Manuel Mora Morales: Cuando Madrid Se Partió De Risa

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POR MANUEL MORA MORALES

Sobre cómo un autor serio y una obra beata hicieron reír a España a carcajada limpia

Cuando Madrid se partió de risa

El día 14 de octubre de 1773, en La Gaceta de Madrid apareció una noticia sobre la reedición de una obra que había dado mucho que hablar y más que reír. La edición anterior se había agotado desde hacía tiempo y sus ejemplares eran buscados con auténtica avidez por la aristocracia, la intelectualidad, el ejército, el clero y el pueblo llano de la Corte, hermanados todos en común cachondeo. Para sus propias obras hubieran deseado don Francisco de Quevedo y Villegas o don Pedro Calderón de la Barca un interés tan desmedido, una atención tan prolongada, una avidez en tan sumo grado. Sin embargo, ese privilegio, reservado a unos pocos elegidos de los dioses, correspondió a otro libro, cuyo escueto título es el siguiente:

La primera edición de esta obra había visto la luz en Madrid, en el año 1737. Su autor era don Pedro José de Mesa Benítez de Lugo. Procedía de una ilustre familia de La Orotava, en la isla de Tenerife, descendiente de conquistadores y destripaterrones aristocráticos1.

La intención de don Pedro fue rebatir a los “Ascendencia esclarecida y progenie genealogistas de Santo Domingo y colocarlo ilustre de Nuestro Gran Padre Santo Do- en una situación de privilegio, pues le paremingo, Fundador del Orden de Predicado- cía que el título de Santo resultaba demasiares: Ocurrencias vulgares sobre los funda- do corto para sus grandes méritos. Al fin y al mentos en que se ha procurado introducir cabo, ¿qué valor tenía un santo al lado de duda en la sentada verdad de ser Santo un duque o de un príncipe? Evidentemente, Domingo N. P. descendiente de la nobilísi- poco. ma Casa de los Guzmán: Debaxo del paAsí que don Pedro procedió según sus trocinio del gloriosísimo Abad de los Silos costumbres familiares, es decir, de la única Santo Domingo, segundo Moysés, y gran manera que sabía hacerlo la aristocracia urTaumaturgo español; y por mano de la Ex- bana y agraria canaria: inventándose antecelentísima Señora la Señora Doña Fran- pasados de alcurnia y títulos tan innumeracisca Xaviera Bibiana Pérez de Guzmán el bles como ficticios. De modo que la familia Bueno, Duquesa de Osuna”.

Cuando Madrid se partió de risa, por Manuel Mora Morales de Domingo de Guzmán, gente de mediana nobleza castellana –por parte de su abuela, doña Godo González– y de mediana santidad cristiana –su madre fue la beata Juana de Aza y sus tres hermanos, los beatos Manés, Conrado y Antonio–, se transformó en una familia de reyes y duques, gracias a las habilidades literarias y genealógicas de mi paisano, el canario Mesa, que llegó a emparentarlos con el mismísimo Guzmán el Bueno, el cual debió engendrar algún descendiente más que no fuese su apuñalado hijo. Poco después de su aparición, el libro se hizo famoso, gracias a un escrito de siete páginas publicado en Salamanca por el conocido jesuita Padre Luis de Losada. Lo tituló: Carta familiar a don Pedro Joseph de Mesa Benitez de Lugo, autor del libro intitulado Ascendencia de Santo Domingo de Guzman por Luis Lopez, beneficiado y cura proprio de la Villa de Morille en el Obispado de Salamanca. Analizaba en clave de humor el libro de Mesa En el Archivo de la Universidad de Salamanca están depositados varios escritos preseny se armó tal cachondeo en la Corte que todo tados al Santo Oficio por el jesuita Luis Losada sobre sus hilarantes Cartas. el mundo corría a comprar la obra del canario como si fuera el mejor libro de chistes. so Santo Domingo, certificada contra su vano nítez de Lugo estaba en la gloria. ¡Sus méritos Luis Losada, vista la buena acogida de su entierro, en otra carta del mismo cura à un literarios y religiosos reconocidos por el orbe entero! ¡Ya nada ni nadie detendría su brillante Carta, volvió a las andadas y pronto dio a coamigo suyo de Valladolid. carrera hacia los más rutilantes títulos nobilianocer su Y ya fue el acabose. Como si se tratara de rios ni hacia los cargos más ambicionados del Vida y salud de la famosa carta familiar del pan caliente, se agotó la edición del libro de borbónico Imperio! cura de Morille, sobre lo Guzman del Glorio- marras en un pispás. Don Pedro de Mesa Be-

Cuando Madrid se partió de risa, por Manuel Mora Morales Naturalmente, no faltaron terceras partes y. según noticia de Joseph de Viera y Clavijo, que no he podido verificar, un gracioso publicó: Entierro de la Carta familiar del Cura de Morille a favor del glorioso Santo Domingo, por un Sacristán de Canarias. Ensoberbecido por el éxito, don Pedro no se enteraba de la misa la mitad. Sin embargo, ante tanto cachondeo intervino el inefable Santo Oficio –con tantos dominicos viviendo de, en y para sus entrañas– con la intención de prohibir esta Carta. En mala hora, porque un funcionario de la misma Santa Inquisición se equivocó al interpretar las órdenes superiores y el que resultó prohibido fue el libro del pobre don Pedro Joseph de Mesa Benítez de Lugo. Don Pedro saltó como un basilisco. Ante sus airadas protestas, los del Santo Oficio tuvieron que imprimir en la cubierta del tomo segundo la siguiente frase: “Declárase que lo puesto en el tomo segundo, donde dice; ‘Don Pedro Joseph Benítez de Lugo,

Página del Índice de la Inquisición corrigiendo un error que fue la rechifla de media España. su libro intitulado, Ascendencia de Santo Domingo de Guzmán, se prohibe’, ha sido equivocación, porque el dicho libro no está prohibido, y solo lo está la ‘Carta familiar escrita á Don Pedro Joseph de Mesa Benítez de Lugo’, según y en la forma que se halla en el tomo I de dicho nuevo Expurgatorio al fol. 276 col. I, y de esta declaración se ponga allí una nota.” Ni que decir tiene que la rechifla general llegó a niveles nunca vistos. Claro que don Pedro José también tuvo sus defensores, como

don Diego de Torres, Astrólogo y Catedrático de la Universidad de Salamanca, autodenominado Piscator Mayor de Salamanca y autor de multitud de libros estrafalarios2. Cada año, el doctor Torres publicaba un calendario en el que pronosticaba para toda Europa las enfermedades que llegarían, el estado de las plantas, de los animales y de los astros, y todas esas cosas que la Astrología y el Santo Oficio le aconsejaban publicar para fortalecer las almas y los cuerpos de tanto pecador de la pradera. Tiene el doctor Torres libros tan curiosos

e imprescindibles como el titulado “El gallo español: respuestas dadas al Conde Meslay; por qué el gallo canta á las doze de la noche en Portugal, y llevado á Francia canta a las mismas doze siendo assi, que ay una hora de diferencia”. Pues bien, este dechado de sabiduría dedicó muchas páginas a defender al canario Mesa y sus

Cuando Madrid se partió de risa, por Manuel Mora Morales disparates. Puede encontrarse su hilarante alegato en el Tomo Undécimo del Segundo Libro de una recopilación de su obra, citada más abajo. El capítulo que nos interesa es: “Soplo a la Justicia, alentado por el general escándalo y particular miedo”. El doctor don Diego de Torres y Villarroel, nos aclara de qué va el asunto: “De las excusadas disputas é impertinentes disputadores de la innegable é indeleble nobleza del Excelentísimo y Santísimo Padre Sto. Domingo de Guzmán El Bueno”.

Piscator Mayor afirma que la po- gala de una particular inclinación a compensar los esfuerzos de sus blación está convencida de que “si se mostró quejoso, ó colé- grandes hombres. Y don Pedro rico, que se le debe perdonar, había demostrado ser un fénix de porque al fin ningún hijo sufre las letras genealógicas. bien que le revuelvan los huesos al padre que le engendró. Para quien no encuentran disculpa es para el Cura, quiera Dios que él la tenga con su Magestad y con Santo Domingo, que el vulgo poco importa que quede rabioso contra él, contra su Carta, su vida y su salud.” Como pueden apreciar, el tal Torres se las traía en latas. ¡Vaya mala uva se gastaba el astrólogo con el Cura de Morille, es decir, con el jesuita Losada, su compañero! Y así continúa, siempre en el mismo tono, durante las catorce páginas que contienen su alegato que se vuelve gracioso por lo disparatado. Peor defensor no pudo tener nuestro celestial genealogista isleño.

“Detrás de estos papeles impresos se ha destacado otras sátiras manuscritas, y diferentes coplones; y finalmente han salido aquellos bergantes y públicos maldicientes de Perico y Marica, Torres aprovecha la defensa del irritando las paciencias, afrentancanario para emprenderla de mado las honras, y rompiendo por nera ladina contra el jesuita LosaPero, en cualquier caso, don las leyes de Dios, y la gloria de da, compañero catedrático en la Pedro Joseph se las arregló para sus Santos.” misma universidad de Salamanca. ser provisto de un Gobierno para Respecto a los cabreos iniciales Y, menos lindo, lo llama de todo. América. Como es de sobra sade don Pedro Joseph respecto a la Además, bido, España siempre ha hecho contestación de Losada, nuestro Y ya la liamos, porque la referencia a El Bueno nos proporciona las claves y los puñales de su discurso antes de que comencemos a leerlo.

No obstante, la fortuna rueda de forma caprichosa. No entiende de enchufes, mangas ni recomendaciones. Tampoco de méritos. Hoy te regala una mina de cal y mañana te llena los ojos de arena. Con el tinerfeño no quiso hacer una excepción: don Pedro salió de Madrid para embarcarse hacia su glorioso destino americano; corceles y carruaje, conteniendo al caballero canario contento, quimérico y confiado, correteaban calzadas y caminos que cómodamente conducían a los puertos fluviales de la antigua Hispalis; el escribidor sublime sentía el pecho inflamado de legítimo orgullo; sus exultantes pulmones reclamaban el aire fresco que bajaba de la cordillera hasta las campiñas de la cercana Sevilla. Don Pedro Joseph sacó su insigne cabeza por la ventanilla y contempló el planeta deslizándose a velocidad de vértigo bajo las ruedas. ¡Ah, el mundo a sus plantas! Sacó los hombros fuera. Un

Cuando Madrid se partió de risa, por Manuel Mora Morales hombre de su valía no podía estar encerrado tanto tiempo. Necesitaba más espacio. Seguramente, el propio Santo Domingo estaba bendiciéndolo en ese preciso instante desde su nuevo sitio en el reino celestial. Don Pedro Joseph se alongó algo más por la ventanilla y cerró los ojos, sintiendo el céfiro bendito lavando su rostro sabio, penetrando en su… Algo crujió. Se desprendió la puerta del carruaje. Don Pedro miró hacia abajo y vio cómo el camino se acercaba a su ilustre cabeza.

Podemos concluir que la muerte del genio isleño fue fruto del destino, del azar o de la providencia, pero en cualquier caso ha de considerar la persona de buen juicio lo pasajeras que son las glorias de este valle de lágrimas, donde los éxitos del amanecer se trocan en llantos a mediodía y en reposo eterno a la hora de merendar. Sea como fuere, y aun a su pesar, don Pedro Joseph de Mesa Benítez de Lugo logró descansar sin más incidentes en la bóveda de la Orden Tercera del Real Convento de Cincuenta metros más adelante San Pablo, sin repetir la osadía de el defenestrado vehículo se de- sacar la cabeza fuera de su estretuvo. Don Pedro Joseph estaba cha morada en estos más de dos boca abajo, inmóvil, cubierto por siglos y medio transcurridos. Allí el polvo del camino. Todavía con- continúa, do fueron sus huesos a tinuaba incrustado en la puerta del parar, después de que las eruditas carruaje, la cual le proporcionaba páginas de su magna obra procuun aspecto pajaril, como si le hu- rasen las más excitantes veladas biesen crecido alas de madera de asueto y carcajeo que haya cocual nuevo Ícaro de vuelo raso. nocido jamás la Villa y Corte impeCuando el cochero le dio la vuelta, rial. resultó evidente que el accidente Este singular personaje dejó había resultado mortal. Era el día cola, puesto que, además de apa17 de agosto de 1738 y en ese recer leves rastros de su obra en mismo instante el rey Carlos VII de Amazon punto com Books, su nieNápoles colocaba el anillo nupcial ta, doña María Mesa, se desposó, a María Amalia de Sajonia. en el siglo XVIII, con otro caba-

llero canario, nacido en Chipude (isla de La Gomera), cuya historia también merece ser rescatada del olvido. Así lo haré, si tengo salud y tiempo, pues documentación sobre este asunto hay de sobra.

Notas 1. El tronco familiar de Pedro Joseph de Mesa Benítez de Lugo proviene de un andaluz de Sanlúcar conocido como El Tuerto (Pedro Benítez de Lugo, hijo de Juan Benítez e Inés de Lugo) que vivió algo más de un lustro en Tenerife, entre el final del siglo XV y el principio del XVI. 2. Diego de Torres Villarroel era un pseudo intelectual pícaro, arrimado a la ideología más rancia de su tiempo, buscando siempre el favor de los poderosos y denunciando ladinamente al Santo Oficio a los autores de ideas ilustradas, como Benito Feijoo o Luis Losada. Escribió una autobiografía, titulada Vida, que en opinión de Juan Valera «Puede considerarse como una novela picaresca.” El propio Torres escribió en esta maquillada historia de su vida que «Lo que puedo asegurar es que en las vidas de Domingo Cartujo, Pedro Ponce y otros ahorcados no se

cuentan ardides ni mañas tan extravagantes ni tan risibles como las que inventaba mi ociosidad y mi malicia.» Y así continuó hasta el final de su vida, aunque autores como Arturo Berenguer Carisomo opinan que no se puede incluir esta obra dentro del género picaresco –indefinible, según Lázaro Carreter–, dado que no aparece en ella ningún rastro de erotismo. Comenta Eugenio Suárez-Galbán, (De la vida de Torres a la de Lázaro de Tormes ..., Duke University): No ignoramos, por otro lado, que si Lázaro se opone a “los que hereda-

Cuando Madrid se partió de risa, por Manuel Mora Morales ron nobles estados” en esa subida por la escala social, Torres fue más bien empleado servicial, y hasta sumiso, de la nobleza de su tiempo [...]. En realidad, nunca ha dejado de interesar Torres Villarroel, por lo estrambótico. Baste decir que su obra recopilatoria de Pronósticos (14 volúmenes) se reimprimió en 1797, treinta años después de su muerte o que su Vida (Ediciones La Lectura, Madrid, 1912) volvió a ver la luz en a principios del siglo XX (también ha habido ediciones en Castalia, 1972; Taurus, 1985; etc.), provocando artículos más o menos apasionados, como el del jesuita A. Pérez Goyena (revista Razón y Fe, enero-febrero de 1913) en que propina, con la acostumbrada finura de la Compañía, una buena zurra a José de Lamano y Beneite, que se había erigido en defensor de Torres en un folleto publicado en 1912.

En un trabajo reciente, La vida de Diego de Torres Villarroel y su tiempo, Juan Fernando Valenzuela Magaña expresa la siguiente opinión sobre el Piscator salmantino:

Es Torres Villarroel un autor sin duda escurridizo. Lo fue en su tiempo, en

el cual debió de provocar extrañeza la mezcla resultante de su explicable fama de extravagante, brujo y astrólogo y de catedrático de la Universidad de Salamanca; y lo sigue siendo hoy, pese a un nuevo interés por su obra lejos del reiterado tópico que lo despacha como epígono del barroco o último pícaro, y que está cosechando interesantes frutos. La crítica destaca en este autor aspectos de gran modernidad, como el de ser el primero que edita sus obras por suscripción pública, y de erróneo conservadurismo, como el de seguir manteniendo la teoría astronómica ptolemaica en un mundo en el que Copérnico y Newton representaban la vanguardia científica. Pero no es esto, a mi juicio, lo que lo hace escurridizo (ni siquiera lo haría complejo). Lo determinante en este sentido es que, a diferencia de su contemporáneo Feijoo, no sabemos bien a qué atenernos respecto a sus verdaderas ideas. ¿Creía realmente Torres en sus pronósticos y en la influencia de los astros? ¿En qué medida? ¿Es sincero en ese desprecio al claustro de la universidad salmantina o se trata de despecho por no ser reconocido como uno más en él? ¿Está satisfecho o arrepentido de la etapa picaresca de su vida? ¿Estaba tan en contra

de Martín Martínez y Feijoo como la polémica sostenida con ellos parece a primera vista sugerir? Con todas las reservas propias de un juicio sobre la vida de otro hombre y de una obra en la que se pretende autodibujar, intentaremos aclarar el papel que la Vida de Diego de Torres Villarroel ocupa en el panorama cultural de su tiempo.

dores [...]. Imprenta de Alonso de Mora. Madrid. 1737. Pérez Morera, Jesús: El árbol genealógico de las órdenes franciscana y dominica en el arte virreinal. Anales del Museo de América, 4. Museo de América. Madrid. 1996. Págs. 119-126.

Supremo Consejo de la Santa GeBreve referencia neral Inquisición: Índice último de los libros prohibidos y manbibliográfica dados expurgar para todos los Losada, Luis A.: Carta familiar a reynos y señoríos del católico don Pedro Joseph de Mesa Berey de las Españas, el señor nitez de Lugo, autor del libro indon Carlos IV (resgistros desde titulado Ascendencia de Santo 1747 a 1789). Imprenta de Don Domingo de Guzmán. Impr. SaAntonio de Sancha. Madrid. lamanca. 1737 [?]. 1790. Pág. 25. Vida y salud de la famosa carta familiar del cura de Morille, so- Torres y Villarroel, Diego de: Soplo a la Justicia, alentado por bre lo Guzmán del Glorioso Sanel general escándalo y particuto Domingo, certificada contra lar miedo. En recopiltorio de las su vano entierro, en otra carta Ideas extractadas de su Pronósdel mismo cura à un amigo suyo ticos. Libro Segundo. Tomo XI. de Valladolid. Salamanca. Impr. Imprenta de a Viuda de Ibarra. 1738 [?]. Madrid. 1798. Pags. 358-372. Mesa Benítez de Lugo, Pedro Joseph de: Ascendencia Esclare- Viera y Clavijo, José de: Noticias de la Historia General de las cida, y progenie ilustre de nuesIslas de Canaria. Tomo IV. Imtro gran Padre Santo Domingo, prenta de Blas Román. Madrid. Fundador del orden de Predica1776. Págs. 561-562.

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