LAS PROMESAS DE DIOS
Dios pone sueños en nuestras vidas. Pero, hay un “Proceso” que debemos conocer y que estos sueños se convierten en una meta. ¿Que quiero decir?... fácil. Todo parte por un sueño y, como dicen algunos, si eres un flojo y/o un vago, ahí nada mas se quedarán, en sueños. Pero, si eres constante y trabajador en ello, tus sueños se convierten en metas por alcanzar que con esfuerzo y sobre todo paciencia... insisto, mucha paciencia, verás que serán realidad. Pues bien, ahora, conoceremos un poco de este proceso con 3 personajes bíblicos… José, “El Soñador” (Génesis 37:19), hijo de Jacob y Raquel. Siendo de 17 años, lleno de sueños, no se le hizo fácil la vida. Pongámonos un minuto en su lugar y analicemos lo siguiente: Dios le mostraba que él junto a sus hermanos ataban manojos en medio del campo y luego su manojo se levantaba y estaba derecho, y que los manojos de sus hermanos estaban alrededor y se inclinaban al de él (Génesis 37:7). Seguidito de eso, sigue Dios tratando con él y le muestra que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban ante él (Génesis 37:79). Esto ya fue la locura mas grande, no solo para sus hermanos que a esa altura ya hervían de envidia, sino para su propio padre Jacob, que en una clara muestra de orgullo le dice: “¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?” (Génesis 37:10). Que fuerte fue para José ver que luego de esto sus hermanos conspiraron contra él. Pero aún más perplejo lo debe haber dejado el hecho de no entender como Dios le decía que iba a ser “alguien” y por lo visto todo indicaba que iba a ser “nadie”. Es decir, en que momento se verían sus ojos el cumplimiento de la promesa de Dios en su vida. Pero aquí viene lo que el escritor nos dice y que José a lo mejor no lograba ver, pero si creer y esto es la clave, es la llave para abrir la puerta de la esperanza a las promesas de nuestro Señor: “PERO JEHOVÁ ESTABA CON JOSE” (Gen. 39:21). ¡Esa es la llave para entender que Dios nos da sus promesas! y, aunque todo esté contra estos planes de prosperidad que Él tiene para nosotros, Dios está con nosotros... Luego de eso, a José, definitivamente le llovió sobre mojado: la acalorada mujer de Potifar, la cárcel y el encuentro con el panadero y el copero, pero… de lo mas bajo, Dios lo levantó con Poder y Autoridad y al verse siendo el segundo en Egipto luego de Faraón, con los años entendió el propósito y el “Proceso” de Dios en su vida. Hay algo fundamental que debemos entender. Debemos guiarnos por el tiempo de Dios (kairos) y no por nuestro tiempo terrenal (kronos). Eso es prioritario. Ahora, estudiemos un poco de Moisés. A diferencia de José, Dios mismo se le apareció en forma de fuego y le presenta los proyectos que tiene para él. Pero la vida de Moisés nos da una enseñanza tremenda: los primeros 40 años de vida, él era “alguien”; los siguientes 40 años él era “nadie” y los últimos 40 años son los que Dios nos enseña lo que puede hacer con “Alguien” que no es “Nadie”. Liderar una nación de más de 2.000.000 de personas en aras de su libertad (para este caso puntual). Moisés tuvo que pasar un tiempo de “Proceso” en el desierto y lograr reconocer que no era nadie. Y por último, tenemos el caso de nuestro propio Salvador: Jesús. Él crecía como cualquier niño, mas tarde adolescente. Él sabía que sobre si había una promesa tremenda y resulta que corrían los años y literalmente… no pasaba nada. Pero este joven no perdía el tiempo creyendo solo en esa promesa. La Biblia nos comenta diciendo que el niño crecía y se fortalecía, y se “llenaba de sabiduría” y la gracia de Dios era sobre él (Lucas 2:40); Esa es la clave: se llenaba de sabiduría, es decir, se estaba preparando y capacitando en este “Proceso” entre la promesa y su cumplimiento. Pero, este tiempo de proceso es difícil llevarlo. No vemos por que lado realmente se cumplirá la promesa, ¿verdad?. Pero, ¿Qué hacer en este “Proceso”? “Dios nos quiere usar y debemos estar constantemente preparándonos”. Así es el proceso, entender que sin Dios nada somos. Humillarnos ante nuestro Señor para que muera en nosotros toda clase de orgullo o cualquier tipo de insinuación de nuestra carne que nos lleve a robarnos la Gloria que para nada nos pertenece. Primero debemos conocer lo amargo para disfrutar lo dulce,
debemos llorar para saber lo que es la alegría, debemos ser nada para que Dios sea Todo… debemos humillarnos para que Dios crezca y, en nuestras debilidades, Dios se engrandece. “Mas de Cristo y menos de mi”. Como José debemos ser pacientes y huir de las tentaciones; como Moisés, necesitamos ese tiempo en el desierto para conocer más a Dios y como nuestro Maestro, debemos estar preparándonos y capacitándonos para cuando Dios de fiel cumplimiento a sus promesas. Claves:
1. José 2 .Moisés 3. Jesús
: Ser pacientes y huir de la tentación. : Reconocer que nada somos. : Constante preparación y capacitación.
Dios quiere que entendamos, al igual que José, Moisés y nuestro Salvador Jesús, que aunque Él nos haya prometido grandes cosas, y resulta que a diario no vemos ninguna pequeña luz de esperanza por donde se vaya a llevar a cabo esta promesa, comprendamos que hay un “Proceso” de preparación. Quiero que entiendas, que pase lo que pase, venga lo que venga, digan lo que digan… Dios es fiel en sus promesas y que “JEHOVA ESTÁ CON NOSOTROS”. Debemos estar constantemente preparándonos: leyendo la Biblia, haciendo constante oración, cantando cánticos y alabanzas a nuestro Señor, reunirnos unánimes en la Casa del Señor junto a nuestros amigos y hermanos. Debemos pedir el carácter de Dios.. pero... ¿como es Dios?... Jesús nos enseña: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt. 7:16)... ¿sabes cuales son los frutos de Dios?: "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gal. 5:22-23). Y sigue el apóstol enseñándonos sobre todo a nosotros como jóvenes: "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gal. 5:24-25). El fin de todo el discurso leído es este: Cuando Dios vea que hemos procurado con diligencia presentarnos ante Él como obreros aprobados, que no tenemos de qué avergonzarnos y que usamos bien la palabra de verdad (2Tim. 2:15), entonces abrirá las ventanas de los cielos y derramará sobre nosotros bendición hasta que sobreabunde. "Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" I Timoteo 4:12