Canción de la ceiba y el arroyo
(Augusto Blanca) Si alguna vez vuelvo sediento y me vuelco en ti buscando, ansioso, los mil caminos que siempre he encontrado, bríndame toda la felicidad. Si alguna vez vuelvo deprisa y la noche está mucho más fría, y si mis ropas se han humedecido, sécalas pronto para no morir. Si alguna vez mi canto es leve y al susurrar la melodía descubres que me está sangrando el corazón, ven y ayúdame, que de sobra sabes de las mariposas, sabes los misterios de todas las cosas, sabes que la ceiba cuando se enamora, sabes que su sombra se agiganta más, sabes que la ceiba cuando al fin florece da al viento sus hijos que juegan al sol para ir a morir. Si alguna vez mi canto es leve y al susurrar la melodía descubres que me está sangrando el corazón, ven, y ayúdame, que de sobra sabes de las mariposas, sabes los misterios de todas las cosas, sabes que el arroyo cuando se enfurece, sabes cómo crece, cómo crece más, sabes que el arroyo cuando crece y crece aumenta sus ganas por llegar al mar para ir a morir allí.