Pelota muerta Esteban Abarzúa Las Últimas Noticias 6 de abril de 2009
Chu-Chuuuuú: lo que te perdiste, Mauricio Israel
Me subo al carro de la victoria y pienso en Locutín Santibáñez, porque él siempre decía “aún es tiempo de subirse”. Nada más entrar, veo al Loco Bielsa, emputecido con su panel de mandos: hay un desperfecto en la pantalla número catorce: la que muestra a los que van colgando. “Carajo”, dice Bielsa, mientras golpea el vidrio con la mano abierta, y luego, dirigiéndose al Profe Bonini: “¿Ya están todos? Paaaaartimos”. Hace sonar el chu-chu. Avanzo por el pasillo. En el primer asiento está el Pato Yáñez preguntándole a Nacho Valenzuela cuánto cobraba Caszely por comentar los partidos de la Roja. En la fila del frente, también
adelante, están Livingstone y Carcuro, que se pone de pie para decir “permiso, Sapito, voy al baño”. Sigo, porque atrasito aparecen Ochoa y Schiappacasse. El Polaco, mirando con la ceja derecha levantada, no está seguro de estar donde está, mientras que Aldo declara encontrarse “particularmente” interesado en llevar los movimientos de Bielsa a una pizarra, cosa que según él nadie ha hecho en Chile, justo cuando se les acerca Toño Prieto con cara de primicia. “Lo sé tooodo, tooodo, tooodo”, les dice, aunque no sabe dónde diablos se metió Cumsille. Por ahí también se ve Juan Cristóbal “Estamos adentro” Guarello (cuidado con el doble sentido) al lado de Solabarrieta, que transa con el Chico Díaz la propiedad de la frase “no estamos soñando, es verdad”. De pronto, me topo con una cara familiar. Es Felipe Bianchi, que anda vendiendo su “cafeeé, cafeeé”: fue el primero en instalar su negocito en el carro de Bielsa. Se le ve radiante. Por si acaso, anda con Alejandra Díaz, que le ayuda a cargar los vasos y las cucharas de plástico. Milton Millas y el Caco Villalta les compran dos, bien amargos, tratando de correrse del lado de Danilo Díaz y Lucho Urrutia, quienes llevan días enteros explicándose mutuamente el cambio de Colocho Iturra en el empate contra Uruguay. Supongo que por ahí andarán los espíritus del Gordo Campusano, porque Chile “trepa, trepa, trepa”, y Julio Martínez, ya que hay algo de “justicia divina” en todo esto. Hasta Míster Huifa debe haberse dado una vuelta para tomar apuntes en sus servilletas de papel. A vuelo de pájaro, veo a todos los que tienen que estar. El Gordo Mella, Hans Marwitz y Rodrigo Sepúlveda. Rodrigo Herrera, Claudio Palma y Pancho Mouat. Y muchos más. Una voz estridente, que parece ser la voz colosal de Carlos Alberto Bravo, pide silencio y nos invita a rezar, al unísono: Marcelo nuestro que estás en el cielo, santificado sea el Mundial, blablablá, no nos dejes caer en el chaqueteo y líbranos de prestarle plata a Mauricio Israel. Amén. Estoy a punto de pagar por un café cuando me despierto. Es una pesadilla, por suerte.