MARCO
“La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo” (Paulo Freire) Durante toda mi formación filosófica y teológica aprendí que todo texto fuera de su contexto, siempre va a ser un pretexto. Y es que al parecer para llegar a un conocimiento pertinente, primero se deben de contextualizar lo hechos para no fragmentarlos y desgarrar dicho conocimiento, haciéndolo inútil y estéril. Por tanto, la contextualización es una condición esencial de la eficacia del funcionamiento cognitivo. Sin embargo han sido muchas las corrientes que evolucionaron al tratar de afrontar la pregunta que interroga por el conocimiento del hombre. “¿Cómo conoce el hombre?” “¿Qué es el conocimiento?”, son sólo ejemplos de preguntas que al analizarlas desprenden un buen número de doctrinas filosóficas cada cual con sus aportes, diferencias y coincidencias. Aunque
hay
muchas
teorías
del
conocimiento,
hay
dos
que
particularmente se han mantenido a lo largo de la Historia de la Filosofía: la que opta por la vía racionalista, y una segunda que elige el sendero de los sentidos, esto es, conocemos por vía de los sentidos. El conocimiento del hombre se encuentra afín con estos dos elementos: la razón y los sentidos; las no pocas corrientes filosóficas que encaran el problema del conocimiento juegan y analizan con estos brazos del conocimiento. Hay quienes proponen, siguiendo al filósofo Platón, que las ideas, el conocimiento del mundo, del hombre y de Dios, ya están dadas en el alma del hombre. Este tipo de conocimiento es entonces a priori, independiente de la experiencia. Mientras que en su tiempo Aristóteles a diferencia de su maestro, proponía nihil est in intellectu quid prius non fuerit in sensu. Es propiamente en la Edad Moderna de la Filosofía en donde el conocimiento cobra importancia radical, y en donde comienzan a fluctuarse importantes teorías del conocimiento. Y tanto la razón como los sentidos seguían vivos en las mentes de los pensadores de aquella época. Uno de los puntos principales a distinguir consistía en ubicar si el hombre conoce primero por la razón o por lo sentidos, si el conocimiento es o no es independiente de la experiencia. Es entonces que el conocimiento pertinente debe reconocer una multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones, por tanto y en lo que
respecta a nuestro trabajo educativo, es necesario que en la educación se promueva
una
inteligencia
general
apta
para
referirse
de
manera
multidimensional a lo que mencionaba yo al principio de estas hojas, es decir, al contexto en una concepción global. Por ultimo, quisiera mencionar algo que es muy propio de los filósofos y de los que nos gusta estudiar esta ciencia tan sencilla y compleja a la vez; la educación menciona Morin, debe despertar la CURIOSIDAD y estimularla para desarrollar la inteligencia. Y es esta curiosidad que al perecer con el tiempo de los años vamos perdiendo; y dejando a un lado la capacidad de asombro; es entonces que para llegar a un conocimiento pertinente, debemos de recuperar esta capacidad de asombro ante nuestro contexto para transformarlo en algo más justo y humano.