Violencia Adolescencia - Lima 1995

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VIOLENCIA ADOLESCENTE DAVID ROCA BASADRE / 1995 EL PROBLEMA Desde hace pocos años se vive y se repite el fenómeno de grupos de adolescentes que protagonizan reyertas, líos callejeros que han llegado a tener como consecuencia incluso la muerte de algunos de los protagonistas. Estos hechos tienen lugar en ciudades grandes -más notablemente en Lima- y en las zonas más pobres y desfavorecidas, es decir áreas tugurizadas y pueblos jóvenes. El fenómeno no es, entre nosotros, una novedad. Sin embargo, hoy el fenómeno se presenta lleno de aparentes rituales, apelativos y periodos consecutivos que han provocado que muchos confundan aquello con simple desvarío delincuencial, inspirado en la alienación por causa de películas extranjeras del cine y la televisión. Para lo cual, evidentemente, el único recurso posible es la represión policiaca. Podemos aceptar que la influencia de los medios es real, pero no de manera tan automática, por lo que la apreciación anterior es, por ello, superficial. Y es que estamos delante de un problema permanente, que se manifiesta hoy de esta determinada manera, y que es protagonizado por una importante minoría de adolescentes. Todo lo cual es significativo, porque de pronto relieva la grave problemática de un sector de población -niños, adolescentes y jóvenes de los estratos con menos recursos- amplificada por mayores carencias y la acción rebelde de la franja etaria más propicia a pasar a la acción: los adolescentes. Cuanto ocurre es bastante complejo. No se trata de hechos aislados, sino que existe una concatenación de factores que propician tales reacciones en algunos -pero no pocos- adolescentes, que asimismo afectan de maneras disímiles pero no por ello menos alarmantes al resto de ellos. Las preguntas que hemos de plantearnos son las siguientes: ¿por qué razón las antiguas y siempre existentes colleras o grupos de barrio devienen de pronto en grupos violentos?, ¿por qué razón las tradicionales barras o hinchadas devienen en barras bravas o comandos guerreros, como suelen autodenominarse?, ¿por qué razón las tradicionales y siempre conocidas rivalidades entre colegios derivan en pedreas y verdaderas acciones guerrilleras? Para lo que adelantamos una primera constatación: que se trata de una exaltación de lo ya visto y conocido. Es decir, grupos de barrio, hinchadas, escolares secundarios cuyo común denominador es la referencia barrial que, en lo esencial, caracteriza a todos, además de la mayoritaria composición adolescente y de varones.

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Estas tres manifestaciones adolescentes han sido vistas hasta hoy como temas separados. Sin embargo, se trata de lo mismo. Algunos grupos de adolescentes trasladan su energía usando la violencia, en función de objetivos diversos, pero partiendo de identidades creadas sobre todo en los barrios, en torno al territorio al que se sobreponen en unos casos los colores de los equipos favoritos de fútbol o la pertenencia institucional. Matices más o matices menos, el barrio es el punto de partida. Apreciar el fenómeno en todas sus dimensiones requiere un esfuerzo de síntesis de diferentes perspectivas. Y una sola voluntad que convoque -desde el Estado- a los diversos sectores del mismo que se encuentren involucrados y a la sociedad civil, en un esfuerzo coordinado por la salud de la inmensa mayoría de niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país. Reconociendo, asimismo, que es prioritariamente desde todas las potencialidades de la Educación (formal, no-formal, informal) explotadas conscientemente y en todas sus virtualidades, que habremos de encontrar respuestas importantes a este y otros problemas de los niños, adolescentes y jóvenes. Pero esto, con algunas condiciones. Que la Educación se entienda como una actividad sobre todo promotora del desarrollo de las potencialidades y capacidades de cada individuo. Y ello integralmente, es decir: que sean tan importantes los valores como los medios y agentes que los transmiten; que se asuma que más que los contenidos importa el despertar de sanas e inteligentes inquietudes; que la Educación no es una actividad centrada en un salón de clase, sino que lo desborda ampliamente albergándose en todos los momentos de la vida de las personas, para bien y para mal, por lo que es, sin dudas, responsabilidad de todos, cada día y en todo momento; y que la Educación es la inversión más importante que puede realizar una comunidad, puesto que el objetivo es el logro de los bienes más perdurables y valiosos de todos: capital humano, energía capaz y valiosa, imaginación creadora. SER ADOLESCENTE La adolescencia -demasiadas veces lo olvidamos- es una etapa de tremenda inestabilidad. Los cambios tanto físicos, intelectuales como de relación se suceden desconcertando al individuo, que entra en un periodo de permanente cuestionamiento de si mismo. No es fácil para los padres esta etapa de los hijos, tampoco. Y el cuestionamiento sobre el adolescente suele acrecentarse porque los mismos padres empiezan a ver a su hijo como a un extraño. Lo que configura y a veces agrava un panorama que se complica de trastornos que la psicología clínica no ha dudado en identificar como "perturbaciones transitorias del desarrollo" (1). Trastornos que en condiciones normales concluyen, asimismo, en las llamadas curas espontáneas.

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Se produce, en esta etapa, un aumento indiscriminado de la actividad sexual que poco a poco va buscando y encontrando objetivos amorosos, de manera confusa en un principio, más definida conforme va desarrollándose. Ello produce alteraciones en la conducta, pues los impulsos naturales van a encontrarse con las barreras de la moral y las costumbres, y las crisis consecuentes. Cuando finalmente se llega a un estadio de sexualidad adulta, que es consecuencia del desarrollo físico, el adolescente buscará el completo "apartamiento de las personas que fueron los más importantes objetos amorosos del niño, esto es, los padres." (2) La consecuencia de todo ello es doble: por un lado se trata de minimizar al máximo la importancia de los padres, mostrándose abiertamente rebelde e incluso insolente, al mismo tiempo que se inicia la búsqueda de sustitutos al afecto y a los ideales que hasta ese momento compartió con los adultos en su hogar. Estas personas e ideales deberán ser "todo lo diferentes que sea posible de las anteriores". (3) Por otro lado, la inteligencia pasa de ser concreta y a complejizarse paulatinamente, empezando a desarrollar niveles de abstracción mayores. El adolescente se halla de pronto en un mundo mental de perspectivas desconocidas hasta ese momento para él y que le permiten adentrarse en una reflexión muy creativa sobre aspectos que probablemente no veía hasta entonces o no valoraba. Todo lo cual representa un cambio y maduración que afecta definitivamente su visión de la sociedad, de las relaciones interpersonales y de todo cuanto lo rodea. Esta definición clásica del proceso de la adolescencia es importante retenerla. En ella está resumida la dificultad de una circunstancia por la que pasamos todos los seres humanos en algún momento de nuestras vidas. Una etapa de descubrimientos que perturban la estabilidad del mundo feliz y confortable vivido durante la etapa "madura" de la niñez. Descubrimientos que arremeten bajo la forma, en primer lugar, de grandes cambios en la propia apariencia. Y a partir de allí, en la necesidad de afirmarse como persona, de buscarse una identidad propia por si mismo. Es inevitable que, en este distanciamiento del nido, el adolescente busque regresar y cobijarse allí mismo cada vez que el piso se le mueve demasiado; o que eche una mirada hacia atrás para asegurarse que, finalmente, el nido siempre está allí y puede contar con sus padres. Pero ello sin que evite la imperiosa necesidad de ser él mismo/ella misma. En este proceso, el adolescente buscará mecanismos que le permitan dar sus pasos necesarios con tranquilidad y que le proporcionen la seguridad, el cobijo de aceptación y conformidad que necesita, la alternativa social al mundo que abandona. Los grupos barriales de adolescentes son, por todo ello, una imagen recurrente de nuestra vida urbana. Quien no participó de algún grupo allí donde vivía, asumió esto en la escuela. Nuestra literatura está

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llena de estas referencias, lo que revela cuán importante ha sido esta etapa en la vida para casi todos. El grupo barrial, la "mancha" -como suele llamarse hoy a lo que antes fue la "patota", la "collera", etc.- constituye, sobre todo en las zonas de clase media, media baja y baja, el mundo en que se concentran las vacilaciones, descubrimientos, dudas y nuevas certezas que configuran el territorio mental y geográfico del adolescente. Allí se procesan ideas comunes, modos, hábitos y se profundiza en la organización del mundo de la sexualidad y sus objetos socialmente aceptados (o no aceptados), se organiza la autodefensa y se readecúa la escala de valores comunes al ritmo e influencia de estereotipos aprobados por consenso. La "mancha" suele cumplir el papel indicador, asimismo, de la dirección de nuevos valores, por ello mismo. En esta época, "durante la cual el joven se opone a los adultos que lo rodean, cuando los menosprecia y trata de diferenciarse de ellos, es notable ver cómo se identifica con otros, con sus héroes, revelando de tal modo, mientras los "ensaya" y los define, las actitudes y los valores que le parecen fundamentales, elaborando una visión del mundo y de la vida que revelará sus preocupaciones esenciales y compensará sus inferioridades del momento." (4) A la misma escala se adecuarán los impulsos naturales, tanto erótico-sexuales como los agresivos. Resulta ocioso afirmar una vez más, por ello -y especialmente aquíque hitos trascendentales de la vida de cada ser humano se implantarán durante la adolescencia. SER ADOLESCENTE EN LIMA, PERU Lima se asemeja -en su desarrollo- al proceso complicado de la adolescencia. El espacio urbano es irregular, complejo, desigual y absolutamente desordenado. Producto, como bien se sabe, del desborde popular de las décadas recientes, pero también de la cultura de la pobreza que el afán de sobrevivencia ha ido sembrando por todos lados; visible en las formas organizativas conocidas y elogiadas que transforman hábitos y relaciones en los barrios populares, y bajo la forma de alambradas y guachimanes en las zonas residenciales que deben resistir, así, a otras modalidades del “recurseo” en boga. El sector de población entre los trece y dieciocho años ha cobrado así conciencia del mundo en medio de la peor crisis económica de nuestra Historia. Las consecuencias no se han hecho esperar, en todo orden de cosas. Y como es tradicional y no requiere más demostración, ha afectado sobre todo al sector poblacional mayoritario, es decir el de menores recursos y, entre tal población, al sector más indefenso. La exacerbación de tensiones entre grupos de adolescentes se da mayoritariamente en áreas urbanas de clases media baja y baja. Lo que al final de cuentas no debe sorprender.

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Según diversos especialistas en psicología adolescente, existen elementos socioculturales que actúan como limitantes para las "curas espontáneas"- o resolución de conflictos- en el proceso adolescente. Estos actúan frenando las posibilidades de desarrollo tanto cognitivo como afectivo de la personalidad cuando escasean los recursos y las posibilidades materiales y efectivas que permitan alcanzar las metas y objetivos trazados. Asimismo, tales elementos socioculturales pueden influir negativamente sobre las relaciones afectivas, incubando psicopatologías que limitan las posibilidades de salida de las crisis naturales. En el mismo orden de cosas, acontecimientos situacionales específicos -sean éstos de corte personal o de grupo, de comunidadpueden obstruir las vías para la resolución de los problemas de identidad, fundamentales en esta etapa de la vida. Tal definición nos permite adentrarnos en la descripción de aspectos generales que influyen decisivamente en la vida de los adolescentes de nuestra ciudad. La acción terrorista, que ha sido parte de la cotidianeidad de nuestro país durante quince años, ha tenido repercusiones importantes entre los niños, adolescentes y jóvenes. No solamente impregnó de nuevos hábitos nuestras rutinas, sino que colmó nuestro sentido común de nuevas certezas. Una encuesta llevada a cabo en 1991, mostraba que el 41% de las personas encuestadas en los sectores medio bajo y bajo consideraba justificable la subversión terrorista. Asimismo, el 43% afirmaba que un acto terrorista le era indiferente o lo comprendía, y 40% tenía una opinión favorable de Sendero Luminoso. Se veía, además, en esta encuesta llevada a cabo en Lima Metropolitana, a un 38% de personas de tales sectores sociales que creían que los grupos político-terroristas iban a triunfar, dato este último que podía tomarse -por lo previamente visto- como indicador "de una convicción, que podía ser esperanzada, de que dicho triunfo ocurra". (6) Aunque la encuesta fue realizada en un momento particularmente intenso del accionar terrorista, no por ello es menos significativo el resultado de lo que el sentido común de la población más afectada por la crisis económica y las tremendas y radicales medidas de ajuste que el gobierno acababa de imponer, podía asumir. Pero además, tales convicciones eran de una u otra manera transmitidas entre personas al interior de las familias y allí compartidas. El aprendizaje se da en los niños en todos los momentos de la vida. Sin olvidar que en general todos estamos sujetos a un constante proceso de asimilación -de ósmosis permanente-, los niños y adolescentes son particularmente receptivos. No dudamos en afirmar que esta asimilación permanente de información procesada y persistentemente retroalimentada por la experiencia cotidiana, que llega por infinidad de medios y circunstancias, es mucho más importante y decisiva en la vida de una persona, que las horas pasadas en la escuela. Más aún con el tipo tan bajo de nivel y perspectivas que por regla general tiene la escuela pública en el Perú.

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La reacción de la población no únicamente remite a la asimilación de formas agresivas como vía para la resolución de problemas, sino que asimismo reelabora las escalas de valores. Frente a la imposibilidad de resolver las situaciones que se presentan por los medios de que se dispone, que se revelan ineficaces, la necesidad extrema obliga a recurrir a los recursos posibles, incluso si son socialmente vedados. La transgresión de la norma social se impone casi como una obligación, como la única manera posible de alcanzar objetivos a los que se tiene derecho. (7) Así, luego de 1992 -fecha de la captura de Abimael Guzmán, líder y fundador del grupo denominado Sendero Luminoso- las cifras nos dan un incremento de la violencia social, en aumento progresivo cada año:

AÑO 1990 1991 1992 1993 1994 _________________________________________________________ PRENSA

1,891

1,901

1,911 3,636 2,935 (8)

Todo pareciera indicar que la identificación con la violencia terrorista, al desvanecerse con la derrota de Sendero Luminoso, se hubiera disuelto en la acción directa, en la voluntad imperiosa de resolver expeditivamente y sin dilaciones los problemas. El que sea una minoría la que aparece delinquiendo en las informaciones de la prensa, no exime al resto. Por un lado la prensa toma el pulso de la vida social, donde detecta un incremento evidente de tales hechos; por el otro, el sentido común de la población avala sin muchos problemas tales conductas. Una encuesta reciente nos confirma en este aserto. Interrogados los encuestados -pobladores de Lima Metropolitana y el Callao- sobre si estaban de acuerdo o no con determinadas afirmaciones, el resultado fue el siguiente: ¿Está usted de acuerdo; más o menos de acuerdo; en desacuerdo; con las afirmaciones siguientes?

De acuerdo

Más o menos En desacuerdo de acuerdo _________________________________________________________ EN ARCA ABIERTA EL JUSTO PECA 66.5% 14.8% 17.0% _________________________________________________________ NO IMPORTA QUE UN POLITICO ROBE SI HACE OBRAS 43.5% 14.8% 41.3% _________________________________________________________ 6

A LOS POLITICOS QUE ROBAN NO LES PASA NADA

77.3%

9.3%

12.5% (9)

Resulta pertinente -tal y como hacen los autores de la encuesta- unir a los que responden "de acuerdo" con los que responden "más o menos de acuerdo", puesto que es imposible admitir medias tintas en tal interrogante. Eso nos deja con que el 80.3% de la población de Lima y Callao podría robar si se le presentase la oportunidad, puesto que "en arca abierta (hasta) el justo peca". Igualmente, el hecho de que el 86.6% sostenga que existe impunidad para el que roba millones, es decir que tiene también poder, es fácil de relacionar con lo anterior para explicarse, en gran medida, el origen de la inversión de valores que es parte de nuestra vida cotidiana. Finalmente, que un gran sector de población acepte -resignada- que no importa que un político robe mientras haga obras físicas -que es lo que se entiende por "obras"- no sólo parece confirmar como incuestionable lo anterior, sino que además pareciera dejar sin argumentos ni esperanza a quienes pudieran tener como bandera la honestidad. (10) Tal reacción entre nosotros es más que una afirmación o una alternativa. Ha devenido en ideología, ha sido incorporada a nuestro modo de vida y es transmitida como sabiduría para la sobrevivencia en el seno de las familias. La precariedad -por no decir miseria- que la crisis económica ha dejado puede ser asimismo percibida en algunos de sus efectos, como injusticia. Tal el caso de los despidos. Más allá de toda discusión política, la pérdida del medio de vida, la pauperización de muchos que observan que pocos sin embargo mantienen sus privilegios y tren de vida habitual, origina la convicción cada vez más afirmada de que el mundo es de los más fuertes. Todo despido es percibido como un abuso de parte del propietario hacia los que trabajan. Y más aún cuando este no se justifica en función de algún mal rendimiento. (11) La civilización es un proceso creado por la inteligencia del ser humano en su lucha ininterrumpida por progresar y contra la barbarie. Esa es la razón por la cual aquellos que hicieron de un retorno a la barbarie su ideología -como el nazismo o el estalinismo- se fortalecen y desarrollan en climas como el descrito, que les es finalmente afín. En ese sentido, como lo hemos insinuado sin reparos, hay una relación de afinidad y origen entre alguna pasajera simpatía hacia el terrorismo -Sendero Luminoso, en particular, cuando parecía llevar

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un aura triunfante- y la inercia delincuencial que impregna actualmente a nuestra ideología popular. De la misma manera, en esa suerte de fascinación que sobre la mayoría de la población ofrece cualquier gobierno fuerte y autoritario, directo y expeditivo, hay el mismo trasfondo. Quizá uno de los problemas mas graves de nuestras sociedades "en desarrollo" -como a veces nos autodenominamos- es que el proceso histórico y social que sufrimos, cuestiona abrupta y totalmente los valores tradicionales -lo que en si no tiene porque ser negativo- pero no propone alternativas; o más bien, se niega a proponer desde el discurso una crítica radical de la moral tradicional, provocando un doble discurso generalizado, extendido en todo el cuerpo social.

LA ESCUELA La crisis de la escuela en el Perú, en tanto que institución capaz de constituirse en vehículo de la mayor parte de las expectativas de movilidad social, de desarrollo personal, merece, en tal contexto, una reflexión. Desde hace varios años las cifras de repitentes en los colegios superan al millón en cada ciclo escolar. Atribuirlo a problemas de baja retribución a los maestros o déficit en la disposición y posibilidades de estudios en niños y adolescentes es mencionar un aspecto importante del problema, pero que no debe impedir que veamos lo demás. Es decir, el bajísimo nivel formativo y de capacidad de los maestros y la confusión en sus objetivos, resultante esto último quizá de la pérdida de mística o su nula existencia jamás. Lo primero tiene que ver con el círculo vicioso de la mala formación, del escaso o ausente trabajo en los centros iniciales o de primera enseñanza, la larga cola de la pobreza. Pero tiene que ver también con la formación impartida en las normales, que es por donde se debiera empezar. Lo segundo, con el hecho de que la carrera de maestro es considerada de segundo rango en la escala social y por eso es elegida como último recurso. Por ello, quizá, muchos maestros están convencidos que su tarea es "cumplir los objetivos del programa", es decir terminarlo cada año, olvidando que su objetivo es formar a unos niños o adolescentes a su cargo. En realidad, todo el engranaje del sistema educativo nacional está al servicio de tal deformación. Es necesario mejorar el currículo, adecuarlo a una formación integral y moderna, es necesario organizar una escuela más eficaz, pero no es menos verdad que nada de ello puede servir si no existe una elevación del status social del maestro, la mejoría de su formación (y selección) y la recuperación de la mística que le es propia. He ahí problemas que se mencionan desde hace mucho, pero que, mientras tanto, van dejando una fila enorme de fracasos, vía las repitencias, el abandono o la escolaridad que luego sirve para muy poco con quinto de secundaria, diploma y cuanto haya

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que agregar. Fracasos que, inevitablemente, conducen a enormes frustraciones que se inician antes de concluir la escolaridad: una buena parte de la deserción escolar tiene que ver con que la escuela no solo no constituye un polo de atracción e interés para muchos estudiantes, sino que incluso se transforma en lo contrario de esto. Obviando en este somero análisis a aquellos maestros que suelen marcar a muchos alumnos, aquellos que todos traen alguna vez a la memoria, el ánimo mayoritario hacia los maestros suele ir de regular a menos. El ambiente chancón, memorístico, mecánico y semimilitarizado que inunda nuestras escuelas y se considera como el único posible, ahoga toda creatividad y expulsa a las naturalezas más libres. No es una casualidad que una gran cantidad de deserciones escolares se den, entre adolescentes, por simple hartazgo de la escuela. LOS MEDIOS DE COMUNICACION La ciudad que nos cobija, tiene atractivos luminosos que resultan más envolventes. Incluso apreciados a través del televisor. La fuerza de los medios de comunicación como transmisores de ideología, como formadores de consenso no merece mucha discusión. Generalmente se trata de reducir el debate sobre este punto a términos de relaciones muy rígidas y mecánicas, donde es fácil suponer que tal influencia es mínima. Pero la realidad que se vive no es aquella, sino la del persistente y hábil manejo subliminal de los recursos del audiovisual, sobre todo, para la generación del sentido común mayoritario que el sistema necesita para sobrevivir. Allí, todas las coartadas son útiles, incluyendo la supervivencia de niveles de discrepancia hábilmente dosificados. Así, más que escenas violentas o de sexo confuso, es particularmente grave el discurso ético que discurre en muchos argumentos e historias que los medios -la televisión particularmentetransmiten. Sin emitir ningún juicio de intención, es verdad que al retransmitirse formas, maneras y dichos en función de conceder a todo lo que permita convocar sintonía, por ejemplo, se contribuye a empantanar el raciocinio y difundir imposiciones y prejuicios.(12) La ideología que trasmiten los medios de comunicación visual es también la del consumo. En una economía de mercado con diferencias no muy grandes en la distribución del ingreso -como puede ser el caso de las sociedades de los países desarrollados- la descomposición social que el consumismo genera es compensada con la aparición de otros rubros de consumo -la industria del ocio, la industria del libro, la profusión de revistas de publicaciones especializadas- que terminan satisfaciendo a los más ácidos críticos. Sin perjuicio del inventario respectivo, entre nosotros el incentivo al consumo tiene consecuencias peores. Pues, el diseño publicitario está dirigido a un público reducido de consumidores, pero es percibido por una inmensa y mayoritaria población de no-consumidores. Es el interés del publicista que no

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repara en el efecto de su trabajo sobre ese grupo poblacional mayor. Y -por lo tanto- reproduce ciegamente modelos estéticos, apariencias, objetos, que contribuyen a ahondar sentimientos de minusvalía y frustración no precisamente minoritarios. Un aspecto digno de subrayar en tal contexto, es el racismo. Pues los medios de comunicación consagran tal circunstancia. No solamente a través de los discursos y argumentos antes mencionados sino que a través de la exaltación del sentido común histórico y original. La responsabilidad de los medios es de acción y de omisión. De acción porque retransmiten los prejuicios y estereotipos consagrados; de omisión porque no asumen -salvo raras excepciones- las reivindicaciones ciudadanas que la comunidad requiere. Una rápida e improvisada encuesta que hiciéramos entre personas de distintas edades del sector poblacional mayoritario -clase media baja y baja en Lima- un 71% manifiesta que su físico ideal es el rubio. Demás está decir que casi ninguna -por no decir ninguna- de dichas personas hará pareja con alguien rubio, al menos en el Perú. Lo que ocurre es que el tipo nórdico es rápidamente identificado con un cierto status. Pero asimismo con la prepotencia, el mando violento y distante. El éxito finalmente, por ese medio. Entre los niños y adolescentes de los sectores populares, es notable el efecto de amilanamiento que la presencia de una persona de aspecto caucásico ocasiona. Esta es inmediatamente relacionada con una autoridad, con alguien de mayor valor. (13) Un efecto profundo, lacerante, inadvertido es la aceptación pasiva de una especie de minoría social para quienes son trigueños, negros o de cualquier tono oscuro. El consenso así lo dispone y las diferentes variedades cromo somáticas que han poblado y habitan en el Perú no suelen cuestionar tales perspectivas. Que ello puede variar, lo refleja el hecho de los innumerables noviazgos y parejas de tipos diferentes que suelen darse en el seno de la población mayoritaria y que superan todo prejuicio. El obstáculo viene de la distancia establecida hacia esa mayoría por causa del predominio de los valores culturales y estéticos hegemónicos en la sociedad, como son los europeo occidentales, propios de quienes suelen ocupar los cargos dirigenciales. (14). Tales elementos configuran un medio ambiente que incide decisivamente sobre el adolescente desde su infancia y es traducido y asimilado con todas sus contradicciones e imperativos de la lucha por la sobrevivencia, en el seno de la familia. (15) Y los roles allí asumidos -por causa del género sobretodo- entre los hijos, contribuyen a sustentar la carga ambiental. (16) Los conflictos de desarrollo propios de la adolescencia se canalizan y resuelven, entre los nacidos en las clases media baja y baja de nuestro país, con las limitaciones descritas, en el marco de barrios sin muchos estímulos ni alternativas de actividad. La búsqueda de identidad, por lo demás, se da de manera ciertamente más complicada para los hijos de migrantes que hacen la población de

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los pueblos jóvenes, pues a la natural distancia propia del afán de ruptura generacional, se suma el rechazo y desprecio inducidos por el medio hacia la cultura, lengua y costumbres paternos/maternos, creando una situación de doble negación que se suma al conflicto. Dice Anna Freud: "Siempre me ha parecido lamentable que el período de los trastornos adolescentes y del reordenamiento interior de fuerzas coincida con el planteamiento de exigencias tan serias como las del rendimiento académico en la escuela tanto como en la Universidad, la elección de una carrera y una mayor responsabilidad social y económica en general." (17) Tal preocupación expresada en función de la realidad europea que le toca vivir a la hija de Sigmund Freud, deviene en realidad mucho más lamentable entre nosotros. Las condiciones materiales de vida poblacional peruana, la escasez de recursos de vida y satisfacción de necesidades hacen aparecer como insuperables las dificultades que se presentan, además de canalizar y sustentar la perspectiva ideológica antes descrita. Y allí, en tal circunstancia, se desencadenan con mayor intensidad aún las presiones sociales y económicas que recaen sobre los adolescentes. No precisamente para los logros académicos, que ya vimos cómo deben buscarse en la escuela y que también se dan, sino más intensamente para lograr que estos aporten económicamente al hogar. Y lo que en los niños es admitido por los padres con cierta ansiedad, entre los adolescentes suele convertirse en justificación de su presencia y estancia en el seno de la familia. Los padres tienen la convicción de que los hijos, mientras mayores y más grandes, más deben aportar al bienestar común. Y el crecimiento es espectado con la esperanza de una mayor rentabilidad en el trabajo para la causa familiar. Las confrontaciones que se desarrollan por ello, tienden a crear tensiones difícilmente manejables por los adolescentes inmersos ya en sus contradicciones propias. El panorama descrito es el de una aguda crisis de valores generalizada que difícilmente puede servir de contención a los impulsos naturales y normales de los adolescentes. Tanto por el mensaje explícito que la lucha por la sobrevivencia traduce en sabiduría popular, cuanto por la confusión creada por el doble discurso de la acción necesaria y la moral tradicional. Las limitaciones, las frustraciones consecuentes y la desilusión consigo mismo y el propio origen, la pérdida de la autoestima que estructura personalidades temerosas y serviles, son rasgos generalizados entre los adolescentes de sectores populares. (18) SOBRE ADOLESCENTES VIOLENTOS El término pandilla es incorrecto. Los fenómenos que nos preocupan no son una organización particular de los adolescentes, sino más bien una forma de manifestación adolescente nacida en el seno de agrupaciones normales que les corresponden naturalmente en esa

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etapa de la vida y que, por causa de una coyuntura particular, tienen así una de sus consecuencias características. No todos los grupos de adolescentes en los barrios populares devienen en violentos, eso es cierto. ¿A qué atribuirlo, entonces? Pensamos que coinciden una serie de factores. Veamos. Los grupos de adolescentes se desarrollan en función de afinidades y generalmente a consecuencia de la proximidad de las viviendas. El concepto de territorio, que es tan importante para el estudio y reconocimiento de las especies animales -incluyendo al hombre- juega aquí su rol conocido. El barrio es punto de encuentro y de reconocimiento, las calles conocidas pueden transitarse con los ojos cerrados y hay una tácita identificación con el propio en los adolescentes que ocupan territorios (barrios) diferentes. Estas rivalidades que siempre se han dado, se vuelven de pronto violentas y originan idas y vueltas vengativas cuando hay violación del espacio de unos en el de otros, acompañada de alguna disputa. La intrusión de un grupo en el territorio de otro crea siempre un clima de tensión. Si a ello se agrega algún diferendo, estalla la pelea. Y si hay un bando perdedor en exceso, es el turno de la venganza. En la existencia de tal estado de cosas juega grandemente el azar. En teoría, cualquier grupo de adolescentes de barrios populares puede devenir en violento, si es que se suscita un problema similar al mencionado y no existen los medios para desviar adecuadamente el caudal de violencia. Estos medios son la intervención interesada y reguladora de los adultos, de las familias y la atenuación de las reacciones de los adolescentes más exaltados. Tal intervención puede darse naturalmente si existe un clima moral adecuado, y extraordinariamente cuando la situación obliga a la población a organizarse. En los casos conocidos de brote de violencia adolescente, la comunidad se muestra incapaz de intervenir positivamente. Sea por indiferencia -como suele suceder, cuando se minimiza la importancia de la situación de los niños, adolescentes y jóvenes-, sea por incapacidad o falta de criterio, abonada por la inercia delincuencial predominante. Pero, la explosión de violencia adolescente tiene que ver con un aspecto suplementario, derivado de toda la situación descrita. El prestigio de ser reconocido como parte de un grupo que se hace notar, es grande en los barrios. Mala fama, si se quiere entre los adultos, figuración y reconocimiento desde la perspectiva de otros adolescentes. La ideología de la ley del más fuerte sella definitivamente la importancia de esa imagen, al punto que en barrios relativamente lejanos se escucha hablar de las peripecias y aventuras del grupo de tal calle o de tal asentamiento humano, entreteniendo los diálogos de los patios de los colegios y de las esquinas. Los ropajes utilizados, las poses, algunas frases coloquiales, son el único calco y copia de los modelos que presenta el cine y la televisión, con algo de creatividad local.

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Aunque todo lo dicho es integral a la transformación de un grupo de adolescentes en actores de hechos violentos y confrontacionales, debemos relevar un elemento más: el alcohol y, en menor medida, las drogas fuertes. La ingesta de alcohol no origina la violencia, pero es parte de su dinámica. La cultura alcohólica predominante proporciona espectáculos bochornosos frecuentemente, por parte de personas de imagen honorable, incluso. Tamaña irresponsabilidad se ve fortalecida por la incitación al consumo de parte de esos mismos adultos hacia los adolescentes y jóvenes, como símbolo iniciático de tránsito definitivo a la adultez. En jóvenes ávidos de afirmación personal, el consumo de alcohol crea ilusiones pasajeras de seguridad entre sus pares amparadas por el sentido común a su respecto y la inescrupulosidad de comerciantes que les expenden libremente bebidas alcohólicas y cigarrillos. Las drogas, contra todo prejuicio, son consumidas esporádicamente o por algunos. La misma dinámica guerrera de los grupos violentos y las fijaciones reivindicativas grupales propician que la mayoría desatienda tales tentaciones y que -incluso- se trace una raya divisoria con "los fumones". Dicho esto, no es menos cierto que la tentación existe y que muchos integrantes de grupos violentos son pasibles de ser atraídos por tales prácticas, cada vez que la dinámica violentista decrece en intensidad. Y es que los factores que condicionan este tipo de dinámica agresiva son condicionantes asimismo de la drogadicción. Entre ellos, la ausencia de recursos y posibilidades para el uso adecuado y creativo del Tiempo Libre, tanto por lo que tiene que ver con el desarrollo de un futuro personal, cuanto por lo que a la importante actividad lúdica se refiere. Concepto éste que es "de incalculable valor si somos capaces de observar su exacta manifestación entre nosotros (...) No hay un sólo tipo de tiempo Libre. Los distintos niveles socioeconómicos generan, también, formas diferentes de disponibilidad de Tiempo Libre y formas diferentes de ocio, asimismo; (así) el que encontramos en el sector socioeconómico más bajo (...) se caracteriza por un rasgo particular. (Allí el) tiempo libre real se halla totalmente avasallado por el tiempo subjetivo, que se genera en la ansiedad, ante la permanente inseguridad del diario vivir. Por lo demás, muchas veces la lucha por la supervivencia obliga al desgaste de todo resquicio de tiempo existente, mientras que lo objetivamente libre se consume insensiblemente. El acceso al gasto extra está totalmente negado." (19) La ausencia de recursos para el uso adecuado del Tiempo Libre en niños y adolescentes da pie a la absorción de buena parte de la vida por el tedio, ante la consecuente ausencia de facilidades para el desarrollo de iniciativas que responden a sus inquietudes y demandas características, al interior de su propio territorio. Quizá la consecuencia más negativa que podríamos encontrar a estas circunstancias, podría ser no solo la pérdida de la tranquilidad de

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algunas poblaciones sino además el afianzamiento de extensas zonas urbanas como focos permanentes de delincuencia. Conllevando ello no sólo la pérdida definitiva de expectativas futuras positivas para centenares de adolescentes, sino que proveyendo el caldo de cultivo para la multiplicación de vidas perdidas de esa manera. Y es que toda experiencia es aprendizaje. Y en el medio en que se desarrolla la violencia en los grupos de adolescentes, parecen concentrados todos los elementos para educar individuos de conflictos irresueltos y profundos resentimientos, listos para la delincuencia de mayor vuelo. Así, parte de las actividades actuales de algunos de los adolescentes que recurren a la violencia, consiste en asaltar paseantes extraños que se aventuran por sus calles. Lo que, sin embargo, no debe inducir al error de concluir que cada uno de esos grupos sea en si mismo el germen de una organización mayor. Los grupos de adolescentes violentos terminan como termina cualquier grupo de adolescentes de barrio. Cumplida esa etapa de la vida aparecen nuevas inquietudes, la nostalgia del tiempo ido, se van perdiendo de vista a los amigos, a los camaradas de antes y nuevos horizontes se dibujan en la imaginación, empujando a cada uno a salir del barrio en busca de otra cosa. Es así que, en efecto y como ya pudimos afirmarlo y cabe subrayar, no existe ninguna diferencia particular entre estos grupos de adolescentes y otros. Salvo condiciones sociales, morales, económicas, educativas que afectan a toda la sociedad peruana, pero que en las circunstancias más graves que rodean a tales grupos configuran un clima de alto riesgo que afectaría a cualquier grupo similar de seres humanos en similares condiciones y que, en las circunstancias actuales que vivimos como país, se agudizan hasta el extremo. De la misma manera que la mortalidad infantil es un importante indicador para medir el desarrollo socioeconómico relativo de un país, las reacciones adolescentes, debido a las características particulares de esta etapa de la vida, son un indicador importante, una suerte de "sismógrafo", del clima emocional de una comunidad. ACERCA DE LA LIBERTAD La libertad para el ser humano, para cada individuo, es una aspiración natural. Implica, sobre todo, la posibilidad de optar y de ser responsable de todos sus actos. Si bien la libertad absoluta es una abstracción o -si así se acepta- un atributo solo de Dios, es sin embargo una de las metas, una de las utopías más bellas que se ha trazado el hombre. Ahora bien, realistamente aparece como indudable que solo podemos elegir entre lo que conocemos, entre lo que está a nuestro alcance y que se nos ofrece.

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Dato este último que merece tomarse en cuenta para evitar caer en errores de apreciación de situaciones como la que nos preocupa en este texto. Para graficar lo señalado, hemos hecho una breve encuesta entre adolescentes de distintos medios sociales, buscando averiguar su disponibilidad de medios materiales, además del tipo de dificultades afectivas y/o materiales que sienten tener. Concluye la encuesta con una solicitud de proyectarse a si mismos de aquí a diez años. (20) Respondieron quince adolescentes entre 14 y 17 años de diferentes estratos socio económicos, como sigue: cinco de clase media alta; cinco de clase media baja; cinco de clase baja. Los elegidos provienen todos de hogares aparentemente bien constituidos y estables, dentro de los límites de cada nivel, es claro. El resultado es como sigue: ESTUDIOS: Todos los adolescentes del grupo A (media alta) estudian en colegios de primera categoría. Los del grupo B (media baja) se distribuyen entre colegios nacionales y colegios particulares de segunda y tercera categoría. Los del grupo C (baja) asisten -o asistíantodos a colegios nacionales. Todos los entrevistados son escolares que asisten regularmente al colegio, salvo dos. Uno del grupo A, ya concluyó sus estudios y está postulando a una universidad privada de primera categoría y otro del grupo C ha dejado "provisionalmente" de atender clases. INGRESOS: Los ingresos de los adolescentes del grupo A son exclusivamente por propina, salvo uno que afirma participar de un grupo musical rockero. El ingreso promedio es entre 20 y 30 soles semanales -según la edad, salvo el que hace música que obtiene entre propinas y trabajo alrededor de ciento cincuenta por semana. Los ingresos del grupo B varían entre cinco y quince soles, obtenidos por propina. Dos de ellos afirman trabajar con sus padres -artesano panadero y bodeguero- y ocasionalmente incrementar sus ingresos. Los del grupo C disponen entre O soles (salvo propinas ocasionales) y cinco soles por propina semanal. Dos afirman trabajar recibiendo un promedio de sesenta soles por semana. GASTOS: La totalidad del grupo A gasta sus ingresos en "pasarla bien y comprarme cosas". En el grupo B es igual, salvo un caso que afirma que "me compro cosas para mi porque necesito". Debe sobrentenderse que los demás tienen resuelto el problema de artículos de primera necesidad, por parte de sus padres. En el grupo C, dos afirman que gastan en "pasarla bien y comprarme cosas". Se trata de dos adolescentes de catorce años. Los otros dos, de dieciséis años y uno de diecisiete afirman: "me compro cosas para mi porque necesito", mientras el otro dice: "doy parte a mis padres y el resto para mi". ASPIRACIONES: Los adolescentes del grupo A aspiran todos a una actividad profesional en las áreas de Economía, Ciencias de la Comunicación, Administración Empresarial, además de la vocación musical de uno de ellos, que la mantiene al tiempo que quiere estudiar Economía. Las Universidades a las que aspiran son la

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Universidad de Lima, Universidad Católica, Universidad del Pacífico o algún Instituto costoso y de moda. Entre los del grupo B, uno afirma querer estudiar Mecánica de Aviación, otro Ciencias de la Comunicación y un tercero "probablemente" Derecho. Ello en Universidades Nacionales, Institutos o alguna Universidad Particular menos costosa que las aludidas por los del primer grupo: Universidad Inca Garcilaso de la Vega, Universidad San Martín de Porres, por ejemplo. Dos afirman no saber todavía a qué dedicarse. Los del grupo C, aspiran a lo siguiente: futbolista, mecánico, poseer un taller de electrónica propio, ser contador; finalmente uno aspira a tener un comercio grande de venta de tamales, actividad que conoce, por ser la de su familia. ESPECTATIVAS: Todos los del grupo A afirman que su proyecto es enteramente posible. Los del grupo B son igualmente afirmativos al respecto. Los del grupo C son igualmente optimistas, pero con un matiz: afirman que "si, pero con mucho esfuerzo". TELEVISION: El promedio de televisión diario del grupo A es entre tres y cinco horas. El mismo que para el grupo B e igualmente para el grupo C. ACTIVIDADES LUDICAS: El 100% de los entrevistados afirma gustar del fútbol como práctica habitual y afición. Pero mientras que en el grupo C tan solo dos agregan que también les interesa el basket, "aunque lo practican poco", en el grupo B dos agregan natación y otro pin-pon, con la diferencia que estos últimos practican esas alternativas habitualmente. Los del grupo A practican natación, tabla hawaiana y ténis, habiendo un promedio de diversificación de aficiones de dos por cada uno, cuando menos. NECESIDADES MANIFIESTAS: En el grupo A, uno afirma no necesitar nada y los cuatro restantes afirman necesitar que "alguien se interese por mis cosas, por mí". Uno agrega necesitar "afecto". En el grupo B se repite dos veces la necesidad de "dinero", dos veces la necesidad de "oportunidades en general", dos veces la necesidad de "afecto" y una "que se interesen por mis cosas, por mí". En el grupo C, la totalidad afirman necesitar "dinero" y "oportunidades en general". PREGUNTA: ¿COMO TE IMAGINAS TI MISMO DE AQUI A DIEZ AÑOS?: Los del grupo A se imaginan todos desempeñando una actividad rentada profesional: músico y empresario uno de ellos, productor televisivo, director en la empresa textil familiar, dos catedráticos en Universidades de primera categoría o en los Estados Unidos, un político. En el grupo B, dos no respondieron absolutamente nada, mientras que los tres restantes aluden a una mejoría en su status socioeconómico : deberán ser "un profesional", "haber cumplido mis metas (ser profesional)", "un profesional de éxito", todo ello expresado así sin precisión, en clara alusión a una necesidad de movilidad social. En el grupo C, dos se imaginan ejerciendo ya la actividad u oficio previsto, a lo que agregan la satisfacción económica lograda. Uno se imagina a sí mismo

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"estudiando y trabajando" mientras que el conjunto, incluyendo a los dos restantes que solo hacen referencia a ello, se ven a si mismos satisfechos, en su hogar y viviendo en familia, donde la posesión de algunos bienes es indispensable (un carro, una casa). En este tercer grupo la aspiración preponderante es la de obtener estabilidad emocional a través de la satisfacción adecuada de las premuras económicas y un hogar estable ("ayudando a mis padres" agregan dos). Para comprender mejor esta encuesta, resulta importante hacer una descripción de las zonas de residencia de los tres grupos. En el Grupo A, dos son habitantes de la Urbanización San Antonio, en Miraflores, distrito y localidad conformada mayormente por propietarios, empresarios y profesionales liberales. Los tres restantes viven en Chacarilla del Estanque, distrito de Santiago de Surco y tienen una posición ligeramente mejor que los dos anteriores. Igualmente se trata de una zona ocupada mayormente por profesionales liberales, propietarios y empresarios. En estas áreas hay muchos parques, las zonas carecen de ruidos excesivos, la densidad poblacional es mínima, hay poco tránsito vehicular y las casas son espaciosas, bien cuidadas. Las calles se ven limpias, y el trabajo municipal de baja policía es bastante bueno y regular. Por lo que se refiere al grupo B, son vecinos todos de una zona límite entre la Urbanización Matellini y la Urbanización La Campiña, en el distrito de Chorrillos, ocupadas ambas zonas mayormente por comerciantes, artesanos y empleados. Hay parques regularmente atendidos, en parte por la municipalidad y en parte por la acción común de los mismos vecinos. La densidad es media y hay mucha vida de vecindario, guardando sin embargo cada uno su privacidad. Hay ruidos a algunas horas y en ocasiones perturba la música de equipos de sonido provenientes de algunas casas. Estas son pequeños chalets, en su mayoría con comodidades mínimas, y compradas probablemente a plazos o alquiladas. Las calles están medianamente limpias, no se ve desperdicios, pero si hojas secas regadas y restos de árboles, lo que permite ver que la atención de baja policía es de mediana calidad. De hecho, falta todavía asfaltar un tramo de pista en la zona, lo que contribuye a dificultar la completa limpieza del barrio. Al contrario que los adolescentes del grupo anterior, que hacen vida grupal en sus colegios o en clubes, en este grupo B se aprecia grupos de adolescentes de barrio. Por lo que se refiere al grupo C, se trata de adolescentes que viven en un Asentamiento Humano de la margen derecha del distrito de Chorrillos. La zona está sin asfaltar, no hay servicios de agua y desagüe, sí lo hay de electricidad, desde hace un año. Los habitantes son en su mayoría obreros, pequeños empleados, comerciantes informales y desempleados con trabajos ocasionales. La densidad poblacional es alta y la vida comunitaria es muy intensa, participando muchos vecinos de actividades domésticas comunes, como a través

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del Comedor Popular. La zona es relativamente limpia, aunque a doscientos metros de allí hay un pequeño basural. Las casas en su mayoría son de cemento, pero a medio construir. Una que otra vivienda está ya terminada en un chalecito modesto, pero todavía quedan algunas casas de esteras. Los adolescentes hacen vida barrial muy intensa y comprometida en la búsqueda de actividades de conjunto o la búsqueda de recursos y trabajo remunerado. El color predominante es el marrón de la tierra y el plomo del cemento sin pintar. En este barrio -igual como en el grupo B- hay una losa deportiva de uso común, lo que facilita el encuentro de las personas. Ocasionalmente entre los del grupo B y casi religiosamente, los días feriados y domingos, entre los del grupo C. Cabe agregar algunos elementos: la amplitud del mundo de los adolescentes del grupo A es vasto. Consiste en viajes habituales de sus padres y de ellos mismo a los Estados Unidos "para ir de compras" y a Europa, todo con relativa comodidad; además de casas secundarias familiares en cuatro de ellos, para el verano. El diálogo familiar y entre sus pares sobre realidades y objetos extranjeros es natural y espontáneo. Entre los del grupo B, dos han hecho viajes a provincia y ninguno al extranjero. Uno tiene familiares que han emigrado al Japón -su padre y un hermano mayor- y está a la espera de hacerlo él mismo. Los demás ven como una posibilidad ir algún día a trabajar a los Estados Unidos. Ver otras realidades es posible, pero aparece como un hecho excepcional, extraordinario. Para los adolescentes del grupo C, por el contrario, resulta familiar la idea de viajar a alguna provincia determinada, la de origen de sus padres por lo general, pero ello no se comenta mayormente entre sus pares. Fascina la idea del extranjero y hacen comentarios en el barrio acerca de uno que otro vecino que está en los Estados Unidos. Recientemente un joven del vecindario regresó de Italia, luego de algunos años. Vino a construir la casa de su madre con el dinero que traía. Luego retornó a Italia a seguir trabajando. Esto refuerza las fantasías en torno a tal posibilidad para cada uno. Viajes por recursos, no de turismo ni por curiosidad alguna. Esta breve encuesta, pensamos, nos permite apreciar las diversas posibilidades de cada grupo. Sumado al panorama que hemos delineado más arriba, es claro que las posibilidades de optar son mucho menores para los del grupo C que para los del grupo B y para ambos infinitamente menores con respecto al grupo A. Situación que nos permite subrayar, para los del grupo C fundamentalmente, el desfase que suele darse entre las primeras aspiraciones de vida y la realidad que se les presenta en la pubertad y la adolescencia; lo que provoca indudablemente profundas frustraciones. Durante años, instituciones privadas sobre todo, se han empeñado en diferentes proyectos localizados de promoción educativa con distintos sectores de la población. Las actividades de promoción con niños,

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adolescentes y/o jóvenes han sido las menos, sin embargo. Con el agravante que una gran cantidad de ellas se han diluido y terminado por desaparecer. Salvo -claro está- las que logran mantener niveles de apoyo financiero permanente. Porque el problema radica allí, precisamente. En general, sin embargo, tales experiencias han sido sumamente útiles. Hoy es posible señalar un derrotero ya trazado, organizarlo, sistematizarlo y a partir de allí y buscando nuevos cauces, encontrar alternativas globales, integrales y de mayor alcance. ALTERNATIVAS La problemática adolescente requiere de un esfuerzo amplio y concertado de las diversas instancias del Estado, de la Iglesia y la iniciativa privada en función de: * Un objetivo amplio y sostenido de prevención primaria para adolescentes y jóvenes, mediante programas de generación de alternativas y promoción ciudadana integral (educación, empleo, salud); * Programas específicos para niños, adolescentes y jóvenes en alto riesgo y de convocatoria general a través de actividades de promoción educativa localizada. Estos aspectos son complementarios; en un caso se trata de aperturar posibilidades mayores de satisfacción de expectativas a gran escala y en el segundo se trata del abordaje directo de los niños, adolescentes y jóvenes en sus áreas de vivienda para objetivos más individualizados. Los distritos y las provincias son -en cada caso- el eje en torno al cual debe articularse una convocatoria a todos los estamentos que actúan en la localidad. Debe convocar la Municipalidad y debe trazarse un Plan General de Promoción de la Infancia, la Adolescencia y la Juventud que pueda cumplirse con la plena participación de todos. Ello debe incluir la permanente realización de actividades deportivas, entre campeonatos y talleres; el apoyo y la promoción de la pequeña empresa y el empleo, vía la capacitación, préstamos y asesoría técnica especializada; la educación en salud y sexualidad y el apoyo de consultoría sobre tales temas; el apoyo a los grupos organizados de adolescentes y jóvenes y a la organización infantil; la difusión cultural masiva y el incentivo a la expresividad artística. La constitución y puesta en marcha de Centros de Información y Orientación para niños, adolescentes y jóvenes que centralicen todas las iniciativas distritales -o provinciales- debería coadyuvar a darle orden a una dinámica general y amplia como la bosquejada.

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PROMOCION SOCIAL EDUCATIVA La Promoción Educativa es la posibilidad de intervenir en el amplio espacio de la vida cotidiana por intermedio de agentes especializados. Siendo tema fundamental y principal de la tarea educativa -y el tema que nos convoca puede subrayar lo dicho-, no ha merecido hasta hoy la preocupación que su obvia necesidad social amerita. La Promoción Educativa al interior de la comunidad requiere de agentes especializados con presencia permanente en los barrios. (21) La modificación del factor ambiental, que requiere de un proceso de inversiones que puede ser a veces lento o que depende de otros factores externos que escapan al control de las poblaciones, es también cuestión de personas, de puntos de referencia personalizados que puedan constituirse en factores de dinamización de la comunidad a través de la compañía y la asesoría de grupos de niños, adolescentes y jóvenes. La adolescencia, como etapa crítica y compleja de cambios y de búsqueda de la propia identidad, se vive asimismo en función de la infancia vivida y lo que ésta aporta, pero cara a las ventajas de la juventud adulta donde deben concretarse muchas interrogantes. No podemos ni debemos, por ello, disociar a las diferentes etapas del desarrollo, olvidando el concepto de proceso, tan precioso para entender la idea de acompañamiento, sustancial en la labor del promotor educativo. La tarea del promotor educativo, se sobrentiende, es permanente. Su presencia debe constituirse en una búsqueda incesante de alternativas de interés y de actividad grupal, utilizando todos los recursos a su alcance. Su campo de acción es el mundo posible, desde los perímetros del barrio, la zona y el distrito hasta donde alcance la imaginación y los medios para llegar y pasarla bien. Su objetivo es crear, donde fuere que estuviere, las mejores condiciones que permitan la adaptación de cada individuo a la vida, y la fuerza para seguir en la mejor condición posible la lucha por alcanzar sus metas. Es un educador que aporta presencia, seguridad, respuestas o la búsqueda conjunta de tales respuestas, que abre perspectivas y ayuda a señalar rumbos, que en tal medida colabora con la comunidad entera en lo que aporte de beneficio para los niños, adolescentes y jóvenes, según la realidad en la que les toca vivir. Durante tal momento de la vida -la adolescencia- en que los individuos buscan nuevos referentes, el promotor educativo, personaje familiar e integrante de la comunidad, puede ser la alternativa amical y serena que el adolescente busca, en algunos casos. En la mayoría de los casos, es probable que sea siempre un orientador sabio de las decisiones libres de cada uno. El ejemplo más importante de la promoción educativa, es el movimiento de exploradores (scouts) que fundara a comienzos de siglo

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Lord Baden-Powell de Gilwell. Creado en una época de la historia europea particularmente difícil y que habría de agudizarse más aún posteriormente, el movimiento scout movilizó a millones de niños, adolescentes y jóvenes en Europa y el mundo entero en actividades al aire libre y una organización que les era propia y contaba con la presencia de adultos amigos, acompañantes y orientadores. A pesar de su excesiva institucionalización, la complejidad de los uniformes, artículos, atuendos y una cierta militarización que ha pervertido los objetivos formativos iniciales, al fijarlos en fórmulas y ritos, han hecho del movimiento scout, entre nosotros, una salida tan solo parcialmente válida. Para serlo totalmente requeriría de una actualización, de una puesta al día que sus dirigentes no estarían dispuestos a hacer. A pesar de ello, vale la pena releer algunas de las ideas de BadenPowell, uno de los más lúcidos educadores de este siglo. Si bien sus confesadas perspectivas eran algo más limitadas que las de un Promotor Educativo, tal y como se hace necesario entre nosotros, y que tales propósitos hayan sido redactados en la Europa de comienzos de siglo, mucho de lo que Baden-Powell escribiera e hiciera, mantiene su vigencia y tiene carácter universal. (22) Valorando tal punto de partida, se trata sobre todo entre nosotros de trabajar en el barrio, en medio de la comunidad, sin aparatos ni otras leyes que las de la sociedad y el criterio inteligente. Se trata de integrarse a la dinámica natural y espontánea de los grupos barriales y -desde allí- proponer y encaminar iniciativas, facilitando la ejecución de éstas. La experiencia del movimiento que ideara Baden-Powell tiene muchísimo material interesante, pero la dinámica comunal requiere también la búsqueda y ubicación de espacios propios y el desarrollo de las identidades territoriales. Todo ello con el fin de generar al menos espacios mínimos de refugio y apertura segura -desde allí- hacia el mundo posible (y hay que hacer ese mundo lo más amplio que se pueda). La relación entre el niño, adolescente y/o joven y el mundo adulto es clave tanto como lo es la que establece con el medio ambiente en general. Existe una simbiosis entre ambos aspectos. El mundo adulto no solo lo conforman los padres y familiares directos del niño, también lo conforman -sobre todo a partir de la pubertad y la adolescencia- los vecinos, la gente que ve comúnmente y con la que dialoga y se interrelaciona a diario, a los que ve y también les habla, con los que se encuentra en relaciones sociales y acontecimientos que conciernen a toda la comunidad. Asimismo, el ambiente lo conforman sus pares, los amigos del barrio. Son las formas de vida comunes, las carencias y las bondades, las virtudes y los defectos. Y allí, el promotor educativo se inserta, se hace parte para incluirse en la dinámica de niños, adolescentes y jóvenes, en sus dinámicas grupales naturales, para ser el contrapeso indispensable, el polo de atracción diferente a las influencias negativas, a una errónea explicación de las

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interrogantes naturales, a cualquier desviación en la descarga de la energía abundante y generosa que los niños, adolescentes y jóvenes necesitan encauzar. Los Promotores Educativos pueden -y deben- trazar objetivos como, por ejemplo, una Biblioteca propia de los niños, adolescentes y jóvenes. Se puede organizar equipos de fútbol, voleibol, basket, etc., siempre y cuando no se pierda de vista la intención educativo/formativa y no se caiga en una obsesiva búsqueda de trofeos. Ayuda a la cohesión y fortaleza de los grupos el lograr triunfos, pero es igualmente aleccionador el saber asimilar las derrotas. Organizar salidas y visitas fuera del barrio, aprender como jugando y compensar las deficiencias de la escuela apoyando en las tareas y estudios en general, son actividades importantes que se van ensamblando en la dinámica grupal, gracias a la animosa persistencia del Promotor Educativo. Este es un consejero y un amigo, el hermano mayor al que se refería Baden-Powell, pero además un agente eficaz en la búsqueda de soluciones que tienen que darse necesariamente con el apoyo y la participación de la comunidad. En los pueblos jóvenes, pero también en la mayoría de los barrios más humildes y en muchas áreas de clase media, la participación comunitaria se da espontáneamente. El Promotor Educativo debe utilizar esta posibilidad donde la haya y promoverla donde no la haya. Canalizar las necesidades de jóvenes, adolescentes y niños entre las demandas poblacionales y ser el agente que sistematice tales demandas y las lleve, junto con los padres de familia, a concretarse por la vía de la participación de todos los vecinos, el recurso al apoyo nacional o externo, privado y/o de las instancias del Estado competentes, iniciando el periplo por lo más cercano: la Municipalidad, son tareas naturales y normales de un Promotor Educativo. Es cierto que Promotor Educativo no puede ser cualquiera. Requiere de una mística, una preparación especial tanto a nivel de lo que es un niño, un adolescente y un joven, como de los fundamentos de la educación moderna, dinámica y participante. (23) SOBRE LA REPRESION La aparición de los grupos de adolescentes violentos, hemos visto, responde a motivaciones generales que nos afectan a todos, pero especialmente a niños, adolescentes y jóvenes. Donde es casi una cuestión natural que sean los adolescentes, precisamente -más dados a la acción inmediata- los que se conviertan en el punto sensible y más reactivo del hilo largo de la vida. La primera intención de los adultos es reprimir. Sobre lo cual, puede ser importante el ejemplo siguiente.

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Durante el trabajo de quien esto escribe en Chorrillos, nos hemos encontrado con la aparición de hechos violentos protagonizados por grupos de adolescentes. Tuvimos una larga ausencia -es decir falta de presencia permanente y regular- en el barrio por razones de salud y recursos que nos llevaron a buscarnos la vida en ocupaciones diferentes, aunque con el espíritu -y los domingos- siempre dispuestos a estar allí. Nuestra ausencia, sin embargo, ha durado más de lo conveniente y sin la contención permanente de actividades y orientación, una nueva generación de niños y adolescentes reaccionó a la provocación vecina y cayó en la espiral de violencia. Conocemos de cerca, desde niños, a muchos de ellos. Tratamos en vano de llamar la atención de las autoridades. Todo en vano. Gracias a la colaboración de amigos periodistas logramos atraer la atención pública sobre el asunto en un medio televisivo. Pero, contra lo que habíamos pensado con la periodista y amiga, ésta transformó por decisión de sus directores, el tema en un hecho policiaco. La reacción fue tremenda. Los chicos, que habían colaborado, se sintieron traicionados en primer lugar, pero asimismo pasaron a convertirse en sus propios héroes, siguiendo su lógica inherente. La traición cometida apareció como una prueba suplementaria del orden de la vida que han interiorizado. Los directores del noticiero no hacían más que actuar en conformidad con lo que ellos dan como un hecho de conducta natural y de la única ley que cuenta, la del más fuerte en función de su conveniencia. No cejamos en nuestro empeño y varios meses después participamos de otro programa televisivo donde pudimos discutir y hablar sobre lo que pensábamos del asunto. Los muchachos de dos grupos de adolescentes que usaban la violencia se ofrecieron a testimoniar acerca de su experiencia y puntos de vista desde el anonimato, cubiertos por una sombra protectora. Pero la dinámica del programa, bien llevado y con una honesta intención (24), hizo que algunos de los adolescentes se identificaran y dejaran traslucir un poco de su ambivalente relación con las autoridades. Ello, unido a un incidente reciente y la presencia de la cámara/testigo del canal de televisión, motivó la movilización de la policía que realizó una persecución sostenida en toda la zona de muchos de los grupos de adolescentes que participan de actos violentos, capturando y aprisionando incluso a algunos, de entre los que eran mayores de edad. Tal reacción produjo su efecto inmediato. Cesaron las broncas, se calmó el lugar, la gente creyó que había llegado la paz. Pero la paz concluyó meses después. Entonces salieron algunos de los que estaban presos y se reanudaron las peleas y las broncas, ampliadas con auténticos actos de bandidaje. Es claro que la represión por si sola no soluciona nada. Inclusive los mismos agentes de policía lo tienen claro. Es verdad, todos sabemos que es necesario un orden, más no un orden impuesto a la fuerza, sino nacido de la comprensión común de que es necesario defender nuestros derechos y que ello se da mejor

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cuando cada uno sabe respetar los ajenos. Y que para que ello se dé, son necesarias reglas, orden, formas que debemos aceptar para nuestro común bienestar. La acción desde la sociedad, por lo que se refiere a niños, adolescentes y jóvenes debe ser, por ello, inteligente. El concepto de prevención se asocia en estos casos al de represión en el mejor sentido que tiene este término: al proponer alternativas mejores, se reprimen los proyectos que marchan en contra del interés general. El uso de la fuerza, el recurso a la represión directa, debe estar presente como el elemento disuasivo necesario. Que, para demostrar su realidad, deberá actuar en contadas ocasiones, aunque con escrúpulos y sentido de justicia extrema. Luego, ser el garante y vigilante permanente de todas las dinámicas, de los sueños y proyectos que la comunidad unida y sus agentes especiales decidan por el presente y el futuro de los hijos de todos.

***** NOTAS (1) Anna Freud: " La adolescencia en cuanto perturbación del desarrollo" en Gerald Caplan y Serge Lebovici (antologistas): PSICOLOGIA SOCIAL DE LA ADOLESCENCIA -Edit. Paidós - Bs. Aires. (2) Ibid (3) Ibid (4) Paul A. Osterrieth: "Algunos aspectos psicológicos de la adolescencia" en Caplan y Lebovici - op. cit. - Paidos Bs.Aires. (5) Milton F. Shore y Joseph Massimo : "El delincuente crónico durante la adolescencia: una nueva oportunidad para la intervención" en Caplan y Levobici - op.cit.- Edit. Paidós - Bs. Aires. (6) Carmen Rosa Balbi: "Una inquietante encuesta de opinión" en revista QUEHACER no.72 - julio/agosto de 1991 DESCO (7) Los límites de la moral han sido reconocidos por los más eminentes pensadores, desde hace mucho. Citemos a Santo Tomás de Aquino :" ... si la necesidad es tan evidente y urgente que resulte manifiesta la precisión de socorrer la inminente necesidad con aquello que se tenga, como cuando amenaza peligro a la persona y no puede ser socorrida de otro modo, entonces puede cualquiera lícitamente satisfacer su necesidad con las cosas ajenas sustrayéndolas, ya manifiesta, ya ocultamente. Y esto no tiene propiamente razón de hurto ni de rapiña."SUMA TEOLOGICA - Tratado de la Justicia - Cuestión 66/ Art. 7 - Edic. BAC - Madrid, España (8) Datos recogidos en la prensa de Lima y organizados por CONSTITUCION Y SOCIEDAD - Lima. (9) Encuesta publicada en IMASEN Confidencial No. 17 - enero de 1994. (10) cf. David Roca: "Responsabilidad de los hombres públicos" en diario LA REPUBLICA del 11/07/94 (11) Las respuestas de los trabajadores ante los despidos -y más aún cuando son masivos- hacen siempre alusión a una demanda de "trato justo", reclamo de Justicia, además de alternativas que harían viable la empresa sin despidos. Ello es una constante que muestra, sin lugar a dudas, tanto el sentimiento de haber sido injustamente maltratados, cuanto impotencia ante el más poderoso que, finalmente y desde esa perspectiva, hace lo que quiere. (12) Personaje como "el negro mama", de un programa televisivo o el de la chola Jacinta, por ejemplo, transmiten el estereotipo que identifica a las personas negras como amorales y a las campesinas serranas quechua-hablantes como sucias, ignorantes respectivamente. Asimismo los personajes de Tulio Loza, no solo son vulgares y groseros, es decir ofensivos, sino que retransmiten por facilismo los prejuicios machistas y racistas que la sociedad peruana efectivamente alberga. (13) Estas son situaciones que no escapan a la apreciación de cualquier observador externo; un visitante extranjero, por ejemplo. Sin embargo las circunstancias han sido interiorizadas tan hondamente por los peruanos que han devenido en incuestionable "normalidad". Pese a quien le pese, sin embargo, cabe al periodo de la dictadura militar de Velasco Alvarado el haber dado el primer paso para cuestionar esta tara nacional. Antes de esos hechos, la situación era peor. Cabe preguntarse, ¿qué hubiera sido del Perú si aparecía un movimiento como Sendero Luminoso, sin que hubieran tenido lugar las reformas ideológicas y de relaciones sociales que introdujo el velasquismo? Sin necesidad de ser "velasquista", es inevitable señalar la verdad cuando aparece. (14) El concurso Miss Perú es exclusivo para muchachas caucásicas, al punto que durante muchos años, algunas representantes peruanas han tenido nombres europeos literalmente impronunciables en castellano. Para las trigueñas se ha

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inventado la Flor Regional; para las negras existe la Morena más Bella; hay Miss Nikkei, etc. El "apartheid" tiene vigencia local. (15) Luis Guerrero: "Y ahora ... ¿qué hice?" - Edic. AYNI - Lima 1993. (16) Cf. Edith Baca y Zoila Hernández: "Violencia cotidiana contra mujeres adolescentes" -inódito- MUJER Y SOCIEDAD - 1991 (17) Op. cit. - Caplan y Lebovici - Paidós - Bs. Aires. (18) La importancia del espacio urbano, de la organización de la vivienda y la adecuación de todo ello a las necesidades y exigencias culturales de las poblaciones, es un aspecto importante que faltaría tratar. Allí, el rol del stress, como lo definiera Hans Selye ("psicológico y afectivo") es decir, la irritabilidad con modificaciones sutiles pero profundas de la química del organismo, es de una gran importancia, a partir de ciertos niveles de tugurización y de tensiones y ansiedades extremos. Sobre el punto, cf. Edward T. Hall: "The hidden dimension" - Doubleday & Co. - N.Y. 1966 (19) cf. David Roca: "Tiempo Libre y Educación" en diario EL MUNDO del 13/12/94 (20) La encuesta fue realizada escogiendo jóvenes al azar de ambos sexos y de la misma franja de edad, pertenecientes a cada sector social pre-definido. (21) De hecho, existía en el Ministerio de Educación un PROGRAMA DE USO ADECUADO DEL TIEMPO LIBRE que fue como un esbozo trunco de activa promoción educativa comunal, tal y como la entendemos aquí. Creado en 1990, los cambios de ministros y funcionarios hicieron que esta instancia desdibujara sus objetivos inicialmente pensados. Desde el ángulo exclusivo del deporte, el proyecto peruano/alemán "Deporte para todos los peruanos" promovido por el IPD y la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ) va en buen sentido y debería generalizarse. Sobre su diseño, consultar: "Tiempo libre y pobreza urbana, experiencia lúdica y calidad de vida en Villa María del Triunfo" - Edit. Proyecto Peruano/Alemán - mayo de 1993 (autores: Miguel Ramos; Raquel Reynoso y Sandra Herrera). (22) Cf. con interés al respecto la " Guía para el Jefe de Tropa" por Lord Baden-Powell de Gilwell, y en especial el texto sobre el espíritu de los muchachos -Edit. Scout Interamericana - 1993 (23) El movimiento educativo creado por Celestin Freinet (1896-1960) es -desde nuestro punto de vista- una importante referencia. Cf. al respecto, sobre el punto: "Técnicas Freinet de la Escuela Moderna" - Siglo XXI de España Editores 1969. También, en la línea que venimos describiendo, puede ser útil el folleto : "¡Podemos trabajar sin texto en el aula! ... aunque usted no lo crea" editado por la Coordinadora de Trabajo por los Derechos del Niño (COTADENI) y el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE), con el apoyo de Radda Barnen - Lima 1989. (24) Sobre este punto, es grato reconocer aquí el interés y la inteligencia de Mariela Balbi y Eduardo Guzmán y todo el equipo del ya desaparecido, y recordado, programa televisivo "Fuego Cruzado".

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ENTREVISTAS a) R.P. Ignacio Mantecón – Sacerdote jesuita b) Capitán PNP Richard Coletti c) Dr. Luis Herrera A. - Psicoanalista a) El sacerdote R.P. Ignacio Mantecón S.J. - de la Parroquia Virgen de Nazareth en el Agustino P: ¿Cuáles son los principales problemas que se encuentra en el trabajo pastoral con adolescentes? R: Para nosotros lo primero ha sido el afrontar el trabajo con adolescentes, que era algo que estaba entre paréntesis. Se trabaja con niños de la calle, con niños trabajadores, con niños problema, etc. y hay mucha gente involucrada en el trabajo con jóvenes, pero en adolescentes ha habido un paréntesis que no se ha trabajado. Por eso, lo primero ha sido afrontar que el adolescente tiene características determinadas y que hay que tratarlo por lo tanto de una forma específica. Eso significa que debemos meternos a afrontar esos

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problemas, el convocarlos para cosas específicas de los adolescentes. Aquí en la parroquia tenemos un movimiento de niños que reúne como a novecientos de ellos, y que se organizan en cada pueblo, barrio, en grupos con jóvenes que les acompañan para ver los problemas del barrio, familiares, derechos del niño y así. De la misma manera, tenemos que ver qué es lo que tenemos que trabajar, qué es lo que puede ilusionar a los adolescentes. Y en esto hemos tenido que ir dándole vuelta a las cosas y sobre todo buscar que ellos mismos manifiesten cuáles son sus inquietudes, cuales son sus problemas, qué es lo que les gustaría, etc. P: ¿Qué obstáculos encuentra, principalmente? R: Las dificultades son muchas, y tienen que ver con la misma problemática del niño o el joven de sectores populares, como es la situación familiar. Muchas familias están rotas, carecen sobre todo de una imagen paterna, masculina con la que los hijos -e hijas- puedan ir relacionándose, además del inicio muy temprano al trabajo. Para muchos adolescentes es muy difícil el tener un espacio propio y para ellos mismos, puesto que están en el colegio y trabajan. La ausencia de valores realmente positivos, en lo que está involucrada tanto la familia como el colegio, impide que puedan llenar auténticamente su vida y que puedan ir creando ideales por los que vivir. Ahora, la violencia que nos ha tocado vivir es otro tema; los años que nos ha tocado vivir, de guerra, han sido la época en que han crecido estos niños, y crecer sabiendo que ha estallado una bomba al lado, que han matado a un dirigente o a alguien conocido en el barrio, creo que son cosas que han marcado a niños, adolescentes y jóvenes. P: ¿En qué marco pondría usted al hecho de la transformación de las tradicionales colleras o grupos de barrio en grupos violentos, guerreros, que crean zozobra; lo atribuye solamente a los hechos que mencionó antes, o hay otras cosas más? R: No, creo que a eso solamente no. No son únicamente violentos porque han vivido en un mundo violento, aunque también eso ha influido, claro. Han surgido de pronto, muy de repente. Aquí no habían ese tipo de grupos, han surgido de pronto. Allí pienso que ha podido influir la imagen de violencia que estos muchachos ven en el cine, la televisión, en los estadios, etc., porque eso no era en realidad lo propio de los adolescentes, aunque lo van asumiendo. Creo que nos estamos dando cuenta ahora que no han tenido un espacio para el juego, para -en muchos casos- el cariño, para la recreación, porque no se les ha brindado nada de aquello. Pienso que la sociedad tiene que brindar ese espacio a través de la familia, el colegio, en nuestro caso de la Parroquia, y no se ha hecho. Y ellos han ido encontrando por su cuenta otras imágenes, otros espacios y como sabemos, los adolescentes quieren ir haciendo lo que hacen los adultos, para estar ya en algo y ¡claro!, se meten en todo eso.

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P: ¿Es decir que la iniciativa adolescente funciona como puede, con los elementos de que dispone, en un tiempo libre en el que no hay mucho por hacer? R: Claro, si. P: ¿Cuál puede ser el rol de la Iglesia en estas situaciones, aparte de la tarea propiamente pastoral? Desde una perspectiva totalmente laica, a la Iglesia le corresponde colaborar en la formación de valores sólidos. ¿Cómo es que debe cumplirse esto? R: Mira, creo que como hemos hecho con los niños, debemos crear también espacios propios para los adolescentes. Con los grupos de niños que hemos trabajado en la parroquia no se ha pretendido un trabajo puramente pastoral, sino crear un espacio donde los niños puedan jugar, puedan relacionarse no violentamente, puedan ir aprendiendo a vivir los problemas que tienen alrededor como los problemas del agua, la luz o los problemas familiares, en un ambiente de amistad, de cariño, de fraternidad. Y eso si se ha dado con la coordinadora de niños. Aquí en El Agustino hemos llevado a cabo actividades con varios sectores de este distrito y fuera de él también. Creo que con los adolescentes tenemos que empezar a hacer eso. Primero crear un espacio que sea atractivo para ellos, más específico. De recreación, por ejemplo y otras inquietudes. Son muy inquietos y con unas ansias muy grandes de conocer, de saber, desde la cuestión sexual hasta cuestiones afectivas que ellos comienzan a desarrollar en grupo o a nivel de pareja, por ejemplo, en el juego, con las películas. Espacios que ellos vayan descubriendo y darles allí apoyo. Y para eso debemos relacionarnos toda la gente que está más o menos en la misma línea, en la misma labor. Generar espacios positivos es importante para ofrecer algo nuevo que los niños, adolescentes y jóvenes de sectores populares no tienen ni en sus casas, ni en el colegio, ni en la calle y no van a encontrar de otra manera. Eso es algo que la Parroquia puede ofrecer, naturalmente con una perspectiva cristiana, inculcando valores de fraternidad, de solidaridad, de justicia y paz, que son inherentes a lo que nosotros vivimos y creemos. Podemos dar ese aporte. Creo que estamos en una época en la que tenemos que intercambiar muchas experiencias para saber qué hacer mejor para que estos muchachos vayan desarrollándose. Como en los Convenios Internacionales: para las Naciones Unidas, para los organismos internacionales, un niño lo es hasta que cumple los dieciocho años. Ahora, entre nosotros, así como un niño tiene que asumir temprano actitudes y roles de adulto, con mayor razón debe asumirlas cuando es adolescente, que tiene más fuerza, mayor capacidad de trabajo. Por esa razón, debemos luchar con energía porque se mantengan los espacios que les son específicos: de juego, de diversión, de grupo, de amistad, de recreación, de acción, de vivencia, de valores, etc.

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P: Muchos de ellos trabajan, obligadamente además... R: Es en realidad dramático que aquí se legisle el trabajo de los niños, que es algo que debería estar prohibido, pero la necesidad nos obliga. Yo acabo de regresar de Cuba, y contaba a los cubanos sobre los niños trabajadores y se sorprendían, porque allá el niño es el rey para todo, en educación, en deporte, en cultura. En las familias les puede faltar lo que sea, pero al niño no le falta nada. Ya es un rasgo de la cultura cubana. A pesar de las dificultades que tienen, los niños y adolescentes son privilegiados. Pero, si acaso aquí legislamos para que los niños sean protegidos en el trabajo, pues al adolescente lo consideramos como un joven que tiene que trabajar, que normalmente tiene que traer para la casa: "¡Oye, qué haces que no aportas nada!", se le dice. Esa es nuestra cultura. P: No debemos dejar de mencionar, además, la deserción escolar que ha tenido lugar durante los últimos años. R: Es verdad, se ha hablado de tres millones de niños y adolescentes que tuvieron que dejar de ir al colegio o que no se matricularon porque tenían que ir a trabajar. Todo eso es muy serio, es dramático. Y ocurre justo cuando todo el mundo habla del futuro del país. Es contradictorio eso, porque a los adolescentes y a los jóvenes nadie les da una oportunidad. Pongo un ejemplo. Se ha llenado el país de losas deportivas. En esas losas deportivas van a patear una pelota y por imitación a jugarse una caja de cerveza o dos, tomar un rato y hacer como los mayores. Porque antes lo han hecho los mayores, luego ellos van a jugarse la plata sin ninguna dirección. Tengo hace tiempo la idea de crear una Escuela de Deportes aquí en El Agustino. Por experiencias que he tenido antes, sé que eso me apasiona y sé que el deporte es tremendamente formativo en todo, desde las relaciones personales, espíritu de entrega, de emulación, de relación con otros. Pero nada de eso interesa a nadie. Decir que todo el mundo hace deporte por aquí es mentira. Todo el mundo juega, pero sin ningún tipo de dirección. Esas cosas debemos ir cambiándolas, pues. El mundo del adolescente es todo un reto. Ha sido un paréntesis que se ha marcado en nuestra labor, insisto. Mucha gente trabaja con niños hasta los doce años, y luego otros trabajan con los jóvenes, mientras que en el espacio adolescente no se sabe qué hacer. P: ¿Porqué ocurre eso, según usted? R: No sé. Quizá porque es más gratificante en los otros dos espacios, porque hay más experiencias o todo parece más concreto, más definido. Quizá ese es el problema, precisamente. Que con el adolescente uno tiene que ir caminando con él, descubriendo con él, acompañándole en sus vacilaciones y en la creación de sus propios valores. b) El policía

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Capitán PNP Richard Coletti D. - Delegación PNP de La Victoria P: ¿Cómo se presenta el panorama delincuencial por lo que respecta a niños y adolescentes? R: Dentro de nuestra jurisdicción el campo delincuencial es grande y variado. Para comenzar, son los padres, las personas adultas las que se dedican a realizar hechos delictivos en primer lugar. Zonas como Renovación, Italia, el Porvenir son, particularmente, ejemplo de esto. Luego esas personas asumen actitudes complacientes hacia sus hijos. Y los hijos, al ver el desamparo, el desinterés de los padres, se dedican a la delincuencia. P: ¿Cómo es eso? R: Le explico. Empiezan a andar en grupos, los que comúnmente llaman "pirañitas". Comienzan a robar acá, a robar allá, todo comienza en un plan de juego, pero al final se desgracian pues esos mismos niños son muchas veces captados por personas de mal vivir que se los llevan, los adiestran y los inducen a la delincuencia. Tal es el caso de muchos menores que consumen drogas y roban para mantener su adicción, son adictos desde menores. Eso por causa de personas inescrupulosas, adultos que se dedican a eso. P: ¿Existe, particularmente en su jurisdicción, problemas con grupos de adolescentes que se enfrentan violentamente, un barrio contra el otro? R: Si. Eso sucede continuamente. Hay pequeñas bandas, con el nombre de las calles, por decir a los de la cuadra seis de Renovación les llaman los del Kiko, la banda de los Kikos; en el Porvenir hay los Piratas Dos, etc. Estos grupos están prácticamente en batalla diaria, batallas campales en las que quedan menores lesionados y que terminan en el hospital. Hay casos de menores que vienen con lesiones por armas blancas, pero también armas de fuego. Eso se suscita más que todo por la influencia televisiva de los programas extranjeros, donde se ven bandas, una especie de vandalismo que afecta a las criaturas. Éstas lo ven como una especie de juego, no le dan mucha importancia y, claro, piensan que la ley no los puede tocar. Ahora existe una nueva ley, el Código de los Niños y Adolescentes, donde se establecen las normas y pautas sobre el comportamiento con los menores y el proceso que se debe seguir con ellos. P: ¿Qué suelen hacer ustedes cuando hay una denuncia de violencia entre grupos callejeros de adolescentes? Y, en tal caso, ¿consideran que su intervención soluciona el problema, es efectiva, o ustedes creen que es difícil encontrar solución a esto? R: Hoy en día, la ley establece que se debe hacer un informe. Nosotros intervenimos y detenemos a los menores, y con el informe se les deriva

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al Juzgado de Familia de turno. El tratamiento es igual que a un adulto, el mismo procedimiento: notificación de detención, sus manifestaciones, notificación a la Fiscalía y se concluye con el informe que va directamente a la autoridad competente. Ahora, sobre la problemática, lamentablemente las delegaciones policiales no están adaptadas para la intervención con un menor. Le voy a dar un ejemplo: la ley establece que el menor debe estar en un ambiente separado de los adultos, cosa que en la realidad no se da. En esta delegación, por ejemplo, el movimiento delictivo es tan amplio que más nos dedicamos a los adultos que a los menores. Entonces, a éstos tratamos de derivarlos lo antes posible a la unidad especializada, que viene a ser la DIVIPOLNA (División de la Policía de Niños y Adolescentes) donde se les da un trato más especializado, psicológica y socialmente. Establecen la problemática que existe con los padres y hasta que punto se le puede dar solución. Ahora, si han avanzado o han disminuido estos casos, eso debe ser ya criterio de la autoridad competente que es la Fiscalía o el mismo Juez; nosotros tenemos una limitación de función. P: ¿Qué sugiere usted que debiera hacerse para alcanzar soluciones más definitivas a este problema? ¿Qué otros elementos debieran confluir para confrontar positivamente la violencia adolescente en las llamadas “pandillas”? R: Hoy en día la Policía Nacional, a nivel de las delegaciones policiales, ha creado un sistema de captación de menores y que llamamos "Amigos de la Policía Nacional". Antes se llamaban "clubes de menores". Y ha sido creado con la finalidad de captar a los menores y orientarlos cuando llegan a la etapa de la pubertad y la adolescencia. Como se sabe, son rebeldes por naturaleza en esa etapa. Nosotros tratamos de orientarlos y afirmarlos de manera que esa energía que tienen de más, pueda ser canalizada hacia un bien. Por decir, en deportes, artes manuales, o algo similar. Allí tenemos aproximadamente cien menores de edad a los cuales se les está dando capacitación manual, se les está incentivando el deporte, se les lleva a paseos con la finalidad de alejarlos del ambiente delictivo e interesarlos por una vía más protegida, más razonable, más responsable hacia ellos mismos. P: ¿Qué dificultades tienen para todo eso? R: Aquí tenemos muchas limitaciones. Necesitaríamos mucho apoyo logístico para llevar a cabo estas tareas y no contamos con ello. Nos basamos para nuestro trabajo en el apoyo de empresas públicas o privadas o personas particulares que deciden colaborar, pero como usted sabe, no todos colaboran. Además, nos faltaría también personal capacitado -sociólogos, psicólogos, pediatras inclusive- que no tenemos. Solamente contamos con el personal que tiene interés porque esa juventud salga bien. Si tuviéramos todo eso podríamos

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resolver el problema. Porque para solucionarlo, debemos verlo desde la raíz. Saber cómo empezó y hasta que punto se puede ayudar. P: ¿Encuentra usted algún limitante al interior de la normativa? R: Mire usted, existe el Código del Niño y el Adolescente. Allí el menor tiene los mismos derechos que un adulto e incluso muchos más derechos -se puede decir- que un adulto. Por esa causa, muchas veces el policía se siente limitado. Por ejemplo, no puede hacer una investigación completa porque debe contarse con la presencia de los padres y tiene que contarse con el Fiscal, a los cuales no posible contactar a la brevedad, muchas veces. Y si iniciamos nosotros una investigación sin los padres ni la autoridad del Ministerio Público, el informe resultante es nulo y al llegar a la Fiscalía, el fiscal determina efectivamente que ese documento es nulo, ya que no ha habido alguien que verifique o corrobore la versión que ha dado el menor. El Ministerio Público, en el área que corresponde al niño y el adolescente es nuevo, le falta mayor cantidad de personal y al mismo tiempo mayor capacidad, porque esta problemática también requiere especializarse. Ahora, quien determina la detención de un menor es el juez quien, de acuerdo a la magnitud de la falta, decide que se quede determinado tiempo. Pero, por otro lado, los centros de rehabilitación de menores no son adecuados. En lugar que esa persona salga regenerada, sale al contrario, más agresiva, aprende las peores costumbres. Creo que a los menores se les debe tratar de otra manera, lo que ellos quieren es que se les dé cariño, que se les dé amor. ¿Qué podemos esperar de ellos si los reprimimos brutalmente? Si se dice que al que da odio hay que darle amor, y nosotros al odio que tienen lo vamos a alimentar de más odio, no podemos esperar más de ellos... ¿no le parece? c) El terapeuta Dr. Luis Herrera Abad - Psicoanalista P: ¿Qué es un adolescente? ¿Cómo puede serlo en el Perú, en nuestro tiempo? R: Un adolescente es una persona que se encuentra en un momento de desarrollo psicológico social determinado. Generalmente se supone que la adolescencia se inicia a los doce años -un poco antes se llama pre adolescencia o pubertad- y va desde los once o doce años o trece años hasta los diecisiete, dieciocho pudiendo inclusive ir más adelante; hay adolescentes tardíos, como se les llama, y gente que continúa su adolescencia toda su vida, también. Pero lo normal es considerar la adolescencia hasta los diecisiete, dieciocho o veinte años, variando según cada caso. Esta etapa de la vida se caracteriza por una reestructuración del propio organismo y de sus relaciones con las demás personas, de la visión del mundo, de la visión de si mismo,

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de los demás; inclusive algunos sostienen que es una etapa en la cual los valores que recibió de niño, el adolescente los coloca ahora bajo el filtro crítico que significa esa etapa de su vida, para sacarlos definitivamente en la adultez, o rechazarlos. Es una etapa que se podría decir que es de cambio, en la cual todavía no se es adulto, pero ya no se es un niño. Lo que sucede en la adolescencia tiene todo un matiz que va desde lo sexual, porque el cambio es físico formal, morfológico, funcional y específicamente sexual también, tal como es el funcionamiento de las glándulas internas, etc.; las características sexuales que diferencian a un hombre de una mujer aparecen entonces, tanto las primarias que tienen que ver con lo genital, como las secundarias que tienen que ver con las formas de los cuerpos. Todo ello se define y trae muchas dificultades y a veces, angustias. Dicho esto en términos muy generales. P: ¿Qué ocurre mientras tanto, en términos de relación con la sociedad? R: Ahora bien, una de las cosas que más se ve es que este proceso de adaptación acarrea una serie de situaciones de conflicto, por ejemplo en el caso del adolescente cuyos criterios de confiabilidad para ubicarse en el mundo habían sido, cuando era niño, sus padres o profesores o los adultos cercanos. Este empieza a cuestionar estos criterios ahora que es adolescente, por lo que puede darse una situación de inestabilidad; y los impulsos, que durante la infancia estaban controlados porque se ubicaban en una envoltura más o menos estable, ahora surgen con una fuerza muy grande, ya no se ubican claramente en el cuerpo, se dirigen hacia el exterior con mucha intensidad, tanto los eróticos, los sexuales, como los impulsos agresivos. Estos últimos se van a dirigir, muchas veces, contra los adultos. Los adultos son puestos a prueba hasta cierto punto, son evaluados en su consistencia, por el adolescente. Pero en el fondo de todo esto hay también una gran susceptibilidad, puede haber aparentemente una actitud de mucha hostilidad hacia el exterior y hacia el mundo adulto en particular y puede haber, debajo de esa hostilidad, una gran susceptibilidad. Recuerdo que alguien decía que los adolescentes sufrían un "complejo de langosta" y se referían a la langosta de mar, que en un momento determinado de su desarrollo, de su vida, abandona una suerte de leve coraza, de caparazón muy frágil que tiene al nacer, para cambiarlo por el caparazón definitivo que es mucho más grueso, mucho más protector; pero entre el que deja y el que adquiere hay un lapso de tiempo durante el cual la langosta está totalmente desguarnecida y es allí precisamente que es atacada por peces y animales enemigos y necesita ser protegida, cuidada, o agenciarse el cuidado hasta que crezca esa caparazón final. Podemos ver a la adolescencia así: es una etapa en la que hay una gran susceptibilidad y por lo tanto hay una gran defensa. Entonces, toda esa agresividad no es gratuita. Muchas veces es producto de haber percibido, de

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haber sentido embates del ambiente que el adulto no suele sentir como algo dañino, mientras que el adolescente los siente muy dañinamente, por lo que responde agresivamente. Ahora bien, todo lo vivido en la adolescencia tiene que ser remitido a la infancia porque la adolescencia será más crítica, será un período muy tortuoso, muy difícil de pasar si la infancia no reunió condiciones para poder atravesarla eficazmente. Lo que me recuerda algo que decía Piaget, que sostenía que hay dos orientaciones vitales en el ser humano, prácticamente. Una que llamaba "relación de coacción" y que se da durante la infancia -naturalmente- cuando el niño es alguien que tiene que ser cuidado, protegido por los mayores. En la medida que esta protección es más democrática y no una protección que genera el sentimiento de ser humillado o de ser desvalorizado, de ser minusvalorado, se puede pasar al siguiente momento que el llamaba el "momento de la cooperación". Sólo entran adecuadamente en el momento de la cooperación -que coincide con la adolescenciaaquellos que tienen un tránsito por la coacción. Porque allí reciben seguridades, reciben confianza en si mismos y en el mundo, lo que les permite atravesar por esa etapa difícil de la adolescencia con éxito. Entonces, lo que suceda en la infancia es fundamental para la adolescencia. Por ejemplo, si durante la infancia hay una gran represión sexual, cubierta de gazmoñería, de hipocresía, etc., lo más probable es que cuando al adolescente le suceda la aparición de la sexualidad genital, característica de esa etapa, experimente eso con mucha angustia. Porque ya no es algo que ha supuesto tales comportamientos y ocultaciones, sino que es algo que él mismo está viviendo en su propio cuerpo, por lo que debe dirigir hacia su cuerpo la necesidad de ocultamiento y las vergüenzas, lo que acarrea dificultades frente a si mismo y frente a los demás. Este tema de la cooperación -volviendo a lo que decíamos antes- es fundamental, porque los adolescentes por primera vez tienden a brindarse a si mismos por decisión propia, a escoger sus propios vínculos, cosa que en el niño se daba más en términos de camaradería. Pero ahora no, ahora el grupo pasa a ser un reemplazo del hogar, y allí es donde se da la cooperación y se dan lealtades como nunca probablemente se han dado hasta ese momento. Lealtades al grupo, lealtades al compañero; surgen los primeros vínculos íntimos, la amistad íntima, etc. que, en la práctica, reemplaza al hogar. Claro que, si han habido dificultades en la infancia, cabe entonces la posibilidad de encontrarnos con chicos que se aíslen. Un chico que se aísla es un chico que, probablemente, tiene una serie de temores que no ha logrado elaborar todavía y que arrastra a la situación grupal. Habría que agregar a esto que los adolescentes -por aquello de la agresividad que mencionamos- suelen ser muy crueles y pueden prendérsele a uno que tenga un defecto físico, a uno que sea muy tímido, y burlarse de él hasta hacerlo llorar. Con mayor razón, es más difícil la

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adaptación de un adolescente que sufra aquello y que tenga la desventaja de una niñez que no lo preparó para tales circunstancias. P: ¿Hay un sentimiento de rechazo? R: El temor a ser rechazado que un adolescente puede tener, puede ser muy grande, pero nadie teme ser rechazado si no lo fue antes. La posibilidad de ser rechazado parte de haber establecido vínculos muy endebles y entonces no hay garantía en la realidad exterior, puesto que no prendió la seguridad, con sus padres por ejemplo. No tiene entonces a quien recurrir: comparte con el amigo -cuando lo tienesus intimidades, sus angustias; cuando no lo tiene es un problema, porque se traga sólo todas las angustias y vicisitudes que tiene. Cuando ocurre todo esto en un ambiente pauperizado, se arrastra una dificultad suplementaria que no podemos ubicar tanto en la adolescencia, sino que es necesario retomarla con mayor énfasis aún en la niñez. Como cuando el ambiente es tal que la familia, los miembros de la familia -por ejemplo la madre- en vez de ser figuras que favorezcan el hecho de que el niño pudiera irse incorporando en el mundo, se convierten en un simple portavoz de aspectos, por ejemplo, violentos y autoritarios del mundo exterior. A partir de ello, ese niño ya está con alguna dificultad que arrastra desde ese momento y hasta la adolescencia. Eso me parece importante porque -y aquí lo digo con experiencia, porque he visto gente que ha estado en zonas donde ha habido violencia estos últimos años, con personas víctimas de inseguridades que agudizaron la situación ya precaria que existía antes y a la que le dieron un matiz de muerte encima- los jóvenes deben haber recibido mucha angustia, mucha imprecisión, mucha tendencia al mensaje autoritario los últimos tiempos y todo esto debe haber generado desconfianza en el futuro. Claro que -allí- alguien podría decir: "¿qué futuro?", porque una sociedad como la nuestra no ofrece alternativas claras. P: Todo es bloqueo, desesperanza... R: Hay estudios recientes que muestran mucha apatía entre los adolescentes y los jóvenes, mucha tendencia a experimentar pesimismo, como si la realidad para más adelante, no fuera lo suficientemente atractiva y entonces la tendencia es a vivir en función específica de la supervivencia. La supervivencia es como ubicar a los jóvenes en un eterno presente, sin proyección hacia el futuro. Sobrevivir significa "yo vivo con lo inmediato ahora", es una suerte de estancamiento en el presente porque no hay una perspectiva para más adelante. Es una de las cosas que se ve con mayor frecuencia. Sin embargo, existen una serie de investigaciones -asimismo- que muestran lo siguiente: que cuando el joven se organiza, surgen expectativas, posibilidades y proyectos; y que cuando se encierra en la apatía individualista o en el fatalismo de la supervivencia inmediata, sin compartir ese sentimiento amargo con otros, encuentra, por lo

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contrario, muy pocas posibilidades de salida. Pero, debemos reconocer que hay otro problema adicional y es que las organizaciones adultas no toman muy en cuenta a las organizaciones juveniles y ese es un problema que a mí me parece serio. Porque si lo hicieran, se generaría una fuerza que a lo mejor tendría más opción para modificar, para salir del hoyo; por último para reclamar, para cambiar. Esa es una de las cosas que me parece importante. P: ¿Puede explicar mejor ese punto? R: En psicoanálisis existe algo que a mí me ha parecido siempre importantísimo y es que la vida es en todo momento organización y ello biológicamente hablando, inclusive. Un organismo está compuesto de partes interdependientes que se organizan y la disgregación del organismo, es la muerte. Cuando Sendero Luminoso funcionaba muy activamente, la bomba podía transmitir un mensaje metafórico y muy claro en relación con lo que era la disgregación. Recuerdo el caso de una colega que vio a alguien que había quedado despedazado por efecto de una bomba y al que hubo que hacerle injertos, una especie de rearmado, generándose mil problemas. En ese caso hubo que trabajar, entre otras cosas, el hecho de que esta situación había activado pavores nocturnos en el paciente, de cuando era niño, muy temprano en su vida. Y es que uno de los pavores que más aparece es el pavor de la disgregación y en general, el cuerpo que se desmembra está muy asociado a todo lo siniestro y por lo tanto a pavores nocturnos, y a los miedos infantiles. En la literatura de horror todo eso se ve muy claro. En este sentido, entonces, durante la adolescencia y la juventud la organización es fundamental, inclusive una alternativa. P: Para concretar más, ¿qué puede haber ocasionado que los grupos barriales devengan en violentos, los hinchas en barras bravas y que la tradicional rivalidad entre colegios devenga en confrontación directa y violenta? R: Hay dos efectos que deben tener que ver con este fenómeno grupal. Y allí nos ubicamos de plano en el adolescente como fenómeno grupal. Por un lado, no en vano se han vivido estos catorce años de violencia, donde una de las consecuencias más terribles ha sido la senderización de la mente, es decir la tendencia a funcionar como terrorista, aterrorizando, cubriéndose de la posibilidad de ser aterrorizado. Hay una segunda consecuencia, y es el énfasis con que se acepta que lo violento es la única fórmula de solución a los problemas. Alguna vez, conversando con alguien, comentaba que me parece que no es tan terrible el hecho de que el niño pueda ver violencia en los medios de difusión -que, pienso por otro lado, tienen demasiado de eso y deberían tener más de vida y menos de muerte- cuanto que la imagen que se le da es que solamente con la violencia se pueden solucionar los problemas. Eso si me parece terrible. Este es uno de los efectos

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que ha quedado de esos momentos tan graves que ha vivido el país. A esto yo le agregaría, además, que la juventud, la adolescencia -como en una familia- es portavoz de algo. Por lo tanto, me parece que estos fenómenos son indicadores de una situación que se vive al interior de la sociedad peruana y que ellos -mejor que nadie- pueden expresar. Por lo tanto, creo que son también grandes síntomas de lo que se vive ahora y creo que son producto de todos estos años de violencia y de muerte que se dieron, además, sobre un escenario en el cual había violencia estructural desde cuatro siglos -o más- atrás. P: ¿Cómo influye el grupo? R: Todos los seres humanos al estar en un grupo masivo, funcionamos con una baja de nuestros recursos racionales y una intensificación de lo impulsivo. Le Bon y todos cuantos trabajaron sobre la muchedumbre, el hombre y el grupo se han referido a ello, lo han tocado mil veces. Hay una tendencia en el individuo, cuando conforma masas, a la acción sobre la palabra. La tendencia es más regresiva al estar en la masa. El ser humano empezó actuando y luego hablando. Los que pedían la pena de muerte trataban de anteponer la acción de muerte sobre la posibilidad de diálogo, por ejemplo. Esto es atávico, es regresivo. Las masas humanas tienden a actuar regresivamente. Y allí, hay una baja en los objetivos racionales y hay una intensificación de todo lo impulsivo. Entre ello la acción tanática, la acción de muerte. Cuando un orador que está hablándole a una masa señala un punto, diciendo: "¡ataquen ustedes esto!" -y se expresa en términos emocionales, como suelen hacerlo, y no en términos racionales porque la masa no le entendería- ésta tiende a lanzarse y actuar. Esto es muy importante para tomarlo en cuenta. Ahora bien, el hombre tiende a funcionar más en masas, cuando hay más climas de tensión. Los climas bélicos, por ejemplo, son propicios a funcionar menos con la razón y más con el impulso. Hay también olas de rumores durante climas de tensión muy altas. Suelen haber, también, muchos rumores en épocas de guerra y de postguerra. Hemos vivido un clima de tensión muy intenso todos estos años y creo que eso favorece el fenómeno masivo. Cuando voy al fútbol -me gusta ir con mi hijo- yo entro de hecho al fenómeno masivo. Salto, grito, me indigno, luego salgo y se acabó el asunto. Pero, a lo mejor aquellos que son los portavoces de lo que se ha vivido -la gente más joven, decíamos- encuentran en ese partido de fútbol y esa situación masiva que están viviendo y en la que se sienten acompañados, fusionados unos con otros, ya no siendo un individuo sino un conjunto de individuos que se han mezclado y unido como si fueran todos uno, encuentran -decíamos- esta situación como un desencadenante de la violencia. Y salen a la calle, rompen, destrozan, agreden, etc. Además, el fútbol es un gran desencadenante de pasiones, por ser un deporte masivo donde se colocan muchas cosas. Creo que los gobiernos que han pauperizado mucho a sus pueblos saben perfectamente bien que

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el fútbol es un excelente distractor de las frustraciones y ansiedades. No existe nada más, borra toda la realidad del entorno. Los chicos son mucho más sensibles, son como radares, en ese sentido, que reciben con más claridad esos mensajes, esas frustraciones, esta angustia y la actúan. Es por ahí donde veo el asunto. Habría que señalar, sin embargo, que el fenómeno de la acción y la actividad violenta adolescente, es un fenómeno que no se da solo entre nosotros. Es un fenómeno que se da en Europa, en todos sitios, pero nosotros debemos caracterizarlo acá necesariamente, ver aquí el por qué. Allá habrán otras razones, puesto que los adolescentes están siempre dispuestos a actuar, pero aquí actúan así por otras razones; por otras infancias y otras miserias. P: ¿Qué sugerencias tendría para enfrentar estos problemas? R: Yo retomaría lo que hemos dicho sobre el grupo. Creo que es difícil acercarse a un adolescente individualmente. Hay gente que sí lo puede hacer. Se requiere ser un poco adolescente para hacerlo. Se trata, entonces, de retomar la alternativa de la organización. Lo que conozco de cerca -por la amistad que nos une- es el trabajo del padre Felipe Zegarra en Carmen de la Legua, y que me parece admirable. Se trata de un grupo parroquial y ha organizado -en un trabajo que no se agota en si mismo- grupos de chicos, algunos muy problematizados. En algún momento tuvo la excelente idea de entrenar a los mismos chicos, determinándose a los líderes, que a su vez determinaban a otros líderes, lo que iba como generalizando todo ello. Por allí es que yo veo las cosas. Existen organizaciones que surgen de los mismos jóvenes y que son las más valiosas. Mientras que otras organizaciones tendrán que ser convocadas. P: ¿Y en el colegio? R: Bueno, otro asunto es el trabajo que debieran tener los profesores, pero ese ya es otro cantar. Es muy difícil ser profesor en este país, teniendo ingresos tan paupérrimos y estando tan venida a menos esta actividad. La desmotivación en los maestros produce un desgano que es captado inmediatamente por los chicos. La enseñanza desmotivada no sirve para nada y mejor es no hacerla. P: Una encuesta que realicé -breve por cierto- entre quince adolescentes divididos en partes iguales y provenientes de la clases media alta, media baja y baja, dio el siguiente resultado: consultados los chicos acerca de cómo se ven a si mismos de aquí a diez años, luego de coincidir todos en describirse físicamente, hacen las siguientes diferencias: los de clase media alta son claros en definir una profesión o carrera y dicen "estudiaré economía o derecho", por ejemplo; los de clase media baja no son tan rotundos y aluden más vagamente a una expresión como "seré profesional" o "seré hombre de éxito"; mientras que los de clase baja se refieren, por lo general, más a

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la posesión de algo, "tendré una casa" o "tendré un auto" o "tendré plata y mantendré a mis padres". ¿Qué comentario le suscita ello? R: Creo que grafica muy bien lo que dijéramos antes. Evidentemente el chico de clase alta tiene mucho más resuelta su vida o ya se la han resuelto, casi. Es un camino que tendrá que seguir donde, en el peor de los casos tendrá que elegir entre una profesión u otra, y eso se le transformará en un conflicto, pero no en el conflicto de "¿cómo voy a hacer yo para conseguir aquello?" porque ya lo tiene todo más o menos conseguido. Su problema es cuál de las tortas elijo y el dilema se reduce casi exclusivamente a la educación. En cambio, en el segundo caso, creo que se difuminó un poco el asunto. Decir "ser profesional" supone una confusión mayor porque, a lo mejor, lo que se está queriendo decir es que no hay metas claras porque no hay una oferta clara para los chicos de ese nivel y por lo tanto la respuesta es obvia: quiero ser profesional. No tal o cual cosa, porque esa oferta no está formulada. En esta circunstancia el conflicto ya no es vocacional. Los que pueden darse el lujo de tener conflictos vocacionales son los que pueden elegir y en este caso no existen -como dijimos- ofertas claras. En el último caso, me da la impresión que la alternativa es de un nivel más fantástico. El ideal consiste en tener dinero. En el primer caso dicen "qué camino elijo para llegar a esto", que está más o menos claro. Los otros dicen "yo quiero elegir camino" prácticamente, pero no hay respuesta clara sobre cuáles son esas posibilidades. En el tercer caso dicen " yo quiero tener". El producto es visto como un producto material, nada más, y que no tiene nada que ver con la posibilidad de sentirse feliz, puesto que todo está centrado en la posesión económica. En este último caso el problema ya ni siquiera es "¿qué camino sigo?”, sino que todo se mueve más al nivel de la fantasía, puesto que se está obviando todo el camino intermedio, inclusive, y que permitiría acceder a esos fines, si acaso esos fines fueran los más deseables. ****** DOCUMENTOS (1) Testimonio de "Rafo" - adolescente que participa de un grupo de adolescentes que desarrollan actividades violentas. (2) "Jugar a la guerra - colegiales violentos" - tomado de REPORTE ESPECIAL no. 31 - noviembre de 1993 - DESCO. (1) TESTIMONIO DE "RAFO" Tengo 14 años, cumplo 15 en febrero. Nací en Lima, pero nos fuimos a vivir a Monterrico. No me acuerdo de esa época, estaba chiquito. Cuando tenía dos años vinimos a vivir a San Genaro, acá en Chorrillos. Mi papá y mi mamá estaban juntos en ese tiempo. Ahora

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se han separado. No sé, creo que es porque mi papá tomaba y a mi mamá no le gustaba, peleaban siempre. Mi mamá se retiró "asada". Ahora yo vivo con mi papá y con mis hermanas. A mi papá a veces lo fastidiamos con mis hermanas y él nos pega, pero no de verdad, jugando nomás. Nosotros lo provocamos para que se ponga así con nosotros. No nos trata así como les pasa a otros chicos, que les pegan con fierros, con palos, no; él no nos trata así. Pero en mi casa no hay nadie que me cuide, que se ocupe de mi. Mi mamá se ha ido a otro sitio, tiene otro compromiso. Mi papá se va a trabajar, mi hermana se va a la playa a chambear y me quedo en la casa.voy a la casa de mi mamá y me quedo hasta que llega mi papá de trabajar. No hay nadie que me ayude a estudiar o que me pregunte si estudié. Pero ya no voy a estudiar. Lo que pasa es que no tengo partida, pues. Yo mismo me lavo mis cosas, arreglo mis ropas. Siempre ha sido así. Arreglo mi casa, también. No voy al colegio hace tiempo, estuve hasta tercero de primaria. Dejé de ir porque no había plata para comprar útiles y además me aburría. Trabajaba también y eso me quitaba tiempo y después, ya me dediqué todo el tiempo a trabajar. Soy cobrador en una línea de microbuses, la 512 de San Genaro. Empecé a trabajar allí cuando tenía seis años y allí sigo trabajando hasta ahorita. Hay veces que no regreso a dormir a mi casa. Me dicen que me quede para trabajar temprano al otro día y me quedo a dormir en el carro. Antes dormía en La Curva, en el parque. Es que se me hacía tarde y tenía que regresar a pie a mi casa y ya no tenía ganas. Dormía solo. En esa época no había chibolitos que dormían cantidad en La Curva -como ahora- no había pirañitas. Los conozco bien a esos pirañitas. Vienen de Las Delicias, de Buenos Aires, de San Genaro, ... de todos sitios. Hay otros que no tienen casa, les gusta la calle y por eso están allí. En su casa están incómodos, seguro que no los quieren dejar salir y se fugan. Yo solo los conozco de vista. Con algunos hablo. Hay menores que yo, de mi edad y también hay mayores que yo. Todos los días, antes de regresar a mi casa, me como un menú allá en La Curva, porque regreso a mi casa a eso de las diez de la noche y a veces más tarde. Mis hermanas no me guardan nada. Cuando no puedo comprarme algo, así nomás me acuesto, pues. No puedo ni cocinarme yo solo, porque ya no hay nada cuando regreso. Hay muchas veces que voy al paradero y no encuentro trabajo y me tengo que regresar sin nada. Ahí claro que no como, pero cuando dejo plata para la casa tampoco me guardan; solo algunas veces me guardan. Mi ropa si me la lava mi hermana ahora, pero porque le pago, pues. Después lo que hago es jugar partido con mis amigos, ver televisión donde una vecina, la señora Laura. Ella a veces se ocupa de mí, me ve mi ropa, me invita comida. Ella me quiso matricular en el Colegio Santa Rosa, pero no pudo hacerlo porque no tengo partida, se ha perdido mi partida. No sé dónde encontrar otra. Mi mamá no me ha dicho dónde estoy asentado, en Lima, dice, pero no se acuerda dónde. Cuando no trabajo me quedo en mi casa, juego partido, repaso las tablas, trato de

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acordarme de las cosas que aprendía en el colegio y que me gustaban. Cuando estoy con mis amigos apostamos en los partidos a plata; luego, cuando se hace de noche, nos juntamos por donde la señora Pérez, a estar nomás. Pero otras noches también nos vamos a otro lado, a la otra loza y la pasamos tomando. Las broncas comenzaron así. Cuando los del otro barrio empezaron a bajar borrachos a buscarnos y les contestamos. La cosa es siempre así, cuando ellos están mareados vienen a buscarnos la bronca; cuando nosotros estamos mareados, entonces nosotros los vamos a buscar a ellos. Mareado nomás, sanos nunca se agarra nadie. Sanos nunca pasa nada. Yo tomo desde que tenía catorce años. La primera vez que me invitaron fue en San Genaro. Fueron los del otro barrio, una vez, en una pollada. La ruta que yo trabajo era antes más corta. No se iba hasta Tacalá. Era solamente La Curva/San Genaro y San Genaro/La Curva. Todos los cobradores habían ido y allí me convidaron: "a ver un vasito", me decían; también los choferes, "toma pues, toma", me decían. Los adultos me invitaban. Pero yo tomaba cerveza, ellos en cambio tomaban anisado. Tomábamos cerveza porque estaban con plata, pues. Me mareó. Los de nuestro barrio siempre nos encontramos en la canchita y de allí nos vamos al billar y tomamos por allí. Nos vende nomás la gente, aunque seamos menores de edad. Con todos ellos si me conozco desde chiquito. Las broncas con el otro barrio comenzaron porque ellos bajaron un día y nos hicieron lío. Yo le pregunté a un amigo del otro barrio, que trabajaba de cobrador, porqué ya no trabajaba y me dijo que "tenía palta" con nosotros porque los de su barrio habían bajado a hacer lío y los de nuestro barrio habían resistido, se habían defendido. Por eso ya no cobraba. Después los de nuestro barrio fueron a responder y así comenzaron las cosas. Eso pasaba porque ellos vinieron una vez a jugar partido y lo “faulearon” a Camarón, de nuestro barrio y entonces él contestó, se pusieron bravos los otros y se armó la bronca. Así comenzaron las cosas, con esa pelea. De allí, ya nosotros subíamos seguido y ellos bajaban seguido y así todo el tiempo. Las peleas se preparan cuando los buscamos. Tomamos, hablamos y nos vamos. Pero a veces comienzan de sorpresa, cuando nos atacan ellos. Es más fácil que ellos nos sorprendan, porque estamos más abajo y pueden esconderse entre las casas, el comedor. Pero cuando subimos ellos nos ven, no ves que tenemos que subir por la pista y ellos nos divisan y se preparan. Por eso le hicieron tanto daño a Johnny el otro día, vinieron de sorpresa y atacaron cuando jugábamos partido en la canchita. Y lo fregaron a Johnny, que ni siquiera anda con nuestro grupo. Pero aparte de eso, es vacilón la pelea, uno se divierte, sirve para matar el rato también. La cosa es que ellos no pueden estar en nuestro barrio. Pero también, si nos ven en su barrio nos agarran a pedradas para que nos vayamos. No se puede estar en el barrio del otro. Yo no fumo pasta, pero hay otros chicos que si fuman seguido. Yo he fumado dos veces, palabra, sólo dos veces. Pero hay otros que si están todos los

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días con eso. Cuando peleamos es sólo estando mareado, no cuando se fuma. Porque cuando estás fumado no te da ganas de pelear, te quieres quedar calladito, nomás; estás en otra nota cuando fumas. En cambio cuando estás tomado es distinto, estás “empilado”. Podemos pelear sin estar mareados, pero es más bacán hacerlo tomado. Así tomados, nos vamos a una discoteca, a escuchar música, a bailar los fines de semana. Los del otro barrio no van por allá. Además de Los Héroes y Los Tuctos, hay otros grupos en otros barrios por aquí: los Bad Boys, Los Satánicos, Los Angeles, y otros más. Ahora estamos "empatados" con los Bad Boys pero estamos en palta con Los Satánicos, no se por qué. Un día que bajé a la canchita me lo dijeron. Allí estaban los del barrio de los Bad Boys jugando y me contaron. Antes estábamos "empatados" con los de Tacalá, pero ahora estamos en palta con algunos de ellos, así que ya no vienen. Algunos sí lo hacen, pero solos. Con ellos hemos "empatado" bastante tiempo, pero ahora estamos medio palteados. Comenzamos a "empatar" cuando un pata del barrio trajo al Halcón, que es de Tacalá y con él conversamos y nos dijo : "¡oe, hay que apaciguar con ustedes, hay que hacerle la guerra juntos a Los Tuctos!", y así comenzaron a venir. A pesar que están lejos, al otro lado de la avenida Huaylas en la Margen Izquierda, pero ahora hay un micro que lleva de un lado al otro, viene directo desde Tacalá. Los Tuctos se habían "empatado" con Los Vagos y ellos no se llevaban bien con los de Tacalá, por eso comenzaron las broncas que hacíamos juntos. Los Tuctos son de Nueva Caledonia, los Bad Boys son del fondo de San Genaro, los Héroes son de Héroes del Pacífico, de Nueva Granada y del barrio de los pescadores. De San Genaro, cerca al barrio de Los Héroes, son Los Angeles y de dos cuadras más abajo, Los Satánicos. Los Tuctos tienen entre catorce, quince y veinte años; nosotros entre catorce hasta dieciocho máximo. En las pandillas no hay cabecilla, pero si hay el que da la cara, que nunca se corre. Entre nosotros es el Negro Kike. El es el que le pasa la voz a todos y da la cara siempre, el que menos miedo tiene. Cuando él llama a la bronca todo el mundo va. Para que acaben las broncas está bien que se formen las rondas, pero que agarren a Los Tuctos pues, porque cuando hay rondas se las agarran solo con nosotros. Es que a los de allá les tienen miedo, porque son más grandes y algunos van a Lurigancho. Y después todavía están contentos. Nomás, ya se deberían acabar las peleas. Mucho lío con eso. Después viene la policía y lo llevan a uno. A mi me han llevado varias veces. Allí en la comisaría te pegan, te hacen limpiar el baño, te insultan. Cuando te pegan con el palo ese, te hace ver estrellitas. Cuando nos agarran a varios nos hacen sentar en redondela y el policía pasa dándonos en la cabeza, uno a uno, a todos les cae. Después, para poder salir, nos hacen dar vueltas con el dedo en el piso, como haciendo trompito y nos hacen salir corriendo. Entonces nos tropezamos contra la pared, nos caemos, ¿no ves que estamos mareados? "Si te caes te hago hacer planchas, canguro, más trompitos..." nos dice el policía. Te caes de

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todas maneras y a veces te ruedas hasta abajo las escaleras. Está bien que sean severos, pero eso ya es mucho, son abusivos y malos haciéndonos todo eso. Pero, no todos los policías son así, sólo algunos. Otros son buena gente y es que me conocen. A mi me han agarrado una vez con los pirañas. Yo paraba algo con ellos, pero no he pirañeado nunca. Me confundieron. Yo veía a veces cómo pirañeaban a alguien, pero me quitaba, me iba a un costado, me escondía, no vaya a ser que creyeran que yo también había robado. Cuando regresaban los pirañas, después de haber robado al pata, se compraban gaseosas, pollo y se la pasaban bien. A mi me daban pena los patas, a veces hacía que les devuelvan sus pantalones : "íOe, devuélvanle sus pantalones!", les decía y yo mismo se los llevaba. Ellos le daban papel para que se tape, nomás. El tipo al que le habían robado se engrapaba el papel para vestirse con eso, los pirañas tienen su engrapador. El tipo se iba como con una falda, tenía que dejarse engrapar el papel porque si no le caía palo, piedra y no podía responder. ¿Qué iba a hacer? Así pasa, pero no se que voy a hacer cuando sea mayor, trabajar supongo. De chiquito no pensaba en nada de eso tampoco. Pensaba en que tendría un carro -eso quería- para trabajar. Pensaba en que iba a trabajar para mantener a mi familia, darle cosas. Nunca pensé en tener profesión, eso nunca lo he pensado, nunca. Hasta ahora pienso lo mismo. La verdad que me siento solo, quisiera que hubiera alguien conmigo. Los demás tienen sus familias bien chéveres. El Colorao, un pata del grupo, tiene su familia que es forajida, pero está bien él. Se va con su mamá a La Laguna, está en su casa con su papá, solo se pelean cuando están borrachos... pero están juntos, bien chévere, tranquilo. Además, solo su tío es muy forajido. Después todo está bien. Quisiera que no estuviera yo solo, estar así con alguien, eso quisiera.

(2) "JUGAR A LA GUERRA - COLEGIOS VIOLENTOS"

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Un colegio como otros, Pachacutec está ubicado al lado izquierdo de la Avenida Pachacutec, en la subida hacia el pueblo joven Pamplona, del distrito de San Juan de Miraflores. Tiene unos 700 alumnos, hombres y mujeres, matriculados entre los turnos de mañana y tarde. En una ocasión, decenas de escolares de secundaria de otro colegio rodearon al Pachacutec durante varios minutos de la mañana sitiando sus puertas. La turba lanzaba piedras a las ventanas y gritaba amenazantes insultos a los de adentro. Los estudiantes y profesores no tenían como salir. Fueron pobladores de la vecindad los que 1

Artículo tomado del No. 31 de la publicación REPORTE ESPECIAL, editada por DESCO.

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llamaron a los policías, quienes lograron dispersar a los jóvenes agresores. Los del Pachacutec aseguran que estos muchachos pertenecían al CE San Francisco de Asís, otro colegio nacional de la zona. No pudimos encontrar a alguien que nos explique el motivo del incidente, pero era casi seguro que se trataba de otro enfrentamiento entre grupos rivales de escolares. Entre los del CE Pachacutec pueden encontrarse integrantes de hasta cinco bandas o grupos de adolescentes, que se identifican entre si usando nombres tales como los Escorpiones, los Trolo, los Calígula, Vikingos o Dragones. A estos grupos pertenecen indistintamente hombres y mujeres, y en todos ellos sus edades no pasan de los 17 años. Cuando conversamos con un grupo de cinco muchachos, que habían sido identificados por los responsables del control interno del colegio como miembros de alguna de estas bandas, se aclararon algunas relaciones. De salón y de calle según ellos, existe una diferencia que divide a las pandillas en "violentas" por un lado, y las "de salón" por otro. Estas últimas existen solo en el espacio escolar, no salen a las calles a buscar peleas ni a asaltar ni a buscar peleas con otros grupos y pueden admitir la participación de mujeres. Toman nombres extraídos del imaginario juvenil rebelde, aunque saben que su rebeldía no rebasa el lenguaje procaz y los grafitos obscenos. En cambio, las otras bandas, las violentas, se componen de verdaderos adolescentes infractores o delincuentes: apedrean ómnibus, colegios, no temen las peleas callejeras y tienen ya puntos y momentos de reunión fijados en determinadas zonas. Usan una moda particular: alternan anchos polos y pantalones, gorras puestas a la inversa con pañuelos y vinchas, rodeándoles la cabeza, de telas con motivos llenos de colores fosforescentes, salpicando el atuendo con una que otra prenda del uniforme escolar. Algunos chiquillos que conversaron sin mayor desconfianza, pertenecían a una de las pandillas de salón. Una semana atrás habían pintado las paredes del colegio dentro y fuera de las aulas con sus emblemas, apodos, penes y entrepiernas femeninas, al lado de amenazas que se lanzaban entre sí. Ellos y otros más que fueron identificados por los auxiliares, habían sido llamados para asistir el sábado a borrarlas. Los grupos de salón no se dedican al vandalismo y más bien se ubican en un momento básicamente imitativo. Pero luego pueden pasar a formar parte de los grupos violentos. De hecho, uno de los estudiantes del Pachacutec integra la banda de Los Escorpiones, compuesta por adolescentes de varios colegios, incluyendo expulsados del turno de la tarde, especialmente, que continuaban frecuentando a sus compañeros de andanzas. Turnos de mañana y de tarde que hay que destacar porque los comportamientos violentos suelen ser más frecuentes entre los alumnos del turno de la tarde, especialmente a partir del tercer año. Entre ellos hay numerosos muchachos que trabajan en las mañanas en las calles como ambulantes o cobradores de micros. Es en este turno que han retado o atacado a los colegiales del vecino CE URSS

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para que se unan a su agresiva dinámica. Habían arrojado piedras por encima de la pared de los terrenos respectivos, y amenazaron con arma blanca a un profesor. Los padres de familia, docentes y auxiliares, junto con alumnos del CE URSS, tuvieron que elevar la altura de las paredes para hacer mas difíciles los futuros ataques. En el colegio vecino, el URSS, cuatro alumnos que habían participado mas de una vez en broncas callejeras narraron que los grupos escogen las zonas y las horas de mayor tráfico para realizar desmanes. Esas horas coinciden justamente con su ingreso o salida de clases. Las turbas de escolares de 15 y 17 años que corren por las calles, rompen vidrios en las pistas. A veces rodean a un transeúnte y le quitan lo que lleva encima, con especial preferencia por quienes usen zapatillas de marca. Uno de los chicos del URSS narró que en una ocasión estas turbas juveniles hicieron uso de alguna bomba molotov. Son grupos conocidos también por los nombres tomados de sus barrios y asentamientos, los Solari -por el pueblo joven Solidaridad-, los Guadalupe, los del 27 o los Sanguinarios. En uno de estos se hablaba de un pandillero conocido, "Lelo", de apenas 17 años, buscado por todos incluyendo a la policía. "Donde lo encuentren, lo cosen", aseguraron. La peleas entre los grupos pueden tener motivos risibles, en ocasiones. A veces es la disputa por monopolizar el contacto de un grupo de escolares mujeres de la zona. Algo así como una disputa de parejas y de territorio a la vez. Más frecuentes son las riñas tras los encuentros deportivos. Hace un par de semanas, cerca al Estadio Guadalupano ubicado en el Cono Norte, alumnos del Guadalupe atacaron a pedradas el local del CE Alfredo Rebaza. Tuvieron que intervenir los vigilantes de unos locales comerciales cercanos, dando tiros al aire. Además de las calles hay otros lugares que estos grupos también frecuentan y donde el propósito es la diversión: uno de los favoritos es la discoteca diurna. Durante un operativo realizado en el Cono Norte, a inicios del año escolar, se intervino varios de esos locales, de los que se sacó a más de mil chiquillos en un solo día. Otros locales más solapados son los hostales informales y baratos. Pero también están los clásicos billares, parques, las playas, lugares de los que ningún padre podría alarmarse si no es porque son visitados en horas de clases. El psicólogo del Centro Preventivo de Menores No.3 de Jesús María, Carlos Cardich, manifestaba que este año, especialmente a partir de julio, era visible el crecimiento de las pandillas escolares. Los padres de familia sostienen que es urgente que la policía detecte las fuentes y redes que permiten a los menores dirigirse a los puntos de venta de licor clandestino, a las discotecas de puerta cerrada, a los distribuidores de pasta. Refieren que es fácil identificar a muchachos y mayores de edad expulsados de los centros educativos u otros que, sin estar en ningún plantel, se camuflan vistiendo uniforme. Para explicar la violencia misma, Cardich insiste en la inadecuación del

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sistema educativo: la ausencia de una educación formativa e integral, la baja calidad docente, la indiferencia frente a las orientación del educando, en fin una larga lista de carencias. El problema principal parece hallarse en los hogares y en un contexto social que alienta a la violencia juvenil. Ahora no vamos a extendernos en éstos, que son los problemas de fondo. Sólo recordemos que el adolescente de 14, 15 y hasta 18 años vivió toda su niñez, y abrió su razón durante la violenta década de los 80. Una violencia protagonizada por aparatos armados con nombres similares a los de las bandas -sinchis, terrucos, senderistas, martas, suats, udex, etc. Una guerra en la que fueron casi imperceptibles las reglas y los valores. En ese clima moral hizo su aprendizaje este muchacho que ahora, antes de una bronca, instruye a otro: "¡Le revientas la cabeza para que no responda y ya de ahí le das!". Ya existe un registro específico sobre este fenómeno en las diferentes delegaciones policíacas de Lima; los casos conocidos son individualizados y remitidos a la DIVIPOLNA (División de la Policía de Niños y Adolescentes) o en su defecto a las diversas secciones del área de "delitos". Sin embargo, los testimonios de los agentes policiales, sobre estos hechos, abundan.

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ANEXO

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David Roca Basadre

TIEMPO LIBRE Y EDUCACION INTEGRAL

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Pero vosotros, dueños fáciles de la vida, presidisteis mi juventud primera. Un muchacho desnudo, cubierto de vegetal alegría, huía por las arenas vívidas del amor hacia el mar extenso, hacia la vasta inmensidad derramada que melodiosamente pide un amor consumado. Vicente Aleixandre

Los que, arbitraria y simplísticamente, reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran y olvidan que, en la historia, el hombre es anterior al dinero. José Carlos Mariátegui

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Publicado por Ideéle en 1999, este texto data de 1991

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TIEMPO LIBRE Y EDUCACION INTEGRAL Previo Tiempo Libre: es allí donde deben poder desplegarse las mayores posibilidades de nuestras libertades diversas. Libertades realmente existentes, en el verbo ampuloso de unos. Relativas, sin embargo, según nuestras posibilidades de elegir, de optar. Si no se puede optar, la libertad es una quimera de intelectuales románticos. Y es que, mientras menos alternativas, la libertad será siempre una cifra mínima en el juego de probabilidades de la vida. En el uso del Tiempo Libre, en las posibilidades del ocio se juega un inmenso porcentaje de nuestro destino como comunidad. Verdad absoluta, matemática, que no es apreciada por casi todos los educadores profesionales, enfrascados en la problemática de la educación formal vista, a su vez, únicamente como dinámica de enseñanza o -más exactamente- de transmisión de cierta información. Sin embargo, la reivindicación que, de pronto, hoy se hace con más insistencia -al menos teóricamente- del aprendizaje como elemento fundamental y nodal del proceso formativo de los niños, adolescentes y jóvenes, abre una esperanza y es el momento propicio para reconocer el valor formativo -positivo o negativo- del Tiempo Libre. Es el momento de hablar fuerte, de expresarse sin compasión contra la dictadura de lo evidente, contra la norma que -en nombre del trabajo necesario- condena a cadena perpetua a los mismos olvidados de la vida, generación tras generación, porque no hay posibilidad -no hay tiempo- para ellos de desarrollar todo el potencial que trajeron al mundo consigo. No decimos nada nuevo hasta aquí. Pero sí decimos algo que la mayoría pasa por alto o no quiere saber o acaso obvia en su real dimensión. Y es urgente hacerlo para subrayar su abrumadora importancia.

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Para ello, para reivindicar el valor trascendente del ocio y su influencia decisiva en la construcción del futuro, debemos adentrarnos en los inescrupulosos meandros de la vida humana cuando transcurre en los límites de sus posibilidades. Comprender cómo es que se construyen los seres humanos integralmente, y la brutalidad de los desencuentros entre las mejores esperanzas, los sueños más generosos e idealistas y las buenas voluntades, con la absurda realidad de un país pobre, injusto, corrompido e indiferente, como el nuestro. Y agregar -¡como si faltaran más argumentos!- un ángulo olvidado a las afrentas tenaces de la pobreza. Pero no para criar rebeldías sin destino, sino para inventar futuros mejores. Para “reencontrarnos con la dimensión utópica”, como pedía Alberto Flores Galindo en su texto admirable de despedida, dándonos instrumentos que permitan intervenir en esa cotidiana muralla de imposibles y abrir, así, la gran ventana que permita el paso de aire fresco, pleno de oxígeno, que alcance para todos desde el principio de cada existencia. Pues, si en algo espero estemos de acuerdo quienes valoramos integralmente la libertad -desde cualquiera de las trincheras por la que trajinemos- es en que es posible “cambiar la vida”, como pedía el gran poeta adolescente. Definiendo al Tiempo Libre Skhole, en griego antiguo, significa literalmente “tiempo libre”; es decir, el tiempo dedicado a un ocio pleno de posibilidades abiertas. De allí proviene el término escuela, que en nuestros tiempos se ha consagrado para designar algo diametralmente diferente, aunque como resultado de una evolución que buscaba institucionalizar lo que era el natural proceso de aprendizaje en los tiempos antiguos. Esta referencia nos permite mostrar el vínculo estrecho que existía entre la vida cotidiana y el proceso de aprendizaje y desarrollo en niños y jóvenes, en el seno de una de nuestras culturas matrices. No ha sido diferente el proceso en la mayor parte de las distintas culturas. Aunque el hecho de sistematizar el conocimiento, codificarlo y luego enclaustrarlo entre cuatro paredes para llamar a aquello oficialmente “educación” -con exclusividad- es un fenómeno reciente. Y la escuela, tal y como la conocemos hoy en día, es más un invento de occidente, y una imposición violenta para aquellos peruanos del Ande que no supieron jamás de Aristóteles, o Marco Aurelio, y deben ser cartesianos por obligación. Entre nosotros, sin embargo, se trató de un privilegio de pocos, primero. Luego, de una necesidad, la forma más requerida por las comunidades campesinas indígenas -quechua hablantes, aymaras, etc.- para integrarse a la cultura dominante, al aprendizaje del castellano y a los recursos de dominación de los mistis. (1) Y para los

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pobres de toda laya, el mecanismo más comúnmente reconocido y aceptado para la movilidad social. La realidad, sin embargo, es fuente de decepciones. La escuela no cumple ni tan siquiera mínimamente su misión. Hace tiempo que muchos saben que es falso que “el que estudia, triunfa”. Conspira contra ello la falta de atención que se le dispensa a la escuela desde el Estado, con bajos salarios y poca consideración social hacia los maestros, escasa capacitación, currículos desfasados, etc. Pero, asimismo, la alienación que existe con respecto a un concepto más amplio de la educación, en términos oficiales, formales. Estrechez mental, anteojeras que limitan considerablemente cualquier proyección a futuro de algún proyecto educativo nacional viable, integral y abarcador de todas las dimensiones de la vida. Modernamente -razonablemente- podría aceptarse como definición de Tiempo Libre a la suma de los tiempos y espacios de libre disponibilidad objetiva y subjetiva con que cuenta cada persona para el ejercicio de su ocio, fuera de aquella suma de tiempos y espacios dentro de los que las exigencias de la supervivencia y la vida social nos encierran. Sin embargo, esta definición peca por su falta de concreción en una realidad específica. Y arroja, implícitamente, el ocio al costal del tiempo perdido, inútil. Ignorando el potencial formativo que tiene cada instante de la vida. Ya diversos autores han tratado de definir lo que se ha dado en llamar “educación informal”, tratando de encontrar una fórmula que permita comprender la permanente influencia de los medios de comunicación de masa -por ejemplo- y su incidencia en la formación de cada individuo, así como la interactividad permanente entre las personas, con las experiencias vividas, etc. y las consecuencias que estas relaciones conllevan, o el efecto de tales experiencias. Podemos retener el siguiente esquema para entender dicho proceso:

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HECHO HECHO EDUCATIVO EDUCATIVO

elelque querecibe recibeeducación educación

Puede ser puede ser consciente consciente de de que es que es educado educado (a) (a)

elelque queeduca educa

Puede puedeno noser ser consciente conscientede de que es que es educaeducado do (b) (b)

Puede educar educar puede intencionalmente intencionalmente (c) (c)

Puede puede educar educar sin intención intención (d) (d)

El campo de la educación informal estaría determinado por las relaciones d/b; d/a; y c/b, fundamentalmente. (2) Habiendo ubicado con más claridad la forma en que actúan las diversas influencias formativas falta, sin embargo, ir más al fondo y reconocer y situar dichas influencias en diversos contextos. Ello porque las distintas realidades, las diferentes trayectorias vitales conllevan, asimismo, diferentes respuestas ante los mismos estímulos. Es por eso que se hace necesario distinguir diversos tiempos libres y varias formas de ejercicio del ocio. Distinción imprescindible, sobre todo, para los habitantes de los países más pobres, pues ha de permitir el desarrollo de estrategias de formación y capacitación masiva, de condicionamiento social amplio y de generación de situaciones favorables para la recepción activa de formas conductuales, y maduración de criterios, que posibiliten los procesos naturales de maduración personal y el consiguiente desarrollo de valores y capacidades, allí donde la falta de oportunidades ha sembrado la desesperanza. Clases de Tiempo Libre El Tiempo Libre disponible varía en función de cada persona individualmente. Esto a partir de la actividad de supervivencia o de capacitación para la supervivencia, que cada uno desarrolla y de los recursos socioeconómicos generados de que dispone. (3) Delimitaremos gruesamente tres tipos de Tiempo Libre, entre nosotros, como referentes para comprender las diferencias que existen a este respecto entre los individuos:

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a. Una persona de nivel socioeconómico alto y medio alto puede fácilmente asumir su Tiempo Libre como aquel que le permite la relajación necesaria para retomar fuerzas, pero asimismo, para planificar tranquilamente el futuro, enriquecerse física e intelectualmente, si lo desea y, en suma, diversificar el campo habitual de actividades. El desarrollo de aficiones, de nuevas inquietudes, encuentra aquí el medio adecuado y -definitivamenterecomendable. Este es el Tiempo Libre habitual y más extendido en los países desarrollados, por lo demás. Y entre minorías sociales en nuestro país. b. Una persona de nivel socioeconómico medio o medio bajo debe asumir su Tiempo Libre como aquel mínimo y escaso, útil apenas para la recuperación de energías que le permitan volver a las ocupaciones habituales de supervivencia. Tal ocio se resuelve frente a la televisión, la radio, la práctica deportiva o en general las relaciones familiares y sociales cercanas. Ráramente, acudiendo a las ofertas de la industria del ocio, porque hay gastos prioritarios. c. Una persona de nivel socioeconómico bajo o en extrema pobreza debe asumir su Tiempo Libre como un tiempo objetivo avasallado por un tiempo subjetivo marcadamente ansioso, ante la permanente inseguridad para sobrevivir; con todas las consecuencias que una situación de constante inestabilidad emocional arrastra inevitablemente. Por lo demás, muchas veces la lucha por la sobrevivencia al límite de las posibilidades obliga al desgaste de todo resquicio de tiempo existente, mientras que lo objetivamente libre se vacía de sentido por falta de alternativas; el acceso a las ofertas de la industria del ocio está totalmente negado por falta de recursos, lo que es un causal suplementario de frustración, sobre todo entre los más jóvenes, sugestionados por la publicidad al respecto en los medios de comunicación masiva. Niños, adolescentes y jóvenes Tales definiciones de Tiempo Libre, dispares en todo sentido, encuentran maneras de manifestarse según las generaciones, edades y coyunturas. Por lo que respecta a niños, adolescentes y jóvenes de los sectores medio bajo y bajo -mayoritarios en nuestro país- resulta un ámbito disponible para la intervención educativo-formativa que tanto el Estado como las preocupaciones privadas -salvo honrosísimas excepciones- suelen olvidar. Para estos sectores generacionales, el Tiempo Libre se trata de un vasto tiempo gris, monótono y sin perspectivas, donde la desatención obligada de los padres, impuesta por las presiones de la lucha por la supervivencia, sumerge en la búsqueda solitaria de sus múltiples interrogantes naturales.

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El grupo, la mancha o collera, se vuelven -en situación de carenciamás útiles e importantes que en las circunstancias normales, como mecanismo de afirmación personal. (4) Las mal llamadas “pandillas” o su versión denominada “barras bravas”-, por ejemplo, son tan sólo una versión más violenta del grupo de barrio, de grupos de adolescentes provenientes de barrios urbano marginales incapaces de resolver sus conflictos naturales, y que asumen formas violentas de expresión de sus demandas propias. Se convierten, así, en portavoces de todos los demás mediante el ejercicio agresivo de la impulsividad característica de esa etapa de la vida. Su reacción nos parece, en todo caso, saludable, si se la mira en el contexto de una sociedad enferma. La escuela, por su lado, se convierte por ello, y ante el fracaso evidente de sus objetivos explícitos, en un espacio importante de relaciones sociales, de hallazgo de nuevos arquetipos o modelos, de descubrimiento de otras actividades que surgen espontáneamente, pero que son persistentemente desdeñadas por los agentes educativos. El ocio Reivindicar el valor formativo del ocio, cuando transcurre en un Tiempo Libre integralmente adecuado es una tarea pendiente. El ocio es fuente de creatividad y de desarrollo personal, cuando están dadas todas las condiciones para su despliegue sin tensiones ni limitantes materiales o espirituales. Es claro que este ocio creativo es privilegio de muy pocos. Y corresponde a quienes pueden acceder a las diversas posibilidades de la vida sin limitaciones excesivas, materiales o particulares. Por otro lado, el ocio que transcurre en un mínimo de Tiempo Libre, apenas reparador de energías, es un ocio regenerador que no permita ya ninguna posibilidad, o acaso alguna mínima, para el desarrollo de otras potencialidades de la persona. Es un ocio apenas de reposo, pasivo y que sólo tiene como objetivo la supervivencia y la preservación del nivel de vida o acaso, excepcionalmente, un mínimo progreso del status socioeconómico. Se caracteriza por la limitación en la selección de recursos para quienes, sin embargo, son capaces de dotarse de una mínima cantidad de ellos, a diferencia de los más pobres. Es en este último caso -el de los más pobres-, cuando el objetivo vital es únicamente la lucha por la supervivencia en condiciones de permanente inestabilidad, que se genera un tipo de ocio pernicioso. La búsqueda permanente de lo más elemental se convierte en fuente de inestabilidad emocional y el avasallamiento del Tiempo Libre objetivo por la presión de las situaciones límite, promueve circunstancias de alto riesgo. Es que el ocio, sin posibilidades materiales variadas para encausarlo positivamente y en medio de tensiones emocionales, por toda la trama de carencias y frustraciones que acarrea la pobreza,

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tiende a canalizarse, muy naturalmente, hacia lo que encuentra más a la mano como vehículo de evasión. Y la realidad nos muestra que ello se concreta, fundamentalmente, en la búsqueda y desarrollo de actividades que tratan de desahogar frustraciones a través de mecanismos compensatorios no siempre positivos. Como la violencia, la delincuencia, el consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, o la resignación ante la propia circunstancia. El aprendizaje La educación formal, hasta ahora, está sustancialmente orientada a la implementación de diversas técnicas de enseñanza en el mejor de los casos y -en la práctica real- sobre todo a la implementación de mecanismos de transmisión de información apenas sistematizada. Y aunque es parte del currículo en las normales, olvida permanentemente la importancia prioritaria de las formas y etapas del aprendizaje entre los niños, adolescentes y jóvenes, al tiempo que desatiende la individualidad de cada sujeto. Ello se encuentra en el origen de múltiples fallas del sistema educativo formal. Sin embargo, tal descripción se ajusta incluso a una forma ideal que apenas se da en la verdadera realidad. Lo auténtico es la presencia de alumnos en un aula frente a una persona que se limita, tal y como lo testimoniarán sin rubor la mayor parte de los maestros, a cumplir con los objetivos del programa. Y nada más. Así, la formación real de los niños, adolescentes y jóvenes de los sectores mayoritarios en nuestro país, se da a través de la interacción entre los pares -los amigos, la collera, la mancha-, en la relación extracurricular con los mismos maestros y, en general, a través de la asimilación de la multiplicidad de influencias que perciben cotidianamente por los medios de comunicación, las relaciones que establecen espontáneamente en la calle, en su mismo hogar -por negación, en muchos casos- y todo cuanto rodea sus vidas en el ancho o angosto mundo que le toca experimentar a cada uno, con los valores y las formas que se transmiten y priorizan en el vasto tramado social. Aprendizaje que se da en forma contradictoria, desordenada y expuesta a todo tipo de interpretaciones, dados los niveles de incomunicación con el mundo adulto más cercano o acaso, trágicamente, de la absoluta incapacidad de responder adecuadamente a las interrogantes que se presentan, por parte de éste. En ese contexto, la escuela cumple un rol mínimo y apenas como punto obligatorio de confluencia para el desarrollo de intereses muy distantes de las matemáticas, la biología, la literatura o la historia. Y claro, lugar obligatorio para paporretear cosas indiferentes por la necesidad de pasar de año. Es que en la escuela, los profesores cumplen el programa y los alumnos pasan de año.

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El aprendizaje -espontáneo, de lo que fuere- se da en otro lado y de otra manera. Y escapa a cualquier control, vigilancia e incluso conciencia de parte de todos los agentes -padres, maestros, etc.- que debieran -teóricamente- orientar y supervigilar el desarrollo formativo integral de niños, adolescentes y jóvenes. Intervenir en el Tiempo Libre Se le llama intervenir para educar en el Tiempo Libre a la acción consciente de agentes que son capaces de insertarse en la dinámica espontánea de los acontecimientos para influir sobre ellos y, de esa manera, alterar los condicionantes generales que influyen sobre la formación integral de las personas. Tal tarea es compleja y amplia, tanto como lo son los cientos de elementos del medio ambiente y las múltiples circunstancias que permanentemente confluyen sobre cada uno. Más aún, tomando en cuenta las variantes constantes a las que nos somete la modernidad. Sin embargo, nos interesa aquí y con cargo a una mayor profundización del tema, por considerarlo prioritario, ocuparnos de niños, adolescentes y jóvenes de los sectores mayoritarios en nuestro país, provenientes de las clases media baja y baja, de la ciudad y del campo. Donde, por lo demás, es siempre posible delinear acciones concretas, tanto a nivel macro -con la indispensable intervención del Gobierno (central y local)- como a nivel de acciones de iniciativa particular (vía instituciones, ONGs, organizaciones, etc.) Diagnóstico sucinto Las variables principales que podemos identificar, para ser eficaces en la intervención que permita modificar el Tiempo Libre en que se incuba el ocio pernicioso, son las que siguen: a. Bajo nivel socioeconómico; b. Discriminación racial/cultural; c. Expectativas personales paralizadas (bloqueos reales y subjetivos): por falta de recursos para mayor capacitación, falta de estímulos en el hogar, ausencia de motivación, resignación ante la propia suerte, también falta de orientación, trabajo temprano y de escaso nivel remunerativo, factores emocionales particulares; d. Baja autoestima, muy ligado a los puntos anteriores (a,b y c); e. Influencia de los medios de comunicación (Un ej.: la publicidad -y su incitación al consumo y el status elevado inherente a muchos productos que promociona- está dirigida a un determinado sector social, principalmente, porque su intención es ganar a ese mercado potencial de mayores recursos. Pero, la reciben todos). Además, la soledad -la ausencia de los padres o tutores- en la que suelen espectar

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la televisión niños, adolescentes y jóvenes, los hace más vulnerables ante los valores que transmite.(5) f. Valores tradicionales en crisis (véase: permanente bombardeo de dobles mensajes, tanto en el hogar, la calle, los medios de comunicación, los personajes públicos, etc.); este punto confluye con el anterior (e). Tal crisis se da sin que exista alternativa sólida, estable y validada por el consenso social; g. Ausencia de alternativas de actividades posibles, por falta de recursos materiales o de formación. Es punto importante: las horas vacías se llenan de lo que está a la mano, por necesidad; h. Tensiones emocionales permanentes, desde los hogares. Las necesidades económicas y las frustraciones generan tensiones intra familiares; i. Nivel formativo escolar muy bajo y lo que es peor, con desarrollo de malos hábitos y actitudes negativas y de rechazo hacia el aprendizaje; j. Desarrollo cognitivo intelectual, por lo general, menor al indispensable para ser competitivo; k. Limitaciones de acceso a un mundo más amplio y variado; l. Tugurización, y condiciones sanitarias y de salubridad mayormente deficientes. Un caso de intervención directa Debemos distinguir los elementos más importantes que influyen en el desarrollo de los niños, adolescentes y jóvenes, para luego tratar de elaborar, asimismo, una estrategia de intervención integral que reconociendo la variedad de los elementos presentes- pueda promover dinámicas con características de influencia igualmente espontáneas. Ello implica el reconocimiento de los agentes formativos y la necesidad de influir sobre ellos, o la generación de agentes alternativos que sirvan como polos de atracción más interesantes o más llamativos. Implica también una acción sobre el medio ambiente de desarrollo, lo que incluye a la familia, la vivienda, el barrio, la escuela y -a un nivel macro- indicaciones para una acción política mayor. El esquema que sigue no es más que una de las alternativas posibles, en uno de los marcos comunitarios probables. Valga como indicador de algunos elementos que, sin embargo, juzgamos indispensables. Utilizamos, para nuestro ejemplo, el espacio de una zona urbano marginal en la capital, compuesta mayoritariamente por población provinciana de extracción campesina y que tiene al castellano como segunda lengua. Sus hijos(as) son limeños de primera generación y dentro del cuadro general de un pueblo joven limeño, ambiente que ya ha sido ampliamente descrito en múltiples trabajos consagrados al tema, por lo que sintetizaremos únicamente lo más importante para los fines de este ensayo. Se trata de describir brevemente una experiencia llevada a cabo entre los años 1988 y 1992, en un pequeño asentamiento humano del

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distrito de Chorrillos. Experiencia que fue planteada en un principio como propuesta de educación no formal en la zona de vivienda de niños, adolescentes y jóvenes de ambos sexos. Se implementó un sistema de talleres diversos y una biblioteca que pretendían irse afirmando autogestionariamente a partir de una asociación formada por los mismos beneficiarios. La idea original buscaba que la dinámica misma de las actividades colaborara en la formación de los participantes, tanto por lo que se refiere a la formación de valores como la incitación al descubrimiento de nuevas realidades, apertura al mundo y afirmación de la autoestima. Punto de partida que juzgamos ahora como validado, pero insuficiente. Se creó una asociación propia, se enseñó a manejar dinámicas de reuniones, se programaban actividades, se atendía en la biblioteca no sólo mediante el préstamo de material, sino que asistiendo con nivelación escolar y apoyo para la realización de las tareas escolares; se realizaban actividades deportivas con los niños, adolescentes y jóvenes, pero asimismo con los padres de familia. Estas dinámicas duraban días enteros, pero poco a poco nos fuimos dando cuenta que lo más importante de todo cuanto estábamos haciendo era que estábamos permitiendo cubrir un enorme espacio de tiempo libre con actividades que llenaban la vida de los chicos participantes, al tiempo que se lograba la internalización de pautas positivas de comportamiento estables. Pudimos apreciar asimismo un elemento que hasta ese momento nos había parecido simplemente necesario, pero que resultaba más bien el eje y el fundamento de todo: la presencia y la influencia del promotor. Este era el agente de mayor poder y capacidad en todas las dinámicas que se desarrollaban. Incluso, su sola presencia era ya una demanda permanente y persistente, tanto por parte de los niños, adolescentes y jóvenes participantes, como de sus propios padres. El promotor terminó siendo modelo -tal como lo entiende la teoría social del aprendizaje- y una especie de consejero, amigo, asesor cercano y -sobre todo entre los adolescentes- fuente de apoyo y orientación en un momento en el cual la figura de los propios padres aparecía fuertemente devaluada: por doble motivo, el naturalmente generacional, en efecto, pero duplicado por la distancia que ellos, limeños y citadinos, sentían hacia la cultura campesina y andina de sus progenitores. Es verdad que el promotor aparecía también dotado de atributos de poder: recursos para las actividades que a ellos/ellas más les interesaban, relaciones personales de apariencia prestigiosa, facilidad para alcanzar objetivos aparentemente inalcanzables en circunstancias para ellos/ellas normales. El promotor era fortaleza y debilidad, al mismo tiempo, de toda la dinámica. Pues, tan importante era su figura que, cuando debió abandonar el proyecto -por enfermedad- el mismo fue decayendo paulatinamente. Un robo casi total a la biblioteca por parte de jóvenes

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adictos de una zona vecina, terminó por asestar un golpe mortal al empeño de varios años. Cabe anotar, sin embargo, que esto coincidió con el paso a una edad adulta/joven de la mayoría de los adolescentes que componían el grueso del grupo de mayor iniciativa. Balance de la experiencia El trabajo duró entre cinco y siete años, si contamos tres años previos de integración a la comunidad por parte del promotor mientras realizaba otras actividades. Suficiente para sopesar un resultado en el núcleo mayor de participantes. Entre estos, fue posible eliminar en la totalidad la tentación al consumo de drogas fuertes y mitigar la afición al consumo excesivo de alcohol. Esto último es muy difícil de extirpar, puesto que forma parte de un sentido común socialmente extendido, y la influencia negativa proviene de que dicho sentido común está muy arraigado en el mismo entorno familiar. La experiencia, al frustrarse en un momento por razones de índole económica que se agregaron, impidió confirmar lo que se había avanzado en este último aspecto. Se logró impedir, mediante la razón y el ejemplo, la concreción de varias relaciones de pareja estables demasiado tempranas; lo que es un dato importante pues, como es obvio, las parejas tempranas bloquean las posibilidades de desarrollo personal individual, al verse los jóvenes obligados a asumir otro tipo de responsabilidades. Se encauzó la elección y proyección de actividades profesionales (en cuatro casos) y de oficios, en la totalidad. Nuestra zona de trabajo estaba libre de la formación de grupos de adolescentes con actitudes belicosas, aunque sí era parte de la vida del grupo la reacción de autodefensa ante la incursión de los adolescentes de los barrios vecinos. Donde cabe destacar la importancia que cupo a la tarea de apaciguamiento constante de parte del promotor frente a las provocaciones, en ocasiones graves. El resultado final fue la creación, en la zona, de una especie de oasis liberado de guerrilla entre barrios.(6) Propuestas generales La experiencia brevemente descrita y las reflexiones anteriores nos permiten las siguientes conclusiones y propuestas básicas: a. Es imprescindible reconocer como una tríada indesligable el conjunto niño-adolescente-joven, en tanto etapas de un sólo proceso. Por lo que es absurdo establecer compartimentos separados para cada grupo. Debe reconocerse la relación entre todas las etapas del desarrollo, distinguiendo únicamente lo específico de cada momento y destacando la individualidad en cada sujeto.

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b. En ese sentido, debe diseñarse una política general para niños, adolescentes y jóvenes que tenga en cuenta lo antes dicho. Y no, como hoy, que a fuerza de marchas y contramarchas, se atiende mejor que antes, pero aún insuficientemente, a los niños(as), se mantiene en una especie de limbo a los/las adolescentes y se obvia absolutamente la especificidad de las necesidades de la juventud. c. En el marco general de tal política, es imprescindible reconocer la necesidad de intervenir sobre todos los elementos formativos espontáneos que influyen en niños adolescentes y jóvenes. d. La relación del adulto con los niños, adolescentes y jóvenes es uno de los ejes de reflexión y acción consecuente que requiere atención permanente por su vital importancia, en todos los momentos de la vida. La Educación para Educar es, por ello, un elemento central de toda estrategia de intervención. Lo que implica, en términos generales y mínimamente, lo siguiente: I. A nivel macro: a. Se hace indispensable el desarrollo de una política general de atención a niños, adolescentes y jóvenes en el sentido de sus legítimas y propias necesidades. Preservando la perspectiva de un sólo proceso que tiene tres momentos consecutivos interdependientes y con características específicas. Reconociendo, asimismo, características diferenciadas según sectores socioeconómicos. Los ejes de dicha política serán tres: Educación (formal, no formal, informal, es decir: escolar, superior -tanto profesional como técnica- y promoción/protección del uso creativo del Tiempo Libre), Salud (de atención directa y, sobre todo, preventiva), y trabajo (promoción adecuada del empleo juvenil; protección a niños y adolescentes que trabajan). Para ello, desde una instancia superior, se deben desarrollar campañas, programas y oficinas permanentes dedicadas a este menester. El Estado dispone, hasta la actualidad, de algunas instancias repartidas en varios ministerios que dispersan su voluntad de trabajo. Unidas en una sola instancia pueden ser el núcleo impulsor de todo el esfuerzo. b. Sustento y ejecución de una campaña nacional permanente de educación pública que promueva y reconozca el rol protagónico específico, pero importante, de niños, adolescentes y jóvenes. En ese sentido es vital la promoción masiva del asociacionismo en todos los ámbitos y niveles. c. Reconocimiento oficial del desarrollo urbanístico adecuado y decoroso como un aspecto importante para la promoción del desarrollo integral de la persona.

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d. Concertación con/de los medios de comunicación social. Este es un aspecto sumamente importante y que requeriría una enorme dosis de conciencia y voluntad de parte del Estado y de la empresa privada. e. Concertación entre todos los agentes educativos, debidamente identificados, tanto formales como informales, promovida por el Estado. Tomar conciencia del rol que se asume. f. Creación, en las Universidades e Institutos, de la especialidad profesional de Promotor Educativo u otra semejante, para las actividades de intervención en el Tiempo Libre, como disciplina integrante del ámbito educativo. g. Creación del Vice-Ministerio de Educación Informal y No Formal; y del Vice-Ministerio de Educación Formal, como instancias normativas y fiscalizadoras del mismo nivel, al interior de un Ministerio de Educación Pública General. h. Rol promotor principal -en todos los ámbitos arriba indicados- de los gobiernos municipales, tanto provinciales como distritales. II. A nivel micro: a. Los programas de intervención directa requieren de personal especialmente capacitado para llevar a cabo las diferentes actividades. Los Promotores Educativos son el eje de dichas actividades que se llevan a cabo entre las diversas variables de ejecución de propuestas de intervención en el Tiempo Libre. b. Las iniciativas que se deben programar son múltiples. Unas tienen como eje la intervención en la dinámica espontánea de las actividades y eventos naturales del Tiempo Libre y que influyen sobre las personas, para enriquecer y abrirle perspectivas a la libre disponibilidad del ocio. Otras en la apertura del abanico de posibilidades entre las actividades de capacitación. Finalmente la atención individual -en su espacio de elección (vivienda, barrio, club, parroquia, centro de formación, etc.) y en la medida de lo posible- de cada sujeto. c. Las actividades deben ser estables en el tiempo, permanentes por lo que a la demanda de cada sujeto se refiera. Tal estabilidad debe tener -además y desde el principio- toda la garantía de serlo. d. La amplitud de la convocatoria debe ser la máxima posible y sin discriminación alguna. e. La iniciativa de las actividades debe ser compartida. Nadie debe ser obligado a nada. Toda actividad gira en torno a la espontaneidad manifiesta. El promotor propone, estimula, facilita, participa; nunca jamás impone. f. Los promotores debe ser más de uno y de ambos sexos, en lo posible, para poder tratar con niños y adolescentes de ambos sexos con facilidad. Deben ser personas estables emocionalmente y tener, en lo posible, vida de pareja. (7)

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Conclusión Todo esto aparece como un dicho a medias sobre asuntos que no son percibidos normalmente como relevantes. Sin embargo, son el bosquejo de un trabajo necesario de investigación, entre nosotros, que requeriría de medios, tiempo y voluntad consciente de su importancia. Es que apuntamos a la reflexión y al esfuerzo de comprensión de la realidad cotidiana de un otro que siempre ha sido perdido de vista por quién no vive tales realidades. A pesar de las mejores intenciones. Desde allí, desde un antiguo tema nuevo, apuntamos a la creación de otra realidad. Un asunto de mucha ambición, entonces, que engloba todo. Que nos embarca en riesgosa travesía a contra corriente, donde es posible que, al principio, nadie entienda nada y la brújula de la autoridad establecida gire sin rumbo fijo. Nuestra obligación es indicar la ruta, y abrir esta nueva trocha. NOTAS: (1) Véase “La escuela en la comunidad campesina”, de Juan Ansión. (2) Según Sanvisens, citado en “La escolarización. Historia de la enseñanza”, de Claudio Lozano – Edit. Montesinos, Barcelona. (3) Hay aspectos de índole emocional que pueden actuar como perturbadores del desarrollo de cualquier persona -sin importar el entorno socio económico- e impedir un despliegue adecuado de las posibilidades de un ocio creativo, por hallarse el Tiempo Libre abrumado por la necesidad de superar ese tipo de carencias. No nos referimos a ello en este trabajo, pero no queremos de ninguna manera dejar de resaltar su importancia; ni dejar de señalar la necesidad de que los educadores reconozcan estos casos particulares y muchas veces complejos. (4) Ello, cuando la sobreprotección de los padres no interviene para controlar -faltos de otra forma- mediante el aislamiento total de los pares y la obligación del trabajo de subsistencia o el encadenamiento a las tareas domésticas; circunstancia esta donde lo lúdico es despreciado como inservible. Véase sobre el tema, con interés: “¿Y ahora, qué hice?”, de Luis Guerrero Ortiz – Edit. Ayni-Rädda Barnen, Lima. (5) Reflexión importante de Constantino Carvallo Rey, durante conversatorio denominado “Medios de Comunicación, Medios de Educación” en la Universidad de Lima, en junio de 1997. (6) Importante es saber que las "pandillas" -en realidad actitudes provisionales de grupos de adolescentes, mezcla de diversión desorientada y ansia de llenar el Tiempo Libre sin limitaciones y en desahogo- son de siempre, y sólo se han extendido y agudizado recientemente, en parte gracias a la promoción equivocada que se les ha hecho a través de los medios de comunicación. (7) “Pareja estable” se refiere a que es mejor si se trata de personas que tienen un respaldo afectivo y emocional que permita sobrellevar dificultades y evite la creación de problemas y conflictos con los niños y adolescentes. La expresión “pareja estable” es perfectamente neutra, sin embargo, pues lo importante, lo realmente fundamental, es garantizar la estabilidad emocional de los promotores. Esta última precisión es importante y no gratuita: nuestra experiencia nos ha enseñado a abrir los ojos a la realidad de una inmensa ambigüedad en cuanto a la sexualidad -y la moral en general-, al interior de una crisis extendida de los valores tradicionales, sin alternativa a la vista y con un doble mensaje extendido en torno al tema que obliga a que -en algún momento- ésta deba enfrentarse con absoluta franqueza.

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BARRAS BRAVAS, GRUPOS BARRIALES Y VIOLENCIA JUVENIL: ENSAYANDO SOLUCIONES 3

Quisiera no establecer diagnósticos, o no al menos centrarme en ello, para tratar más bien de exponer salidas posibles al problema de la violencia juvenil, que nos preocupa. Adelantando, por lo demás, que no es el tema más importante de la problemática de nuestra juventud. Este último punto nos parece de suma importancia, como ya veremos más adelante. La mayor parte de los trabajos realizados sobre el tema provienen de sociólogos naturalmente interesados por el fenómeno mismo. Llamativo, es cierto, pero agrandado por los medios de comunicación al punto de haberlo hecho irreconocible para el común de los ciudadanos. Y hasta para el común de los políticos que terminan hablando de “pandillas” igual que cualquier crónica superficial, y que hasta dictan una ley que define a los grupos de jóvenes como si fueran los “Injertos” o los “Destructores”, o alguna auténtica agrupación delincuencial semejante. Pero, cansados de indignarnos ante tanta estupidez, vamos a llevar nuestras energías hacia una mayor precisión de los contornos de un acontecimiento contemporáneo por sus características, pero de ningún modo novedoso en su esencia. Y queremos verlo desde una perspectiva de trabajo directo, de acompañamiento durante muchos años y que hoy se ve enriquecida por el esfuerzo municipal que es posible realizar en la Municipalidad de La Victoria. Vamos a comenzar diciendo que es -sobre todo- un punto de vista de educador el que nos orienta. Creemos firmemente que todo trabajo en dirección de estos grupos debe partir de una perspectiva de educador que estimula el autoaprendizaje de la vida, en medio de cada realidad concreta. No podemos escapar a todo ello. La adaptación al medio que no implica dejar de lado la crítica y el cuestionamiento a ese mismo medio, sino que por el contrario estimula aquello- es el principal punto de partida y un referente realista para buscar salidas. Aquí no tenemos más remedio que explicar de quiénes hablamos. No creo discrepar mucho de los analistas en el estudio sociológico, antropológico o psicológico de los casos, aunque algunas veces parezca más labor de entomólogos por la frialdad de las exposiciones (sobre todo entre los primeros). Gajes del oficio, supongo. Digámoslo a nuestra manera, entonces. Nos referimos a grupos de jóvenes, mayormente adolescentes, que se agrupan en función de un territorio físico -o ideal, como en las barras, 3

Texto de 1999 escrito para una Mesa Redonda sobre el tema en la Municipalidad de Lima Metropolitana. El autor se desempeñaba como Director de Bienestar Social de la Municipalidad de La Victoria.

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que suelen tener un origen territorial, también- para convivir y compartir las experiencias propias de su realidad de tránsito hacia la plena adultez en medio de pobreza. Algunos -sólo algunos- de estos grupos, en determinadas circunstancias, devienen en la práctica ritual de la violencia por la defensa del territorio, de los lazos entre ellos tendidos, por causa del tedio, la frustración, afán lúdico, energía sin destino, finalmente. Decíamos, ya en 1992, cuando realizáramos un trabajo para Rädda Barnen sobre el tema: “Las preguntas que hemos de plantearnos son las siguientes: ¿por qué razón las antiguas y siempre existentes colleras o grupos de barrio devienen de pronto en grupos violentos?, ¿por qué razón las tradicionales barras o hinchadas devienen en barras bravas o comandos guerreros, como suelen autodenominarse?, ¿por qué razón las tradicionales y siempre conocidas rivalidades entre colegios derivan en pedreas y verdaderas acciones guerrilleras? Para lo que adelantamos una primera constatación: que se trata de una exaltación de lo ya visto y conocido. Es decir, grupos de barrio, hinchadas, escolares secundarios cuyo común denominador es la referencia barrial en medio de pobreza que, en lo esencial, caracteriza a todos, además de la mayoritaria composición adolescente y de varones. Estas tres manifestaciones adolescentes han sido vistas hasta hoy como temas separados. Sin embargo, se trata de lo mismo. Algunos grupos de adolescentes trasladan su energía usando la violencia, en función de objetivos diversos, pero partiendo de identidades creadas sobre todo en los barrios, en torno al territorio al que se sobreponen en unos casos los colores de los equipos favoritos de fútbol o la pertenencia institucional. Matices más o matices menos, el barrio -el territorio, dijimos- es el punto de partida. Apreciar el fenómeno en todas sus dimensiones requiere un esfuerzo de síntesis de diferentes perspectivas. Y una sola voluntad que convoque desde el Estado, prioritariamente- a los diversos sectores del mismo que se encuentren involucrados y a la sociedad civil, en un esfuerzo coordinado por la salud de la inmensa mayoría de niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país. Reconociendo, asimismo, que es prioritariamente desde todas las potencialidades de la Educación (formal, no-formal, informal) explotadas conscientemente y en todas sus virtualidades, que habremos de encontrar respuestas importantes a este y otros problemas de los niños, adolescentes y jóvenes. Pero esto, con algunas condiciones. Que la Educación se entienda como una actividad sobre todo promotora del desarrollo de las potencialidades y capacidades de cada individuo. Y ello integralmente, es decir: que sean tan importantes los valores como los medios y agentes que los transmiten; que se asuma que, más que los contenidos, importa el despertar de sanas e inteligentes inquietudes; que la Educación no es una actividad centrada en un salón de clase, sino que

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lo desborda ampliamente albergándose en todos los momentos de la vida de las personas, para bien y para mal, por lo que es, sin dudas, responsabilidad de todos, cada día y en todo momento; y que la Educación es la inversión más importante que puede realizar una comunidad, puesto que el objetivo es el logro de los bienes más perdurables y valiosos de todos: capital humano, energía capaz y valiosa, imaginación creadora.” Nos reafirmamos, con los años, en esta constatación. Nada nuevo ha sido añadido a ello, más bien falta la necesaria confirmación académica que permite formalizar la mirada empírica del educador. Nuestra experiencia No podemos desprendernos, luego de lo antedicho, de lo que constituye nuestro referente principal: niños, adolescentes y jóvenes de carne y hueso con los cuales es indispensable tratar diariamente. Permítaseme, entonces, hablar con las anécdotas que tan bien se entienden y explican. Recientemente -digo, hace menos de un año- un chico de unos diecisiete años se acercó a mi oficina en La Victoria, poco tiempo después de iniciado el trabajo con los primeros de entre ellos, y me contó su drama familiar. Terrible, pero desafortunadamente nada nuevo o extraño. Y luego de mirarme a los ojos en espera de una respuesta mía que no llegaba -impotente yo- me dijo en inesperado y filial tuteo: “¡Ayúdame a no hacer lo que tengo que hacer para comer!” Tan descarnada confesión me impresiona hasta ahora. La retengo como una orden que debemos cumplir, y una forma de reconocer el camino que falta andar. Los límites de la moral han sido reconocidos por los más eminentes pensadores, desde hace mucho. Recordemos a Santo Tomás de Aquino: " ... si la necesidad es tan evidente y urgente que resulte manifiesta la precisión de socorrer la inminente necesidad con aquello que se tenga, como cuando amenaza peligro a la persona y no puede ser socorrida de otro modo, entonces puede cualquiera lícitamente satisfacer su necesidad con las cosas ajenas sustrayéndolas, ya manifiesta, ya ocultamente. Y esto no tiene propiamente razón de hurto ni de rapiña." (*) Los padres de la Iglesia han sido muy claros en esto. No soy un especialista en ello, y le debo esta y otras lecturas al aprecio de Juan Abugattás, filósofo y amigo, que me ha permitido reafirmarme en la comprensión inicial que cada caso debe tener. Y en que -más allá de los fenómenos colectivos, nacidos al calor de cambios acelerados, de pobreza extrema y de lo que el marxista Trotsky (tan actual, a veces) llamaba “desarrollo desigual y combinado” en los países subdesarrollados- se trata de operar en casos concretos, en situaciones concretas, dejando que la misma situación nos oriente en

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torno a algunos objetivos igualmente claros: los jóvenes quieren vivir con dignidad, y quieren un futuro. Quieren paz y quieren tranquilidad. Quieren normalidad. Quieren saber qué está bien y qué está mal. Y no saben cómo lograrlo. Es decir que ser realistas implica reconocer que para lograr avances masivos debería haber una acción concertada y dirigida desde el Estado, como lo afirmáramos más arriba. Pero para eso tenemos que esperar al 9 de abril del próximo año, me temo y luego al 28 de julio si nuestros deseos se cumplen. Pero incluso en medio de ese eventual mejor panorama, donde existiría una política de juventudes descentralizada, la acción inmediata, frontal es indispensable. Para referirnos brevemente al caso de La Victoria -trabajo que está aún en sus inicios-, mencionemos que nos hemos dedicado a trabajar directamente con los grupos organizados en cada barrio. Y que hemos comenzado con los barrios tradicionalmente más conocidos por su mala reputación. Queremos decir que la acogida ha sido buena. Que la norma impuesta a los promotores es no ofrecer nada que no se pueda cumplir, que se trata de entablar una relación de promotor que -como en esa hermosa canción de Silvio Rodriguez- se convierte en el “amigo mayor” que -diría un chico-: “corre hacia mí blandiendo el pecho abierto y descorre las nubes de mi mente”. El amigo mayor que soporta y ampara, pero sabe respetar la desmesura, el arrebato. O, yendo algo más lejos, respetando la sabiduría de ese gran formador de juventudes que era Baden-Powell de Gilwell: ser el guía que se vuelve uno de ellos, que se integra y respeta la naturaleza de cada joven y orienta desde la paridad asumida. Nada nuevo bajo el sol. Podríamos llenarnos de citas, acordarnos de Antón Makarenko y su extraordinaria experiencia, -ahora empolvado en los anaqueles, por desgracia- y recordar la necesidad de la presencia de una autoridad respetada y que respeta. Y agregar, cómo no, lo que ya sabemos: que debemos generar alternativas integrales, tanto de trabajo y educación, como de atención y afecto. De estímulo constante. Estos elementos pueden tomar todas las formas imaginables, donde el diálogo entre pares es fundamental y es un canal más. Pero sólo uno más y jamás la panacea. Porque, además, es muy importante eliminar toda inhibición hasta ahora manifiesta -explícita o implícitamente- de reflexionar acerca de la relación adulto-joven. Y entiendo “joven” como un término que me permite globalizar a la tríada niño-adolescente-joven. Aquí es donde nos encontramos con lo que creemos que es el nudo a desatar de toda actuación positiva en dirección de nuestra juventud. Las diferencias entre generaciones son cada vez mayores. La percepción del entorno cambia tan aceleradamente -por fin lo notaron nuestros amigos que investigan- que las distancias se vuelven mayores, a pesar que la música que escuchaba yo o lo que bailaba, no

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se diferencia mucho de la que escuchan mis hijos o los hijos de todos en casi cualquier nivel social (y eso sí que es una agradable vivencia: hablando incluso de géneros variados). No voy a dar una respuesta aquí. Quiero simplemente plantear el problema y dejarlo allí. Dar respuestas equivaldría quizá a extenderse demasiado en múltiples y complejos problemas -metodológicos, emocionales, etc.- y a pretender ofrecer recetas que no tienen cabida en un asunto como el que nos ocupa. Queremos dejarlo allí y esperar que pueda iniciarse una discusión, un debate que sepa plantear las cosas debidamente: es decir, allí donde se entrecruzan la voluntad de ofrecer algo mejor para nuestra juventud -respetándola en su propia vía, en su futuro y su presente que no nos pertenecen- y la capacidad de cada uno de darles un espacio, una acogida calurosa. Es decir, la relación espinosa entre el mundo adulto y el de quienes en algún momento ocuparán ese lugar y están en espera, envueltos en las muchas veces dramáticas situaciones que nos toca vivir como país. Resolver ese conflicto es -nos parece- el comienzo y el final de todo. Lo demás, lo dejamos a los entomólogos.

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Mesa Redonda sobre Violencia Juvenil Congreso de la República 24 de septiembre de 2001

Exposición del profesor David Roca Basadre Representante del Ministro de Educación Nicolás Lynch Jefe de la Oficina Nacional de Tutoría y Prevención Integral VIOLENCIA JUVENIL: SÍNTOMA SOCIAL Diagnóstico La violencia mediante enfrentamientos de grupos de adolescentes y jóvenes, que se desarrolla como fenómeno reciente, constituye un elemento adicional y localizado dentro de una serie de indicadores que subrayan una grave crisis integral y a escala nacional, donde los niños, adolescentes y jóvenes son los más afectados. Mencionamos, por ejemplo, que en 2001 se reportaron -sólo en Lima112 casos de suicidios de adolescentes varones y 318 de adolescentes de sexo femenino, lo que revela un incremento de casi el doble con relación a cifras de la década anterior.

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Según informes del Ministerio de Salud, los casos de depresión en la capital también se han incrementado notablemente, teniendo registrados bajo tratamiento 3 mil 468 casos de sexo femenino y 1 mil 526 varones sólo durante el primer semestre de 2001en menores entre 15 y 19 años. Este indicador se agrava cuando constatamos que la depresión es una enfermedad que no es reconocible muchas veces por las personas cercanas al enfermo, ni por el enfermo mismo. La depresión, vale recordarlo, se manifiesta en estados de ánimo que incapacitan para la planificación y ejecución de acciones incluso en el propio beneficio y de los seres más próximos.

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Los indicadores de repitencia escolar y de deserción son altos, asimismo, y no puede responsabilizarse de ello exclusivamente al sistema escolar -elemento que aporta efectivamente a ello- pues hay factores externos que contribuyen también a ese incremento. Por ejemplo, la obligación que tienen muchos escolares a trabajar para sobrevivir, lo que constituye una preocupación prioritaria para todos. Los escolares que trabajan han triplicado su número en los últimos cuatro años.

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Asimismo, entre deserción y repetición escolar las cifras revelan un 11.8 por ciento de alumnos afectados en 1999 en secundaria y 14.8 por ciento en primaria, según datos oficiales de entonces. Nuestro propio contacto directo con niños, adolescentes y jóvenes durante muchos años -y el de otros promotores del Ministerio de Educación y de otros organismos, asimismo- nos hace suponer que el número real de desertores debe ser sensiblemente mayor y que estas cifras fueron probablemente deformadas. La deserción obedece a factores económicos, pero también a que la escuela no satisface las expectativas de desarrollo personal ni de acogida emocional que los niños, adolescentes y jóvenes requieren. Los casos de violencia familiar no sólo afectan a las personas directamente agraviadas, sino que crean un entorno difícilmente asimilable. Las cifras sobre incremento de estos casos son elocuentes al respecto. Nos remitimos a los cuadros.

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El promedio escolar en los cursos de matemáticas y de lenguaje asignaturas que son las que mejor señalan capacidades de abstracción para reconocer el desarrollo de facultades cognitivas indispensables para todos- nos revelan que el Perú se encuentra en el penúltimo lugar en América Latina en lenguaje y el último lugar en matemáticas. Permítaseme decir que si ello se debe a deficiencias en el sistema educativo, es importante reconocer que las tensiones intrafamilares como consecuencia de situaciones de pobreza y de pobreza extrema son también elementos a tomar en cuenta para que haya miles de niños, adolescentes y jóvenes con escasa capacidad de concentración y causales de depresión. La falta de rendimiento, como en un círculo vicioso, contribuye también a afectar negativamente la autoestima. La violencia entre adolescentes y jóvenes es, como dijimos, un indicador más entre muchos y no el único problema en una situación de crisis generalizada que, en los niños, los adolescentes y los jóvenes adquiere características de gravedad. Mal haríamos en considerarlo como un fenómeno aislado, pues ello no contribuiría en nada, ni a solucionar dicho síntoma ni a atender la problemática de una generación que, por su alta sensibilidad, se convierte también -con su comportamiento derivado de características propias de esa etapa del desarrollo- en un indicador del estado emocional de todo un país. Reconociendo el fenómeno de la violencia juvenil El tema que nos convoca, por lo demás, tiene que ser ubicado adecuadamente. Los adolescentes, que conforman la mayoría de los que participan de las actividades violentas, tienen características

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particulares en su comportamiento espontáneo y que se dan como parte del proceso natural de desarrollo, como hemos mencionado. Existe lo que se llaman crisis de desarrollo que necesitan ser resueltas adecuadamente y donde las frustraciones que eventualmente se pueden dar, contribuyen a la constitución de la personalidad, también. Lo grave es que los conflictos naturales en medio de pobreza generan muchas más frustraciones -más de las tolerables- ante su falta de resolución constante y no tan sólo las que podrían aceptarse normalmente. Los bloqueos ante las perspectivas futuras, el racismo que ataca brutalmente a través de los medios de comunicación cuando presentan ideales estéticos que no coinciden con la apariencia física de las mayorías nacionales -rebajando así más aún la autoestima-, la violencia intrafamiliar y entre los adultos permanentemente, la relativización de las escalas de valores tradicionales, el ocio sin posibilidades de uso adecuado por la carencia de recursos, la falta de afecto en muchos casos debido al abandono involuntario de los padres que trabajan, entre otros factores importantes, contribuyen a que los adolescentes busquen sus propias salidas. En suma, se trata de la pobreza y su concatenación de consecuencias.

Ahora bien, existe asimismo entre los adolescentes la tendencia a unirse por vecindad en un territorio que es debidamente delimitado y que constituye un mecanismo de autodefensa reconocible, por lo demás, en todos cuantos pertenecemos al reino animal. Estos territorios están perfectamente delimitados y cada grupo hace de éste un espacio propio, como una extensión del hogar; y los pares se convierten en puntos de apoyo que reemplazan provisionalmente a la

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familia en el lento proceso de inserción en la vida. El territorio da seguridad al grupo y la “mancha” de amigos requiere de una identidad particular que es autogenerada espontáneamente. Este proceso es natural y muy importante.

Ahora bien, puesto que en medio de pobreza las frustraciones son exageradamente continuas -casi permanentes como hemos dicho- ello, sumado a diversos elementos negativos que pueden agravarse dependiendo del entorno, contribuye a diversas reacciones entre los adolescentes. Una de ellas es la utilización de su tiempo, bastante gris por cierto, en actividades lúdicas que toman varios carices, como por ejemplo el consumo de alcohol de baja calidad y el consumo de drogas ilegales que muestran un incremento constante, puesto que están al alcance de todos.

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También las disputas territoriales entre grupos de barrios diferentes que llegan a utilizar la violencia ante la intromisión de los del otro barrio en el territorio propio. Los pretextos pueden ser varios: una disputa futbolera, un pleito entre varones por causa de una chica, la solidaridad con un miembro del grupo agredido, etc. Este recurso a la violencia lo es tan sólo de algunos y no se da en todos los lugares del país, como por ejemplo en el sur donde no hay ni rastros de este tipo de conducta. Otra respuesta a las situaciones descritas son los ejemplos e indicadores que señalamos anteriormente y que junto con este fenómeno particular -que es el que más molesta a los adultosconfiguran un panorama verdaderamente desolador de la situación de la juventud en nuestro país. El Ministerio de Educación Desde hace muchos años el Estado ha abdicado de intervenir en todos los espacios que influyen en la formación de la persona humana. Si la Policía Nacional desarrolla actividades de generación de alternativas ante problemas de violencia con adolescentes y jóvenes, es porque la misma PNP -que pisa tierra a diario- reconoce que la represión por sí misma no conduce a una situación saludable para la solución de este y otros problemas. Y si lleva a cabo estas importantes actividades es porque el Ministerio de Educación, que es el indicado para realizarlas, no lo ha hecho hasta ahora. Hubo la intención muchas veces -lo recuerdo particularmente cuando tuve ocasión de colaborar con la doctora Helfer en 1990 durante

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breves meses y no pudieron culminarse varios proyectos- pero no se hizo luego por razones que ignoro. Hoy estamos en condiciones de iniciar un trabajo muy grande que no será prioritariamente de prevención, pues creemos que la labor fundamental es la de educar y la de estimular al aprendizaje honesto y recto de la vida y al desarrollo de las potencialidades de cada uno. La prevención es una tarea dependiente de la labor fundamental de educar que, si se hace bien e interviene en todos los factores, momentos y tiempos que contribuyen a forjar a la persona humana, es la mejor tarea preventiva posible y contribuye eficazmente al desarrollo del capital humano necesario para el progreso de la patria. Tareas en marcha El Ministerio de Educación va a llevar a cabo lo siguiente: − Apertura de los centros educativos durante los fines de semana, vacaciones y horas en que no se dicte clases, para actividades varias a cargo de tutores especializados y donde los niños, adolescentes y jóvenes puedan ejecutar sus propias iniciativas; − Profundización del trabajo en las Escuelas de Padres, que es una actividad muy requerida e importante, con encuentros de integración familiar; − Atención particular a los niños y adolescentes que trabajan mediante la ampliación de programas especiales; − Continuación de las tareas de capacitación docente en prevención y de transversalidad en la información sobre diversos aspectos de riesgo al interior del currículo escolar; − Descentralización en la priorización de actividades a escala nacional, reconociendo las peculiaridades regionales y culturales; − Creación de la Tutoría Integral como segunda especialidad y como curso obligatorio en los dos últimos años de estudio en los Centros de Formación Pedagógica.

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