge
1993, p. n8f. Sobre la relevancia sudafricano, apartheid",
MA,
Press, 1985, pp. 369-370. ed. de Anna
de una crisis epica. Era, ademas, un momento en el que el Estado liberal y su economia moral tuvieron que admitir que su fracaso a la hora de velar por la comunidad capitalista habia llevado a miles de personas corrientes ala desesperaci6n. Pero sin embargo, la ficci6n polidaca de la epoca, que se consumia con avidez, rara vez hablaba del colapso econ6mico, de la lucha por el trabajo 0 del miedo a la guerra. No se trataba, insiste James, de un sabotaje deliberado, sino mas bien de una "neutralidad armada silenciosa entre las clases".24 En el espacio abandonado por la politica, oscuros sabuesos surgieron en nombre de la ley, compartiendo algunos de los elegantes rasgos brabucones de los propios gansteres: sobre todo, el "desprecio par la policia como representantes de la sociedad oficial".25 Con la perdida de legitimidad de las instituciones dirigentes, los detectives privados -hombres de hierro, hombres ir6nicos - se convirtieron en proveedores de una justicia dnica que daba cabida a la ira, el apetito, la falibilidad y el poder. Asi, hicieron posible un orden social imaginario
y Oxford, Blackwell,
de James en el panorama
vease Leola Johnson, "The social bandit after en Macalester International
9, 2000, pp. 260-268.
24Ibid., p. 123· 25 Ibid., p. 124; cursivas en el original.
que surgia de la acci6n heroica en aras de un bien moral superior. La ficci6n detectivesca de la America de la
privaci6n. Como sefiala Jonny Steinberg y ratifica la ficci6n dirigida alas masas, los bajos fondos nacionales no son terre no exclusivo
posdepresi6n presenta algunas similitudes con el imaginario popular sobre la ley y el orden
de los pobres, tambien estan habitados por "ricos y cultos". Esto sugiere que para un sector
en Sudafrica despues del apartheid: su referencia
cada vez mas visible de la poblaci6n, la mayoria de ellos j6venes negros, el estilo de vida de los gansteres tiene un gran atractivo.26 Tambien sugiere, al estilo de C. 1. R. James y de muchas pelkulas y canciones populares de su epoca, que los forajidos encarnan, a menudo de manera profundamente racial, un discurso sublimado sobre el deseo y la imposibilidad, una de las caracteristicas que el momenta neoliberal en Sudafrica comparte con la era de la depresi6n en los Estados Unidos. Tambien aqui el Estado se contempla con ambivalencia, derivada en parte de su supuesto fracaso ala hora de garantizar la seguridad de los ciudadanos. Tambien aqui la violencia habla de manera elegiaca de una angustia general relativa a la implosi6n de la anomia dentro del orden
a unas condiciones econ6micas y sociales rapidamente cambiantes, al impacto del desempleo masivo, a la promesa incumplida de una nueva era de prosperidad, ala percepci6n del fracaso del Estado regulador, ala visi6n de la policia como ineficaz y facil presa de la corrupci6n, a la bipolarizaci6n del delito en, por un lado, delitos men ores cometidos por pobres miserables llevados por la necesidad, y, por otro lado, llamativos robos cometidos por antiheroes desafiantes. Si la crisis norteamericana dio lugar al New Deal, aun esta por verse que tipo de "trato" disefia la "nueva" Sudafrica. Mientras tanto, como ocurri6 en America durante la decada de los veinte y los treinta y volveria a ocurrir en los suburbios deprimidos del siglo xx, se representa la criminalidad como un medio de producci6n, o mas bien de redistribuci6n productiva, para los alienados por nuevas formas de exclusi6n. AI mismo tiempo, en la Sudafrica contemporanea hay mas facto res en juego que la simple
establecido. 26 Jonny Steinberg, "Introduction: Behind the crime wave",
en Jonny Steinberg (ed.), Crime wave: The South African underworld and its foes, Johannesburg, Witwatersrand University Press, 2001, p. 4.
-F-----------------------.o-r------------i
septiembre: ~cuanta libertad debe perderse en aras de la seguridad en un sistema regulador,
una temible banda criminal de la conocida Prision de Maxima Seguridad de PoHsmoor, en Cape Town, declaro recientemente a un equipo de television: "Soy poderoso; soy en parte Dios".28Se referia a su capacidad para decidir sobre la vida y la muerte de otros reclusos e incluso de los vigilantes. La radical iconoclasia de este tipo de afirmaciones abre un campo de
especialmente cuando su legitimidad esta en duda? Se trata de una tension que la ficcion de la ley y del orden intenta resolver continuamen-
posibilidades, un campo en el que el orden esta vacante, un campo en el que se forjan nuevas formas de ser al calor de una violencia suma-
te, al modo durkheimiano, presentando 10 obligatorio como deseable.27 Sin embargo, la fantasia nunca es reducible a pura funcionalidad. La ficcion policiaca tambien proporciona tropos idoneos para utilizar la ironia, ventilar deseos y, sobre todo, para evocar un bien comun, especialmente cuando una transformacion radical desmonta las normas existentes y priva de significado allenguaje politico. En estas circunstancias, el delincuente personifica una existencia mas aHa de la ley, una existencia que es ala vez magnifica, horrible y sublime. Mogamat Benjamin, uno de los dirigentes de
mente transgresora mientras que el Estado se retira 0 se vuelve irrelevante. Benjamin y sus secuaces dirigen una compleja organizacion en los oscuros intersticios de la carcel utilizando medios que escapan a su administracion; medios que llegan a introducirse en el duro terreno en el que la banda habitualmente realiza sus negocios.29 He aqui la sombra de otro venerado Benjamin, Walter Benjamin, para quien la violencia en su forma arquetipica y mitica era una
La proliferacion del crimen como imaginario no tiene misterios. Rigurosamente basado en la realidad, da respuesta a un interrogante fundamental del ser social en el Estado liberal de nuestro siglo, un interrogante de perturbadora relevancia en los Estados Unidos desde eln de
28 Mogamat
Benjamin,
en "Miracles
abril de 2001, p. 3. 29 Vease Kelly Gillespie, "Bloodied 27 Vease Victor W. Turner,
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productivity, posgrado,
inscriptions:
and the question of authorship':
Universidad
de Chicago,
2002.
security",
del sabado),
28 de
Institutionality, tesis de
"manifestacion de los dioses".30 Es magnifica, argumentaba, porque amenaza el monopolio del Estado sobre la ley; adviertase como los "gran des delincuentes': incluso aunque su fin sea catastrofico, despiertan la "admiracion secreta del publico':3 Pero lPor que tales 1
personajes, tanto si son gran des como si son insignificantes, adquieren tal relevancia en este momenta historico? lLa complicada situacion actual, unica en la historia, es resultado de la poscolonia? lO existfa anteriormente? Otros lugares pueden darnos alguna pista. James Siegel, por ejemplo, demuestra c6mo en una Indonesia que se enfrenta a la desintegracion politica y economica "16 criminal" se ha
Malcom Young, la polida las invoca para autorizar "guerras" -de nuevo este terminoen nombre del "orden social" y contra 10 que se considera un peligro para este.33Lo mismo sucede con el bandolerismo en regiones del Mediterraneo y de Latinoamerica, donde los delincuentes se muestran como un anacronismo aterrador sobre el que los estados modernos deben ejercer su autoridad para mantener la viabilidad del sistema de gobierno y de su espacio soberano.34 En resumen, la figura del archicriminal, aunque adoptando distintas formas en cada cultura, parece funcionar de manera similar en varios lugares: como la base sobre la que la metaffsica del orden,
convertido en una coartada para reafirmar la integridad de la naci6n y de la ley.3 Las "clases sociales peligrosas" tienen un objetivo
de la nacion como comunidad moral garantizada por el Estado, puede asentarse, defenderse e incluso demandarse.
simbolico similar, y en una Gran Bretafia postindustrial cada vez mas polarizada, segun
La pregunta es sencilla: en la medida en que los discursos sobre el crimen y la ley, como fantasia nacional popular, son endemicos en el imaginario del poder estatal moderno,
2
Reflections: Essays, aphorisms, autobiographical writings, ed. de Peter Demetz, Nueva York, Schocken Books, 1978, p. 294. Cf. Michael Taussig, The nervous system, Londres, Routledge, 1992, p. 11'6. 31 Benjamin, ibid., p. 281; cf. Gramsci, "The detective novel," 30 Walter Benjamin,
pp.69-70. 32 James T. Siegel, A new criminal type in Jakarta, Durham, Duke University Press, 1998.
33 Young, An inside Job, p. 3. 34 Paul Sant Cassia, "Better occasional adulteries:
Mediterranean", pp.65-99·
murders
than frequent
Banditry, violence and sacrifice in the en History and Anthropology 12, N° 1, 2000,
~cuciles el vinculo entre los cambios actuales en la naturaleza y la soberania de los estados, especialmente de los estados poscoloniales, y la obsesi6n criminal que domina el mundo? ~Por que los criminales, como figuras miticas, resultan mas fascinantes a medida que aumenta su tendencia a una violencia mas impredecible, excesiva y grafica? En la Sudafrica de hoy, sefiala Rob Marsh, es el delito econ6mico el mas susceptible de "llegar a doblegar a todo el pais':35Y sin embargo es la agresi6n violenta a las personas y a la propiedad el mayor objeto de la preocupaci6n publica. La violencia, en resumen, es sumamente productiva, a veces de una manera terrible: ademas de su capacidad de redirigir el flujo de riqueza, usurp a la representaci6n, revela los limites del orden y justifica el monopoIio del Estado sobre las medidas coercitivas. Evidentemente, la violencia nunca se reduce ala circulaci6n de imagenes. Su ejercicio, ya sea legitimo 0 ilegitimo, suele tener objetivos, y efectos, tangibles. Asi, fue la cruda claridad de la fuerza fisica 10 que convenci6 a Fanon de su potencial para liberal' a los cuerpos y mentes
colonizados.36 A pesar de ello, sus medios y sus significados siempre superan los fines in mediatos, precisamente, porque se basan en tecnicas poeticas a fin de potenciar su impacto. ~Esesta la raz6n de que la coacci6n violenta sea en todas partes inherentemente teatral, de que sus autores suban la apuesta emocional mediante multitud de tecnicas dramaticas, antes, durante y despues del hecho? Begofia Aretxaga, en la estela de Zulaika y Douglass, sefiala que la brutalidad situa a aquellos que la ejercen en un marco "similar al de un juego", en el que parece poder alcanzarse extraordinarias proezas y en el que toda pretensi6n de distinguir realidad de ficci6n desapareceY Aquellos que desean estar al man do tienen que invocar la violencia continuamente, si no de forma directa, de manera mimetic a 0 sublimada. Es esta invocaci6n -sobre todo pOl' parte de aquellos a los que se 36 Frantz Fanon, The wretched of the Earth. trad. de Constance Farrington,
Nueva York, Grove Press. 1968, p. 86.
37 Begofia Aretxaga, "A fictional reality: Paramilitary squads and the construction
death
of state terror in Spain" en
Jeffery A. Sluka (ed.), The ethnography of political violence:
The anthropology of state terror, Filadelfia, University of Pennsylvania Douglass,
Press,
2000,
p. 64; Joseba Zulaika yWilliam
Terror and taboo: The follies, fables, and faces of
terrorism, Nueva York, Routledge, 1996, p. 135.
confia la imposibilidad de hacer cumplir la ley-
10 que nos ocupa aqui: su juego agresivo, su predilecci6n por la fantasia criminal, su respuesta alas vicisitudes del poder del Estado. La polida se hace visible, declara Agamben citando a Benjamin, alH donde se acaba el dominio del Estado; su "vergonzosa" proximidad con la autoridad se manifiesta en continuas demostraciones de fuerza, incluso en lugares publicos
Estos fueron los dos tern as con los que comenzamos nuestro articulo. Pasemos pues a los cambiantes pIanos de la reciente historia sudafricana. La primera escena comienza a fines de los ochenta, en el ultimo acto del agonizante regimen del apartheid.
padficos.38 Como veremos, alli don de el gobierno esta en peligro, las instituciones encargadas del cumplimiento de la ley pueden proporcio-
LOS TEJEMANEJES
nar un lugar privilegiado para el montaje -el doble sentido es crucial aqui- y lograr invocar la presencia activa del Estado, hacerlo-
Comenzamos con una anomal1a: un museD publico cerrado al publico, quizas indefinidamente. Se trata de un oximoron que ejemplifica
perceptible al ojo publico, producir dirigentes y subditos que reconozcan su legitimidad. Demostraremos que es aqui donde se encuentra el vinculo entre el mantenimiento del orden,
las contradictorias implicaciones de la demo cratizaci6n radical para la construcci6n de una naci6n de ciudadanos libres sobre los vestigios de un Estado policial, las ruin as de un sistema de gobierno basado en la exclusi6n racista.
la ficci6n y el engafio. Es tambien aqui donde se encuentra la fuente de la obsesi6n popular por la representaci6n de la ley y del orden.
DE LA POLIcIA:
EL MUSEO CERRADO
Y EL ESTADO ESPECTRAL
En 1999, cuando visitamos por primera vez el Museo de la Polida de Sudafrica, con sede en un viejo pero elegante edificio victoriano
38 Giorgio Agamben, Means without end: Notes on politics, trad.
en Pretoria, la capital administrativa del pais,
de Vincenzo Binetti y Cesare Casarino, Minneapolis/Londres,
estaba cerrado por "obras de reforma". Segun nos comunicaron, el edificio, que habia sido el Cuartel General de la Polida en los afios
University
of Minnesota
Press, 2000, pp. 104-105; Walter
"Critique of violence", en Reflections: Essays, aphorisms, autobiographical writings, p. 287. Benjamin,
treinta, se habia deteriorado peligrosamente. La decadencia saltaba a la vista, aunque pronto vimos claro que no era meramente arquitectonica. Y es que durante la epoca del apartheid el espacio de exposicion al publico habia
discusion sobre la poHtica de la representacion en la "nueva" Sudafrica. Detras de sus puertas cerradas, a fines de la decada de los noventa, el personal del Museo de la Polida reflexionaba sobre como conseguir que sus exhibiciones
coexistido con otra realidad, una realidad clandestina y ahora abominable: el epicentro del in fame servicio de seguridad nacional y una sala de interrogatorios. La extrafia coexistencia de ambas instituciones bajo el mismo techo (el museD en el piso de abajo, la polida secreta en el de arriba) no puede ser una mera coincidencia, hablaremos de ello mas adelante. Pero
fuesen relevantes en la era post-apartheid. Fuimos al Museo llevados por un interes en el cambio en la vision del trabajo de la polida par parte del publico, que se habia producido tras la llegada del gobierno de la mayoria.39 El museo, cerraqo indefinidamente, nos in spiro una especulacion historic a, una hipotesis: que la reforma de la imagen de la antigua Fuerza
no eran solo las huellas ocultas del terror ejercido por el Estado las que ponian en peligro el edificio: el contenido de las exhibiciones, de gran popularidad en otro tiempo, resultaba
Policial Sudafricana, bajo el yugo del Estado, transformada ahora en el Servicio de Polida Sudafricano -una agencia con una cara amable, de servicio a la comunidad, en el espiritu del
ahora inapropiado. Los museos estatales son, por supuesto, afirmaciones mas 0 menos descaradas que invocan a la poblacion nacional para hablar de y a sus subditos, y de los intereses de los mismos. En tiempos de cambios historicos ofrecen deslumbrantes acusaciones de las ideologias desnaturalizadas, de la brecha entre Estado y nacion, entre significantes y significados. No es sorprendente que se hayan convertido en uno de los principales objetos de
respeto de los derechos humanos- podia resultar una tarea imposible. En los ultimos afios del apartheid, cuando cada vez era mas dificil contener las contradicciones de un Estado racial, la polida sudafricana actuaba principalmente como una fuerza paramilitar. El departamento dedicado a la seguridad estaba 39 Damos las gracias a Hillel Braude, Claudia Braude y Mark Gevisser, cuya narraci6n de las visitas al museo a principios de los noventa se reflejan en nuestra descripci6n.
por encima de la ley, la tortura y el ejercicio de
la que se convertiria en la caracteristica mas
la fuerza eran rutinarios en ~l tratamiento de los
famosa de la instituci6n: sus visitas nocturnas, durante las cuales el personal del museo y la Unidad de Educaci6n de la Polida revivian
disidentes politicos y una densa red de informantes extendia sus ramificaciones a todos los ambitos de la sociedad. Con este tel6n de fondo,
crimenes famosos representando a famosos
el Estado representaba ala polida como heroicos defensores del orden contra el terror, la traici6n y la insurrecci6n salvaje.
"de1incuentes". No podria haber una prueba mas literal ni grafica de 1adramaturgia y e1melodrama del
El Museo de la Polida hablaba sin tapujos ni oposici6n desde el coraz6n de este Estado.
trabajo de la polida. lPero que significaba todo esto? lQUe lleva a los oficiales de un Estado policial, generalmente austeros, a encarnar a sus principa1es enemigos, mas aun, a hacer una exhibici6n publica para satisfacer y aterrorizar a gente corriente y a sus hijos? lQUe relaci6n podia tener su representaci6n con los siniestros rituales que tenian 1ugar entre los bastidores de
Abri6 sus puertas en 1968 como una extrafia colecci6n de reliquias (armas homicidas, fotografias graficas de mutilaciones "rituales", los efectos person ales de una famosa envenenadora) procedentes de casos famosos de un pasado mas 0 menos distante y que habian sido utilizados con anterioridad para la formaci6n de los cadetes. Con la contrataci6n en 1982 de una muse610ga, Tilda Smal, a su vez agente de polida, la colecci6n adopt6 una direcci6n
este extraordinario 1ugar? Retomamos la historia con 1aayuda de la muse610ga.40 El museo, declar61a sargento Smal, s610 podia exhibir artefactos de casos
mas ambiciosa, combinando la educaci6n moral con el entretenimiento, el melodrama de la mas aha categoria con instalaciones de baja
que habian terminado en condena. Su objetivo era exponer el triunfo de la ley y el orden sobre los enemigos del Estado. En 10s afios ochenta, la
tecnologia. La parte central de su disefio eran una serie de escenas que componian una especie de historia del crimen y del castigo
exposici6n (una mezcla de dioramas, documen-
en Sudafrica. Tambien servian de escenario para
40 Entrevista con la sargento Tilda Smal, Museo de la Policia
de SudMrica, Pretoria,
10
de agosto de 2000.
tos y objetos) cubria dos campos clave del trabajo de la policia. Uno era la captura de grandes delincuentes y el otro la protecci6n de la "seguridad nacional" frente ala amenaza del "terrorismo" y, mas avanzada la decada, "el peligro
lar,4 0 la "conspiraci6n Rivonia", revelada con el arresto en 1962 de varios lideres del ANC (Congreso Nacional Africano), entre ellos I Nelson Mandela, que supuestamente planeaban una traici6n. Los dioramas que representaban la
en las fronteras". Las instalaciones del primer tipo mostraban, entre otras, las costumbres de Daisy de Melker, quiz as la asesina serial mas famosa de Sudafrica. Acusada de envenenar ados maridos y a uno de sus hijos, De Melker era una horrible inversi6n del estereotipo
acci6n defensiva en las fronteras ilustraban la alianza hostil de varios enemigos para derrocar el regimen dirigente: "terroristas" exiliados, estados africanos fronterizos y el comunismo internacional. Como subrayaban las instalaciones, en los ultimos aiios de gobierno de la minoria la linea divisoria entre los militares y la policia era sumamente borrosa. Las visitas nocturnas en las que se representa-
nacional de la refinada mujer blanca encargada de reproducir la esencia moral de su razaY Dichos simbolos de aberraci6n dentro de la naci6n se exponian destacando el peligro para su existencia que representaban aquellos que se alejaban del Estado: por ejemplo, Poqo, el brazo arm ado del radical Congreso Panafricano, que a principios de los sesenta habia hecho de la policia su objetivo particu-
2
ban los cuadros comenzaron en 1990 como un experimento unico para entretener a un grupo de vips de la Asociaci6n Internacional de la Policia. La ocurrencia dio que hablar y, abrumados por el interes del publico, el personal deci42 Poqo -que en xhosa significa "solo para nosotros" - tomo
41 Daisy de Melker fue ejecutada en la horca en 1932 por el
asesinato de su hijo Rhodes. El tribunal creia que tambien habia asesinado a sus dos maridos para heredar su dinero, pero no encontraron pruebas concluyentes para dicha acusacion. Se rumoreo que Melker asesino tambien a otros cinco de sus hijos, pero nunca se la acuso de esos homicidios. Vease Rob Marsh, Famous South African crimes, Cape Town, Struik, 1991, cap. 6.
como modelo el movimiento de liberacion keniata Mau Mau. Sus miembros escenificaban ataques a la polida y a otros blancos en la Provincia del Cabo, a menudo con pangas. En 1963, tras un chivatazo de las autoridades de Basutoland, donde se encontraban los lideres de la organizaci6n en el exilio, la Policia Sudafricana arrest6 a 2.000 supuestos miembros; vease Tom Lodge, Black politics in South Africa sincel1945, Londres, Longman, 1983,p. 247 if
L,It
dio ofrecer las visitas previa solicitud. La demanda se disparo y llego a haber tres visitas por semana durante un ano entero, cada una de ellas para 40 personas. Las funciones continuaron hasta que el museD cerro, en abril de 1999. En un principio, la mayoria de los visitantes, tanto nocturnos como diurnos, eran sudafricanos blancos hablantes de afrikaans. Mas tarde, los african os, especialmente grupos de escolares, empezaron a frecuentar ellugar. Para entonces ya se habian realizado intentos de renovar las exposiciones (como veremos luego). AI parecer, el Museo de la Policia, don de todo era gratuito, fue popular sobre to do entre los mas patrioticos y los mas pobres. Hacia el final, las visit as nocturnas atrajeron a algunos intelectuales criticos con el regimen, para quienes esta oscura, si no intencionada, parodia, con morboso atractivo, era una incursion en ellado comico del Estado policial. El personal recuerda las visitas nocturnas con nostalgia. Eran ocasiones de camaraderia carnavalesca, ocasiones que permitian diferentes tipos de representacion, algunos sumamente ambiguos. Cuando los visitantes entraban al edificio, se encontraban con policias con un uniforme anacronico montados en bicicletas antiguas, un
indicio algo torpe de que habian abandonado el tiempo real para llegar a los domini os de la historia-como-teatro, de la docu-dramaturgia. Como insinuabamos antes, el vodevil fue 10 que desperto la buena disposicion de los actoresagentes para encarnar las identidades de los enemigos publicos. Esta disposicion, casi una caricatura de la mezcla de ultraje y placer que Lacan llama jouissance, puede considerarse, segun Aretxaga,43 como una apropiacion por parte de funcionarios del Estado del "seductor y aterrador poder" de sus adversarios. Pero hay algo mas en todo esto. La funcion tambien recuerda la repetitiva representacion de la paradoja caracteristica de los rituales african os bajo condiciones coloniales.44 Las visitas nocturnas reproducian una y otra vez la esclavizacion hegeliana de los dirigentes blancos frente al terror del swart gevaar, el "peligro negro", en su mayoria fmto de su propia imaginacion. En la obra, la pragmcitica del melodrama permitia 43 Aretxaga, ''A fictional reality", p. 64. 44Max Gluckman,
"Rites of rebellion
in South-East
Africa",
en Order and rebellion in tribal Africa: Collected essays, Londres, Cohen & West, 1963; Victor Turner, The forest of
symbols: Aspects of ndembu ritual, Ithaca, Cornell University Press, 1969; Jean Comaroff, Body of power, spirit of resistance, University of Chicago Press, 1985.
separar 10 civil de 10 salvaje, permitiendo que la ley apareciese como la fuerza definitiva contra las fuerzas de la oscuridad para reparar las contradicciones infinitamente reproducidas por los gobiernos coloniales. La muse6loga reconoci6 que su personal asumia que los visitantes estaban fascinados por el crimen sensacionalis-
local": una mezcla de teatro amateur y casa del terror de feria. Asi, Daisy de Melker paseaba por las salas vestida de epoca ofreciendo a los visitantes cafe de su frasco de veneno. El frasco real, no una simple copia. Ademas, la escena contaba con un elenco de personajes que encarnaban amenazas menos alarmantes para el orden
ta. Y ansiosos de terror indirecto. Consecuentemente, intentaban provo car primero horror y despues liberaci6n; dichas "incursiones
publico: unas cuantas mujeres policia ataviadas como prostitutas; una pareja que posaba como si fuesen drogadictos frente a un espectaculo de
ficticias en 10 ilicito y 10 brutal" -seiiala Scheingold-45 no eran mas que un "preludio" para la satisfacci6n, las "descargas de ira", prometidas por el "acto de represalia de la sociedad". AI dramatizar las dificultades de defender un orden moderno frente a la vulgar fatalidad, los agentes-actores elevaban a su publico ala categoria de ciudadanos metonimicos de la naci6n como comunidad moral, asi como a la de un publico necesitado de la protecci6n del
luces que simulaba un mal viaje; un grupo de "autenticos" sangomas -curanderos tradicionales- que representaban un trance para dramatizar los peligros de la «magia negra':
Estado contra una vasta mas a de rebeldes. Los visitantes recuerdan las visitas nocturnas vividamente. Un observador critico describi6 la funci6n como una "camara de los horrores 45 Stuart A. Scheingold,
The politics of street crime: Criminal
process and cultural obsession, Filadelfia, Temple University Press, 1991, p. 175·
Tambien volvia a la vida el Hombre Panga, un famoso criminal negro que atacaba a parejas blancas mientras estaban en su coche aparcado en una frondosa zona de Pretoria, no lejos del museo. Con una panga, una guadaiia de gran tamaiio, atacab'a a los hombres y violaba alas mujeres, a quienes, decian, les daba un billete de autobus para despues volver a casa. Dificil encontrar una encarnaci6n mas intensa de la oscura e indiferente amenaza que se cernia sobre las ciudades en la imaginaci6n de los blancos, poniendo en peligro el civismo y su reproducci6n social. Esta pesadilla alcanzaba
altas cotas de ironia dado que el atacante resultaba ser un afable novato del cuartel de policia.46 Encarnando los habituales terrores coloniales de la voraz sexualidad negra y la traici6n de los subalternos, el Hombre Panga hacia su aparici6n en una de las reproducciones del museo, que representaba un coche cortado por la mitad con una pareja en su interior que miraba hacia arriba, petrificados y expectantes ante el inminente ataque. Durante las visitas nocturnas,
apartheid de tal forma que reflejase el punto de vista negro sobre dicha historia. Se daba asi por supuesto que era posible, dentro de la misma estructura de significados, pluralizar las exposiciones existentes, su andamiaje ideo16gico yel tipo de naci6n que presuponian. Asi, se revisaron las instalaciones sobre el terrorismo para explicar las razones de los movimientos de liberaci6n, y se incluyeron reproducciones para documentar las insidiosas humillaciones del Sistema de Paso y
una puerta se abria de golpe en la pared situada tras la escena y un agente africano emergia
dellevantamiento de Sharpeville de 1960, donde la policia dispar6 y asesin6 a decenas de manifes-
de un salto, blandiendo el arm a en cuesti6n. "La idea era que gritara algo mientas 10 hada", nos cont6 la muse6loga. "Pero la primera vez que 10 intentamos todo el mundo gritaba tan alto
tantes africanos pacificos. Una de las representaciones mas populares entre el publico, cuya composici6n social ya habia cambiado, era la de
que apenas se Ie oia. La gente casi se desmaya." Hacia mediados de los noventa, en los albores de la poscolonia, se hizo el intento de afiadir nuevas exposiciones al museo, admitiendo la
cha Weerstand Beweging (Movimiento de Resistencia Afrikaner), cuyas poses racistas constituyen la propia esencia del melodrama neofascista. Estos cambios dieron lugar a algunos momentos parad6jicos -como Nelson Mandela, representado por un doble de la policia, de pie en una replica de su celda de Robben Island y res-
posibilidad de diferentes lecturas de la historia y la presencia de un nuevo tipo de ciudadanoconsumidor. El objetivo, declar6 Tilda Smal, era documentar el papel de la polida en los afios del 46 EI culpable pudo escapar de la policia durante gracias a su conocimiento condenado
cuatro afios
del sistema. Finalmente
a muerte y ahorcado
por multiples
fue
violaciones.
las bravuconadas del afrikaner de extrema dere-
pondiendo a preguntas educadas de los visitantes curiosos-. Tampoco estuvieron libres de polemica, sobre todo entre los agentes de polida mas ancianos. El
museo, ahora bajo la jurisdicci6n de un Ministerio de Seguridad administrado por el ANC
las "maldades" de las "artes del hechicero" y sobre asesinatos grotescos como los del llama-
(Congreso Nacional Africano), habia entrado
do asesino en serie de Norwood, que result6 ser un sargento de polida. Sin embargo, los
en una era de conti end a poscolonial y se habia convertido en un espacio de debate sin precedentes. Dicho esto, cualesquiera que fuesen las causas contingentes, su cierre sugiere que se derrumb6 bajo el peso de sus propias contradicciones, causadas por los profundos cambios en la composici6n racial y en el estatus de la polida, en la ideologia del mantenimiento de la ley y sobre todo en la relaci6n entre ciudadania y gobierno. Pero la pregunta sobre que deberia exhibirse, c6mo y por que, no s6lo indica una transformaci6n de la forma en que una naci6n narra su pas ado y su futuro. Tambien sefiala un cambio en el imaginario social del Estado mismo y en las formas en que muestra el horror para hacerse visible (como veremos enseguida). Mientras tanto, el personal del museo, imperterrito, sigue planeando nuevas exhibiciones sobre, por ejemplo, los abusos mas espectaculares revelados por la Comisi6n de la Verdad y la Reconciliaci6n (Truth and Reconciliation Comission),47 sobre 47 Los planes se centran en lugares como Vlakplaas, famoso por el entrenamiento de tropas del terror para luchar contra "enemigos" del Estado del apartheid.
muse6logos comienzan a advertir de que esdificil capturar en un cuadro vivo la realidad de la vigilancia policial en la poscolonia. No al menos sin replantearse el regimen de representaci6n que exige el momenta actual. Asi, en los ultimos afios, durante las mismas visitas nocturnas los agentes percibieron esta dificultad y advirtieron que la linea entre hecho y fantasia, orden y caos, seguridad y violencia, estaba desapareciendo. Por ejemplo, en una ocasi6n se produjo un pres agio de 10 que sucederia despues: los actores-polida representaban un robo con rehenes y una falsa intervenci6n por parte de la brigada m6vil de la polida, que disparaba balas de fogueo. A esa altura, el crimen violento se habia convertido en un objeto de preocupaci6n dominante, sobre todo en las zonas urbanas deprimidas, donde se encontraba el museo. Los disparos desencadenaron el panico. No esta claro, debido al tumulto que se produjo, si un ataque real procedente de la calle se habia adelantado ala funci6n.
No era la primera vez que el teatro y la realidad mas cruda se confundian en esta casa de los horrores. Sentados en el museo cerrado, mientras hablabamos con la muse610ga sobre su pasado su (im)probable futuro, Tilda Smal sefia16 al techo y record6 que en los viejos tiempos la rama de las Fuerzas de Seguridad de Pretoria tenia arriba su sede. "Aqui se interrog6 a mucha gente famosa -dijo-, practicamente a todo el gobierno actual." El edificio habia sido el hogar de una forma mas sadica de teatro: las surrealistas tecnicas para lograr informaci6n a traves de la violencia y el terror que eran el fuerte del "mantenimiento del orden especial" bajo el apartheid. Desde 1994, varios personajes prominentes han vuelto a visitar ellugar de su encarcelaci6n y tortura:48 para los antiguos enemigos del Estado, la parte superior del edificio se ha convertido en un espacio para rememorar el pasado, para el recuerdo personal y colectivo. 48Segun la sargento Smal, Tokyo Sexwale, antiguo presidente de la provincia de Gauteng -de la que forma parte Pretoriareeordaba en una reeiente visita la ultima vez que habia estado en el edifieio. Lo trajeron "a [as 4 de una fria manana de julio direetamente desde la earee!"; estuvo detenido durante varios dias para ser interrogado. Entrevista con Tilda Smal, 10 de agosto de 2000.
Durante los buenos tiempos del museo, en los afios ochenta, su personal y sus visitantes utilizaban la entrada situada en ellado este del edificio, y las Fuerzas de Seguridad utilizaban la entrada oeste. Cuando llevaban a los prisioneros politicos, el sonido de las esposas y de las cadenas se podia oir en las salas de exposici6n del primer piso. La sargento Smal dijo que Ie resultaba diffcil creer 10 que habia oido y visto en esa epoca. Sin embargo, sefia16 que para los visitantes todo era "parte del espectaculo". De esta forma, el museo era la fachada del terror de Estado, y el terror de Estado una puesta en escena para el museo. Nos enfrentamos aqui ala extrafieza de 10 real,49ala desconcertante interrelaci6n de fuerza y fantasia, de acci6n policial y representacion, del interior y el exterior del Estado violento. En esta casa con dos entradas no habia una distincion clara entre el escenario y el camerino, entre los acto res yel publico, entre 10sproductores y 10s consumidores de una realidad fantasmag6rica. Los ciudadanos corrientes eran complices inconscientes de la fabricaci6n y la reproduc49 E. j. Clery, The rise of supernatural fiction, 1762-1800, Cambridge, Cambridge University Press, 1995,p. 174.
ci6n del mismo sentido del Apocalipsis -las amenazas aterradoras del orden- que legitim aban el mortifero ejercicio de coacci6n en nombre del gobierno. Dado que, a pesar de la distinci6n entre la exhibici6n publica y los interrogatorios secretos, ambos representaban un aspecto del melodrama de fabricar la verdad a traves de la evocaci6n del terror, que resulta esencial para el mantenimiento de la ley en todas partes; un melodrama que toma una forma especialmente destructiva y displicente en los estados totalitarios, donde una continua sensaci6n de alerta exonera las practicas discipIin arias mas salvajes. En Sudafrica, en la actual era de los derechos humanos, estas practicas se han transformado radicalmente. Pero, como veremos en breve, la dependencia del melodrama por parte de la ley no ha desaparecido.
ahora la forma de reconfigurar sus objetivos para adaptarlos al presente. Hacia el final de nuestra conversaci6n, la muse6loga sefia16: «Tenemos unos cuantos fantasmas residentes en el edificio. A uno de ellos Ie gusta jugar (n6tese el uso del verbonuevamente)* con el sistema de seguridad cuando la gente trabaja fuera de su horario laboral'~; un fantasm a que quizas tiene un sentido de la ironia especialmente agudizado. Ademas, el personal del museo ha sido testigo de extrafias experiencias nocturnas. Los sudafricanos de todas las razas siempre han sentido un graninteres por 10 sobrenatural, pero su obsesi6n por 10 oculto se volvi6 especialmente llamativa durante esta epoca de transici6n.50 Un domingo por la tarde, cuando la sargento Smal estaba sola en el edificio, la alarma empez6 a sonar con furia. Incapaz de apa-
Como respuesta a una de nuestras primeras preguntas, hay continuidad, porque esta en la naturaleza del mantenimiento de la ley, y cambio, debido alas transformaciones de la cultura politica de su contexto. Los viejos horrores dejan huella. Mientras el futuro del edificio de dos caras pende de un hilo, su asombroso pas ado persigue a aquellos que formaron parte de el, a aquellos que buscan
* El verbo "to play" en ingles tiene el sentido de jugar y representar. [N. del T.) 50 Vease Jean Comaroffy John 1. Comaroff, "Occult economies and the violence of abstraction: Notes from the South African Postcolony", American Ethnologist 26, N° 3, 1999, pp. 279-301; "Alien-nation: Zombies, immigrants, and millennia! capitalism", Codesria Bulletin 3/41999, pp. 17-28, publicado nueva mente en The South Atlantic Quarterly, edici6n especial, Enduring Enchantments, ed. de S. Dube, 101, N° 4, 2002, pp. 779-805.
garla, se sento con resignaeion durante dos horas esperando, en sus propias palabras, "a que el espiritu terminara de jugar". En otra oeasion
vida en el patio. Sobre todo a los sudafricanos negros no les gustaba trabajar aqul. A algunos sigue sin gustarles. Yaqui Hegamos al quid de la
de claro haber gritado: "iDaisy" (se referia a De Melker) "deja en paz el interfono!". El mecanismo, dijo, "se volvio loco".
euestion. Es po sible que la planta baja del edificio este frecuentada por el fantasm a jugueton de una envenenadora u otros espiritus variados, pero el piso de arriba tiene un aura mucho mas siniestra. El personal del museo nos conto que en el antiguo bastion de las Fuerzas de Seguridad "hay un sentimiento muy extrafio". La gente oye los pasos de aquellos que murieron hace afios. Nadie se siente comodo. No es sorprendente: solo los ejecutores y las victimas saben de que inefables actos y agonias han sido
No eran estas las unicas fuerzas no identifieadas que rondaban por el edificio, intentando encontrar una voz en la empresa de revision del pas ado ocasionada por el nacimiento de la poscolonia. Es como si los espectros de los acontecimientos de antafio fuesen incapaces de encontrar su encarnacion -0 una forma de representacion- en el presente, a pesar de los loables esfuerzos para fomentar nuevas culturas del recuerdo; como si la farsa y la tragedia, el humor y el horror tuviesen que enfrentarse entre si antes de que una terrible historia pudie-
testigo estas paredes. Y asi, la historia persigue la reacia conciencia de aquellos, sobre to do aqueHos responsables de la justicia, la ley y el orden, que deben encontrar formas de reconciliar sus
se convertirse en un presente habitable. AqueHos que pasan mas tiempo en los pisos de arriba durante la madrugada hablan de una presencia intranquila en los pasillos. Algunos dicen que es porque muchos prisioneros "se suicidaron" aqui
actividades del pasado -un pasado que era realmente el de otro pais-, con el regimen moral radicalmente distinto del presente. No es extrafio que el Museo de la Polida permanezca cerrado. No solo porque su gabine-
(el suicidio es a veees un eufemismo policial
te de los horrores exija una revision drastiea en
para "asesinato en custodia"). Recientemente, un guardia de seguridad se pego un tiro en este lugar. Otra persona, ajena al edificio, se quito la
la poscolonia, sino tambien porque debe encontrar nuevas formas de melodrama, nuevas formas de evocar el orden a partir del terror; con
mas raz6n cuando en los tiempos recientes la obsesi6n del publico con el crimen violento, alimentada por unos avidos medios de comunicaci6n electr6nicos e impresos, ha hecho que la realidad atemorice mucho mas que la ficci6n. Dadas las circunstancias, en los ultimos anos el personal de la Unidad de Educaci6n del Servicio de Policia Sudafricano, ahora multirracial, ha comenzado a experimentar con otros generos de autorrepresentaci6n (peliculas, marionetas y teatro callejero, entre otros), para dramatizar el
ACCIDENTES
TEATRALIZADOS,
COREOGRAFIADOS
CRIMENES
0 REPRESENTANDO
EL ESTADO
En noviembre de 1999leimos en la prensa nacional que en Mafikeng-Mmabatho,5 capital dela provincia del noroeste, donde viviamos y trabajabamos entonces, se iba a celebrar una exposici6n sobre la violencia machista.53 La exhibici6n formaba parte de una campana nacional, el Proyecto Armonia, cuyo objetivo era llamar la atenci6n sobre la recien aprobada Ley 2
conjunto de pesadillas contemporaneas: malos tratos, violaci6n, violencia con armas, drogadicci6nY Como corresponde al espiritu de un
Contra la Violencia Domestica. Los peri6dicos anunciaban que 10s miembros de 105Servicios
Estado liberal, llevan su espectaculo a todas las provincias de la poscolonia. Los seguimos hasta
52 Mafikeng-Mmabatho es una ciudad con una historia compleja. Mafikeng, EI Lugar de las Piedras, era desde el siglo XIX la capital de Tshidi-Rolong, una Jefatura importante de Tswana. Con la llegada de los colonizadores europeos y de la imposici6n colonial, una ciudad blanca segregada (mal)llamada Mafeking -famosa por el asedio de 1899-1900,durante la Guerra Sudafricana- creci6 a 10largo de la linea de ferrocarril del pueblo africano. Cuando el regimen del apartheid cre6 la "pat ria" etnica de Bophuthatswana en los setenta, su centro, Mmabatho, se construy6 junto a Mafikeng/Mafeking. Asi la doble ciudad pas6 a llamarse con la peculiar forma de Mafikeng-Mmabatho. La vieja Mafeking desapareci6 en 1994 como enclave exclusivamente blanco y como nombre dellugar. Nos referimos a Mafikeng 0 Mmabatho segun cual sea ellugar de la ciudad en el que ocurrieron los acontecimientos. 53 The Citizen, 20 de noviembre de 1999,P. 6.
uno de sus reductos provinciales para explorar la naturaleza del drama policial despues del apartheid. Comienza el acto II. 51 Hasta la fecha, la Unidad de Educaci6n no ha tratado el tema de los asesinatos por parte de hechiceros y otras actividades de ocultismo; la raz6n principal es que los agentes de la Unidad de los Delitos Relacionados con el Ocultismo han sugerido que hacerlo podria desatar la c61era de los satanistas. El personal del museo nos coment6 que de hecho habian aparecido "grafiti satanicos" cerca del edificio.
Policiales del Noroeste representarian funciones educativas en las paradas de taxis, sorprendentes
diseminado pero "integrado", segun el cuallos gobiernos provinciales debian encargarse
agoras de las poscolonias africanas. Sin embar'go, nuestras investigaciones sobre el evento fueron infructuosas. Nadie, ni la polida ni
de "coordinar una serie de funciones para conseguir una prevencion del crimen mas eficaz".55 La manera de hacerlo era 10 que seguia siendo
ninguna otra persona, sabia nada sobre el tema. Tuvimos que ir hasta la sede provincial de la Secretaria para el Enlace y la Seguridad Publica,
incierto, incluso para aquellos a quienes se confiaba la urgente tarea de promover "la segurid ad de la comunidad". A todas luces, el
km alnorte de la ciudad, para averiguar el lugar de la exposicion. Se iba a celebrar en el vestibulo de la Asamblea Legislativa Provincial del Noroeste. Cabe sefialar que la
gobierno local se enfrentaba con la exigencia de inventarse a si mismo. Yaqui es donde surge el Proyecto Armonia. La orden procedente del Estado de que los gobiernos provinciales sensibilizaran a la pobla-
10
Secreta ria es una division regional del Departamento Nacional de Seguridad, bajo cuyos auspicios se encuentra el ahora reorganizado Servicio de Policia Sudafricano,54 aunque en ese momenta las relaciones entre ambos organismos no estaban bien definidas. La nueva Estrategia Nacional para la Prevencion del Crimen, aprobada en 1996, defendia un enfoque 54 La Secretaria Nacional de la Seguridad fue creada por la Ley del Servicio Policial de 1995, que se centraba en tres areas principales: control democnitico, responsabilidad de la policia y participaci6n de la comunidad en temas de seguridad. Vease Department of Safety and Security, Republic of South Africa, In safety and security, White Paper on Safety and Security, 1999-2004, Pretoria, Department of Safety and Security, 1998.
cion sobre la inminente Ley de Violencia Domestica implicaba una linea de accion clara. De ahi el anuncio de la exposicion, que resulto ser curiosamente escurridiza. ~Por que habia sido tan dificil de encontrar? ~Ypor que se iba a representar en el Parlamento Provincial? Un espacio que estaba lejos de ser publico: las medidas de seguridad eran tan fuertes que solo podian ingresar a ellos miembros del gobierno, el personal y los visitantes acreditados. En el interior, en el grandioso vestibulo, dos ampulo55 Department of Safety and Security, In safety and security, P·31.
sos miembros de la Unidad de Educaci6n de la Policia se ocupaban, con ademanes profesiona-
periodistas invitados a asistir a la sesi6n ceremonial en la que se aprobada la Ley de la Violencia
les, de un unico cuadro vivo. La escena era pequefia pero impactante. Una naturaleza muerta -expresi6n nunca mas ajustada- cuya pieza central era una cama con las sabanas deshechas y, tendida sobre ella, una figura de mujer de tamafio natural, de raza indefinida, vestida con
Domestica. Ellos eran el publico. Ellos sedan los testigos de que a pesar del creciente escepticismo, la policia y el gobierno local podian cooperar de manera efic\lz para combatir el crimen. Sin embargo, la inversion de los responsables de la exhibici6n y su potencia emocional implica-
ropa interior cara hecha trizas. Su cuerpo estaba lleno de moretones y cubierto de sangre, su garganta cortada con un cuchillo colocado junto
ban que tambien se trataba de un lugar de autoconstrucci6n. Sus auto res, en nombre del Servicio de Policia Sudafricano, paredan decidi-
a su rostro. Una cinta amarilla acordonaba la escena como si se tratara de la escena del crimen,
dos a configurar un sentido colectivo de finalidad moral frente a un mundo sobrecogedor, donde la violencia se habia convertido en algo endemico, ubicuo e incluso sin posibilidades de someterlo a la vigilancia policial.
enmarcada con p6steres y obras de arte entorno al tema de la violencia machista. Todos ellos se dirigian al publico, en ingles y afrikaans -pero no en setswana, el idioma local- para que "denunciasen los abusos". lQue podemos decir de este truculento espectaculo, cuyos ingeniosos detalles resultaban tan
Lo que veiamos era, en resumen, al Estado representado para si mismo, representandose a S1 mismo. El Estado haciendo declaraciones de intenciones y disefiando su ofensiva a traves
excesivos para su funci6n? lPor que, de nuevo,
de un cuerpo femenino ultrajado, que en el
un diorama cuyo objetivo era educar "al publico" se situaba claramente mas alIa de su mirada? La actitud y la preocupaci6n de los polidasartistas nos dieron una pista. La exhibici6n tenia que estar list a para que la vierim los parlamentarios, los dignatarios politicos y civiles y los
nuevo orden de cosas pasaba a simbolizar al ciudadano moral victim a de los nuevos archienemigos del pueblo. Ya que la originalidad de este minucioso melodrama representado en un escenario politico residia en que se trataba de un simulacro de gobierno, un rito repre-
sentado para hacer real y autoritaria, al menos a los ojos de la burocracia ejecutiva, la actividad de los responsables de la ley y el orden. Y por extension, para representar la misma posibilidad del gobierno. Ya que la batalla contra el crimen, personificada en los ataques a mujeres, se ha convertido en el diagnostico de la eficacia del regimen poscolonial en una epoca en que los enemigos de la nacion, sus violadores yasesinos, sus gansteres y pistoleros, sus asaltantes y traficantes, son en su mayoria tambien sus subditos recien liberados; y era esta, recorde-
colegio y las tiendas abrian sus puertas, oimos una cacofonia de bocinas y sirenas acercandose a nosotros. Era un desfile. Un variopinto grupo de vehiculos bajaba la calle a toda prisa: varios furgones policiales abarrotados (llamados, en los malos tiempos, con acierto, "hipopotamos"), varios coches patrulla y unos cuantos coches civiles; unos veinte vehkulos en total. Cada uno transportaba a varios oficiales unifonnados de diferentes rangos y razas, que saludaban con energia a los peatones asombrados que los contemplaban desde la acera. En las puertas y
mos, una de las contradicciones a las que se enfrentaba el Museo de la Policia en sus esfuerzos por modernizarse. AI exhibir su atenci6n a la santidad del cuerpo femenino, el fantasma de la violencia contra el y la persecucion de
en los capos de estos vehkulos, esloganes garabateados en ingles. Uno condenaba los malos tratos alas mujeres, otro prodamaba: "dales
aquellos que 10 profanen, el Estado se objetivaba a si mismo, para si mismo.
realizados contra nifios. Evidentemente, una accion mas para la prevenci6n del crimen, pero tambien un esfuerzo por poner de manifiesto
Pero el rostro institucional del gobierno tambien insiste en ser reconocido por sus ciudadanos-subditos. Lo que nos lleva a la otra cara de las representaciones de la policia, su representacion publica. Nos dimos de bruces, literalmente, con una de estas representaciones dos meses despues. Un martes alas 8:00 de la mafiana, en el centro Mafikeng, cuando los nifios corrian al
juguetes, no pistolas", como respuesta a una preocupaci6n creciente sobre actos violentos
una presencia policial palpable en las calles aprovechando la pesadilla de un pais consumido por la brutalidad, de una naci6n donde madres violadas estaban produciendo una generaci6n de delincuentes infantiles. Cuando la gente que contemplaba el des file descubri6 que estaba organizado por la policia,
dej6 de prestar atenci6n. La otrora ubicua y amenazante presencia de la ley se ha reducido dnisticamente aqui y en el resto de la "nueva" Sudafrica. Por el contrario, las representaciones de la policia, en especiallas que tienen fines educativos 0 de relaciones publicas, se han convertido en algo mucho mas comun. "Las calles estan llenas de tsotsis (gansteres)" se quejaba un anciano, "y 10 unico que hace la policia es teatro". Adviertase la elecci6n de su ultima palabra. La observaci6n tiene fundamento. Los agentes locales responsables del cumplimiento de la ley, sensibles ala ambivalencia con la que se los contempla, han disenado una serie de tecnicas
alcohol y la negligencia, es otro problema acuciante de la provincia. La tasa de mortalidad en la carretera ha crecido tan nipido que se ha convertido en una de las prioridades dentro de la lista de los,nuevos peligros que acechan a la desenfrenada busqueda de la libertad, incluida la libertad de consumir, que ha conllevado el final del apartheid y el expansivo, y caro, espiritu neoliberal. A diferencia de la escena de la violaci6n, pero a semejanza del desfile de vehiculos, el accidente se insert6 en plena vida callejera, demostrando el poder total de la ley, el derecho de usurpar el tiempo y el espacio publico para representar
que provoc6 el caos, ademas de un accidente real. Ir6nicamente, el objetivo del ejercicio era Hamar la atencion sobre una campana para
la verdad y evocar el terror imitando la muerte. Todo ello con el objeto de dejar en claro a "la comunidad" la presencia autoritaria de la policia, cuya ausencia de las escenas del crimen habia sido objeto de criticas a nivellocal. Pero adem as, el objetivo de la colisi6n, al igual que el del desfile rabelesiano, era montar un ritual funcional que convirtiese la ambivalencia popular hacia la policia sudafricana en un afecto positivo, a fuerza de emociones cuidadosamente representadas que transformasen tanto a los
promover la pruden cia al volante: la mortalidad en la carretera, en gran parte causada por el
acto res como al publico. Pues aqui, nuevamente, los acto res eran el publico, y e1publico actuaba.
locales para poner de manifiesto su visibilidad, su eficacia, su determinacion y su responsabilidad ante una poblaci6n temerosa de habitar el espacio publico. Una de sus representaciones, un accidente multiple falso escenificado sin previo aviso en un cruce complicado en Mafikeng en hora punta, result6 tan autentico
nueva lista de pesadillas nacionales fuesen reconocidos y respetados por la mayor parte de la poblaci6n. Y es que la vigilancia policial en esta
de un panorama moral politico reconfigurado; siga mostrando una fuerte inc1inaci6n por la representaci6n. 0, como ocurria en el Museo de la Polida, que la linea entre la puesta en escena y el melodrama del trabajo diario de la polida frecuentemente desaparezca, como sucede en much as detenciones difundidas por los medios y representadas de manera teatral. De ello fueron testigos los sudafricanos hace un par de alios con una serie de redadas osten to samente publicitadas y dirigidas con extravagante ceremonia por el jefe nacional de la polida en aquellos "clubes de caballeros" en los que su-
nueva era presupone un alto grado de consentimiento por parte de los ciudadanos, un consentimiento que aun esta en duda. Si, como dice Malcolm Young,57la actividad policial depende en todo el mundo de "producciones sociales bien dirigidas" que mantengan la mitica separaci6n entre el bien y el mal, no sorprende que el nuevo Servicio de Polida
puestamente se traficaba con prostitutas extranjeras.58Aunque finalmente se juzg6 a unos pocos, la operaci6n dramatizaba un temor recurrente de la nueva naci6n: la creciente masa de inmigrantes ilegales, los otros arquetipicos, cuya mera presencia parece poner en peligro tanto las fronteras como el interior de la poscoIonia. Que tales representaciones, muchas de las
Sudafricano, que aun lucha por definirse dentro
cuales muestran a la polida presumiendo de su dominio del melodrama con cuerpos de mujer
Aunque la representaci6n era opaca para el publico, al mismo tiempo este formaba parte de la puesta en escena. La colisi6n no anunciada, junto con los esl6ganes ilegibles del desfile56 y la exposici6n oculta en el parlamento, implica una forma de reflexividad mediante la cuallos acto res pretend ian, imitando la epica del desorden, proc1amarse como agentes legitimos encargados de un humanitario cumplimiento de la ley; agentes cuyo papel en la lucha frente a una
56 Cabe seiialar que cuando mencionamos el desfile a la policia de la comisaria de Lomanyaneng, una de las mas grandes de las afueras de Mafikeng, nadie sabia nada sobre el tema. 57 Young, An inside Job, p. 4-
58 "Brothel raided", Pretoria News, 3 de marzo de 2000, p. 1; "Brothel owner granted bail of RIO 000", P. Molwedi, The Star, 7 de marzo de 2000, p. 2.
ultrajados como protagonistas, puedan resultar vacilantes y dispersas, que carezcan del convincente poder que a menudo los antropologos atribuyen a los rituales comunitarios es precisamente el objetivo. Es a traves de esta incierta representacion como el "nuevo" regimen sudafricano esta adquiriendo su forma tangible.
Hemos sostenido que en la Sudafrica poscoloniallas representaciones dramaticas del crimen yel castigo, al igual que las que difunde el Estado y consumen distintos tipos de publico, no son meras invenciones inspiradas en hechos. Tampoco son reflexiones, inflexiones 0 refracciones de una simple realidad sociologica. Por el contrario, son parte vital del esfuerzo por producir orden social y por alcanzar formas convincentes de representarlo, construyendo asi un mundo coherente; mas aun, por el hecho de que se hacen bajo condiciones neoliberales en que las tecnicas de gobierno, incluyendo tecnicas de investigacion y de aplicacion de la ley, cambian con rapidez y en algunos lugares estan bajo seria
amenaza. En estos tiempos, la violencia criminal parece ser el baremo de la fragilidad de la socie~ dad civil; asi, los agentes de la ley se convierten en la principal encarnacion de un Estado bajo presion. He aqui la ironia de la situacion de los sudafricanos contemporaneos, que en su esfuerzo por construir una democracia postotalitaria se descubren a si mismos reclamando "mas policia". Es la suya, claramente, una contradiccion post-Foucault, en la que el desorden parece superar la capacidad del Estado para sancionar o castigar. Se trata de un problema ante el cual tanto aquellos que blanden el poder como sus subditos necesitan recurrir ala ficcion y a la fantasia para evocar formas de gobierno visibles. Por supuesto que es posible considerar la historia no desde un punto de vista postFoucault, sino como un relato que demuestra el argumento foucaultiano, 0 que refuerza el telos foucaultiano, representandolo de manera invertida para demostrar que cuando el poder moderno se termina, regresa el espectaculo primitivo. Por el contrario, podriamos defender que la distincion entre la politica como teatro y la biopolitica subyacente a este telos es demasia'do simple y que es el producto de una ideologia moderna que separaria la coaccion simbolica de
la instrumental, el melodrama de la politica de la racionalizaci6n. El melodrama puede ser el primer recurso cuando las normas estan en constante cambio y el Estado es incapaz de asegurar el orden. Sin embargo, la historia moderna de la vigilancia policial sugiere que el teatro nunca ha estado ausente del contraste entre el ritual y la rutina, de la visibilidad y la invisibilidad que son parte esencial de la puesta en escena del poder y de la ley y el orden de forma autoritaria y comunicable. Recordemos, por ultima vez, el testimonio a este respecto de Malcolm Young, el policia etn6grafo. En resumen, este contrapunto se encuentra en el coraz6n de todo gobierno, ya sea metro politano 0 colonial, europeo 0 africano, pasado 0 presente. La relaci6n entre el cumplimiento de la ley, el teatro y la ficci6n dramatica va mas alIa de 10 arbitrario.S9 El crimen y el castigo se recortan especialmente dentro de la fantasia reciproca a traves de la cualla policia y el publico se construyen mutuamente a uno y otro lado de la
delgada linea azu160 que hace palpable el poder del Estado, la delgada linea azul que supuestamente separa la anarquia del civismo, la delgada linea azul que subraya la fragilidad del orden y llama la atenci6n sobre la preocupaci6n popular ante la amenaza del caos social. Mas aun cuando como consecuencia del capitalismo global y de la mutaci6n del antiguo sistema internacional, nuevas geografias del crimen y del terror, cad a vez mas oscuramente interrelacionadas, han reorganizado la criminalidad dentro de los estados-naci6n, que se suma a la criminalidad entre estados-naci6n, de modo tal que se ha convel;tido en un fen6meno mas dificil de contener y de comprender. Ademas, debido alas condiciones hist6ricas de esta era neoliberal -entre ellas, la debilitada soberania de las naciones y de sus fronteras, la decreciente capacidad de los gobiernos para controlar los medios de .coacci6n 0 el bien de la comunidad, el desafio de la politica ante el Estado de derecho liberal y
60Para comprender 59 Resuena aqui la afirmaci6n
de D. A. Miller de que hay
una "relaci6n
radical entre la naturaleza
y las pnicticas
de la polida". D. A. Miller, The novel and the
de la novela
contemporaneas Peter
J. Boyer,
mejor las dificultades de mantener
bajo condiciones
la "delgada linea azul;' vease
"Bad cops", en The New Yorker, 21 de mayo de
2001, p. 60. Boyer sefiala que la expresi6n "la delgada linea
police, Berkeley, University of California Press, 1988, p. 2
azul" fue acufiada por William H. Parker, un jefe de polida
ypassim.
muy apreciado
durante
la era de Eisenhower.
el hecho de que este enmarcado en los derechos humanos- han hecho que el mantenimiento del orden en su sentido moderno sea dificil, casi imposible. Esta realidad es quiza mas evidente en contextos poscoloniales y postotalitarios donde la escasez de instituciones civiles no permite contrarrestar la declinaci6n del Estado del bienestar. Sin embargo, se vive con la misma urgencia en, digamos, el norte de la Inglaterra61 postindustrial que en las provincias del norte de Sudafrica. Y se expresa en todas partes a traves de la obsesi6n criminal de subditos y gobernantes. Asi, aunque la corriente de opini6n actual, des de los libertarios hasta 10s foucaultianos, puede minimizar la importancia del "Estado", la fantasia popular es testimonio de una clara nostalgia por un gobierno con autoridad, incluso autoritario. La autoconstrucci6n reflexiva de la policia sudafricana 10 pone de manifiesto con su exageraci6n dramitica tanto de la necesidad de rescatar a la comunidad del 61 Nuevamente esta paradoja adquiere una forma teatral. Cabe
recordar que en la escena final de una de las reflexiones mas acertadas sobre la Inglaterra postindustrial, Full monty (dirigida por Peter Cattaneo en 1997), 10sestriperes salen a escena vestidos de polidas.
caos como de su capacidad para hacedo. Sus melodramas se basan en una dialectic a de la producci6n y la reducci6n: en la evocaci6n productiva de un mundo Heno de violencia y ambiguedad moral, cuya amenaza s610 eHos pueden combatir para devolverlo a un orden habitable. Asi, en su imaginario, una metafisica del desorden -la convicci6n hiperrealista, con rakes en la experiencia diaria, de que la sociedad esta al borde de la desintegraci6n- acaba legitimando una fisica del orden social que pueda conseguirse a traves de una acci6n policial eficaz. Y asi, de manera reciproca, muchos ciudadanos sudafricanos de a pie se sienten atraidos por programas de ficci6n en los que hombres con placa se enfrentan, y normalmente vencen, a los enemigos mas abyectos, violentos y antisociales que se pueda imaginar. Y de este modo tambien, extraidas de una ficticia economia de representaci6n, las imposibilidades se hacen posibles, y la ley, como base del Estado-naci6n, se vuelve visible de nuevo.