Urgencias dentales Ciertos problemas dentales requieren un tratamiento anticipado con el fin de aliviar las molestias y reducir los daños en las estructuras de la boca. Consisten en dolores dentales, dientes fracturados, flojos o arrancados con violencia; fracturas maxilares y ciertas complicaciones que se manifiestan después del tratamiento dental. Sin embargo, ninguno de estos problemas es excesivamente grave.
Dolores dentales Los dolores dentales pueden ser consecuencia de la caries, un absceso, una inflamación de las encías alrededor de la raíz de un diente (pericoronitis) o una inflamación de los senos frontales (sinusitis). Si varios dientes superiores duelen al masticar o agacharse (por ejemplo, al atarse los zapatos), es probable que la causa sea la sinusitis, sobre todo si el dolor aparece cuando la persona está resfriada. El médico, o el dentista, puede diagnosticar la sinusitis y, como tratamiento habitual, prescribirá un antibiótico para la infección y un descongestionante para drenar los senos infectados. También son útiles las inhalaciones de vapor durante uno o dos días.
Dientes fracturados, flojos o arrancados con violencia En caso de un dolor breve y agudo, tanto al masticar como al comer algo frío, puede existir una fractura incompleta de un diente (fractura en tallo verde). El odontólogo puede corregir el problema con un empaste (restauración), siempre y cuando se trate de una fractura incompleta sin desprendimiento del diente. Los dientes superiores, particularmente los delanteros si son prominentes, son más propensos a heridas y fracturas. Si después de una herida el diente no responde al estímulo del aire, es probable que el daño haya afectado solamente a la superficie externa dura (esmalte). Esto no requiere tratamiento inmediato si se trata de una pequeña fisura. Las fracturas de la capa intermedia del diente (dentina) son habitualmente dolorosas cuando se exponen al aire y a los alimentos; por ello las personas con dichas fracturas solicitan asistencia inmediata. Si la fractura afecta a la parte más interna del diente (pulpa), aparece a menudo una mancha roja y algo de sangre en la fractura. Puede ser necesario tratar la raíz para retirar la pulpa restante antes de que muera y cause un dolor intenso. Si el paciente es menor de 12 años, el tratamiento de la raíz puede posponerse hasta la completa formación de las raíces de los dientes afectados. Se debe acudir al odontólogo si una herida o contusión afloja un diente de su alvéolo, o si sangran demasiado los tejidos gingivales. Casi nunca son problemáticos los dientes de leche dañados (dientes deciduos o caducos) de la parte anterior de la boca. Si el daño es grave, los dientes pueden extraerse sin afectar a los dientes permanentes, o sin perder espacio para los dientes que faltan por salir. Si el diente de leche afectado es uno de los posteriores, el odontólogo coloca un aparato para mantener el espacio y así dejar sitio al diente permanente. Un diente permanente arrancado con violencia (avulso) requiere tratamiento inmediato. El diente debe limpiarse con una gasa esterilizada y colocarse nuevamente en su alvéolo. Si esto no es posible, se debe colocar en un vaso de leche (la leche es un buen medio para mantener vivo el diente). En ambos casos, paciente y diente deben trasladarse inmediatamente al dentista más cercano. Si se reimplanta el diente dentro de los 30 minutos subsiguientes, la probabilidad de éxito a largo plazo es buena. Cuanto más permanezca el diente fuera de su alvéolo, menos son las posibilidades de éxito a largo plazo. El odontólogo habitualmente entablilla el diente a los dientes circundantes durante 7 a 10 días. La mayoría de los dientes reimplantados necesitan finalmente un tratamiento del conducto de la de raíz. Si también se ha fracturado el hueso que rodea al diente, se debe entablillar el diente de 6 a 10 semanas.
Fractura del maxilar Un maxilar fracturado causa dolor y, por lo general, altera la forma Fractura de la mandíbula en que los dientes encajan entre sí. A menudo, no se puede abrir mucho la boca o ésta se desplaza hacia un lado cuando se abre o cierra. La mayoría de las
fracturas maxilares se producen en el maxilar inferior (mandíbula). Las fracturas de la mandíbula superior (maxilar) pueden causar visión doble (porque los músculos del ojo se insertan cerca del maxilar), insensibilidad de la piel bajo el ojo (a causa de lesiones de los nervios) o una irregularidad en el hueso de la mejilla que se puede percibir pasando el dedo a lo largo de ésta. Cualquier traumatismo con suficiente fuerza como para fracturar la mandíbula, puede también lesionar la columna vertebral cervical. Por ello, antes de tratar un maxilar fracturado, se hacen radiografías del cuello para descartar una lesión de las vértebras. Un golpe con suficiente potencia para fracturar la mandíbula, puede también causar una conmoción o una hemorragia craneal. En caso de posible fractura maxilar, se debe mantener en su lugar la mandíbula con los dientes juntos e inmóviles, pudiéndose sostener la mandíbula con una mano o preferentemente con una venda envuelta varias veces por debajo de ésta y por encima de la cabeza. Quienquiera que haga el vendaje debe proceder con cuidado, evitando cortar la respiración del afectado. Es necesaria la asistencia médica lo antes posible porque las fracturas pueden causar una hemorragia interna y obstruir las vías respiratorias. Una vez en el hospital es posible fijar las partes de la mandíbula entre sí, dejando las fijaciones durante 6 semanas para permitir que sane el hueso. Durante este tiempo, el paciente puede alimentarse sólo con líquidos succionados con una pajita. Muchas fracturas maxilares pueden repararse quirúrgicamente con una placa (una pieza de metal que se atornilla en el hueso a cada lado de la fractura). Las mandíbulas se inmovilizan durante unos días, luego se pueden comer alimentos blandos durante varias semanas. Algunas fracturas de maxilar no se inmovilizan en los niños; el tratamiento inicial permite movimientos limitados, reanudándose la actividad normal al cabo de pocas semanas. Los antibióticos se administran habitualmente en caso de una fractura compuesta, es decir, una que se extienda a través de un diente o su alvéolo y se abra hacia un área contaminada como la boca.
Problemas posteriores al tratamiento dental La hinchazón es habitual después de ciertos procedimientos odontológicos, en particular las extracciones y la cirugía periodontal. La hinchazón se puede evitar aplicando una bolsa de hielo sobre la mejilla o, mejor aún, una bolsa de plástico con guisantes o cereales congelados, que se adaptan a los contornos faciales. Durante las 18 primeras horas, siempre que el paciente esté despierto, el hielo sobre la mejilla debe mantenerse unos 25 minutos, alternando 5 minutos sin hielo. Si al cabo de 3 días persiste o aumenta la inflamación o si el dolor es intenso, podría tratarse de una infección y por tanto el paciente debe contactar con el odontólogo. Después de la extracción de un molar inferior, puede desarrollarse un alvéolo seco (exposición del hueso en el alvéolo, causando una curación retardada). Es común que la molestia mejore al cabo de 2 o 3 días de la extracción para luego empeorar de repente, acompañada habitualmente de dolor de oídos. Aunque el proceso desaparece de forma espontánea al cabo de una o varias semanas, el odontólogo puede aplicar un vendaje anestésico en el alvéolo para suprimir el dolor. Durante una semana el odontólogo reemplaza el vendaje diariamente o bien en días alternos. La hemorragia es habitual después de la cirugía oral. En general, se puede interrumpir manteniendo una presión estable sobre el punto de la extracción durante la primera hora, normalmente haciendo que el paciente muerda una gasa. La hemorragia bucal puede confundir, ya que una pequeña cantidad de sangre mezclada con saliva parece peor de lo que es en realidad. Si la hemorragia persiste, se puede limpiar el área y colocar otro trozo de gasa o una bolsa de té húmeda, manteniéndola con una presión estable. Se debe informar al odontólogo si la hemorragia persiste durante algunas horas. Las personas que tomen un anticoagulante o aspirina (aunque sea sólo una aspirina cada pocos días) deben informar al odontólogo de ello, una semana antes de la intervención quirúrgica, ya que estos fármacos aumentan la tendencia a la hemorragia. El odontólogo y el médico pueden ajustar la dosis del fármaco o interrumpir el tratamiento temporalmente.
Copyright ©2005 Merck Sharp & Dohme de España, S.A. Madrid, España. Todos los derechos reservados.