Una Historia Aun Sin Nombre

  • November 2019
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  • Words: 1,774
  • Pages: 7
Una Historia Aún sin nombre Por Rafael Morales

"Este texto lo dedico en especial a mi padre quien lleva fallecido 10 años al momento de escribir esta historia. También lo dedico a mi madre que siempre me ha apoyado y a mi mejor amigo Diego Miranda" Rafael Morales

Capítulo 1: Un secuestro inesperado Sin duda nadie sospechaba que en un día tan hermoso como este,

y con tanta felicidad circundante, pudiere ocurrir algo tan trágico y malo como lo que aconteció en el lujoso y perfecto barrio de los Pinto-Muñoz. Como todos los días de semana los padres de Mónica, llamados

Lidia Muñoz y Pedro Pinto, salían a trabajar como importantes ejecutivos de un banco sin sospechar que algo pudiere salir mal en la vida casi perfecta que mantenían.

Desde hace un par de semanas unos asaltantes vigilaban la casa para poder establecer los horarios de entradas y salidas cotidianas de cada persona. Los padres de Mónica salían de la casa a las 8:00 A.M. y no

regresaban hasta alrededor de las 3:00 A.M. En todo este tiempo Mónica se

encontraba sola en la casa y los asaltantes estaban al tanto de esta situación, sabían que ella no sería nada mas que un estorbo en sus planes y que tendrían que inmovilizarla y vendarla.

Cuando los asaltantes vieron que Lidia y Pedro se dirigían a sus respectivos, decidieron esperar un tiempo para prevenir cualquier incidente

inesperado, luego de un rato miraron por los binoculares en dirección a la casa, lograron ver que Mónica, una niña alegre, simpática, tierna y que representaba la edad de 7 años, jugando con su oso de felpa favorito, razón por la cual decidieron actuar inmediatamente. Se bajaron del vehículo en el que se encontraban y se pusieron unos gorros pasamontañas para evitar ser

reconocidos, corrieron rápidamente hasta la reja, la cual lograron abrir

utilizando unos alambres y sin mayores problemas, se acercaron a la puerta de la casa y dieron tres golpes que esperaban no fueran respondidos, pero debido a que Mónica era muy pequeña e inocente abrió la puerta sin ni siquiera preguntarse quien podría ser. Mónica quedo atónita ante esos hombres que vestían de negro,

pues ahora suponía que estas personas no querían nada bueno. Antes de que Mónica pudiera recuperarse de su congelamiento momentáneo, los asaltantes, ya se encontraban dentro de la casa, tomaron a Mónica fuertemente y la

amordazaron al mismo tiempo como uno de los asaltantes cerraba la puerta con una mano, luego de esto los asaltantes cerraron las cortinas y vendaron a la pobre niña, que se encontraba muy alterada. Una vez terminada esta

primera fase del plan, se sacaron los pasamontañas, pues estaban seguros de que nadie mas los estaba viendo.

Los asaltantes robaron todo lo que pudieron, dejando la casa muy desordenada y solo quedaron cosas de muy bajo valor. Luego de haber

transcurrido 30 minutos de iniciada la operación, por lo que eran alrededor de las 9:00 A.M., los asaltantes ya no encontraban mas cosas que robar y

estaban insatisfechos con el botín recaudado. Pensaron cual podía ser la manera mas efectiva de aumentar lo que consideraban un pequeño porcentaje

de lo que querían obtener y decidieron secuestrar a la pobre Mónica, a la que ya ni siquiera le salían lágrimas del miedo. De esta manera aquella niña que en un principio no era nada mas que un estorbo, ahora se convertía en una gran suma de dinero para los asaltantes, y esto era lo que mas deseaban. Inmediatamente después de haber pensado en el secuestro lo

llevaron a cabo, como esto. Comenzaron por recortar letras de periódicos para lo que sería el mensaje del secuestro que pensaban dejar sobre la ubicada en

la sala de estar, una vez recortadas las letras las pegaron en una hoja blanca con el pegamento y los útiles escolares de Mónica, pues los asaltantes no tenían planeado convertirse en secuestradores.

A las 9:20 A.M. los secuestradores tenían todo preparado para comenzar la salida de la casa sin levantar mayores sospechas en los vecinos, para ello salió de la casa solo uno de los asaltantes a vigilar el camino y

cuando vio que no se aproximaba nadie volvió a entrar y dio la orden de salida.

Muy rápidamente los asaltantes dejaron el lugar con una niña de 7 años en su poder, con un botín no muy cuantioso, pero con las esperanzas de lograr

sacarle mucho dinero a los padres por el rescate de su querida hija Mónica. El camino a la base de los secuestradores fue tranquilo, pues Mónica ya no jadeaba debido a que sabía que si se alteraba mucho los

asaltantes podrían dañarla. Como los asaltantes viajaban sin pasamontañas y con unas chaquetas de color encima el viaje simulaba ser uno cualquiera, un

viaje en el cual no está en riesgo la vida de una niña. A eso de las 10:00 A.M., los ahora llamados secuestradores, arribaron con Mónica al cuartel de la banda. Los asaltantes sentaron a Mónica que seguía vendada y la maniataron y le dijeron que estuviera tranquila ya que si sus padres cooperaban nada saldría mal. El resto del día fue muy tranquilo

hasta la primera llamada de los asaltantes dirigida a los padres. Lo único que hicieron los asaltantes en el transcurso del día fue preparar todo para el

ansiado encuentro y la comunicación telefónica entre ellos y los padres de Mónica. Capítulo 2: llanto amargo Para los padres de Mónica este era un día muy normal, su viaje a casa fue muy placentero, pero cuando vieron que su reja estaba abierta

sospecharon que algo no rutinario había ocurrido y se apresuraron a la puerta, la cual lograron abrir sin mayores problemas, Lidia y Pedro quedaron pasmados al ver su casa completamente desordenada, inmediatamente gritaron por

Mónica, pero nadie respondió. El padre se aventuró a revisar la casa pero no

encontró a nadie, regreso a la sala de estar y abrazó muy fuerte a su mujer, en ese preciso momento Lidia miro hacia la mesa y vio un celular junto a un

papel, soltó a su marido y se acercó a la mesa lentamente, levantó la nota y leyó el mensaje dejado por los secuestradores: "Si es que quiere volver a ver a su hija con vida, debe entregarnos cinco millones de pesos. Nosotros la

llamaremos al celular que está al lado de la nota. No piense en llamar a la

policía o su hija lo lamentará". La mujer se desmayó y el marido se apresuro en volverla en sí. Una vez que la mujer recuperó el conocimiento abrazó a su

marido y en ese mismo momento sonó el celular, el cual fue contestado por Pedro, en la llamada el asaltante le cuenta en que lugar se realizará el

intercambio, también le dice que el dinero solo lo quiere en efectivo y en billetes de diez mil pesos, le recalca que no llame a la policía pues lo lamentarán. La hora del encuentro fue acordada a las12:00 A.M.

el resto de la tarde fue muy triste, parecía que el sol había dejado de brillar para Lidia y Pedro, quienes estuvieron siempre juntos soportando el

dolor y la tensión. Mónica, por su parte, estuvo tranquila y solo deseaba la esa

situación terminara lo antes posible. Capítulo 3: Reencuentro A la mañana siguiente los padres de Mónica tuvieron que hacer todos los trámites en el banco donde trabajaban para tratar de conseguir el

dinero pedido por los secuestradores. Sin duda que este fue el peor trámite de sus vidas. Habían meditado el asunto del secuestro y habían decidido no llamar a la policía por la seguridad de su hija, pero se vieron obligados a hacerlo pues

el banco se negó a entregarles tanto dinero en tan corto tiempo, y sabían que los asaltantes no iban a esperar varios días para realizar el intercambio,

además de que este último ya estaba fijado para el mismo día. Llamaron a la

policía y le contaron todo, los policías les contaron su plan, que por su puesto reducía el riesgo al mínimo posible. Pretendían actuar en el mismo momento del intercambio lo cual inhabilitaría a los secuestradores.

Mónica se despertó tarde, alrededor de las 11:00 A.M., ya que la noche anterior no había podido dormir casi nada por las molestias ocasionadas por las apretadas amarras, lo bueno es que inmediatamente cuando se

despertó Mónica, la soltaron para ser llevada al lugar de encuentro. Cuando los asaltantes ya habían conducido un buen trecho le sacaron las vendas para que no levantara sospechas en ningún transeúnte. Ambas partes estaban presentes a la hora indicada y en el lugar

indicado, Lidia y Pedro se encontraban ya parados frente a su automóvil, los secuestradores bajaron a Mónica del vehículo y se dieron cuenta de que los padres de Mónica no traían ningún maletín en las manos, por lo que les

preguntaron a Lidia y a Pedro por qué razón no tenían el dinero, pero antes de que pudieran contestar dos oficiales vestidos de civiles, que antes del hecho se encontraban caminando por el sector, aparecieron apuntando sus armas de

fuego hacia los secuestradores. Los oficiales les dijeron a los asaltantes que soltaran a la niña, pero no cedieron, los oficiales repitieron la pregunta y esta

vez respondieron diciendo que querían el dinero y que si no se lo daban moriría la niña. De pronto Mónica miro a los asaltantes y se dio cuenta de que los asaltantes no le estaban prestando atención, por lo que corrió hacia sus

padres, los asaltantes miraron a Mónica y le apuntaron con sus armas, pero

los oficiales reaccionaron, saltaron sobre los asaltantes y los inmovilizaron sin usar sus armas de fuego. Cuando Mónica llegó a los brazos de su madre se emocionó y lloró,

pues por fin había terminado aquella situación que le incomodaba tanto. El

padre se les unió en un abrazo familiar que pareció un momento se eterna felicidad.

FIN Días después Los secuestradores fueron formalizados por cuasi delito de homicidio y robo con violencia, las pruebas eran evidentes, pues habían testigos de los hechos, también se encontraron las cosas robadas de la casa de los

Pinto-Muñoz, lo cual sirvió de prueba para la acusación se robo. Para el juez la tarea fue sencilla y los encontró culpable por todos los cargos, los condenó a cinco años y un día de privación de libertad en la cárcel. La familia de Mónica quedó contenta con la resolución del juez y

mas aún cuando les dijeron que podían recuperar todas sus cosas robadas. De esta forma la vida de los Pinto-Muñoz regresaba a la cotidianeidad perfecta a la que estaban acostumbrados.

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