Reencuentro Con Kollahuara2009

  • May 2020
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PALABRAS PARA EL REENCUENTRO Fue en Septiembre de 1986, es decir hace 23 años, y después de una presentación en el mítico Café del Cerro de Santiago de Chile, cuando decidimos guardar los instrumentos “por un tiempo”, debido a las complejas circunstancias laborales de esa época. Esto porque desde la fundación del grupo, allá por 1972, hemos privilegiado siempre nuestros quehaceres profesionales por sobre el trabajo musical, política que, si bien ha perjudicado el desarrollo profesional de nuestra agrupación, nos ha permitido hacer la música con entera libertad, sin condicionantes comerciales ni de ningún otro tipo. Y, cuando muchos pensaban que nuestro grupo ya era parte de la historia, hemos vuelto a tomar los instrumentos y aquí estamos otra vez, con el pelo entrecano acusando el paso de los años, pero con el mismo entusiasmo de entonces, preparando un manojo de canciones para reencontrarnos con ustedes, en ese mágico diálogo que se crea cuando recorremos juntos la maravillosa geografía humana y musical de nuestra América morena. Hubo, sin embargo, un quiebre de ese largo silencio en 1992, cuando nuestro grupo cumplió 20 años de vida, ocasión en que, dejando un poco de lado nuestras actividades habituales, nos dedicamos durante un par de meses a recuperar nuestra música, para celebrar ese aniversario con un concierto que reuniera a todos los integrantes del grupo, tanto de Chile como de Bolivia. Así fue como llegaron nuestros hermanos desde ese querido país, a compartir durante una semana no sólo la música que nos une, sino también la amistad, los recuerdos y los gratos momentos del reencuentro con los amigos y nuestro público de siempre, los que repletaron el auditorio del Liceo Manuel de Salas. Muchas cosas han cambiado en 23 años en el mundo, en Chile y en nosotros, sin embargo no hemos perdido la capacidad de soñar, y seguimos luchando contra nuestros propios molinos de viento, creyendo que algún día las esperanzas de ese pueblo que nos ha nutrido con su música y sus sentimientos, serán escuchadas por quienes ostentan los poderes político y económico. Y, en nuestra condición de trabajadores de la cultura, tampoco hemos perdido la necesaria consecuencia para solidarizar a todo evento con esos pueblos que hemos recorrido, recogiendo la savia indispensable para cantar por ellos y también para hacernos parte de sus penas y esperanzas. Ese es un compromiso inextinguible e intransable que asumimos con toda la honestidad y el respeto que ellos merecen. Muy a nuestro pesar, nuestro grupo no estaba activo cuando en 1989 recuperamos la democracia, sin embargo nos sentimos partícipes de esa gesta, a la que habíamos contribuido con nuestro trabajo desde marzo de 1974, cuando EMI publicó nuestro primer disco, hasta mediados de 1985, cuando Alerce editó nuestro cuarto disco, “Runamanta”. No estuvimos sobre los múltiples escenarios que para esa fiesta se levantaron a lo largo del país, pero otros grupos lo hicieron por nosotros, y con ellos cantaron todos los pueblos originarios de esta América del Sur y todos los hombres y mujeres de mil ciudades y poblados. Porque era una fiesta no sólo de nuestro país: toda nuestra América mestiza celebraba con nosotros. Y estaba, naturalmente, el pueblo de Chile que acudió en masa a escuchar a sus

músicos, aquellos que regresaban a la patria y aquellos que habían resistido dentro de ella, sin abandonar jamás la esperanza y sin renunciar a ese sueño que nos empujaba a seguir cantando. Y hoy, habiendo transcurrido casi 20 años desde esa histórica fecha, vemos cómo el idealismo de esos tiempos se ha ido perdiendo y cómo los afanes económicos han ido reemplazando los verdaderos objetivos del trabajo de la gente de la cultura. Sin embargo, aún hay grupos que mantienen sus principios y siguen luchando por esos nobles ideales, apoyando con su trabajo la promoción de la cultura popular, y a través de ella la consolidación de la democracia. Pensamos que recuperar el valor intrínseco del canto popular latinoamericano, más allá del sentido utilitario que tuvo alguna vez, va a ayudar a los chilenos a conocer mejor su país y su cultura, y a estrechar lazos de amistad y solidaridad con todos los pueblos hermanos, para enfrentar unidos las eventuales aventuras antidemocráticas del futuro y también la imparable globalización de la economía de mercado, respaldando decididamente las organizaciones regionales que se han creado con este fin. Un buen ejemplo de esto es la actual crisis de Honduras, en la que todos los países del área han solidarizado férreamente con el destituido presidente, dando a la región y al mundo un claro mensaje de cuánto valoramos la democracia, porque ya sabemos lo que significó no tenerla, y también sabemos lo que costó recuperarla. Y hay un par de pueblos que también están consolidando su democracia y que constituyen un ejemplo para toda la región: Ecuador y Bolivia han tomado las riendas de su destino y se han enfrentado a los poderes económicos de siempre para recuperar su dignidad y su patrimonio, valores vulnerados por siglos por quienes aún se aferran a sus mezquinos intereses. Hoy estamos junto a esos pueblos, que en este momento se juegan la posibilidad de un futuro con mayor justicia y equidad. Estaremos siempre junto a los pueblos que exigen respeto por sus territorios, su individualidad y su cultura, como es el caso del pueblo mapuche y de las etnias de la Amazonía, amenazadas éstas últimas por las petroleras, los latifundios y las grandes madereras. Porque la dignidad del cada ser humano es algo que no se vende. Porque la dignidad de una nación no tiene precio. A la voracidad de las transnacionales opondremos la música de los ríos libres de represas, la música de los infinitos pájaros de la selva y la música del viento cruzando las alturas y los cañaverales. A la deshumanizada economía de mercado opondremos el humilde canto de los pueblos a la naturaleza que los acoge y sustenta, y al amor que ilumina sus espíritus. Esa es la luz que alumbra nuestro sencillo trabajo. Santiago, Agosto de 2009

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