Roxy Sloane - Bad Boy Billionaire #1 - The Scene Part 1.pdf

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Inicio Sinopsis Capitulo 1 Capitulo 2 Capitulo 3 Capitulo 4 Capitulo 5 Capitulo 6 Capitulo 7 Capitulo 8 Capitulo 9 The scene II Sobre el autor

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Créditos Moderadora y Traductora: Nelly Vanessa

Corrección y Revisión final: Nanis

Diseño: orwzayn

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Sinopsis Miami. La ciudad del sexo, del pecado y de los secretos. Vine aquí con una misión: Resolver el misterio detrás de la muerte de mi hermano. Alguien tiene respuestas. En algún lugar, encontraré lo que estoy buscando. No aposté por Xavier. Es mi camino a la escena, y mi mayor amenaza. Debería mantener mi distancia, pero no puedo permanecer lejos. Estoy jugando con fuego, y solo oro para no quemarme.

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Uno L

as seis a.m. es demasiado temprano para estar haciendo algo, mucho menos comenzar una nueva vida.

El sonido agudo del ferry suena mientras Hailey y yo volamos alrededor de la barricada y pasábamos al barco. El asistente cierra la puerta a centímetros de nuestras piernas. Nos frunce el ceño y nos envía a las dos a reír. Hailey engancha su brazo en el mío. —Estoy muy feliz de que estés aquí, Nikki. No tienes ni idea. —Por favor, realmente llegaste a mí. Trabajo lujoso, un lugar donde estar... —No sé si el trabajo es lujoso. —Se ríe. —Oye, Miami es caro. Tomaré lo que puedo obtener mientras esté aquí. —Tengo suerte de que la ex compañera de cuarto de Hailey acabara rescatándome: Dejando una habitación libre y un trabajo en un hotel de lujo. El complejo está en Fisher Island, un viaje en ferry desde South Beach. Hailey jura que es un dulce concierto pero no hay nada dulce en las bolsas bajo mis ojos por la falta de sueño después de levantarme a las cinco para apenas hacer el viaje. Salir por la puerta fue suficientemente malo, pero Hailey no es una persona de mañanas tampoco. Pasamos las cuarenta horas desde que llegué a Miami hablando sin parar como si no hubiera pasado tiempo en absoluto desde la secundaria. Ese despertar tan temprano me tiene bostezando. Hailey debe haber leído mi mente porque toma mi mano y comienza a tirar de mí por las escaleras. Me lleva un segundo descubrir el destino. Café. —En serio, sin embargo —le digo—. Tu ayuda significa mucho. Y es agradable ver a alguien familiar cuando todo lo demás cambió. Ella le paga al vendedor y me entrega una humeante taza de lo que huele a líquido de alquitrán y luego vuelca unos diez paquetes de azúcar en su propia taza. —Bien, ya que Carla me cambió por el sol y la diversión de México con su chico amante, necesitaba una nueva compañera de cuarto. Por

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suerte para mí, tengo algo mejor. ¡A ti! —Me guiña un ojo y lame el café de la varilla. Se siente como una roca cayendo en mi estómago. Mi hermano Eli hacía… solía hacer eso. El café cubano era su droga de elección. Insistía en removerlo incluso aunque no era necesario. Me hacía un guiño y lo revolvía en su boca como un cigarrillo. Decía que hacía que las damas se desmayaran. Hailey debe ver el recuerdo en mi rostro. La preocupación cruza sus rasgos. —¿Eli? Asiento. —Solo viejos recuerdos. —Oh, Nikki. —Pone su mano en mi brazo—. Lo siento mucho. El dolor no está allí todos los días ya. Ya pasaron seis meses, llevándose lo peor de esto con ellos. Pero de vez en cuando se me acercan sigilosamente. De todas las cosas, un accidente automovilístico. Debió haber odiado irse así. Retrocedo de la marea de recuerdos y tomo una respiración profunda. No puedo dejar que mis emociones me distraigan de descubrir la verdad. La sonrisa que le doy a Hailey es un poco temblorosa. Pero parece satisfacerla, porque su expresión se ilumina. —Entonces, compañera, déjame mostrarte tu nuevo hogar lejos de tu hogar.

El ferry atraca en la parte trasera de la isla, el lado feo según Hailey, pero eso no me detiene de apreciar la vista. Techos de tejas rojas se asoman sobre el dosel de árboles verdes esmeralda. Parece el paraíso. Hailey apunta a lo lejos. —Esa es la parte principal del complejo. En el lado de la playa. Alguien te dará un tour de orientación una vez que te instales. La sobrecarga sensorial me impide responder. Huelo a flores frescas en el aire salado. Pájaros posados en algún lugar que no puedo ver, me dieron la bienvenida. Puedo simplemente detectar los paraguas blancos crujientes en esa línea de playa en una fila ordenada junto con sillones del color del cielo. El aire frío se mezcla con el cálido sol y me calma a un estado relajado. ¿Aquí es donde estaré trabajando? Siento que salí de un sueño y entré en un mundo mágico mientras Hailey me lleva desde el área del ferry a una pasarela de adoquines. El 8

efecto solo mejora cuando un pavo real de brillante color se cruza en mi camino. Miro a Hailey, con la boca bien abierta. Ella solo se ríe. —Vamos, chica. Llegaremos hasta la tarde si sigues mirando todo. Hailey me lleva a una cocina comercial en uno de los edificios laterales y me presenta a mi gerente, un bronceado chico con dientes increíblemente blancos llamada Chad. Por supuesto. Con un saludo y un “buena suerte” se va por el otro lado del complejo. Puedo ver por qué la ponen en el mostrador de recepción. Es buena cuidando a las personas y resolviendo sus problemas. —Bienvenida, Nicole. —Chad me da una gran sonrisa y estrecha mi mano—. Gracias por saltar directo. —Gracias por la oportunidad. —¿Dijiste que has sido mesera antes? —Un poco. —Me burlo de la verdad—. Trabajé en un bar y en una parrilla un verano. —Fantástico —dice con entusiasmo—. Estamos cortos de personal, por lo que rotarás turnos junto a la piscina, en uno de los restaurantes, e incluso harás servicio de habitación, dependiendo de dónde te necesitemos. Hoy será servicio de habitaciones. Me da una percha con un uniforme blanco perfectamente planchado. La camisa con botones y lindos pantalones cortos me quedarán bien. Antes de que pueda decir algo, alguien grita: “Chad, están listos”, desde el otro lado de la cocina. Él mira hacia otro lado, distraído. —Atenderemos un almuerzo hoy, así que no podré estar cerca mucho. Pero si tienes preguntas, solo hazlas. Los otros meseros deberían mostrarte las cuerdas. —¡Chad! Otra llamada. Él pone los ojos en blanco. —Ya vuelvo. —Se dirige hacia los gritos, dejándome sola con una brazada de algodón blanco. El uniforme es inmaculado, pero soy la campeona atrayendo manchas extrañas. Supongo que estaré cubierta de manchas en cinco segundos. Mis nervios crecen. Para distraerme, examino mis cutículas y me doy cuenta de cuánto tiempo ha pasado desde mi última manicura. ¿Ha sido realmente desde la semana del funeral? ¿Casi seis meses? No es de extrañar que mis manos se vean como que alguien las frotó con papel de lija. Chad finalmente regresa. Me da una mirada.

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—Puedes haber notado que el código de vestimenta aquí es... más elegante que en algunos de los hoteles del continente. Nuestra clientela es de alta gama, por lo que esperan que el personal esté debidamente uniformado. —Sus ojos parpadean a mi descuidada cola de caballo y a mis raspados tenis. Escondo mis manos detrás de mi espalda y hago una nota mental para pasar un poco más de minutos delante del espejo mañana. —Lo siento, acabo de llegar anoche —me sonrojo. Puede que solo haya estado en Miami por cuarenta y ocho horas, pero ya puedo decir cómo es la vibra. Esta es la tierra del petróleo, de los cuerpos bronceados y perfectamente pulidos. Si quieres pasar el rato con gente hermosa, tienes que estar en su juego. Y dejé mi juego por un largo tiempo. —Me veré mejor mañana, lo prometo —agrego con una sonrisa—. Solo dame una noche con algunas pinzas y estaré bien para seguir. Chad asiente. —Bien, bien. Y usa esa hasta que tengamos una real. —Me da una insignia en un cordón morado que dice “PERMISO TEMPORAL” en negrita. Estupendo. Ahora no solo soy un gran imán para la suciedad y todas las cosas que dejan manchas permanentes, soy una cartelera caminando que dice “Chica nueva”—. Estarás en servicio a la habitación hoy. Te mostraré a dónde necesitas ir. Cuando pasamos por la cocina, lanza una advertencia sobre su hombro. —Les encanta bromear. Cuida tu espalda, y no dejes que te digan que los novatos tienen el último turno de almuerzo. La última nueva contratación esperó hasta las 3 p.m. antes de decir algo y casi se desmaya. Cuando llegamos a la estación de servicio de habitaciones, tres chicas de mi edad, en sus veinte, están holgazaneando hablando mientras una mujer mayor inspecciona las bandejas frente a ellas. Me miran fijamente mientras Chad me guía. —Esta es Nicole —anuncia—. Es nuestra nueva mesera. —Chad se va, gritando algo en un walkie talkie que se saca del cinturón. —Hola —le ofrezco una sonrisa débil. Me miran de arriba abajo, y de nuevo, tengo la sensación de que debería haber pasado más tiempo en mi maquillaje, y menos tratando de despertar. —Soy Nicole —me presento—. ¿Soy amiga de Hailey? Asienten con el nombre de Hailey, y de repente las tres se iluminan con sonrisas. 10

—Soy Rachel, y esta es Vida y Liv —dice la más alta—. Es bueno conocerte. Hailey es la mierda —agrega—. Nos da cosas no reclamadas de objetos perdidos que son encontrados a veces. —Sí, y siempre nos dice cuando llegan aquí las celebridades —agrega Rachel. —Es la mejor —estoy de acuerdo, relajándome. Hailey siempre fue la vida de las fiestas en la secundaria, y parece que nada ha cambiado. Liv rompe una bomba de chicle. —Tengo que conseguir llevar esta comida a una de las cabañas ahora, pero cuando regrese, nos dirás qué te trajo a Miami. —Oh, nos contará una historia, pero no esa, Liv. —Rachel sonríe—. Nikki por aquí será efusiva sobre el Sr. Perfecto cuando regrese. —Chica afortunada —gime Liv—. Él es seriamente delicioso. El tipo de chico al que la palabra atractivo ni siquiera le hace justicia. Pero tiene que ser un jugador de clase mundial. —¿Cuál tipo? —pregunto. Ellas ríen. —Ya lo verás. Villa cinco. Toma un par de bragas de repuesto, ¡las necesitarás! Rachel levanta una bandeja llena de comida y me presenta a Carmen, la cocinera de pie en la estufa. Ella me da una sonrisa amable, y se la devuelvo. Rachel pone otra bandeja frente a mí y un mapa. —Ten —agrega, dándole vueltas a un edificio—. Este lugar puede ser difícil de conocer. Y no dejes que los choferes te lleven por el camino más largo, esos punks son susceptibles de tomar la ruta del paisaje y tratar de tener suerte. —¿Choferes? —repito, confundida. Ella asiente y mueve su mano hacia las puertas francesas que conducen afuera. —Probablemente ya te estén esperando. Solo te llevarán así de lejos, pero es lo suficientemente cerca. Respiro profundamente. —Gracias, Rachel. Estoy un poco pérdida en general, justo ahora, así que definitivamente necesito la ayuda. —Encontrarás tus pies lo suficientemente pronto. —Sonríe—. Y oye, sabes cómo servir mesas en el paseo marítimo de Nueva Jersey, ¿correcto?

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Efectivamente, un carrito de golf está esperando por mí cuando salgo. Es algo bueno, también. La bandeja pesa una tonelada, y dudo poder caminar y llevar la comida por mucho tiempo mientras trato de encontrar el camino. Un chico llamado Jack es mi chofer. No tiene más de diecisiete años y es muy tímido, así que le doy un descanso y me quedo callada en el camino a las villas. Recorremos el circuito detrás del campo de golf hasta un claro privado, y Jack se detiene. El follaje es denso y de color verde oscuro como un escondite privado, y el aire es grueso a medida que avanzo por el camino hacia la villa cinco. Hay una nota en la puerta. “Por favor meta el servicio de habitación sin tocar”. Después de no haber respondido a mi llamada, obedezco la nota y abro la puerta con mi cadera, balanceando cuidadosamente la bandeja mientras doy un paso hacia el piso de mármol de la villa —¡Servicio a la habitación! —grito mientras entro. Entonces jadeo. Vaya. La decoración es directamente salida de una revista de diseño o de una sesión de fotos. La parte de atrás de la pared está hecha completamente de vidrio, con vista a una piscina espectacular y al océano más allá. En el interior, todo es elegante y lujoso: Muebles de cuero blanco, una brillante lámpara moderna y audaz arte moderno en las paredes. Mis brazos le envían un no tan gentil recordatorio a mi cerebro de la bandeja. La acomodo abajo en la mesa de café de cromo y vidrio al lado de un jarrón con una orquídea blanca perfecta. Con el peso extra fuera, y rodeada de lujo y de la vista de la piscina privada frente a mí, me siento más liviana de lo que hecho en meses. Lástima que no sea la de las vacaciones. No estoy segura de qué hacer con la cuenta ya que técnicamente el invitado debe firmarla. ¿La dejo? ¿Me la llevo y regreso luego? —Servicio a la habitación —grito nuevamente. Todavía sin respuesta. Todavía estoy debatiendo qué hacer cuando oigo una puerta abrirse a mi izquierda. Al principio estoy tan sorprendida que no me muevo. El hombre entrando a la habitación es maravilloso. No simplemente precioso, sino ilegalmente atractivo. Ahora sé con lo que las chicas estaban bromeando. 12

Mis ojos recorren su cuerpo, tomándolo. Tiene cabello oscuro, todavía mojado de la ducha que obviamente acaba de dejar... al menos a juzgar por las gotas de agua corriendo por su cincelado pecho y sobre sus abdominales. Bronceado, dorado. Duro. Solamente una toalla gruesa y blanca le impide tener un momento muy revelador. —Siento si te sorprendí. No te escuché con el agua. Vuelvo a la realidad, mis mejillas están enrojeciendo. —Oh, sí. Lo siento. Yo solo... la cuenta. —La sostenga, mi mano tiembla. ¡Recupérate, Nikki! Si el hombre nota que babeo, no lo revela. Cruza la habitación y toma la cuenta, luego la firma. —Soy Xavier. —Sus ojos oscuros se encuentran con los míos con una curiosa sonrisa—. No te he visto antes. ¿Eres nueva en Fisher Island? —Um... sí. —Intento recuperarme—. Es mi primer día. —Bienvenida. —Muestra otra sonrisa devastadora. Agarrando otra toalla, se estira y la frota por su cabello mojado. Su estómago se flexiona, sus abdominales prácticamente ondean al sol. ¡Mierda! Intento alejar mis ojos de sus músculos mientras se vuelve hacia mí. —¿Cuál era tu nombre otra vez? —Um, Nicole... Nikki. —No sé por qué dije eso. La intensidad de su mirada me está haciendo perder todo pensamiento lógico. —Entonces, Nicole... Nikki. —Sonríe—. ¿Qué te trae a Miami? —La familia —dejo escapar, luego quiero traerlo de vuelta, pero Xavier no me presiona. Se pasea hacia la comida en la mesa de café. A medida que suelta los lados de la cubierta, recuerdo que se supone que yo debo hacer eso, pero no se queja. Abre la tapa e inhala durante un largo tiempo antes de soltar un suspiro—. El chef aquí hace la mejor ropa vieja que alguna vez tuve. Dale las gracias por mí, ¿quieres? —Claro —digo débilmente. Comienza a arreglar las cosas en la mesa para comer, así que me vuelvo para dejarlo. —¿Estás aquí permanentemente o solo de paso? —Su voz me detiene. —No estoy segura aún. Al menos algunos meses, creo. —Bien. —Esa sonrisa ardiente está ahí de nuevo—. Veo muchos rostros alrededor aquí. Espero ver más el tuyo. 13

Hay una mirada abrasadora en sus ojos. Mi pulso se acelera. ¿Está coqueteando conmigo? De ninguna manera. Las Probablemente solo sea cortés.

chicas

dicen

que

es

un

jugador.

—Debe venir aquí mucho para conocer el lugar tan bien —digo. —Es mi hogar lejos de casa. —Se encoge de hombros—. Vivo aquí cuando estoy en Miami. A veces es solo por una semana, otras veces son dos meses. Estaré aquí por un tiempo en este viaje. Me lleva un segundo procesar eso en mi cerebro, pero cuando lo hago, casi me atraganto. ¿Dos meses a la vez? De lo que Hailey me dijo, las habitaciones básicas comienzan en $ 1,000. El costo de dos meses aquí es más que lo que gana la mayoría de la gente en un año. ¿Y una villa como esta...? Estoy mareada solo de tratar de pensar en el efectivo. —Voy a, umm, dejarlo ahora. —Me alejo, sintiéndome intimidada ahora. Nunca conocí a un chico así de atractivo, y definitivamente no cuando está medio desnudo. —¿No estás olvidando algo? Me detengo en blanco. Xavier sonríe. —¿La cuenta? —La sostiene arriba entre su pulgar e índice. —Oh, sí, gracias. —Me apresuro y la agarro. Nuestras manos se tocan, solo por un instante, pero siento que me quema. La mirada de Xavier atrapa la mía, oscura y lleno de calor. —Tus ojos tienen un poco de verde —comenta, su voz profunda y rica—. Como el océano, justo antes de una tormenta. Mi mente se queda en blanco. Su presencia física es abrumadora, radiante y caliente a escasos centímetros de distancia. Si sólo me estiro y lo toco… —¡Disfrute su comida! —balbuceo, antes de girar sobre mis talones y salir corriendo de la villa. No es hasta que estoy afuera, con la puerta segura y cerrada detrás de mí, que me dejo respirar. Echo un vistazo a la cuenta y me detengo. Xavier firmó su nombre en un garabateo sexy, pero es el número en la línea de propina la que da vueltas a mi cabeza. $500. ¿Dejó una propina de $500 en una comida de $50? Tiene que haber algún error. Pienso en volver adentro y señalarle el error, pero luego el recuerdo de las abdominales desnudos de Xavier me golpea por todas partes de nuevo. Quizás más tarde. O de lo contrario tendré a la cocina

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devolviendo la llamada y la cuenta. Por todo lo que sé, Xavier se está vistiendo ahora, y esa toalla no se ve por ningún lado... Cuando llego al borde del claro, Jack y el carrito de golf no están ahí. Me había dicho que podría ser llamado, y me alegro de que lo fuera. Necesito el tiempo para mí misma para tener mi cerebro funcionando de nuevo después de ese extraño —y sexy— encuentro. Debido a que una ducha fría no es opción, una brisa fresca tendrá que hacerlo. Caminando por el complejo, trato de olvidar la vista del cincelado cuerpo de Xavier, haciendo una pausa en un descanso en los árboles. South Beach está enmarcado perfectamente en la apertura, un magnífico patio de recreo a través del agua con palmeras y edificios multicolores. Lo que mucha gente consideraría el paraíso. Pero no yo. Para mí, South Beach es un rompecabezas, algo por resolver. Ni siquiera le dije a Hailey la verdadera razón por la que estoy aquí. No importa lo que diga la policía, la muerte de Eli no fue un accidente Alguien lo asesinó. Voy a descubrir quién, y a llevarlos ante la justicia.

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Dos D

espués de sobrevivir a mi primer día de trabajo, decido ir a los clubes. Claro, podría usar una bebida o dos después de mi encuentro con Xavier, pero tengo cosas más importantes en mi mente cuando le pido a Hailey que venga conmigo. A conseguir información. South Beach está lleno de clubes. Eli abre la puerta de uno de ellos, Ultra, y me cuenta historias sobre las celebridades besándose en la sala VIP o de las chicas de la universidad del norte que fueron expulsadas por bailar en el bar. Estoy esperando que alguien allí lo conozca lo suficientemente bien como para darme información. —Nikki, sabes que no es realmente mi cosa lo que pasa ahora. — Hailey suspira—. SoBe es loco. Todos los tipos son modelos y hábiles. Además, nadie sale hasta muy tarde, y tengo que trabajar temprano como el infierno mañana. Ambas lo hacemos. —¿Cuándo te volviste una vieja, Hail? —Le sonrío y le doy un codazo al lado—. Vemos. —Le doy mis mejores ojos de cachorro—. He estado aquí por dos días, y no he salido con ningún chico atractivo. Eso debe ser arreglado. Ella sonríe. —¿Oh, sí? Escuché que conociste a Xavier hoy. Mi piel casi instantáneamente se sonroja, y siento el calor extenderse por mi cuello. —Um, está bien. Pero es un huésped. —¿Y? —Entonces, está fuera de mi alcance, probablemente es un playboy gigante, y totalmente fuera de los límites. —Mmmm hmmm. —Me da una mirada sabia—. Es solo tu tipo, también. Cabello oscuro, ojos penetrantes, cuerpo hecho para la acción. — Levanta las cejas sugestivamente. —Basta, perdedora. El regreso a nuestros días de secundaria nos envía a ambas a ataques de risas. Me alegro. Probablemente me he reído más en los dos días pasados con Hailey que en todo el tiempo desde que Eli murió. 16

—En serio, sin embargo. —Voy de vuelta al importante tema de conversación—. ¿Podemos salir? ¿Solo por un poco? Hailey finalmente cede. —Está bien. Por un poco de tiempo. Pero te digo que estaría sorprendida si encontráramos algo decente abierto. El tipo de clubes que quieres ver no abren tan temprano. Aun así, vale la pena intentarlo, así que me puse un vestido azul ajustado que me llegaba justo a la mitad del muslo y que mostraba mis hombros. Zapatos negros con tiras y algo de lápiz labial rojo para completar el look. Paso un cepillo a través de mi rubia cabellera hasta los hombros, y estoy lista para irme. Hailey se puso un vestido negro que es bastante similar. Me molesta porque no estoy tan bronceada como para integrarme con la multitud de South Beach, pero el resto de mi conjunto cumple con su aprobación, y pronto nos dirigimos a un taxi al otro lado de la ciudad a la calle principal de la vida nocturna. Está ocupada y brillante con bares y restaurantes, pero cuando llegamos al Club Ultra, el lugar está desierto. —¿Dónde está la línea afuera de la que Eli siempre me dijo? — pregunto, mirando alrededor—. ¿Se fue cuesta abajo tan rápido? Hailey se ríe. —Te lo dije, chica. Los mejores clubes no abren hasta la medianoche por aquí. Llegamos como tres horas temprano. Maldita sea. Miro la pequeña ventana al lado de las puertas. Los taburetes todavía están en pie sobre las mesas y el único movimiento es detrás de la barra, donde dos empleados abastecen los estantes con botellas de licor. —¿Puedo ayudarte? —Una voz viene detrás de mí. Me vuelvo para encontrar a un hombre alto que parece extra en una pelea de gladiadores. Su camiseta apenas se extiende a través de sus músculos, el nombre de Club Ultra es ardiente a través de su pecho. Definitivamente es un bravucón. —Lo siento, solo estaba echando un vistazo alrededor. El tipo nos mira, luego sonríe. —Regresen en un par de horas. No les cobraré cover. Hailey comienza a llevarme lejos, pero me vuelvo. —Espera, tal vez puedas responder una pregunta para mí ¿Conociste a un chico llamado Eli? ¿Solía abrir la puerta? La sonrisa del gorila se desliza. —¿Por qué están preguntando? Intento mantener la emoción fuera de mi voz. 17

—Es un viejo amigo. Solo me preguntaba qué ha estado haciendo ya que no lo he visto por un tiempo. Él se encoge de hombros. —Solo he estado aquí un mes. Pero cuando vuelvas, deberías preguntarles a los cantineros. Todos ellos han estado aquí por siempre. Empiezo a abrir la boca para preguntar más, pero lo pienso mejor. Hailey debe sentir mi duda, porque toma mi codo y comienza a alejarme. —Vamos, Nikki. Vamos a matar algún tiempo hasta que abran. Espero un “te lo dije” pero para crédito de Hailey, nunca llega.

Hailey me lleva a un bar de tono más discreto a la vuelta de la esquina con un ambiente relajado. Espera hasta que nos instalamos en un stand y tengo un mojito a mano antes de hacer la pregunta que he estado esperando que haga. —¿Estás buscando información sobre Eli? Suspiro profundamente y tomo un gran trago de mi bebida antes de responder. —Estoy tratando de descubrir lo que realmente le pasó a mi hermano. No creo lo que la policía me dijo. Ella levanta una ceja escéptica. —¿Qué quieres decir? Pensé que fue un accidente de auto. —Esa no es toda la historia —insisto—. La policía dijo que fue confundido en un asunto de drogas, vendiendo, haciendo todo tipo de cosas. —¿Eli? ¿Están seguros? —Hailey frunce el ceño. —Eso es lo que dijo la policía. Pero simplemente no lo creo, Hailey. Quiero decir que sé que se metió en problemas unas cuantas veces, pero eso fue todo. Hacía bromas y tenía fiestas en la piscina cuando alguno de los vecinos se iba de la ciudad. Se divertía. Sin lastimar a nadie. Hailey se muerde el labio. —Sé cuán difícil tiene que ser escuchar esas cosas, pero la gente puede cambiar. ¿Pasó cuánto tiempo desde que lo viste? —Casi un año —respondo en voz baja. Me mira con simpatía. —Esta es una ciudad loca. Mira, no estoy diciendo que tienen razón — agrega rápidamente—. Pero lo he visto suceder antes. La gente viene 18

aquí y queda atrapada en la escena. En la fiesta, el alcohol, las drogas. Tal vez se metió en su cabeza. O tal vez estaba involucrado con la gente equivocada. Niego tercamente. —Ese no es Eli. Hailey no parece estar convencida. —Incluso si no lo crees, ¿qué estás tratando de encontrar? —Respuestas, información, cualquier cosa. Suspira. —¿Estás segura de que no quieres dejarlo? Por supuesto que sigues dolida, y tus padres deben estar destrozados. Pero si hay más de lo que pasó o no, no cambiará nada. Siento un destello de culpa. No les he dicho a mis padres lo que realmente estoy haciendo aquí. Sé que solo abriría heridas que ni siquiera han comenzado a sanar. Pero necesito hacer esto. Tengo que encontrar respuestas. —Sé lo que estás diciendo. Y tal vez no encuentre algo, o tal vez la policía estaba en lo correcto. Pero algo no cuadra aquí, y no podré seguir hasta que haya agotado todas las posibilidades. Lo siento, Hails —agrego— , no quiero arrastrarte, pero es algo que tengo que hacer. Hailey me da una sonrisa. —Siempre fuiste terca. De acuerdo, volveremos a Ultra y preguntaremos. Pero debes estar preparada para las respuestas. Puede que no sean nada que quieras oír. —Cualquier cosa es mejor que no saber —le digo firmemente—. Algunas cosas están mal aquí, solo lo sé.

Para cuando volvemos, la línea para entrar al Club Ultra va alrededor de la esquina del edificio. Los autos deportivos están estacionados en la acera, y parece que hay un desfile de moda aquí. Sin forma de eludir la línea, mi corazón se hunde. Bien, nunca llegaremos dentro. Pero antes de que pueda darme la vuelta, Hailey ya está caminando hacia el gorila. Es el mismo tipo que antes. Una sonrisa se extiende por su rostro cuando ve a Hailey. Ella le da una sonrisa coqueta, y él asiente. Me hace un gesto para que me una a ella en la fila V.I.P. Estamos dentro. Puede ser el trópico afuera, pero cuando entramos al club, el aire fresco volando desde arriba lleva piel de gallina en mis brazos. Los cuerpos llenan la habitación, bailando los últimos éxitos del club. Todos están 19

vestidos para impresionar: Tacones altos y faldas cortas, pero tengo que apreciar la ironía de la poca tela que las mujeres están usando contra cuánto estoy segura pagaron. Miro hacia mi propio conjunto y siento una punzada de duda. No pertenezco aquí con estas personas en sus zapatos de diseñador, pasando por botellas de licor como si fuera agua. Está sobre mi cabeza. La cálida mano de Hailey en mi brazo tirando de mí me devuelve al momento. —¿Otro mojito? Asiento, y va a través de la multitud hacia a la barra más cercana. Varios hombres dejan que sus ojos se detengan en ella antes de alejarse. Hailey siempre fue llamativa, pero más que sus largas piernas, es su confianza lo que llama la atención. Respiro profundo, y trato de fingir esa mismo seguridad puntal. Escaneando a la multitud, noto algunas camareras entregando bebidas en las cercanas mesas. Es más silencioso allí, lejos de la barra, así que creo que es el mejor lugar para comenzar a hacer preguntas. Una chica está limpiando los restos de lo que debe haber sido alguna fiesta con las botellas volcadas y los vidrios derramados en el piso, un verdadero desastre. —Apuesto a que esto no estaba en la descripción del trabajo —digo, llegando a ayudar a poner algunos vasos en su bandeja. Ella resopla y me mira un poco cautelosamente —Sí. Nunca lo está. Gracias por la ayuda. —Me temo que tengo motivos que no son solo ser amable. —Respiro profundo y continúo—. Estoy tratando de encontrar un amigo mío que solía trabajar aquí, y estaba esperando que lo conocieras. —¿Por qué lo estás buscando? —Simplemente... se fue. —Ahogo la emoción—. No he tenido noticias suyas en mucho tiempo, y me preocupa que haya entrado en algo de lo que no pueda salir, si ya sabes a lo que me refiero. Me estudia por unos segundos y luego asiente. —Sí, he estado en ese camino algunas veces. ¿Cuál es su nombre? —Eli. Fue gorila aquí por un tiempo. No estoy segura de hace cuánto tiempo. —Eli —repite. Puedo verla buscando en su memoria y luego en el momento en que piensa que lo tiene—. ¿Cabello castaño, un poco alto, liso de esa manera encantadora que finalmente usas hacia abajo? Me río. —Ese es él. 20

—No lo conocí muy bien, pero parecía un tipo realmente bueno. Siento una punzada, pero trato de no perder mi atención. —¿Era amistoso con alguien aquí que conozcas? Ella detiene su trabajo y se endereza. —Um... no lo creo, pero los gorilas como que viven en su propio pequeño mundo. Ellos y las camareras son las estrellas de rock. Nosotros somos los que limpiamos el desorden dejado atrás. —Me da una sonrisa cansada—. Desearía poder ser de más ayuda. —Gracias. Eso es bueno de todas formas. ¿Puedes decirme dónde encontraría a un gerente? Tal vez podrían pasarle un mensaje por mí. —En la sección V.I.P. —Apunta a la esquina de la habitación donde cortinas gruesas mantienen fuera lo poco importante—. Pero buena suerte con entrar. Todas las chicas de este lugar matan por un pase. Le agradezco la información y voy al otro lado del club. El gorila de pie en la entrada a la habitación V.I.P. me da una mirada que dice “ni siquiera lo intentes”. Me quedo cerca de la entrada. Él finalmente deja a alguien entrar con un asentimiento. Mientras el telón está abierto, veo al grupo dentro: Chicos en trajes de mil dólares, y un grupo de mujeres hermosas como para morirse. Están relajadas, hablando y riendo, sintiéndose claramente en la cima del mundo. Las cortinas se cierran, dejándome fuera de nuevo. Maldición. La única forma de entrar es ser uno de ellos, y no tengo idea de cómo hacer eso.

Después de una hora de interrogar a algunos empleados, incluidos algunas de las “estrellas de rock” está claro que nadie realmente recuerda a Eli. Al menos, no recuerdan algo útil. —Nikki, volvamos otra noche. Habrá algunas personas diferentes con las cuales hablar. —Hailey toma su mojito medio lleno y frunce el ceño—. Además, tenemos que estar en el trabajo temprano, y si tengo dos sorbos más de esta bebida, tendré incluso más trabajo en levantarme que de costumbre. Estoy a punto de aceptar la derrota cuando la cortina V.I.P. se abre para dejar salir a una de las mujeres de la mesa que vi antes. Una morena alta con un vestido rojo asesino y tacones que en realidad le da al gorila una sonrisa genuina. Se dirige por el pasillo al baño, y veo una oportunidad. —Está bien, tendré piedad de ti. Solo déjame ir al baño muy rápido. 21

Hailey gime. —¿En serio? ¿No puedes aguantarte hasta que lleguemos a casa? —Dos minutos, lo juro. —Pongo mis manos sobre sus hombros y la vuelvo para que esté de espaldas a la pared y enfrente la dirección hacia la que me dirijo—. Espera en este lugar exacto, y volveré rápido. Ella asiente y me grita. —¡Será mejor que estés de vuelta antes de que tenga que tomar un tercer sorbo de esta bebida! Igual que el resto del club, el baño es muy elegante. Y enorme. Los puestos están al otro lado de la habitación, cerrados y privados, con puertas de piso a techo. Entre ellos y los lavabos hay pequeños sofás y otomanas cubiertas en un profundo color índigo de terciopelo. Candelabros pequeños cuelgan desde un techo cubierto de tela, la luz se queda atrapada con tantos cristales como hilos de oro que se extienden a lo largo del tejido. Este lugar es más elegante que mi apartamento. Me siento en el borde de una otomana y me frota el tobillo. Los pies doloridos parecen una razón lógica para pasar el rato en el baño. Me siento como una acosadora, pero no sé qué más hacer. La mujer sale de un puesto y se acerca a los lavabos. Juzgando por la forma en que camina, es modelo o simplemente es naturalmente graciosa. Puedo decir que me nota en el espejo mientras se vuelve a aplicar lápiz labial, pero falsifico una expresión dolorida y vuelvo a relajar mis pies. —Bueno, tus pies pueden matarte, pero esos son unos zapatos fantásticos. —Los mira apreciativamente, y le envío una oración silenciosa a Hailey por prestármelos. Suelto una carcajada. —Sí, ha sido una noche difícil. Pero gracias por el cumplido. —Soy Kayla. —Me muestra una dulce sonrisa. —Nicole —respondo—. Te vi pasar por la sección V.I.P. antes. Parecía una fiesta divertida. ¿Quiénes son esos tipos? —¿Los de traje? —Kayla vuelve a mirar su maquillaje—. Son los dueños, algunos amigos. Ya sabes. —Se encoge de hombros—. Algunos de los chicos son imbéciles, pero saben cómo divertirse. —Tal vez ande con uno alguna vez. Solo falta noquear a ese gorila que parece que me comería en el desayuno. Ella ríe. —Sí, la escena aquí es bonita ferocidad. Cuidan la cuerda como si estuvieran volviendo loco a los agentes del servicio secreto. Solo a las caras nuevas más populares se les permite entrar. —Pone los ojos en blanco, 22

pero puedo ver que la complace haber entrado—. De todos modos, es un placer conocerte, Nikki. ¡Diviértete en la ciudad! Con una última mirada a su reflejo, sale de vuelta a su exclusiva fiesta, y al único lugar que podría contener respuestas para mí. La sigo de vuelta al club, mirando mientras se dirige más allá del gorila con una sonrisa. —¿Estás lista? —Hailey aparece—. Estoy tan lista como para estrellarme. —Eh, ajá —respondo, distraída. —Vamos. —Me tira de la mano—. Si llegamos incluso un minuto tarde para el ferry mañana, Chad brincará al techo.

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Tres D

ado que Hailey y yo solo tuvimos tres horas de sueño, me alegro de que las órdenes del servicio de habitaciones sean lentas. Paso la mayor parte de la mañana en mi teléfono, buscando en línea todos los blogs de fiesta de Miami para ver si puedo recordar los clubes que Eli mencionó, unos donde anduviera cuando estaba fuera del trabajo. No era solo el Ultra, realmente le encantaba la escena aquí: Flirteando con chicas, bebiendo, generalmente teniendo una explosión. Pero nada que sonara alguna campana. Estoy a punto de guardar mi teléfono cuando veo a alguien que reconozco: Kayla. Está usando el mismo atuendo que anoche, posando para la cámara con un par de otras hermosas chicas fiesteras. Mientras me desplazo por las fotografías, reconozco a algunas de las otras chicas del club y algunos de los de traje también. Claramente, esta es la lista A, la más caliente multitud en la ciudad. Necesito ese acceso. Tengo que conseguir que los propietarios me noten... y pronto. Por ahora, sin embargo, Hailey tiene razón. Tengo que ser paciente. Tengo que recolectar información y dejar que la evidencia me lleve a donde quiera, incluso si eso significa encontrar cosas sobre Eli que realmente no quiero saber. —¿Nikki? —grita Carmen—. ¡Orden! Guardo mi teléfono y vuelvo al trabajo. —¿A dónde hoy? —pregunto finalmente—. ¿Llegaré a ver otra parte de la isla además de los búngalos? La risa de Carmen se hace eco en la tranquilidad de la cocina. —¿Estás cansada del Sr. Perfecto ya? Me alegro de que se haya dado la vuelta así no me ve sonrojarme —Um... no, yo sólo… —Bueno, bien. Porque quiere un desayuno completo hoy. —Asiente al plato de desayuno que está preparando. El olor del bistec a la parrilla es casi demasiado después de no desayunar. Podría derrochar dinero y tenerlo para el almuerzo. Es costoso incluso con nuestro descuento, pero mi boca se hace agua pensando en el bistec, sin mencionar los complementos que Carmen sirve. Frijoles negros, 24

arroz, plátanos y salsa chimi-churri. Es el cielo en un plato. Carmen termina de cargar la comida, y llevo la bandeja a donde el chofer está esperando para llevarme a través de la propiedad. Medio espero otra nota en la puerta de Xavier, pero no está allí. — ¿Servicio a la habitación? —Toco, gritando. —Hola. —La puerta se abre - a una mujer. Es alta, rubia y súper pulida, en un vestido de seda que se parece que acaba de salir de Vogue. Grita por encima del hombro—. ¿Pediste algo, Xavier? —Sí, déjala entrar. La mujer se hace a un lado. Mientras camino a la sala de estar, veo que Xavier está en el teléfono en el área de oficina, pero mira hacia arriba mientras dejo la bandeja. Maldita sea. Casi se ve mejor vestido que medio desnudo: Con un traje de diseñador que le queda perfecto, con su camisa blanca abierta en el cuello para revelar su bronceado dorado. —Nicole —dice, cubriendo el auricular. Su oscura mirada se desliza sobre mí—. Esperaba verte de nuevo. Mi corazón late más rápido por la mirada íntima, pero estoy dolorosamente consciente de que su novia me tira puñales desde el otro lado de la habitación. Me aclaro la garganta. —Si solo firma, estaré fuera de su camino. —No estás en el camino. —Xavier se gira y murmura unas pocas palabras en el teléfono, luego cuelga—. ¿Terminamos aquí? Abro la boca, luego me doy cuenta de que está hablando con la mujer rubia. —Sí —dice, luciendo molesta—. Pero íbamos a hablar sobre la apertura la próxima semana… —Puedes llamar a mi secretaria sobre eso. —Xavier le da una sonrisa suave—. Gracias por entregarla en persona. La rubia me mira de nuevo, luego toma su bolso. —Por supuesto. Me iré ahora. Se va, cerrando la puerta detrás. Dejándonos solos. —Siento interrumpir —le digo torpe. —No, en absoluto. —Los labios de Xavier se tuercen en una sonrisa privada—. Me hiciste un favor. Pensé que nunca se iría. —Camina a través de la habitación. Hay una caja grande apoyada contra la pared, y levanta la tapa—. ¿Te gusta el arte, Nicole? —¿Supongo? 25

Él levanta una ceja. —¿No estás segura? —El arte no es algo de lo que sepa mucho —admito, sintiéndome totalmente inculta. —Acabo de comprar una pieza nueva —dice Xavier, levantando algo de la caja—. Dime qué piensas. Deja la pintura en una consola, apoyada contra la pared, luego se aleja para mirarla. La imagen es un retrato, una mujer descansando en una cama, envuelta en sábanas. El artista la pintó en tonos de rojo intenso y de grises, y casi puedo sentir el sensual deseo en cada trazo. —Me gusta —le digo, aún sintiéndome insegura. —No es mi estilo habitual —dice Xavier, todavía mirándola—. Pero hay algo sobre la energía, el sentido de la pasión... —Se estira y lentamente traza la línea de las pinceladas con la yema de su dedo justo encima de la superficie de la pintura, a lo largo del hombro y espalda de la mujer. Tiemblo, de repente imaginando cómo sería tener su dedo trazándome a mí, acariciando mi piel desnuda. —Puedes ver cuánto la quiere el artista —digo, sin pensar—. Es como una carta de amor. —Sí. Una seducción. —Xavier se da vuelta, y la mirada en sus ojos me hace preguntar si puede ver qué tan excitada estoy ahora mismo. Me aclaro la garganta. —Debería regresar. —Mi voz es débil. —¿Tan pronto? Pero estamos conociéndonos. —Se acerca, todavía luciendo genial y compuesto. Tomo una respiración superficial. —No hay mucho qué saber —trago. —Permítame discrepar. —Xavier se detiene, solo a centímetros de distancia—. Ya sabes, por lo general puedo leer a las personas como un libro, pero eres un misterio para mí, Nicole. —Su voz acaricia mi nombre, y empiezo a sentirme mareada. ¿Qué pasa con este hombre? Su carisma podría derretir acero a quince metros de distancia. —No soy un misterio —insisto—. Sólo estoy aquí para hacer mi trabajo y mantener a los huéspedes contentos. Él levanta esa ceja de nuevo, luciendo entretenido y sexy como el infierno. Me doy cuenta demasiado tarde de cómo sonó eso.

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—No, felices, ya sabes, quiero decir, satisfechos. —Mierda, eso es peor—. Quiero ser profesional. —Por supuesto —está de acuerdo Xavier, sus labios todavía levantados en una sonrisa diabólica—. Espera un segundo —dice, haciendo una pausa—. Tienes... —Gesticula a mi rostro. Alzo la mano, mis mejillas arden ahora. Ya es suficientemente malo que haya estado haciendo insinuaciones sexuales inadvertidas, ¿pero aparentemente lo he estado haciendo con tierra manchando mi mejilla o algo? Pero antes de que pueda limpiarla, Xavier cierra la distancia entre nosotros. Levanta su mano a mi mejilla, y toca suavemente mi piel con la punta de su dedo. Eso me estremece. Sus ojos oscuros están en los míos. Buscando. Me apoyo en su toque, mi corazón está acelerado. Xavier me da una sonrisa fundida, luego levanta su dedo. —Una pestaña —dijo murmura con voz ronca—. Ahora pide un deseo. Jódeme. Las palabras aparecen en mi mente, pero las detengo justo a tiempo. ¿Qué demonios estoy haciendo? Estoy sorprendida por lo mucho que lo deseo; cómo mi cuerpo responde a su magnética presencia. Está esperando, su mano todavía está a solo a unos centímetros de mi boca. Pido mi deseo, luego vuela la pestaña, pero de alguna manera con sus ojos sobre mí el gesto se siente íntimo. Sensual. Una promesa de más por venir. —Tengo que volver —repito. —Nicole… —Me están esperando. —Lo corto, después me apresuro a través de la villa y fuera de la puerta principal. La cierro detrás de mí, y me hundo contra la pared, dejando que la brisa fresca humedezca algo del calor que tomó el control. Recuerda tu misión, me recuerdo. Recuerda el deseo que acabas de pedir: Descubrir qué le pasó a Eli. Sin distracciones, sin importar cuán atractivas y sexys sean.

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Para dejar de pensar en Xavier, juro que me arrojo a buscar información sobre mi hermano. Llamo a la ex novia de Eli por como la millonésima vez. No responde. Dejo un mensaje de voz, como las otras docenas que ya dejé. —Hola, soy Nikki, la hermana de Eli. Mira, estoy en la ciudad, solo quiero hablar. Llámame, por favor. Cuelgo con un suspiro. Es la única que podría entender cuánto lo extraño. Pero no ha respondido a mis llamadas o mensajes. Revisé en línea y todo parece estar bien: Está pasando el rato con amigos, publicando selfies en fiestas, entonces me está ignorando por una razón. Solo espero que la razón no sea que quiere olvidar a su ex agente de tráfico de drogas. Con Hailey trabajando en doble turno, necesito salir del apartamento. Definitivamente no tengo la mentalidad correcta para echar un vistazo a los clubes sin embargo. Un par de tragos en mí y podría encontrarme haciendo una entrega a medianoche en la villa de Xavier... Recuerdo su mirada ardiente y me estremezco. Apenas me tocó, y estaba lista para que me tomara allí mismo en el piso de mármol. No. Me detengo antes de que la fantasía pueda tomar el control. Agarro mi bolso y me meto en mi viejo y destartalado auto. Me llevó cruzar siete estados para llegar aquí, y solo puedo orar, porque todavía haya algo de vida en él. Compruebo una dirección en línea y salgo a la carretera, conduciendo por la ciudad en el chisporroteo del calor de Miami. Mi destino es un complejo de estuco achaparrado de oficinas en la ciudad: La oficina del médico forense de Miami Dade. Aka, la morgue. Me estaciono al frente y entro, preparándome. Aquí era donde trajeron a Eli, donde hicieron la autopsia, donde estaba su cuerpo hasta que pudimos volar a casa con él. No sé lo que estoy esperando, pero estoy aliviada de encontrar que es solo un edificio de oficinas regular en el frente: Amplio y luminoso, con un escritorio en la recepción principal dirigido por una chica de aspecto aburrido jugando en su teléfono. —Hola, necesito hablar con… —Revisé mis notas por el nombre del examinador que realizó la autopsia de Eli—. ¿El Dr. Cruz? Ella me devuelve el saludo sin mirar hacia arriba. Eh. Eso fue fácil.

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Me dirijo hacia el pasillo, revisando las placas de identificación fuera de las oficinas hasta que encuentro la del Dr. Cruz. La puerta está abierta, entonces golpeo cuando entro, casi chocando con un hombre en su salida. —Vaya, lo siento —me disculpo. Él está en sus treinta años, tal vez, usando una bata blanca de laboratorio y gafas, dirigiéndose hacia el ascensor. Ni siquiera se detiene a mirarme—. Espera —grito, alcanzándolo—. ¿Es el Dr. Cruz? —Síp —dice, entrando en el ascensor—. Los pasantes se reportan en el segundo piso. —No, no soy… —Las puertas se están cerrando, entonces entro con él—. Quería hacerle algunas preguntas sobre mi hermano. Murió aquí en Miami. —Lo siento, hago muchas autopsias. —El Dr. Cruz parece distraído. El ascensor se mueve hacia abajo, y revisa su teléfono. —Fue hace seis meses. Eli Scott. ¿Accidente de auto? Creo que veo un parpadeo de reconocimiento en su rostro, pero solo se encoge de hombros. —Como dije, veo muchos cuerpos entrar aquí. ¿Estás segura de que fui el único que hizo la autopsia? Abro la boca para responder, pero ya está saliendo del ascensor. —Espera —grito nuevamente, siguiéndolo al sótano. Hace frío aquí, lleno de viejos archivadores y de pasillos, y deseo haber traído algo para tapar mi camiseta y pantalones cortos. Él se detiene, suspirando. —Mira, siento tu pérdida, pero realmente no tengo tiempo ahora mismo. —Entonces volveré —le digo—. Todos los días, hasta que tenga tiempo. Puedo esperar. —Cruzo los brazos, como si no fuera a moverme de este pasillo hasta que me dé respuestas. Y no lo haré. El Dr. Cruz claramente ve la determinación en mi rostro, porque suspira de nuevo. —Bien, obtendré el archivo. Scott, ¿dijiste? —¡Sí! —Mi ánimo se levanta—. Fue en enero. Un accidente automovilístico. —Espera aquí. El Dr. Cruz se dirige a una habitación de archivos al final del pasillo. Me siento en un escritorio cerca y espero, mi alivio rápidamente da paso a

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los nervios. Nunca tuve que lidiar con nada de estas cosas: Todo lo que tengo es un pedazo de papel con la causa oficial de muerte. El Dr. Cruz regresa con un archivo y se sienta en el lado opuesto. Lo hojea sin mostrármelo, pero vislumbro un cuerpo carbonizado y un auto quemado. La bilis se eleva a mi garganta. —¿Tu hermano, dijiste? Asiento. —Fue bastante sencilla, nada irregular aquí. Lo siento, pero no sé qué más puedo decirte. —¿Cómo murió, exactamente? —Odio preguntarlo, pero necesito saber. Él exhala. —Supongo que sangrado interno, daño a los órganos. Arrugo la frente. —¿Supone? Hace una pausa. —El cuerpo estaba... quemado. Por el fuego. Solo lo identificamos a través de los registros dentales. Mis padres me dijeron que no habían pedido identificar a Eli cuando vinieron, pero no me di cuenta de que esta era la razón. Entonces me doy cuenta de lo que está diciendo. Me siento enferma. —Así que todavía podría haber estado vivo cuando... cuando el fuego... —Tengo que detenerme. Es demasiado. —Es muy poco probable —dice el Dr. Cruz, como si pasando eso fuera un consuelo—. De las notas de la policía de la escena, el impacto del choque lo hubiera matado al instante, o al menos lo golpeó y lo dejó inconsciente. No son exactamente buenas noticias, pero las tomaré. Me trago el nudo en la garganta y pregunto: —¿Saben lo que causó el choque? Él cierra el archivo. —El informe dice que perdió el control y golpeó un poste. Entonces el auto se incendió. —¿Hubo… hubo señales de algo malo? —pregunto, desesperada por cualquier cosa—. ¿Problemas con el automóvil, o alguien más involucrado? —No. 30

Parece tan seguro que miro hacia arriba. —¿Nada? ¿Está seguro? Él se queda de pie, evitando mi mirada. —Realmente debería volver al trabajo. —No. —Lo bloqueo—. ¿Qué no está diciéndome? Por favor. —Mi voz se rompe—. Tengo que saber. Él finalmente se ablanda. —Mira, estoy seguro de que tu hermano era un tipo genial y todo, pero las notas de la policía dicen que fue un caso de drogas. Lo veo todo el tiempo, los chicos se drogan, comienzan a pensar que las leyes de la física no aplican. Pierden el control, y terminan envueltos alrededor de un poste en alguna parte. —Están equivocados. —Niego—. Escuché eso antes, pero no es verdad. Eli nunca tomó drogas, no así. —Está en el archivo, cariño. —El doctor se encoge de hombros—. No sé qué más decirte. A veces, no hay ninguna respuesta. Lo mejor que puedes hacer ahora es dejar que su recuerdo descanse en paz. Adivinar cómo vivió y murió te comerá por dentro y te impide vivir tu vida. Asiente y luego comienza a alejarse. Me desplomo, derrotada. ¿Qué hago ahora? El Dr. Cruz regresa el archivo a la habitación, luego sale un momento después, hablando en su celular. Se aleja de mí, adentrándose más en el sótano, hasta que dobla una esquina y desaparece de la vista. Empiezo a caminar hacia el ascensor. Esperen. No cerró la puerta. Rápidamente corro por el pasillo y pruebo el mango en la habitación de archivos. Se abre sin resistencia ¡Sí! Entro, y miro rápidamente alrededor. Necesito ver el archivo de Eli. La habitación está abarrotada de archivadores, pero hay uno en la esquina que todavía está abierto. Lo saco todo y reviso los archivos. Mantengo mis oídos abiertos por pasos, con el corazón en la garganta. No puedo creer que esté escondiéndome así, pero algo no cuadra. ¿Por qué la policía fue tan rápida para determinar la muerte de Eli como relacionada con las drogas? ¿Por qué el Dr. Cruz no mencionó algún rastro de drogas encontradas durante la autopsia? Encuentro el archivo que el Dr. Cruz acaba de ver y lo saco. Lo abro, forzándome a mirar más allá de las terribles fotos de la escena del crimen y encuentro el informe de la policía. Muerte accidental... Fuera de control... Testigos informaron de fuego...

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No hay nada que no haya escuchado. Entonces lo veo: Abajo en la parte inferior de la página, una nota escrita a mano garabateada y casi imposible de leer. ¿Drogas? El Jefe. Víctima conocida como mensajero. Verificarlo lo antes posible con la DEA. ¿El Jefe? Lo escribo en mi teléfono. Es español. DEA significa Agencia de Drogas en inglés. De acuerdo con esta nota, mi hermano fue traficante de algún tipo de drogas. Es por eso que nadie investigó tanto la muerte, pensaron que era solo otro criminal, quemado por drogarse con su propio suministro. Pero eso es imposible. Conozco a mi hermano, y nunca se involucraría con drogas. Entonces, ¿por qué la policía creyó que lo estaba? ¿Y quién demonios es este Jefe? Me estremezco, guardando rápidamente el archivo y saliendo furtivamente de la habitación. Mientras voy hacia la salida, mi mente está corriendo. Sabía que había algo raro sobre su muerte, y ahora estoy segura. Cuanto más descubro, más preguntas tengo a las cuales buscarle respuestas. Pero descubriré la verdad. Se lo debo a Eli, y a mí misma.

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Cuatro X

avier no ordenó servicio de habitación al día siguiente. No estaba segura si estar o no decepcionada y aliviada. Afortunadamente tengo hoy y mañana, así que no tendré que preocuparme por toparme con él. Tal vez toda esta distancia me aclare un poco la cabeza. Recordarme por qué necesito permanecer concentrada. Hailey se fue a su casa a visitar a su familia, así que estoy sola por el fin de semana. Y los fines de semana en Miami están hechos para las discotecas. Decido regresar al Club Ultra usando el vestido más fabuloso que tengo, un vestido verde oscuro que obtuve en rebaja en Saks. Uso sal marina rociada para agregar algunas ondas playeras a mi cabello y pongo un poco de brillo de arándano y rímel oscuro. Entonces todo lo que queda es ponerme unos tacones negros y un collar que me llega justo por encima del escote en v del vestido. Si los chicos del V.I.P. no me notan esta noche, tendré que suponer que también fueron intimidados para no hablar conmigo. Llego al club unos quince minutos antes de que abra. El gorila de la otra noche me reconoce y pregunta sobre Hailey antes de dejarme entrar. Solo algunos otros han recibido el mismo trato, entonces es el momento perfecto para hablar con los camareros. Veo uno que no llegué a hablar la otra noche y me acomodo en un taburete. No es tan fácil en vestido y tacones, pero me las arreglo. —¿Cuál es tu veneno, preciosa? —Puedo decir por el tono de su voz que es un cumplido, no una línea. —¿Cuál es tu especialidad? —Bueno, hago un serio huracán, pero no te ves como una chica huracana. Necesitas algo sofisticado para llevar con tu apariencia. Como un Manhattan. O un martini. Un verdadero martini. —Martini será. Solo un poco sucio. Me guiña un ojo. —No sería divertido si no estuviera un poco sucio. Sonrío y niego. Puedo decir por qué este chico era tan popular la otra noche. Cuando regresa, le doy mucho más que el costo de la bebida. —¿Puedo hacerte una pregunta? Echó un vistazo a los billetes. 33

—Por supuesto, tengo algo de tiempo antes de que las masas entren. —¿Recuerdas a un gorila que trabajó aquí hace un tiempo llamado Eli? Es amigo mío, y no lo he visto en un tiempo. Solo estoy tratando de ver si alguien sabe si todavía está por aquí. —Sí, Eli es un tipo genial. Trabajó aquí durante casi un año, ¿tal vez? No estoy seguro. El tiempo vuela cuando tienes todo esto. —Extiende los brazos y sonríe—. Trabajó como guardaespaldas de ese chico Eduardo a veces. Hizo entregas para él también, supongo. Lo oí en el teléfono hablando de llevarle un paquete al jefe. ¿Entregas? Esto es exactamente lo que no quería escuchar. Intento no dejar que mi decepción se muestre y le doy una sonrisa. —¿Eduardo todavía anda por aquí? —Oh sí. Está aquí más o menos cada noche. Lo reconocerás porque es el único en un traje de $2,000 y raspadas botas de vaquero. Tiene caballos o algo así. —Entonces lo llaman el jefe, ¿eh? ¿Es como el Jefe? —Solté una carcajada pero me detengo cuando veo drenarse de color el rostro del camarero. —No digas ese nombre —susurra—. Especialmente aquí. —No entiendo… —Mira, pareces genial, así que escúchame. Mantengo mi cabeza baja y consigo mis propinas y miro hacia otro lado. Pero todos saben que el Jefe está conectado al club de alguna manera. Como socio silencioso o algo. El club es solo una forma de poner una cara legítima en las cosas. Quién sabe lo que esté pasando aquí. —¿Quién es él? Los ojos del camarero dan vueltas alrededor de la habitación pero solo sacude la cabeza. —Ni idea. —¿Podría Eduardo ser…? Sacude la cabeza. —No él es el número dos. Nadie sabe quién es el gran jefe. A pesar de que ya está susurrando, se inclina sobre la barra y dice: —Ten cuidado, bella. Esos chicos no deben ser molestados, y no quiero que algo te suceda debido a algo que dije.

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No tengo que esperar mucho antes de que Eduardo aparezca. Lo reconozco como uno de los hombres del grupo V.I.P. con el que Kayla estaba pasando el rato. Estaba en lo cierto acerca de mi especulación en cuanto a quiénes eran esos tipos. Se separa del resto para dirigirse a una de las barras mientras van detrás de la cortina VIP. En la barra, tiene una conversación con la camarera, y ella deja un vaso de chupito y una botella de tequila plateado muy costoso enfrente de él. Es tan costoso que nunca incluso lo he probado. Miro mientras se sirve y lo bebe de tres golpes seguidos antes de sentarme al lado de él. —No puede ser tan malo, cariño. —Pongo un efecto en mi voz dándole encanto. Es hora de ir por todas y estoy sorprendida de lo fácil que es. Él arquea una ceja hacia mí. —¿Qué quieres decir? Asiento hacia el tequila. —Solo hay dos razones para tomar tragos de tequila así, y ninguna razón es buena. Se ríe sin humor, pero luego cede y me da una media sonrisa. —Este no ha sido el mejor día. —Ah, ya veo. Así que estamos en la fase de “ahogamiento” de nuestras penas. —Me detengo, dejándolo estudiarme por un momento—. Lo menos puedes hacer si estás bebiendo tragos es hacerlo correctamente. ¿Dónde está tu limón y sal? —Le muestro una sonrisa coqueta, esperando que no note lo nerviosa que estoy. Cada instinto en mi cuerpo me está diciendo que corra, pero tengo que atravesar esto. Tengo qué hacer esto. Por Eli. —¿Tal vez quieras unirte a mí? —pregunta. —Bueno, ¿por qué no? ¿Por qué bebería sola cuando tengo un guapo, hombre bien vestido con un elegante tequila queriendo compartirlo? —¿Crees que soy guapo? —Sonríe un poco tímidamente y mira hacia otro lado por una fracción de segundo. Y es entonces cuando sé que lo tengo. Esa ligera grieta de inseguridad en su macho, tipo duro. Puedo usar eso. Ahora estoy supremamente agradecida por todas las clases de psicología que tomé antes de poner la universidad en espera. Mi corazón sigue latiendo en mi pecho, pero mis nervios comienzan a relajarse.

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Le doy un encogimiento de hombros sin compromiso y trago antes de responder. —¿Y si digo que sí? Te vi aquí la otra noche con tres mujeres siguiéndote como patos bebé. ¿Qué querrías con una pequeña cosa como yo? Me sirve otro trago y se inclina cerca. Evito estremecerme. —Eres la mejor mujer en este club por un millón. Además, no tienes miedo de mí ni tratas de manipularme. —Y… —Bajé rápidamente otro trago, cubriendo el rubor que puedo sentir extendiéndose a través de mi rostro—. Puedo sostener mi tequila. Diría que conociste a tu mujer perfecta. Ante eso, echa la cabeza hacia atrás y se ríe fuerte y largo. Antes de que pueda sacar provecho de eso, sin embargo, dos de sus hombres llegan. Uno me da una mirada desagradable. El otro me escanea de pies a cabeza y sonríe extensamente. —Es hora de irnos, jefe. Tenemos esa cosa. —Otra mirada fea cuando termina de hablar. —Sí. Lo siento, hermosa, pero tengo una fiesta privada a la cual asistir ahora. Logro un puchero que espero pase por sexy. —Qué lástima. Estaba disfrutando de nuestro ahogamiento de tus penas. —¿Otra noche? Me encantaría verte de nuevo. —Estaré aquí mañana por la noche si estás alrededor. Toma mi mano y la besa. —Me aseguraré de estarlo.

Sigo al grupo afuera a una distancia discreta. Hay tantas otras personas dando vueltas que no me ven en absoluto. Además, Eduardo está al frente del grupo, por lo que no me vería de todos modos. Todos se amontonan en una limusina, y el chofer cierra la puerta. Es mi turno de buscar un taxi, pero no veo uno. Miro a ambos lados de la calle y finalmente encuentro otro taxi. Intento hacerle señas, pero alguien se precipita antes de que pueda alcanzarlo. El taxi despega. Frustrada, giro y golpeo directamente el pecho de alguien. —Lo siento mucho, yo… Miro hacia arriba. No es el pecho de alguien. Es el pecho de Xavier. 36

Está sosteniendo mis brazos para estabilizarme y mirándome con esos ojos intensos. —¿Qué estás haciendo aquí? —digo. —Supongo lo mismo que tú. —Suelta mis brazos pero deja que sus manos se queden allí mientras sus ojos vagan de mi cuello a los dedos de los pies y luego retroceden. Puedo sentir mi cuerpo hormiguear debajo de su intensa mirada—. Discúlpame por mirar —dice—. No te había visto sin uniforme, todavía. La forma en que lo dice suena como una promesa de lo que vendrá. Me estremezco a pesar de la noche calurosa. —Entra, bebamos un trago. —Me da una sonrisa coqueta, y quiero soltar todo el acto y caminar dentro con él. Y luego seguirlo de regreso a su exuberante suite de hotel, y ver lo que hay en la promesa de esa sonrisa. Pero tengo que seguir la limusina. En cambio, digo: —No puedo, Xavier. Necesito tomar un taxi. Mira, mis amigos me acaban de dejar. —Miro alrededor pero no veo ninguno en la calle. Antes de que pueda decir algo más, silba y le hace gestos a alguien con la mano. Ni diez segundos después, un taxi se detiene directamente frente a nosotros. Me abre la puerta, y entro. —Nicole, la próxima vez no te dejaré ir. —Sonríe. No puedo evitar devolverle la sonrisa. No puedo creer que tenga la fuerza para dejarlo detrás. Pero tengo que averiguar qué le sucedió a mi hermano, y esta parece como mi mejor pista. Cerré la puerta y lo dejé de pie en la calle, con el lamento ardiendo en mi pecho. —Por favor, siga esa limusina blanca más adelante. No sé la dirección hacia dónde vamos y mi celular murió. —La mentira se desliza fácilmente fuera de mi lengua. Me pregunto si solo estoy mejorando en eso o si está en mi sangre. Tal vez Eli y yo teníamos más en común de lo que pensaba. Después de unos minutos, no puedo ver la limusina ya. Al parecer, tampoco el chofer del taxi. —Señorita, no vi a dónde se fue en esa última luz. ¿Por casualidad usted sí lo hizo? Niego. —No importa. Solo diríjase hacia North Beach. Le daré indicaciones cuando estemos cerca. Las lágrimas me pican los ojos, pero muerdo duro mi labio y parpadeo. Estuve tan cerca esta noche. Me obligué a mantener la calma e 37

hice todo exactamente correcto, incluso rechacé una bebida con Xavier, pero al final todo lo que logré fue perder mi pista y terminar con un rastro frío ¿Qué estoy haciendo? Aunque odio admitirlo, estoy empezando a preguntarme si alguna vez sabré lo que realmente le pasó a Eli. Tal vez todo esto fue un gran error. Tal vez todo lo que voy a encontrar alguna vez sean callejones sin salida. Pero me niego a darme por vencida. No hasta que tener mis respuestas.

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Cinco E

l domingo pasa y regreso al trabajo. Pero Chad se reportó enfermo, entonces todos están de humor relajado. Hailey me dijo que los domingos eran el día más lento de la semana, y tiene sentido. Una vez que todos revisan las cosas, no hay mucho para que cualquiera haga, excepto por el servicio de limpieza. Algunos de los choferes están enseñando a las chicas a jugar póquer mientras Carmen nos hace un banquete para más tarde. Me ofrezco de voluntaria para hacer cualquier entrega de comida ya que necesito mantenerme ocupada. Eduardo y su grupo no aparecieron en el club el sábado por la noche, así que no tengo nueva información. Todo el día he estado tratando de encontrar una manera de acercarme a Eduardo, pero además de pasar el rato en el club, no he encontrado nada brillante. Carmen me dice que tengo una entrega, y dejo el juego de póquer, recogiendo mi bandeja. — ¿A dónde iré esta vez, Carmen? Sonríe y me guiña un ojo. —No necesitas instrucciones para este. Estupendo. Xavier. No tengo idea de qué incluso le diré. Carmen debe leer la preocupación en mi silencio. —Pidió por ti específicamente. Debes haber causado una buena impresión. No estoy segura de que sea algo bueno. —Es guapo. Hablamos de arte cuando estuve allí la última vez. Ella solo asiente y me da una mirada sabia. —No te preocupes por apurarte en regresar. Estás en tu tiempo de almuerzo de todos modos. —Entonces me da dos grandes cestas de picnic. Una de ellas es genial al tacto. Algo en hielo. Ahora que conozco el camino un poco, puedo llevar el carrito si no quiero esperar a un chofer. Además, todos están tan ocupados con su juego de póquer, y coqueteando con las chicas, no estoy segura que alguno de ellos quiera llevarme de todas formas. Cuando llego al búngalo de Xavier, hay una nota en la puerta para que entre y me dirija a la piscina. Mi corazón se acelera mientras guardo la 39

nota, pero mantengo mi barbilla en alto y me congelo a medida que camino hacia las puertas francesas que dan a la parte posterior. Cada búngalo tiene su propia piscina y spa privados. El área está cubierta con gruesas plantas tropicales y les hace sentir a los huéspedes que están solos en una isla, y con follaje tan denso formando una valla de privacidad, esencialmente lo son. Los huéspedes pueden hacer prácticamente cualquier cosa que les guste en el área de la piscina sin preocuparse de que la gente en las villas vecinas los vea. Soy muy consciente de eso, mientras me doy cuenta de que Xavier está nadando en la piscina solo, y que ordenó comida para dos. Me nota cuando sale por aire, y una gran sonrisa se extiende a través de su rostro. —Esperaba que tuvieras turno hoy. —¿En serio? ¿Y por qué? —No puedo evitar el tono coqueto que se arrastra en mi voz. Manteniéndome bajo control, comienzo a desempacar las canastas de picnic en la mesa junto a la piscina y me pregunto si este almuerzo es para mí. Lo escucho salir de la piscina y hacer sonar sus pies mojados en el concreto. —Pensé que sería bueno almorzar juntos. —¿Sueles almorzar con el servicio? —Las palabras salen más ásperas de lo que pretendía, pero no me arrepiento de ellas. La langosta y el champán no harán que me convierta en una de sus conquistas de Fisher Island. —Eh, no, yo... —Su voz se apaga. Me dirijo a él y veo una expresión cerrada en su rostro, sus cejas alzadas. Parece legítimamente molesto por lo que dije. Es lo único que evita que vea su pecho desnudo de nuevo. —Mira, lo siento, Xavier. Eso no salió bien. —Lo tomo y dejo salir una respiración profunda—. He tenido algo de... problemas familiares en los días pasados. Me tiene nerviosa. —No, lo entiendo. Probablemente me veas y pienses todo tipo de cosas terribles. Pero honestamente puedo decirte que la única persona con la que he almorzado fue la persona que dirige este lugar, y no es exactamente mi tipo. No puedo evitar reírme con él. Reanuda su secado y me vuelvo para preparar la comida. Además de langosta perfectamente cocida al vapor con mantequilla y limón, hay patatas rojas asadas y judías verdes, una ensalada de cítricos de arúgula, panecillos crujientes y una rebanada gruesa de pastel de chocolate oscuro de postre. En la canasta fría hay una botella de champagne que probablemente cuesta tanto como un par de 40

tacones de diseñador y dos botellas de agua mineral, una regular y una espumosa. Miro a Xavier, quien parece estar esperando mi aprobación. Sonrío y asiento, disfrutando de una majestuosa vista de su cuerpo mientras estoy en eso. Mi boca se hace agua, y no es solo por la comida. Xavier se acerca a la mesa. Se ponerse una de las suaves batas con el logo del hotel sobre el corazón. Es difícil no pensar en él vistiendo nada más que traje de baño debajo. —Entonces, ¿me harás el hombre más feliz en Fisher Island y almorzarás conmigo? —¿Cómo podría una chica resistirse a una propuesta como esa?

Al principio es difícil relajarse y disfrutar de la comida y de la compañía. Sigo pensando acerca de cómo debería permanecer en la tarea. Xavier no es parte de mi misión. Pero la temperatura es perfecta, el cielo está lleno de nubes hinchadas y blancas, y la comida es absolutamente excelente. Y honestamente, no he podido realmente dejarme ir y disfrutar de mí misma desde que Eli murió. Necesito empezar a vivir de nuevo y este parece ser tan buen momento como cualquiera. Y dado que es un día de trabajo tan relajado que incluso estoy de acuerdo con algo de champán. —¿Alcanzaste a tus amigos? ¿La otra noche cuando me dejaste con el corazón roto al lado de la carretera? —Suspira profundamente y luego sonríe, incapaz de evitar su puchero. De nuevo, no puedo evitar reír. Está haciendo que sea muy difícil mantenerme alejada de él y me alejo completamente de los pensamientos tristes que usualmente me abruman durante los momentos de tranquilidad. —Desafortunadamente no. Terminé yéndome a casa. —Arranco un pedazo de papa y hago una pausa con mi tenedor en el aire—. Estoy segura de que encontraste a alguien para ayudar a tu pobre pequeño corazón. Había muchas mujeres hermosas en el club el viernes. —De hecho, me fui a casa también. —A mi ceja levantada agrega—: Solo. —¿Pero no estabas llegando cuándo me encontré contigo? —Sí, pero perdí a la gente con la que estaba planeando reunirme. No me sentía como para buscarlos en algún lado más. —Toma un pedazo de langosta con sus dedos y lo sumerge en la mantequilla derretida. Mientras se la lleva a los labios, me mira y no ve hacia otro lado hasta después de que se lame los dedos. Mentalmente sacudo la imagen e intento volver a mi comida.

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—No hubiera sido una noche divertida de todos modos. —Se encoge de hombros. —¿Oh? ¿Por qué? —Tomo un sorbo de champán y lucho duro para tragarlo cuando responde. —Porque la única mujer con la que quería pasar tiempo se fue en taxi. No estoy segura de cómo responder a eso. Mi habilidad para bromear con él aparentemente no va tan lejos. Él llena el silencio por mí. —No te imaginé como una fiestera. —Bueno, hay muchas cosas que no sabes de mí. —No necesariamente lo digo coqueta, pero estoy contenta de ver que mi cerebro se ha vuelto a encender. Tengo que mantenerme alerta para que coincida con su seguro encanto. —Muy cierto. Me gustaría saber más. Me gustaría saber lo que te gusta hacer cuando no estás trabajando o pasando el rato en Ultra. —¿Hay algún otro lugar al que debería ir? —Siempre puedes pasar el rato aquí. Sonrío. —Este lugar es tan hermoso, que podría tomarte la palabra en eso. —¡Ay! —Simula ser apuñalado en el corazón—. ¿Sólo me quieres por mi villa? Eso pica, Nicole. —Bueno, es una villa bastante sorprendente. —Me recuesto en la silla y suspiro—. No puedo imaginar vivir así todo el tiempo. Es mágica. Debes trabajar mucho. —Las implicaciones de lo que acabo de decir de repente me golpean, pero en lugar de notar mi rudeza, Xavier responde mi pregunta. —Trabajo mucho, pero los beneficios valen la pena. —Ni siquiera te pregunté en qué negocio estás. —Soy inversionista. —Toma un sorbo de champaña antes de responder—. Subí de la nada, y cometí muchos errores en el camino, pero ahora tengo inversiones seguras en una gran cantidad de diferentes compañías. —Parece que te acomodaste bien, entonces —digo. —No sé si diría eso. —Xavier se encoge de hombros—. La verdad es que es un trabajo difícil con muchas horas largas, y no siempre es divertido, entonces me gusta tomarme un tiempo para disfrutar de los beneficios de ese duro trabajo como un recordatorio de por qué hago lo que hago. 42

Sus ojos están lejos ahora. Me pregunto si está solo, si le gustaría ser menos solitario, pero rápidamente destierro el pensamiento antes de que mi cerebro se vaya a todos los lugares malos. Podría gustarle, pero eso no significa que quiera estar conmigo. —Hablando de eso, debería dejarte volver a disfrutar de tus ventajas. —Me levanto y comienzo a poner los platos en las cestas. —Haré que alguien venga a buscar esto dentro de poco. quedarte. Nadar conmigo.

Deberías

Le sonrío. —Suena bien, pero tengo que volver al trabajo. —Carmen me dijo que podías quedarte. Dijo que es tu jefa hoy debido a que todos salieron. Carmen tendrá un regaño cuando vuelva a la cocina. —Ella te dijo eso, ¿eh? Debería haberlo planeado mejor y traerme un traje de baño para trabajar. —¿Quién necesita un traje? —Sonríe. Me río incómodamente. —Siento no considerar la inmersión desnuda hasta al menos la cuarta cita. —¿Entonces esta era una cita? —Mi piel se sonroja, y se ríe—. Eres muy sexy cuando te sonrojas, Nicole. —Dice el hombre que siempre parece estar medio vestido cuando lo veo. —Si prefieres, puedo desnudarme, cuando te vea hacerlo también. La temperatura perfecta afuera no está haciendo nada para mantenerme fría. —Está bien, chico amante. Vamos a postergar esta discusión hasta el momento en que no tenga que volver a trabajar con un montón de chismosos. —No eres divertida. —Sonríe—. Pero lo retomaremos donde lo dejamos la siguiente vez. Lo saludo y asiento. —Si no te importa, voy a pedir prestado tu baño para refrescarme antes de volver a trabajar. —Por supuesto. Estaré aquí, disfrutando de los beneficios. Es triste que no estés conmigo. Cuando entro al baño, me deslizo hacia abajo en los azulejos de travertino. Mi cuerpo es un nervio gigante, esperando liberación, pero no 43

voy a darle lo que quiere aquí. La tentación sería demasiado grande para llamarla a la habitación. La temperatura fresca del piso se filtra en mi piel, y eventualmente empiezo a sentir algo que se acerca a lo normal. No he estado tan afectada por un hombre tan rápido antes. Es como una droga que sé que no debería probar, pero que no puedo evitar desear. Y no ha ocultado el hecho de que también me desea. Pero no hay forma en que no tenga una chica en cada ciudad y no quiero ser solo una más en una larga línea. Lo peleo tanto como puedo, pero no sé cuánto tiempo pueda contenerme.

Xavier está en el teléfono cuando abro la puerta del baño. Mientras camino hacia la sala de estar, me mira rápidamente y luego se aleja. —Dije que me ocuparé de eso. Siempre lo hago, y lo sabes. —Cuelga y arroja el teléfono al sofá. Intento alejar su frustración con una sonrisa. —Voy a regresar, pero gracias por la hora del almuerzo. No responde, solo se mantiene volteado. Miro cómo se mueven sus hombros mientras toma respiraciones superficiales y enojadas. Xavier está parado entre yo y la puerta de entrada, así que me muevo más allá de él. Si me doy la vuelta y lo miro ahora, sé que no podré obligarme a salir. Pero se ocupa de eso por mí. Toma mi brazo y me jala para enfrentarlo. Cierro los ojos y rápidamente me lleva hacia atrás hasta que golpeo la pared. Su cuerpo me golpea mientras va por mi boca. El beso es caliente, su lengua juega agresivamente con la mía. Su agarre tiene sus manos a mis lados, y enlazo las mías alrededor de su cuello, enterrándolas en su espeso y oscuro cabello. Lo acerco más a mí. Necesito que me bese como necesito oxígeno. Más adentro, más fuerte. Mi cuerpo palpita. Cuando comienza a besarme y a mordisquear un rastro a lo largo de mi cuello, es casi demasiado. Luego abre los dos botones superiores de mi camisa. En un segundo, mi sostén es empujado hacia abajo y tira de un pezón a su boca, lamiendo y chupando, sus dientes me recorren y envían descargas eléctricas directo a mi clítoris. Dejo escapar un gemido, y siento que se endurece contra mí. Gentilmente recorro la parte de atrás de su cuello con mis uñas mientras me chupa suavemente. —¿Te gusta eso? He estado pensando acerca de esos hermosos pechos todo el día. Mientras estabas poniendo la mesa, imaginé que iba detrás de ti y los agarraba. ¿Te hubiera gustado eso? 44

—Sí —le susurro. —¿Sabes qué más imaginé? No espera a que responda, sino que toma mis gemidos de placer como invitación suficiente. Se empuja más cerca de mí, su lengua caliente y húmeda va a mis pezones y todo el contacto me empuja más allá del borde. Estoy jadeando por respirar, tan superada con la dolorosa necesidad de más de él. Olvidé completamente por qué esta es una mala idea. No me importa. Solo sé que tengo tenerlo. Mueve la mano y pasa suavemente su palma sobre mi trasero mientras su lengua y dientes pellizcan mi cuello. Mi pezón todavía está asomándose a través de la parte superior de mi camisa, y levanta su otra mano y lo pellizca, recordándome que estoy expuesta. Hace un trabajo rápido con los botones de mi camisa, la abre y desengancha mi sostén. Se inclina sobre mí y reanuda sus besos, chupando y mordiendo ligeramente mis pechos. El aire fresco y su boca sobre ellos tiene a mis pezones tan duros e hinchados que es casi doloroso. Pero cuando los toca y luego los aprieta suavemente, hago ruidos que no sabía que podía hacer. Comienzo a maullar y a ronronear como una gatita mientras hace estragos en mi pecho con su boca. Me encanta la sensación de su lengua sobre mí, la piel de su espalda mientras lo sostengo contra mí. Necesito más, y no puedo soportarlo. —Por favor. —El dolor en mi voz coincide con el dolor de mi cuerpo. —¿Por favor qué? —Sus ojos son oscuros con lujuria. Trago, mi garganta se seca. —Quiero... —Pero no puedo decirlo. —¿Quieres que te penetre? —gruñe. —Dios, sí. Sin previo aviso, me recoge, y envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas, tirando de su erección contra mi palpitante clítoris, solo capas delgadas de tela nos separan. Mi cuerpo comienza a tener espasmos pero se detiene cuando me pone en el borde de una mesa y la conexión se rompe. Gimo mi disgusto y arqueo la espalda para tratar de conectarme de nuevo. Pero tiene otros planes. —Todavía no, preciosa. Le daré a esa vagina lo que quiere muy pronto. Abre mis pantalones cortos y rápidamente me los quita. El contraste de lo frío del aire contra mi piel caliente me ayuda incluso a ponerme más húmeda de anticipación y a gruñir mientras pasa su pulgar sobre la tela de mis bragas, jugando conmigo sin piedad. 45

—¿Te gusta eso? —susurra. Me empujo contra su mano en respuesta. Él pasa su pulgar en círculos, y mi respiración se acelera de nuevo. Me retuerzo contra su mano, esperando que ponga un dedo dentro de mí. Necesito sentirlo allí, duro y profundo y en control, incluso si es un dedo y no su pene. Él sostiene mi coño en su mano, agarrándome firmemente. —Por favor —murmuro—. Por favor. Penétrame. Xavier agarra mi coño más apretado, usando su mano para presionar mi clítoris mientras sus dedos ligeramente rozan mi trasero. La sensación es deliciosa, intensa aún en su juego, que me hace sentir más calor. Mantiene la presión, y me froto en su mano. No me di cuenta de lo mucho que necesitaba esto. Que lo necesitaba. Me está mirando mientras me abraza, viendo cómo cada movimiento de su mano me acerca. Intento tirar de él hacia mí, torpemente voy al cinturón de la bata, buscando su duro, pene prominente, pero aleja mi mano. —Hoy es para ti, Nicole. Solo la lujuria en su voz es suficiente para enviarme al borde de la explosión. Mueve mis bragas a un lado y deja que el aire golpeé mis labios hinchados por completo, y no puedo contenerme. Jadeo mientras toma dos dedos y los mete en mí mientras tiemblo. Estoy tan mojada que no hay protesta, solo necesidad, y un gemido escapa de sus labios al mismo tiempo que de los míos. —Dios, estás muy mojada. Mi coño se abraza alrededor de sus dedos en respuesta, y siento mi interior temblar. Su palma acaricia mi clítoris, y la sensación es tan intensa que instantáneamente me marea. Empuja sus usando su pene. quejándome con penetran mi boca

dedos dentro y fuera, golpeándome como si estuviera Y es tan bueno que estoy delirando. Estoy gimiendo y cada empuje, chupando su otra mano, sus dedos también. Quiero cada pedazo de él que pueda tomar.

Continúa golpeándome una y otra vez, y la presión es tan dulce que ya no puedo pensar. Estoy flotando en mi propia isla, sin nadie a mi alrededor para escucharme mientras me vengo más duro de lo que alguna vez he hecho, mi cuerpo tiembla de placer y deseo mientras dejo ir lo único que me ha estado lastimando y deteniéndome por tanto tiempo. Xavier no se detiene, incluso cuando pienso que no puedo soportarlo más. Termino teniendo otro orgasmo mientras gira sus dedos dentro de mí y se empuja contra mi dulce lugar. Intento alcanzarlo de nuevo, pero no me deja tocarlo.

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No creo que me quede nada. Pero saca sus dedos y los chupa, mirándome para ver mi reacción. Estoy llena de lujuria. —No puedo esperar para saborear más de ti, Nicole —me susurra al oído. Extiende su mano para ayudarme a levantarme de la mesa y lentamente comienza a vestirme de vuelta, agarrando mi sujetador y abrochándome la camisa. Mientras hago lo mejor para peinarme, levanta mis pantalones cortos del suelo y los sostiene para que me los ponga. Cuando estoy vestida, pasa la mano a lo largo del lado de mi rostro. —Cena conmigo. Esta noche. —¿Qué? —Mi cerebro todavía se está moviéndose lentamente después de ese épico orgasmo. Debe leer mi mente, porque responde: —Cena. Tú. Yo. Esta noche. Necesito verte. Decir no, no es una opción. Haré que un auto te recoja, solo dame la dirección. Se la doy mientras camino hacia la puerta, insegura de lo que acaba de pasar. En la puerta, me da un beso largo y tierno. —Hasta esta noche.

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Seis C

armen me envía a casa temprano. No es como que hay mucho que hacer de todos modos. Y ciertamente no soy la empleada más atenta después de mi cita extendida de almuerzo, que tiene el suficiente tacto como para no comentar. Por otra parte, tal vez ningún comentario es necesario. De cualquier manera, me alegro de salir antes de que las otras chicas capten el aroma del buen chisme que debe estar prácticamente irradiando de mí y mi aturdida pero satisfecha expresión. Horas más tarde, todavía no estoy recuperada de mi tiempo con Xavier. Cada vez que pienso en lo que sucedió, mi cuerpo se sonroja de emoción ante la idea de verlo y tengo que refrescarme. Cómo sucedió todo eso es un misterio para mí. Se sentía como estar bajo el control de otra persona de alguna manera. Como que no podría parar lo inevitable, incluso si quisiera. Pero no lo quería. Y todas mis protestas son débiles. Es un huésped del hotel, pero ¿qué? Y sí, necesito concentrarme en averiguar lo que le pasó a Eli, pero ¿eso quiere decir que tengo que pasar todo mi tiempo en eso? ¿Alejar a todos? Necesito tener una vida, también. He evitado la interacción en redes sociales durante el tiempo suficiente y el placer físico ha sido lo último en mi mente por demasiado tiempo. Pero ahora que ya casi es hora de que el auto me recoja para nuestra cita de cena, las mariposas revolotean en mi estómago. Hoy fue muy alucinante. ¿Cómo se supone que debo sentarme frente a él y fingir que no pasó nada? ¿Ligando y sonriendo y hablando sobre nuestras vidas? No estoy segura de poder hacer eso sin ruborizarme cada vez que me mira. Cuidadosamente uso delineador y sombra alrededor de mis ojos y pongo otra capa de máscara. Luego saco mi arma secreta, una barra de labios que acentúa mis labios perfectamente sin verse demasiado. Cada vez que lo uso, recibo comentarios acerca de tener labios perfectamente besables. Exactamente lo que quiero que Xavier esté pensando esta noche. Aún puedo sentir sus labios sobre los míos cuando cierro mis ojos. Mi piel todavía hormiguea por su toque... otros lugares también. Soy como una drogadicta tratando de convencerse que no necesita esa inyección mientras está soñando con lo bien que se sintió. La puerta suena, y miro la ventana. Un elegante y negro Towne Car está enfrente del edificio. Xavier lo hace bien. 48

Después de un corto viaje en auto tratando de calmar mis nervios, el chofer se detiene entonces junto al agua. Biscayne Bay brilla a la luz de la luna. La ligera brisa no hace mucho para refrescar mi piel sobrecalentada. Sólo pensar en ver a Xavier en meros segundos subió mi temperatura. Cuando salgo del auto, hago un control rápido. Ajusto mi vestido, una funda negra ajustada que encontré en una tienda vintage. Acomodo mi cabello atrás para asegurarme de que la humedad de Miami no lo arruinó. Una rápida mirada a mis tacones para asegurarme de que no estén raspados, y estoy lista. Cuando entro en el restaurante, puedo decir por qué Xavier lo eligió. Todo sobre esto rezuma clase, desde la araña de cristal Chihuly en el comedor a la elegante configuración del lugar con respecto a las mesas. El maître me guía a una mesa para dos establecida un poco aparte de las demás, metida en una esquina que ve hacia el océano. Una perfecta orquídea blanca está unida a una pequeña vela sobre la mesa. Al lado de la mesa se encuentra un soporte con un cubo de hielo, y una botella de champán francés real enfriándose dentro. Un mesero me sostiene la silla mientras me siento y pongo la servilleta sobre mi regazo. Noto con aprecio que cambiaron la ropa blanca del mantel y las servilletas al negro, así que no me dejará pelusa en todo el vestido. Apenas tengo tiempo para mirar alrededor antes de que Xavier entre en la habitación. Mientras se mueve a través del espacio, reconoce a las personas y las saluda o les dice hola si están lo suficientemente cerca. Le hace comentarios a un par de miembros del personal, lo que me hace preguntarme si posee el lugar. No me ha visto a los ojos sin embargo, entonces tengo muchas oportunidades para mirar abiertamente. Es precioso en un traje gris a medida que casi parece plateado. Debajo hay una camisa azul de botones con los primeros dos botones desabrochados. Tengo el impulso de abrir el resto de aquellos botones. Me pregunto cómo atravesaré la cena. Él me nota, y una sonrisa se extiende a través de su rostro. Fija su mirada en mí el resto del camino a la mesa. Me levanto mientras se acerca, y pone sus manos en mi cintura. —Te ves hermosa, Nicole. Gracias por acompañarme esta noche. —Se inclina y me da un prolongado beso en el lado de mi boca. Mientras se aleja, estoy tentada a agarrar su rostro en mis manos y tirar de él para un beso real. Pero no lo hago. —Gracias por invitarme. Tengo que decir, que obviamente estoy cenando con el hombre más guapo aquí, pero ¿también aparentemente con el que está a cargo? Xavier se ríe. 49

—Creo que olvidé decirte que este es mi restaurante. —Lo hiciste. —Sonrío.

Al principio me es difícil relajarme y disfrutar, pero finalmente dejé ir todo y me centré en Xavier y en el champán. Después de que el camarero vierte nuestras copas, Xavier levanta la suya en un brindis. —Por los nuevos amigos. —Sonríe y se acerca a la mesa por mi mano. Mientras repito sus palabras, chocamos copas y pasa sus dedos por mi muñeca. Estoy segura que puede sentir mi pulso acelerándose con su toque. Para dejar de pensar en las otras cosas que me gustaría que estuviera haciendo con sus dedos, aclaro mi garganta y muevo la conversación a un tema seguro. Negocios. —Entonces antes dijiste que comenzaste con nada y trabajaste, pero todavía no sé realmente lo que haces. Cuéntame sobre eso. Quiero escuchar tu historia. —¿Estás segura? Es bastante aburrida —dice Xavier, pero la sonrisa tímida extendiéndose por su rostro me dice que está orgulloso de su trabajo. —Nunca eres aburrido. —Sonrío. Xavier toma un sorbo de su champán y se inclina un poco hacia atrás en su silla. —Bueno, mi padre no estuvo mucho cuando era niño. Trabajó con sus manos hasta el hueso, pero cuando estaba en casa, todo lo que podía hacer era gritarle a mi madre y preocuparse de dónde venía su siguiente trabajo y cómo pagaríamos las cuentas. Sabía que no quería terminar así, siempre luchando por sobrevivir y sin nada para demostrarlo. —Se encoge de hombros y toma otro trago. Mi corazón está con Xavier cuando intenta minimizar su dura infancia. Podría haber ido fácilmente por todos los caminos equivocados, pero luchó contra todo y no se detuvo hasta que llegó a la cima. Continúa. —Así que tan pronto como mis padres me dejaron, comencé a hacer trabajos ocasionales en el vecindario. Ahorraba la mitad de lo que ganaba y le daba el resto a mi madre. —¿Construiste tu fortuna con una ruta de papel trazada entonces? — pregunto, tratando de aligerar el estado anímico. Él echa la cabeza hacia atrás y se ríe profundamente. Es sexy como el infierno. 50

—No exactamente. Pero sí aprendí sobre ahorrar e invertir pronto. La gente sabía que era confiable y trabajaba duro, entonces me daban más responsabilidades y más recomendaciones. Sonrío ante la idea del joven Xavier llevándoles víveres a ancianas y sudando sus veranos haciendo trabajo manual, empujando su camino implacablemente hacia una vida mejor. —Entonces, ¿cómo fuiste de chico de los recados de barrio a ser un gran hombre de negocios de lujo? —pregunto. Mi voz es de juego, pero tiene esa mirada lejana en sus ojos, la misma que vi junto a la piscina antes, y me doy cuenta de que mis palabras deben estar sacando viejos recuerdos, no todos agradables. Xavier parece sacudirse y se inclina más cerca mientras habla. —Me establecí, hice conexiones, coloqué la habitual base. Antes de tener dieciocho años, estaba ayudando al gerente en una empresa de importación. En cuatro meses estaba haciendo el trabajo mejor que él. —Apuesto a que aprendiste mucho —le digo, recordando mi primer trabajo, de cajera y almacenando estantes en una tienda de descuentos, probablemente con esos mismos productos que Xavier estaba importando. —Lo hice —dice, con los ojos ardiendo en los míos. Miro hacia otro lado, sonrojándome por su intensidad. Es difícil no sentirse intimidada por este hombre. Cuando tenía diecisiete años estaba riendo tontamente con Hailey durante la clase de matemáticas y soñando despierta sobre los jugadores de rugby de nuestra secundaria, no teniendo un negocio. De alguna manera siento que no cambié ni un poco, y pensando en la vida de experiencia de Xavier y en sus peleas me hace preguntarme cómo alguien como él podría alguna vez estar interesado en mí. Pero luego pone su mano sobre la mía, y calma mis preocupaciones. Giro el champán en mi copa un poco, mirando las burbujas subir. —¿Qué pasó entonces? —Entonces... la compañía siguió dándome promociones, pero no estaba feliz allí. No podían seguir el ritmo de mi ambición —admite—. Siempre estaba hambriento de más, así que dejé ese trabajo y comencé a trabajar en distribución y en ventas, pero eso no pudo atarme por mucho tiempo tampoco. Sus dedos rodean mi muñeca y es todo lo que puedo hacer para no pensar en él teniéndome abajo. —Empecé a diversificarme, a invertir en negocios no relacionados y en dejar que mi dinero se multiplicara apoyando los sueños de otras personas. Tuve suerte al principio, pero después de un tiempo aprendí a

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reconocer la verdadera pasión, innovación y el tipo de trabajo duro que trae ganancias constantes. Asiento, sintiéndome un poco fuera de profundidad. —Entonces, ¿cuál fue tu primer negocio riesgoso? —Quieres saber sobre mi primer amor, ¿eh? —Me guiña un ojo. Nuestra conversación queda en espera cuando el mesero llega con el primer plato. Xavier me había preguntado antes si tenía preferencias o restricciones de alimentos. Cuando le dije que estaba abierta a cualquier cosa, sonrió y le dijo al camarero: —La elección del chef. La comida comienza con una sopa fría que de alguna manera se las arregla para ser ligera a pesar de lo cremosa que es. Es emparejada con un vino blanco crujiente que no compite por atención. La comida ya es tan buena que por un tiempo todo lo que Xavier y yo logramos hacer es comer y sonreír. He estado en algunas múltiples cenas para diferentes eventos y ocasiones familiares, pero esto se siente diferente, especial. Como que estoy siendo mimada. No puedo creer que Xavier viva así todo el tiempo. El personal nos presta mucha atención, revisando para asegurarse de que estamos felices y constantemente rellenan nuestras copas. Supongo que es porque es el jefe, pero nunca he estado en ningún lado donde el personal estuviera tan preocupado por mi experiencia de cena. Así debe ser como cuando eres realeza o una gran estrella de cine. Cada vez que me doy cuenta de que podría querer algo, ya está allí. Después, el camarero saca un ceviche con pescado, camarones y mucho aguacate, servido con chips de maíz azul. Estoy un poco preocupada porque tenga mucha cebolla, esperando estar besando a Xavier más tarde, pero el ceviche es tan bueno que no me importa después del primer bocado. Eso es para lo que son las mentas. Entre bocado y bocado, le pregunto más a Xavier sobre su negocio. —¿Me estabas diciendo sobre tu primer amor? Sonríe. —Fue un restaurante. No tan bueno como este, por supuesto. —¿Qué te hizo elegir un restaurante? ¿No son usualmente bastante arriesgados para invertir? —Pudo haberlo sido, pero no me importó. No estaba tratando de ganar dinero al principio, fue solo por diversión. Me gusta comer. —Xavier sonríe—. Pero mi primer lugar lo hizo bien, mejor de lo que esperaba. Era una pequeña cabaña cerca de la calle Ocho. 52

—Esa es el área cubana de la ciudad, ¿correcto? ¿El lugar todavía está allí? Asiente mientras termina un bocado de comida. —Sí, en la Pequeña Habana. El restaurante está justo en medio de toda la actividad. La mujer que era la dueña había podido mantener el negocio en la familia todo ese tiempo, y ahora su hijo dirige la cocina. Servimos café y pastelitos todo el día. —Estoy intrigada. ¿Qué son pastelitos? —Oh, te encantarán. Son un tipo de pastelería. La corteza es escamosa pero mantecosa y están llenos de queso o fruta. Te llevaré allí algún día. Se me hace agua la boca. —Eso suena increíble. Definitivamente tenemos que ir. Xavier comienza a decir algo pero es interrumpido por un hombre que también usa un traje costoso perteneciente a un camarero. Se inclina para susurrarle algo, y la expresión de Xavier se nubla y luego se enoja. Escucha por un momento y luego prácticamente escupe: —Este no es el momento. Sólo manéjalo. —El hombre asiente y se va. Xavier mira al hombre y luego toca la mesa con los dedos antes de volverse a mí. —Te pido disculpas por la interrupción. —Su expresión se ablanda, y me sonríe—. Estoy cansado de hablar de mí, sin embargo. Quiero saber todo sobre ti. —Eso podría llevar más tiempo que nuestra cena, Xavier. —Bueno, comencemos con cómo terminaste caminando hacia mi vida. Dijiste que la familia te trajo a Miami. Pero tengo el sentimiento que no es una situación familiar feliz. Puedo entender eso. Respiro hondo y me tomo un momento para decidir cuánto decirle. No tenía la intención de llegar genuinamente a estar cerca de alguna persona en Miami además de Hailey. Alguien con quien pasar el tiempo. Se suponía que Miami era solo algo para obtener información. Pero Xavier es diferente. Quiero abrirme a él, al menos tanto como puedo sin dar nada. —Mi hermano murió hace poco más de seis meses. —Estoy sorprendida de cuán herida suena mi voz todavía diciendo eso en voz alta. —Oh, Nicole. —Xavier se estira sobre la mesa y entrelaza sus dedos con los míos—. Lo siento mucho. Debe dolerte mucho. Siento mis ojos humedecerse pero peleo con las lágrimas. He tenido mucha práctica en eso ahora.

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—Ha sido difícil —admito—. Solíamos ser muy cercanos, pero el año pasado o desde hace dos, no hablamos mucho. A veces siento que apenas lo conocí. Y creo que nunca lo hice. Xavier coloca su otra mano en la parte superior de nuestros dedos entrelazados y acaricia mi piel. No dice nada, y estoy agradecida de que me esté dando el espacio que necesito para sacar las palabras. —Necesitaba un cambio después... mi amiga Hailey me ofreció un lugar para quedarme aquí y conseguirme trabajo en el complejo. Pensé que si escapaba de mi vida normal todo comenzaría a tener sentido. —Pero no ha ayudado mucho, ¿verdad? Niego. —No realmente. Quiero decir, me gusta aquí, y creo que el cambio ha sido bueno para mí, pero ha sido difícil seguir adelante. Me siento culpable cuando me estoy divirtiendo. Culpable cuando me olvido de él por una hora o dos. Xavier se encuentra con mis ojos. —Eso es comprensible, pero mereces ser feliz, Nicole. No puedes llorarlo cada minuto del día. Él no querría que lo hicieras, de todos modos. Nos sentamos en silencio y me sumerjo en su calmada, fuerte presencia. La calidez de la presión de sus manos es reconfortante. Eso me hace sentir segura, firme. Completamente perdida en el momento, casi me olvido de dónde estamos hasta que Xavier mira hacia otro lado. Asiente al camarero y se inclina hacia atrás, lentamente tirando de sus manos lejos de mí. Su ausencia es perceptible. Me enderezo en mi asiento mientras el camarero pone un plato frente a mí. Un platillo principal de pechugas de pollo rellenas de vegetales y queso, frijoles negros y arroz amarillo y yuca con limón y salsa de ajo. No hay forma de que me termine todo. Mi expresión debe mostrar eso ya que Xavier dice: —Mark, nuestro chef, es fantástico, pero no puedo terminar sus comidas. —Espero que no estés hablando mal de mí, jefe. —Un hombre con un saco de chef pone una mano en el hombro de Xavier. —Nunca, viejo amigo. maravillosas sobre ti.

Solo

estaba

diciéndole

a

Nicole

cosas

—Encantado de conocerte —dice, con calidez en su voz—. Soy Mark. —Extiende su mano, y la estrecho. —Todo ha sido maravilloso, Mark. Muchas gracias.

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—Siempre es un placer tener a una encantadora mujer disfrutando de una de mis comidas. Espero verte de nuevo pronto. —Si me salgo con la mía, definitivamente lo harás —dice Xavier, centrando los ojos en mí. Mark palmea su hombro y nos deja con la comida.

Xavier y yo intercambiamos malas historias de citas mientras que los camareros limpian la mesa de cada plato y de los cubiertos. Ni un minuto más tarde, Mark sale con cuatro camareros detrás de él, platos en mano. Estoy segura de que van a ir a otro lugar hasta que se detienen en nuestra mesa con múltiples postres que se ven demasiado hermosos para comer. No creo que pueda tener más que un bocado o dos, pero definitivamente estoy dispuesta a intentarlo. Mientras estoy decidiendo si comenzar con flan o pastel de coco, noto que Mark se para en otra mesa en el camino de regreso a la cocina. Los dos hombres en la mesa parecen que están teniendo una reunión de negocios, pero saludan a Mark calurosamente y le hacen un gesto para que el chef se siente, aunque se niega. Reconozco a uno de los hombres del Club Ultra. Uno de los chicos de la habitación V.I.P. Mi pulso brinca mientras comienzo de inmediato a trazar formas de atraparlo solo, tal vez para tratar de hablar con él si Xavier va al baño de hombres, pero de repente me doy cuenta: No hay nada que pueda hacer ahora mismo. Estoy aquí con Xavier, en una cita. Por una noche, necesito dejar ir a Eli. No voy a dejar de buscar respuestas, pero en este momento tengo que tomar un respiro y disfrutar del hombre sentado frente a mí. —Oye. —La voz de Xavier es suave, y siento su mano sobre mi rodilla debajo de la mesa—. ¿Estás bien? —Lo siento. —Levanto mis ojos hacia él—. ¿Qué estabas diciendo? —Te ves como si hubieras visto un fantasma. —Um... sí. —Niego para aclararme y darle una sonrisa a Xavier—. Sólo vi a alguien que me recordó a mi hermano. —La mentira se desliza fácilmente de mi lengua. No es realmente una mentira. —Déjame despejarte de eso. —Me besa profunda, lentamente, borrando todas las dudas en mi mente, y luego a regañadientes se aleja—. Supongo que debería comportarme en mi propio restaurante. —Comportarte está sobrevalorado —digo mientras sostengo mi aliento. Una sonrisa se forma en sus labios. 55

—Muy cierto. Y exploraremos ese concepto un poco después. Pero por ahora tengo otros... placeres en mente. Pone un bocado de pastel de chocolate en su tenedor. —Tienes que probar esto, Nicole. El panadero aquí es uno de los mejores en el mundo. —Sostiene el tenedor y mira mis ojos otra vez. Me inclino lentamente y cierro mis labios alrededor del tenedor. Mis ojos involuntariamente se cierran mientras pruebo la dulzura del azúcar mezclado con puro chocolate negro. Es como un bocado de cielo. Cuando abro los ojos, Xavier está mirándome. Estira su pulgar y lo pasa a través de mi labio inferior. Mi cuerpo tiembla por el toque. Mueve el pulgar y se lame el dedo. —Tenías un poco de chocolate allí. Mi pulso y aliento están corriendo por todas partes, luego ralentizando luego corriendo de nuevo. Quiero subirme a la mesa y montarme en su silla, sintiendo su boca sobre mí mientras me presiono en él. En su lugar, maldigo el hecho de que estamos en público. Me estiro hacia él y paso mis dedos a lo largo de su antebrazo. Mi mirada es pesada con lujuria, y me muerdo el labio mientras lo miro directamente. Me estudia por un momento, y noto una mirada similar de deseo en su cara. Rompe el contacto visual y toma algunos sorbos de agua. —Salgamos de aquí. Hay algo que quiero mostrarte.

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Siete D

esde el momento en que estamos de pie frente al restaurante, Xavier tiene una mano tocándome todo el tiempo. Es como si tuviera miedo de que si me dejara ir por un segundo, fuera a desaparecer. Tomamos su automóvil en lugar del auto Towne. Un convertible clásico restaurado de algún tipo. Me dice que es uno de muchos autos que posee, pero pensó que me gustaría ver Miami en un convertible. Tiro de mi cabello en un moño y disfruto de la brisa mientras nos movemos a través de South Beach. Mientras conduce, Xavier sigue mirándome más. Su mano descansa justo encima de mi rodilla, y amasa el músculo como si tuviera un entrenamiento de masajes. Me recuesto y cierro los ojos, dejándome relajar completamente mientras el alcohol en mi sistema se combina con el toque de Xavier para llevarse cualquier inhibición. La mano de Xavier se mueve más arriba y luego se desliza bajo el dobladillo de mi vestido. Quiero que siga, pero en su lugar se detiene allí, acariciando la sensible piel de mi muslo interno. Es más de lo que puedo soportar, entonces abro las piernas y arqueo la espalda, una clara invitación. Xavier no vacila. Aprovecha el fácil acceso para acariciar mi coño a través de la delgada capa de tela. Estoy prácticamente ronroneando cuando detiene el auto. No tengo idea de dónde estamos, pero la ciudad está iluminada a través del agua y una playa desierta se encuentra frente a nosotros. Se estaciona y camina a mi lado en el auto, abriendo la puerta y sacándome. Me pone en el cálido cofre del auto, como un águila prácticamente extendida. Sus manos en mis tobillos, me separan las piernas y mira entre ellas. Las bragas que elegí esta noche son apenas más que un trozo de encaje puro y elástico, así que sé que tiene una buena vista. Capto su mirada y oigo las palabras cayendo de mis labios antes de que pueda detenerme. —¿Te gusta lo que ves? Xavier sonríe. —Me encanta mirar tu coño. Y no puedo esperar a probarte. —Aprieta mis tobillos más duro, presionándolos hacia atrás y hacia los lados para que mis piernas estén aún más separadas. Siento la atracción de los 57

músculos en el interior de mis muslos, pero un ligero dolor lo hace aún más emocionante—. Quítate el vestido para poder verte mejor. —Su voz es ronca y la necesidad y el anhelo de eso me moja. —Sí, Xavier —le digo, la sensación de su nombre en mis labios, me excita incluso más. —Me encanta cuando dices mi nombre. Dilo de nuevo —exige mientras tira lentamente de mí abajo para que mis pies estén sobre el cofre del auto y mis rodillas dobladas. —Xavier. Me aleja de él mientras se arrodilla en la arena frente a mí. Moviendo mi ropa interior a un lado, exponiendo la humedad de mi coño al aire de la noche, me mira otra vez. —Eres tan hermosa —murmura. Tiemblo. Estoy tan agotada. No puedo esperar a que me toque. Se acerca a mi coño, y luego comienza a lamer ligeramente mi clítoris, jugando conmigo. Mi aliento se atora en mi garganta y jadeo. De repente, me arranca la ropa interior y hunde su lengua dentro de mí, caliente y determinado. —Oh, Dios mío. —Jadeo, incapaz de evitar restregarme contra su boca. Tomando ambas manos, extiende mis labios para profundizar en mí. Lame y chupa los lados de mi coño, tomando mi clítoris en su boca y chupando hasta que casi no puedo soportarlo. —Más duro —le susurro—. Más. Por favor. Miro hacia las estrellas en el cielo e inhalo el aire fresco de la playa. Normalmente tengo un millón de pensamientos corriendo a través de mi mente, pero todo lo que puedo pensar justo ahora es en el hombre arrodillado entre mis piernas, adorándome con su boca mientras estoy extendida en el cofre de su auto. Cualquiera podría vernos aquí. Es por eso que es lo mejor que he hecho en mi vida. Él gime contra mí y me vengo duro.

Tan pronto como recupero el aliento, Xavier me ayuda a enderezar mi vestido y me levanta del auto. Deja que mis pies se hundan en la arena fría. Me besa lentamente en la boca y luego me da la vuelta para estar detrás de mí. Pasa las manos arriba y a mis lados desde la mitad de mi muslo hasta el nivel del pecho, empujando mi vestido lo suficiente como 58

para que sienta emoción cuando la brisa del océano golpea mi mojado coño. Sus manos se mueven sobre mi vestido para tomar mis pechos y se inclina para plantar besos a lo largo de mis hombros. Me estiro detrás, agarrándolo. Lo necesito cerca. —Me encanta cómo se siente tu cuerpo bajo mis manos —susurra mientras sigue jugando con mis pechos. Mi piel parece estar ardiendo, y mi vagina palpita con el recuerdo de donde acaba de estar su boca. Pero luego un silbido de barco suena en la distancia y recuerdo dónde estamos. Estamos afuera, en lo abierto, expuestos. Y dejé que me lo hiciera. Y me gustó. Me alejo de su toque y me muevo unos pocos pasos antes de darme la vuelta. Apenas puedo pronunciar las palabras, estoy tan jadeante. —Necesito un minuto. —¿Es... demasiado? —pregunta, con preocupación en la voz. —No, es perfecto. —Me pregunto si puede verme sonrojar en la oscuridad. Toma mi mano y caminamos a lo largo del agua, el sonido de las olas me tranquiliza. Ese orgasmo fue tan intenso, que necesito calmarme. Y la manera en que me maneja, como si no pudiera tener suficiente, y sin embargo prestando atención a cada gemido o movimiento que hago. La atención… es abrumadora. —¿Dónde estamos? —pregunto. Este lugar es hermoso, no puedo creer que estemos tan cerca de la ciudad y aún tan aislados. —En un parque. El camino está oculto por lo que no parece que haya nada allí. Toda el área que lo rodea es como la jungla. Nadie viene aquí. Es por eso que me gusta. —¿Ah, sí? —Golpeo ligeramente su pecho y luego deslizo mis manos por su camisa, sintiendo cada músculo debajo mientras lo hago—. ¿Traes a todas tus citas aquí? —No, en absoluto. Aquí es donde vengo a pensar. Cuando necesito estar solo, nado aquí algunas veces. Me ayuda a despejarme. —Lástima que no podamos nadar ahora. Nunca hay un traje de baño a la mano cuando necesito uno. —¿Cuántas veces tengo que decirte que no necesitas traje de baño? Me burlo, y él viene y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura. —Solo piensa. Tú, yo, luz de luna. El agua. Sin ropa... cualquier cosa podría ocurrir. Cuando le miro, susurra: —Te desafío, Nikki. 59

Acepto su desafío retrocediendo lentamente, tirando de mi vestido mientras me muevo. Él lo sigue, desabrochando su camisa. Cuando paso el vestido sobre mi cabeza, me detengo por un momento y me levanto el cabello, dejándolo caer sobre mis hombros. Mis ojos están centrados en él todo el tiempo, y no toma más que un segundo para que venga rápidamente y tire de mí hacia él para un beso intenso. Rompemos el beso para poder arrojar nuestra ropa y caminar hacia el océano. El agua está más fría de lo que esperaba, y me tranquiliza solo lo suficiente como para dejarme pensar un poco más claramente. Todavía no tengo la fuerza de voluntad para resistirme a Xavier, pero al menos me siento en mejor control de mis hormonas. Me recliné en el agua, dejando que mi cabello se mojara para poder suavizarlo. Cuando me vuelvo, Xavier está enfrente de mí, sus ojos vagan por mis senos expuestos. Lo salpico con agua para sacudirme su mirada. —Mis ojos están aquí, cariño. —Qué, ¿no puedo apreciar todas las partes de tu cuerpo? Tus ojos son bonitos y todo, pero… Lo salpico de nuevo, más duro esta vez. —Oh, quieres jugar así, ¿eh? —Se mueve para salpicarme, y nado lejos. Esquivamos las salpicaduras del otro por un par de minutos hasta que agarra mi brazo y me atrae hacia él. Estamos parados a centímetros de distancia, y puedo sentir calor irradiando de él. Estoy segura de que también puede sentir el mío. Se acerca y pasa sus dedos por el centro de mi pecho a mi estómago donde hace una pausa por un latido antes de inclinarse hacia adelante para besarme. Más suavemente esta vez al principio, luego más duro. Me atrae hacia él mientras le damos todo al beso. Sus manos se mueven arriba y abajo de mi lado y luego se mueve para besar mi cuello. Sus besos van por mi cuello a mis pechos, y me reclina un poco. Arqueo la espalda, en parte por placer y en parte para ayudarlo a tener mejor acceso. Su boca en mis pezones, solo con un poco de succión, envía pequeños golpes que siento entre mis piernas. Me recuerda cuánto lo deseo dentro de mí, pero sé que el océano abierto no es el mejor lugar para ello. Como si pudiera leer mi mente, Xavier me levanta. Envuelvo mis piernas alrededor de él, y me lleva de vuelta a la playa. Me deja el tiempo suficiente para sacar una toalla del maletero y ponerla en el asiento delantero del auto, haciendo un gesto para que me siente de lado. Se 60

arrodilla frente a mí, y por un momento no estoy segura de qué quiere. No puedo creer que quiera hacerlo de nuevo. —Nicole, soy adicto a ti. Necesito tenerte. El deseo en su voz es un afrodisiaco. Me inclina suavemente hacia atrás y mi cabeza descansa en la consola y engancha mis piernas sobre sus hombros, acercándome a donde estoy apenas posada en el borde del asiento, y mi coño está expuesto completamente. Mi cuerpo tiembla de anticipación mientras besa y muerde el interior de mi pierna. Cuando comienza a rastrear mi apertura con sus dedos, mis manos van a mis pechos y los amaso y me aprieto los pezones, moviéndome con placer y girando las caderas esperando que su dedo se deslice dentro de mí. Cuando finalmente pone dos dedos dentro, los mueve dentro y fuera alrededor en deliciosos círculos, y giro contra él queriendo más. Estoy tan mojada que sus dedos se deslizan dentro y fuera fácilmente, y siento sus nudillos golpear mis labios una y otra vez. Justo cuando estoy en el borde de la liberación y mis piernas tiemblan, se detiene. —Necesito probarte de nuevo, y de nuevo, y otra vez. Pero ni siquiera me da la oportunidad para procesar lo que está diciendo antes de sentir su boca caliente en mi coño de nuevo, y casi salgo de mi mente con lujuria. Estoy jadeando, gimiendo y moviendo mi coño contra su increíble boca. Su lengua se mueve hacia adelante y hacia atrás a través de mi clítoris, lo rodea, y luego se repliega dentro de mí. La succión de su boca en mí es casi demasiado, pero ruego para que no se detenga. Estoy aplastando mis pechos en mis manos y pellizcando mis pezones hasta que me duelen pero todo se siente tan bien. Estoy cayendo en el borde de un mundo de nada más que placer y luego la luz explota detrás de mis ojos y arqueo mi espalda mientras el orgasmo mece todo mi cuerpo. En ese momento, todo lo que puedo sentir son los nervios que envían fuegos artificiales de placer a través de mí, una y otra y otra vez de nuevo. Mi cuerpo sigue siendo un cable vivo cuando siento a Xavier levantarse y atraerme hacia él. Al principio, no estoy segura de tener la energía para envolver mis piernas alrededor de sus caderas, pero cuando siento su erección contra mí, duro como roca y palpitante, me olvido de todo eso y empujo ligeramente hacia arriba mi pelvis mientras me envuelvo alrededor de él. Cuando me baja lentamente, la punta de su pene encuentra su camino y se desliza fácilmente en mi coño mojado que gotea. Mientras su pene me penetra todo el camino, llenándome por completo, ambos dejamos salir un gemido. Él me apoya para un mejor ángulo, y coloco mis manos en el borde del auto para estabilizarme. Con algo del peso de él, agarra mis caderas y empuja hacia arriba, duro y profundo, mientras tira de mí con 61

fuerza a su pecho. Nuestros cuerpos se funden juntos, y lo siento golpear cada punto dentro de mí, justo donde lo necesito. —Fuiste hecha para mí —dice mientras me penetra una y otra vez, jadeando y gimiendo mientras se mete duro en mí. No puedo hacer nada más que gemir mi placer. Él se mete en mí rápido, luego lento, luego rápido de nuevo, y estoy delirando de lujuria y de necesidad animal. Lo quiero más profundo, más rápido, golpeando la pared trasera de mi vagina con la punta de su pene, cada centímetro de él llenando cada centímetro de mí. Estoy en el lugar donde no puedo contener más mi orgasmo, pero lo siente y se detiene, haciéndome esperar. —No te detengas. Por favor —le ruego. —No lo haré. Sin salirse, nos lleva de vuelta al cofre del auto y me sienta en el borde. Con mis pies todavía alrededor de él, básicamente estoy sentada en su regazo, así que se empuja lentamente hacia arriba y hacia abajo con mi pelvis, rebotando levemente. Gime y me inclina hacia atrás para poder cambiar de posición la pierna y pueda poner su pulgar en mi clítoris. Está sosteniéndome en el aire mientras empujo mis pies descalzos contra el cofre del automóvil y me muevo y giro contra él, montando su pene como si estuviera en una carrera de campeonato. Mientras jadeamos uno contra la boca del otro, intercambiando gemidos tranquilos y susurros, dejo que el placer irradie desde mi centro y me envuelva por completo, todo mi cuerpo electrificado con cada empuje de Xavier. Esto es todo lo que necesité por tanto tiempo, y nunca quiero que se detenga. Cuando puedo decir que está cerca del orgasmo, lo agarro un poco más apretado y me muevo hacia adelante para chupar suavemente el lóbulo de su oreja y suelto una serie de gemidos suaves. Él tiembla bajo mis manos y acelera sus empujes, estirándose para apretar mi clítoris mientras golpea contra mí, y el sentimiento es tan intenso. —Eres perfecta. —Jadea—. Tan jodidamente perfecta. Sus palabras me envían directamente sobre el borde. No puedo contenerme más. Arrastro mis uñas por su espalda con un gemido mientras explotamos al mismo tiempo, finalmente liberando toda la represión sexual y la tensión entre nosotros en un perfecto, alucinante momento.

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Ocho S

olo tengo unas tres horas de sueño después de que Xavier me deja en casa, pero cuando Hailey sugiere un viaje de compras a la mañana siguiente, estoy de acuerdo. Me rehúso a pasar un día libre simplemente durmiendo. Además, logro matar dos pájaros de un tiro convenciendo a Hailey para que revise las lindas boutiques cerca del salón de tatuajes donde la ex novia de Eli, Ava, trabaja. Puede evitar mis llamadas, pero no me podrá esquivar si estoy parada justo enfrente a ella. Lo que no sabía era que la idea de Hailey de ir de compras vendría con burlas despiadadas e interrogación sobre Xavier. —¿Así que es verdad lo que dicen sobre los amantes mayores? — Hailey me da un codazo en el lado. —No lo sé, Hailey. No es tan viejo. ¿Por qué no vas a abalanzarte sobre uno tú misma y me dices cómo es? —¡Oh, vamos! ¡Necesito detalles! Déjame vivir indirectamente. El chico es seriamente atractivo, Nikki. Y estoy atrapada en un hechizo seco. — Hace una mueca. —¿Qué hay de ese gorila en Ultra? Estaba totalmente en ti, y no es demasiado duro a los ojos, tampoco. —No lo sé. —Se encoge de hombros—. Quiero decir, es un gorila. —¡Hailey! ¡Eso es tan malo! Ella ríe y niega. —¡No quise decir eso, chica! Sólo estoy bastante segura de que solo sería una en una larga línea de mujeres en las que ha estado “totalmente metido”. —Bien. —Me detengo mientras examino otra camiseta demasiado costosa—. Creo que no puedo realmente discutir con eso. Sé que hay alguien por ti, sin embargo. Hailey levanta las manos. —Has estado en Miami por un segundo, y consigues al multimillonario atractivo mientras yo me quedo con el jugador musculoso. —Arroja una camiseta hacia mí—. No es justo, amiga. Ambas nos reímos y volvemos a buscar algo decente en los bastidores. Sostengo una blusa azul de botones con puños franceses y le muestro 63

pulgares alternativos arriba y abajo. Hailey me da dos entusiastas pulgares arriba y luego baila a una mesa que tiene pilas de pantalones cortos. Saca un par blanco y me los trae. —Esto sobre tu bikini estará perfecto. Necesitas algo fabuloso, pero informal, así podremos caminar rápidamente cruzando la calle para el almuerzo mientras tenemos un día de playa. —Todavía no puedo superar todo esta cosa de “playa fabulosa”. De donde vengo, un viaje a la playa es una actividad de todo el día y llevas una hielera llena de cerveza y cosas para asar sobre el fuego. —Sí, sí. De donde vienes también hacen café malo, así que olvidemos incluso que existe, ¿de acuerdo? Ahora es mi turno de tirarle la camiseta. Mientras lo hago, mi teléfono suena. Es un texto de Xavier. Envía una descarga de lujuria a través de mi cuerpo que me recuerda que todavía me duele de nuestro sexo épico anoche. Hola guapa. ¿Lista para otro viaje de poca inmersión pronto? —¿Por qué te sonrojas, Nikki? ¿Es tu hombre? —Hailey hace ruido de besos y baila lejos antes de que pueda tirarle todo lo demás. Le devuelvo el mensaje de texto: ¿Esta noche? Él responde rápidamente. Por supuesto que elegirías la única noche en la que tengo planes. Maldita sea. ¿Mañana? Mi respuesta es una palabra. Seguro. Cuando termino, Hailey está en la caja comprando un lindo vestido y pantalones cortos. Tomo mi atuendo de playa “casual/fabulosa” y un par de lindas camisetas y atravieso las mesas para pagar. Me pregunto si a Xavier le gustaré en estas ropas. Mientras la cajera pasa mis artículos, Hailey desliza un brazo alrededor de mí. —Quiero ver esa tienda que está a dos cuadras de aquí. ¿Quieres ir a tu mandado y encontrarme allí o quieres que vaya contigo? —Puedo verte allí. —¿Estás segura? —Sí. Tengo que hacer esto sola. Y estoy bastante segura de que Ava se va a enojar suficiente porque esté allí. —Bueno. Te enviaré un mensaje de texto con la dirección. —Hailey me da un apretón final—. Buena suerte. —Gracias. —Sé que la necesitaré.

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Mientras camino por la puerta del salón de tatuajes, me llama la atención cómo podría ser cualquier salón de tatuajes en cualquier ciudad del país. Imágenes de letras chinas y dibujos de superhéroes se alinean en la pared junto a mí, junto con una gran variedad de relucientes joyas para piercings. Al otro lado de mí hay una variedad de tatuajes de animales, con una amplia selección de retratos de lobo. Es solo una vez que entro al área principal de la tienda que veo probablemente otras mil imágenes, algunas familiares y otras para nada. —Déjame adivinar. ¿Es tu cumpleaños veintiuno, así que quieres celebrar con algo divertido? —El chico en el mostrador no puede tener más de diecinueve. A juzgar por la cantidad de tatuajes sobre él, un buen pedazo de su sueldo se va al negocio. —Buena suposición, pero no. De hecho, ¿quería hablar con Ava si está cerca? —Intento mantener mi voz casual, como si no solo viniera porque estoy desesperada por obtener algunas respuestas. Él me escanea de los pies a la cabeza y aparentemente decide que no soy una amenaza, porque grita el nombre de Ava hacia la parte posterior de la habitación. No toma mucho tiempo para que aparezca. La mirada en su rostro me dice que desearía haberse quedado en la parte de atrás, pero suspira visiblemente y se acerca. Solo la conocí en el funeral de Eli, pero soy golpeada por lo mucho más saludable que se ve. Ganó probablemente veinte kilos que suavizan los bordes duros de su apariencia. Los círculos oscuros y expresión vacía se fueron también. A pesar de que está enojada conmigo, puedo decir que está bien. —Danos un minuto, Mike. —Su tono es autoritario, y recuerdo que mencionó una promoción la última vez que hablé con ella. Espera hasta que el chico se desliza hacia la parte de atrás antes de hablar—. ¿Qué estás haciendo aquí, Nikki? Siento que me sonrojo por su tono áspero. —Lamento aparecer así, pero no contestas mis llamadas, y necesito hablar contigo. —No contestar llamadas generalmente significa que una persona no desea hablar. La miro a los ojos y me quedo parada. Estoy haciendo esto por Eli, y no seré intimidada.

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—Mira, sé que soy probablemente la última persona que quieres ver, pero realmente necesito tu ayuda, Ava. Por favor. Si te importó mi hermano en absoluto... Su expresión feroz me interrumpe. —Por supuesto que me importó. Amaba a Eli. —Patea una de las piernas de la silla en la que se apoya—. Pero se fue. Nada lo traerá de vuelta, Nikki. Esta búsqueda tuya solo está evitando que sigas adelante. Tiene razón, pero eso no quiere decir que esté lista para darme por vencida todavía. —Mira, Ava. Sé que tiene que ser doloroso que hables de él. Pero no tengo a nadie más a quien pueda preguntarle quién estuvo con él al final. Necesito saber qué pasó, si se mezcló en drogas como dijo la policía. Si hay incluso una posibilidad de que esto no fuera un accidente… —Mi voz se quiebra con emoción. —Está bien, Jesús. Detente. —Levanta las manos como si estuviera a punto de alejarme—. Responderé tus preguntas. Pero primero debes saber que honestamente no tengo idea de lo que estaba haciendo al final. Me dejó como un mes antes de morir. Mi boca se abre. —¿Él qué? ¿Por qué no dijiste nada antes? —Eli nunca me dijo que rompieron. No debería haberse guardado eso, pero lo hizo. Ava suspira. —Porque no importaba. Lo amaba y quería darte el pésame. No había ninguna razón para decirles a ti y a tu familia que fue un idiota conmigo al final. —¿Qué pasó? —Ni idea. De la nada, me dijo que se mudaba. Que no podía estar conmigo ya. Dijo que era porque le importaba y no me quería lastimar. Lo que sea. —Patea la silla de nuevo, luego va a sentarse. Se ve derrotada—. Empacó sus cosas, durmió en el sofá, y se fue por la mañana. Le doy un minuto. Cuando está lista para hablar de nuevo, mira hacia arriba. Puedo decir que la actitud está de vuelta antes de que abra la boca. —Pero eso no es lo que quieres saber, terminemos con esto. Haz tus preguntas. Respiro profundamente y me preparo. —¿Estaba Eli vendiendo drogas? Ava mira la pared, sus zapatos, sus uñas, a cualquier lugar menos a mí. Puedo decir que está incómoda discutiendo esto, pero tengo qué saber la respuesta, incluso si no es lo que quiero escuchar. 66

—No creo que estuviera vendiéndolas, pero sé que estaba haciendo alguna cosa. Mensajero, distribuyendo... alguna cosa. Se forma un bulto en mi garganta, pero lo bajo. —¿Por qué dices eso? —Estaba gastando dinero en efectivo todo el tiempo. —Hace una mueca fea—. Tenía este nuevo trabajo misterioso, trabajando hasta tarde todo el tiempo, un auto nuevo de lujo... ¿qué más podría ser? Eli no podría haber conseguido ningún trabajo regular pagando así. Saco mi teléfono y levanto la foto de Eduardo. —¿Alguna vez lo viste con este chico? No vacila cuando le muestro la foto. —Sí, todo el tiempo. Siempre estaban trabajando. Alguien lo recogía y dejaba a Eli a veces. Ese es el tipo estaba en el auto la mayoría de esas veces. —¿Alguna vez lo conociste? —Una vez. Él y algunos otros chicos dejaron un paquete. Eli lo mantuvo junto a él toda la noche y la mañana. No me dijo nada al respecto y se enojé cuando no dejaba de molestarlo. —Pasa una mano por su cabello y toma una respiración profunda—. Cuando llegué a casa de trabajar al día siguiente, no estaba allí. El paquete se había ido. Le pregunté sobre él esa noche cuando llegó a casa, y me dijo que nunca más le preguntara sobre eso. Entonces no lo hice. —No es que no te crea. Sí, lo creo. Es solo... que no me puedo imaginar a Eli involucrado en drogas. Quiero decir, ser atrapado con un porro, seguro, pero ¿tráfico? De ninguna manera. Esto no tiene sentido. —Hubiera dicho Eli que estaba con teléfono—. Eran dos mucho antes que ese

lo mismo antes. ¿Pero el Eli del que me enamoré y el tipos como ese chico? —Hace un gesto hacia el gentes completamente diferentes. Nuestro Eli murió choque de auto.

Toda la evidencia parece apuntar en una sola dirección. Eli estuvo involucrado en el tráfico de drogas. Mi cerebro no puede comprenderlo, pero no puedo negar la abrumadora cantidad de información que lo demuestra. El médico forense, todas las sombrías personas en el club en el que trabajó, Eduardo, Ava hablando sobre su comportamiento... Y aun así todavía no puedo creer que Eli estuviera realmente involucrado en ese tipo de cosas. El tráfico de drogas no son tonterías estúpidas en la escuela o tropezar borracho por la acera. Es una actividad criminal dura. 67

Quizás no conocía a mi hermano en absoluto. Entro en la tienda a la que Hailey le quería echar un vistazo, mis sentimientos en un punto bajo. Solo quiero irme a casa. Pero Hailey está charlando con alguna mujer, entonces mi escape está en pausa. Luego veo con quién está hablando, y estoy muy agradecida de que Hailey sea una gran platicadora. Es Kayla, la mujer que conocí en el Club Ultra. Kayla me ve antes de que pueda decir cualquier cosa. —¡Tenía la esperanza de encontrarme contigo, Nikki! ¿Cómo te va? —Um... bien. ¿Qué estás haciendo aquí? —Igual que tú. Necesito terapia de venta minorista. —Mira a Hailey—. ¡No puedo creer que no supiera que ustedes dos eran amigas! —¿Cómo se conocieron? —pregunto. Kayla sonríe. —Hailey y yo nos conocimos en ese restaurante al que solía ir mucho, donde solía ser anfitriona. No estás más allí, ¿verdad? Hailey asiente. Kayla continúa: —Es una pena que no pudiera verla en el club la otra noche. —Sí, bueno, no estuve allí por mucho tiempo. Deberíamos planear un día de compras. ¿Conoces ese centro comercial al aire libre que acaban de abrir el mes pasado? He estado muriendo por ir. —Hailey se gira hacia mí—. ¿Estás dentro, Nikki? —Seguro. —Oh, entonces Nikki —dice Kayla, con burla en la voz—. Dejaste una bastante buena impresión en Eduardo la otra noche en el club, por cierto. Estaba preguntando si alguna de nosotras te conocía. Finalmente, un poco de buenas noticias. —Bien, nos dimos cuenta la otra noche que soy la mujer perfecta para él. —Le disparo a Hailey una mirada, esperando que se quede callada—. Debe haber estado destrozando Miami para buscarme. —Me río, y las otras se unen a mí. —¿Qué te dije? —Kayla sonríe—. Sabía que los chicos te notarían en no mucho tiempo si te quedabas. Obtendrás una invitación al V.I.P. la próxima vez que estés allí, por supuesto. —No me dejes atrás cuando estés viviendo la vida glamorosa, Nikki. —Hailey está jugando, y me encanta por eso—. No quiero pasar los viernes por la noche solo con Ben y Jerry.

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—Hablando de vida glamorosa, deberían venir al puerto después, chicas. Habrá una fiesta asesina esta noche. —Saca su teléfono—. Denme sus números y les enviaré un mensaje de texto a ambas con los detalles. Comienza muy temprano así que podrán tomar un poco de sol y estar en el agua al atardecer. —¿En el puerto deportivo? —pregunta Hailey. —Sí, Eduardo da las mejores fiestas en su yate. Estará encantado de verte de nuevo, Nikki, y tal vez saquemos a Hailey de su caparazón antifiestas. Estoy dentro. Finalmente. Ahora solo tengo que conseguir a Eduardo solo, así podré descubrir cómo hacerle preguntas sobre mi hermano.

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Nueve K

ayla dijo que era fabuloso en la playa, entonces Hailey insiste en que use mi nuevo atuendo sobre mi bikini turquesa. Tengo que admitir, que me gusta la idea de ir de fiesta sin estar tan arreglada. Un poco de maquillaje ligero, brillo y sal de mar para ondular mi cabello, y estoy lista para ir. Hailey lleva sus pantalones cortos también, con una túnica de estilo bohemio que tiene bordado el cuello. Nos encontramos con Kayla y sus amigas Myka y Sasha en la entrada principal para que puedan caminar con nosotras al embarcadero. Estoy feliz de ver que las tres tienen puesto algo similar a lo que Hailey y yo estamos usando. Estaría bastante perdida sin Hailey para decirme quién es quién en esta ciudad. —¿Algo que deberíamos saber antes de subir a bordo? —pregunta Hailey. —No realmente —responde Sasha—. Es bastante relajado. Los chicos son geniales. No las presionarán para emparejarse o algo. Eso nunca ha sido un problema. Creo que solo les gusta hacer fiestas y ver chicas guapas. —Entonces, ¿no vamos a esperar agradar... o darles servicio? —Venía por completo preparada para besarme con Eduardo si necesitara hacerlo, pero no quería acostarme con él. Y definitivamente no quería que Hailey se sintiera presionada para engancharse. Kayla se ríe. —No, en absoluto. Somos un poco como una mezcla de hermanas y chicos groupies. Si hay alguien que quiera conectarte, puedes hacerlo, pero no se espera. Estamos realmente allí por compañía y por los ojos dulces. Mientras caminamos hacia la rampa de embarque, mi teléfono vibra en mi bolsillo. No puedo esperar a verte mañana, sexy. ¿Saldrás esta noche? Respondo con una mentira. Odio ser deshonesta, pero Xavier no necesita saber algo sobre mi actividad extracurricular. Nop. Será Netflix y pizza para mí. Estoy ahorrando mi energía para alguien especial. Mentirosa. Su respuesta me hace reír. 70

Hailey me mira con curiosidad pero asiente cuando una gran sonrisa cruza mi rostro.

Subimos la rampa para abordar el yate, y tengo que admitir que estoy volada. Parece algo salido de un video musical. El yate es enorme. Hay meseros uniformados que llevan bandejas de aperitivos y dotación de pequeños bares establecidos en cubierta. Eduardo incluso contrató a un D.J. para la noche y el bajo de los últimos éxitos del club ya está vibrando en mi pecho. Alguien hace un anuncio de que zarparemos en cinco minutos, y las chicas y yo nos movemos al frente al barco para poder mirar la vista. Estoy feliz de ver a tantas otras mujeres y hombres mezclándose en la cubierta. A pesar de las pocas mujeres capturando algo del sol de la tarde en una sección de la cubierta, me recuerda más a jóvenes mezclándose que a un montón de traficantes de drogas festejando. Definitivamente no es lo que esperaba. Mientras las otras van a tomar bebidas, me dispongo a buscar a Eduardo. Me muevo por la multitud haciendo agradable pero breve conversación. Tengo trabajo qué hacer y no me puedo distraer. Reconozco a un hombre del club yendo dentro del barco, así que lo sigo. Eduardo y sus chicos V.I.P. están platicando en la esquina de una gran sala. Una pequeña pelea de boxeo está en la gran pantalla de T.V., y media docena de cubos con champaña salpican la habitación. —¿De dónde vienes? —La voz viene detrás de mí y es gruesa con acento latino. Podría escuchar de él en la guía telefónica. Me vuelvo para encontrar a un hombre de unos cuarenta años, bien vestido y elegante que solo viene con el dinero. Podría ser unos veinte años más grande que yo, pero es un hombre maravilloso. Mi voz sigue siendo ligera, coqueta. —Solo deambulaba. Realmente deberías ser mejor comprobando quién se sube a tu barco. —Cariño, si todos se parecen a ti, los dejaría subir a todos a bordo. Pero entonces de nuevo, no es mi barco. —Sonríe y extiende la mano—. Soy Marco. —Nicole. —Tan pronto como mi nombre sale de mi boca, me pregunto si debería haber usado uno falso. Pero ahora es demasiado tarde. Necesito mejorar en este trabajo de detective.

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—Es un placer conocerte, Nicole. Tengo que hablar con alguien de allí, pero te encontraré más tarde. Necesito saber al menos un poco sobre todas las mujeres en el barco. —¿Y por qué? —Porque nunca se sabe quién podría ser la futura señora Marco, cariño. No puedo evitar reírme de eso, pero estoy agradecida cuando se va. Eso me deja concentrarme en Eduardo, quien acaba de tomar una llamada en su celular. Se excusa y camina hacia la escalera. Canalizando mis mejores habilidades de vigilancia, lo sigo así puedo acorralarlo tan pronto como termine su llamada. Se mueve más adentro de la escalera y tengo que apoyarme contra la puerta para poder escucharlo. Me arrodillo para parecer que estoy arreglando mi tacón, mientras escucho a escondidas. Está tranquilizando a alguien, pero entonces mi sangre se congela. —Estás preocupado por nada. Eli sabía lo que sucedería. Se queda en silencio mientras la otra persona habla. No puedo escuchar nada más que murmullos en ese lado de la conversación ya que no estoy muy cerca. Mis pensamientos se mueven a un kilómetro por minuto. ¿Puede estar hablando de mi hermano? —Fue un trabajo limpio. Quienquiera que haga preguntas no sabe nada, jefe. Lo prometo. Jefe. ¿El Jefe? —No te preocupes, lo hicimos limpio. ¡Qué mierda! Sus comentarios me hacen tambalear. Es cierto. Eli fue asesinado. Y el Jefe estaba detrás de eso. Averiguar la verdad no me hace sentir mejor. De hecho, me hace sentir nauseabunda. Tengo que salir de aquí. No es seguro. Me muevo hacia atrás a través del bote y voy arriba tan rápido como puedo sin atraer atención sobre mí. Tengo una abrumadora necesidad de bajar del barco, pero eso no sucederá. A mi alrededor, puedo sentir a las personas tensarse. No son solo los hombres revisando sus teléfonos o lanzando ojos por todo el lugar. Incluso las mujeres están teniendo cuidado extra al tocar su cabello y maquillaje. Ahí es cuando me doy cuenta: Todos están esperando que llegue el Jefe. Y tienen miedo. Las respiraciones profundas comienzan y se calman un poco. Le pregunto a una de las meseras si tienen cerveza de jengibre, y va y me da una. Mi mente está girando fuera de control con las noticias. El Jefe mató a mi hermano. Mi hermano fue asesinado. Mi hermano, el narcotraficante. 72

Es como quedar atrapada en una mala película mientras estás en la silla del dentista para un tratamiento. Demasiado tarde para hacer algo al respecto ahora. Asesinado. Pobre Eli. No importa en qué estaba metido, no se merecía eso. Y por alguien en la misma organización. Alguien que estaba en este mismo bote. Mi estómago se revuelve, pero no del movimiento del bote. No conozco a estas personas. Ni siquiera a Kayla. ¿Quién más además de Eduardo estaba metido en eso? ¿Quién más sabía que mi hermano sería asesinado? ¿Y qué me harán si se enteran de quién soy? ¿O lo duro que estoy buscando respuestas? Pero luego vuelvo a repetir la conversación de Eduardo: Ya saben que alguien está cavando en el pasado de Eli. Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de una lancha rápida acercándose. Desearía poder pedir que el bote me llevara de vuelta a la orilla, pero eso se vería enormemente sospechoso. Noto que Eduardo camina hacia el área donde la lancha rápida se detiene. Ayuda a un hombre a subir a bordo, pero no puedo ver el rostro de la persona. Está vestido casualmente en una camisa abotonada con las mangas enrolladas, exponiendo bronceados, antebrazos claramente definidos. —Hola, jefe. No tenías que venir todo el camino hasta aquí. Jefe. Eso es todo. El Jefe. Finalmente veré el rostro del hombre que mató a mi hermano. Pero nada puede prepararme para lo que veo cuando Eduardo y el hombre se mueven a la luz. Es Xavier.

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The Scene II

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Roxy Sloane Roxy Sloane es una adicta al romance con una mente sucia. Vive en Los Ángeles y le encanta escribir historias sexys y complejas sobre cómo superar los límites y arriesgarlo todo. Sitio webhttp: //www.roxysloane.com Twitter: Roxy_Sloane

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