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Banco Interamericano de Desarrollo. Informe Final de Consultoría
Sin educación y con poder. Pandillas Juveniles en Managua
Preparado por Mauricio Rubio * *
Paz Pública, Universidad de los Andes, Bogotá. Instituto Universitario de Investigación sobre Seguridad
Interior, UNED, Madrid.
[email protected] 9520829.doc
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Mayo de 2003
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RESUMEN En este informe se presenta un diagnóstico de la situación de seguridad en Nicaragua, y en particular en Managua. Se destaca como problema crítico el de las pandillas juveniles. El informe está dividido en seis secciones. Luego de una primera sección introductoria, en la segunda se resumen las explicaciones corrientes sobre el panorama de la seguridad en Nicaragua. En la tercera sección se analiza lo que muestra la comparación de los datos disponibles con los de otros países. Se destaca el problema de las pandillas juveniles como la característica más notoria de Nicaragua. En la cuarta sección se resumen los principales resultados de una encuesta de victimización realizada en Managua. Se corrobora el planteamiento de las pandillas como el principal factor de inseguridad. En la quinta sección, se hace el análisis, a partir de una encuesta de auto reporte realizada entre jóvenes, también en Managua, de los factores que afectan la afiliación de los jóvenes a las pandillas juveniles en Managua, de su desvinculación, y de la presencia de tales grupos en los barrios de la ciudad. Además, se discute someramente el problema del abandono escolar que aparece como el principal determinante tanto del ingreso como de la salida de las pandillas. El resultado más llamativo, y peculiar en el contexto centroamericano, es el de la vocación política de las pandillas juveniles. En la sexta sección se hacen unas recomendaciones.
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Informe Final de Consultoría.........................................................................................1 Sin educación y con poder...............................................................................................1 Pandillas Juveniles en Managua.....................................................................................1 Mayo de 2003....................................................................................................................2 RESUMEN.......................................................................................................................3 2 EXPLICACIONES CORRIENTES........................................................................11 2.1 LAS CONDICIONES ECONOMICAS Y SOCIALES.......................................11 2.2 LA HERENCIA DEL CONFLICTO..................................................................12 2.3 LOS EFECTOS DEL NARCOTRAFICO...........................................................12 2.4 LAS PANDILLAS...............................................................................................12 3 LO QUE MUESTRAN LOS DATOS DISPONIBLES.........................................13 3.1 TASAS DE HOMICIDIO....................................................................................13 3.2 TASAS DE VICTIMIZACION...........................................................................17 3.3 – EL CRIMEN ORGANIZADO...........................................................................20 3.4 LAS PANDILLAS JUVENILES........................................................................22 4 – ENCUESTA DE VICTIMIZACION EN MANAGUA.........................................29 5 LAS PANDILLAS JUVENILES EN MANAGUA.................................................41 5.1 FACTORES QUE AYUDAN A DISCRIMINAR A LOS PANDILLEROS DEL RESTO DE JOVENES................................................................................................42 5.2 EL ABANDONO ESCOLAR.............................................................................45 5.3 LAS PANDILLAS EN EL BARRIO..................................................................47 5.3.1 CONCENTRACION GEOGRAFICA..........................................................47 5.3.2 NIVEL ECONOMICO DE LOS BARRIOS................................................48 5.3.3 OTRO FACTORES EXPLICATIVOS DE PRESENCIA............................54 5.3.4 DELINCUENCIA ORGANIZADA Y PANDILLAS..................................56 5.3.5 LAS RELACIONES CON LA POLICIA....................................................58 5.3.6 CONTACTO PREVIO CON LA VIOLENCIA...........................................61 5.3.7 LAS PANDILLAS Y LAS COMUNIDADES.............................................62 5.3.8 PANDILLAS E INFRAESTRUCTURA URBANA....................................66 5.4 DEJAR DE SER PANDILLERO........................................................................79 6 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES......................................................89 61 – FORMACION MORAL Y TRANSMISION DE VALORES...........................91 6.2 – OTROS ACTORES ESENCIALES PARA LA PREVENCION.......................94 6.2.1 – LA FAMILIA ..............................................................................................95 El papel primordial de la familia en la formación moral, implícita y subliminal, de los jóvenes sería suficiente para otorgarle una identidad propia, y separada, en materia de prevención. Hay además, para reforzar la propuesta de asignarle un papel más protagónico dentro de las políticas y programas de prevención en Nicaragua, dos características fundamentales. Por un lado la transmisión, ya explícita, no sólo de los valores sino del conjunto de normas sociales, e incluso legales, que facilitan la vida en sociedad. Por otro lado, el papel fundamental en lo 9520829.doc
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que se podría denominar la supervisión de los jóvenes. .........................................95 ¿Qué institución, diferente de la familia, está en mejor capacidad de detectar y eventualmente corregir un joven, o un niño, cuando se empieza a torcer? La supervisión de los jóvenes abarca tres dimensiones difícilmente delegables a otras instancias: (i) el monitoreo, o sea la capacidad de observar de manera continua el comportamiento de los jóvenes, (ii) el oportuno reconocimiento de las conductas inapropiadas y (iii) y la capacidad de aplicar sanciones, o de acudir a quien debe aplicarlas. Así, en principio, desde muy temprano, el niño o el adolescente, sabe cuando una de sus conductas fue inapropiada, conoce las sanciones previstas para esa conducta y por último, recibe la correspondiente sanción –proporcional a su conducta de manera segura y rápida. La calidad de este control depende de su continuidad, de la buena comunicación y de los vínculos afectivos entre las partes. ........................................................................................95 6.2.2 – EL SISTEMA EDUCATIVO.......................................................................96 6.2.3 – LOS ANALISTAS DE LA VIOLENCIA...................................................97 6.2.4 – LAS PANDILLAS COMO ORGANIZACIONES......................................98 6.3 – FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL......................................................100 Una de las posibles adaptaciones locales a la propuesta general, e indiscutible, de fortalecer las instituciones como uno de los componentes esenciales de los programas de prevención de la violencia apunta en la dirección –que puede, por ejemplo, ser objeto de las estrategias de sensibilización a la comunidad de apoyar y promover de manera definitiva la legitimidad del Estado Nicaragüense. ..........100 6.4 – PREVENCION CON JOVENES VULNERABLES........................................102 6.4.1 – ABANDONO ESCOLAR..........................................................................102 6.4.2 OPERACIÓN TRIUNFO: EL MERCADEO DE SUEÑOS ....................104 6.4.2 LA RECUPERACION DEL ESPACIO PUBLICO...................................108 Aunque no siempre se hace explícita, una de las teorías detrás de las propuestas de recuperación del espacio público como parte integral de los esfuerzos de prevención de la violencia juvenil es la de las “ventanas rotas” cuyos orígenes se remontan a un influyente artículo de James Wilson a principios de los años ochenta . La idea central de esta teoría es que si en un vecindario se rompe la ventana de un local y no se repara, los transeúntes concluirán que no hay nadie responsable de arreglarla. Se puede repetir la escena, y habrá progresivamente más ventanas rotas y la impresión que quedará es que no sólo no hay quien responda por los daños del local inicial sino del vecindario mismo. Aumentarán las oportunidades para la delincuencia y, correlativamente, la sensación de inseguridad en el vecindario. . 108 Por otro lado, los datos sugieren que pueden ser más eficaces los programas del tipo “mejorar lo ya existente” que aquellos orientados a incrementar el suministro de infraestructura en los barrios. Esta observación es consistente con la esencia de la teoría de las ventanas rotas. Además, también parece claro en los datos que las condiciones del equipamiento urbano del barrio –calidad de las vías, alumbrado, andenes son más pertinentes que la calidad de las canchas o los parques. ..........109 9520829.doc
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6.5 – PREVENCION CON JOVENES EN RIESGO................................................109 6.6 – EL PAPEL DE LAS COMUNIDADES ...........................................................110 REFERENCIAS.................................................................................................112
1 ANTECEDENTES César afirma sin disimulado orgullo: “Nosotros gobernamos el barrio sin que nadie nos diga nada. Si alguien dice algo lo palmamos. Se acalambran porque somos muchos. Los jóvenes mandamos’’ 1 Este testimonio resume adecuadamente la esencia de la delincuencia juvenil, y del escenario de seguridad en Nicaragua, o por lo menos en su capital. En una situación con bajas tasas de homicidio, una delincuencia primitiva y poco sofisticada de la cual los jóvenes son los principales actores, con baja incidencia de las mafias, las pandillas juveniles se destacan como el principal factor perturbador de la seguridad ciudadana en Managua, y muy probablemente de la consolidación de la democracia. Con frecuencia se señala a Nicaragua como uno de los países más seguros de Centroamérica. A pesar de lo anterior, varios analistas anotan que distintos indicadores de inseguridad se incrementaron a lo largo de los años noventa 2. El aumento se califica a veces de alarmante 3 y se alcanza a mencionar "un ritmo galopante en la actividad delictiva" 4. Se anota que entre 1990 y 1994 el total de denuncias se incrementó en un 68% 5 mientras que entre 1997 y 2001 lo habrían hecho en un 43% 6. En el mismo período el número de detenidos aumentó en un 13% 7. Como peculiaridad Nicaragüense se menciona a veces la violencia sexual 8 cuya 1
Declaración de un joven pandillero de Managua reportada por Sosa y Rocha (2001) página 400
2
Cordero (1997), Valle y Argüello (2002)
3
Rosales (1997)
4
Zapata y Sánchez (1997) pág 415
5
Cordero (1997)
6
Valle y Argüello (2002) hablan de este incremento en el número de víctimas
7
Valle y Argüello (2002)
8
Cordero (1997), Sapoznikow, (2003)
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participación en el total de delitos denunciados es del orden del 4%, con un aumento superior al 250% entre 1990 y 1994 9. También a lo largo de los noventa se habría dado un significativo aumento en la participación de los adolescentes en la comisión de delitos 10. Entre 1993 y 1999, los delitos denunciados cometidos por adolescentes habrían aumentado en un 133% 11. La creciente participación de los jóvenes entre los detenidos tendería a corroborar esta impresión 12. Entre 1995 y 2000 el 27% de los reos eran menores de 18 años. Para 2001 tal porcentaje ya habría alcanzado el 40% 13. Los principales delitos cometidos por menores serían los robos y hurtos, las lesiones y los daños a la propiedad 14. Los jóvenes (13 a 25 años) serían responsables de más de la mitad de los delitos de violación 15.
2 EXPLICACIONES CORRIENTES 2.1 LAS CONDICIONES ECONOMICAS Y SOCIALES Como es usual en Centroamérica, la explicación más corriente para el incremento de la delincuencia está relacionada con el deterioro de la situación social y económica. "El incremento acelerado de la delincuencia experimentado en los últimos años se ha caracterizado por el consistente deterioro de las condiciones económicas y sociales, la agudización de la pobreza extrema, la insatisfacción de las necesidades básicas de amplias capas de la población, el desempleo, la marginación del acceso de las oportunidades de educación y servicios de salud y la batalla por la sobrevivencia (sis) y el logro de un mejor nivel de vida" 16 “Diversas fuentes, oficiales y privadas, coinciden en las altas cifras pobreza de la población nicaragüense. En estas cifras, los jóvenes tienen un peso considerable. Muchos de ellos han buscado soluciones en el ámbito delincuencial” 17 “Estos delitos (contra el patrimonio) tienen una correlación directa con la variable desempleo, al verificarse que, de los delincuentes capturados por la policía en el período 19911995, 30% no tenía ningún trabajo y 48% estaba subempleado” 18 9
Cordero (1997)
10
Sosa y Rocha (2001)
11
Aguirre (2001)
12
Valle y Argüello (2002)
13
Valle y Argüello (2002) página 27
14
Aguirre (2001).
15
Datos citados por Sosa y Rocha (2001)
16
Cordero (1997) pp 435 y 438. Es conveniente anotar que se trata del entonces Subdirector de la Policía Nacional 17
Sosa y Rocha (2001) página 338
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Zapata y Sánchez (1997) página 416
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2.2 LA HERENCIA DEL CONFLICTO Son varias las vías, a veces complementarias, a través de las cuales se ha planteado la posibilidad de una repercusión del conflicto armado sobre la situación actual de inseguridad. La primera es a través de las armas que habrían quedado en poder de los exmilitares del ejército popular sandinista y del Ministerio del Interior, y del efecto que la tenencia de armas de fuego tiene sobre los delitos contra la vida e integridad de las personas 19. La segunda sería por la formación de bandas armadas por parte de los desmovilizados 20. También se menciona el desempleo producido por la reducción de los aparatos policiales y de seguridad que se dio con el fin de la guerra 21 y, por último, la destrucción del aparato productivo ocasionada por la guerra, con el consecuente deterioro de la inversión social 22.
2.3 LOS EFECTOS DEL NARCOTRAFICO En algunos trabajos se señala la creciente utilización del territorio nicaragüense por parte de las organizaciones del narcotráfico 23. Los delitos relacionados con drogas habrían aumentado más del 20% entre 1997 y 2001. Se reconoce la conexión del narcotráfico con la violencia. También se señala el efecto nocivo derivado de la localización de Nicaragua como lugar de tránsito sobre el consumo de droga. o “Nicaragua es un lugar de transito de la droga que va de los países del sur (Colombia, Perú, Bolivia) al norte (principalmente Estados Unidos), quedando una parte para la comercialización y consumo local. Este efecto “derrame” se produce principalmente porque el crimen organizado paga a los traficantes locales con drogas, quienes, a su vez, le buscan venta en el mercado interno. También, invade aquella que botan los narcotraficantes en el océano y, es recogida por los habitantes de la costa, fenómeno que se experimenta más que todo en el Caribe. La producción local es de marihuana, concentrada en la zona norte del país.” 24
2.4 LAS PANDILLAS De acuerdo con la información de la Policía en 1999 se contabilizaban 110 pandillas 25. 19
Zapata y Sánchez (1997)
20
Cordero (1997) página 438
21
Rosales (1997) página 449
22
Sosa y Rocha (2001) página 338
23
Rosales (1997) página 449
24
Valle y Argüello (2002) página 23
25
Citados por Sosa y Rocha (2001) página 339
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Para 2001 la cifra ya habría subido a 174 26, o sea un incremento superior al 25% anual. Más de la mitad (58%) de las pandillas estaría concentrada en Managua 27. Como aspecto novedoso en Centroamérica Sosa y Rocha (2001) señalan la intervención de las pandillas juveniles en actividades políticas: o “Las pandillas intervienen en las protestas de gremios –como la huelga de los transportistas en abril de 1999 definen su duración y, con ello, inclinan la balanza de la correlación de fuerzas y la solución de conflictos” 28
Aunque reconocen que este tipo de intervención con frecuencia se hace a cambio de un pago, y por lo tanto cabría interpretarla como utilización, incluso manipulación, de tales pandillas, los mismos autores sugieren que se trata de una expresión de la protesta social: o “Sin embargo, (las pandillas) son más expresión del descontento popular que dirección del mismo. No constituyen una respuesta articulada aunque sí un síntoma de malestar popular por la situación socioeconómica. Son expresión de un malestar imposible de ser convertido en movimiento social …” 29
Como factores que afectan la afiliación de los jóvenes a las pandillas se mencionan la desescolarización, la socialización en la calle, la estructura familiar –siendo los hogares monoparentales los de mayor riesgo el grupo de amigos, el acceso a la droga, la diversión, la venganza y la protección y defensa del barrio 30
3 LO QUE MUESTRAN LOS DATOS DISPONIBLES 3.1 TASAS DE HOMICIDIO Parece ser que la calificación de Nicaragua como el país más seguro de Centroamérica surge de la comparación de las tasas de homicidio de la región dentro de las cuales, en efecto, la nicaragüense sería la menor 31. Según algunas fuentes esta tasa sería del orden de cinco homicidios por cada cien mil habitantes (hpcmh). Esta magnitud es cerca de veinte veces inferior a la de El Salvador, un poco más de la décima parte de la de Honduras e incluso inferior a la de Costa Rica . GRAFICA 3.1
26
Datos citados por Valle y Argüello (2002) página 26
27
Valle y Argüello (2002) página 26
28
Sosa y Rocha (2001) página 339
29
Sosa y Rocha (2001) página 339
30
Sosa y Rocha (2001) pp 368 a 371
31
“Aunque la tasa de homicidios en Nicaragua sea relativamente baja en el contexto centroamericano, el aumento de las denuncias por delitos contra la propiedad, por lesiones y sexuales refuerza este sentimiento de amenaza, reflejado en varias encuestas”. UNDP (2000) 9520829.doc
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10 TASAS DE HOMICIDIO EN CENTROAMERICA 0
20
40
60
80
100
El Salvador
95
Honduras
41
Guatemala
Homicidios por 100 mil habitantes
34
R Dominicana
14
Panamá
11
Costa Rica
6
Nicaragua
5
BID (1999) Notas Técnicas Prevención de la Violencia Guatemala BID-CIEN (2001) Honduras - Leyva (2001) Costa Rica - Panamá - R Dominicana - Ramos (2003)
De acuerdo con las estadísticas de la Policía Nacional, puede pensarse que la tasa de 5 homicidios pcmh corresponde tan sólo a la categoría de “asesinatos” y no tiene en cuenta los “homicidios dolosos” cuyo número parece haber sido siempre ligeramente superior al de los asesinatos 32. Así, la tasa de homicidios a partir de la información de la Policía sería en la actualidad cercana a los 10 homicidios pcmh, cifra que sigue siendo baja para la región. La cifra para el departamento de Managua, en donde ocurren un poco menos de la mitad de los homicidios pero el 5% de los asesinatos 33 también sería del orden de 10 hpcmh. De acuerdo con los mismos datos de la Policía Nacional, la tasa de homicidios total (asesinatos más homicidios dolosos) habría descendido continuamente desde 1992, cuando se habría observado un pico de 18 hpcmh hasta un mínimo de 8 hpcmh en el año 2000, con un leve repunte en el año siguiente . GRAFICA 3.2 TASA DE HOMICIDIOS 1990-2001
tasa por 100 mil habitantes
Información Policía Nacional 20 18 16 14 12
Total
10
asesinatos
8
hom doloso
6 4 2 0 90
Fuente :
91
92
93
94
95
96
97
98
99
0
1
Cálculos propios con datos Anuario Estadístico Policía Nacional Años 1990 a 1996 citado por Cuadra (2000) Años 1997 a 2001 citado por Valle y Argüello (2002) Participación homicidios dolosos Policía Nacional (2001)
En las fuentes consultadas no se ha detectado ninguna alusión a lo que se podría denominar una continua y progresiva pacificación del país a lo largo de los noventa, por 32
De acuerdo con Cuadra (2000) “En Nicaragua el Código Penal vigente establece una diferencia entre el
asesinato y los homicidios; estos últimos se refieren a las circunstancias en las cuales se priva de la vida a una persona; por ejemplo, cuando en una riña o pelea una persona resulta muerta por otra. Los homicidios se clasifican en tres categorías dependiendo de las circunstancias en que ocurran. Mientras tanto, los asesinatos se refieren a los casos en los cuales median la alevosía, remuneración, premeditación, ensañamiento o la intención del robo”. 33
Policía Nacional (2001)
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lo menos en términos de la manifestación extremo de la violencia. No abundan las explicaciones para este sostenido descenso en la tasa de homicidios, que no parece consistente con el escenario de una inseguridad creciente al que con frecuencia se alude. Como excepción al comentario anterior, el análisis de la evolución de la violencia política a lo largo de los noventa realizado por Cuadra (2000) se podría tomar como una sugerencia, implícita, de que el grueso de la caída en los homicidios estaría relacionado con los de naturaleza política. De hecho, algunos de los indicadores de violencia política reportados por Cuadra (2000) –actividad armada, toma de tierras y de instituciones muestran un comportamiento muy similar al de la tasa de homicidios. Tampoco se han encontrado discusiones acerca de la fiabilidad de la cifra de muertes violentas de la Policía, ni análisis o comparaciones entre la información de distintas fuentes 34. Los homicidios no parecen ocupar un lugar destacado en la agenda actual de seguridad en Nicaragua, ni en las estadísticas oficiales. En los datos del Anuario Estadístico de la Policía Nacional reportados por Valle y Argüello (2002) y por Cuadra (2000), por ejemplo, no se desagregan los homicidios dolosos y los culposos, que normalmente no se incluyen en el cálculo de la tasa de homicidios. Los datos de una encuesta de victimización realizada en Managua, y cuyos principales resultados se presentan en un informe separado, parecerían mostrar cierta discrepancia con las estadísticas policiales en materia de violencia homicida. En efecto, en la mencionada encuesta, el 2.8% de los hogares respondió afirmativamente a la pregunta sobre si alguna vez un miembro de la familia fue victima de un homicidio o asesinato. A título de comparación, para la ciudad de San Pedro Sula, en Honduras, y cuya tasa de homicidios se calcula en cerca de 90 hpcmh –unas diez veces la cifra oficial para Nicaragua el porcentaje de respuestas afirmativas a la misma pregunta fue inferior, del 1.9% 35. Por otra parte, y en la misma encuesta, ante la pregunta sobre si alguna vez “usted o sus familiares” conocían personalmente a alguien que hubiera muerto de manera violenta o hubiese sido asesinado, el porcentaje de respuestas positivas fue del 13%, cifra también superior a la obtenida para la misma pregunta en San Pedro Sula (11.6%) Dada la manera como se hizo la pregunta, haciendo referencia a “alguna vez en la vida”, se podría pensar que los homicidios reportados en la encuesta de Managua tuvieron lugar en épocas pasadas, por ejemplo durante el conflicto armado. Sin embargo, el perfil 34
No se han encontrado, por ejemplo, referencias a las estadísticas de procesos por homicidio del sistema
judicial. La creación del Instituto de Medicina Legal, inaugurado oficialmente en 1999, es demasiado reciente como para contar con estadísticas que se puedan cotejar con las de la Policía. Ver “Apoyo al mejoramiento y tecnificación de la medicina forense” Proyecto PNUD NIC/96/L13/C/7L/99 35
Rubio (2002)
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temporal de los incidentes reportados en la encuesta –para los cuales se preguntaba la fecha de ocurrencia tiende a desvirtuar este tipo de objeción. Como también tiende a mostrar una tendencia contraria a la de las estadísticas de la Policía. En efecto, para Managua, de acuerdo con las personas cercanas a las víctimas de homicidio, se habría dado una alta concentración de incidentes en los años más recientes y, por lo tanto, una tendencia creciente en el número de muertes violentas a lo largo de los años noventa. De hecho, casi las dos terceras partes (65%) de los homicidios de personas conocidas reportados en la encuesta ocurrieron entre el 2000 y el 2002. Una tendencia similar se observa para las muertes violentas consignadas en la encuesta realizada en San Pedro Sula, lugar en dónde hay acuerdo en señalar tasas crecientes durante los últimos años.
En ningún momento se pretende sugerir que la correcta medición de los homicidios es la que se obtiene a partir de este tipo de pregunta en una encuesta de victimización. Sin embargo, el hecho de que en una muestra aleatoria de más de 1000 hogares, como la realizada en Managua, casi el 5% de ellos manifiesten haber conocido personalmente a alguien asesinado en el último año aparece como una cifra, no sólo monumental, sino inconsistente con una tasa de homicidios nacional decreciente, y de tan sólo 10 hpcmh. Se podría pensar que, tal como ocurre en otros países de América Latina, las cifras de homicidios reportadas por la Policía corresponden no al total de incidentes ocurridos sino a aquellos para los cuales se han logrado avances en términos de la respectiva investigación criminal. El excelente desempeño que, en materia de investigación de los homicidios, reflejan implícitamente las estadísticas de la Policía apuntaría en esa dirección: una cifra de homicidios aclarados muy similar a la del total de incidentes ocurridos puede tomarse como una deficiencia en el reporte de los últimos. De hecho, las tasas de esclarecimiento –la proporción de los casos aclarados por las autoridades de los homicidios reportadas por la Policía nicaragüense, del 78% para los asesinatos y del 85% para los homicidios dolosos, corresponden más a los niveles observados en países desarrollados que a los de una sociedad con organismos de seguridad en proceso de consolidación 36. A pesar de la observación anterior, los datos de la encuesta de victimización ya mencionada tienden a corroborar estos niveles, realmente sorprendentes por lo altos, de desempeño de los organismos de seguridad nicaragüenses. En efecto, para los homicidios en los cuales los ciudadanos que respondieron la encuesta conocían personalmente a la víctima se observan, entre los cometidos en el 2001, unas tasas de esclarecimiento muy similares a las reportadas por la Policía: únicamente en el 13% de los casos quienes responden la encuesta consideran que las autoridades no lograron identificar a los autores del homicidio en cuestión. 36
A título de comparación, se puede mencionar que, en Colombia, se aclaran menos del 10% de los
homicidios que se cometen. 9520829.doc
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3.2 TASAS DE VICTIMIZACION Dos de las encuestas disponibles de victimización global para América Latina, el latinobarómetro y el barómetro centroamericano, colocan a Nicaragua en el tercer lugar, después de Guatemala y El Salvador y con mayores índices que Costa Rica, Honduras y Panamá 37.
GRAFICA 3.3 TAESDIVZMCNO TASIEVDCOZMN AMERITCLN ENTROAMIC
01234560 0123450 Guatem l 5 malGute 41 alEv S dor 46 ogare %Hd s arNic gu 37
e% dHsogarlEvS 3
Costa R ic 38 guarNic 29 Hondu sra 37 ai CostcR 20 Pan má 28
sHondura16
enVz ula 45 Panmá 16 Me oxic 4 Ecua dor 42
metar BónoCicdTNI(ED201)
eArgn ati 38 Peru 38 Bra sil 38 Colm bia 37 Bo ilav 34 Parg uy 34 Chile 31 Urug ay 25 Esp añ15
Latino mebróTvdG9gés(Py1)
No es posible tener una idea, siquiera aproximada, sobre la evolución reciente de estas cifras. No es recomendable tomar los cambios en el número de delitos denunciados como un indicador confiable de las tendencias de la criminalidad. Sobre todo en una sociedad con tantos y tan recientes cambios institucionales en el sistema judicial y los organismos de seguridad estatales. El aumento en el número de denuncias, dato alrededor del cual parece haber acuerdo entre los analistas, podría estar reflejando una progresiva consolidación de la institución policial, y una mayor confianza de la ciudadanía para acudir a dichas instancias para poner sus denuncias. La idea de que más delitos denunciados no necesariamente reflejan mayor número de delitos cometidos sino que pueden ser un indicador de creciente confianza en las autoridades, o de cambios en los hábitos, o reacciones, ante los ataques parece bastante clara para Nicaragua en el caso de las agresiones sexuales: o “En los delitos sexuales hay que considerar el efecto que tiene, en nuestro país, la beligerante acción de los grupos de mujeres organizadas, que se han preocupado por sensibilizar a la sociedad acerca de estos delitos y por estimular a las víctimas para que 37
Ver Gaviria y Pagés (1999) y BIDCIEN (2001)
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14 denuncien su caso a las autoridades” 38
Sobre la posible evolución reciente de la criminalidad, en Managua se puede tener una idea a través de la ya mencionada encuesta de victimización. Más de la mitad de los hogares (56%) consideran que, en los últimos años, la delincuencia ha aumentado. Menos de la cuarta parte (23%) opinan que ha disminuido.
Con relación a la supuesta particularidad Nicaragüense en materia de violencia sexual, la información disponible de las encuestas a hogares no permite avalar tal observación. La incidencia de este tipo de ataque que se obtiene para Managua en la encuesta de victimización a los hogares (0,3%) es inferior al promedio que se observa para América Latina (5.0%) 39, muy inferior al guarismo para Brasil (8.0%), inferior a lo que se observa en Argentina (5.8%) o Colombia (5.0%) y aún a la cifra disponible para Costa Rica (4.3%).
GRAFICA 3.4 ATAQUE SEXUAL EN EL ULTIMO AÑO ENCUESTAS DE VICTIMIZACION A HOGARES 0
2
Europa
4
6
1.5
EEUU Canadá
1.7
Europa Este
1.8
Asia
10
% de hogares que reportan
1.6
Africa
2.4
América Latina
5.0
Costa Rica
4.3
Brasil
8.0
Argentina
5.8
Bolivia
1.4
Paraguay
2.7
Colombia Managua
8
5.0 0.3
Fuente: ICVS Tomado de Levitt y Rubio Para Managua Encuesta de Victimización
Se podría pensar que la información basada en las encuestas de victimización a los hogares, que por lo general responden los jefes de familia, en alguna manera subestima la magnitud de los ataques que sufren los jóvenes, y en particular los relacionados con las agresiones sexuales. Sin embargo, la escasa información disponible sobre agresiones a la población joven tampoco sirve para corroborar la idea de una sociedad nicaragüense particularmente inclinada hacia la violencia sexual. En efecto, si se compraran las cifras de reporte de relaciones sexuales forzadas que se obtienen para Managua con las disponibles para algunas localidades hondureñas –Tegucigalpa, Choluteca, San Pedro Sula y el resto de municipios de la Zona Metropolitana del Valle del Sula (ZMVS) tampoco se llega a un escenario bajo el cual se destaque la violencia 38
Cordero (1997) página 438 El promedio se refiere a aquellos sitios, por lo general centros urbanos, en los que se han realizado
39
encuestas que adoptan el formato del “International Crime Victimization Survey” ver Alvazzi del Frate (1998) 9520829.doc
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sexual nicaragüense. Mientras en Managua un 2.6% de los jóvenes reportan haber sido sometidos, alguna vez, a tener relaciones sexuales contra su voluntad, la cifra respectiva para Tegucigalpa es del doble (5.2%), y la de San Pedro Sula de 3.7%. GRAFICA 3.5 RELACIONES SEXUALES FORZADAS ENTRE LOS JOVENES Incidencia (%) alguna vez en la vida 0
1
2
3
4
5
Tegucigalpa
6 5.2
Choluteca
incidencia alguna vez
2.5
S Pedro Sula
3.7
Resto ZMVS
2.7
Managua
2.6
Fuente: Encuestas de victimización entre jóvenes 13-19 años
En síntesis, los pocos y dispersos datos disponibles no avalan la idea, relativamente difundida, de una sociedad nicaragüense caracterizada por la violencia sexual.
3.3 – EL CRIMEN ORGANIZADO Es común en Centroamérica que, internamente, se consideren los distintos países como importantes lugares de tránsito en las rutas internacionales de tráfico de drogas. Tal es el caso, como se anotó atrás, para Nicaragua. Los diagnósticos que se hacen desde el exterior, sin embargo, no siempre coinciden con la visión doméstica sobre la relevancia del respectivo país en el mercado internacional de la droga. Así, es conveniente anotar que para las entidades extranjeras e internacionales dedicadas a analizar el panorama global de la droga, Nicaragua no aparece como un país particularmente relevante en ese contexto. El Observatoire Géopolitique des Drogues francés, por ejemplo, en su Atlas Mundial de las drogas 40 tan sólo menciona a Nicaragua a raíz del incidente, denominado por ellos el contragate, de apoyo de la CIA a la contra nicaragüense en la década de los ochenta. Más recientemente, la Oficina de Naciones de Fiscalización de Drogas y de Prevención del Delito tampoco considera pertinente la mención de Nicaragua en las descripciones de los distintos indicadores del mercado de cocaína, heroína o marihuana. De acuerdo con esta oficina, los lugares de tránsito dignos de mención en Centroamérica serían básicamente Guatemala y Honduras. GRAFICA 3.6
40
OGD (1996)
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16 LAS RUTAS RUTAS DE LA COCAINA EN EL 2001 SEGÚN NACIONES UNIDAS
Pa debe disponer de (sin Pra araver vee r sta estapelícula, película, debe disponerde deQuickTime™ QuickTime™y y deun undescompresor descompresorTIFF TIFF (sincomprimir). comprimir).
Fuente: Tomado de UN ODCCP (2001)
Del informe de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas, tampoco se puede colegir un escenario particularmente crítico en materia de tráfico de sustancias 41. Se señalan para Nicaragua deficiencias en los sistemas de información, y de ahí la imposibilidad de tener un panorama preciso sobre la situación, pero el reporte de las cantidades incautadas de producto –un indicador usual de importancia del tráfico parecen reducidas, sobre todo para la marihuana 42. En el mismo sentido de una situación poco extraordinaria en el ámbito de la droga, y en particular de la cocaína, apunta la información relativa al consumo entre jóvenes escolarizados 43. Si se comparan los datos de prevalencia de consumo en Managua con información similar obtenida en las ciudades de Honduras en las encuestas ya mencionadas lo que se observa es que si bien el consumo de marihuana entre los adolescentes nicaragüenses es alto mas no excepcional pues es muy similar al de Tegucigalpa el de cocaína lo es bastante menos. En efecto, la proporción de jóvenes escolarizados que reporta haber consumido cocaína alguna vez en su vida (1.6%) es menos de la tercera parte de la de Tegucigalpa, la mitad de la de Choluteca (3.3%) y es incluso inferior a la de pequeños municipios pequeños en el área de San Pedro Sula.
GRAFICA 3.7
41
OEACICAD (2000) En el año 1999, por ejemplo, se incautó un poco más de una tonelada. A título de comparación, en
42
España, un lugar de tránsito importante para ese producto las incautaciones son más de cien veces esa magnitud. Para la cocaína, cuyas incautaciones fueron también del orden de una tonelada, la relación es ya del orden de uno a diez con España. La cantidad de cocaína incautada en el sólo aeropuerto de Barajas, en Madrid, los transportes por “mulas”, es del orden de una tonelada y media. 43
La razón para analizar la prevalencia de consumo únicamente para los jóvenes escolarizados tiene que ver con el hecho que es esta la población para la cual se tiene la certeza de una buena representatividad y que por lo tanto se presta mejor para las comparaciones. 9520829.doc
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17 CONSUMO DE SUSTANCIAS ALGUNA VEZ EN LA VIDA JOVENES ESCOLARIZADOS ENTRE 13 Y 19 AÑOS 0
1
2
3
4
Tegucigalpa
6
4.9
Choluteca
3.3
S Pedro Sula
2.3 1.9
Resto ZMVS
Managua
5
2.4
1.6
5.6
5
3.05
marihuana cocaína
5.4
Las observaciones anteriores en ningún momento se deben tomar como afirmaciones de que Nicaragua se encuentra totalmente aislada de los flujos internacionales de droga y que existe algo así como una inmunidad con respecto a las secuelas de esta actividad. Lo que se sugiere es que no parece ser esta la dimensión de la criminalidad que en mayor medida contribuye a caracterizar la situación de inseguridad en el país 44. Mayor protagonismo de Nicaragua en los comentarios y medios de información internacionales se observa en el ámbito del tráfico ilegal de armas 45, situación consistente con el acervo de armamento acumulado en el país a lo largo del conflicto así como con los vacíos legales en materia de posesión de armas.
3.4 LAS PANDILLAS JUVENILES Como ya se señaló, de acuerdo con los datos de la Policía Nacional 46, existirían en la actualidad en Nicaragua unas 174 pandillas, de las cuales tan sólo en Managua operarían cerca de un centenar. Con los estimativos del número de integrantes por pandilla sugeridos por Sosa y Rocha (2001) esto equivaldría, para la capital, a un poco más de 7500 jóvenes pandilleros 47. En otros términos, se tendría que la ciudad de Managua, con un poco más de un millón de habitantes, cuenta en la actualidad con un número de pandilleros del mismo orden de magnitud del que se ha estimado para algunos países de Centroamérica 48. 44
Un dato casi anecdótico respecto a la baja influencia del crimen organizado en Nicaragua tiene que ver
con las discusiones que se dieron con el equipo encargado de realizar el trabajo de campo, en el sentido que se hacia necesario explicar con mayor precisión el significado del término “crimen organizado” que, aparentemente, no hace parte del vocabulario corriente en Nicaragua. 45
Recientemente, por ejemplo, fueron recurrentes los comentarios a raíz del informe que presentó la Organización de Estados Americanos (OEA), sobre las investigaciones del desvío de las armas supuestamente vendidas a la policía de Panamá, y desviadas a grupos armados colombianos. BBC Mundo América Latina Sábado, 27 de abril de 2002 46
Citados por Valle y Argüello (2002) Estos autores no mencionan la fuente de su estimativo de 75 jóvenes por pandilla que, de acuerdo con
47
otras fuentes, resulta bastante alto. 48
Sapoznikow (2003) menciona entre 5 y 10 mil mareros para El Salvador y Honduras y entre 2.4 y 10 mil para Guatemala. 9520829.doc
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La impresión de las pandillas como problema prioritario coincide con algunas encuestas de percepción de inseguridad hechas entre los ciudadanos nicaragüenses 49. Varios de los datos disponibles en las encuestas realizadas en Managua, y su comparación con encuestas similares realizadas en Honduras, tienden a confirmar la idea de una alta incidencia de pandillas juveniles como la característica más sobresaliente del panorama de seguridad de Nicaragua, o por lo menos de su capital. Está en primer lugar el auto reporte de haber estado vinculado alguna vez en la vida a una pandilla juvenil. Para el total de jóvenes encuestados en Managua, un impresionante 18.7% respondió afirmativamente a esta pregunta. Esta cifra es más de cuatro veces superior a la reportada para Tegucigalpa, y casi nueve veces la de San Pedro Sula. También de la misma encuesta se puede obtener un estimativo que es bastante más adecuado para las comparaciones con otras ciudades y es el auto reporte de haber sido pandillero entre los jóvenes escolarizados. Nuevamente, sobresale Managua, cuya incidencia de pandilleros entre quienes aún permanecen vinculados al sistema educativo es más del doble de la de Tegucigalpa y cerca de tres veces la de San Pedro Sula GRAFICA 3.8 ¿ALGUNA VEZ HAS SIDO PANDILLERO? 18.7
20 15 10
4.2
5
1.5
1.4 2.3
2.1 1.2
1.0 0.5
Choluteca
S Pedro Sula
Resto ZMVS
3.4
0
Tegucigalpa
TOTAL
Managua
ESTUDIANTE
En el mismo sentido de reflejar una incidencia atípica de pandillas juveniles en Managua apunta el resultado de la pregunta hecha a los jóvenes sobre si conocen o no personalmente a un pandillero. En Managua, casi uno de cada dos jóvenes reporta tal tipo de experiencia, contra uno de cada tres en Tegucigalpa y uno en cuatro en San Pedro Sula. GRAFICA 3.9
¿Conoces personalmente o tienes algún amigo que pertenezca a una pandilla? 60
48.9
50 40
33.4
30
25.5
25.2
24.9
Choluteca
S Pedro Sula
Resto ZMVS
20 10 0
Tegucigalpa
Managua
No menos preocupante resulta la frecuente manifestación de simpatía hacia las pandillas
49
Informe “Consulta Ciudadana, Seguridad Ciudadana y Policía ¿Qué opina el pueblo?”. Grupo Cívico citado por Aguirre (2001) y UNDP (2000).
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entre los jóvenes 50, o la mayor incidencia de pandilleros potenciales, entendidos como aquellos jóvenes que han considerado alguna vez la posibilidad de ingresar a tales grupos 51.
GRAFICA 3.10 SIMPATIZANTES Y PANDILLEROS POTENCIALES 35 30 25 20 15 10 5 0
30.8 24.0 18.1
14.7
12.4
Tegucigalpa
9.0
Choluteca
7.7
8.1
4.6
3.5
S Pedro Sula
SIMPATIZANTE
Resto ZMVS
Managua
POTENCIAL
El escenario de alta influencia de pandillas se confirma cuando se indaga sobre la operación de pandillas en el barrio en dónde viven los adolescentes. Mientras que en Tegucigalpa un poco más de la mitad (52.2%) de los jóvenes de la encuesta reportaron la existencia de pandillas (maras) en su barrio, y en San Pedro Sula tal proporción no alcanza el 40% para Managua la cifra equivalente es superior al 80%. GRAFICA 3.11
¿En el barrio donde vives, existen pandillas? 100
80.3
80 60
52.2
40
35.1
39.2
Choluteca
S Pedro Sula
30.6
20 0
Tegucigalpa
Resto ZMVS
Managua
Las pandillas juveniles en Managua presentan no sólo una gran ubicuidad geográfica sino, además, parecen tener una gran capacidad para reclutar jóvenes en los barrios. Más de cuatro de cada diez de quienes respondieron la encuesta considera que en su barrio “muchos” o la “mayor parte” de los jóvenes están vinculados a las pandillas. GRAFICA 3.12
Entre los jóvenes de tu barrio ¿ son muchos o pocos los que pertenecen a una p andilla? proporción que responde que muchos o casi todos 50
40.3
40 30 20
23.5 16.3
13.9
Tegucigalpa
Choluteca
19.8
10 0
S Pedro Sula
Resto ZMVS
Managua
Se podría pensar que la simple diferencia en la denominación de las pandillas juveniles 50
Se consideran simpatizantes a quienes respondieron con una calificación superior a 1 a la pregunta “en
una escala de 1 a 5 en dónde “1” significa que no te gustan nada las pandillas y “5” que te identificas y simpatizas mucho con las pandillas, como calificarías la simpatía que tienes con las pandillas”. 51
Se consideran pandilleros potenciales a quienes respondieron con una calificación superior a 1 a la pregunta “¿En una escala de 1 a 5 en dónde “1” significa que no lo harías por ninguna razón y “5” que has considerado ser pandillero como calificarías la posibilidad de ingresar o meterte a una pandilla?” 9520829.doc
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en distintos lugares de Centroamérica esté de hecho reflejando fenómenos que no son del todo comparables. Que, por ejemplo, lo que en Managua se conoce como una pandilla juvenil no corresponde a lo que en Honduras, o El Salvador o Guatemala, se designa como una mara y que el primer término tiene una connotación menos grave o más inocua que el segundo. Dadas las enormes diferencias que se observan entre Nicaragua y Honduras para uno u otro fenómeno es fácil la tentación de sugerir que las pandillas serían algo menos estructurado, organizado, o menos violento, o delictivo, que las maras. Los datos disponibles no avalan del todo este tipo de apreciación, aunque si sugieren ciertas diferencias básicas en la naturaleza de los grupos. En términos generales, lo que parece darse en cierta medida confirmando observaciones anteriores sobre la baja importancia relativa de las mafias en Nicaragua es una menor vinculación de las pandillas juveniles con el delito adulto, profesional y organizado, y por otra parte, una mayor vocación política. A pesar de lo anterior, el reporte sobre las distintas actividades desarrolladas por las pandillas en los barrios de Managua no deja mayores dudas acerca de su naturaleza violenta, y delictiva.
GRAFICA 3.13 T
eg uci
galp
a
Man
agua
En síntesis, esta breve y necesariamente limitada comparación de algunos de los indicadores de inseguridad disponibles para Nicaragua con los de otros lugares de la región sugiere varios puntos. Uno, el lugar privilegiado que se le asigna a Nicaragua en el panorama de seguridad centroamericano, que estaría basado en la comparación de las tasas de homicidio, podría ser estar relacionado con la inadecuada medición del número de muertes violentas. Dos, a nivel de la llamada criminalidad global Nicaragua ocuparía un lugar intermedio en Centroamérica, y la delincuencia sí parecería haberse incrementado en los últimos años. Tres, ninguno de los datos disponibles corrobora el escenario de Nicaragua como una sociedad particularmente proclive hacia la violencia sexual. Cuatro, los observadores externos del mercado de drogas no le asignan a Nicaragua un papel preponderante en el tráfico internacional de sustancias; más relevante parece ser el tráfico ilegal de armas. Cinco, todos los datos disponibles apuntan hacia una situación particularmente crítica en el ámbito de las pandillas juveniles. El escenario que se plantea, en el cual la violencia, muchas veces letal, de las pandillas juveniles aparece como la característica más sobresaliente del panorama de seguridad en Managua concuerda bien con el que se puede elaborar a partir de la información de los medios de comunicación : o “En las inmediaciones de la terminal de la ruta 165, a eso de una de la madrugada, vecinos de este barrio llamaron al 118 denunciando que en el sector dos pandillas tenían una batalla a balazos y pedradas. A xxx (18), xxx (19), xxx (19) y xxx (19) alias Colita y
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o
o o
presunto jefe de la pandilla de Las Praderas, loa patrulleros les incautaron 10 proyectiles, un fusil AK y una pistola, ambas armas innovadas” 52. “La pandilla “El Candil”, liderada por “Los Tres Yasir”, penetró al Barrio Los Laureles Norte a eso de las once de la noche del sábado, y con fuego de escopetas recortadas, atacó a un grupo de jóvenes que tomaban licor en la esquina de la pulpería San Antonio, matando a uno e hiriendo a unos ocho más” 53. “El jovencito xxx de 16 años, resultó lesionado en la espalda al ser alcanzado por la pólvora de un mortero que una pandilla identificada como “Los Frijoles” le lanzó cuando jugaba en la vía pública, informó la Policía Nacional 54. Batallas campales a cualquier hora del día o de la noche protagonizan miembros de las pandillas “Los del Valle” y “Los del Sol”, formadas por jóvenes de los Anexos a Villa Libertad. Los mas de 150 integrantes que suman ambos grupos, armados de piedras, machetes y pistolas caseras, agreden a sus rivales e intimidan a la población que nada tiene que ver con las rencillas que tienen los pandilleros 55.
Estas escalofriantes descripciones no sólo avalan la noción de un escenario verdaderamente agudo en materia de violencia juvenil sino que, indirectamente, tienden a reforzar la idea de un desfase en la cifra oficial de homicidios en Nicaragua, por dos razones. Uno, porque reflejan la disponibilidad de un vasto y variado armamento en manos de las pandillas que sería arriesgado no tomar como indicativo de alta letalidad. “Las armas que utilizan los pandilleros van desde sus propias manos desnudas y listas para el ataque hasta fusiles AK47 y granadas de fragmentación. Generalmente, utilizan piedras, palos, tubos, puñales y morteros. Las armas de fuego ametralladoras o pistolas no son las más usuales en los pleitos entre pandillas y las utilizan sobre todo para asaltos o robos, a menos de que se trate de un pleito prolongado en el que cada enfrentamiento requiera de una escalada en el armamento que emplean ambos bandos, hasta que llegan al uso de armas de máxima potencialidad” 56.
Dos, por el hecho de que el reporte en los medios de comunicación de incidentes de este calibre no es común ni siquiera en ciudades caracterizadas por sus altas tasas de homicidio 57. Es por lo tanto razonable concentrar los esfuerzos de diagnóstico de la seguridad en Managua en el fenómeno de las pandillas juveniles. Previamente, se hará una breve síntesis de los resultados más pertinentes de la encuesta de victimización a los hogares 52
La Prensa Feb 5/2001
53
La Prensa Oct 29/2001
54
La Prensa Agosto 22/2001
55
La Prensa Julio 24/2001
56
Rodgers (1997) Esta es una impresión estrictamente personal basada en el seguimiento diario de la prensa colombiana.
57
Incidentes como los que se acaban de citar resultarían sorprendentes aún para una ciudad como Bogotá, con una tasa de homicidios del orden de los 40 hpcmh, o sea cuatro veces la tasa que se puede calcular para Managua con las estadísticas de la Policía, y, subjetivamente, parecen más acordes con lugares como Medellín o Cali, con tasas varias veces superiores. 9520829.doc
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realizada en Managua 58 ejercicio que también sirve para mostrar el lugar primordial que ocupan las pandillas juveniles en el panorama de la inseguridad.
4 – ENCUESTA DE VICTIMIZACION EN MANAGUA En el año anterior a la encuesta el 46.8% de los hogares de la muestra fueron víctimas de algún tipo de ataque criminal. El 33.1% de los hogares reportaron ataques al patrimonio del hogar –casa o vehículo de transporte, el 20.2% reportan ataques contra la propiedad de las personas en la calle –robos o asaltos y el 8.7% ataques contra las personas. Aunque estas cifras globales parecen altas, están afectadas por un alto porcentaje de intento de robo a la casa (11.8%). La desagregación de los ataques criminales a los hogares muestra que el incidente más relevante parece ser el robo a la casa sin violencia, que afectó al 18% de las familias en el año anterior a la encuesta, seguido del ya mencionado intento de robo, del robo de bicicleta, también sin violencia, del cual fueron víctimas el 3.1% de los hogares.
GRAFICA 4.1
Aunque para el ataque con mayor incidencia, el robo sin violencia en la casa, Managua resulta bastante desfavorecida en una comparación internacional, no se debe ignorar que las características locales, con una alta proporción de casas individuales son diferentes a las del lugar típico donde se han hecho las demás encuestas, aún las de América Latina, más urbanizado y con una mayor proporción de apartamentos y viviendas multifamiliares. GRAFICA 4.2
58
Una presentación más detallada de los resultados de la encuesta se hace en RubioINEC(2003).
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Managua
18.1
ZMVS
13
Costa Rica
7.3
Colombia
6
Paraguay
8.2
Bolivia
6.7
Argentina
5.5
Brazil
1.9
America Latina
5.3
Africa
8.3
Asia
2.3
Europa Este
3.6
EEUU Canada
4
Europa Occ
% de hogares víctimas
2.3 0
5
10
15
20
Para los otros ataques que permiten hacer comparaciones internacionales, no resulta demasiado desfavorable la situación de Managua. Para el robo de vehículos, por ejemplo, aún tomando la tasa observada en el quintil más alto de los ingresos se observa una incidencia muy inferior al promedio para América Latina e incluso a la de Costa Rica. De hecho, la tasa de robo de vehículos para América Latina es superior aún a la que se observa en Managua para el robo de bicicletas 59.
GRAFICA 4.3
Managua
0.56 % de hogares víctimas
3.74
ZMVS
3.5
Costa Rica
5.4
Colombia
2
Paraguay
0.9
Bolivia
7.2
Argentina
4.2
Brazil
5.1
America Latina
5.2
Africa
1.1
Asia Europa Este
2.2
para ZMVS y Managua se toma la tasa en el quintil más alto de ingresos
3.5
EEUU Canada
2.4
Europa Occ 0
1
2
3
4
5
6
7
8
En materia de ataques por fuera de la casa, sobresalen los robos sin violencia, de dinero u objetos personales, que afectaron al 13.9% de los jefes de hogar, seguidos de los atracos o asaltos a mano armada, para los cuales la proporción de víctimas en la muestra es del 7.9%. Para las agresiones se observa una incidencia del 5.9%, y para los ataques 59
En principio esta comparación debería calcularse con relación al parque automotor de cada país, pero no se dispone de esa información. De cualquier manera, puede suponerse que el parque disponible para el quintil más bajo de ingresos es muy bajo y en alguna medida comparable entre países. 9520829.doc
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sexuales menos del 1% En materia de asaltos o atracos la incidencia en Managua es similar al promedio latinoamericano. Es ligeramente superior a la de Costa Rica, y muy inferior a la de lugares como Colombia –la encuesta ICVS se hizo en Bogotá o Brasil. GRAFICA 4.4
7.9
Managua
4.35
ZMVS Costa Rica
5.8 10.6
Colombia
6.7
Paraguay
6.2
Bolivia Argentina
6.6 11.3
Brazil
8.1
America Latina
4.2
Africa
1.4
Asia
2.3
Europa Este EEUU Canada
% de personas víctimas
1.5
Europa Occ
1.8 0
2
4
6
8
10
12
Casi las tres cuartas partes de los ataques sufridos por los hogares ocurrieron en el barrio en dónde viven. Para los atentados a la propiedad en la calle, la proporción de los acaecidos en el barrio es del 43%, porcentaje muy similar al de los ataques contra las personas. La tasa global de denuncias –proporción de todos los ataques que llegan a conocimiento de las autoridades es ligeramente superior al 25%, pero presenta importantes diferencias de acuerdo con el tipo de incidente. Los que menos se denuncian son los que ocurren en la calle –robos son violencia contra las personas, asaltos o agresiones y los que más se denuncian son el robo de carro con violencia y los ataques sexuales. De acuerdo con las víctimas o sus familiares un altísimo porcentaje de los ataques criminales (86%) fueron cometidos por jóvenes, en forma más o menos independiente del tipo de incidente. Aunque la incidencia de ataques criminales contra el patrimonio de los hogares no parece demasiado alta, el daño económico causado por eso ataques, cuando se dan, si es considerable. El incidente que implica mayores pérdidas es el robo de vehículo con violencia (en promedio 5 mil Córdobas), seguido del mismo tipo de robo sin violencia (2400 Córdobas ) y de los robos de moto (2500 Córdobas). Cada uno de los incidentes más frecuentes, los robos a la casa sin violencia, implican una pérdida considerable, (2100 Córdobas). Sorprendentemente, las pérdidas totales –sumando los distintos ataques están solo levemente asociadas con el nivel de ingreso. Entre las víctimas del quintil más bajo de los ingresos el promedio de las pérdidas fue cercano a los 1100 Córdobas, en el tramo más alto alcanzaron un 60% más de esa suma, o sea 1660 en promedio. Si se miran las pérdidas como un porcentaje del ingreso, parece evidentes que son los hogares más 9520829.doc
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pobres los que sufren una carga proporcionalmente mayor por efecto de la delincuencia. En síntesis, por la naturaleza de los ataques –orientada al robo a las casas, muy localizada en los barrios, sin que se perciban siquiera desplazamientos para atacar los barrios más pudientes Managua no se caracteriza por una delincuencia común demasiado sofisticada. El hecho que el incidente que más afecte a los hogares sea el robo a la casa sin violencia, o que se presente una tasa de asaltos a mano armada inferior a la de América Latina sugiere un panorama no muy crítico de seguridad. A pesar de lo anterior, la carga económica que impone el delito sobre las familias es bastante importante.
TABLA 4.5
En este contexto, no sorprende que el mayor factor de inseguridad para los ciudadanos de Managua no esté relacionado con los atentados a la propiedad –en la casa o en la calle ni con las agresiones. El elemento que en mayor medida afecta la sensación de inseguridad es, de lejos, la presencia de pandillas en los barrios. Varias de las preguntas hechas en la encuesta sirven para corroborar esta información. En primer lugar, se cuenta con una calificación – desde 0 “muy inseguro” hasta 3 “muy seguro” de la sensación de inseguridad en el barrio 60. Para el total de la muestra, la calificación promedio es de 1.05. Entre quienes durante el último año fueron víctimas este promedio baja un 7% y para los no víctimas se incrementa en un 20%. La presencia de pandillas, por su parte, reduce esta calificación en un 21% y para quienes viven en un barrio libre de tales grupos el incremento en el indicador de seguridad es del 60%. 60
Corresponde a la respuesta a la pregunta “¿Qué tan seguro se siente Usted en las calles de su barrio?” con cuatro niveles como alternativa para la respuesta (i) muy inseguro (ii) poco inseguro (iii) Algo seguro (iv) muy seguro. 9520829.doc
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Visto en el otro sentido, entre quienes manifiestan sentirse muy inseguros en su barrio, un 62.5% reportan haber sido victimas de algún ataque criminal y un 84% manifiestan que en el barrio en dónde viven operan pandillas. En el otro extremo, entre quienes consideran estar muy seguros en el barrio la tasa de victimización es del 44% y la proporción de reporte de pandillas en el vecindario es del 41%. GRAFICA 4.6
Otra manera de corroborar esta observación –que las pandillas son el principal factor de inseguridad ciudadana en Managua consiste en estimar una regresión para explicar, como variable dependiente, la calificación de la sensación de inseguridad en función de (i) haber sido víctima de un ataque a la propiedad del hogar –casa o vehículo (ii) haber sido robado o asaltado (iii) haber sido agredido o atacado sexualmente y (iv) vivir en un barrio en donde operen pandillas. Los resultados de este ejercicio (Ecuación 4.1) muestran que mientras el haber sufrido un ataque a la propiedad del hogar, o un ataque personal reduce la sensación de seguridad en cerca de un quinto de punto, el vivir en un barrio dónde operen pandillas tiene un efecto casi cuatro veces mayor, siendo además mucho más significativo en términos estadísticos. GRAFICA 4.7
Puesto que este ejercicio ofrece una manera de ponderar los distintos factores que afectan, en conjunto, la sensación de inseguridad de los ciudadanos, puede eventualmente ser utilizado como un mecanismo para establecer prioridades de acción pública, siempre que lo que se busque sea incrementar la sensación de seguridad ciudadana. Así, lo que los coeficientes estimados sugieren es que en una ciudad como Managua los recursos dedicados a la seguridad deberían invertirse asignando una mayor prioridad al problema de las pandillas que al resto a las demás manifestaciones de la delincuencia. El hecho de que sea la simple presencia de pandillas el factor que más afecte la sensación de inseguridad hace particularmente difícil de estimar los denominados “costos de la violencia” y por lo tanto limita las posibilidades de evaluación beneficio/costo de los esfuerzos de prevención, para quien pretenda hacerlo
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en unidades monetarias. Se puede objetar que el impacto de los distintos incidentes de victimización o de la cercanía de las pandillas puede no ser uniforme a lo largo de la escala de la inseguridad. Una alternativa para medir este eventual efecto diferencial consiste en analizar cuales con los factores que permiten discriminar a los ciudadanos que se sienten muy seguros – o muy inseguros de los demás. Para esto se puede recurrir a un ejercicio de análisis discriminante cuyos resultados muestran que el efecto no es uniforme. Por otro lado, se tiende a confirmar que las pandillas son el mayor determinante de la sensación de inseguridad en Managua. Se observa que mientras el haber sido víctima de cualquiera de los ataques incrementa en cerca de un 40% la probabilidad de sentirse muy inseguro en el barrio, el efecto respectivo de la presencia de pandillas es del orden del 260%, o sea más de seis veces superior (Ecuación 4.2). Si, por otra parte, se analiza cual es el impacto sobre el sentirse muy seguro en el barrio, se observa que haber sido víctima de robo a la casa o al vehículo reduce en un 50% la probabilidad de sentirse muy seguro, el ser robado o atacado en la calle no tiene un efecto muy significativo y el vivir en un barrio dónde operen pandillas tiene un efecto negativo del 73% (Ecuación 4.3). GRAFICA 4.8
No vale la pena en este punto hacer un análisis a profundidad de los determinantes de la sensación de seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, vale la pena contrastar una hipótesis relacionada con una de las posibles interpretaciones de la teoría de las “ventanas rotas” –broken windows de acuerdo con la cual uno de los determinantes de la sensación de inseguridad de los ciudadanos tiene que ver con la calidad del entorno urbanístico en el que viven. La información de la encuesta tiende a darle apoyo a esta noción puesto que, fuera de lo que se podrían denominar las condiciones objetivas de inseguridad –como el haber sido víctima de algún ataque, o el vivir en un barrio en dónde operen pandillas la calificación de la calidad del espacio urbano tiene un impacto positivo, y estadísticamente significativo, sobre la percepción de seguridad de los ciudadanos. En efecto, cada punto en la escala de calificación, entre 1 y 5, reduce en cerca de 30% la probabilidad de sentirse muy inseguro en el barrio (Ecuación 4.4). El impacto no sólo es estadísticamente significativo sino que persiste casi sin alterarse aún después de filtrar por el efecto ingreso, que por su parte no es significativo (Ecuación 4.5). Aunque otros de los indicadores disponibles de infraestructura urbana, en particular la disponibilidad y estado de conservación de las canchas muestran también un impacto significativo, y con el signo esperado, sobre la sensación de inseguridad, su 9520829.doc
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efecto es menos importante que el de la calificación global de la calidad del espacio público (Ecuaciones 4.6 y 4.7). Estos efectos se dan a pesar de que, como se verá más adelante, el entorno urbanístico no tiene capacidad para alterar de manera perceptible el indicador de presencia de pandillas en los barrios.
5 LAS PANDILLAS JUVENILES EN MANAGUA En Nicaragua parece haber acuerdo en señalar el inicio del fenómeno de las pandillas juveniles entre finales de la década de los ochenta y principios de la de los noventa 61. A diferencia de otros países centroamericanos, en donde se señala la importante influencia en el fenómeno marero de los jóvenes repatriados de los EEUU, en particular de la ciudad de Los Angeles en donde ya se habrían configurado como pandillas juveniles, para Nicaragua se hace énfasis en el carácter autóctono de los grupos y del vínculo de sus orígenes con el conflicto armado. “Los primeros pandilleros de los años 90, jóvenes que habían conocido la guerra, el peligro, la muerte y tantas otras formas de violencia, dicen que, después de las dramáticas experiencias que vivieron en las montañas, querían repetirlas de nuevo. Y sobre todo, querían readquirir el estatus social que les dio el ser militares aguerridos que, llenos de orgullo, estaban sirviendo a la patria 62.
El segundo punto, con el cual hay una mayor similitud con las maras de otros países es el del marcado carácter territorial de estos grupos. Se señala el barrio de origen de las pandillas como un factor determinante de su accionar, y su defensa la razón de ser de muchos de sus enfrentamientos. La falta de oportunidades de estudio, el desempleo y la carencia de proyectos de vida llamativos se consideran factores determinantes en la decisión individual de vincularse a tales grupos. Dennis Rodgers, el llamado antropólogo pandillero, considera sin embargo que los determinantes sociales y económicos son insuficientes como explicación. Por un lado, porque al centrarse en estos factores se está ignorando la pandilla como una organización que muchas veces adquiere una autonomía propia, y en la cual el conocimiento –por ejemplo militar se va transmitiendo, reforzando y sofisticando. Por otra parte, porque parece limitado centrar el análisis de sus motivaciones en la búsqueda de alternativas al estudio o al trabajo. Sosa y Rocha (2001) hacen énfasis en el trabajo infantil –que se puede asimilar al abandono escolar y la consecuente “socialización primaria” en la calle como uno de los 61
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elementos característicos de los jóvenes pandilleros entrevistados por ellos. También aluden al problema de la desintegración y la violencia familiar y a aspectos como el grupo de amigos, el fácil acceso a la droga, la búsqueda de diversión, la influencia de los medios y la venganza, búsqueda de protección o defensa del barrio como elementos que ayudan a explicar la vinculación a las pandillas. Vale la pena, a partir de algunos de los datos disponibles en la encuesta de autoreporte realizada en Managua tratar de detectar cuales son, dentro de los múltiples factores ya señalados en los que se pueden denominar trabajos etnográficos, aquellos más susceptibles de generalización estadística.
5.1 FACTORES QUE AYUDAN A DISCRIMINAR A LOS PANDILLEROS DEL RESTO DE JOVENES La manera más directa de abordar el análisis de los factores que contribuyen a explicar el paso individual que dan algunos jóvenes al afiliarse a una pandilla 63 consiste en buscar las características de los jóvenes que permiten discriminar, o distinguir en términos estadísticos, los que han ingresado a una pandilla de aquellos que no lo han hecho. Así, por ejemplo, si se encuentra que entre los jóvenes pandilleros el nivel educativo de la madre es, en promedio, diferente del de las madres de los jóvenes no vinculados a las pandillas, y que esta diferencia es significativa en términos estadísticos, se adoptará esa variable como elemento “explicativo” del ingreso a las pandillas 64. Dentro de las variables disponibles en la encuesta 65 aquellas que contribuyen a discriminar a los jóvenes pandilleros de aquellos que no han estado afiliados a tales grupos se pueden mencionar, en orden descendente de la relevancia estadística de su efecto 66 (Ecuación 5.1): o El estar o no escolarizado (estudia, 82%, 7.1) aparece como la variable con mayor poder para establecer diferencias entre los pandilleros y el resto de jóvenes. La magnitud del efecto es considerable: la vinculación 63
Conviene anotar que la adopción que se hace aquí de la caricatura de una “decisión” crítica por parte del joven es en extremo limitada. En Rubio (2003) se plantea la conveniencia de tener en cuenta el conjunto de pequeños incidentes sucesivos que, al acumularse, conducen a cierto resultado, que no siempre fue el inicialmente previsto. El análisis detallado de esta secuencia de pequeñas acciones requeriría sin embargo de información de la cual no se dispone, por ejemplo, historias de vida detalladas, o estudios longitudinales. 64
La técnica usual para este tipo de análisis son los métodos de regresión por categorías, o logit, que no son otra cosa que los procedimientos de regresión multivariada que se aplican cuando la variable dependiente no es continua sino categórica, o discreta. 65
Más adelante, en este mismo informe se ofrece una lista de todas las variables incluidas en la encuesta, con sus frecuencias simples. 66 Entre paréntesis, después de la mención de cada variable se incluye el nombre utilizado en la estimación que es el que aparece en el Anexo de ecuaciones, el signo del efecto, su magnitud –se reporta el llamado oddsratio y el valor z. 9520829.doc
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al sistema educativo reduce en un 92% la probabilidad de afiliación a las pandillas 67. El haber sido víctima de una agresión grave (vahav, +370%, +5.8). Aunque este coeficiente puede reflejar una consecuencia de ser pandillero, antes que una posible causa, vale la pena señalarlo. Este puede ser uno de los mecanismos a través de los cuales se refuerza y perpetúa la vinculación a las pandillas: la búsqueda de retaliaciones y venganzas. El género del joven (genero, +578%, +4.4). El ser hombre multiplica por cerca de seis la probabilidad de ser pandillero Que operen pandillas en le barrio donde vive el joven (pandillb, +328%, +3.5). La circunstancia de contar con un grupo ya organizado en el barrio multiplica por más de cuatro la probabilidad de que un joven decida vincularse a tales grupos Un indicador de “buen entendimiento” con el padre (fbep1, 31%, 3.4). Los jóvenes que mantienen unas relaciones cordiales con sus padres –la respectiva variable con la madre también es relevante serían menos propensos a ingresar a las pandillas. El número de amigos (ant, +2%, +3.0). Este coeficiente puede interpretarse de dos maneras, o bien los jóvenes más sociables muestran mayor tendencia a buscar una pandilla o, al revés, a través de estos grupos conocen un mayor número de amigos. En cualquier caso, el resultado sugiere que las pandillas son un escenario fértil para la socialización de los jóvenes El que la madre haya sido golpeada (fgolpem, +90%, +2.26). La violencia en el hogar aparece como un factor que estimula la vinculación a las pandillas Un indicador de supervisión por parte de los padres –que sepan dónde está el joven cuando sale de la casa (fvpsde, 49%, 2.2) muestra una asociación negativa con el hecho de ser pandillero. El coeficiente admite una interpretación en ambas vías. “La presencia de familiares entorpece la capacidad de desenvolvimiento del pandillero. Están atentos a la censura. En cambio, la calle y casas de amigos de 68
confianza los hacen sentir a sus anchas”
Vale la pena también destacar algunos factores que mostraron no tener mayor capacidad para discriminar a los jóvenes pandilleros. Está en primer lugar el hecho de que fuera 67
Es conveniente advertir que la magnitud de este coeficiente debe tomarse con cautela, puesto que no es
posible garantizar que la muestra de jóvenes no escolarizados que se tomó para la encuesta es totalmente aleatoria, y se puede pensar que en ella están subrepresentados quienes abandonaron el sistema escolar para trabajar o simplemente quedarse en sus casas. 68
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del efecto que se da a través del abandono escolar –que como se verá más adelante si está relacionado con la capacidad económica de la familia ninguno de los indicadores sociales y económicos disponibles para el hogar propiedad de la vivienda, educación de los padres, empleo de la madre o del padre, percepción de la clase económica por parte del joven, nivel mensual de sus gastos personales contribuye a explicar la afiliación a las pandillas juveniles. Por otra parte, la estructura familiar número de hermanos, el haber sido hijo de madre adolescente, el vivir en un hogar monoparental tampoco sirve para discriminar a los jóvenes pandilleros. Ni siquiera la manifestación de conflictos y peleas en el hogar, siempre que estos no hayan conducido al extremo de violencia física contra la madre, parece tener un efecto perceptible sobre la probabilidad de que un joven ingrese a una pandilla Por último, ninguno de los indicadores del llamado capital social visto desde la perspectiva del hogar –que los padres pertenezcan a diversas asociaciones, o que hayan participado en obras comunitarias, o que estén bien informados sobre la vida del barrio muestra un efecto significativo sobre la vinculación de los menores a las pandillas.
5.2 EL ABANDONO ESCOLAR Aunque no se trata de hacer un análisis detallado del problema, que parece grave, de la desvinculación del sistema educativo en Nicaragua –algo que sobrepasa el alcance de este trabajo si vale la pena un ejercicio muy simple para, con base en la información de la encuesta, tratar de entender sus determinantes básicos. No sólo porque se trata del factor más relevante de vinculación a las pandillas sino, además, para tratar de refinar el diagnóstico que con frecuencia se hace sobre los determinantes sociales y económicos de la delincuencia juvenil. El primer punto que vale la pena señalar es que varios de los indicadores disponibles en la encuesta sobre la capacidad económica de la familia sí muestran tener un poder para distinguir a los estudiantes de quienes han abandonado el sistema educativo (Ecuación 5.2). En particular, tienen un efecto estadísticamente significativo: la percepción por parte del joven de la clase económica a la que pertenece; la educación de los padres, y el hecho de que los padres, y en particular el padre, cuente con un empleo A pesar de la observación anterior, la condición económica del hogar parecería estar mostrando solo una parte de la historia del abandono escolar, por varias razones. Uno, porque los factores económicos, por sí solos, explican solamente una fracción pequeña, menos del 10%, de las variaciones en la escolaridad de los jóvenes (Ecuación 5.3). Dos, porque el abandono escolar está lejos de poder ser considerado como un problema que sólo atañe a las clases menos favorecidas. Si bien entre el estrato más bajo –de acuerdo con la clasificación hecha por los mismos jóvenes la proporción de no escolarizados 9520829.doc
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alcanza un impresionante 80%, en el estrato más alto la cifra correspondiente es un no menos preocupante 52%. Tres, porque más de las tres cuartas partes de los jóvenes no escolarizados manifiestan no estar trabajando, mientras que, por el otro lado, más del 10% de los escolarizados reportan trabajar en forma paralela con sus estudios. Cuatro, porque factores que difícilmente podrían asociarse con la capacidad económica de los hogares, como por ejemplo el género del joven, contribuyen a explicar la vinculación al sistema educativo. Las anotaciones anteriores no implican desconocer la importancia que las limitaciones económicas imponen a la escolaridad de ciertos jóvenes. Solo se pretende llamar la atención sobre el hecho de que constituyen una explicación insuficiente del abandono escolar, y que por lo tanto eventuales medidas orientadas simplemente a la dimensión económica –como por ejemplo un programa de becas podrían resultar limitadas para afrontar eficazmente el problema.
5.3 LAS PANDILLAS EN EL BARRIO Puesto que fuera del abandono escolar uno de los factores que en mayor medida ayuda a discriminar a los pandilleros del resto de adolescentes es la disponibilidad de pandillas en los barrios en dónde viven, vale la pena un esfuerzo por caracterizar aquellos lugares en los cuales se reporta la existencia de grupos juveniles. Para tal efecto, se pueden utilizar algunas de las variables de la encuesta de victimización hecha a los hogares, en la cual también se consigna la percepción sobre presencia de pandillas en los barrios y se cuenta con la referencia a algunas características de los barrios. Aunque en la encuesta de victimización la unidad básica de análisis es el hogar, teniendo en cuenta que se realizaron 24 encuestas en 50 barrios de Managua, para un total de 1200 observaciones, es posible calcular, para cada uno de los barrios, el promedio de algunas de las variables y realizar un análisis basado en las 50 observaciones que se generan con esta agrupación. Una de las preguntas de la encuesta hacía referencia a la percepción del jefe del hogar sobre la operación de pandillas en el barrio 69, y la respuesta era dicótoma, existen o no pandillas. Así, al agregar por barrios las respuestas a esta pregunta se tiene el porcentaje de hogares que consideran que en su barrio operan pandillas. Esta variable puede interpretarse como una aproximación a la “probabilidad de presencia” de pandillas en los barrios. Si todos los hogares de un barrio responden de manera afirmativa a la pregunta se puede estar razonablemente seguro de que en el barrio operan pandillas. En el otro extremo, si todos los hogares consideran que en el barrio en cuestión no existen pandillas se puede tener certeza de que se trata de un barrio libre de tal influencia. 69
La pregunta específica era “¿en la actualidad, en este barrio, existen pandillas?”
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Entre estos dos límites, la proporción de hogares que reportan existencia de pandillas se puede considerar como un “grado de certeza” , o probabilidad, de presencia de pandillas. Así, en el texto y las gráficas de esta sección por “probabilidad de presencia” de pandillas se entenderá la proporción de hogares que, en cada barrio, respondieron afirmativamente a la pregunta sobre existencia de pandillas.
5.3.1 CONCENTRACION GEOGRAFICA Conviene anotar que la presencia de pandillas en los barrios de Managua está lejos de poderse considerar como un fenómeno uniformemente distribuido. Mientras en un poco más de la cuarta parte (26%) de los barrios existe consenso entre los vecinos sobre la presencia efectiva de pandillas, en el otro extremo, en cerca de uno de cada diez barrios hay acuerdo para señalar que se encuentran libres de esa presencia. De todas maneras, son mayoritarios los barrios (76% del total) en los que se puede considerar que existe presencia importante de pandillas (en los cuales la mitad o más de los vecinos reportan que en el barrio existen pandillas). GRAFICA 5.1
5.3.2 NIVEL ECONOMICO DE LOS BARRIOS Vale la pena dilucidar la cuestión de la asociación entre la presencia de pandillas y el nivel económico promedio de los barrios. Para esto se cuenta en la encuesta con dos posibles indicadores: los ingresos totales reportados por el jefe de hogar 70 y, por otro lado, la percepción del mismo jefe sobre la posición de la familia en una escala de estrato o clase socioeconómica 71. Al comparar los datos, por barrios, de probabilidad de presencia de pandillas con el promedio de los ingresos mensuales por hogar se observa que sí existe una relación negativa entre una y otra variable. A medida que aumenta el ingreso promedio de los barrios, disminuye la probabilidad de influencia de jóvenes pandilleros. 70
Al final de la encuesta a los hogares se preguntaba “¿Cómo cuanto dinero ganan al mes en esta casa?” La pregunta que se hacía era “En términos de sus ingresos y su nivel de vida, la gente se describe a si
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misma como perteneciente a cierta clase social: alta, media, baja. Usted se describiría como perteneciente a la clase:” y se contemplaban 5 posibilidades alta, media Alta, media media, media baja, baja. Teniendo en cuenta la escasa frecuencia de hogares que se consideraron pertenecientes a la clase alta se agruparon las dos últimas categorías.
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Esta relación, sin embargo, no es uniforme. Lo que se observa es que si bien en los barrios más ricos es casi seguro encontrar una incidencia reducida de pandillas, en los barrios con un nivel bajo de ingresos se observa una gama relativamente amplia para la intensidad de esa influencia. En otros términos, se puede decir que, a lo largo de la escala de ingresos, existe una zona con cierta insensibilidad de la presencia de pandillas a variaciones en el ingreso. Si se hacen ejercicios mentales simples acerca de la posibilidad de alterar la influencia de las pandillas mediante programas dirigidos a elevar el nivel económico de los hogares, lo que se observa es que, de acuerdo con estos datos, en un rango importante de los ingresos –los inferiores a 5000 Córdobas al mes los aumentos no necesariamente repercutirían en una reducción de la influencia de pandillas. Para lograr algún efecto significativo habría que continuar el esfuerzo hasta niveles relativamente altos, algo como 15 mil Córdobas al mes. Esta relativa insensibilidad –o falta de elasticidad del fenómeno de las pandillas en los niveles económicos medios y bajos se aprecia mejor al analizar su presencia por quintiles de ingreso promedio de los barrios. Mientras en los tres primeros quintiles – hasta 3500 Córdobas al mes la influencia promedio de las pandillas es muy similar, en niveles del orden del 80%, a partir del cuarto quintil se observa un leve descenso, de 80% a 70%, pero es sólo en el quintil superior –ingresos familiares superiores a 5000 Córdobas al mes cuando se alcanza una reducción significativa en el indicador de presencia de pandillas, de 0.7% a 0.3%. GRAFICA5.3
Lo que estas gráficas sugieren es que si se buscara controlar la influencia de pandillas en los barrios con base en políticas orientadas a elevar la capacidad económica de los hogares –por ejemplo programas de empleo habría que buscar elevar el ingreso promedio hasta un nivel equivalente al que se observa en la actualidad para el tramo más
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alto de los ingresos. Habría, por ejemplo, que lograr un incremento del 130% en el ingreso promedio por hogar en los barrios más pobres, del 80% en los del segundo quintil y del 50% y 20% en los quintiles tres y cuatro respectivamente. La segunda manera de abordar la cuestión de la influencia de las condiciones sociales y económicas de los barrios sobre la presencia de pandillas es a través de la comparación de esta última variable con la auto calificación de los hogares sobre la clase social a la que pertenecen. Como se podía esperar, la relación que se observa es similar a la que se da con los ingresos. A medida que aumenta la clase social a la que perciben pertenecer los hogares se observa una menor incidencia de las pandillas juveniles en sus respectivos barrios. GRAFICA 5.4
Se puede anotar que la relación entre el riesgo de pandillas en los barrios y esta percepción subjetiva de la posición social de los hogares es un poco más estrecha que la que se observa con el indicador de ingresos. De hecho, al tratar de explicar la presencia de pandillas a partir de estas dos variables se observa que, a pesar de que una y otra están correlacionadas, predomina el efecto de la percepción de clase social sobre el del ingreso promedio en unidades monetarias (Ecuación 5.4). Una manera de interpretar este resultado sería sugiriendo que más relevantes que las consideraciones estrictamente económicas, basadas en la capacidad adquisitiva de los hogares, parece ser el papel de la percepción subjetiva del lugar que se ocupa en la escala social. La tercera vía para analizar la relación entre la situación de los barrios y la presencia de pandillas es a través del indicador del nivel educativo del jefe del hogar. De nuevo, se observa una asociación negativa con la presencia de pandillas: a medida que aumenta la educación promedio de los barrios se observa una menor incidencia de pandillas juveniles. GRAFICA 5.5
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Un aspecto que vale la pena destacar es que, de los tres indicadores de condiciones sociales de los barrios, el basado en la educación de los jefes del hogar es el que presenta una relación más estrecha y significativa con la presencia de pandillas (Ecuación 5.5). Por sí sólo 72 el nivel educativo promedio explica cerca del 50% de las variaciones en probabilidad de presencia de pandillas (Ecuación 5.6). El respectivo porcentaje para la variable estrato o clase social es del 45% y para el ingreso monetario es el 38%. Pensando en políticas o programas para controlar las pandillas, más relevante resulta la observación que, desde los niveles más bajos de la variable educación se podría lograr un efecto perceptible sobre la presencia de pandillas, algo que como se vio, no ocurre con el ingreso. En efecto, el perfil de la presencia de pandillas por grandes grados educativos es tal que mientras en los barrios en dónde el nivel educativo promedio apenas supera la primaria, la probabilidad de presencia de pandillas es del 81%, para aquellos barrios en dónde la media ya supera el nivel de la secundaria esta cifra ha descendido al 55% y para las localidades en las cuales el promedio educativo es superior el porcentaje es del 12%. GRAFICA 5.6
Estos resultados que señalan la importancia de la educación de los jefes de hogar –más que sus ingresos sobre la posibilidad de presencia de pandillas en los barrios, no hacen más que corroborar el resultado que, en las mismas líneas, se obtuvo a partir de los factores que, individualmente, permiten discriminar a los pandilleros del resto de jóvenes. El elemento inhibidor importante, más que la capacidad económica del hogar, tendría que ver con la escolaridad. 72
Obviamente incorporando el efecto de los otros dos indicadores, que están correlacionados.
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En este contexto, se llegaría a un objetivo de política más concreto y realista. Para la prevención de la violencia juvenil, en su manifestación de vinculación a las pandillas, no parece necesario tratar de lograr incrementos que sin lugar a dudas son inalcanzables en la capacidad económica de los hogares. Más pertinente resulta tratar de hacer avances en la dimensión educativa.
5.3.3 OTRO FACTORES EXPLICATIVOS DE PRESENCIA Fuera de este indicador de las condiciones económicas y sociales de los hogares, se encuentra que, para los datos agregados, otras cuatro de las variables disponibles en el encuesta ayudan a explicar las diferencias en la presencia de pandillas en los barrios (Ecuación 5. 7) : o Un indicador de capital social de la comunidad la calificación de la posibilidad de que en el barrio en cuestión se puedan desarrollar obras comunitarias – que , sorprendentemente, aparece con un efecto perverso, contrario al esperado: a mayor capital social mayor la probabilidad de pandillas. El respectivo coeficiente es estadísticamente significativo (bpoc, +.21, +3.6) o La percepción sobre la presencia de crimen organizado en el barrio (vdo, +0.19, +3.3), con el efecto positivo esperado. o La calificación de calidad de las relaciones de la comunidad con la Policía Nacional (srpoq, 0.05, 2.9), con un efecto negativo: a mayor calidad de las relaciones, menor probabilidad de pandillas o La proporción de hogares que reportan haber conocido personalmente alguna víctima de homicidio (vca, +0.52, +2.3), con un impacto positivo. Estos cuatro elementos, junto con el indicador de escolaridad del jefe de hogar, explican cerca del 75% de las diferencias en la influencia de pandillas en los barrios de Managua. Vale la pena analizar en mayor detalle estos resultados.
5.3.4 DELINCUENCIA ORGANIZADA Y PANDILLAS Como se señaló atrás, de acuerdo con los analistas externos, el problema del tráfico de narcóticos parece ser un tema menos relevante para la seguridad ciudadana en Nicaragua que en otros países de la región. Los datos de la encuesta en cierta medida corroboran esta observación, puesto que en más de la mitad de los barrios la calificación promedio sobre la presencia de delincuencia organizada se sitúa entre “ninguna” y “poca” y sólo en cuatro de los cincuenta barrios la calificación promedio se sitúa más cerca de “mucha” que de “poca”. A pesar de lo anterior, el problema de los delincuentes organizados no es completamente ajeno a la realidad de Managua, ni al fenómeno de las pandillas.
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El perfil de la asociación que se observa entre estas dos manifestaciones de la violencia –las pandillas juveniles (PJ) y la delincuencia organizada (DO) es interesante de analizar por varias razones. GRAFICA 5.7
En primer lugar porque muestra que, si bien las pandillas juveniles pueden muy bien existir en los barrios en dónde los ciudadanos consideran prácticamente irrelevante el problema de la DO, a medida que esta influencia aumenta es casi seguro que habrá alta presencia de pandillas juveniles. O, visto de otra manera, la falta de presencia de pandillas parece siempre implicar baja influencia de la DO. Este es un argumento sólido a favor de la idea de la DO como una posible “causa”, y no una consecuencia, de la presencia de pandillas 73. En una de las preguntas de la encuesta se buscaba indagar sobre la percepción de los jefes de hogar acerca de qué tan estrechos eran, en su barrio, los vínculos entre uno y otro fenómeno. Es interesante observar que, a medida que aumenta la presencia de la DO, mayor es la calificación que se le asigna a la colaboración entre esta y las pandillas juveniles. Así, en los barrios con leve presencia de delincuentes adultos pueden operar pandillas juveniles independientes de este fenómeno, pero en aquellos lugares en los cuales la presencia de crimen organizado es más importante, casi inevitablemente se da una asociación entre las pandillas juveniles y la DO. GRAFICA 5.8
73
Puesto que si “no PJ” implica “no DO”, tal como sugiere la gráfica, entonces DO implica PJ. Por el
contrario, también de acuerdo con la gráfica, la afirmación lógica “no DO” no necesariamente implica “no PJ”, lo que equivale a descartar que PJ implique DO. 9520829.doc
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5.3.5 LAS RELACIONES CON LA POLICIA La asociación negativa, y estadísticamente significativa, que se observa entre la probabilidad de presencia de pandillas y la calificación que le asignan los ciudadanos a la calidad de las relaciones de su comunidad con la Policía Nacional tiene como característica digna de mención que la segunda variable parecería ser una condición necesaria, mas no suficiente, para que se de una baja incidencia de la primera. En efecto, mientras que en los barrios en los que se le da una alta calificación promedio a las relaciones con la Policía se observa un rango relativamente amplio para la probabilidad de presencia de las pandillas, aquellos lugares en los que la calificación es muy baja parecen abocados a una alta presencia de grupos juveniles. GRAFICA 5.9
5.3.6 CONTACTO PREVIO CON LA VIOLENCIA No menos interesante de analizar resulta la asociación entre la influencia de las pandillas en los barrios y el reporte en la encuesta de conocimiento personal de alguna víctima de homicidio. Un aspecto digno de mención de esta característica de un hogar – conocer o no personalmente a una víctima de homicidio es que se trata de algo que no está distribuido de manera uniforme entre la población. Si bien en casi la mitad de los barrios se trata de algo relativamente extraño, pues menos del 10% de los hogares reportan tal tipo de contacto previo con la violencia, en más de la quinta parte de los barrios este porcentaje supera el 20% y en 3 de los 50 barrios de la muestra más del 40% de los hogares manifiestan haber conocido personalmente a una víctima de homicidio. GRAFICA 5.10
Hay dos maneras de interpretar esta singular tendencia a agruparse que muestran los hogares cercanos a las víctimas de homicidio. Por un lado, se puede pensar en una
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importante concentración geográfica de las muertes violentas, un fenómeno recurrente en la mayor parte de los lugares en dónde las tasas de homicidio son altas. Si, por ejemplo, en un barrio son asesinadas, proporcionalmente, muchas más personas que en otros lugares de la ciudad, cabe esperar este tipo de reporte, también concentrado, de conocimiento de las víctimas. Si esta es la interpretación correcta, se estarían dando en Managua diferencias en las tasas de homicidio del orden de uno a diez. Y el diagnóstico de una ciudad sin problemas apremiantes de violencia homicida debería revisarse para ciertos barrios críticos. Otra posible interpretación sería que las personas en algún momento desplazadas por la violencia en distintos lugares del país emigraron a Managua y tendieron a localizarse en los barrios de acuerdo a su lugar de origen. Un dato de la encuesta –el reporte de haber tenido que cambiar de residencia por razones de violencia serviría de apoyo a esta interpretación, puesto que se presenta bastante heterogeneidad entre barrios en términos de la proporción de hogares que manifiestan ser desplazados 74. La interpretación para la relación entre el conocimiento de víctimas de homicidio y la influencia de pandillas depende de cual de los dos escenarios descritos se considere más pertinente. Si se acepta la idea de una alta concentración de los homicidios en Managua, se tendría entonces que la variable en cuestión –proporción de hogares que conocían una víctima es un resultado de la presencia de pandillas. Si, por el contrario, se piensa que hay una concentración de personas que han sufrido de cerca la violencia se puede plantear cierta causalidad en el otro sentido, por ejemplo pensando que se genera, por distintas razones, un mayor nivel de aceptación de las pandillas juveniles. En alguna medida, el perfil de la relación entre pandillas y conocimiento de víctimas de homicidio tiende a ser más consistente con el segundo escenario que con el primero, ya que los bajos niveles de contacto previo con la violencia se asocian tanto con baja como con alta presencia de pandillas. Por el contrario, los niveles altos de experiencia anterior con homicidios, con la excepción de uno de los cincuenta barrios de la muestra, se asocian con altos niveles de influencia de pandillas.
GRAFICA 5.11
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En contra de esta interpretación se puede mencionar la alta participación de los incidentes recientes – después del año 2000 entre quienes conocían personalmente una víctima. 9520829.doc
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5.3.7 LAS PANDILLAS Y LAS COMUNIDADES De acuerdo con las corrientes que postulan que el fortalecimiento del llamado capital social la capacidad de asociación de las comunidades como un mecanismo idóneo para controlar la violencia juvenil, no es fácil dar cuenta del resultado obtenido con los datos de la encuesta, de acuerdo con el cual la mayor integración entre los ciudadanos de los barrios para emprender obras comunitarias se asocia positivamente con la presencia de pandillas. Además, no se trata del único indicador del capital social que muestra un efecto perverso sobre la probabilidad de influencia de los grupos juveniles. Por ejemplo, la frecuencia con que los hogares reportan haber asistido en el último año a un evento social en el barrio también aparece positivamente asociada, y de manera significativa, con la probabilidad de presencia de pandillas (Ecuación 5. 8). Aunque el efecto no alcanza a ser estadísticamente significativo, el haber asistido como espectador a eventos deportivos en el barrio también muestra un efecto con el signo perverso (Ecuación 5. 9). En general, lo que muestran los datos de la encuesta acerca de la relación entre el capital social de los barrios y el fenómeno de las pandillas en Managua es que el primero no tiene mayor capacidad para alterar la presencia de las segundas. Entre los indicadores disponibles, el único con el efecto negativo esperado, aunque no alcanza a ser muy significativo, es el “haber asistido en el último año a una reunión en el colegio de los hijos” (Ecuación 5. 10). Lo que estos resultados sugieren es que el fortalecimiento de los vínculos comunitarios, el estímulo a la capacidad de asociación entre los vecinos, la promoción del llamado tejido social de los barrios, muestran en Managua una escasa capacidad para disminuir la presencia de pandillas juveniles. Incluso, como lo sugieren un par de resultados de esta encuesta, puede darse cierta compatibilidad entre el capital social de las comunidades y la violencia juvenil. Son varios los mecanismos a través de los cuales son concebibles este tipo de apoyos, o alianzas, entre los vecinos que se agrupan o asocian y las pandillas juveniles. Se puede pensar, por ejemplo, en coaliciones para la tarea vital de defender el barrio de los
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ataques de otras pandillas, o de protegerlo de los delincuentes. o “Los pandilleros no sólo se ayudan mutuamente, sino que confían mucho unos en otros,
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confianza que es un valor, por ser cada vez más escasa en el contexto de crisis de la Nicaragua de hoy. En parte, esta confianza y esta lealtad son una reacción a la estigmatización social que sufre el pandillero. Aunque en mi barrio, este estigma es ambiguo, porque los habitantes del barrio aunque critican a los pandilleros, no dejan de reconocer que son ellos quienes protegen y cuidan al barrio” 75. “De hecho la pandilla es un dispositivo de integración social del barrio: En muchos barrios marginales de Managua, la mayoría de los jóvenes son pandilleros. Las familias que no tienen relación con los pandilleros permanecen relativamente aisladas. Existe una especie de presión social, un impuesto social que devenga la pandilla por la protección que brinda al barrio. “Nosotros gobernamos el barrio” nos dijo un joven pandillero. Los activos intangibles de quien no paga ese impuesto social se deterioran notablemente. El impuesto va desde dar recursos humanos a la pandilla y encubrir a un pandillero hasta regalarles pequeñas sumas de dinero. Esas contribuciones monetarias son ofrecidas voluntariamente por los vecinos o “sugeridas” como aporte a los simples transeúntes” 76.
Aparece con claridad en estos testimonios la incómoda figura del pandillero como un verdadero protector del barrio, que lo defiende de los ataques externos, o de la delincuencia. Y que cobra a cambio de ello un tributo. En términos escuetos, de alguien con capacidad para gobernar el barrio. Corroborando los testimonios anteriores, de acuerdo con los datos de la encuesta, un impresionante 23% de los hogares en la encuesta manifestó estar de acuerdo con que la afirmación “las pandillas gobiernan” describe muy bien lo que ocurre en su barrio 77 y tan sólo un 20% opina que esa afirmación no tiene nada que ver con su vecindario. En el 40% de los barrios de la encuesta la calificación promedio del acuerdo con esta afirmación, en una escala de 1 a 5 es superior a la media. GRAFICA 5.12
También reforzando las embarazosas muestras del poder real de las pandillas sobre las comunidades descritas en los testimonios mencionados, y en forma bastante alejada de 75
Rodgers (1997). Subrayado propio Sosa y Rocha (2001) página 401 77 En el formulario se incluía, textualmente, la cita que se incluye en la gráfica y que fue tomada de Sosa y Rocha (2001) página 400. 76
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cualquier ideal democrático, entre los hogares que reportan la existencia de pandillas en su barrio un no menos impresionante 75% reporta que el “cobro de impuestos” es una de las actividades desarrolladas por las pandillas. Por otra parte, casi uno de cada cuatro (23%) de los jefes de hogar de la encuesta manifiesta haber tenido que pagar, alguna vez, un impuesto a una pandilla.
5.3.8 PANDILLAS E INFRAESTRUCTURA URBANA Los datos de la encuesta muestran dos aspectos interesantes sobre la asociación entre la infraestructura urbana y la influencia de los grupos juveniles. El primero es que la calidad de los espacios públicos parece ser más determinante que la disponibilidad de cierta infraestructura específica, como las canchas o los parques. El segundo es que una parte del efecto preventivo de la violencia que con frecuencia se atribuye a la disponibilidad de cierta infraestructura en los barrios, y aún de su calidad, podría estar reflejando un mero efecto ingreso. Con relación a la disponibilidad de canchas deportivas y parques en los barrios, un punto que llama la atención de los datos de la encuesta es la falta de acuerdo entre quienes, en un mismo barrio, responden una pregunta tan básica como “existen canchas para practicar deporte en el barrio” o “existe en el barrio algún parque”. Solamente en 12 de los cincuenta barrios hubo unanimidad de los encuestados para señalar que no había canchas y en 8 para reportar que sí las había. La distribución de las respuestas, aunque concentrada en los extremos, está lejos de ser binaria. Tomando como indicador de la existencia de canchas la proporción de respuestas positivas a la respectiva pregunta, se observa que dicha variable es bastante independiente de la presencia de pandillas. La disponibilidad actual de canchas en los barrios de Managua es un mal elemento para predecir la existencia de pandillas. La correlación simple entre ambas variables es inferior al 10%. GRAFICA 5.13
La calidad de las canchas, cuando estas existen, si muestra en principio una asociación negativa con la influencia de los grupos juveniles. Así, si contar o no con este tipo de infraestructura no ayuda a diferenciar los barrios en los que operan pandillas, entre aquellos que sí la tienen, a primera vista, la calidad de las canchas sí tendría un efecto, y con el signo que se espera en principio: las instalaciones deportivas en mal estado 9520829.doc
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aparecen como algo que favorece la presencia de pandillas. Obviamente, para esta asociación cabe una interpretación en el sentido que en aquellos barrios en dónde operan grupos de pandilleros se da, por distintos factores, un deterioro de las instalaciones deportivas.
GRAFICA 5.14
De cualquier manera, y sin tener en cuenta los demás elementos explicativos de la presencia de pandillas que, como se verá más adelante, tienden a neutralizar este efecto, la relación no es uniforme. Los datos de la encuesta tampoco avalan la idea que ciertas reglas para el uso de las canchas, como por ejemplo el establecimiento de horarios ayudan a explicar la presencia de pandillas juveniles. Algo similar parece ocurrir con la disponibilidad de parques, que no muestra un impacto muy importante –ligeramente negativo sobre la probabilidad de presencia de pandillas en los barrios. La correlación simple entre ambas variables es también baja, 0.17 siendo de todas maneras más relevante que la encontrada para los parques . GRAFICA 5.15
En forma análoga a lo que ocurre con las canchas, el escenario más desfavorable en materia de parques, peor aún que el de no contar con ellos, parece ser el de tenerlos en mal estado. Nuevamente, el efecto de la calidad sobre la presencia de pandillas no es muy nítido ni uniforme.
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GRAFICA 5.16
Por último, la calificación global de la calidad de los espacios públicos muestra, a primera vista, un efecto negativo más significativo, uniforme y consistente sobre la influencia de grupos de pandilleros. La correlación simple entre los dos indicadores es de –50%. Y parece claro que en todos los barrios en dónde la calificación de la calidad es la más baja –entre 1.0 y 1.5 en una escala de 1 a 5 hay casi con certeza presencia de pandillas. Si se agrupan los datos, se observa que mientras en los barrios situados en la parte inferior de la escala de calidad del entorno urbano se observa, en promedio, un nivel cercano al 90% en la presencia de pandillas para aquellos lugares en los que los vecinos perciben alta calidad de la planta física del barrio la proporción es apenas del 47%. GRAFICA 5.17
En síntesis, si se analiza la correlación simple entre los distintos indicadores de infraestructura física de los barrios y la influencia de pandilleros, aparece con claridad la mayor relevancia de la calidad de canchas y parques sobre la simple disponibilidad. Además, se observa que el indicador que se asocia más estrechamente con la presencia de pandillas, con el signo negativo esperado, es el de la calificación de la calidad del espacio público en general.
GRAFICA 5.18
Es indispensable anotar que los ejercicios que se acaban de realizar muestran una visión incompleta de la eventual asociación entre los indicadores de infraestructura en el barrio y la probabilidad de presencia de pandillas. Como en cualquier análisis basado en la comparación simple entre dos variables, lo que en principio se puede tomar como el impacto de una sobre la otra puede estar reflejando el efecto de una tercera variable sobre ambas. En este caso, la pregunta pertinente es si, por ejemplo, la buena calidad del espacio público no está en realidad incorporando información de un tercer elemento que es el que, en últimas, afecta la presencia de pandillas. El candidato obvio para esa “tercera variable” que está afectando la presencia de pandillas de manera indirecta a
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través de los indicadores de infraestructura urbana es el del nivel de ingreso de los hogares. Es más que razonable suponer que la calificación de la calidad de los espacios públicos de un barrio es, un últimas, una señal adicional de la capacidad económica de quienes viven en ese barrio. Los datos de la encuesta así lo confirman, pues los tres indicadores utilizados para reflejar las condiciones de vida en los barrios está altamente correlacionados con la puntuación que se asigna al estado del espacio público. Así, una vez se filtra el impacto de las variables de infraestructura sobre la presencia de pandillas por un efecto ingreso, el poder explicativo de estas se reduce sustancialmente, y lo hace aún más cuando se tienen en cuenta los demás factores mencionados atrás y que contribuyen a identificar los barrios con mayor incidencia de violencia juvenil. Dicho en otros términos, los indicadores relativos a la disponibilidad y calidad de la infraestructura en los barrios no aportan poder explicativo adicional al de las variables ya analizadas (Ecuaciones 5.11 a 5.16) GRAFICA 5.19
5.4 DEJAR DE SER PANDILLERO Quienes han estudiado de cerca a los pandilleros en Nicaragua mencionan varias vías a través de las cuales puede darse un proceso de desvinculación de los jóvenes de las pandillas. De acuerdo con Sosa y Rocha (2001) los mecanismos más frecuentemente mencionados por los jóvenes entrevistados por ellos para dejar las pandillas son (i) “hacerse evangélico”, (ii) tener hijos y conseguir un trabajo, (iii) envejecer, (iv) rehabilitarse luego de estar detenido y (v) con ayuda institucional. Rodgers (1997) se muestra de acuerdo con la importancia de la segunda razón, la de fundar, casi siempre de manera accidental, una familia. Por otra parte, e implícitamente anota el motivo envejecimiento, y agrega come tercera alternativa de salida una vinculación más sólida con la delincuencia: o “En mi barrio, cuando los pandilleros llegan a los 2224 años, tienen dos alternativas. La primera es muy frecuente: "por accidente" fundan una familia y, para demostrar que son responsables, dejan de ser pandilleros. A partir de entonces, la mayoría de ellos viven habitualmente como desempleados. La segunda es entrar al mundo de la criminalidad "dura". La mayoría de los pandilleros sigue la primera ruta, pero un porcentaje significativo elige la segunda. En mi barrio, un 1520% pasan a ser
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47 delincuentes de profesión” 78.
La encuesta realizada entre jóvenes en Managua tiene información útil para analizar los factores que afectan la decisión de abandonar las pandillas. La metodología utilizada para estudiar este paso crítico consiste nuevamente en comparar las características de los dos grupos relevantes de jóvenes. Así, dentro del conjunto de menores (un total de 131) que manifiestan alguna vez en la vida haber sido pandilleros se trataron de identificar aquellos factores que contribuyen a discriminar, o separar de manera estadísticamente significativa, los jóvenes que ya se salieron de las pandillas (74 o sea el 56.5%) de aquellos que continúan vinculados a ellas (57 o sea 43.5%). El primer punto que vale la pena investigar es si el mismo conjunto de factores que ayudan a explicar el ingreso a la pandilla también es útil para explicar, en principio con un signo opuesto, el abandono de la pandilla. O sea si existen mecanismos con capacidad para revertir el paso anterior. La respuesta a este primer interrogante es negativa (Ecuación 5. 17). No sólo porque varios de los factores que aparecen como determinantes del ingreso a las bandas juveniles –en particular los antecedentes familiares, la supervisión de los padres, o el buen entendimiento con ellos, o los antecedentes de violencia contra la madre no conservan un efecto estadísticamente significativo sino porque algunos de los elementos que afectan la entrada también parecen afectar la salida pero, extrañamente, con el mismo signo. Sorprende, por ejemplo, que el ser hombre, un elemento definitivo a la hora de afiliarse también juegue un papel importante para la salida, reforzando su probabilidad. Así si el ser mujer inhibe la entrada a las pandillas, para las pocas jóvenes que superan este obstáculo y se vinculan, el género aparece como un elemento no que refuerza sino que también inhibe su salida. Así, de las ocho mujeres que reportan haber pertenecido alguna vez a una pandilla, tan sólo una manifiesta haberla abandonado, o sea una tasa de deserción de tan sólo 12.5%. Entre los hombres, por el contrario, el porcentaje es cercano al 60%. Difícil no hacer alusión a la posibilidad de organizaciones que cuiden con particular esmero su recurso más escaso. En el mismo sentido, también se encuentra que el tener muchos amigos es un factor que contribuye tanto al ingreso a las pandillas como a su posterior abandono. De los factores que, en forma consistente, contribuyen tanto a la afiliación como luego, a reforzar el vínculo e inhibir el abandono de la pandilla se pueden mencionar dos: el haber abandonado el sistema educativo, y el haber sido víctima de un ataque criminal serio. En últimas, el conjunto de factores que facilitan la entrada a las pandillas parece distinto del que impulsa la salida. Dentro de las variables para las cuales se dispone de 78
Rodgers (1997)
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información en la encuesta, se encuentra que las que afectan el abandono de las pandillas son, en orden de la relevancia estadística de su efecto: o El haber participado en enfrentamientos con la policía (peleaPN, 83%, 3.5). Quienes, entre los pandilleros, han desafiado de manera abierta, y física, a las autoridades, ven reducidas significativamente sus posibilidades de desvincularse de tales grupos. o El vivir en un barrio en dónde mandan las pandillas (pmanda, 36%, 2.9). Cada punto en la calificación que le dan los jóvenes al nivel de control político que tiene una pandilla sobre su barrio –expresado en términos del acuerdo con la afirmación que son las pandillas las que mandan reduce en un 35% la probabilidad de abandono de las pandillas o El género del joven. (+2100%, 2.6). El ser hombre se traduce en una probabilidad cerca de veinte veces superior a la que tienen las mujeres de abandonar las pandillas. o El ser estudiante (estudia, +1100%, +2.6), que multiplica por más de doce los chances de deserción o Un factor de acostumbramiento, o afianzamiento, (tiempoP, 24%,2.2) Cada año que se pasa en la pandilla disminuye en cerca del 25% la probabilidad de poderse desvincular. o El número de amigos (ant, +2%, +2.1). Cada amigo adicional incrementa en 2% la posibilidad de salida o El ser responsable de un embarazo (sexoE, +276%, +2.0) que casi triplica los chances de salirse de la pandilla Son varios los comentarios que surgen del ejercicio que se acaba de resumir. Uno, no parece rebuscado argumentar que el principal elemento aglutinador de los jóvenes pandilleros es una especie de poder político real. Es difícil considerar como una simple coincidencia el hecho que, dentro de las variables disponibles, la capacidad de mandar en los barrios de cobrar impuestos e imponer sus propias reglas del juego junto con el desafío explícito y el enfrentamiento con los organismos de seguridad estatales sean las dos más significativas. Es impresionante la regularidad y solidez de la relación entre la calificación del poder de la pandilla en el barrio con las tasas de deserción reportadas por los jóvenes pandilleros. Mientras que entre los jóvenes que viven en barrios en los que no operan pandillas la proporción de expandilleros (entre quienes alguna vez lo fueron) es cercana al 80%, en aquellos barrios en dónde se expresa acuerdo con la afirmación que quienes mandan son los pandilleros tal cifra se reduce al 40%. GRAFICA 5.20
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Dos, vuelve a destacarse la importancia del sector educativo en esta dimensión clave de la prevención como es la de lograr desvincular a los jóvenes de las pandillas. El otro recurso que con frecuenta se menciona como elemento fundamental de reinserción, la posibilidad de encontrar un empleo, no se corrobora con los datos. La incorporación a la fuerza laboral no aparece como algo que ayude a discriminar a los expandilleros de quienes continúan siéndolo (Ecuación 5. 19). Los otros dos indicadores de capacidad económica de los jóvenes, la auto calificación de la clase social y los gastos mensuales, tampoco contribuyen a explicar el abandono de las pandillas (Ecuaciones 5.20 y 5.21). En forma similar a lo señalado para los determinantes del ingreso a las pandillas, se corrobora la observación que, fuera del efecto que se da a través de la educación, la posición económica de los jóvenes contribuye poco a la explicación del fenómeno de las pandillas a nivel individual. Tres, en buena medida se corroboran las observaciones hechas por los estudiosos de las pandillas nicaragüenses sobre las principales vías de salida. En particular, aparece que la paternidad, posiblemente accidental, es un factor favorable para la reinserción. La circunstancia, frecuentemente citada, de la vinculación a grupos religiosos como una de las pocas vías de salida aceptadas por las pandillas se corrobora parcialmente, puesto que el indicador más cercano que se tiene –el reporte de practicar alguna religión muestra un efecto positivo sobre la probabilidad de abandono, aunque no muy significativo (Ecuación 5. 22). El rango de edades de los jóvenes de la encuesta –entre 13 y 19 años no permite contrastar la hipótesis del umbral crítico de salida alrededor de los 25 años .
6 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Con base en los principales resultados del análisis realizado tanto con la información estadística disponible para Nicaragua como con las encuestas de victimizacion y auto reporte realizadas en Managua, en esta sección se busca (i) identificar cuales serían las medidas con mayor potencial para prevenir la violencia, (ii) analizar los posibles obstáculos, dilemas o carencias de información que se deben superar para llevarlas a la práctica y (iii) sugerir algunos criterios para priorizarlas. Para facilitar la presentación, se adoptarán tanto el esquema como los principales elementos del “Modelo de Proyecto de Seguridad y Convivencia Ciudadana” sugerido
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por Sapoznikow (2003). Para cada uno de los componentes de este modelo general se analizarán las principales consecuencias del trabajo realizado, tanto en términos de diagnóstico como de propuestas de política. También se discutirán las eventuales adaptaciones locales a las peculiaridades de Managua sugeridas por los datos. Como elemento de justificación y de apoyo para algunas de las propuestas que se harán a lo largo de esta sección vale la pena iniciarla con una breve reflexión sobre un tema difícil de formalizar, medir, cuantificar y mucho menos someter al escrutinio de los datos, pero no por eso menos importante en materia de prevención de la violencia.
61 – FORMACION MORAL Y TRANSMISION DE VALORES Cuando se busca ir más allá de las explicaciones simplistas, materialistas, de la violencia juvenil, y se trata de entender qué es lo que hace que muchos adolescentes, en forma independiente de su nivel social o económico, acaten ciertas normas de convivencia y otros no lo hagan, se puede llegar a la conclusión que tanto o más pertinente que la productividad de los individuos, sus habilidades académicas o técnicas, en materia de prevención de la violencia son fundamentales ciertos elementos de la formación que, inculcados durante la infancia y la adolescencia, terminan jugando un papel definitivo en la aceptación y el respeto por las normas legales, religiosas, sociales, o de convivencia. Esta dimensión de la conducta individual, que para simplificar se podría denominar la moralidad, se puede entender como la mayor o menor disposición a acatar restricciones y patrones de comportamiento que, siendo socialmente deseables, pueden entrar en conflicto con los intereses individuales de las personas, o con sus instintos. Un importante y creciente volumen de literatura sobre delincuencia juvenil 79 plantea como hipótesis global que toda trasgresión grave por parte de un individuo normalmente se ha visto precedida por un cúmulo de incumplimientos e infracciones leves por parte del mismo individuo. Así, el ejercicio de la violencia se iniciaría temprano en la vida de los jóvenes, muchas veces de manera progresiva, incluso difícil de percibir. Este esquema que difiere sustancialmente tanto del paradigma de una sola decisión racional como del de los determinantes sociales de la acción, puesto que destaca la importancia de la historia individual o biografía ha llevado a plantear la existencia de lo que se denominan senderos hacia la delincuencia. Aunque el acatamiento de las reglas morales no es siempre observable, y menos susceptible de medición, no parece arriesgado adoptar como supuesto de trabajo que las infracciones o los delitos repetidos son síntomas de fallas graves en la formación moral de los individuos y en su esquema de valores. Aunque en este trabajo no se abordó el problema de los antecedentes tempranos de la 79
Ver por ejemplo Loeber (1996) o Tremblay (2000).
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violencia juvenil, un análisis más detallado de una encuesta similar a la que aquí se analizó, realizada en Honduras, tiende a corroborar la hipótesis general de que los delitos graves en los adolescentes se ven precedidos por infracciones más leves que, a su vez, reflejarían fallas en su formación moral. Es esta la razón para tratar de entender como es que se lleva a cabo este complejo y sofisticado proceso. El desarrollo mediante el cual, durante la niñez y la adolescencia, se va configurando las preferencias de los individuos, y su moralidad, es uno de los campos en dónde el conocimiento es en extremo precario. Lo anterior no necesariamente implica que cualquier teoría sea igualmente útil o pertinente, o convincente, ni mucho menos que se pueda reemplazar la teoría por supuestos burdos –como el de las preferencias estables y homogéneas de los economistas, o el de los determinantes sociales de los materialistas poco razonables y contrarios al sentido común. Está claro que se trata de un área de estudio que en la actualidad traspasa las fronteras de varias ciencias y que el problema tiene aspectos biológicos, neurológicos, pedagógicos, psicológicos, económicos, sociológicos … Simultáneamente, parece pertinente tener una visión, siquiera aproximada, del conjunto. En tales casos, una aproximación útil puede ser la de “echar un vistazo al modo en que esos mismos problemas eran abordados cuando aún no se había producido esta división del trabajo, este desgajamiento de la búsqueda del saber en diversas especialidades” 80. En esas líneas, Fernando Savater (2001) recomienda establecer, conceptualmente, una división, primitiva y burda, entre educación e instrucción. En Grecia, cada una de estas funciones era ejercida por una figura específica: la del pedagogo y la del maestro. El primero era un criado que “pertenecía al ámbito interno del hogar y que convivía con los niños o adolescentes, instruyéndoles en los valores de la ciudad, formando su carácter y velando por el desarrollo de su integridad moral” 81. El maestro, por el contrario, era un colaborador, ajeno a la familia, que transmitía conocimientos instrumentales, o en la terminología moderna, era el responsable de desarrollar el capital humano de los menores, y los preparaba para su vida productiva. El pedagogo los preparaba para la vida activa, o sea la que llevaban los ciudadanos en la polis discutiendo los asuntos relativos a las leyes y a la vida política. Por mucho tiempo la formación moral y el cultivo de los valores se consideró más importante que la instrucción orientada a la adquisición de habilidades técnicas o productivas. A partir del siglo XVIII, y como resultado de la consideración que la instrucción técnica y científica era indispensable para alcanzar la igualdad entre los individuos, se invirtió la importancia relativa. A eso contribuyó la convergencia en un modelo científico único, al lado del cual persistían los interminables debates morales. 80 81
Elías y Dunning (1992) página 99 Savater (2001) página 45
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Así, se institucionalizó la enseñanza de lo seguro y lo práctico, en el sistema educativo, para dejar a las familias y otras instancias ideológicas la formación moral 82. Esta distinción entre educación e instrucción, una simplificación bastante primaria, es sin embargo muy útil para entender las limitaciones del concepto de capital humano (i) como noción central de lo que produce el hogar y (ii) como factor determinante de las conductas violentas entre los jóvenes. Por varias razones. En primer lugar porque la tecnología de la cual disponen los hogares para ejercer la función de pedagogos y formar moralmente a los jóvenes está lejos de poderse considerar homogénea, o siquiera convergente hacia un conjunto único de principios. A diferencia de los conocimientos técnicos o científicos, para los cuales es claro el concepto de avance y acumulación y son viables las comparaciones entre sociedades, en el terreno moral la noción de acopio, o de progreso, o la calificación de calidad continúa siendo un asunto sujeto a debate. Además no siempre hay una asociación estrecha entre capital humano y capacidad de control 83. En segundo término porque, a diferencia de la enseñanza técnica, para la cual la idea de una función estructurada en la cual entran como insumos ciertos recursos de mercado y el tiempo, el aprendizaje moral que ocurre en la familia es más implícito. Como ilustra Savater (1997), “la enseñanza se apoya más en el contagio y la seducción que en lecciones objetivamente estructuradas”. Esta observación de un proceso en buena medida tácito, inconsciente, muchas veces subliminal, basado en el ejemplo y en la sucesión cotidiana de simples gestos de aprobación o rechazo está refrendada por distintos experimentos de la psicología social y las neurociencias, de acuerdo con los cuales la transmisión de valores y de preferencias es más eficaz entre menos explícita sea. A partir del estudio de la llamada inconsciencia emocional, los neurólogos 84 plantean que los estímulos subliminales no sólo afectan las preferencias sino que lo hacen de manera más efectiva y duradera que los estímulos conscientes. Distintos experimentos de la psicología social tienden a confirmar la idea de que buena parte de las preferencias se forman sin necesidad de que exista un registro consciente del estímulo o aún bajo estímulos subliminales. Estas observaciones coinciden con las hechas por psiquiatras de principios del siglo XX en el sentido que la parte emocional del cerebro es particularmente sensible a los estímulos inconscientes. 82
Savater (2001)
83
En Latinoamérica, es interesante observar, por ejemplo, cómo han sido varias de las comunidades
indígenas, normalmente con altos niveles de pobreza y baja alfabetización, las que mejor han podido controlar la violencia, o la influencia de crimen organizado. 84
Por ejemplo Ledoux (1998)
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Así, el aprendizaje moral en la familia, está más basado en la afectividad que en la discusión, la argumentación y la racionalización, y se apoya en “gestos, humores compartidos, hábitos del corazón, chantajes afectivos” 85 y es precisamente esa la razón para que sea tan persuasivo. Su efecto es tan fuerte, anota Savater, que no sólo se transmiten a través de él los principios morales sino que hace arraigar prejuicios difíciles de superar. En síntesis, parece copiosa la evidencia que el sólo estar en un entorno configura ciertas restricciones a las conductas y que, en forma consistente con la valoración implícita que existe en ese entorno, el individuo adhiere inconscientemente a ciertos principios en lugar de otros. Con la incorporación masiva de las madres al mercado laboral, el papel de la familia en este sofisticado proceso de formar y transmitir valores a los jóvenes empezó a compartirse y delegarse, esencialmente en el sistema educativo. Pero es fácil plantear que , fuera de estas dos instituciones –la familia y la escuela no son muchas más aquellas sobre las cuales pueda, o deba, recaer esta delicada responsabilidad.
6.2 – OTROS ACTORES ESENCIALES PARA LA PREVENCION Se ha planteado que en materia de prevención de violencia juegan un papel determinante varias instituciones. En América Latina se mencionan, por ejemplo, las instituciones gubernamentales –nacionales o locales las judiciales, la sociedad civil, las comunidades y el sector privado 86. En esta sección se sugiere una ampliación mínima de esta lista para que, sin perder la característica de ser limitada y manejable, recoja los principales resultados de la encuesta y tenga en cuenta algunas de las peculiaridades que muestran los datos y testimonios para Nicaragua.
85
Savater (1997) página 58
86
Estos son los actores estratégicos propuestos Sapoznikow (2003) como relevantes en el área de la
prevención de la violencia. 9520829.doc
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6.2.1 – LA FAMILIA El papel primordial de la familia en la formación moral, implícita y subliminal, de los jóvenes sería suficiente para otorgarle una identidad propia, y separada, en materia de prevención. Hay además, para reforzar la propuesta de asignarle un papel más protagónico dentro de las políticas y programas de prevención en Nicaragua, dos características fundamentales. Por un lado la transmisión, ya explícita, no sólo de los valores sino del conjunto de normas sociales, e incluso legales, que facilitan la vida en sociedad. Por otro lado, el papel fundamental en lo que se podría denominar la supervisión de los jóvenes. ¿Qué institución, diferente de la familia, está en mejor capacidad de detectar y eventualmente corregir un joven, o un niño, cuando se empieza a torcer? La supervisión de los jóvenes abarca tres dimensiones 87 difícilmente delegables a otras instancias: (i) el monitoreo, o sea la capacidad de observar de manera continua el comportamiento de los jóvenes, (ii) el oportuno reconocimiento de las conductas inapropiadas y (iii) y la capacidad de aplicar sanciones, o de acudir a quien debe aplicarlas. Así, en principio, desde muy temprano, el niño o el adolescente, sabe cuando una de sus conductas fue inapropiada, conoce las sanciones previstas para esa conducta y por último, recibe la correspondiente sanción –proporcional a su conducta de manera segura y rápida. La calidad de este control depende de su continuidad, de la buena comunicación y de los vínculos afectivos entre las partes. Los ejercicios estadísticos realizados con la encuesta de Managua tienden a corroborar la importancia de la supervisión familiar, aún en un asunto tan complejo como la afiliación a las pandillas. Algo que tiende a corroborarse con la evidencia testimonial. “Este último escenario (la casa del pandillero) fue el menos propicio para las entrevistas, mostrándose en él los entrevistados notoramiente inhibidos. La presencia de familiares entorpece la capacidad de desenvolvimiento del pandillero. Están atentos a la censura. En cambio, la calle y casas de amigos de confianza los hacen sentir a sus anchas” 88.
Bastante revelador de esa inagotable capacidad de supervisión sobre los jóvenes por parte de la familia, y en particular de la madre, es un testimonio del antropólogo pandillero: “Cuando llegaba la Policía, todos los pandilleros salían gritando a su encuentro, tirando piedras y corriendo por todos lados. Las madres de los muchachos también salían, gritando y corriendo, pero no en contra de la Policía, sino tratando de detener 87
GottfredsonM y Hirschi (1990). A general theory of Crime. Stanford: Stanford University Press. Citados por Mucchielli 88
Sosa y Rocha (2001) página 349
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a sus hijos pandilleros para encerrarlos dentro de sus casas”
.
Sin lugar a dudas son ya demasiado lejanas las épocas en las que eran las mismas familias las que traían a sus hijos problemáticos a los correccionales, y pagaban por su manutención 90. Lo que no pierde actualidad es la idea que cualquier esfuerzo preventivo –bien sea basado en la promesa de premios, o en la amenaza de sanciones debe tratar de canalizarse a través de la familia, y en particular de la madre, de los jóvenes. Por dos razones muy simples: es una instancia con la cual, a todas luces, es más viable el diálogo, la racionalización, la evaluación de los riesgos, las consecuencias de las conductas y los beneficios de los programas. Por otro lado, porque la familia, y en particular la madre no tiene un sustituto, ni siquiera cercano, en términos de capacidad de contacto con y supervisión de los jóvenes. Fuera del tema de la supervisión de las actividades de los hijos que, como se argumentó, parece razonable que permanezca bajo la total tutela de los padres, es conveniente destacar otro vinculo más oscuro de la familia con la violencia juvenil, y es el de los antecedentes de conflicto en el hogar y de violencia doméstica. Para la comprensión de la violencia juvenil, y para el diseño de políticas orientadas a prevenirla, es indispensable superar las explicaciones simplemente materialistas. La historia de la familia que expulsa al joven hacia la calle, hacia las malas compañías, los malos hábitos y la delincuencia requiere refinarse considerablemente. Los datos de la encuesta sugieren que algunos jóvenes efectivamente huyen de sus hogares pero no siempre porque faltan los recursos, sino porque han presenciado, y probablemente sufrido, maltratos físicos. Este resultado es fundamental en materia de política pública puesto que indica que una demanda fundamental de algunas familias es por protección, no siempre por recursos económicos.
6.2.2 – EL SISTEMA EDUCATIVO Aunque a nivel de diagnóstico parecería haber acuerdo entre los analistas de distintos campos –desde el desarrollo económico a la salud de los adolescentes pasando por la delincuencia sobre las bondades de la vinculación de los jóvenes al sistema educativo, en las prioridades implícitas en ciertas políticas públicas el tema parece tener menos relevancia. Sorprendentemente, en el área de prevención de la violencia, el sistema educativo no ha logrado adquirir una identidad propia en el diseño de los programas y 89
Rodgers (1997) Algunas de las instituciones que antecedieron a los reformatorios, aunque concebidas inicialmente para
90
albergar huérfanos y niños abandonados, eran más utilizadas por las mismas familias para internar allí a los que consideraban sus “jóvenes en riesgo”. Posteriormente, la función correccional y la preventiva, promovida por la misma familia, se confundían en una misma institución El principal impulso para que las familias adoptasen medidas preventivas extremas como la de internar a sus hijos, era que las faltas de estos afectaban el honor y la reputación de la familia. Tikoff (2002) 9520829.doc
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ha quedado, por decirlo de alguna manera, sumergido en igualdad de condiciones entre otras instituciones gubernamentales, o entre la sociedad civil. La circunstancia de que el sistema educativo no sea nunca 100% público, la importancia que en América Latina juega la iglesia en materia de educación, el hecho de que se trate de un sector peculiar, incluso privilegiado, en materia de cooperación internacional se suman para darle apoyo a la recomendación de asignarle al sistema educativo en su conjunto un papel más protagónico en el tema de la violencia, tanto como ente fundamental en materia de prevención, a través del control del abandono escolar, como eventual beneficiario, o ejecutor de los programas. Un argumento no despreciable para darle mayor peso al sistema educativo en los programas de prevención tiene que ver con la facilidad con que se puede medir la que sería la principal variable objetivo de las políticas que lo involucran. En efecto, el abandono escolar –no el rendimiento, ni la calidad, simplemente el seguir o no vinculado constituye una de esas variables de política para la cual es no sólo posible, sino muy simple, fijar metas, verificar su cumplimiento y por esta vía evaluar los programas. En el área de la prevención de la violencia, en dónde con frecuencia se proponen objetivos como “construir comunidad” o “fortalecer el tejido social” o “estimular la tolerancia” el tener disponible una variable objetivo de las políticas fácil de medir y para la cual es factible seguirle la evolución, o compararla con la de otros lugares, esta no es una característica despreciable para establecer prioridades de asignación de recursos siempre escasos.
6.2.3 – LOS ANALISTAS DE LA VIOLENCIA El breve esfuerzo que se hizo al principio de este trabajo para identificar las peculiaridades de la situación de seguridad en Nicaragua, y la constatación, a partir de los datos de la encuesta, de que sí existen esas particularidades, llevan a la recomendación básica de fortalecer la capacidad de análisis local, tanto a nivel del diagnóstico como del diseño y la evaluación de las políticas y programas. La criminología no ocupa aún un lugar destacado dentro de las alternativas profesionales o de estudio en los países de la región, y parece seguir confinada a ser una especialidad del derecho penal. Algo que va en contra de la vocación fundamentalmente empírica que debe tener como disciplina. Por otra parte, el fenómeno de la globalización y la universalización del paradigma del mercado, con el fortalecimiento de la disciplina económica y su intromisión en distintas áreas de las ciencias sociales, han tendido a desvalorizar la importancia de los esfuerzos de análisis locales. Si, como empieza a ser evidente aún en materia económica, los esfuerzos por estandarizar las teorías y generalizar las recomendaciones de política pueden ser costosos, en el área de la seguridad, y de la prevención de la violencia podrían ser fatales, textualmente. A pesar de obvias similitudes, de ciertos rasgos básicos comunes –como la edad o el género de 9520829.doc
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los infractores en el área de la violencia son aún muy pocas las hipótesis susceptibles de universalización. No parece arriesgado argumentar que cada país, cada región, cada municipio, en muchos casos incluso cada barrio requiere de su propio diagnóstico de seguridad. De la misma manera que no tendría mayor sentido emprender costosas obras de infraestructura sin un buen respaldo de especialistas en ingeniería a cargo de su construcción, la ejecución y la evaluación de los programas de prevención de la violencia también requiere de personas con una formación mínima en temas de seguridad y criminología. Cualquier política o programa lleva normalmente implícitos toda una serie de supuestos e hipótesis, generalmente propuestos y contrastados en otras latitudes, que resulta indispensable someter al escrutinio de la evidencia local. Se requiere, en otros términos, capacidad para aplicar técnicas o procedimientos, esos sí aceptados universalmente, a los datos locales.
6.2.4 – LAS PANDILLAS COMO ORGANIZACIONES Al hablar de la relevancia de un actor en el área de la prevención de la violencia no parece prudente limitarse a aquellas instituciones u organizaciones susceptibles de hacer aportes a la solución del problema. También resulta conveniente tener en cuenta los actores sociales con capacidad para obstaculizar o empantanar eventuales soluciones. En ese sentido, tal vez la falla más protuberante en el diagnóstico de las pandillas juveniles en Nicaragua, pero sobre todo de las políticas orientadas a controlarlas, es el hecho de no considerar de manera explícita las pandillas como organizaciones, y no como una simple suma de jóvenes. Este es un factor en el que hace bastante énfasis Rodgers (1997), el antropólogo pandillero. Vale la pena para este tema establecer una analogía entre el ámbito de las pandillas y el modelo típico del mercado laboral. Nadie en la actualidad consideraría suficiente abordar el estudio del segundo limitándose al análisis de los factores que llevan al individuo a vincularse a una empresa. Esa sería una versión deficiente e incompleta de la realidad pues se concentra tan sólo en uno de los lados del mercado, el de la oferta. Tanto o más relevantes que los elementos demográficos, económicos o sociales que ayudan a explicar la decisión de un individuo de hacer parte de la población económicamente activa son los factores que juegan por el lado de la demanda por servicios de trabajo, que corre por cuenta de las empresas. Demanda que, con la excepción de ciertos factores, se rige por parámetros distintos de los que afectan el comportamiento de los trabajadores. Así, de la misma manera que en el ámbito laboral no tendría mayor sentido tratar de afectar la contratación de jóvenes por parte ciertas empresas sin abordar de manera explícita la demanda que ejercen esas empresas, no se puede, ni analítica ni legalmente, seguir pensando en el pandillero como un individuo 9520829.doc
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aislado para tratar de concentrar todas las medidas de prevención sobre él. Los ejercicios estadísticos muestran la importancia de las pandillas en los barrios tanto como factor de atracción y de reclutamiento de los nuevos pandilleros como de freno a su desvinculación. La experiencia colombiana muestra que tal vez el principal factor explicativo de la violencia juvenil en dicho país ha sido la presencia de organizaciones armadas. No es una simple casualidad que las ciudades con mayor incidencia de pandillas juveniles, como Medellín y Cali, hayan sido aquellas en donde operaban las organizaciones de narcotraficantes y en dónde, en distintos momentos, hubo presencia importante de grupos guerrilleros, y más recientemente de grupos paramilitares. Tampoco es una coincidencia que, dentro de esas ciudades, los barrios más problemáticos hayan sido aquellos con vínculos más estrechos con las organizaciones armadas. Es claro en la actualidad para las autoridades españolas que el problema de la “kale borroka”, el vandalismo aparentemente irracional de los jóvenes en el País Vasco es indisociable, e imposible de prevenir, sin desmantelar previamente sus estructuras organizativas, con múltiples conexiones con ETA. Un punto crucial que no muestran los datos, o que apenas lo insinúan, es la necesidad de agrupación y de adopción de unas normas básicas de coordinación con otros jóvenes como elemento que facilita su vinculación. Esto no se puede abordar de manera individual. Se deben ofrecer respuestas que tengan como característica la pertenencia a un grupo, identificado con ciertos objetivos y valores comunes. No son fáciles las propuestas en esas líneas en un ambiente tan adaptado ya al sistema individualista de la economía pero es indispensable avanzar en esa dirección. “(Las pandillas) deben de ser consideradas como colectivos, como comunidades, y no solamente como agrupaciones yuxtapuestas sin orden ni concierto. Dentro de mi barrio, se puede afirmar que la pandilla es el único ejemplo de organización de solidaridad cooperativa, porque aun las familias están muy fragmentadas … Los pandilleros subrayan la importancia de la solidaridad dentro de la pandilla con la misma fuerza con la que lamentan la atomización de la comunidad. Señalan que un pandillero tiene responsabilidades” 91.
6.3 – FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL Una de las posibles adaptaciones locales a la propuesta general, e indiscutible, de fortalecer las instituciones como uno de los componentes esenciales de los programas de prevención de la violencia apunta en la dirección –que puede, por ejemplo, ser objeto de las estrategias de sensibilización a la comunidad de apoyar y promover de manera definitiva la legitimidad del Estado Nicaragüense. 91
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En las sociedades que enfrentan la amenaza de organizaciones armadas con clara vocación política, como resulta transparente para las pandillas en Managua, con frecuencia se diluye la importancia de ciertos elementos básicos que atañen a la esencia mismo del estado moderno, como el monopolio de la coerción y de las armas, el derecho a castigar, o la capacidad de cobrar tributos 92. La edad de los integrantes de unas organizaciones no puede ser el único elemento que se deba tener en cuenta para analizarlas. El hecho de que un porcentaje nada despreciable de los ciudadanos manifieste que son las pandillas las que mandan en ciertos barrios, que los mismos pandilleros reconozcan, con cierto cinismo, que así lo hacen, y que además cobren impuestos, que defiendan con un variado abanico de armamento determinados territorios y que impongan sus reglas con recurso a las amenazas hacen que sean, de hecho, actores políticos. Esta impresión se refuerza con la elaboración de un precario pero significativo discurso que, parece innegable, pretende algo de legitimidad política. “Los pandilleros de mi barrio afirman que esa solidaridad con la que se ayudan entre ellos y con la que cuidan a su barrio viene del sandinismo. Se ven a sí mismos como los herederos del sandinismo y de sus valores de solidaridad y de trabajo colectivo. Durante las elecciones de octubre de 1996, los pandilleros distribuyeron propaganda del FSLN por el barrio y colocaron banderas y afiches rojinegros por las calles cuando se anunció que Daniel Ortega, candidato presidencial del FSLN, iba a llegar.Un 100% de los pandilleros de mi barrio son sandinistas. Ciertamente, esto influye en su ideología solidaria. Sin embargo, los recuerdos que la mayoría de estos pandilleros conservan de la época sandinista son muy imprecisos, porque eran muy jóvenes en aquellos años. Es probable que su sandinismo lo hayan recibido en herencia de la primera generación de pandilleros, que hicieron el servicio militar” 93. “Si muchos pandilleros adquirieron experiencia militar durante el servicio militra, no menos se pueden considerar herederos de las llamadas “turbas divinas” , una forma de agitación popular contra las clases pudientes opuestas al gobierno sandinista (los reaccionarios), es decir, una válvula de escape del descontento popular, legitimado y hábilmente manipulado por el FSLN. Las “turbas divinas” … estaban integradas por ciudadanos de los barrios marginales, en su mayoría jóvenes, y realmente tenían una estructura casi militar y una capacidad de convocatoria bien articulada” 94
Hay para Managua tres factores agravantes para los riesgos de debilitamiento institucional que conlleva el fenómeno pandillero. En primer lugar la alianza que sugieren los datos entre las pandillas juveniles y la delincuencia organizada. En segundo 92
Un síntoma claro de la necesidad de recordar ciertos principios elementales de teoría del Estado, e
insistir en su validez, cuando se enfrentan organizaciones políticas armadas es el eslogan promovido por el alcalde de Bogotá a raíz del reciente atentado: “las armas son del Estado”. 93
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término, los testimonios sobre utilización de las pandillas por parte de grupos políticos con fines proselitistas o de sabotaje 95, algo que también se corrobora con la encuesta: casi la tercera parte de los jefes de hogar que viven en barrios en dónde operan pandillas reporta que estas hacen trabajos para los grupos políticos. Están por último, las aparentes alianzas de las pandillas con algunas comunidades. La mezcla de una visión bastante idealizada de los jóvenes pandilleros y la posibilidad de su utilización por parte de diversos actores para lograr fines políticos, o la satisfacción de demandas sociales, es demasiado riesgosa como para no ser tenida en cuenta. No sobra recordar lo perverso que puede ser un escenario bajo el cual las comunidades de vecinos, o los políticos inescrupulosos, empiecen a percibir que una manera expedita de obtener recursos públicos es teniendo acceso a los que se canalizan con el loable propósito de prevenir la violencia. El otro aspecto relevante para el fortalecimiento institucional más básico tiene que ver con el refinamiento del diagnóstico sobre los determinantes de la violencia. Con frecuencia una extensión de la hipótesis de la violencia como resultado inevitable de la precariedad económica se da hacia un discurso que, en cierta medida, legitima la violencia como una vía idónea para obtener satisfacción de las necesidades económicas más básicas. Aún aceptando, como muestran los datos que ocurre en Nicaragua, que la pobreza es un factor que contribuye a la violencia juvenil, de lo anterior no se puede deducir que la primera justifique la segunda.
6.4 – PREVENCION CON JOVENES VULNERABLES 6.4.1 – ABANDONO ESCOLAR El conocimiento que se tiene en la actualidad sobre las causas del abandono escolar parece ser precario. Empieza a surgir cierto acuerdo, y así lo corroboran los ejercicios elementales realizados con la encuesta, para señalar que la explicación puramente económica del fenómeno es insuficiente. Las encuestas recientes a nivel latinoamericano señalan que la falta de recursos es una más entre otras múltiples causas, tan variadas como la falta de ganas de los jóvenes, o el embarazo adolescente. No es casual que en la mayor parte de las democracias occidentales la educación básica, para ser universal, sea no sólo gratuita –con lo cual se aborda el problema económico sino además obligatoria, con lo cual se reconoce que hay muchos otros elementos que pueden llevar al abandono escolar. Los resultados de la encuesta sugieren que uno de los factores de riesgo más 95
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importantes de la delincuencia juvenil –y no sólo de la afiliación a las pandillas es el estar desvinculado del sistema educativo. Así, desde el punto de vista de la prevención de la violencia un lema básico, prioritario, casi sin ningún atenuante o calificación, es “se debe tratar de evitar, a toda costa, el abandono escolar”. Cuando se ha impuesto conceptualmente la noción de múltiples y variados factores generadores de la violencia, resulta extraño sugerir que los esfuerzos de las políticas tiendan a concentrarse y focalizarse en una sola dirección, la de la educación. Paradójicamente, esta recomendación se basa en el reconocimiento de que, en efecto, son muchos los elementos que pueden incidir de una u otra manera sobre la violencia juvenil. Son tal vez demasiados para pretender afectarlos todos de manera perceptible. Aunque en los ejercicios realizados en este trabajo, que se limitaron al tema de la pandillas, el número de factores de riesgo parece de una magnitud manejable, cuando se aborda la problemática juvenil en todas sus dimensiones –comportamiento sexual de riesgo, consumo de sustancias, embarazo adolescente, agresiones, vandalismo, ataques a la propiedad, victimización y se constata la posibilidad de interrelaciones perversas y de retroalimentación entre los distintos ámbitos, las dificultades para abordar, aún analíticamente, el problema crecen de manera exponencial. A pesar de esta aparente complejidad y causalidad múltiple, aparece de manera recurrente como factor de riesgo el tema del abandono escolar. El ejercicio que se hizo con los datos de la encuesta sobre los determinantes del abandono es a todas luces insuficiente para hacer recomendaciones en un tema tan amplio y complejo 96. A pesar de la observación anterior, el hecho de que en buena parte de los programas de prevención de la violencia se dé por descontada una hipótesis sobre el abandono escolar y por esta vía, sobre las causas de la violencia juvenil que no concuerda con los datos justifica un par de precisiones. La primera, que se debe reiterar, es que la precariedad económica de los hogares es tan sólo una parte del problema del abandono. En particular, parece existir un número considerable de jóvenes que pudiendo tener acceso a los estudios prefieren no continuar en la escuela. Lamentablemente, buena parte de los esfuerzos de prevención siguen dando por descontado que si se está en la calle o la pandilla es porque, necesariamente, no se tenían ingresos suficientes para el acceso a la escuela. Consecuentemente, se propone como mecanismo preventivo el acceso a la escolaridad, al trabajo o peor aún, a sustitutos imperfectos.
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En el que, además, el autor de este informe no tiene experiencia previa distinta de la de haber hecho un
ejercicio similar para Honduras 9520829.doc
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6.4.2 OPERACIÓN TRIUNFO: EL MERCADEO DE SUEÑOS 97 Resulta paradójico, en la época en la que las técnicas de mercadeo se han sofisticado hasta el punto de que es prácticamente imposible seguirle la pista a la cantidad de alternativas que aparecen cada día, y que se renuevan continuamente, para enganchar a los jóvenes, que la institución universalmente reconocida como benéfica e indispensable en tantos ámbitos adolezca de problemas para atraer, reclutar y mantener a los adeptos. Parecería que casi cualquiera –los equipos de fútbol, los promotores de cantantes, las empresas de la moda, los grupos evangélicos, los vendedores desde golosinas hasta videojuegos, e incluso las pandillas y las maras en Centroamérica tiene sobre ciertos jóvenes mayor capacidad de vender sueños, y estilos de vida, que el sistema educativo. “Lo que sí es visible es que existe una proporción significativa de jóvenes que no muestran el mínimo interés por la escuela aunque se les brinde la oportunidad de estudiar. Su apatía probablemente se debe a que la escuela está en función de la universidad y del mercado laboral, todavía más excluyentes que los estudios primarios y medios” 98
Si se percibe, tanto en los datos de la encuesta como en los testimonios, que el sistema educativo presenta fallas, adicionales a las puramente económicas, en términos de su capacidad para impulsar sueños y proyectos de vida, no cabe mayor optimismo sobre el potencial de los programas de prevención de la violencia, para impulsar los, por llamarlos de alguna manera, sueños de segunda mano, o sea los proyectos de vida que ya fueron previamente rechazados por los jóvenes 99. Con el ánimo de indagar cuales podrían ser las deficiencias relativas del sistema educativo actual en su tarea fundamental de sugerir alternativas de vida, vale la pena un análisis preliminar, informal e intuitivo, del funcionamiento de algunos de los vendedores de sueños más exitosos de la actualidad. Como pueden ser los programas o reality shows en los cuales, con el apoyo del público y por las cadenas de televisión, se elige un grupo reducido y selecto de cantantes, actores o futbolistas, y que genéricamente se pueden denominar Operación Triunfo (OT). Este ejercicio sugiere para este tipo de esquemas de mercadeo de sueños varias peculiaridades que vale la pena analizar. Uno, se ofrece un verdadero premio mayor, una recompensa totalmente desproporcionada para las capacidades de cualquiera de los jóvenes participantes. Aparece, palpable, la posibilidad de un cambio de vida. A diferencia de las loterías, 97
Operación Triunfo es el nombre que tiene en España el reality show orientado al entrenamiento y la
selección de las estrellas juveniles de la canción. Existe, con diversos nombres, el mismo programa en varios países desarrollados y también ha sido replicado en América Latina. 98
Sosa y Rocha (2001) página 377 La experiencia del padre Javier de Nicoló en Bogotá sugiere que las habilidades apreciadas por los
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jóvenes infractores son distintas de las que promueve el sistema educativo tradicional. En particular, parece haber cierta aversión a la especialización. 9520829.doc
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ganarse el premio no es un simple asunto de suerte sino que, en principio, exige trabajo, esfuerzo y dedicación 100. Dos, las reglas del juego están previa y sólidamente establecidas desde el principio; no hay campo para que los participantes, ni siquiera los perdedores, se sientan defraudados. Tres, la única pero poderosa sanción es quedarse por fuera del programa. Cuatro, se envía el mensaje de que los participantes, aunque compiten entre sí, hacen parte de un grupo, de un equipo. Cinco, aunque el trabajo y el esfuerzo son requisitos para avanzar y alcanzar el premio, persiste un ambiente de gusto cotidiano por lo que se hace, incluso de diversión. La conjunción de estos elementos muestra tener no sólo una gran capacidad de enganche y arrastre de los jóvenes participantes sino que parece ser suficiente para imponer, en materia de reglas del juego, hábitos, normas sociales o requisitos para participar, casi cualquier cosa. De manera sorprendente, las habilidades y características de los pocos jóvenes elegidos parecen tener la capacidad de propagarse como una moda y de ser consideradas por los numerosos seguidores del programa como cualidades deseables y susceptibles de ser adoptadas 101. Aunque parezca insólito, son varias las lecciones que, en materia de programas de prevención, se pueden sacar de este tipo de experiencia. Tal vez el punto primordial es que, cuando se ofrecen recompensas a los jóvenes, como implícitamente se hace al tratar de convencerlos de las ventajas de la educación, es fundamental no defraudarlos. Algo que no siempre resulta fácil en un mundo globalizado, con mercados laborales flexibles. Al respecto, el comentario de un pandillero colombiano no podía ser más ilustrativo: "Acá viene todo el mundo a prometer maricadas y nadie las cumple. Los políticos, los estudiados, los sociólogos, los periodistas... todo el mundo. Creen que jugamos a vivir … Los únicos son los parces (paramilitares) o los guerrillos. Al menos ellos traen el billete en efectivo. Uno verá si hace la vuelta o no...” 102
Lo anterior no implica que, para poder enganchar a los jóvenes, se deba ofrecer una recompensa segura para todos los candidatos o los participantes, como lo muestran los concursos tipo Operación Triunfo. Los elegidos pueden ser pocos, muy pocos, pero si desde el principio saben con certeza no sólo que el premio mayor será adjudicado, sino que, además, conocen con claridad las reglas del juego para acceder a él no hay campo para la defraudación. Parece claro que una de las deficiencias actuales del sistema educativo, pero sobre todo de los programas de educación y rehabilitación de los jóvenes bajo riesgo, o de los 100 101
El factor suerte se limita al apoyo del público, algo que tiene además un empaque democrático. Esa es la impresión informal de algunos comentaristas del programa Operación Triunfo en España que
hablan no sólo de la gran penetración en el mercado de los discos, videos, fotos y relatos de los jóvenes participantes sino de su capacidad para marcar pautas de comportamiento. 102
'Declaraciones de Yilver uno de los líderes de las pandillas de Ciudad Bolívar en pandillas en Bogotá. El Tiempo Septiembre 30 de 2002. 9520829.doc
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infractores, es la alta posibilidad de defraudar expectativas. Las recompensas de la educación, sobre todo para aquellos jóvenes que no cuentan con el soporte de unos padres que la han recibido –y que por lo tanto pueden ser un modelo palpable de las ventajas de ese curso de vida no siempre, casi nunca, están garantizadas. Y parece claro que la promesa de quedar capacitado para un mercado laboral incierto y flexible no es en la actualidad suficiente para muchos jóvenes. Simultáneamente, persisten innumerables alternativas y proyectos de vida, que pueden ser atractivos, pero cuyas señales no están suficientemente canalizadas hacia ellos, y que podrían estarlo de manera más previsible. En este contexto, la recomendación básica es la de orientar los esfuerzos de prevención tales como la capacitación, las ofertas de empleo o incluso los pagos en especie que en últimas constituyen promesas de recompensas siguiendo el esquema básico de operación triunfo (OT), o sea cumpliendo tres requisitos básicos: (i) que el premio sea concreto y palpable y no una vaga expectativa (ii) que la necesaria competencia para acceder al premio puesto que no existe la posibilidad de un premio para todos se haga bajo unas reglas del juego explícitas desde el principio, que no den campo para la sensación de defraudación y (iii) que tanto el programa como la adjudicación del premio sean difundidos a la población objetivo. Otra de las características, la desvinculación del programa como sanción, puede servir para amarrar el esquema al problema del abandono escolar, exigiendo como requisito de participación para cualquier operación triunfo la afiliación, o reafiliación al sistema educativo. Parece claro que el establecimiento de esquemas OT no tiene por qué afectar el monto de los recursos que se destinan a los programas. Se trata de un simple colofón a la manera como se asignan. Así, por ejemplo, en lugar de montar un taller de carpintería con el objetivo vago y difuso de capacitar a los jóvenes para el mercado de carpinteros se puede, desde el principio, establecer que los ganadores de la OT Carpintería tendrán un contrato de trabajo, real y palpable, con determinada industria. La gama de opciones de premios para la prevención con esquemas OT está limitada tan sólo por la imaginación, y por los recursos de las instituciones que financien los programas. Los premios pueden ir desde un electrodoméstico, o un viaje para la familia hasta el arreglo de la cancha del barrio, pasando por una beca para estudios superiores. Vale la pena hacer énfasis en ciertos premios para los cuales no existe un mercado pero sí una altísima demanda: los programas de estudio en el extranjero y, por qué no, la posibilidad de obtener visas de trabajo para establecerse en el exterior. En el mundo globalizado, el área de la migración internacional es sin lugar a dudas una de las más dinámicas de los mercados laborales, y, desde el punto de vista de los países receptores, una de las más necesitadas y susceptibles de planificación a largo plazo. No parece descabellado proponer que los países desarrollados preocupados por la violencia juvenil en Centroamérica, y dispuestos a cooperar con los programas de prevención, empiecen a 9520829.doc
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introducir en su abanico de ofertas algo que se sabe requieren cada vez más, inmigración legal, que tiene una demanda prácticamente infinita –como pueden dar cuenta los colectivos de trabajadores, legales e ilegales, en el extranjero, las largas colas para las obtención de visas y permisos de trabajo o las rutas de tráfico ilegal de trabajadores y que por lo tanto podría convertirse en una atractiva opción de esquemas de prevención OT. La administración de los recursos de prevención que en últimas constituyen recompensas, como los esquemas OT propuestos, debe tener dos restricciones adicionales básicas. Uno, tales recursos deben quedar al alcance, por lo menos en igualdad de condiciones, de todos los jóvenes de escasos recursos de la localidad a donde se dirijan, y no solamente de los violentos. Es apenas elemental sugerir que no deben ser objeto de discriminación, ni contra las mujeres, ni contra los jóvenes no problemáticos. En sociedades con importantes limitaciones de recursos la prevención no puede convertirse en un perverso sistema de premios para los violentos, algo para lo cual parece haber una desafortunada tendencia. Sencillamente no es aceptable que se les brinde a los pandilleros oportunidades que no están al alcance de las mujeres jóvenes, o de quienes hacen las cosas bien. “La Alcaldía de Medellín dispone de 20 mil millones para reinsertados de la Comuna 13. El ofrecimiento es parte de una estrategia de la Alcaldía para motivar la deserción de milicianos de la guerrilla y paramiliatres. Quienes se reinserten recibirán un sueldo mensual de 231 mil pesos (unos U$ 80). Según la funcionaria (encargada de realizar los contactos), la desmovilización no puede ser individual sino grupal. "La gente tiene que entender que hay que apoyar a estos jóvenes que no tuvieron oportunidades. No se trata de pagarles a los malos", comentó al hablar de las críticas que ha recibido la iniciativa, que contempla la entrega de una mensualidad de 231 mil pesos (el 75 por ciento de un salario mínimo) a los que tomen la decisión. Ese dinero lo recibirían entre 6 meses y un año, mientras dure el proceso de reeducación. La subsecretaria confía en que los muchachos que ahora están en las filas de los paramilitares y los guerrilleros se sientan tentados con la propuesta de volver a la legalidad, recibir capacitación y un trabajo garantizado por un tiempo de diez años.
Dos, este tipo de programas de apoyo deben hacer parte de programas de largo plazo, o por lo menos preestablecidos, y nunca respuestas coyunturales e inmediatas que se puedan convertir en verdaderos sistemas de premios para los actos violentos. O burdos pagos de chantajes a los individuos u organizaciones delictivas. Se deben evitar a toda costa exabruptos como el siguiente: “Luis Pérez Gutiérrez (Alcalde de Medellín) presentó a consideración del Concejo Municipal un proyecto de acuerdo para permitir la reincorporación de 4 mil guerrilleros que operan en esta ciudad. Pérez Gutiérrez hizo el anuncio tres días después de que resultara atrapado en un tiroteo de estos rebeldes en una calle, cuando viajaba con varios de sus funcionarios y periodistas 103.
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El Tiempo Junio 1 de 2002. Subrayado propio
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6.4.2 LA RECUPERACION DEL ESPACIO PUBLICO Aunque no siempre se hace explícita, una de las teorías detrás de las propuestas de recuperación del espacio público como parte integral de los esfuerzos de prevención de la violencia juvenil es la de las “ventanas rotas” cuyos orígenes se remontan a un influyente artículo de James Wilson a principios de los años ochenta 104. La idea central de esta teoría es que si en un vecindario se rompe la ventana de un local y no se repara, los transeúntes concluirán que no hay nadie responsable de arreglarla. Se puede repetir la escena, y habrá progresivamente más ventanas rotas y la impresión que quedará es que no sólo no hay quien responda por los daños del local inicial sino del vecindario mismo. Aumentarán las oportunidades para la delincuencia y, correlativamente, la sensación de inseguridad en el vecindario. Alrededor de esta teoría ha tomado relevancia el concepto de la sensación de inseguridad subjetiva, que no siempre coincide con la inseguridad real, que depende de los incidentes criminales. Además, la teoría ha servido para poner de relieve la importancia de los asuntos menores, las pequeñas infracciones los graffitis o pintas en las paredes, el consumo de alcohol o drogas como asuntos que, sin poderse considerar delitos, afectan el bienestar de los vecinos, y su sensación de inseguridad. Como se vio, para Managua los datos sí sugieren que la calidad –de las canchas, de los parques y sobre todo del espacio público en general es más importante que la disponibilidad de cierta infraestructura específica sobre la sensación de inseguridad sin que, por otra parte, tengan un impacto perceptible sobre la inseguridad real que sólo aparentemente se asocia con la calidad del entorno urbano. Si se analiza con mayor detenimiento la asociación negativa entre la calidad del espacio público y la presencia de pandillas lo que se encuentra es que puede estar captando simplemente un efecto ingreso. Como cabía esperar, la calidad de la infraestructura urbana está muy relacionada con la capacidad económica de los vecinos de los barrios y, así, es difícil distinguir cual de estas dos variables es la que tiene un efecto sobre las pandillas. Pero este es un problema de los datos. Se pueden concebir, por llamarlos de alguna manera, “experimentos” en los cuales, en barrios de escasos recursos se hagan inversiones en infraestructura que sean más que proporcionales a la capacidad económica de sus vecinos, para medir el efecto de estos esfuerzos sobre la violencia juvenil. De todas maneras, los datos si tienden a confirmar que, en forma independiente de su impacto real sobre la delincuencia, los esfuerzos por mejorar el hábitat si alteran de manera significativa la percepción de seguridad y, en particular, la probabilidad de sentirse “muy inseguro” en las calles del barrio. 104
Wilson, James y George Kelling (1982). “Broken windows: the Police adn neighborhood Safety”, Atlantic Monthly, March. 9520829.doc
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Así, en los programas de prevención con este tipo de componente parecería conveniente no crear falsas expectativas acerca del verdadero alcance de las inversiones en infraestructura urbana sobre los indicadores de violencia. El impacto, por lo menos para Managua, es más que evidente sobre la sensación de inseguridad pero incierto y mezclado con un efecto ingreso sobre el indicador de presencia de pandillas. Por otro lado, los datos sugieren que pueden ser más eficaces los programas del tipo “mejorar lo ya existente” que aquellos orientados a incrementar el suministro de infraestructura en los barrios. Esta observación es consistente con la esencia de la teoría de las ventanas rotas. Además, también parece claro en los datos que las condiciones del equipamiento urbano del barrio –calidad de las vías, alumbrado, andenes son más pertinentes que la calidad de las canchas o los parques.
6.5 – PREVENCION CON JOVENES EN RIESGO El ejercicio de comparar las características de los jóvenes que reportan haber abandonado las pandillas con las de quienes siguen siendo pandilleros vuelve a destacar la importancia de la vinculación al sistema educativo como mecanismo de prevención de la violencia adolescente. Además, los datos sugieren que la escolaridad tiene un efecto inhibidor más importante y significativo que la vinculación al mercado laboral, por lo menos en el rango de edades de los jóvenes que respondieron la encuesta, entre 13 y 19 años. Fuera de esta nueva señal para concentrar esfuerzos en el sistema educativo, los ejercicios estadísticos realizados con la encuesta, así como los testimonios recogidos por los observadores minuciosos de las pandillas, son relativamente limitados. en términos de sugerencias de políticas o programas. A nadie, por ejemplo, se le ocurriría proponer que para fomentar el abandono de las pandillas se deba estimular el embarazo adolescente, algo que de acuerdo con los datos si contribuye a la decisión. Tampoco tendría mucha presentación en un Estado laico impulsar la vinculación de los jóvenes a los grupos evangélicos como mecanismo de prevención de la violencia. A pesar de lo anterior, la observación testimonial de que los motivos religiosos constituyen una vía de salida de las pandillas algo que, como se señaló, tiende a corroborar la información de la encuesta si puede servir para reevaluar el peso que tienen, tanto en el diagnóstico de la violencia como en las propuestas de política, los aspectos relacionados con las perspectivas laborales y económicas de los jóvenes. El hecho de que, para salirse de una pandilla, resulte más determinante la dimensión religiosa que, por ejemplo, la incorporación al mercado laboral es una señal adicional sobre la insuficiencia de las explicaciones materialistas, y simplistas, basadas en las fallas del capital humano. Como se ha visto, este es un punto que aparece una y otra vez 9520829.doc
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en los resultados de la encuesta.
6.6 – EL PAPEL DE LAS COMUNIDADES Es usual en los programas contra la violencia en Centroamérica, asignarle un papel central a las comunidades. A diferencia del sector educativo, cuya contribución a la prevención, a través de la deserción escolar y presumiblemente de la formación moral de los jóvenes, no sólo es comprensible a nivel conceptual sino que, además, tienden a corroborarlo casi todos los datos disponibles, el eventual papel preventivo de las comunidades es bastante menos claro a nivel teórico. Y la evidencia sobre su importancia es más débil. Vale la pena por lo tanto una breve reflexión sobre cual puede ser el papel de las comunidades en los programas de prevención de la violencia. Si se piensa, de manera caricaturesca, en las dos grandes alternativas para enfrentar la violencia adolescente, prevenir socializar, supervisar, formar a los jóvenes u ofrecerles proyectos de vida o sancionarlos cuando se convierten en trasgresores, no es arriesgado argumentar que las comunidades –el barrio, el vecindario, la junta de acción comunal no son entes particularmente idóneos ni para lo uno ni para lo otro. Al asignar un papel protagónico a las comunidades en la tarea de prevención, parecería haberse dado por descontado que su capacidad de acción, insustituible en múltiples ámbitos –como la actividad política local o en asuntos como la construcción de acueductos o la pavimentación de vías se puede extender automáticamente hacia terrenos que son o bien eminentemente privados, como la formación y supervisión de los menores, o fundamentalmente públicos, como el derecho a castigar. La precaria capacidad de las comunidades tanto para prevenir como para sancionar la violencia juvenil se hace palpable cuando se recurre a preguntas elementales y concretas 105. Con la reflexión que se hizo al principio de esta sección sobre la formación moral de los individuos y la transmisión de valores a los jóvenes se buscaba ilustrar que, por mucho tiempo, esta dimensión de la socialización fue un resorte exclusivo de la familia y sólo recientemente se ha transferido, en la cultura occidental, cierta responsabilidad al sistema educativo, nunca a las comunidades, al barrio, o a los vecinos. Entre estos dos extremos la formación de los jóvenes como una especie de inmunidad moral contra las infracciones o la aplicación de las sanciones socialmente previstas para los trasgresores se puede anotar que el papel de las comunidades en términos de prevención de la violencia se debe circunscribir a tres dimensiones. Está en primer lugar 105
¿Qué es lo que se puede esperar que haga un vecino, o un grupo de vecinos, ante la comisión de un crimen adolescente, fuera de denunciarlo a las autoridades? En el otro extremo, ¿qué se puede esperar que haga un vecino, o un grupo de vecinos, ante una infracción temprana de un joven o un niño, como faltar a clase, o comprar cosas robadas, o consumir sustancias ilegales, fuera de comunicarlo a la familia del infractor? ¿Qué se puede esperar en términos de ampliación de las oportunidades de estudio o de empleo? 9520829.doc
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su papel en la configuración de ciertas normas sociales en materia de violencia 106. Estaría en segundo término un papel de colaboración con las instituciones responsables de la formación y supervisión de los jóvenes –la familia y subsidiariamente el sistema educativo o de la aplicación de sanciones o medidas coercitivas por parte de las autoridades estatales. Por último, un papel no menos importante, también de colaboración con las autoridades, esta vez judiciales, para informar sobre los posibles excesos de los organismos de seguridad del estado y las violaciones a los derechos humanos. La abundante literatura, en su mayoría norteamericana, que destaca el papel de las comunidades en materia de prevención de la violencia muestra las grandes dificultades que se han dado en ese país, tanto para encontrar programas dirigidos a las comunidades que ataquen efectivamente las causas del problema como para evaluar sus resultados 107. Además, se señala la paradójica situación que la capacidad de las comunidades para gestionar los programas de prevención parece ser inversamente proporcional a la necesidad que tienen de tales programas 108. Así, se reconoce que para las localidades con niveles de violencia críticos los programas de prevención deben verse precedidos de una labor de control y desmantelamiento, que no puede ser sino policial, de la violencia organizada 109. 106
Este rol sería cada vez más reducido, puesto que estas normas convergen progresivamente hacia
patrones universales. Los avances que cabe esperar, y que se deben promover, tienen que ver con la adopción y generalización de niveles cada vez menos tolerantes con ciertas manifestaciones de violencia, entre vecinos, con los responsables de daños, dentro de las parejas, o con los hijos 107
“Federal policies from urban renewal to public housing may have done more to cause inner city violence than to prevent it (Sampson and Lauritsen, 1993: 89). For most of this century, community crime prevention programs have failed to tackle the governmental policies and market forces that fuel innercity violences … Given the disconnection between causes and cures, it is not surprising that program impact evaluations provide little strong evidence of effective crime prevention. Setting aside programs delivered in families, schools, labor markets, places or the criminal justice system, the number of evaluations of communitybased programs is quite small and generally discouraging.”. Sherman et al página 32 108
“Ironically, a central tenet of community prevention programs has been the empowerment of local community leaders to design and implement their own crime prevention strategies. This philosophy may amount to throwing people overboard and then letting them design their own life preserver. The scientific literature shows that the policies and market forces causing criminogenic community structures and cultures are beyond the control of neighborhood residents, and that "empowerment" does not include the power to change those policies … Even the management of modest programs with federal support are often beyond the capacity of community organizations, especially where it is needed the most. The consistent evidence of the neighborhood watch programs, for example (Skogan, 1990: chapter 6), is that the more crime and risk factors a neighborhood suffers, the less likely it is to develop any organized activity to fight crime”. Sherman et al página 32 109
Ver al respecto la base de datos de los programas “weed and seed” en Norteamérica. “The strategy
involves a twopronged approach: law enforcement agencies and prosecutors cooperate in "weeding out" criminals who participate in violent crime and drug abuse, attempting to prevent their return to the targeted area; and "seeding" brings human services to the area, encompassing prevention, intervention, 9520829.doc
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En las sociedades latinoamericanas, con un estado menos consolidado, que no siempre mantiene el monopolio de la coerción o del cobro de tributos, a las comunidades, antes de asignarles cierto protagonismo en los programas de prevención, parecería indispensable protegerlas de la violencia. En Managua, por ejemplo, en muchos de los vecindarios resultaría irónico buscar un liderazgo comunitario en materia de prevención cuando la prioridad es sin duda tratar de controlar o desmontar los verdaderos gobiernos de facto, pequeñas tiranías locales, que al parecer han establecido los jóvenes en algunos barrios. ¿Cómo se puede esperar que una comunidad de vecinos pueda quitarle el control político y militar de un barrio a una organización armada, aunque esta esté conformada por menores? De lo que se puede estar razonablemente seguro es que cualquier medida orientada a mejorar o fortalecer el capital social de las comunidades tiene altas probabilidades de fracasar, o incluso será contraproducente, si antes no se resuelve el problema básico de mantener, o recobrar, el monopolio de la coerción y el cobro de tributos en cabeza del Estado. A nivel más práctico, son varios los argumentos a favor de la recomendación de concentrar el papel de las comunidades en el valioso rol de (i) colaborar con los organismos de seguridad, denunciando los delitos o suministrando información y, (ii) simultáneamente, supervisar sus labores. Lograr avances en esa dirección no es tarea fácil. Al igual que en los demás países de la región, las tasas de denuncia en Managua son bajas y, como lo muestra el esfuerzo que se hizo en materia de agresiones sexuales, eso es algo que se puede mejorar y que requiere un apoyo decidido de las comunidades. El segundo punto es que se trata de un requisito para, en materia de seguridad, mejorar tanto la capacidad de análisis local como la evaluación del desempeño de los organismos de seguridad. Por último, porque se trata de un objetivo de política para el cual es factible fijar metas, medir resultados y que, por lo tanto, es susceptible ser evaluado. REFERENCIAS Aguirre, Raquel (2001). “El nuevo modelo de justicia penal adolescente de Nicaragua”. Santiago: Universidad de Chile, Estudio de Caso Nº 53. Versión digital en http://www.mgpp.cl/EstudiosCaso/CASO53.pdf
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ANEXO ECUACIONES
Log Likelihood = -190.54884
ECUACION 4.1 reg indS pr1v pr2v pev pandilla Source | SS df MS Number o f obs = 973 ---------+-----------------------------F( 4, 968) = 37.97 Mode l | 148 .533701 4 37 .1334252 Prob > F = 0 .0000 Residual | 946.565991 968 .977857428 R-squared = 0.1356 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.1321 To ta l | 1095 .09969 972 1 .12664577 Root MSE = . 98887 -----------------------------------------------------------------------------i ndS | Coe f . Std . Er r . t P>| t | [95% Con f . I n te rva l ] ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | - . 2073552 . 0655313 - 3 .164 0 .002 - . 335955 - . 0787555 pr2v | - . 0940481 . 0756104 - 1 .244 0 .214 - . 2424273 . 0543311 pev | - . 177265 . 1036273 - 1 .711 0 .087 - . 3806251 . 0260952 pandilla | -.7712908 .0689102 -11.193 0.000 -.9065214 -.6360602 _cons | 1 .700032 . 0630208 26 .976 0 .000 1 .576359 1 .823705
Logit Estimates Log Likelihood = -618.93145
Number of obs = 978 ch i2 (4 ) = 92 .30 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0694
-----------------------------------------------------------------------------i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | 1 .401082 . 1949295 2 .424 0 .015 pr2v | 1 .379965 . 2221194 2 .001 0 .045 pev | 1 .447049 . 3180222 1 .681 0 .093 pandilla | 3.630682 .5820853 8.043 0.000 2.651675 ------------------------------------------------------------------------------
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .066689 1 .006604 . 9406154 4.971143
1 .840303 1 .891811 2 .226149
Log Likelihood = -330.25095
-----------------------------------------------------------------------------i ndMS | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | . 49341 . 1148414 - 3 .035 0 .002 pr2v | . 9590663 . 2388083 - 0 .168 0 .867 pev | . 7810989 . 2940726 - 0 .656 0 .512 pandilla | .2734642 .0559065 -6.342 0.000 .1831818
[ 95% Con f . I n te rva l ] . 3126731 . 5887063 . 3734571 .4082429
. 7786199 1 .562423 1 .633696
Log Likelihood = -190.54884
-----------------------------------------------------------------------------pandillo | Odds Ratio Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------es tud ia | . 0861209 . 0295604 - 7 .144 0 .000 . 0439481 gene ro | 6 .785425 2 .95582 4 .396 0 .000 2 .889233 pandillb | 4.288162 1.795923 3.476 0.001 1.887035 9.744564 f vpsde | . 5177734 . 1575208 - 2 .164 0 .030 . 2852207 f bep1 | . 6937111 . 0750007 - 3 .383 0 .001 . 561243 fgo lpem | 1 .905714 . 5430858 2 .263 0 .024 1 .090146 ant | 1 .02439 . 0081464 3 .030 0 .002 1 .008547 vahav | 4 .72974 1 .271409 5 .781 0 .000 2 .792701
. 1687632 15 .93571 . 9399365 . 8574453 3 .331434 1 .040481 8 .010325
Log Likelihood = -603.07211
Number of obs = 977 ch i2 (5 ) = 122 .93 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0925
-----------------------------------------------------------------------------i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | 1 .410737 . 1995497 2 .433 0 .015 pr2v | 1 .331603 . 2174405 1 .754 0 .079 pev | 1 .474746 . 3296587 1 .738 0 .082 pandilla | 3.250602 .5305657 7.222 0.000 2.360642 bcme | . 7021042 . 0464041 - 5 .351 0 .000
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .069161 . 9668963 . 9515755 4.476077 . 6167983
1 .86144 1 .833873 2 .285553 . 7992084
ECUACION 4.5 logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla bcme ingq Logit Estimates Log Likelihood = -602.73277
. 4914961 . 8431023 . 8423713 1 .378479 3 .078758
ECUACION 5.3 logistic estudia fedup fempp festrato Number of obs = 604 ch i2 (3 ) = 81 .12 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0979 [ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .025845 1 .257354 2.215321
1 .370199 2 .956889
ECUACION 5.4 reg pandilla ingreso festrato Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 2, 47) = 22.59 Mode l | 2 .41788513 2 1 .20894257 Prob > F = 0 .0000 Residual | 2.51570369 47 .05352561 R-squared = 0.4901 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.4684 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 23136
9 .05e - 06 2 .00945
ECUACION 5.5 reg pandilla ingreso festrato cedu Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 3, 46) = 17.86 Mode l | 2 .65432268 3 . 884774228 Prob > F = 0 .0000 Residual | 2.27926614 46 .049549264 R-squared = 0.5380 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.5079 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 2226
ECUACION 5.6 reg pandilla cedu Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 1, 48) = 47.29 Mode l | 2 .44846317 1 2 .44846317 Prob > F = 0 .0000 Residual | 2.48512565 48 .051773451 R-squared = 0.4963 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.4858 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 22754 -----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 3961726 . 0576091 - 6 .877 0 .000 - . 5120035 _cons | 1 .447102 . 1172988 12 .337 0 .000 1 .211257
Number of obs = 977 ch i2 (6 ) = 123 .61 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0930
-----------------------------------------------------------------------------i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | 1 .411424 . 1997011 2 .436 0 .015 pr2v | 1 .351785 . 2221626 1 .834 0 .067 pev | 1 .47014 . 3287906 1 .723 0 .085 pandilla | 3.185902 .5255512 7.024 0.000 2.305775 bcme | . 7062714 . 0469145 - 5 .235 0 .000 i ngq | . 9578964 . 0500159 - 0 .824 0 .410
[ 95% Con f . I n te rva l ] . 2219463 . 6853907 . 3887781 1 .003441 1 .21408 2.1127
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------i ng reso | - . 0000153 . 000016 - 0 .955 0 .344 - . 0000476 . 000017 festrato | -.1872511 .1569816 -1.193 0.239 -.5032388 .1287366 cedu | - . 2245482 . 1027945 - 2 .184 0 .034 - . 4314629 - . 0176336 _cons | 1 .557645 . 2048352 7 .604 0 .000 1 .145333 1 .969957
ECUACION 4.4 logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla bcme Logit Estimates
-----------------------------------------------------------------------------es tud ia | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | . 3302813 . 0669859 - 5 .462 0 .000 edad j | . 7601674 . 0401615 - 5 .190 0 .000 epc | . 5722722 . 1128816 - 2 .830 0 .005 fedup | 1 .176105 . 0952739 2 .002 0 .045 fempp | 1 .933354 . 4589529 2 .777 0 .005 festrato | 1.749761 .1682727 5.818 0.000 1.449171
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------i ng reso | - . 0000235 . 0000162 - 1 .453 0 .153 - . 0000561 festrato | -.3985458 .1285063 -3.101 0.003 -.6570671 -.1400245 _cons | 1 .581783 . 2125856 7 .441 0 .000 1 .154116
Number of obs = 697 ch i2 (8 ) = 289 .59 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.4318
. 9399365 . 8574453 3 .331434 1 .040481 8 .010325
Number of obs = 604 ch i2 (6 ) = 171 .76 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2074
-----------------------------------------------------------------------------es tud ia | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------fedup | 1 .185585 . 0875412 2 .306 0 .021 fempp | 1 .928175 . 4206293 3 .010 0 .003 festrato | 1.856485 .1673826 6.862 0.000 1.555773
ECUACION 5.1 - PANDILLAS logistic pandillo estudia genero pandillb fvpsde fbep1 fgolpem ant vahav Logit Estimates
Logit Estimates
Log Likelihood = -373.55793
Number of obs = 978 ch i2 (4 ) = 55 .77 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0779
. 1687632 15 .93571
ECUACION 5.2 logistic estudia genero edadj epc fedup fempp festrato
Logit Estimates
ECUACION 4.3 logistic indMS pr1v pr2v pev pandilla Logit Estimates
-----------------------------------------------------------------------------pandillo | Odds Ratio Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------es tud ia | . 0861209 . 0295604 - 7 .144 0 .000 . 0439481 gene ro | 6 .785425 2 .95582 4 .396 0 .000 2 .889233 pandillb | 4.288162 1.795923 3.476 0.001 1.887035 9.744564 f vpsde | . 5177734 . 1575208 - 2 .164 0 .030 . 2852207 fbep1 | . 6937111 . 0750007 - 3 .383 0 .001 . 561243 f go lpem | 1 .905714 . 5430858 2 .263 0 .024 1 .090146 ant | 1 .02439 . 0081464 3 .030 0 .002 1 .008547 vahav | 4 .72974 1 .271409 5 .781 0 .000 2 .792701
Log Likelihood = -328.23765
ECUACION 4.2 logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla
Number of obs = 697 ch i2 (8 ) = 289 .59 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.4318
- . 2803417 1 .682947
ECUACION 5.7 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .069601 . 979523 . 9483994 4.401978 . 6200548 . 8647163
1 .862487 1 .865523 2 .278906 . 8044761 1 .061117
ECUACION 4.6 logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla becd Logit Estimates Log Likelihood = -608.49828
Number of obs = 964 ch i2 (5 ) = 96 .58 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0735
-----------------------------------------------------------------------------i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | 1 .391719 . 1951184 2 .358 0 .018 pr2v | 1 .367154 . 2220977 1 .925 0 .054 pev | 1 .441894 . 3215858 1 .641 0 .101 pandilla | 3.695111 .5971938 8.087 0.000 2.691898 becd | . 6955684 . 0959422 - 2 .632 0 .008 ------------------------------------------------------------------------------
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .057337 . 9943457 . 9313001 5.0722 . 5307996
1 .831849 1 .879738 2 .232425 . 9114841
ECUACION 4.7 logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla bcci Logit Estimates Log Likelihood = -275.29409
Number of obs = 451 ch i2 (5 ) = 50 .90 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.0846
-----------------------------------------------------------------------------i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------pr1v | 1 .582793 . 3292056 2 .208 0 .027 pr2v | 1 .255229 . 2987729 0 .955 0 .340 pev | 1 .273292 . 4219989 0 .729 0 .466 pandilla | 3.383714 .8596464 4.798 0.000 2.056564 bcc i | . 7331164 . 0735252 - 3 .095 0 .002
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .052889 . 7872594 . 664997 5.567303 . 6022888
2 .379391 2 .001374 2 .438014 . 892362
ECUACION 5.1 logistic pandillo estudia genero pandillb fvpsde fbep1 fgolpem ant vahav
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Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 5, 44) = 25.67 Mode l | 3 .67413927 5 . 734827854 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.25944955 44 .028623853 R-squared = 0.7447 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7157 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 16919 -----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 25873 . 052021 - 4 .974 0 .000 - . 3635715 bpoc | . 2087098 . 0585294 3 .566 0 .001 . 0907516 s rpoq | - . 0502036 . 0175839 - 2 .855 0 .007 - . 0856417 vdo | . 1947514 . 0595219 3 .272 0 .002 . 074793 vca | . 5206347 . 2263502 2 .300 0 .026 . 0644558 _cons | . 2690607 . 269024 1 .000 0 .323 - . 2731215
- . 1538885 . 3266681 - . 0147655 . 3147099 . 9768135 . 8112428
ECUACION 5.8 reg pandilla cedu srpoq vdo vca buaes Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 5, 44) = 21.28 Mode l | 3 .49036377 5 . 698072754 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.44322505 44 .032800569 R-squared = 0.7075 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.6742 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 18111 -----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2994148 . 0577624 - 5 .184 0 .000 - . 4158273 s rpoq | - . 0424851 . 0185883 - 2 .286 0 .027 - . 0799474 vdo | . 2234811 . 063336 3 .529 0 .001 . 0958359 vca | . 4868958 . 2438887 1 .996 0 .052 - . 0046296 buaes | . 6762669 . 2882355 2 .346 0 .024 . 0953665 _cons | . 9225055 . 1800183 5 .125 0 .000 . 5597025
- . 1830023 - . 0050229 . 3511263 . 9784211 1 .257167 1 .285308
ECUACION 5. 9 reg pandilla cedu srpoq vdo vca bued Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 5, 44) = 18.71 Mode l | 3 .35560882 5 . 671121763 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.57798001 44 .035863182 R-squared = 0.6802 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.6438 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 18938
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-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2778367 . 0596248 - 4 .660 0 .000 - . 3980026 s rpoq | - . 0392112 . 0193888 - 2 .022 0 .049 - . 0782868 vdo | . 2156556 . 0662551 3 .255 0 .002 . 0821272 vca | . 4847926 . 2610409 1 .857 0 .070 - . 0413007 bued | . 3623531 . 320625 1 .130 0 .265 - . 2838241 _cons | 1 .007764 . 18303 5 .506 0 .000 . 638891
To ta l |
- . 1576708 - . 0001357 . 3491841 1 .010886 1 .00853 1 .376637
ECUACION 5. 10 reg pandilla cedu srpoq vdo vca buafc Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 5, 44) = 19.27 Mode l | 3 .38695795 5 . 677391589 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.54663088 44 .035150702 R-squared = 0.6865 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.6509 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 18749 -----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2820941 . 0590154 - 4 .780 0 .000 - . 4010318 s rpoq | - . 0394648 . 0191946 - 2 .056 0 .046 - . 0781489 vdo | . 2163157 . 0655562 3 .300 0 .002 . 0841958 vca | . 5919521 . 25168 2 .352 0 .023 . 0847244 bua fc | - . 2343472 . 1581779 - 1 .482 0 .146 - . 5531337 _cons | 1 .25964 . 2351505 5 .357 0 .000 . 7857255
- . 1631564 - . 0007807 . 3484356 1 .09918 . 0844393 1 .733555
Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 6, 43) = 22.96 Mode l | 3 .76011237 6 . 626685394 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.17347646 43 .02729015 R-squared = 0.7621 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7290 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 1652
- . 1657573 . 3327442 - . 0214504 . 3008477 . 9880432 . 234681 . 7642938
Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 6, 43) = 21.41 Mode l | 3 .69651112 6 . 616085187 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.2370777 43 .028769249 R-squared = 0.7493 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7143 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 16962
Logit Estimates
Logit Estimates Log Likelihood = -67.642846
- . 1600378 . 3841045 - . 0180747 . 3164579 . 9722677 . 080102 . 7601754
Logit Estimates Log Likelihood = -66.413217
[ 95% Con f . I n te rva l ] . 6584195 1 .547817 1.188118 . 5083528 . 7871579 . 4560331 . 9957729 . 1493005
17 .44418 210 .2642 2 .732468 1 .582465 2 .280399 1 .041134 . 763872
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .989973 1 .670656 . 9658957 . 6162112 . 4741806 . 0598865 1 .000243
184 .473 76 .90884 11 .21197 . 9786636 . 9117806 . 4268019 1 .04833
- . 1653405 . 4060785 - . 01403 . 3101553 . 9688476 . 5442864 . 7294711
Log Likelihood = -65.976998
- . 1521896 . 3268059 - . 0129724 . 3135611 . 9817887 . 0309068 . 8360684
ECUACION 5. 16 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca bcme Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 6, 43) = 21.14 Mode l | 3 .68451582 6 . 614085971 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.249073 43 .029048209 R-squared = 0.7468 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7115
[ 95% Con f . I n te rva l ] 2 .188232 1 .736074 1 .028726 . 6056551 . 4755986 . 0640113 1 .000412 1.559588
225 .0073 86 .89694 12 .89009 . 9725077 . 8656827 . 453162 1 .049712
Number of obs = 130 ch i2 (8 ) = 45 .76 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2575
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | 24 .67761 29 .054 2 .723 0 .006 es tud ia | 12 .35797 12 .34971 2 .516 0 .012 sexoE | 3 .451221 2 .208189 1 .936 0 .053 t iempoP | . 7497014 . 0913405 - 2 .364 0 .018 Pmanda | . 656387 . 1004317 - 2 .752 0 .006 pe leaPN | . 1602528 . 0810177 - 3 .622 0 .000 ant | 1 .028781 . 0130504 2 .237 0 .025 f gmq | 1 .178775 . 2004515 0 .967 0 .333
[ 95% Con f . I n te rva l ] 2 .455542 1 .74307 . 984804 . 5904477 . 4863179 . 0594936 1 .003518 . 8446633
248 .0042 87 .61524 12 .09472 . 9519085 . 8859304 . 4316589 1 .05468 1 .645047
ECUACION 5. 22 logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant tlpr
Log Likelihood = -65.508967
Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 6, 43) = 21.03 Mode l | 3 .67973242 6 . 613288737 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.2538564 43 .029159451 R-squared = 0.7459 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7104 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 17076
232 .1238 91 .67705 12 .60319 . 9664235 . 8673982 . 4647989 1 .050287 2 .460934
ECUACION 5. 21 logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant fgmq
Logit Estimates
ECUACION 5. 15 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca bepc
2 .220373 1 .85778 1 .021697 . 6022481 . 4776003 . 0657019 1 .00157 . 3065637
Number of obs = 130 ch i2 (8 ) = 44 .93 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2528
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | 22 .18937 26 .22605 2 .623 0 .009 es tud ia | 12 .28249 12 .26108 2 .513 0 .012 sexoE | 3 .641479 2 .348553 2 .004 0 .045 t iempoP | . 7674661 . 0927177 - 2 .191 0 .028 Pmanda | . 6416522 . 098041 - 2 .904 0 .004 pe leaPN | . 1703158 . 0850374 - 3 .545 0 .000 ant | 1 .024766 . 0125758 1 .993 0 .046 festrato | 1.064993 .2072718 0.324 0.746 .7272498 ------------------------------------------------------------------------------
Logit Estimates
- . 1620889 . 3253964 - . 0171755 . 316066 1 .013899 . 199651 . 8143991
[ 95% Con f . I n te rva l ]
ECUACION 5. 20 logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant festrato
ECUACION 5. 14 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca bep Source | SS df MS Number o f obs = 50 ---------+-----------------------------F( 6, 43) = 21.65 Mode l | 3 .70662566 6 . 617770943 Prob > F = 0 .0000 Residual | 1.22696316 43 .028534027 R-squared = 0.7513 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7166 To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 16892
Number of obs = 130 ch i2 (8 ) = 44 .89 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2526
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | 22 .70245 26 .92836 2 .632 0 .008 es tud ia | 13 .05051 12 .98047 2 .583 0 .010 sexoE | 3 .588403 2 .299994 1 .993 0 .046 t iempoP | . 7629068 . 0920434 - 2 .243 0 .025 Pmanda | . 6436378 . 0979799 - 2 .894 0 .004 pe leaPN | . 1747518 . 0872204 - 3 .495 0 .000 ant | 1 .025639 . 0124268 2 .089 0 .037 gempleo | . 8685811 . 4615244 - 0 .265 0 .791
Log Likelihood = -66.395668
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- . 154276 . 3414117 - . 0144705 . 3156836 1 .071402 . 1655515 . 7976396
Number of obs = 130 ch i2 (7 ) = 42 .43 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2388
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | 19 .15976 22 .13863 2 .555 0 .011 es tud ia | 11 .33526 11 .0735 2 .485 0 .013 sexoE | 3 .290835 2 .058221 1 .904 0 .057 t iempoP | . 7765716 . 0916447 - 2 .143 0 .032 Pmanda | . 6575322 . 1096709 - 2 .514 0 .012 pe leaPN | . 1598739 . 0800962 - 3 .659 0 .000 ant | 1 .024005 . 0122663 1 .980 0 .048
Logit Estimates
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2581093 . 0525215 - 4 .914 0 .000 - . 3640289 bpoc | . 2075417 . 0591385 3 .509 0 .001 . 0882776 s rpoq | - . 0491101 . 0179193 - 2 .741 0 .009 - . 0852479 vdo | . 191489 . 0605309 3 .163 0 .003 . 0694168 vca | . 5210537 . 2284608 2 .281 0 .028 . 0603186 bepc | - . 0087031 . 019641 - 0 .443 0 .660 - . 048313 _cons | . 2841227 . 2736886 1 .038 0 .305 - . 2678229 ------------------------------------------------------------------------------
= . 17044
ECUACION 5. 18 logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant
Source | SS df MS Number o f obs = 37 ---------+-----------------------------F( 6, 30) = 19.15 Mode l | 3 .06776525 6 . 511294209 Prob > F = 0 .0000 Residual | .800807368 30 .026693579 R-squared = 0.7930 ---------+-----------------------------Adj R-squared = 0.7516 To ta l | 3 .86857262 36 . 107460351 Root MSE = . 16338
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2683626 . 052697 - 5 .093 0 .000 - . 3746362 bpoc | . 2075249 . 058448 3 .551 0 .001 . 0896534 s rpoq | - . 0529603 . 0177443 - 2 .985 0 .005 - . 0887451 vdo | . 196188 . 0594429 3 .300 0 .002 . 07631 vca | . 5538065 . 2281421 2 .427 0 .019 . 0937141 bep | . 0691742 . 0646984 1 .069 0 .291 - . 0613026 _cons | . 2726454 . 2686348 1 .015 0 .316 - . 2691084 ------------------------------------------------------------------------------
Root MSE
Number of obs = 130 ch i2 (8 ) = 27 .07 Prob > ch i2 = 0 .0007 Pseudo R2 = 0.1523
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------es tud ia | 3 .38904 2 .833116 1 .460 0 .144 gene ro | 18 .04025 22 .60374 2 .309 0 .021 pandillb | .20141 .1823804 -1.770 0.077 .0341431 f vpsde | 1 .178583 . 5056529 0 .383 0 .702 fbep1 | 1 .116087 . 1988238 0 .617 0 .538 f go lpem | 1 .019773 . 4187235 0 .048 0 .962 ant | 1 .018201 . 0115709 1 .587 0 .112 vahav | . 3377077 . 1406371 - 2 .607 0 .009
ECUACION 5. 13 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca bchr
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2773137 . 0548278 - 5 .058 0 .000 - . 3892869 bpoc | . 2688864 . 0671762 4 .003 0 .000 . 1316943 s rpoq | - . 0551644 . 0201415 - 2 .739 0 .010 - . 0962988 vdo | . 1772854 . 0650598 2 .725 0 .011 . 0444155 vca | . 4508758 . 2536252 1 .778 0 .086 - . 067096 bchr | - . 0235744 . 2780534 - 0 .085 0 .933 - . 5914352 _cons | . 1360157 . 2905858 0 .468 0 .643 - . 4574397 ------------------------------------------------------------------------------
. 100685486
ECUACION 5. 19 logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant gempleo
ECUACION 5. 12 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca bcci
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2667524 . 0529156 - 5 .041 0 .000 - . 3734669 bpoc | . 2427123 . 070111 3 .462 0 .001 . 10132 s rpoq | - . 0560061 . 0188087 - 2 .978 0 .005 - . 0939375 vdo | . 1960798 . 0596909 3 .285 0 .002 . 0757016 vca | . 5144328 . 2270227 2 .266 0 .029 . 0565978 bcc i | . 0244198 . 0276106 0 .884 0 .381 - . 0312624 _cons | . 1257679 . 3145782 0 .400 0 .691 - . 5086395 ------------------------------------------------------------------------------
49
ECUACION 5. 17 logistic exP estudia genero pandillb fvpsde fbep1 fgolpem ant vahav
Log Likelihood = -75.32584
ECUACION 5. 11 reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca becd
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2688092 . 0510995 - 5 .261 0 .000 - . 3718611 bpoc | . 2171058 . 0573406 3 .786 0 .000 . 1014674 s rpoq | - . 0569 . 0175781 - 3 .237 0 .002 - . 0923496 vdo | . 1828637 . 0585037 3 .126 0 .003 . 0648797 vca | . 541676 . 2213363 2 .447 0 .019 . 0953088 becd | . 1099031 . 0618726 1 .776 0 .083 - . 0148748 _cons | . 2329483 . 2634738 0 .884 0 .382 - . 2983972 ------------------------------------------------------------------------------
4 .93358882
-----------------------------------------------------------------------------pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] ---------+-------------------------------------------------------------------cedu | - . 2779816 . 0613408 - 4 .532 0 .000 - . 4016871 bpoc | . 2182948 . 0610489 3 .576 0 .001 . 0951779 s rpoq | - . 0501938 . 0177138 - 2 .834 0 .007 - . 0859172 vdo | . 1947604 . 0599612 3 .248 0 .002 . 0738371 vca | . 5756493 . 2458249 2 .342 0 .024 . 0798962 bcme | . 0380321 . 0632319 0 .601 0 .551 - . 0894872 _cons | . 1892942 . 3016551 0 .628 0 .534 - . 4190512
Number of obs = 130 ch i2 (8 ) = 46 .70 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2628
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | 22 .0719 26 .94657 2 .535 0 .011 es tud ia | 11 .24649 11 .18523 2 .433 0 .015 sexoE | 3 .562869 2 .261941 2 .001 0 .045 t iempoP | . 768937 . 0929656 - 2 .173 0 .030 Pmanda | . 6390411 . 0976844 - 2 .929 0 .003 pe leaPN | . 2098047 . 1076273 - 3 .044 0 .002 ant | 1 .025232 . 0124947 2 .045 0 .041 t lp r | 1 .961117 . 973309 1 .357 0 .175
[ 95% Con f . I n te rva l ] 2 .016724 1 .601223 1 .026601 . 6067074 . 4736019 . 0767643 1 .001033 . 7413946
241 .5643 78 .99184 12 .36511 . 9745458 . 8622719 . 5734179 1 .050016 5 .187495
logistic exP genero estudia ant tlpr sexoE tiempoP Pmanda peleaPN crimenG Logit Estimates Log Likelihood = -66.540792
Number of obs = 130 ch i2 (9 ) = 44 .64 Prob > ch i2 = 0 .0000 Pseudo R2 = 0.2512
-----------------------------------------------------------------------------exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | ---------+-------------------------------------------------------------------gene ro | 16 .07195 18 .70205 2 .387 0 .017 es tud ia | 9 .099413 8 .925329 2 .251 0 .024 ant | 1 .023057 . 0123741 1 .885 0 .059 t lp r | 1 .916163 . 9564227 1 .303 0 .193
[ 95% Con f . I n te rva l ] 1 .64275 1 .33075 . 9990895 . 7203915
157 .2409 62 .22005 1 .047599 5 .096785
22/10/yy
118 sexoE | t i empoP | Pmanda |
3 .428975 . 7930228 . 6630919
9520829.doc
2 .162359 . 0959456 . 112252
1 .954 - 1 .917 - 2 .427
0 .051 0 .055 0 .015
. 9962876 . 6256063 . 4758581
11 .80168 1 .005241 . 9239959
pe leaPN | c r imenG |
. 2094788 . 6686647
. 1107778 . 3198855
- 2 .956 - 0 .841
0 .003 0 .400
. 0743024 . 2618173
. 5905781 1 .707727
22/10/yy