SUPLEMENTO DE LA REVISTA
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México, D.F. 16 de julio de 2009 Cooperación voluntaria
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PRESENTACION Hemos decidido dedicar el número ocho del Suplemento a otro aspecto de las enseñanzas de las recién pasadas elecciones, pues sus lecciones son importantes para definir los lineamientos tácticos en las batallas que vienen. Nuevos hechos se han cruzado que exigen valoración. Las exigencias por la renuncia de Jesús Ortega, la reunión de Morelia, despertaron expectativas en quienes desean que el PRD retome un camino consecuente con su divisa de revolución democrática. Las esperanzas, una vez más quedaron frustradas. Pero mostraron mucho a quienes quieren ver lo que realmente es el PRD.
CONSEJO Director General: Armando Martínez Verdugo Directora Editorial: Ma. de Lourdes Ramírez Flores Webmaster: Flaviano Ojendiz Arley 2
PRIORIZAR EL TRABAJO POPULAR Los resultados de las elecciones intermedias han dejado claro que la desunión de las fuerzas antineoliberales es dañina, muy dañina, para la lucha electoral liberadora. La falta de unidad en estos comicios es una de las causas de los resultados tan lamentables para el pueblo (los candidatos de las diversas tribus, que “ganaron” están satisfechos pues su fin es alcanzar un hueso más; ganando ellos que ruede el mundo). Pero estos comicios han demostrado que es equivocado confundir la unidad del PRD con la unidad de las fuerzas electorales democráticas, de la misma manera que es falso pensar que dicha unidad de todas las fuerzas pasa por la refundación o la re-conquista de ese partido o que la unidad está determinada por qué tribu dirige al PRD. Entre otras razones, esta creencia ha sido un motivo más de la catástrofe electoral perredista. Con esto, naturalmente, no queremos decir que la unión masiva electoral popular necesariamente deba dejar fuera a los esfuerzos perredistas (si los hubiera). Decimos, eso sí, que estos esfuerzos perredistas no son ni serán determinantes para alcanzarla. El PRD puede estar desunido, con las tribus agarradas de las greñas, puede estar dirigido por una u otra corriente, puede no estar conquistado ni vuelto a fundar, o puede estar en situación contraria a todo eso, y hoy su estado real no va a determinar la unión electoral de las fuerzas anti-neoliberales. Lo mismo decimos sobre el PT y Convergencia. Esta 3
unidad debe buscarse y construirse preferentemente mediante y a través de la articulación de las resistencias populares. Nadie puede negar lo deseable, es decir, anhelar que el PRD estuviera dirigido por verdaderos anti-neoliberales y demócratas consecuentes, pero no es así. El hecho real es que está dirigido, de lado a lado, por clientelares y corruptores de la conciencia popular. El otro hecho innegable es que en ese partido no existen núcleos de militantes consecuentemente anti-neoliberales y democráticos que realmente cuenten con fuerza para comandar a dicho instituto. De hecho, tampoco superará su práctica clientelar y corruptora de la conciencia popular; sólo la variará en forma y en matiz. Este partido puede contar con una cantidad mayor o menor de dirigentes en puestos de la llamada elección popular, y ello no le va a significar una aportación mayor en el 2012 que el preponderante cometido concreto, ganado hoy a pulso, de solamente proporcionar registro a AMLO en el 2012 y muy poco más. Igual puede decirse de PT y Convergencia. La responsabilidad de la victoria en las próximas elecciones presidenciales recae y recaerá más cada día en el movimiento popular, en la combativa articulación de todas las resistencias populares en torno al objetivo de hacer morder el polvo de la derrota a la mafia usurpadora. Debemos insistir con toda la fuerza posible de que los comicios del 2009 han aclarado el papel preponderante, central y fundamental del movimiento popular, de sus diversas resistencias. Es este movimiento el factor y la garantía mayor de posibilidad de victoria en las siguientes elecciones presidenciales; de él depende y dependerá cada vez 4
más que no se repita la usurpación. Y este papel protagónico del movimiento popular se desarrollará no por la acción de aquellos partidos llamados de izquierda, sino por la acción continuada y consecuente de todos los activistas revolucionarios y de todas las dirigencias y conducciones políticas que en los hechos, en dichas resistencias populares operan desmarcados del PRD y de los otros. Antes de los actuales comicios había confusión al respecto, pues el PRD aparecía como la clave del triunfo y la principal condición para frustrar cualquier intento de fraude. Con las elecciones del 2009 esta falsa y negativa apariencia se debilitó o hasta se diluyó en varios aspectos. Éstas elevaron la preponderancia de las múltiples direcciones políticas realmente extra-partidarias por encima del PRD y, sobre todo, aumentaron el papel de los luchadores revolucionarios de base. Antes de las elecciones recién pasadas se creía firmemente que había que dedicarse en cuerpo y alma a la construcción del PRD, a la calidad de su actuación, al contenido de sus estructuras, a ganar sus instancias de dirección. Peleas muy fuertes de los perredistas se dieron entre sí por el control de las jefaturas y los recursos. Esas riñas seguirán pues está en la naturaleza política de los jefes de todas las tribus ocupar cargos que les den privilegios y dinero. Pero después de aquellos comicios, la apreciación popular parece haber cambiado o cuenta con mayores posibilidades de cambiar si se ayuda al pueblo a sacar las debidas conclusiones. La confianza está trasladándose más fuertemente hacia el movimiento ciudadano y hacia el liderazgo de AMLO. La confianza se mueve hacia los luchadores 5
consecuentes y sus liderazgos políticos. Esto es lo real, aunque no nos parezca totalmente positivo y conveniente, pues lo mejor sería que los tres factores (movimiento ciudadano y popular, Partido y liderazgo) se visualizaran como un solo agente y como una sola pieza de un engranaje único transformador. Pero la acción disgregadora del poder burgués hegemónico sobre el PRD le hizo cosechar lo que venía sembrando con el uso reiterado de recursos y métodos priistas. Hoy hay que dedicarse en cuerpo y alma a la construcción del movimiento popular y, mejor todavía, al levantamiento popular civil pacífico. Ésta es la divisa principal que se deriva de los comicios del 2009. Ante esta situación, el Colectivo RP reitera su ya antigua posición: no perder tiempo en las querellas, cotilleos y enredos del Partido de la Revolución Democrática; dedicar cada micra del esfuerzo militante a organizar al Levantamiento popular civil pacífico (el Lpcp). El compañero AMLO, los militantes realmente comprometidos con la revolución democrática, nuestros militantes que están afiliados al PRD harían mal en gastar fuerzas en los pleitos tribales perredistas. De nada sirve, en lo fundamental, dedicar esfuerzos en quitar a Jesús Ortega de la Presidencia pues la ocuparía alguien en el fondo igual a él. ¿Acaso se cree que en lo fundamental se reconduciría a ese partido hacia un derrotero de revolución democrática si la dirección la tiene un Pablo Gómez, una Amalia García, un Armando Quintero, una Dolores Padierna, un René Bejarano o cualquiera de los jefes de las mini-tribus que sobreviven por el deseo de hueso? Pero no meterse en esas trifulcas es no meterse, es decir, 6
tampoco nos ocuparemos de condenar a quienes sigan insistiendo en controlar al aparato partidista creyendo que la naturaleza de ese partido descansa en quién mueve los hilos de su maquinaria. El encuentro de Morelia en el que supuestamente se superarían los problemas que dieron pie a los resultados electorales, redundó en lo que podía originar, un parto de los montes; se anunció un león y nació un ratón. Ante el episodio tan significativo de Iztapalapa, esta táctica de priorizar en el movimiento popular y en los activistas de base mostró sus bondades. Pero Iztapalapa puso de relieve algo de gran importancia para el futuro trabajo revolucionario en estos tres años de aquí al 2012. Nos referimos a la actuación de Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué hizo este líder histórico de la actual resistencia ciudadana más importante del país? Se desmarcó del PRD, es decir, emprendió un camino de lucha en el que la práctica política es contraria a aquel partido, se quitó de encima la marca perredista que mucho daño le estuvo causando, emprendió firmemente la acción que prioriza el trabajo popular, situó a los partidos como lo que hoy han llegado a ser, esto es, herramientas que el movimiento popular debe usar sin mediatizarse en sus problemas internos. Para desmarcarse, Andrés Manuel no tiene necesidad de renunciar al PRD, pedir la renuncia de nadie, apoyar a ninguna corriente o líder perredista en los esfuerzos de éste por ganar alguna posición. Andrés Manuel hizo bien en no asistir al cónclave de Morelia y darse un baño de pueblo en Iztapalapa. Pero lo fundamental estriba en que López Obrador parece haber cambiado en las formas de cambiar. 7
Ya no es posible luchar por las transformaciones verdaderas y tajantes (AMLO dixit) o luchar por el cambio usando formas en las que se permite envolverse en pleitos por la maquinaria partidista o se distraen esfuerzos y energías en lugar de dedicarlas al cien por ciento en la organización, en la capacitación, en la comunicación y en la lucha popular-ciudadana. No puede seguirse sosteniendo la proclama fundamental de aquella Convención Nacional Democrática de luchar por “la abolición del actual régimen de corrupción y `privilegios” y darse permiso para participar en las querellas por el control del aparato del PRD usando recursos que nada piden a los medios usados por chuchos, bejaranos, amalios y demás. Cambiar las formas de cambiar eso es lo que significa desmarcarse del PRD, o, lo que es lo mismo, quitarse de encima cualquier forma priista de proceder con el pueblo, abandonar cualquier elemento de corporativismo, de exclusión, de desprecio hacia otras fuerzas políticas y sociales. No es tan simple como abandonar las filas de este partido, pues alguien puede salirse y traer consigo el mejor bagaje perredista, o sea, su priismo.
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