Sábado 17 de septiembre de 2005. A. Bella Buenos días a todas y a todos. Vamos a dar comienzo a la ceremonia de celebración de la unión civil, el matrimonio entre dos personas que se quieren, que se desean, que se cuidan y se respetan, nuestros amigos, Pépe y Jose Luis Posiblemente estamos viviendo un momento histórico por participar en la primera o una de las 50 primeras bodas realizadas en nuestro país, entre dos personas del mismo sexo, desde luego creo que es la primera en Murillo de Gállego y en Aragón. Estamos de enhorabuena porque es un hecho importante y significativo. Hace más de dos siglos, cuando los trabajadores y trabajadoras parisinas, los parias de la tierra, tomaron la Bastilla y con ello, enunciaron y proclamaron los Derechos del Hombre y el Ciudadano iniciando la época contemporánea, estaban proclamando y escribiendo también, y al mismo tiempo, (sin entenderlo entonces), los derechos fundamentales, los derechos civiles, a todos los efectos, de José Luis y de Pépe. Porque este es, ni más ni menos, el sentido de este acto, Todo esto no más que una cuestión de derechos humanos. Reconocer y ampliar derechos haciendo efectivas, reales y extensivas a toda la población las libertades democráticas que ya estaban implícitamente contenidas en esa 1ª declaración de derechos universales. Estamos aquí tras un largo camino, dos siglos llenos de esperanzas, ilusiones y deseos de transformación. Innumerables mujeres y hombres han contribuido con su hacer cotidiano a movilizar deseos e inquietudes, a poner en circulación ideas, a organizar reuniones, manifestaciones, a crear círculos de reflexión, debate y pensamiento para la acción. Obrerismos, Feminismos, Pacifismos, movimientos de transformación social, en contra de la violencia, la injusticia y la guerra, movimientos de liberación sexual, de lesbianas, gays, transexuales, desde los acontecimientos de represión y rebelión homosexual en Stonwold (New York) en el 68, hasta hoy. En todos estos movimientos, en todos esos caminos, en todas esas ciudades y territorios que pueblan nuestro precioso planeta azul, en todos los diversos y variados recorridos de vida, publica o privadamente, han existido, siempre, mujeres que aman a mujeres, hombres que aman a otros hombres, mujeres que han amado a otras mujeres y ahora no pueden estar aquí para celebrarlo libremente, hombres que han amado a otros hombres y sin estar
aquí, serían felices por vivir este momento. Todas y todos ellos son parte de esta celebración. ¿Casarse o no casarse? (That is the question). Casarse o no es una decisión libre y personal, de cada cual. Pero, reconocer y aceptar el derecho a elegir hacerlo o no hacerlo es una responsabilidad y una obligación de todas y todos los que, independientemente de con quien nos acostemos, de con quién hagamos el amor, creemos en la libertad, la convivencia libre, justa y en paz, y creemos en el amor. Alegrarnos porque dos personas se casan es un acto de reconocimiento, de solidaridad, de capacidad para reír, para disfrutar y ser feliz con las alegrías y felicidades de otros. Jose Luis y Pepe se nos casan y más allá de la formalización jurídica, están haciendo política en primera persona, porque están poniendo en juego, en la plaza pública, su deseo y su compromiso, sacándolo del armario, poniéndolo en libre circulación y mostrándolo con dignidad y orgullo. El pasado mes de junio un cronista periodístico de los muchos que les vieron en Madrid llorar de emoción y alegría, de los muchos que les vieron besarse en los palcos y escaleras del parlamento, el día que se aprobó la ley del matrimonio para homosexuales y lesbianas, los presentaba de este modo: “Se conocieron en un taller de desobediencia civil. José Luis –juzgado por declararse insumiso- acudió como alumno. Pepe –que se apellida Paz- era monitor. De ahí tenía que salir algo.” Y continúa más adelante. “Era 14 de abril de 1996, el día de la República. Abrió los ojos azules Pepe y Jose Luis vió el cielo a través de ellos. Hubo flechazo tricolor. Aquello tenía que salir bién.
Es un inmenso placer estar aquí con vosotros Sábado 17 de septiembre de 2005. Amparo Bella