SALSA DE ALBAHACA Para comer con mujeres de ojos verdes 2 tazas de caldo de pollo 1 cucharada de echadote o cebolla morada picada ½ diente de ajo picado ½ taza de vino blanco seco ½ taza de Oporto 1 y ¼ tazas de crema de leche 2 docenas de hojas medianas de albahaca fresca. Sal Pimienta blanca Debo reconocer ante todo la fascinación que en mi producen los ojos de mujer verdes, los de ese color esmeralda transparente; océano profundo en el que he naufragado en diversas ocasiones. Cierto es que esa gran extensión verde que se presenta ante ti es un mar de sargazos, pero el mismo deseo de ir más allá que hacía embarrancar a pilotos experimentados me empuja a mi a compartir mesa con mujeres de ojos verdes como la albahaca, verdes como el trigo verde, y el verde, verde limón. Si se detecta en los ojos en cuestión un brillo, si se constata que se han clavado en el corazón de uno, podemos dar por seguro que su propietaria es una mujer de gustos carnívoros. Capaz de encender por si sola la noche de mayo, sin que tu le ofrezcas candela la tomará de tus labios para encender el fuego que ha de asar el cordero. Unas costillitas de cordero lechal asadas se deben acompañar con una salsa del color de los ojos de ella, con la secreta esperanza de que tome, además de las del plato, alguna de las nuestras. No intentemos seducir a nuestra acompañante recordándole que la albahaca está consagrada a Krishna y Vishnu porque esas mujeres de ojos verdes felinos no suelen respetar más dios que su propia voluntad. Puede incluso sorprenderles nuestra inclinación espiritual. En una cacerola cocemos el caldo de pollo con el echadote o cebolla morada, el ajo, el vino y el oporto hasta que reduzca por lo menos un tercio. En ese momento añadimos la crema de leche y lo dejamos reducir nuevamente. Una vez cocida, colamos la salsa y añadimos la sal y la pimienta blanca, que debe de ser recién molida para acentuar su aroma. A continuación incorporamos la albahaca, y veremos como las hojas se transforman en iris, como los ojos de nuestra acompañante se multiplican en la salsera para aparecer después en el plato y observarnos durante toda la noche. Pero, una vez los ojos verdes ven despertar el día desde el cuarto, una vez se anuncia el alba, huyen de
nuestros brazos, y uno se pregunta de donde procede el gusto a menta y canela que hay en nuestras bocas si comimos cordero con salsa de albahaca.