En Las Minas De Potosí.docx

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EN LAS MINAS DE POTOSÍ Prácticamente no queda nadie en el mundo que, tras el incidente de los 33 mineros que quedaron atrapados bajo la tierra en Chile, no conozca del sacrificio y el peligro al que se someten los trabajadores mineros en la actualidad. Imaginemos, por un instante, todo ese sacrificio y peligro hace más de cuatro siglos atrás, cuando las modestas medidas de salubridad y protección actuales no existían. Cuando el trabajo libre y los derechos de los obreros no figuraban ni en la ficción. Cuando aún se dudaba en considerar epistemológicamente a los aborígenes como seres humanos o como bestias de otra especie. En ese mundo, desconocido por los incas, existía una pila de plata llamada Potosí. En quechua poseía un nombre muy distinto al europeo, Sumaq Urqu lo llamaban, y significaba “cerro hermoso”. Los europeos lo único que vieron fue la oportunidad de obtener riqueza, y lo apodaron Cerro Rico. Potosí se trataba de una verdadera montaña de plata, que fue descubierto por casualidad a más de 4.000 metros de altura. A pesar de la tremenda altura, la falta de oxígeno, las bajas temperaturas, y la ausencia de cultivos, los europeos desarrollaron allí una auténtica ciudadque, en 1580, sería, con sus 120.000 habitantes nativos, criollos, y europeos, la más grande de América, e incluso del imperio que ostentaba España. Al principio, las minas de plata experimentaban una baja productividad a causa del bajo nivel técnico de explotación, pero cuando un minero alemán divulgó el procedimiento de la amalgama, los beneficios se dispararon. En vez de tratar el mineral de plata con carbón vegetal para reducirlo (lo cual producía un gasto enorme de combustible con un rendimiento mediano) se lo combinaba ahora con mercurio, del cual se abastecía España en sus minas de Almadén, y en América, a partir de 1570, con el yacimiento descubierto en Perú, en Huancavélica, cuya explotación intensiva iba a la par de la de Potosí. A partir de entonces, la producción de plata aumentó en enormes proporciones. Mientras que hasta 1530 América había exportado a Europa casi exclusivamente oro, en los 30 años siguientes, la proporción cambió por completo, y la plata representaba el 99% de los metales preciosos enviados. Para transportar esa cantidad industrial de plata, se creó un sistema de transportes que resultó ser muy conveniente para los inversores. Los metales preciosos de otras zonas eran extraídos por empresas privadas, luego fundidos en los talleres de la Corona (que se quedaba con un porcentaje), transportados a los puertos y enviados a Europa. Pero para transportar la plata de Potosí, era necesario un mayor esfuerzo. El itinerario era complicado: el mineral, llevado al puerto de El Callao, era transportado desde allí por la flota del océano Pacífico hasta Panamá. La travesía del istmo se efectuaba mediante caravanas de mulas rehuyendo las costas para evitar asaltos. La carga se embarcaba entonces en el océano Atlántico donde era trasladada en convoys protegidos hasta el puerto de Sevilla y a la Casa de la Moneda. Pero el verdadero “problema” (desastre, para la población local) fue la mano de obra de las minas. El rey de España impuso el trabajo obligatorio a los indígenas del Perú, aduciendo que era el sucesor del emperador inca. Los pobladores del Perú eran trabajadores, pero de sus propias tierras. Ahora, el rey de España, los obligaba a ir a trabajar a las minas para extraer la plata de Potosí que España necesitaba. Este trabajo era agotador y malsano, y equivalía para los hombres obligados a ir a la mina a una condena de muerte a plazo fijo. En apariencia, el trabajo de la búsqueda de pepitas de oro era menos duro, pero también trajo destrucción a la comunidad indígena, ya que provocaba un progresivo despoblamiento de las Antillas (como se trataba de un trabajo sencillo y no tan mortal como el de las minas, se empleaba en dicha labor a las mujeres, lo que provocó un descenso brutal en la natalidad de la población nativa). Pronto se manifestó el conocido fenómeno de la despoblación indígena: la represión de las resistencias y revueltas, los malos tratos de que eran víctimas, las minas, las nuevas enfermedades que trajeron los europeos, la desestructuración de la dinámica poblacional, diezmaron la población local: la destruyeron. Fuentes: Assadourian, Carlos Sempat, “Potosí y el crecimiento económico de Córdoba en los siglos XVI y XVII” / Venard, M.: Los Comienzos del Mundo Moderno, siglos XVI y XVII, El Mundo y su Historia, Argos. / Juan Carlos Garavaglia, Juan Marchena Fernández: América Latina de los orígenes a la Independencia, 2005.

EN LAS MINAS DE POTOSÍ Prácticamente no queda nadie en el mundo que, tras el incidente de los 33 mineros que quedaron atrapados bajo la tierra en Chile, no conozca del sacrificio y el peligro al que se someten los trabajadores mineros en la actualidad. Imaginemos, por un instante, todo ese sacrificio y peligro hace más de cuatro siglos atrás, cuando las modestas medidas de salubridad y protección actuales no existían. Cuando el trabajo libre y los derechos de los obreros no figuraban ni en la ficción. Cuando aún se dudaba en considerar epistemológicamente a los aborígenes como seres humanos o como bestias de otra especie. En ese mundo, desconocido por los incas, existía una pila de plata llamada Potosí. En quechua poseía un nombre muy distinto al europeo, Sumaq Urqu lo llamaban, y significaba “cerro hermoso”. Los europeos lo único que vieron fue la oportunidad de obtener riqueza, y lo apodaron Cerro Rico. Potosí se trataba de una verdadera montaña de plata, que fue descubierto por casualidad a más de 4.000 metros de altura. A pesar de la tremenda altura, la falta de oxígeno, las bajas temperaturas, y la ausencia de cultivos, los europeos desarrollaron allí una auténtica ciudadque, en 1580, sería, con sus 120.000 habitantes nativos, criollos, y europeos, la más grande de América, e incluso del imperio que ostentaba España. Al principio, las minas de plata experimentaban una baja productividad a causa del bajo nivel técnico de explotación, pero cuando un minero alemán divulgó el procedimiento de la amalgama, los beneficios se dispararon. En vez de tratar el mineral de plata con carbón vegetal para reducirlo (lo cual producía un gasto enorme de combustible con un rendimiento mediano) se lo combinaba ahora con mercurio, del cual se abastecía España en sus minas de Almadén, y en América, a partir de 1570, con el yacimiento descubierto en Perú, en Huancavélica, cuya explotación intensiva iba a la par de la de Potosí. A partir de entonces, la producción de plata aumentó en enormes proporciones. Mientras que hasta 1530 América había exportado a Europa casi exclusivamente oro, en los 30 años siguientes, la proporción cambió por completo, y la plata representaba el 99% de los metales preciosos enviados. Para transportar esa cantidad industrial de plata, se creó un sistema de transportes que resultó ser muy conveniente para los inversores. Los metales preciosos de otras zonas eran extraídos por empresas privadas, luego fundidos en los talleres de la Corona (que se quedaba con un porcentaje), transportados a los puertos y enviados a Europa. Pero para transportar la plata de Potosí, era necesario un mayor esfuerzo. El itinerario era complicado: el mineral, llevado al puerto de El Callao, era transportado desde allí por la flota del océano Pacífico hasta Panamá. La travesía del istmo se efectuaba mediante caravanas de mulas rehuyendo las costas para evitar asaltos. La carga se embarcaba entonces en el océano Atlántico donde era trasladada en convoys protegidos hasta el puerto de Sevilla y a la Casa de la Moneda. Pero el verdadero “problema” (desastre, para la población local) fue la mano de obra de las minas. El rey de España impuso el trabajo obligatorio a los indígenas del Perú, aduciendo que era el sucesor del emperador inca. Los pobladores del Perú eran trabajadores, pero de sus propias tierras. Ahora, el rey de España, los obligaba a ir a trabajar a las minas para extraer la plata de Potosí que España necesitaba. Este trabajo era agotador y malsano, y equivalía para los hombres obligados a ir a la mina a una condena de muerte a plazo fijo. En apariencia, el trabajo de la búsqueda de pepitas de oro era menos duro, pero también trajo destrucción a la comunidad indígena, ya que provocaba un progresivo despoblamiento de las Antillas (como se trataba de un trabajo sencillo y no tan mortal como el de las minas, se empleaba en dicha labor a las mujeres, lo que provocó un descenso brutal en la natalidad de la población nativa). Pronto se manifestó el conocido fenómeno de la despoblación indígena: la represión de las resistencias y revueltas, los malos tratos de que eran víctimas, las minas, las nuevas enfermedades que trajeron los europeos, la desestructuración de la dinámica poblacional, diezmaron la población local: la destruyeron. Fuentes: Assadourian, Carlos Sempat, “Potosí y el crecimiento económico de Córdoba en los siglos XVI y XVII” / Venard, M.: Los Comienzos del Mundo Moderno, siglos XVI y XVII, El Mundo y su Historia, Argos. / Juan Carlos Garavaglia, Juan Marchena Fernández: América Latina de los orígenes a la Independencia, 2005.

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