La actuación como fórmula de vida
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INTERPRETACIÓN DE TEXTO TEATRAL En esta parte del curso, vamos a trabajar por primera vez con textos dramáticos. Drama es acción, esta acción puede ser física o sicológica y debe estar siempre al servicio de la historia que se está representando. Representar, como vimos anteriormente, se refiere a la ocurrencia de un hecho dado por el autor de la obra de que se trate, por medio de la interpretación que el actor haga del texto. Esta representación debe ser, siempre, fresca. Es decir que cada vez que se represente una obra, así sea la función del estreno o la numero mil, deberá ser la primera y única vez que -actoralmente-, sucede lo representado. Para lograrlo, basta con aplicar lo practicado hasta ahora, (asertividad, creación de imágenes, ambientes y emociones) junto con la técnica o técnicas de actuación que se manejen. Desde luego que si en los textos utilizados anteriormente, resultó de vital importancia el análisis de texto, al dedicarnos a interpretar textos dramáticos, esta obligación es mayor, y no debemos iniciar los ejercicios sin haber comprendido cabalmente lo que tratarán, a menos claro, que se trate de un ejercicio de primera lectura sugerido por el maestro.
GENERALIDADES A continuación, algunas generalidades que pueden ayudarnos a llevar a buen término una interpretación: *Hay que iniciar con las tareas asumidas, es decir, con el personaje completo.
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Cuando decimos que hay que iniciar con las tareas asumidas, nos referimos a la necesidad de entender perfectamente el propósito del personaje y sus objetivos determinados, es decir, que habremos decidido cuál es la conducta con la que el personaje va a responder a los estímulos que reciba de acuerdo al carácter que ya habremos también decidido. *Casi todos los personajes tienen múltiples emociones, y las comunican. La riqueza expresiva de un personaje está directamente relacionada con la capacidad del actor o estudiante para hacer que dicho personaje “reaccione” con diversas emociones y en diferentes escalas de intensidad emotiva, de acuerdo al carácter y conducta del personaje y a las necesidades de la situación en que se encuentre. *Las imágenes, ambientes y emociones se crean cada vez, no son repeticiones. El trabajo creativo que realizamos ya en los ejercicios con textos no dramáticos, debe considerarse cada vez como la única vez que ocurre, ya que si se realiza pensando en ello como algo ya hecho, el resultado es siempre una representación falsa o débil. *Ayuda no pensar en cómo decir el texto, sino por qué decirlo. En el mismo sentido que se manejó anteriormente, el “cómo decir” el texto nos lleva a entonar, mientras que la intención de decirlo nos lleva a enfatizar, mejorando la interpretación por consecuencia. *El tono, junto con la fuerza y la duración, casi siempre son generados por el sentimiento o la emoción creada. Al trabajar emotivamente las ideas que integran el texto, la expresión adquiere el tono, la fuerza y la duración necesarios, correspondiendo a la técnica y la experiencia del actor o estudiante, el manejo de la proyección de su voz, de acuerdo al sitio en el que represente. *Actuar es otra vitalidad, otra energía que no es la de la vida diaria. Algunas veces, el actor o estudiante, escudado en el naturalismo, se
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comporta en escena como en cualquier otro sitio, notándose de inmediato como débil o falto de “peso escénico”, para actuar es necesario hacerse consciente de que se ocupa un lugar que existe solamente en ese momento. El escenario es también creado por el actor en el momento en el que representa una escena cualquiera, el escenario para el actor es entonces cualquier sitio en el que represente, aunque sea un salón de clases. Lo ideal es decidir un área dentro del salón que sea considerada siempre como escenario, dándole el valor y respeto necesarios. *Es importante crear el ambiente, para, partiendo del carácter crear la conducta del personaje. Si se trabajan adecuadamente la creación de imágenes y el contenido emotivo, alcanzamos la creación de ambiente, conseguida ésta, las reacciones físicas de nuestro personaje serán prácticamente automáticas y aún en caso de estar equivocadas, serán verdaderas y corresponderán ya a una actuación. *Carácter = “cómo se es”. Recordemos que el carácter es lo que lleva al personaje a reaccionar de una u otra manera en la situación en la que se encuentre, este carácter está contenido en el texto y lo conocemos por medio de su conducta. *Conducta = “cómo se está”. La conducta es la forma en la que el personaje reacciona a cada uno de los estímulos y está regida por el carácter inmerso en la situación presentada por el texto. *La conducta cambia de acuerdo a los estímulos y el medio ambiente. Cada personaje reaccionará generalmente de acuerdo a reglas establecidas y a valores entendidos éticos, sociales, religiosos, etcétera. *Las normas de conducta son parte del carácter. Al considerarse el carácter como inamovible e inalterable y adquirido en los primeros años de la infancia, las formas de reacción de
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un personaje determinado serán siempre congruentes a lo largo de toda la representación. *Generalmente no se hace pausa entre un diálogo y otro. Para conseguir un ritmo agradable es útil evitar las pausas entre un diálogo y otro, recurriendo más bien a pausas enfáticas durante la “línea” personal cada vez que sea necesario, si se hace un silencio, se provoca generalmente confusión en el público que siempre va acompañada de incomodidad. *Pesar y gozar los textos, no “echarlos”. Cada una de las ideas que el actor debe expresar, tienen un propósito específico o son respuesta o reacción a un estímulo concreto y dirigido específicamente. *Apoyar emocionalmente todos los textos. Además de la creación de imágenes, para lograr crear o mantener el ambiente, es fundamental el trabajo emotivo necesario para mantener la fuerza del personaje y que debe existir mientras el personaje permanezca en escena. *Reaccionar a todos los textos, mientras escuchamos, para aumentar la inter-relación de los personajes. Cada vez que habla nuestro interlocutor en escena, es obligado reaccionar a lo que dice, mientras escuchamos, esta reacción será más o menos enfática de acuerdo a la situación que se maneje y al carácter de los personajes. *Cada cláusula (palabra, frase o párrafo) debe tener un propósito claro, lo que facilitará encontrar el ritmo de la escena. Tanto al provocar una reacción como al brindarla, los personajes establecen el ritmo de la escena, siendo este ritmo congruente siempre con el carácter y la forma de conducirse de cada uno de los personajes.
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*Durante el diálogo casi nunca hay pausa entre texto y texto. Al fin de la línea de un personaje se une inmediatamente el principio de la siguiente línea, a menos que sea necesaria la pausa para enfatizar o aclarar alguna idea. *La réplica además de oportuna, debe hacer que la acción avance. Cada idea que expresamos, necesita el refuerzo del contenido emotivo necesario para provocar una reacción en nuestro compañero de escena o en el público. *Hacer presentes los acontecimientos. Será esta la finalidad última de la representación, ya que al cumplirse la ocurrencia de los sucesos en escena, el público disfrutará lo que espera y el actor lo que da. Estas generalidades orientan pero no obligan, ya que la interpretación es todavía personal, hasta que estemos en las manos de un director. La única máxima que puede aplicarse a la actuación es: “En teatro no podemos decir que algo nunca se hará.”
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EJERCICIOS DE INTERPRETACIÓN DE TEXTO Para iniciar nuestras interpretaciones de texto teatral, en las siguientes páginas encontraremos 4 ejercicios de lectura, 2 con análisis de texto y 2 sin análisis. Los cuatro textos fueron extraídos, extraídos del libro “La calle de la gran ocasión”, escrito específicamente por Luisa Josefina Hernández para estudiantes de actuación.
EL POETA. FILOMENA. POETA.-No sabes lo extraordinario que es ser poeta, Hay una doble vista que hace accesible la realidad desde diversos ángulos y que luego busca expresión en frases de ecos universales. FILOMENA.-Ahora levante usted el otro pie para que yo pueda acabar de trapear. POETA.-Luego, el momento de la inspiración: cuando el mundo es transparente y se presenta en todas sus maravillas y el poeta se olvida de todo; de sí mismo, de su pobreza, de sus necesidades. FILOMENA.-¿Cada cuándo le sucede eso? POETA.-A menudo. Casi todos los días. FILOMENA.-Puede ser que se olvide de muchas cosas, pero nunca se le olvida venir a comer a esta casa, y conste que nadie lo invita. Si no está el señor se queda usted esperándolo tres o cuatro horas. POETA.-No son horas perdidas. Medito, encuentro alguna rima difícil, pienso... FILOMENA.-Conversa usted conmigo... POETA.-El poeta es un hombre como todos, más comprensivo que ninguno. Dicen que es el mejor amante. FILOMENA.-¿Quiénes dicen? POETA.-Las grandes, las fascinantes mujeres que los poetas han amado e inmortalizado. FILOMENA.-Baje los dos pies, que se va a cansar. POETA.-¿Ves? Así somos los poetas, pisamos la realidad sin rozarla siquiera.
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FILOMENA.-¿De qué viven los poetas? POETA.-De alimentos breves. El mundo los comprende y los protege. FILOMENA.-¿Hay mujeres poetas? POETA.-Sí, algunas. FILOMENA.-Y ¿también ellas hacen para los hombres versos que duran siempre? POETA.-Se ha dado el caso. FILOMENA.-Perdone usted que lo moleste con tanta pregunta, pero quisiera saber otra cosa: si por ejemplo usted, digo por ejemplo, recibiera un verso mío, un verso de amores... ¿qué haría? POETA.-¿Qué dices, creatura maravillosa? Filomena, si tú me mandaras no un verso, un recado cualquiera, yo caería rendido a tus plantas. Filomena... no me mires con ese asombro. No tienes ideas del derroche de hermosura con que la naturaleza te ha favorecido. Filomena... eres una reina. Deja que te bese las manos. FILOMENA.-Si no me deja las manos, le voy a dar un trapazo que le va a quitar lo atrevido para toda su vida. ¡Cómo se le ocurre! POETA.-No seas cruel, Filomena, vida mía. No juegues con mis sentimientos. ¿No has caído en la cuenta de que mi presencia en esta casa no tiene otro motivo que lo que siento por ti? FILOMENA.-Me doy cuenta de que viene a comer sin que le cueste y ahora quiere mujer sin que le cueste. POETA.-No recibas con vulgaridad estas palabras que nacen de los más íntegro de mi alma. Además... tú las provocaste. FILOMENA.-Yo nada más le hice una pregunta y usted me contestó una serie de cosas que no tenían que ver. Yo lo único que quería saber es si una mujer puede mandarle un verso a un hombre. POETA.-Bueno. No me humillo más y te contesto. Puede mandarle todos los versos que quiera. FILOMENA.-Y a él... ¿le gustaría eso? POETA.-Seguramente. FILOMENA.-... POETA.-¿Qué te pasa? Ya estás arrepentida de haberme rechazado, ¿verdad? FILOMENA.-No. Ya ni me acordaba de eso.
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POETA.-¿Qué te sucede entonces? FILOMENA.-Que no sé hacer versos. POETA.-Ah, quieres aprender a hacer versos. Pues yo encantado de enseñarte. ¿Cuándo quieres que te dé la primera lección? FILOMENA.-No tengo tiempo de aprender. Mire, francamente, lo que yo quiero es que usted me haga un verso. POETA.-¿Para qué? FILOMENA.-Para dárselo a un señor que es chofer y que vive en el sótano de la panadería. POETA.-La abyección tiene límites. No hago el verso. FILOMENA.-Será porque no puede. Ya me imaginaba que usted es de esos que mucho hablan y luego no dan una. POETA.-Eso sí no lo permito. Voy a darte una prueba de mi talento. ¿Qué quieres que diga el verso? FILOMENA.-Pues que yo, cuando voy a comprar el pan para el desayuno lo veo por la ventanita enrejada que está a la altura de la calle: que me he fijado que se peina con mucho cuidado y ojalá no tenga novia. Que a veces cuando me acuerdo de él se me olvida todo y me regaña el señor y hasta me ha dicho estúpida. Que cuando me despierto y veo mis zapatos juntos al pie de la cama se me hace que se sienten muy solos y que me gustaría que allí estuvieran los suyos para hacerles compañía. Que yo me llamo Filomena y que ya sé que él se llama Carlos y que su nombre es muy bonito... POETA.-Muy bien, cuenta con el poema, ya casi lo tienes hecho. FILOMENA.-Bueno. Pues muchas gracias. Aquí tiene. POETA.-¿Qué es esto? FILOMENA.-Tres pesos. Hay un señor en el mercado que los hace a peso, pero yo creo que el suyo va a salir más a mi gusto. POETA.-Te agradezco el elogio y los acepto. Pero ten una cosa presente: un poema no tiene precio, con él se pueden lograr las cosas más inalcanzables. FILOMENA.-Así lo espero.
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ANÁLISIS DE TEXTO: Existen muchos procedimientos para el análisis de texto teatral, y tal como ocurre con las diferentes técnicas actorales, cada alumno o actor termina desarrollando un método personal. Nosotros vamos a trabajar con el mismo análisis elemental que utilizamos en los textos no dramáticos. CONTENIDO: La autora nos muestra a Filomena, una sirvienta enamorada que crea, gracias al amor: poesía, y al poeta, que es sorprendido por la sensibilidad de la fámula. PROPÓSITO DEL PERSONAJE: Filomena quiere que el poeta le escriba un poema que le sirva para conquistar a Carlos. El poeta sueña con llegar a ser poeta.
OBJETIVOS DETERMINADOS: POETA.-No sabes lo extraordinario que es ser poeta, El poeta, que inicia su texto con un pie levantado mientras Filomena trapea, más que platicar con Filomena, piensa en voz alta... Hay una doble vista que hace accesible la realidad desde diversos ángulos y que luego busca expresión en frases de ecos universales. ... divaga... FILOMENA.-Ahora levante usted el otro pie para que yo pueda acabar de trapear. Filomena, que ya se presentó actoralmente con su actividad física, aprovecha el comentario del poeta para abordarlo.
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POETA.-Luego, el momento de la inspiración: cuando el mundo es transparente y se presenta en todas sus maravillas y el poeta se olvida de todo; de sí mismo, de su pobreza, de sus necesidades. ... levanta el otro pie, y sigue con su alocución, entusiasmado por la participación de Filomena. FILOMENA.-¿Cada cuándo le sucede eso? Tratando siempre de llevar la conversación hacia donde a ella le conviene, hace esta pregunta. POETA.-A menudo. Casi todos los días. Engolosinado en su interpretación de un poeta, exagera un tanto. FILOMENA.-Puede ser que se olvide de muchas cosas, pero nunca se le olvida venir a comer a esta casa, y conste que nadie lo invita. Un tanto en broma, pero con la tosquedad característica de estos personajes, Filomena lo reconviene por su afectación... Si no está el señor se queda usted esperándolo tres o cuatro horas. ... y al tratar de corregir lo que ella misma siente como una agresión, termina regañándolo. POETA.-No son horas perdidas. Medito, encuentro alguna rima difícil, pienso... Algo ofendido, aunque sin comprender, se defiende. FILOMENA.-Conversa usted conmigo... Amablemente, para corregir el yerro anterior. POETA.-El poeta es un hombre como todos, más comprensivo que ninguno. Dicen que es el mejor amante. Otra vez seguro de sí mismo. Incluso exagera. FILOMENA.-¿Quiénes dicen? Mostrando interés, buscando halagarlo.
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POETA.-Las grandes, las fascinantes mujeres que los poetas han amado e inmortalizado. Ya encarrerado, se explaya. FILOMENA.-Baje los dos pies, que se va a cansar. Como el poeta ha permanecido con los dos pies levantados desde hace rato, ella lo "baja" a la realidad. POETA.-¿Ves? Así somos los poetas, pisamos la realidad sin rozarla siquiera. Con presunción, se defiende. FILOMENA.-¿De qué viven los poetas? Quizás tocando las monedas que guarda en su delantal, porque esta pregunta la lleva ya, hacia su propósito. POETA.-De alimentos breves. El mundo los comprende y los protege. Confundiendo la actitud de Filomena, continua, vanidoso. FILOMENA.-¿Hay mujeres poetas? Pensando ya en Carlos, pregunta emocionada. POETA.-Sí, algunas. Sin entender el porqué de la pregunta, contesta despectivo. FILOMENA.-Y ¿también ellas hacen para los hombres versos que duran siempre? Con mayor ansiedad, ilusionada. POETA.-Se ha dado el caso. Francamente sorprendido por la actitud de ella, responde cortante.
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FILOMENA.-Perdone usted que lo moleste con tanta pregunta, pero quisiera saber otra cosa: Vuelve a la conversación, y trata de explicarle su problema... si por ejemplo usted, digo por ejemplo, ... por medio de una situación hipotética, que subraya al repetirla... recibiera un verso mío, un verso de amores... ¿qué haría? ... en busca de la factibilidad de su proyecto. POETA.-¿Qué dices, creatura maravillosa? Filomena, si tú me mandaras no un verso, un recado cualquiera, yo caería rendido a tus plantas. Yendo hacia Filomena, que sacude algún mueble o porcelana, y totalmente sorprendido por lo que él supone una declaración, trata de abrazarla... Filomena... no me mires con ese asombro. ... ante la actitud asustada y defensiva de ella... No tienes ideas del derroche de hermosura con que la naturaleza te ha favorecido. Filomena... eres una reina. ... trata de convencerla atropelladamente... Deja que te bese las manos. ... y prácticamente vencido por su resistencia, trata por último, de besar sus manos. FILOMENA.-Si no me deja las manos, le voy a dar un trapazo que le va a quitar lo atrevido para toda su vida. ¡Cómo se le ocurre! Realmente sorprendida, asustada y ofendida, le reclama su conducta. POETA.-No seas cruel, Filomena, vida mía. No juegues con mis sentimientos. ¿No has caído en la cuenta de que mi presencia en esta casa no tiene otro motivo que lo que siento por ti? Tratando todavía de recuperar algo del terreno que creía ganado, miente.
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FILOMENA.-Me doy cuenta de que viene a comer sin que le cueste y ahora quiere mujer sin que le cueste. Con la claridad que merece la actitud equívoca del poeta. POETA.-No recibas con vulgaridad estas palabras que nacen de los más íntegro de mi alma. Además... tú las provocaste. Comprendiendo un tanto, que cometió un error, se defiende atacando. FILOMENA.-Yo nada más le hice una pregunta y usted me contestó una serie de cosas que no tenían que ver. Con la intención de salvar la situación, aunque sin bajar la guardia... Yo lo único que quería saber es si una mujer puede mandarle un verso a un hombre. ... trata de explicarse. POETA.-Bueno. No me humillo más y te contesto. Puede mandarle todos los versos que quiera. Escamado y confundido... FILOMENA.-Y a él... ¿le gustaría eso? Pensando en Carlos. POETA.-Seguramente. ... afirma secamente. FILOMENA.-... Olvidado ya el incidente, sueña. POETA.-¿Qué te pasa? Ya estás arrepentida de haberme rechazado, ¿verdad? Nuevamente equivocado, insiste. FILOMENA.-No. Ya ni me acordaba de eso. Con sinceridad, ilusionada.
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POETA.-¿Qué te sucede entonces? Con sinceridad, intrigado. FILOMENA.-Que no sé hacer versos. Como un reproche a ella misma. POETA.-Ah, quieres aprender a hacer versos. Pues yo encantado de enseñarte. ¿Cuándo quieres que te dé la primera lección? Tal vez imaginando un resquicio por el que podría regresar a su frustrada conquista. FILOMENA.-No tengo tiempo de aprender. Impide cualquier confusión... Mire, francamente, lo que yo quiero es que usted me haga un verso. ... y se anima, entrecortada. POETA.-¿Para qué? Absolutamente confundido. FILOMENA.-Para dárselo a un señor que es chofer y que vive en el sótano de la panadería. Pensando en Carlos. POETA.-La abyección tiene límites. No hago el verso. Ofendido. Digno. FILOMENA.-Será porque no puede. Con franqueza... Ya me imaginaba que usted es de esos que mucho hablan y luego no dan una. ... picándolo en su amor propio. POETA.-Eso sí no lo permito. Picado en su amor propio...
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Voy a darte una prueba de mi talento. ... sacando lápiz y papel... ¿Qué quieres que diga el verso? ... preparándose a escribir. FILOMENA.-Pues que yo, Inicia inspirada... cuando voy a comprar el pan para el desayuno lo veo por la ventanita enrejada que está a la altura de la calle: ... más que con creación de imágenes, con recreación de emociones... que me he fijado que se peina con mucho cuidado ... define al objeto de su amor... y ojalá no tenga novia. ... mostrando celos, reacción que la hace sentirse vulnerable ante el poeta, lo que la lleva a cambiar de tema... Que a veces cuando me acuerdo de él se me olvida todo y me regaña el señor ... algo molesta con ella misma por su debilidad... y hasta me ha dicho estúpida. ... se castiga. Que cuando me despierto Con candor... y veo mis zapatos juntos al pie de la cama ... plantea... se me hace que se sienten muy solos ... su sentir...
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y que me gustaría que allí estuvieran los suyos para hacerles compañía. ... haciendo una proposición. De nuevo se siente vulnerable y "rompe" su emoción... Que yo me llamo Filomena y que ya sé que él se llama Carlos y que su nombre es muy bonito... ... refugiándose en la expresión de algo concreto como es su propio nombre y el de él. POETA.-Muy bien, cuenta con el poema, ya casi lo tienes hecho. Sinceramente conmovido y asombrado por la capacidad creativa de Filomena. FILOMENA.-Bueno. Pues muchas gracias. Aquí tiene. Contenta, sacando el dinero de su bolsillo. POETA.-¿Qué es esto? Tomando el dinero, confundido. FILOMENA.-Tres pesos. Con firmeza... Hay un señor en el mercado que los hace a peso, pero yo creo que el suyo va a salir más a mi gusto. ... agradecida. POETA.-Te agradezco el elogio y los acepto. Guardando las monedas, sincero... Pero ten una cosa presente: un poema no tiene precio, con él se pueden lograr las cosas más inalcanzables. ... pero aprovechando la ocasión de encomiar su arte. FILOMENA.-Así lo espero. Esperanzada.
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SUPEROBJETIVO: Recordar al público que la capacidad creadora nos pertenece a todos los seres humanos, sin importar origen, cultura u ocupación. Es absolutamente necesario aclarar que este análisis de la obra es solamente un ejemplo.
HILDA. LAURA. HILDA.-Cuéntamelo rápido porque tengo que llegar con las verduras. Si no, no da tiempo a que se cocinen. LAURA.-Bueno... Pues fue muy complicado. HILDA.-No te hagas la interesante. Está bien que el hijo de tus padrinos tenga coche y que te haya invitado a cenar a la fonda... Pero no es complicado. LAURA.-Pues... HILDA.-¿Te hizo el amor? LAURA.-El idiota. No, no me hizo nada. HILDA.-¿Entonces? LAURA.-¿Te acuerdas con que entusiasmo esperaba que llegara de la capital? y ¿cómo mi madrina se hacía la remolona y no quería darme noticias suyas ni enseñarme sus cartas? HILDA.-Y ¿qué? LAURA.-Aunque voy a comer con ellos una vez por semana, el viernes pasado me mandaron avisar que no fuera, porque llegaba él... HILDA.-No sé qué tiene que ver una cosa con la otra. LAURA.-¿No sabes? ¡Pues de todo tiene la culpa la pobreza! HILDA.-¿Cómo va a ser así? Si tu madrina le dice a todo el mundo que te quiere como a una hija y te regala vestidos y para Navidad te regala veinte pesos y para tu cumpleaños... LAURA.-Me regala vestidos usados y los veinte pesos los necesitan en mi casa; desde el primero de diciembre ya están muertos de
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miedo de que se le vayan a olvidar. Y el hambre... En casa de mi madrina piensan que ir a la fonda es vulgar y van por divertirse. Pero para mí y mis hermanas significa una sola cosa: ¡comida! HILDA.-Ya sé todo eso. Cuéntame lo que pasó anoche. LAURA.-Pues eso fue lo malo, que me invitó a cenar. HILDA.-¡Dios mío! Eso ya lo sabía. ¿Te fue a buscar en su coche? LAURA.-Sí. Todas las vecinas se asomaron a verme salir y me decían adiós como si fueran muy amigas mías. HILDA.-¿Es muy guapo? Yo nada más lo he visto de lejos. LAURA.-No tanto, pero como anda tan bien vestido. HILDA.-Bueno. ¿Y qué? ¡Se me está haciendo tarde! LAURA.-Pues me subí al coche y él lo echó a andar... HILDA.-Eso ya se sabe. Y llegaron a la fonda y ¿luego? LAURA.-No... es que... no llegamos a la fonda. HILDA.-¡No me digas que te llevó al restaurante que acaban de estrenar! Dicen que dan muy bien de comer. LAURA.-No. Nada de eso. HILDA.-¿Entonces? LAURA.-Pues... echó a andar el coche y ¿sabes? Yo quería portarme como una muchacha de la ciudad, de esas que conversan en forma muy animada... pero como me costaba tanto trabajo hablar no me fijé por dónde íbamos... HILDA.-¡Ya sé! ¡Te llevó a la carretera y te besó! LAURA.-No. Pero me llevó cerca de la carretera. A esa zona donde nunca vamos y donde alquilan casas para... ¡quién sabe qué! Y ¿sabes? ¡Tenía una preparada! Ya estaba el zaguán abierto. Metió el coche antes de que me diera cuenta y un hombre cerró el zaguán y se fue... HILDA.-¡Ay Laura! Yo creo que tú ya no eres una buena muchacha. Y ¿qué pasó? LAURA.-Pues le di una entrada de arañazos y de patadas y como es un enclenque... HILDA.-¿Qué, eh? LAURA.-Pues empezó a pedir auxilio y no vino nadie. Y luego me pidió perdón casi a gritos y me dijo que me iba a llevar a mi casa... Entonces dejé de pegarle, él fue a abrir la puerta y nos fuimos.
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HILDA.-¡Qué infamia! ¿Se lo contaste a tu mamá? LAURA.-No se lo puedo contar porque ya faltan diez días para Navidad y los veinte pesos... HILDA.-Oye y ¿qué te decía en el camino? Ha de ser de esos que luego se quedan como si no hubiera pasado nada. ¡Puercos! Seguro que te hablaba del tiempo. LAURA.-Estaba callado y luego se secaba la sangre de los arañazos con un pañuelo muy bien doblado. HILDA.-¡Qué asco! Y te llevó a tu casa sin decir una palabra más. Claro. ¿Qué podía decir? LAURA.-Pues sí dijo una cosa. HILDA.-¿Qué cosa? No te quedes así. Tienes que contármelo todo. O ¿es que pasó algo peor? LAURA.-Me dijo que si quería ir a cenar a la fonda. HILDA.-¡Qué fresco! Estos ricos de pueblo se creen que todo lo pueden. Quería aprovecharse de ti y como no te dejaste, te invita a cenar. Que eso le sirva de lección. A él y a su padre y a su madre que se sienten muy generosos y en realidad nunca te dan nada... ¿Qué cara puso cuando le dijiste que no aceptabas? LAURA.-Es que... HILDA.-¿No habrás...? LAURA.-¡Claro que acepté! Después de todo, ¿por qué iba a quedarme sin cenar después de aquel disgusto? ¡Y comí como loca! ¿Qué me ves? Comí ensalada de camarones y pollo frito y fresas con crema y pastel con helado... hasta que se me quitó bien el hambre. HILDA.-Y él, ¿qué hacía? LAURA.-Nada, No pudo comer nada. HILDA.-Igual que en mi casa, que se van a quedar sin verduras. Adiós.
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ANÁLISIS DE TEXTO: CONTENIDO: La autora nos muestra la traviesa complicidad de dos adolescentes, casi niñas, que comparten su pobreza, su ignorancia y sobre todo, su ansia de vivir, madurando a fuerza de enfrentamientos, humillaciones y satisfacciones. PROPÓSITO DEL PERSONAJE: Hilda quiere saber lo ocurrido la noche anterior. Laura quiere contárselo pero siente pudor. OBJETIVOS DETERMINADOS: HILDA.-Cuéntamelo rápido porque tengo que llegar con las verduras. Si no, no da tiempo a que se cocinen. Hilda habla con prisa, pero con pausas, esperando las palabras de Laura. Hace pausas muy cortas después de "cuéntamelo" y de "rápido", después, la mención de las verduras y la necesidad de cocinarlas, nos indican que es media mañana. LAURA.-Bueno... Pues fue muy complicado. Laura no sabe cómo empezar a contarle a su amiga lo ocurrido la noche anterior, tal vez está un poco arrepentida por haberse citado hoy con ella. HILDA.-No te hagas la interesante. Más curiosa que molesta... Está bien que el hijo de tus padrinos tenga coche y que te haya invitado a cenar a la fonda... ... Hilda nos muestra algunas de sus características: pretende anticiparse a lo que le va a contar su amiga y muestra cierta envidia por ella, lo que la hace un tanto dura... Pero no es complicado. ... por lo que a veces suaviza su tono.
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LAURA.-Pues... Sin atreverse, recordando la frustrada acción de su "amigo". HILDA.-¿Te hizo el amor? Casi encimándose en el "pues" de Laura, sin poder contenerse. La frase dicha por Hilda tiene el sentido de "enamorar" . LAURA.-El idiota. No, no me hizo nada. Con el insulto libera su tensión. Con la negación, afirma algo que Hilda... HILDA.-¿Entonces? ... no entiende. LAURA.-¿Te acuerdas con que entusiasmo esperaba que llegara de la capital? y ¿cómo mi madrina se hacía la remolona y no quería darme noticias suyas ni enseñarme sus cartas? Al fin puede Laura comenzar a explicarse, retrocediendo emotivamente a otras conversaciones acerca de "él" que ha sostenido con Hilda, tratando de encontrar ella misma una explicación a lo sucedido. HILDA.-Y ¿qué? Hilda, que no ha comprendido el estado emotivo de su amiga, trata de apresurarla en su confidencia. LAURA.-Aunque voy a comer con ellos una vez por semana, el viernes pasado me mandaron avisar que no fuera, porque llegaba él... Mientras Laura recuerda o tal vez descubre por primera vez la actitud de la familia de su madrina... HILDA.-No sé qué tiene que ver una cosa con la otra. ... Hilda sigue sin entender que le pasa a Laura. LAURA.-¿No sabes? ¡Pues de todo tiene la culpa la pobreza! Exasperada por la simpleza de su amiga.
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HILDA.-¿Cómo va a ser así? Si tu madrina le dice a todo el mundo que te quiere como a una hija y te regala vestidos y para Navidad te regala veinte pesos y para tu cumpleaños... Con tono de burla y jugando sin maldad con la envidia que la situación de su amiga le provoca. LAURA.-Me regala vestidos usados y los veinte pesos los necesitan en mi casa; Reviviendo la vergüenza con la que ha recibido los obsequios y el dinero... desde el primero de diciembre ya están muertos de miedo de que se le vayan a olvidar. ... recordando la miseria en la que vive con su familia... Y el hambre... ... y la necesidad nunca satisfecha... En casa de mi madrina piensan que ir a la fonda es vulgar y van por divertirse. ... va ordenando sus ideas... Pero para mí y mis hermanas significa una sola cosa: ¡comida! ... y sacando conclusiones. HILDA.-Ya sé todo eso. Cuéntame lo que pasó anoche. Totalmente confundida. Insiste. LAURA.-Pues eso fue lo malo, que me invitó a cenar. Cada vez más consciente del maltrato recibido, y de la invitación que en realidad significaba un pago. HILDA.-¡Dios mío! Eso ya lo sabía. ¿Te fue a buscar en su coche? Igualmente, sin entender a Laura. Pero emocionada, vuelve a anticiparse.
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LAURA.-Sí. Todas las vecinas se asomaron a verme salir y me decían adiós como si fueran muy amigas mías. Disfrutando por un momento la envidia que provocó en sus vecinas o tal vez descubriendo apenas la curiosidad malsana con la que se despedían. HILDA.-¿Es muy guapo? Yo nada más lo he visto de lejos. Imaginándose ella misma en la situación, sin poder visualizar al galán. LAURA.-No tanto, pero como anda tan bien vestido. Desviando la conversación de un punto que le duele. HILDA.-Bueno. ¿Y qué? ¡Se me está haciendo tarde! Otra vez hay pausa entre "bueno" y "¿Y qué?", a la espera del comentario, que no llega y provoca la última frase. LAURA.-Pues me subí al coche y él lo echó a andar... Todavía sin saber cómo plantear lo sucedido... HILDA.-Eso ya se sabe. Y llegaron a la fonda y ¿luego? ... Hilda la interrumpe. Y vuelve a anticiparse.. LAURA.-No... es que... no llegamos a la fonda. Tratando de encontrar las palabras adecuadas. HILDA.-¡No me digas que te llevó al restaurante que acaban de estrenar! Dicen que dan muy bien de comer. Encimándose nuevamente en lo dicho por su amiga. Anticipándose. LAURA.-No. Nada de eso. Molesta. Confundida. HILDA.-¿Entonces? Molesta. Confundida. LAURA.-Pues... Se decide al fin y empieza hablar...
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echó a andar el coche y ... ordenando las imágenes... ¿sabes? ... y las emociones... Yo quería portarme como una muchacha de la ciudad, de esas que conversan en forma muy animada... ... y tratando de justificar... pero como me costaba tanto trabajo hablar no me fijé por dónde íbamos... ... algo que no sabe siquiera por qué debe justificarlo... HILDA.-¡Ya sé! ¡Te llevó a la carretera y te besó! Nuevamente interrumpiendo y nuevamente anticipándose. LAURA.-No. ... con energía, aunque sin violencia. Pero me llevó cerca de la carretera. A esa zona donde nunca vamos y donde alquilan casas para... ¡quién sabe qué! Precipitándose por la mezcla de emociones... Y ¿sabes? ... buscando... ¡Tenía una preparada! Ya estaba el zaguán abierto. ... comprensión... Metió el coche antes de que me diera cuenta y un hombre cerró el zaguán y se fue... ... solidaridad. HILDA.-¡Ay Laura! Yo creo que tú ya no eres una buena muchacha. Más asombrada que escandalizada...
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Y ¿qué pasó? ... y llena de curiosidad. LAURA.-Pues le di una entrada de arañazos y de patadas y como es un enclenque... Disfrutando nuevamente su reacción ante la agresión de que fue objeto... HILDA.-¿Qué, eh? Nuevamente hay pausa pequeña entre las dos palabras, que significan en realidad dos preguntas. LAURA.-Pues empezó a pedir auxilio y no vino nadie. Y luego me pidió perdón casi a gritos y me dijo que me iba a llevar a mi casa... ... cambia el susto de la noche anterior por la diversión... Entonces dejé de pegarle, él fue a abrir la puerta y nos fuimos. ... y la satisfacción del recuerdo. HILDA.-¡Qué infamia! ¿Se lo contaste a tu mamá? Ya entendiendo un tanto lo ocurrido. Vuelve a anticiparse. LAURA.-No se lo puedo contar porque ya faltan diez días para Navidad y los veinte pesos... Con la amargura de la madurez recién adquirida. HILDA.-Oye y ¿qué te decía en el camino? Ha de ser de esos que luego se quedan como si no hubiera pasado nada. ¡Puercos! Seguro que te hablaba del tiempo. Buscando retomar el tono ligero, y presumiendo de sabiduría mundana. LAURA.-Estaba callado y luego se secaba la sangre de los arañazos con un pañuelo muy bien doblado. Con una sonrisa de satisfacción no plena. HILDA.-¡Qué asco! Y te llevó a tu casa sin decir una palabra más. Claro. ¿Qué podía decir?
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Finalmente solidaria y anticipándose. LAURA.-Pues sí dijo una cosa. Notablemente relajada después de su confesión. HILDA.-¿Qué cosa? No te quedes así. Tienes que contármelo todo. O ¿es que pasó algo peor? Sin entender el cambio de actitud de su amiga. Tratando de adivinar. LAURA.-Me dijo que si quería ir a cenar a la fonda. Con la tranquilidad recobrada. HILDA.-¡Qué fresco! Estos ricos de pueblo se creen que todo lo pueden. Quería aprovecharse de ti y como no te dejaste, te invita a cenar. Que eso le sirva de lección. A él y a su padre y a su madre que se sienten muy generosos y en realidad nunca te dan nada... ¿Qué cara puso cuando le dijiste que no aceptabas? Con apresurada vehemencia. Y anticipándose. LAURA.-Es que... Desconcertada. HILDA.-¿No habrás...? Absolutamente confundida. LAURA.-¡Claro que acepté! Después de todo, ¿por qué iba a quedarme sin cenar después de aquel disgusto? Francamente... ¡Y comí como loca! ... contenta... ¿Qué me ves? Comí ensalada de camarones y pollo frito y fresas con crema y pastel con helado... ... saboreándose...
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hasta que se me quitó bien el hambre. ... y satisfecha. HILDA.-Y él, ¿qué hacía? Sin saber ya que decir... LAURA.-Nada, No pudo comer nada. Alegre. HILDA.-Igual que en mi casa, que se van a quedar sin verduras. Adiós. ... se despide.
SUPEROBJETIVO: Recordar al público que no siempre el pez grande se come al chico. Es absolutamente necesario aclarar que este análisis de la obra es solamente un ejemplo. A continuación, otros dos textos de Luisa Josefina Hernández, para que los alumnos practiquen en ellos el análisis de texto, antes de interpretarlos.
CLEMENTINA. CLAUDIO. CLEMENTINA.-Esta alhaja es la más hermosa que tenemos. Tiene cuatro amatistas y el engarce es finísimo. CLAUDIO.-Usted es Clementina, la más joven de las Ruiz. CLEMENTINA.-¿Joven? ¿Desde cuándo son jóvenes las cuarentonas, señor López? CLAUDIO.-Antes, me decía usted Claudio. CLEMENTINA.-¿Antes? ¿Cuándo? CLAUDIO.-Cuando fue usted a aquel baile. Antes de que dejara de
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salir. CLEMENTINA.-Es verdad. Pues, como le decía, es una de nuestras mejores alhajas. Mírela bien, Claudio. CLAUDIO.-Es hermosísima. CLEMENTINA.-¿No se anima a comprarla? CLAUDIO.-No tengo tanto dinero en casa. ¿Le urge venderla? CLEMENTINA.-No precisamente. Pero ahora que murió mamá, hemos decidido deshacernos de todas estas cosas. No tenemos hijos ni sobrinos, ¿para qué las queremos? CLAUDIO.-Yo tampoco tendría a quién dársela... a menos que una de mis hermanas... Dígame usted ¿No era este collar el que llevaba en aquel baile? CLEMENTINA.-¿Cómo puede usted acordarse de un baile de hace veinte años? CLAUDIO.-¿Era o no era? CLEMENTINA.-Sí, Ese día me lo regalaron. CLAUDIO.-¿En cuánto quiere usted venderlo? CLEMENTINA.-Me aconsejó el joyero que no lo diera en menos de cinco mil pesos. CLAUDIO.-Me parece poco. El trabajo es finísimo y las piedras... CLEMENTINA.-El trabajo en oro no cuenta para venderlo. Las piedras las trajo papá de Rotterdam en uno de sus viajes. CLAUDIO.-Sí, es verdad que viajaba mucho. Recuerdo que pocos días después de aquel baile su padre murió y ustedes no volvieron a salir a la calle... ¿por qué? CLEMENTINA.-Primero, por el luto. CLAUDIO.-Ahora también están de luto. CLEMENTINA.-Sí es verdad. Y... con tanto calor. CLAUDIO.-¿Por qué no viene usted a mis huertos a dar un paseo? Allí hace otra temperatura... el viento... y los árboles... CLEMENTINA.-¡Me gustaría mucho! Hace años que no voy a un huerto. CLAUDIO.-¿Le parece bien mañana? CLEMENTINA.-Y... y...¿mis hermanas? ¿qué dirán? CLAUDIO.-¿De qué? CLEMENTINA.-De que no guardo el luto en forma apropiada.
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CLAUDIO.-Pero Clementina ¡si ha salido usted a la calle! CLEMENTINA.-Sí, pero salí a hacer un negocio. CLAUDIO.-Bueno. Y ¿qué hacía usted encerrada todos estos años? CLEMENTINA.-Pasteles, costuras, regaba las plantas. Tenemos millones de plantas. A veces paseaba por el jardín y casi daba carreras... ¡de fastidio! También leía libros... CLAUDIO.-¿Qué libros? CLEMENTINA.-De Historia y Geografía... en francés. CLAUDIO.-Ah sí. En nuestra época, las personas bien educadas sabíamos francés. CLEMENTINA.-¿Todavía se acuerda usted de su francés? CLAUDIO.-Un poco. Y Después del luto de su padre ¿por qué no salió más? CLEMENTINA.-Es algo muy peculiar. A mis hermanas no les gusta decirlo. Fue por un rencor. CLAUDIO.-¿De quién? CLEMENTINA,-De mamá. Voy a contárselo. Imagínese que al morir papá, averiguó que tenía una familia igual a la nuestra en otra parte. Una mujer y cuatro hijas, todas muy vulgares. Se puso a hacer cuentas y llegó a la conclusión de que había vivido más tiempo con ellas que con nosotras, por que le gustaban más. Entonces mamá tuvo una crisis en la que se arrepintió de todo, de su matrimonio, de habernos tenido, de la educación que nos venía dando... y nos encerró. Dijo que no valía la pena que cuatro mujeres tan refinadas anduvieran por el mundo. CLAUDIO.-Y ustedes ¿no se resistieron? CLEMENTINA.-A veces. ¡Pero nos habían enseñado a ser tan dóciles! CLAUDIO.-Todavía es usted tan rubia como entonces. ¡Y tan desenvuelta! CLEMENTINA.-Eso último es nada más la buena educación... ¿Y usted? CLAUDIO.-Me casé y fui... muy feliz. Vivimos muchos años dichosos pero sin hijos. Al fin íbamos a tener uno y los dos murieron en el parto. CLEMENTINA.-Lo siento.
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CLAUDIO.-Pero esas cosas pasan, como todo. Luego la soledad y los libros en francés. CLEMENTINA.-¿Le gusta el collar? CLAUDIO.-Tengo una idea. Comprárselo en abonos. CLEMENTINA.-¿En abonos? Pero eso es de muy mal tono... CLAUDIO.-Sí. Pero de muy mal tono mío, no de usted. CLEMENTINA.-¿Mensuales? CLAUDIO.-No. Diarios y con ciertas condiciones. CLEMENTINA.-¿Cómo dice usted? CLAUDIO.-Eso que dije. Me temo que la asusto, Clementina. ¡Si viera que cara puso! CLEMENTINA.-No me asusta, pero no le entiendo. ¿Cómo sería eso? CLAUDIO.-Sí. Usted vendría todos los días a cobrarme un abono, digamos de... veinticinco centavos CLEMENTINA.-¿Cómo? CLAUDIO.-De veinticinco centavos. Entretanto, puede usted conservar su collar hasta que yo termine de pagarlo. CLEMENTINA.-Y ¿Las condiciones? CLAUDIO.-Que venga usted misma a cobrarlos y que cuando no pueda, por alguna razón, no se acumule mi deuda, sino que se detenga hasta que usted pueda venir y yo reanude el pago. CLEMENTINA.-¡Qué extraño es todo esto! CLAUDIO.-Una mujer que se ha pasado veinte años encerrada a causa de un rencor, no puede permitir que en nada le parezca extraño. CLEMENTINA.-¿Cree usted...? Dice usted que tengo que venir todos los días a que usted me de veinticinco centavos y que si no vengo... falto a las condiciones y usted deja de pagarme hasta que yo regrese. Mientras tanto, puedo quedarme con el collar... CLAUDIO.-Me ha comprendido usted perfectamente. Dígame Clementina, ¿Usted también recuerda el baile? CLEMENTINA.-Sí... recuerdo... El ramito de flores con mango de marfil que usted me regaló. Todavía lo conservo. Estaba usted en la puerta con sus flores cuando entré con papá... CLAUDIO.-Estaba usted vestida de lila y sus cabellos...
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CLEMENTINA.-Allí le di el brazo... CLAUDIO.-No perdimos ni una sola pieza. Ya se murmuraba. CLEMENTINA.-No Claudio, lo del collar es demasiado extraño. ¿Qué dirán? CLAUDIO.-Que hace usted un negocio. ¿Acepta usted? CLEMENTINA.-...Acepto. CLAUDIO.-Desde mañana, entonces. CLEMENTINA.-Desde mañana... CLAUDIO.-Le tendré preparado un buen vaso de limonada y mi álbum. Tengo una álbum de fotografías que va a recordarnos muchas cosas... ¿Por qué vino a venderme la alhaja precisamente a mí? CLEMENTINA.-Porque recordaba que era usted hombre de buen gusto. Buenas tardes. CLAUDIO.-Gracias. Buenas tardes. CLEMENTINA.-Se me olvidaba. ¿Cuánto piensa usted pagarme por el collar? CLAUDIO.-Lo que usted mande. CLEMENTINA-Adiós. Hasta mañana.
EL JUEZ. DON JOSÉ. JUEZ.-A pesar de los años que llevamos de conocernos, no puedo pasar esto por alto, es una irregularidad que... DON JOSÉ.-Usted me pidió el acta y yo se lo traje. JUEZ.-Ya le he explicado que esta acta no sirve. DON JOSÉ.-No pierda usted la paciencia, señor Juez y tenga en cuenta que nuestra situación es desesperada. JUEZ.-Usted no coopera conmigo debidamente. DON JOSÉ.-¿Cómo? Usted me pidió una acta de matrimonio y yo se la traje enseguida. JUEZ.-Esta acta es falsa. DON JOSÉ.-¿Cómo puede usted pensar eso? La saqué directamente del Registro Civil y como tenía prisa tuve que pagar veinte pesos. De
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haber sabido que iba usted a ponerle objeciones hubiera pagado sólo cinco y la hubiera traído mañana. JUEZ.-No me entiende usted. DON JOSÉ.-Yo lo único que entiendo es que no puedo vivir ni un día más con doña Cándida y que ella no me quiere dejar en paz hasta que estemos legítimamente divorciados JUEZ.-Eso quedó claro desde el principio. Tráigame usted el acta, sin ella no puedo divorciarlos. DON JOSÉ.-Ya se la traje. JUEZ.-¿Cómo se llama usted? DON JOSÉ.-¡Ah qué señor Juez! José Ramírez, para servirle desde hace muchos años. JUEZ.-¿Y su esposa? DON JOSÉ.-Doña Cándida López de Ramírez JUEZ.-Muy bien. Entonces, ¿porque me trae usted el acta de matrimonio de un tal Rodrigo Ramos y de una señora Juliana Pérez? DON JOSÉ.-Porque usted me la pidió. JUEZ.-Le pedí la suya. Su acta de matrimonio, no la de dos personas que tal vez ya no existen DON JOSÉ.-Si existen. Son nuestros vecinos. JUEZ.-Don José, ¿Por qué no me trae una acta de matrimonio con los nombres de usted y de su mujer? DON JOSÉ.-Porque nunca la hemos tenido. JUEZ.-¡¡Cómo!! DON JOSÉ.-Nunca registramos nuestro matrimonio. JUEZ.-¿Qué quiere decir con eso? DON JOSÉ.-Que fue un acuerdo privado entre los dos y no fuimos al Registro Civil. JUEZ.-Mire, don José, váyase a su casa y no me quite más tiempo. DON JOSÉ.-No entiendo su enojo. Doña Cándida y yo éramos muy libres de ponernos de acuerdo en cualquier asunto y no ofendíamos a nadie. JUEZ.-Váyase al diablo! DON JOSÉ.-¿Qué quiere usted decir con eso? JUEZ.-Que doña Cándida y usted son amantes y por lo tanto no
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necesitan ningún divorcio. DON JOSÉ.-¡Lo que diría doña Cándida si pudiera oírlo! Está usted equivocado, señor Juez. JUEZ.-Son amantes todos los que viven unidos sin haber pasado por el registro. DON JOSÉ.-Usted perdone, pero no es verdad. Doña Cándida y yo llevamos una vida enteramente matrimonial. JUEZ.-Don José, no tengo tiempo... bueno, explíqueme usted quiénes son amantes. DON JOSÉ.-Son amantes esas personas de vida airada que se reúnen por casualidad y para satisfacer sus bajas pasiones. Gente sin temor a Dios y sin consideración para sus semejantes. JUEZ.-Muy bien. Ahora dígame usted quiénes no son amantes pero viven juntos y no han registrado su... matrimonio. DON JOSÉ.-Doña Cándida y yo. JUEZ.-Quiénes más? DON JOSÉ.-Todos los que se hayan conducido tan solemnemente como ella y yo. JUEZ.-En qué consistió esa conducta? DON JOSÉ.-En primer lugar yo pedí la mano de doña Cándida y me fue concedida por ella misma porque era huérfana. En segundo lugar fijamos un día determinado para que ella viniera a vivir conmigo y llevamos todos sus objetos personales a mi casa a la luz del día, sin disimulos de ninguna clase. En tercer lugar hicimos un viaje de luna de miel. En cuarto lugar siempre hemos llevado la vida honesta y seria de cualquier matrimonio. ¡En qué piensa usted, señor Juez? JUEZ.-No sé. Pero se me ocurre una cosa. ¿Por qué quiere usted registrar su separación si no consideró conveniente registrar su unión? Sepárese usted solemnemente de doña Cándida y asunto terminado. DON JOSÉ.-Eso es imposible, señor Juez. JUEZ.-Por qué? DON JOSÉ.-Porque doña Cándida se resiste a vivir en una situación que pueda dar lugar a confusiones. Es una de esas mujeres definitivas por naturaleza. Dice que una mujer no puede ser más que
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soltera, casada o divorciada y que ella debe tener un sitio en la sociedad. Doña Cándida es de moral muy estricta y jamás consentiría en ser objeto de habladurías. JUEZ.-Me parece muy extraño después de lo que me cuenta de su... matrimonio. ¿Será sincera? DON JOSÉ.-Es tan cierto lo que le cuento que ese es el motivo de nuestro divorcio. Me resulta desagradable vivir con una mujer tan seria. JUEZ.-Veo que su problema es tan difícil de solucionar que tal vez el mejor camino para usted sea acostumbrarse a vivir con doña Cándida. DON JOSÉ.-Eso también es imposible. Doña Cándida es insoportable. Es quisquillosa y está llena de remilgos, todo, según ella, debe hacerse con rectitud y seriedad, tiene una moral muy estrecha con la que me atormenta continuamente y hasta ha acabado con la mayor parte de mis viejas amistades por juzgar su conducta con mucha severidad y sin ocultarlo. Doña Cándida se porta como si siempre fuera el día del juicio y ella ya tuviera asegurado el cielo. JUEZ.-Me temo que sólo hasta que ese día haya llegado podrá usted aclarar este asunto satisfactoriamente. DON JOSÉ.-Y ¿mientras, señor? JUEZ.-Mientras, póngase en manos de otro juez y no omita ningún detalle de los que me ha dado. DON JOSÉ.-Muchas gracias, señor Juez, así lo haré. Cada uno de los ejercicios anteriores tiene una gama infinita de interpretaciones, ya que cada alumno encontrará y destacará diferentes aspectos de cada uno de los personajes, según su propia percepción y talento. Para los cursos avanzados, recomendamos el uso de los textos que correspondan a las otras clases: actuación, análisis de texto, historia del teatro, montaje dirigido, etc., a las que asistan los alumnos al mismo tiempo que siguen este curso.