Sergio Valenzuela U. Rosario Perfil propio PerfilándoME “Siempre que se hace una historia se habla de un viejo, de un hombre o de sí, pero mi historia es difícil, no voy a hablarles de un hombre común, haré la historia de un ser de otro mundo”, ¡de mí mundo! Pues sí, esta es una historia de sí o más bien de mí. Sí, de mí mismo. Sin embargo, lo haré en tercera persona para que mi modestia no afecte la descripción. 1.58 centímetros, según un metro mal cuadrado, propiedad de la registraduría general de la república; cabello negro, no largo pero tampoco corto; tez morena, ojos café oscuro y unas cejas pobladas que denotan una lejana ascendencia árabe casi extinta a través de las generaciones, son algunas de las características esenciales de su fenotipo. Así mismo, la espalda algo ancha para su estatura, permite adivinar una suerte de rutinas de ejercicio que se perdieron hace tantos años que ya ni él puede recordar. La poca estatura muestra parte del linaje familiar algo liliputiense, pero con mucha verraquera. Primer hijo de la tercera hija de Doña Ana. Mujer ejemplar, quien a pesar de los problemas familiares acarreados por un politiquero (que por su propia boca se propinó la muerte) – su esposo-, lidió con tres hijas en un ambiente frente nacionalista y machista como un putas. ¡Ella sola! Retomando, de ambiente humilde en su infancia y desarrollo escolar algo tormentoso, creció Sergio Valenzuela. Bogotano, de chocolate a las cinco de la tarde, pero con raíces vallunas que relucen cada vez que se acerca a ellas de forma espacial o por la salsa. Asistió al colegio, los cartones lo demuestran. Pero éste le enseñó más de la vida que de química o física. Alumno poco destacado académicamente por faltas a nivel disciplinario. Además, en muchas aulas no se premia la labor personal, sino la hipocresía que ocupan tres páginas de tarea. A fin de cuentas, como dice Bernand Shaw a través de Facundo Cabral: “Mi educación era muy buena hasta que me la interrumpió el colegio” Ahora bien, Sergio, como todas las personas no se puede tratar de encasillar. Para muchos es un hijo, propio o de alguien más; un amigo, propio o de alguien más y una persona de matices y arrebatos. Amante de la música y la literatura, admirador ferviente de las mujeres y alguien impulsivo por sus propios vicios y pasiones.