23. EL PROCESO IGNACIANO DEL CONOCIMIENTO PERSONAL1 1. La Espiritualidad Ignaciana busca el mejor desarrollo posible de las potencialidades de la persona; esto significa que es una Espiritualidad constitutivamente humanizadora. El proceso de santificación en Ignacio de Loyola está vinculado así al proceso del perfeccionamiento humano. En este sentido, el servicio a la fe y la promoción de la justicia se unen inseparablemente, como observa el P. General (Discurso de Villa Cavalletti, "Pedagogía Ignaciana Hoy", 1993). 2. El sujeto cognoscente ignaciano tiene como punto de partida unos presupuestos distintos a la realidad cognitiva tradicional: 2.1
Es un ser contemplado desde una Visión Espiritual; es un ser llamado a la perfección: "el hombre es creado para alabar..."
2.2
Esta perspectiva espiritual vincula inseparablemente a la persona con el proceso humanizador de ir logrando su realización personal.
2.3
Además, lleva a la persona a re-descubrir la propia realidad y a reordenarla, tal como se indica en los Ejercicios Espirituales (n.1).
2.4
Lo lleva también a ubicarse en la realidad que le rodea para ayudar a transformarla. Supone que el sujeto cognoscente llegará a ser más plenamente "instrumento en las manos de Dios".
2.5
La interacción del sujeto y el objeto es un proceso dinámico que ayuda al sujeto a construirse como persona y como cognoscente.
2.6
Además, esa realidad interactuante, es una realidad que debe estructurarse e institucionalizarse de tal manera que la persona y su entorno sean coherentes pues, de lo contrario, el conocimiento no tendría consistencia.
La concepción ignaciano del sujeto cognoscente introduce, además. Un dinamismo espiritual imprescindible que supera y profundiza lo meramente racional y es el discernimiento espiritual. Este discernimiento espiritual coloca al sujeto bajo la fuerza del Espíritu quien iluminará y fortalecerá la decisión final. Estos elementos modifican sustancialmente la concepción tradicional del sujeto cognoscente. 1
Este trabajo lo presentó Carlos Vásquez S.I. en la Comisión Internacional para el Apostolado de la Educación –ICAJE-, en Roma, en Abril de 1997, a nombre de los Delegados de Educación de América Latina quienes acababan de presentar sus Aportes para la comprensión del Paradigma Pedagógico Ignaciano, con base, como se ha dicho, en los estudios filosóficos de Bernard Lonergan S.I. 1
El acto de conocer es, en consecuencia, para Ignacio, un proceso consiente y dinámico, que se realiza en cinco etapas sucesivas v simultáneas, porque cada una se integra con las demás, de tal manera que se afectan e interactúan durante todo su desarrollo. Cada momento del Paradigma Pedagógico Ignaciano, además, es un aspecto nuevo y dinámico que va haciendo más complejo y profundo el conocimiento humano a la vez que compromete al sujeto enteramente con una acción sobre el mundo y sobre la realidad personal y social. En este marco anterior, los momentos del proceso del Paradigma Pedagógico Ignaciano pueden unirse dinámicamente así: • • • • •
Situar la realidad en su contexto; Experimentar vivencialmente; Reflexionar sobre esa experiencia; Actuar conscientemente; Evaluar la acción y el proceso seguido.
El Paradigma Pedagógico Ignaciano, en consecuencia, es un "Enseñar a aprender según la Pedagogía Ignaciana". 4. Hay algunos aspectos claves que merecen destacarse en este proceso cognitivo: • • • •
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Se parte de unas estructuras dinámicas de la mente que conducen con su acción a construir el conocimiento y a comprometerse en la acción. El contexto se convierte en parte constitutiva del conocimiento. La experiencia es punto de partida y clave para la reflexión y el aseguramiento del compromiso por la acción. La reflexión da el sentido al contexto y a la experiencia; es, además, el primer paso de la acción. Con la reflexión se llega a un climax sin el cual no habría avance en el conocimiento y la acción sería ciega. La reflexión incluye el entender y el juzgar. En el momento de la decisión, o sea, el inicio de la acción, Ignacio desafía a la persona a dar un paso más: a asumir una postura personal frente a la verdad descubierta, revelada o construida, y actuar en coherencia para transformarse y ayudar a transformar la realidad social e institucional. En los Ejercicios Espirituales este dinamismo de la conciencia se manifiesta no ya por el deseo de conocer y conocer correctamente sino de transformar la realidad porque la ama; de ahí surge el dinamismo ignaciano de "en todo amar y servir!". Esto significa actualizar el auténtico ser del hombre y de la mujer para llegar a ser “personas para los demás!". La evaluación en este proceso es una toma de conciencia del proceso 2
mismo para revisarlo enteramente y también ponderar la pertinencia de los resultados. CONCLUSIÓN El Paradigma Pedagógico Ignaciano es un dinamismo en espiral ascendente. Supone el Enfoque Personalizado como acompañamiento y estimulo en el proceso del conocimiento o, lo que es lo mismo, en el proceso de compromiso con la realidad. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA ANTROPOLOGIA IGNACIANA Es iluminador comprender algunos elementos que constituyen la antropología ignaciana y que distan mucho de una antropología tradicional. Se encuentran a lo largo de las fuentes ignacianas como son sus escritos fundamentales. El ser humano es capaz de experimentar directamente en sí mismo la acción de Dios. Esta nota característica fundante procedía de la convicción profunda de Ignacio de que Dios actúa directamente en su criatura, en la persona! Esta experiencia de Dios da origen al “magisÓ como característica típica de la Espiritualdad Ignaciana y, en consecuencia, de la Educación Ignaciana. El “magisÓ se convierte así en la calidad de la respuesta del hombre libre a un Dios que se descubre progresivamente como el que nos amó primero y se nos entrega cada vez más. Esta conciencia del hombre es la presencia del sujeto a sí mismo a través de sus operaciones, más allá de las cognitivas, y que le abre a las mociones que en Ignacio son la clave para alcanzar el contacto directo con Dios. De acuerdo a esta antropología ignaciana, la formulación tradicional de la filosofía aristotélico-tomista del ser humano como “animal racional" se sustituye por una nueva manera de entender al hombre, dinámica, sistemática y experimental. En este conjunto de antropología y proceso del conocimiento ignacianos consiste la ruptura epistemológica implicada en la presentación del Paradigma Pedagógico Ignaciano y ahí está, igualmente, su profunda novedad. *
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