Sin Embargo, Los Muebles (con Cano, 2008)

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Sin embargo, los muebles Cano y Longo

SIN EMBARGO, LOS MUEBLES ESCENA 1

Samuel, en un tugurio de mala muerte. Escucha la opera prima de los Hermanos Paganini: “Il ritorno al póvolo sin un sope”. Su atmósfera melalcohólica inunda el rincón oscuro donde él se encuentra, ahogando su existencia en un vaso de vino a medio tomar. Son las 10 de la mañana. Entra Juanito Laguna a lustrarle los zapatos. Samuel le hace señas al mozo. El mozo entra con una damajuana en la bandeja y le sirve más. Cuando Juanito va a cobrarle, Samuel lo corre de una patada. Suena el teléfono del barsucho. El Cantinegro va a tomar el auricular. Samuel en un acto de arrojo corajudo, le arrebata el teléfono al Cantinero. El mozo y el Cantinegro miran resignados. SAMUEL:

Espere un segundo que le comunico. (Se acerca a la victrola tapando el auricular y

pone una moneda. Elige un tema de tinte social: “La hiperinflación” por el cantautor John Lennin Kravitz. Música. Acerca el auricular al parlante. Luego habla) “Usted se ha comunicado con Goldsteiner and Co. Si desea realizar una consulta marque 1; si se encuentra apurado marque 2; si está con tiempo de sobra, espere, que uno de nuestros empleados lo atenderá. Tuuuu. (El mozo apila unas copas en la bandeja y las lleva al cuarto contiguo) ¡Ah! ¡Ounjnfdsjajfdsjg! Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle?

Rita, en otro tugurio de mala muerte: una peluquería de barrio. Viste de rosado, pulcramente. Habla desde el celular de la peluquera. Ella le retoca el cabello, haciéndole un peinado escultural, que bien nos recuerda las obras de Lola Mora. Demora en finalizar porque está afilando su tijera en una bicicleta, ejecutando el silbato típico del afilador. RITA: Hola, disculpe que lo moleste. SAMUEL: No. RITA: Busco a mi esposo. SAMUEL: ¿Aquí? ¿Cómo se llama? RITA: Samuel. SAMUEL: ¿A ver? Ah, sí, en estos momentos lo estoy viendo. Es un gran trabajador. El mejor de la empresa. RITA: Samuel, ¿sos vos? SAMUEL: No. RITA: Samuel, no me jodás que se me corta. SAMUEL: ¿Qué pasó mi amor? (Vuelve el mozo, con un mono haciendo malosbares sobrela bandeja) RITA: Estuve hablando con mis papis, les dije que no nos prestaran el dinero, porque como vos dijiste, ibas a conseguirlo hoy… Porque recordá que hoy vence el plazo para evitar el embargo, ¿mentendé, Samueli? ¿Qué pasa? ¡Hola! ¿Me estás escuchando? SAMUEL: Sí. RITA: Porque cobraste, ¿no? SAMUEL: No. RITA: ¿Cómo que no? SAMUEL: Sólo un adelanto. RITA: ¿Y no pensabas llamarme para avisar? SAMUEL: Estaba por… y justo… me llamaste, me ganaste de mano.

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Sin embargo, los muebles Cano y Longo

RITA: Yo no quiero que tengás problemas con mis papis, por eso se los dije. Sé que necesitamos el dinero pero vos me lo dijiste y yo lo hice. ¿Hice bien? SAMUEL: Sí, mi amor. La plata de papis no. RITA: Bueno, me quedo más tranquiluchi, porque estaba nerviosingui. Imaginate que mis papinis nos prestaran el dinero… porque nos lo prestaban, no nos lo regalaban. (La peluquera,

que ha dejado de afilar, toma un aerosol y le pinta el pelo de color verde. Se entusiasma y se pone una mascarilla y hace grafittis por todo el local) Porque una cosa es que te digan: “no te preocupés, yo me hago cargo”, o sea, cargo con la responsabilidad, y otra muy distinta que te digan: “no sé, pasá mañana”, porque eso fue lo que me dijo papuli. ¿Se habrá enojado? No, si no, nos lo hubiera prestado pero sí podría enojarse si nos prestara el dinero y luego, no pudiéramos devolverseló. Porque íbamos a devolverseló, ¿no, Samuel? SAMUEL: Sí. RITA: ¿Samuel, no te da la sensación, por decirlo así, de que sólo tapamos agujeros? SAMUEL: Ayer, le hice un buraco al caño de agua para poner el llavero. RITA: Ah, por eso no podía bañarme. Bueno, me voy a mis papinis. ¿Te conté que estuve pensando? Sí, toda la tarde y la mañana también. Me di cuenta de que no nos alcanza… bueno, sí nos alcanza pero llegamos con lo justo a fin de mes y de suerte nos damos algunos gustos y nos vestimos de lujo. No tenemos cosas caras. Porque soy buenita, no te estoy diciendo: “llevame a comer caro, gordini, llevame a comer caro”. No, yo me conformo con cualquier cosucha rica y no pido más porque te acordás que te conté que fui niña exploradora. SAMUEL: Sí. (Por detrás pasa el mozo, llevando en su bandeja un balde de 10 litros de pintura látex para

exterior. Se dirige hacia otra puerta) RITA: Leí en una revista de mujeres que la base de la economía está en el ahorro… ¡el ahorro! “¿entendí?. Sí” me dije ¿y adiviná qué? SAMUEL: ¿Que? RITA: ¡Me compré un chanchito! ¡Re gordo, gordo! ¡Para muchas moneduchas! ¿Adiviná qué? SAMUEL: Hum. RITA: ¡Tiene la camiseta de Boca, gordete, Boca! (La peluquera se pone a batir huevos) ¡Y se parece a vos! Iba a ser una sorpresuña pero me dije: “no, se lo tengo que contar”. Sé que no te gustan las sorpresingas y a mí no me gusta aguantar y lo largué. “¡Ma’ sí! Se lo tengo que contar” y te lo conté. ¿Estás contentulo? SAMUEL: Sí. RITA: No se te nota. Lo vi y me enterneció tu parecido. SAMUEL: Ja, ja, estoy feliz. RITA: Samuel, tengo que dejarte. SAMUEL: ¿Para siempre? RITA: No, tonturri. Me voy. SAMUEL: ¿De casa? RITA: ¿De dónde va a ser? SAMUEL: ¿Con quién te vas? RITA: ¿Con quién querés que me vaya? SAMUEL: ¿A dónde? RITA: Samuel, ¿qué te pasa? SAMUEL: ¡Contestame, carajo! (Pasa el mozo) RITA: No sé, Samuel. SAMUEL: ¿Con quién vas a estar? RITA: No sé, con alguien. SAMUEL: ¿Quién es Alguien? RITA: (Al Borda del llanto) ¡Basta Samuel! ¿Qué te pasa?

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SAMUEL: Nada, es que estaba mi jefe. Ahí viene. (Vuelve el mozo, ahora con una silla de ruedas en la bandeja) ¡Que no me entere que me estás sacando la vuelta porque te saco de las mechas a la calle, desnuda como Dios te trajo al mundo, como una…! Se fue… Bebé, porque sos mi bebé, ¿no? RITA: Sí, soy tu bebota. SAMUEL: Bebota no, bebita. RITA: No, bebota. SAMUEL: Bebita. RITA: Bebota. SAMUEL: Bebita, bebita, bebita. RITA: Bebota, bebota, bebota. SAMUEL: ¡Que paliza te voy a dar pendeja! ¡Sos mi bebita y se terminó! ¿Me escuchaste? RITA: ¿Ahí pasó tu jefe?

Silencio. La peluquera le unta el pelo con huevo. ¿Creés que te va a dar el aumento? SAMUEL: Sí. (Vuelve el mozo) RITA: Ya estuve sacando cuentas con lo que vas a ganar, ¿y adiviná qué? SAMUEL: ¿Qué? RITA: Tengo todo planeado, de acá a 5 años: lo que debemos gastar mes por mes incluido Navidad y los cumpleañuchos que, decís que son a la canasta y terminás pagando todas las pizzetas… Todo calculado, y dejé un porcentaje para imprevistos… igualmente es pequeño pues es como una caja chiquituli para comprar carameluchos o dar limosna en la iglesia porque… Ah, porque la canasta familiar básica se ha incrementado en los últimos meses, producto de la inflación y el paro agropecuario… Estuve pensando pensando pensando. SAMUEL: (Pasa el mozo con el dueño de la silla de ruedas sentado en la bandeja) No me digás nada. Toda la tarde y la mañana también. Bah, desde que me fui. RITA: No tontolete, no. Estuve pensando recién mientras me depilaba que qué bueno sería que, si no podemos comprarnos una casa en la tierra, no importa porque podemos comprarla en el cielo, y monedita tras moneducha van sumando y son muchas… así dijo el Padre Mario el domingo y saqué la cuenta sumando lo de la Comunión, que fui durante dos años todos los domingos y llegué a… Tocan timbre. (La peluquera va a abrir la puerta en patines) ¡Hola! ¿Me estás escuchando? SAMUEL: TU TU TU TU TU TU TU TU TU TU TU TU TU TU ESCENA 2

Samuel llega a su casa. Rita, sola, en medio del comedor, en penummmmbrasssss. La casa... está… desamueblada. SAMUEL: ¡Hola! Busco a mi mujer. RITA: Soy yo, tarado, pasá. SAMUEL: ¿Qué te pasó? ¡Contame, qué te pasó en la cabeza, qué te hicieron, hijos de puta! RITA: Vengo de la pelu, gordis. Y mirá con lo que me encontré… SAMUEL: ¿Qué pasó? Decime. RITA: Bueno, cortala con mi pelo. ¿Qué crees que pasó acá? http://longoteatro.blogspot.com 

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SAMUEL: Que algo pasó. RITA: Sí.

Silencio. SAMUEL: Hablé con mi jefe y me dijo… RITA: Basta Samuel. ¡No pagaste! SAMUEL: No. RITA: Se llevaron todo. SAMUEL: Bueno, sí, ya lo sé. Gracias, ¿no podías cambiar esa cara de trasero transpirado, y sonreír, por lo menos? He trabajado todo el día tengo hambre, sueño, estoy cansado de caminar… Y llego y te veo así… ¡Pero qué te hicieron esos hijos de puta! ¡Mirá cómo te dejaron! ¡Mirá! ¿Dónde pusiste el sillón? Esperar el colectivo, empujarme con la gente, aturdido por las ondas sonoras del que vende lapicera de mango retráctil, bocina, grito, bocina, gente que golpea, moto que acelera con el caño así… ¡Las miradas! Te miran como si fueras un ladrón en potencia, asesino, y lo peor es que detrás alguien viene y seguro te está mirando ¡Acá había una heladera! ¡No vayás a pasar corriendo! ¡No corrás! Creen que estás escapando de un robo, que llevás algo, un revolver, armas de destrucción masiva y no, no, no, es que me estoy agarrando la corbata para que no se me bambolee, pero no todos los saben, entonces tengo que quitármela para así despejar toda duda sobre mi persona, mi rostro, mi forma de caminar amanerada y sobre todo mi mirada… una mirada penetrante muy peligrosa, pues algo esconde en su interior la mirada: esa que tenés ahora con la que me mirás y me juzgás brotando fuego… un fuego que me quema, me condena. Ponete algo en esa cabeza y servime el almuerzo, tengo hambre. ¿Qué tengo, nariz de payaso? RITA: Me decepcionás a cada instante. SAMUEL: Yo me decepcionó a mi mismo mucho más. RITA: ¿Dónde está el dinero? SAMUEL: No cobré. RITA: ¡Mentira! ¡Mentira! SAMUEL: ¡Está bien! RITA: ¡Hablá o te corto en mil pedazos! SAMUEL: ¡Soltá ese cuchillo! ¿De dónde lo sacaste? RITA: Fue lo único que salvé del embargo, aparte de esas cortinas rusas que me regaló mi ex, cuando estudiaba búlgaro. SAMUEL: ¡Pero si yo te las regalé! RITA: ¡Por eso, mi ex! SAMUEL: ¡Ah, ya veo! RITA: ¡Mejor, porque en poco te quito los ojos! SAMUEL: ¡Tranquila! ¡Tranquila, perra del carajo!

Se leabalanza y la golpea a cachetazos limpios. RITA: ¡Soltame, abusador de mujeres! SAMUEL: ¡Estoy defendiéndome, asesina! RITA: ¡Asesina tu madre!

Silencio. Se quedan quietos. RITA: Perdón.

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SAMUEL: Sabés que me duele, que es una herida que hasta hoy sangra. Te gusta echarle limón. Rita, sos cruel… ¡Soy huérfano! ¡Lo sabías y por eso lo dijiste! Sabías que nací en prisión, en Batán. Luego me criaron en Caseros, en Devoto hice la primaria, y gané una beca para hacer mis pasantías en el correccional de menores de Valle Fértil. Por eso te veo con ese cuchillo y me acuerdo de mi madre, y no quiero que mi hijo sufra como yo… RITA: Perdón: no tenemos hijos, gorduchi. SAMUEL: Por tu culpa, porque siempre estuviste a favor de la pastilla del día después. ¿Y los muebles? ¿Dónde están? Te los llevaste a la casa de tus papis. RITA: No. SAMUEL: Ellos nunca me quisieron y no lo hicieron porque… vos no me hiciste querer. Nunca me los presentaste y cuando lo hacías eran esos momentos en que caía en depresión, era un buen chico aunque me drogaba ¡pero era porque necesitaba ayuda, carajo! Nunca me encontraron lúcido y esa era tu culpa. RITA: Ellos siempre te quisieron. SAMUEL: ¡Mentira! Me echaron quince veces. RITA: Eso fue con tu novia anterior. SAMUEL: ¡No! ¡No! ¡Por qué me lo hiciste acordar! Años de terapia para olvidarla. Tiempo y dinero gastado para que en un segundo echés todo a perder. Lo sabías y por eso lo dijiste, a propósito porque sabés que me duele. Sos cruel Rita, sos cruel. RITA: Perdón, pichonzuelo. SAMUEL: Basta de perdón. RITA: ¡Perdoname, mierda! SAMUEL: Tranquilizate. RITA: ¡Ah! ¡Te voy a matar! ¡Me tenés harta! Que te gusta y no te gusta, que te lastimo y no te lastimo. Hago lo posible para satisfacerte y qué consigo. Que me maltratés. ¡Pedime perdón! SAMUEL: Sí, mi amor. RITA: ¡Perdón! SAMUEL: Está bien, mi amor. RITA: ¡Dejá de llorar y pedí perdón! SAMUEL: Bueno. RITA: Te estoy esperando. SAMUEL: Bueno, ¿uno no puede sentirse mal? RITA: ¿En qué te la gastaste? SAMUEL: En nada. RITA: ¡Hablá, carajo! SAMUEL: No te alterés. Sí, me la gasté. Me la gasté toda. Hacía dos meses que no me pagaba cuando de pronto me llama a la oficina y me da todo el sueldo junto nunca en mi vida te lo juro en mi vida había tenido tanto dinero y todo junto contante y sonante la mano me temblaba la guardé en el bolsillo y temía que fuera a caerse que alguien metiera la mano sin que yo me diera cuenta entonces decidí invertirla en ocio. RITA: ¿Qué tipo de ocio? SAMUEL: Nada: alcohol y mujeres. RITA: ¿Te gastaste el dinero en locas?

Silencio. SAMUEL: Ninguna es como vos. RITA: ¿Estás diciendo que soy una loca? ¡Soy una loca! ¡No soy una loca! ¡Me vas a volver loca! SAMUEL: Sólo estaba diciendo que ninguna lo hace mejor que vos.

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RITA: ¿Hace qué cosa? SAMUEL: Ay, por Dios. ¿Todo tengo que decirte? RITA: ¡No puedo creerlo! ¡Te mato! SAMUEL: No, pará. No te enojés. Si estábamos bien, encima que te digo la verdad te enojás. No, para eso no te cuento nada. ¿Preferís que no te cuente nada? No. Bien. Entonces debo serte sincero. Realmente no te entiendo, debería ser un cabrón y realizar todo a espaldas tuyas. No contarte nada, como hacen mis compañeros de trabajo. Encima que no te miento me tratás así. Es injusto. RITA: Me engañaste. SAMUEL: No, si te estoy diciendo la verdad, pero no querés creerme. RITA: Me das asco, te acostaste con otra mujer. ¿Con cuántas más lo has hecho? SAMUEL: No me acosté con ninguna mujer. No me pagaron o qué te crees. No me pagaron un peso.

Huele. RITA: ¿Qué? SAMUEL: Tenés olor a cognac. RITA: ¿Qué? SAMUEL: Sí, sí, tenés un olor a cognac que da asco. ¿Dónde estuviste? RITA: Estuve acá. SAMUEL: ¡Mentirosa! ¡Perra! ¡Borracha! Te embriagás. Claro, después te aparecés con ese pelo… y hablando sobre tus alucinaciones como si fueran realidad. RITA: ¡Te voy a matar! SAMUEL: ¡Matame perra! ¡Ya no me importa! RITA: ¡Ah! SAMUEL: ¡No me mirés así! ¡Con esos ojos! ¡Te voy a reventar! Andate de esta casa. RITA: El contrato está a mi nombre. Por lo tanto, es mía, Samuel. SAMUEL: Sólo te importa lo tuyo. Hablás sólo cuando no tengo razón. ¿Por qué no me interrumpiste cuando hablé del… del… del…? ¿Ah? ¿A dónde vas? RITA: A buscar plata… plata para pagar el embargo, ya que quien tenía que hacerse cargo no lo hizo. SAMUEL: ¿Me hablás a mí? RITA: No, al panchero. SAMUEL: Viste, algo tenés con ese. RITA: Voy a buscar a mi mamuchina. Más vale que se te ocurra alguna buena idea para salir de esta. Hacé magia salí a robar no me importa cuando vuelva quiero que tengás la plata. SAMUEL: Sí, mi amor.

Se queda pensativo, observando el espacio. Ella sale. ¿Y los muebles? ¡Mi amor! ¡Mi amor! ¡Nos robaron! ¡Nos robaron! ESCENA 3

Otro tugurio: el Juzgado. Rita llega con honda preocupación. Su Madre la acompaña. Se paran frente a un mostrador.Dos empleados del Juzgado entran con un juego de mesa, tipo ajedrez, y 6 sillas. RITA: ¡Quiero hablar ya con el dueño de todo esto!

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SECRETARIO: ¿A qué se refiere con “todo esto”? RITA: ¿Y a qué va a ser? SECRETARIO: ¿Pero a lo q ve ve, porque está viendo o a lo q ve pero a la vez no ve pero sabe que está? RITA: Y… a todo. SECRETARIO: Yo soy el Secretario del Juzgado. ¿En qué puedo servirle? EMPLEADO: Porque tenemos tazas y vasos de todo tipo… SECRETARIO: Pasen, siéntanse como en su casa. RITA: ¡Pero si estos son mis muebles! ¿No, mami? MADRE: Yo te regalé estas sillas… Las sillas de mi abuela que las trajo de Italia en barco. Mientras otros muebles iban a parar a la caldera fascista, estas sillas sobrevivieron al holocausto y a la aduana argentina. RITA: Y este mostrador me resulta familiar… Es mi heladera!!! EMPLEADO: ¿A qué se refiere, Señora?

El Secretario saca del mostrador una carpeta con recibos y facturas de crema. Muestra. SECRETARIO: Estos son bienes recientemente adquiridos, con presupuesto del Estado, a una amplia mueblería de la que es socio comercial el señor juez de la corte suprema de la provincia.

El empleado asiente en complicidad, mientras traslada un sommier. EMPLEADO: ¿Qué, acaso lo conoce al juez, que reconoce sus muebles? RITA: ¡No son sus muebles, son mis muebles! MADRE: No lo conocemos al juez, pero podríamos conocerlo. ¿Es soltero? RITA: Mamusi, concentrate. MADRE: Lo hago por tu bien. RITA: Pero a papete… MADRE: Que papete ni papete. Dejame a mí, nena. A ver mijito, ¿cómo podemos evitarnos todo este embrollo burocrático?

Entra un tipo, acongojado. TIPO: Entiendo que me embarguen toda la casa… ¡Pero estábamos velando a mi viejo! Quédense con el cajón… ¡Pero devuélvannos a mi papá! EMPLEADO: Espere su turno. Venga el lunes. Estamos atendiendo a las señoras MADRE: ¡¡¡Señorita!!! RITA: ¿Qué va a decir papín de todo esto? TIPO: ¡¡¡Pero mi viejo se descompone!!! EMPLEADO: ¡Callesé, moroso! SECRETARIO: Debió haberlo pensado antes de contraer la deuda con el Estado. ESCENA 4

Tugurio del Cantinegro. Entra Samuel con una bolsa de papel en la cabeza, cubriéndole el rostro, dispuesto a asaltar el bar.Pasa el mozo, con un asientosobre su bandeja, por el fondo.

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CANTINEGRO: ¿Qué lo que anda buscando? SAMUEL: Bueno, yo no voy a hablar con empleaduchos sobre temas que no les conciernen. CANTINEGRO: Yo soy el dueño. SAMUEL: Ahhh, es que nunca se me hubiera ocurrido que un dueño atendiera… ¡Esto es un asalto!

El Mozo sale corriendo y se esconde. CANTINEGRO: No tenemos dinero. SAMUEL: ¿Cómo que no? Hace 2 años que vengo tirando mi plata en ron, aguardientes, vino… sobre todo vino barato… CANTINEGRO: Y… ¿viene frecuentemente…? SAMUEL: Si, estuve esta mañana, a las 10. CANTINEGRO: Samuel, ¿sos vos? SAMUEL: Puta madre… ¿cómo te diste cuenta? CANTINEGRO: Sentate. Tomate un cognacsito, que te lo anoto a la cuenta. SAMUEL: Yo venía sólo por el tema de… me embargaron los muebles… Pero, sí, sí, acepto. ¡Cómo le voy a negar un ofrecimiento al dueño de esta gran empresa!

Asoma la cabeza el Mozo, tose. El Cantinegro le asiente, y el Mozo pasa con un motor V8 sobre la bandeja. SAMUEL: Ay, esto me va a hacer bien, porque estoy tan preocupado por este asunto de que nos quieren dejar sin nada… CANTINEGRO: Bueno, se preveía que esto… podía llegar a suceder… SAMUEL: Es que me embarga una angustia existencial… que no puedo quitármela… Servime otra copita… Ahora, si me permitís… me atrevería a aconsejarte que cambieeeeess la decoración tan tan de los años 30. CANTINEGRO: Es que esta “empresa” la fundó mi abuelo, porque somos una familia y nuestros emprendimientos son familiares como vos sabés… Pero siempre hay que hacer una pequeña reforma para atraer nuevos clientes y mantener la clientela habitual, para que no se cansen de lo viejo. SAMUEL: ¿Lo decís por ese póster de Argentina ’86? CANTINEGRO: No. Pensé que te había comentado sobre nuestra nueva inclinación al tooneado. SAMUEL: ¿Y qué tiene que ver un barsucho de mala muerte con los autos?

El Mozo tose. El Cantinegro vuelve a lo suyo. Samuel sigue tomando. CANTINEGRO: ¿Cuándo me vas a pagar? SAMUEL: Ahora, el 8. El 8 cobro. ¿Me traés un…? ¿Te queda Legui? ESCENA 5

Rita está en su casa, llorando y pegando con Poxipol los fragmentos del chanchito de Boca. El Empleado del Juzgado acomoda los muebles. Llega Samuel victorioso, cantando la marcha peronista.

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SAMUEL: ¡Rita! Conseguí la plata. Sé que había pocas posibilidades de que cumpliera mi objetivo. Pero rompí con todos los pronósticos: conseguí la plata… ¡Ah, ya volvieron los muebles! RITA: Tuve que sacrificar al chanchito, ¿sabés lo que significa eso? SAMUEL: Sí, que lo rompiste. RITA: ¡Adiós a nuestro sueño de la casa propia! SAMUEL: ¡Pero si ya tenemos! No. No tenemos más. RITA: Nunca fue nuestra: alquilamos. SAMUEL: ¿Alquilábamos? ¿Por qué no me avisaste? RITA: ¡Cómo te voy a avisar estas cosas! Si se supone… SAMUEL: Por supuestos yo no me baso en nada. Yo vivo acá: esta casa es mía. Bueno, ya no. RITA: ¿Qué hiciste Samuel? SAMUEL: ¿Querías dinero? Ok. Tuve una genial idea… Bueno, no fue mía pero la adopté como propia, como a él, que… bueno, quería tener un hijo, así que lo adopté como propio, como a la idea. Pasá Juanito, pasá. JUANITO: ¡Buen día, señora! (Al Empleado) ¿Quiere que le lustre los zapatos? (El Empleado se niega. Samuel, con la mano lo estimula. Juanito se pone a lustrar) SAMUEL: Yo lo escuché y me dije: “¡es un genio!”. “¡Cómo me gustaría tener un hijo así!”, pensé. RITA: ¿Estuviste tomando? SAMUEL: ¡Pará…! Todavía no lo has escuchado… Contale lo que me dijiste… ¡Dale! Como en tu casa… porque ya no lo es. JUANITO: Él me dijo que necesitaba mucha plata y yo… Pensé que iba a robarme… Le dije que vendiera su casa.

Silencio RITA: ¿Le hiciste caso a un nenito? SAMUEL: ¡Es un genio! El domingo lo llevo a la cancha.

Silencio JUANITO: ¿Qué? ¿Sale cara la entrada? Me puedo poner a lustrar en el estadio… RITA: ¿No sólo vendiste la casa sino que adoptaste a este nene? SAMUEL: Bueeeee’, tan nene no es. ¡15 pirulos tiene! JUANITO: Nací en el 89, con el período menemista. RITA: ¡Te voy a matar! SAMUEL: ¡Pará, delirada! ¿Vos no querías una mano en casa? Ahora tenés dos. Ah, claro… lo que ya no tenemos es casa. RITA: ¿¿¿¿¿Cómo corno vas a vender una casa que no es tuya????? SAMUEL: Y si, es eso. Ya no es nuestra: la vendí. RITA: ¡Nunca fue nuestra! SAMUEL: ¡Bah! RITA: ¡Ahora estamos en problemas! SAMUEL: Ah, ¿recién ahora? RITA: Devolvé el dinero y recuperá la casa.

Silencio.

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RITA: ¿Y q hiciste con la plata?

Silencio. Samuel señala a Juanito. SAMUEL: Tuve que pagar el trámite de adopción. Como vos no estabas, le pagué a una mujer de la calle para que oficiara de mi esposa… como se estila en estos casos. Fui a celebrarlo. Después nos tomamos un taxi, que nos dejó a dos cuadras porque no nos alcanzaba para más. ¡Tuvimos que caminar! Con lo inseguro que se está poniendo por estos lados. RITA: ¿Te gastaste todo el dinero de la venta? SAMUEL: Un genio no se consigue todos los días. RITA: ¿Y antes de gastarla, no pensaste en el embargo? JUANITO: Si quiere yo puedo lustrar todo el día… SAMUEL: Así se habla, hijo. RITA: ¡¡¡No es nuestro hijo!!! SAMUEL: Mío sí. La madre, legalmente, es la prostituta. RITA: ¿Y ahora q vamos a hacer? Samuel, pensá… JUANITO: Ya la tengo, nos vamos a vivir todos a la casa de la abu. SAMUEL: Es un genio, es un genio! RITA: ¡Pará, tarado! ¡Vos le metiste esas ideas en la cabeza! ¡¡¡Cómo vamos a ir a casa de mamá!!!

Sale la Madre dentro del ropero. MADRE: ¿Qué están hablando de mí? RITA: ¡Mamuli! Q hacías en el ropero?

Sale del ropero el Secretario del Juzgado. SECRETARIO: Permiso! Voy por un vaso de agua. EMPLEADO: Al fin salió! Ahora es mi turno. MADRE: Nena, vos t crees q con la plata q tenías en el chanchito ibas a pagar todo el embargo? (Al Empleado) Y vos, che, no tanta prisa q faltan muebles. RITA: Yo nunca creí q fueses capaz de esto. SAMUEL: ¿A quién le hablás? RITA: A la perra de mi madre. MADRE: ¡Más perra será tu madre! SAMUEL: ¡Por fin me dan la razón! RITA: Encima, en mi propia casa… SAMUEL: Ya no es más nuestra… RITA: …y en mis propios muebles. MADRE: ¡Mirá quién habla! Como si vos no lo hubieras hecho. SAMUEL: ¿Ajá! ¿Con quién lo hiciste, eh? RITA: ¡Con tu mamá!

Silencio.Entra el Empleado trayendo más muebles. RITA: ¿Y esos muebles? No son nuestros. SAMUEL: Shhhh. Aprovechemos, Rita

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EMPLEADO: No, afuera hay un señor que me dijo que era el dueño de la casa y que metiera estos muebles porque parece, parece… que hoy se muda con su familia. Tuve que felicitarlo, pero me cagó porque son re pesados, y ya sabe… su madre. RITA: Que madre ni madre. SAMUEL: Uh, me olvidé. Es el nuevo dueño, me había avisado. ¿No es así? JUANITO: Sí, sí. SAMUEL: ¿Y por qué no ingresó? EMPLEADO: Es que está discutiendo con quien dice ser el verdadero dueño de este departamento. ¿Y usted qué? SAMUEL: ¿Juanito, no te acordás si en mi desesperación, no lo vendí dos veces?

Juanito levanta los hombros. MADRE: Hija, jamás deberías haberte casado con este infeliz. RITA: Recién ahora me lo decís. SAMUEL: Familia, tengo la solución. MADRE: Yo no voy a vender mi cuerpo de nuevo, para pagar un mes de atraso de alquiler. SAMUEL: No es uno, son cuatro. RITA: ¿De dónde vamos a sacar el dinero? SAMUEL: Del chanchito, dame el chanchito.

Silencio. SAMUEL: ¿Qué hiciste con nuestro chancho? RITA: ¡Te voy a matar! SAMUEL: Sólo espero que no lo hayás malgastado en pavadas, como la peluquería, en lugar de ahorrar para administrar el hogar como se debe. Claro, te quedás sin palabras. Yo debo salir a laburar y reventarme por dos mangos locos. ¡País de mierda! Sacrifico mi hogar para que vos vivás cómodamente. ¿No te da vergüenza? SECRETARIO: (Entrando en calzones con el vaso de agua) No. (A la Madre) ¿Vamos? (Cierran la puerta del ropero). EMPLEADO: ¡Me tocaba a mí! (La abre y se mete) SAMUEL: ¡Pará, que ese ropero es nuestro! No me escuchó.

Silencio. RITA: ¿Y? ¿Qué estás esperando para arreglar este quilombo? SAMUEL: Yo no tengo ni media gana de hablar con estos tipos. Yo cumplí con lo que tenía que hacer. Vos: no sé. RITA: ¿Qué? ¿Voy a tener que dar la cara yo frente a estos tipos? SAMUEL: Y… Si querés te doy una mano… Juanito, cerrá con llave. JUANITO: Sí, papi.

Samuel se encierra en la alacena. Juanito cierra la puerta y lo sigue. Samuel lo saca. SAMUEL: Ya estás medio grandulón para dormir con tus papis. Buscate un cuarto propio.

Juanito sale corriendo y se mete en un baúl.

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SAMUEL: Rita, ¿alguna vez te dije que te amo? RITA: No, mierda. SAMUEL: Bueno.

Rita se mete en la alacena con Samuel. Golpean la puerta. Se sienten gritos desde afuera por querer entrar. FIN

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