Una tarde en familia por Diego Peralta
Era sábado, después de almuerzo y el invierno se hacía notar. Camila, la hija menor de seis años, jugaba a mirar por un cerrojo de la puerta de entrada de la casa a ver si veía algo a través de ésta. La familia de seis integrantes, los padres y cuatro hijos, se encontraban descansando junto a la salamandra, ubicada en el living, que estaba prendida a todo lo que daba. Con el frío que hacía ese día y la escasa calefacción en el resto de las habitaciones, se reunía la familia en un mismo lugar, cada uno haciendo distintas cosas. Juan Pablo, de once años y tercero de los tres hijos hombres mayores, miraba una revista antigua española de espectáculos. Abría la revista y comenzaba desde la última página hacia adelante. No leía los textos, sólo miraba las fotos y se imaginaba cómo era ser famoso, esposo de una mujer hermosa, dueño de un castillo y muchos autos de carrera. El papa, leía muy concentrado un artículo en el diario de ese día, éste trataba sobre la pobreza en los países tercermundistas. Cada cierto tiempo hacía una pausa y comentaba con Josefina, la mamá, pensamientos o ideas propias de como se podría combatir este terrible mal que, según él, era responsabilidad de cada habitante del planeta. Josefina tejía un chaleco para Alberto, el hijo mayor que acababa de cumplir quince años. A cada momento ella comenzaba, con el que quisiera enganchar, conversaciones sobre temas distintos. Le preocupaba mucho que los niños hablaran de sus cosas y que opinaran sobre variados temas. Le tenía mucha aprensión a que ellos fueran niños autómatas, que sólo juegan videojuegos o ven televisión en sus ratos libres y no comparten con nadie. Hablaba con los demás de la semana que había pasado, los amigos, deportes, religión, etc. Implícitamente ella creaba un ambiente de tranquilidad y participación, en donde cualquiera podía intervenir en cualquier momento, sobre el tema que se le viniera a la mente. Camila no podía estar quieta. Dejó de ver a través de los cerrojos de las puertas y se puso a correr entre medio de los presentes. El juego consistía en no chocar a ninguno y cada vez correr más rápido. Finalmente, como era de esperar ella chocaba con alguien, se reía, hacía reír a los demás y continuaba su juego. En un momento el papá le dijo que parara, pero todos implícitamente querían que siguiera con el juego y no decían nada, entonces Camila paraba, pero luego de un momento comenzaba de nuevo. Con el permiso de la mamá, Alberto con Felipe, el segundo de los mayores, habían trasladado un televisor y el Play Station 3, recién traído del extranjero, al living. La idea de ella, fue que estuvieran todos en un mismo lugar compartiendo, aunque jugaran video juegos. Ellos estaban muy concentrados en una pelea de box virtual. Se encontraban presente físicamente, pero sus mentes volaban en el tema de tener que ganar y coordinar el apretar los distintos botones de su joysticks. Sus movimientos corporales, mientras duraban los rounds, eran eléctricos, parecía que se les iba la vida en sus juegos. De pronto Camila no calcula bien su corrida a través de sus hermanos y le pega una patada a la consola de juegos, la cual sale volando y choca contra la pared. Se
armó un griterío espantoso, por parte de los hermanos que vieron como su juego de última generación, se hacía pedazos frente a sus ojos. Ella se quedó petrificada, los niños fueron al rescate de su reproductor de video juegos, el cual ya no servía más. Los mayores se pusieron a gritarle insultos a la menor. El papá puso orden de un solo grito y mandó castigado a los mayores, cada uno a su pieza, por haberle faltado el respeto a su hermana. En un segundo, el ambiente de calma se convirtió en una desastre completo. La mamá en su mecedora consolaba abrazando a Camila que lloraba. Luego de gritos, patadas y llantos, todo volvía a la normalidad. Juan Pablo seguía concentrado en su revista, sin involucrarse para nada en lo sucedido, mientras la mamá se paraba a preparar el té, de manera que todos se pudieran reunir de nuevo, ya no frente a la estufa, sino juntos en la mesa.