PRIMERA HOJA DE LA ROSA BLANCA
“No hay nada más indigno para un pueblo civilizado que dejarse gobernar sin oponer resistencia por una pandilla de tiranos irresponsables rendidos a sus más bajos instintos. ¿No es cierto acaso que hoy día todo alemán honesto se avergüenza de su gobierno? ¿Quién sospecha la dimensión de la humillación que recaerá sobre nosotros y nuestros hijos cuando alguna día se descorra el velo que cubre nuestros ojos y salgan a la luz los más espantosos e infinitivamente descabellados crímenes? Si el pueblo alemán en su esencia más profunda está ya tan corrompido y hundido que, sin mover un dedo, confiando de modo insensato en una legalidad dudosa de la historia, abandona lo más elevado que posee el hombre, aquello que lo alza por encima de cualquier otra criatura, a saber, su libre albedrío; si abandona entonces la libertad del hombre de poder por sí mismo intervenir en la rueda de la historia sometiéndola a su juiciosa decisión – si los alemanes están tan desprovistos de toda individualidad, se han convertido ya en una masa tan insustancial y cobarde, entonces sí, se merecen su hecatombe.
Todo el mundo es culpable
¡La Rosa Blanca no os dejará tranquilos!