Emoción. (1) Grupo.docx

  • Uploaded by: Catherine Marroquin
  • 0
  • 0
  • June 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Emoción. (1) Grupo.docx as PDF for free.

More details

  • Words: 9,701
  • Pages: 34
caratula

indice

Objetivos 

Conocer la estructuras y sus funciones relacionadas a la emoción desde un enfoque neuropsicológico.



Aprender las áreas que están implicadas

y

que determinan la emoción

manifestada en la conducta humana. 

Comprender la emoción desde enfoque fisiológico y neurovegetativo

Introducción

En el siguiente informe se mostrara el tema de la emoción desde el enfoque neuropsicológico Para comprender como funcionan desde sus partes fundamentales, que se relacionan entre sí, pero será de mucha importancia comprender las principales estructuras que hacen que la emoción se manifieste en los seres humanos, y lo que logramos observar en la conducta.

Es de mucha importancia relacionar los aspectos neurovegetativos y fisiológicos para una mayor comprensión y dominio del tema para estudiar distintas conductas en individuos y aprender que algunas personas pueden presentar algún daño, se tocaran órganos que implican el comportamiento, como la amígdala el hipotálamo, el tálamo, y los lóbulos frontales siendo este uno de los principales junto con la amígdala como estructura de la emoción.

Emoción Que es la emoción: Los neuro psicólogos consideran que la emoción no es una cosa sino un estado de la conducta inferido denominado afecto, un sentimiento consciente y subjetivo, acerca de un estímulo independiente de donde procede o de que es. La conducta afectiva es interna y subjetiva. Como observadores, podemos evaluar las emociones de otros solo por su conducta (lo que dicen y hacen) y mediante la determinación de cambios fisiológicos asociados con procesos emocionales. La emoción tiene muchos componentes y cada uno, en principio puede ser cuantificado y observado. La importancia de la emoción para el funcionamiento humano es obvia, en su nivel inmediato, el amor o el miedo pueden adsorber la atención y dominar la experiencia consciente, dejando incapacitada a la persona para lidiar con otros asuntos. Des de una perspectiva a más largo plazo, las emociones son especializaciones conductuales y fisiológicas que han evolucionado debido a que aumentan las oportunidades de que una especio particular sobreviva. Todas las emociones tienen alguna función que les confiere utilidad y permite que el sujeto ejecute con eficacia las reacciones conductuales apropiadas y ello con independencia de la cualidad hedónica que generen. Incluso las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación social y el ajuste personal. Funciones adaptativas. Quizá una de las funciones más importantes de la emoción sea la de preparar al organismo para que ejecute eficazmente la conducta exigida por las condiciones ambientales, movilizando la energía necesaria para ello, así como dirigiendo la conducta (acercando o alejando) hacia un objetivo determinado. Plutchik (1980) destaca ocho funciones principales de las emociones y aboga por establecer un

lenguaje funcional que identifique cada una de dichas reacciones con la función adaptativa que le corresponde. De esta manera será más fácil operativizar este proceso y poder aplicar convenientemente el método experimental para la investigación en la emoción. La relevancia de las emociones como mecanismo adaptativo ya fue puesta de manifiesto por Darwin (1872/1984), quien argumentó que la emoción sirve para facilitar la conducta apropiada, lo cual le confiere un papel de extraordinaria relevancia en la adaptación. No obstante, las emociones son uno de los procesos menos sometidos al principio de selección natural, estando gobernados por tres principios exclusivos de las mismas. Los principios fundamentales que rigen la evolución en las emociones son el de hábitos útiles asociados, antítesis y acción directa del sistema nervioso. Los autores más relevantes de orientación neo-darwinista son Plutchik (1970), Tomkins (1984), Izard (1984) y Ekman (1984), los investigadores que se centran en el análisis de las funciones adaptativas de las emociones ponen especial interés en el estudio de la expresión de las emociones, análisis diferencial de las emociones básicas, estudios transculturales de las mismas y funciones específicas que representan. Funciones sociales. Puesto que una de las funciones principales de las emociones es facilitar la aparición de las conductas apropiadas, la expresión de las emociones permite a los demás predecir el comportamiento asociado con las mismas, lo cual tiene un indudable valor en los procesos de relación interpersonal, destaca varias funciones sociales de las emociones, como son las de facilitar la interacción social, controlar la conducta de los demás, permitir la comunicación de los estados afectivos, o promover la conducta pro social. Emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y relaciones interpersonales, mientras que la ira pueden generar repuestas de evitación o de confrontación. De cualquier manera, la expresión de las emociones puede considerarse como una serie de estímulos discriminativos que facilitan la realización de las conductas apropiadas por parte de los demás.

La propia represión de las emociones también tiene una evidente función social. En un principio se trata de un proceso claramente adaptativo, por cuanto que es socialmente necesaria la inhibición de ciertas reacciones emocionales que podrían alterar las relaciones sociales y afectar incluso a la propia estructura y funcionamiento de grupos y cualquier otro sistema de organización social. No obstante, en algunos casos, la expresión de las emociones puede inducir el los demás altruismo y conducta pro social, mientras que la inhibición de otras puede producir malos entendidos y reacciones indeseables que no se hubieran producido en el caso de que los demás hubieran conocido el estado emocional en el que se encontraba. Por último, si bien en muchos casos la revelación de las experiencias emocionales es saludable y beneficiosa, tanto porque reduce el trabajo fisiológico que supone la inhibición como por el hecho de que favorece la creación de una red de apoyo social ante la persona afectada, los efectos sobre los demás pueden llegar a ser perjudiciales, hecho éste que está constatado por la evidencia de que aquéllos que proveen apoyo social al afligido sufren con mayor frecuencia trastornos físicos.

Neuroanatomía y funciones Las emociones tienen mediadores neuro anatómicos. Estas son estructuras anatómicas interconectadas en redes neurales como la: Corteza Para cingulada Anterior: Posibilita la representación mental de situaciones del entorno. Se activa cuando se adjudican finalidad, creencias o características humanas a los objetos o situaciones, el Surco Temporal Superior: Es responsable de la percepción de conductas planificadas y las señales sociales, Polos Temporales: Media la evocación de recuerdos de la memoria. Aparecen activos cuando se detectan rostros y objetos, o cuando se reconocen o evocan recuerdos autobiográficos. Amígdala: Es una estructura subcortical ubicada dentro del lóbulo temporal medio. Su vecino más cercano es el hipocampo (estructura relacionada con la función de la memoria). Esta cercanía permite el recuerdo de las emociones de manera tal que lo que se siente puede ser recordado y lo que es recordado puede ser sentido. La amígdala es vecina de los bulbos olfatorios. Actúa como un “disparador” que se

activa en forma rápida ante situaciones sociales. Se relaciona con las funciones no conscientes. Tiene una función central en la relación de la emoción con la conducta social, es decir, relaciona las representaciones cognitivas y conductuales según el valor social que tiene el estímulo (si es bueno o malo, si asusta, o no). Nauta y Feirtag (1986) afirman que la amígdala es la estructura que determina la actitud del organismo hacia el entorno. El consenso es que la amígdala es más sensible a las emociones y a los estímulos negativos. Sus conexiones con el resto del cerebro (corteza cerebral, tronco encefálico, tálamo, hipotálamo, hipocampo) son múltiples. La corteza pre frontal: Se divide en la corteza órbito frontal, la ventro medial y el dorso lateral. Las funciones de la corteza pre frontal son varias. Posibilita el cambio del foco atencional y la flexibilidad cognoscitiva, facilita la capacidad de adaptación a situaciones nuevas, contribuye al cambio de estrategia de acción, hace posible tomar en cuenta diferentes opciones en una situación nueva o vieja y facilita la mediación de la conducta cooperativa. Esto explica por qué un trauma en la corteza orbito frontal produce dificultades en la capacidad de percibir y reconocer los aspectos específicos de la conducta en situaciones sociales y en la toma de decisiones. Traumas en la corteza pre frontal pueden producir desórdenes variados: tendencia a la preocupación; fijación de experiencias dolorosas pasadas; obsesividad; compulsiones y conducta oposicional; conducta querellante; conducta negativista; adicciones (alcohol, droga, ingesta); rigidez cognoscitiva; trastorno obsesivo compulsivo; trastornos de la alimentación; conductas violentas en la calle; déficit atencional. La corteza cerebral pre frontal tiene numerosas conexiones con el cerebelo y, en los casos de lesiones estructurales como las hipoplasias o tumores cerebelosos (especialmente cuando el vermis está comprometido), se observan dificultades en la conducta emocional y social. El síndrome cognitivo-emocional cerebelar ha sido atribuido en la literatura a las lesiones estructurales del cerebelo. Los estudios publicados no indican aún una diferencia significativa o característica entre los desórdenes emocionales producidos a raíz de accidentes o una lesión cerebral congénita.

Modelos y teorías de la emoción La emoción y la conducta emocional fueron objeto de interés a lo largo de toda la historia y existen numerosos intentos de formalizar una teoría o modelos de interpretación de este fenómeno. Mucho antes de la existencia de la neuropsicología, Platón y Aristóteles señalaron la relación entre la emoción y los valores morales. Las emociones son”buenas” si provocan una conducta moral y son “malas” si la conducta es contraria a los valores morales aceptables. Con la emergencia del método científico, en el Renacimiento, la emoción pasa a ser considerada moralmente neutra y se la relaciona con estados fisiológicos del organismo. A comienzos del siglo XIX, Darwin (1809-1882) publicó el libro titulado La Expresión de la Emoción en el Hombre y los Animales. Es él quien de manera racional y clara afirma: “los cambios en el cuerpo aparecen inmediatamente después de la percepción del acto emotivo, y lo que sentimos al mismo tiempo que suceden los hechos es la emoción”. Darwin define y clasifica ocho emociones básicas: alegría, malestar psicológico (distress), interés, sorpresa, miedo, enojo/rabia, disgusto, y vergüenza. Estas ocho emociones básicas se observan tanto en los animales como en los hombres y desde la infancia. Darwin, autor de uno de los primeros diarios de la conducta de bebés, propuso también que el fenómeno emocional y su expresión están estrechamente relacionados. Agregó, además, que la expresión facial y el cuerpo son los medios primarios de la expresión emocional y estos pueden ser observados en la interacción madre-hijo desde la infancia. William James (1842-1910), autor de Principios de la Psicología, científico y pensador dotado de una extraordinaria capacidad de observación de la conducta humana, reafirmó la relación estrecha y la dependencia que existen entre la expresión emocional y la reacción fisiológica. Sostuvo también que es posible “recrear una reacción emocional si recordamos un momento o un tema determinado relacionado con esa emoción”. La rabia puede ser aún más intensa cuando recordamos la situación que la provocó, incluso cuando no fuera tan intensa durante el suceso mismo. Estímulos relacionados con los sentimientos (amor, miedo, rabia)

provocan alteraciones fisiológicas, afectan el ritmo de la respiración, la circulación sanguínea y otras funciones orgánicas que se suceden al unísono con la expresión emocional. El enunciado de James desencadena una plétora de investigaciones sobre la infancia que, en los años posteriores, incluyen el ritmo de la respiración, la circulación

sanguínea

y

otras

reacciones

fisiológicas

como

variables

correlacionadas con la percepción en general y con la discriminación de las emociones en particular. James-Lange afirma que “no lloramos porque nos sentimos tristes sino que nos ponemos tristes porque lloramos. Tememos porque temblamos y no lo contrario.” Los cambios fisiológicos son los que nos indican (informan) lo que estamos sintiendo. Obviamente, también hay quienes sostienen lo contrario, el proceso comienza en los centros subcorticales que reciben la información provocada por la emoción, información que asciende a la corteza cerebral. Esta interpreta la reacción subcortical que, por medio de nuevos mecanismos, es la que provoca la ulterior respuesta fisiológica. sostiene que las capacidades cognoscitivas, que interpretan la situación y posibilitan la reacción del individuo, son los aspectos más importantes en esta relación mente-cuerpo de la conducta emotiva. Las emociones se suceden muy rápidamente y muchas veces son tan vertiginosas que en ciertas ocasiones no nos permiten tomar conciencia de lo que está ocurriendo. La reacción rápida puede, a veces, salvarnos la vida o, en ocasiones, provocar un desastre. ¿Cómo hacemos para no reaccionar siempre en forma abrupta?, neurólogo y neuroanatomista, intenta explicar este fenómeno afirmando que a largo de la evolución se desarrolló un mecanismo que posibilita reaccionar, decidir de inmediato y actuar rápidamente para sobrevivir. En esas situaciones no hay tiempo suficiente para planear, pensar conscientemente y luego decidir. Estas situaciones exigen una reacción “automática-lista”. El tiempo que el pensamiento racional requiere en muchos casos disminuye la probabilidad de supervivencia, en cuanto reduce la posibilidad de decidir rápidamente. Damasio propone la existencia de un mecanismo, el marcador somático, que se desarrolla a lo largo de la vida, y

también a lo largo de la evolución, y genera estados somáticos y representaciones de estados somáticos. Los marcadores somáticos, aprendidos como consecuencia de interacción con el medio a lo largo de la vida, influyen en el proceso de decisión y lo encauzan hacia los resultados más convenientes para el individuo en las situaciones que debe enfrentar. El mediador neuroanatómico del marcador somático es la corteza pre frontal. Así, Damasio define la emoción como la combinación del proceso mental simple o complejo con las repuestas del cuerpo, todo ello íntimamente relacionado con el cerebro. Todo ocurre al mismo tiempo. La emoción, sin embargo, es diferente del sentimiento. El cerebro monitorea continuamente los cambios en el cuerpo. Los mecanismos neurológicos de la emoción y el sentimiento se desarrollaron en los humanos para permitir conductas apropiadas en situaciones que no requieren pensamiento consiente. Las conductas apropiadas se aprenden y son influenciadas por la cultura. En los comienzos de este siglo XXI estamos asistiendo a un fantástico auge en el interés científico por la comprensión de los mecanismos neuropsicológicos que intervienen en la construcción de esas experiencias tan peculiares que llamamos emociones. Este interés, por supuesto, no es nada nuevo pues han sido muchos los pensadores y científicos que se han interesado por los fenómenos emocionales a lo largo de la historia desde muy diversas perspectivas. Ya desde la Antigüedad grandes filósofos como Platón o Aristóteles plantearon teorías genuinas sobre las emociones. Sin embargo, durante la Edad Media las pasiones fueron adquiriendo un carácter negativo (identificándose con la enfermedad del alma y el origen de todos los pecados), encontrándose, desde una visión dualista de la naturaleza humana, en constante lucha con el componente virtuoso de la mente, la razón. Con el paso del tiempo y llegados a la época renacentista, el término afecto fue sustituyendo al de pasión pero, con postulados como los de René Descartes, se consolidó la concepción de las emociones como perturbadoras de la cognición, por lo que siguió primando una visión peyorativa de las mismas. No obstante, a finales del siglo XVIII

y con Rousseau a la cabeza, empieza a germinar una visión optimista sobre la naturaleza humana. A raíz de esta “nueva” concepción de la vida y, por tanto, de las emociones, la búsqueda de la felicidad, ya planteada por Aristóteles como la motivación básica del ser humano, pasó a ocupar un importante lugar en las corrientes de pensamiento (Avía, 1998).

Durante el siglo XIX el estudio de la emoción se va separando de la filosofía y profundizando en aspectos más bio psicológicos, contribuyendo significativamente al surgimiento de la psicología como ciencia independiente. Charles Darwin, padre de la biología moderna y uno de los fundadores de esa nueva ciencia, publicó, en 1872, la obra sobre emociones más importante hasta aquella fecha (Darwin, 1872). Otro de los pioneros del estudio de las emociones desde una perspectiva psicológica o, más concretamente, psicofisiológica, fue William James, al resaltar el papel de las respuestas periféricas (autónomas y motoras) en la constitución de las experiencias emocionales (James, 1884), perspectiva que guarda una estrecha relación con la hipótesis del marcador somático propuesta actualmente por Damasio. A lo largo del siglo XX van proliferando diferentes teorías según centran su foco de atención en unos u otros aspectos de los fenómenos emocionales. Así, de las críticas recibidas por la postura psicofisiológica surgió la tradición neurológica encabezada por Cannon y Bard y sus teorías centralistas. Este nuevo enfoque pone el énfasis en la activación del sistema nervioso central más que en el periférico, proponiendo que tanto la experiencia emocional como las reacciones fisiológicas son acontecimientos simultáneos que surgen del tálamo. Por otra parte, sabemos que Sigmund Freud también se ocupó en profundizar las emociones, aunque no propusiera una teoría explícita para ellas, haciendo hincapié en la especial importancia de la experiencia emocional vivida durante la infancia para la configuración y comprensión de la vida afectiva del adulto (aquí entraría en juego la clásica, y muchas veces denostada, dicotomía entre consciente e inconsciente que, sin embargo, a la luz de las nuevas perspectivas ofrecidas desde la neurobiología y

la psicología cognitiva, parecen engarzarse a la perfección con los sistemas de aprendizaje y memoria explícitos e implícitos (Aguado, 2002). Desde enfoques conductistas también se han estudiado las emociones, prestando especial atención al proceso de aprendizaje de las mismas, el comportamiento manifiesto que permite inferirlas y los condicionamientos que las provocan. De este enfoque, además de la gran utilidad de los paradigmas de condicionamiento y las definiciones operacionales en la investigación experimental, se han derivado técnicas de especial interés en la intervención clínica de las alteraciones emocionales. Sin embargo, en el último tramo del siglo XX las teorías cognitivas fueron ensombreciendo el enfoque conductista y tomando un papel dominante. Éstas consideran que la emoción es consecuencia de una serie de procesos cognitivos como interpretación, valoración, atribución o expectativas, que se sitúan entre los estímulos y la respuesta emocional. Se centrarían por tanto en la evaluación positiva o negativa del estímulo que realiza el sujeto en función de cómo ha interpretado el estímulo y no tanto en el acontecimiento en sí. Este enfoque también originará determinadas terapias que demostrarán una elevada eficacia en trastornos como la depresión o la ansiedad patológica (Beck, 1990). A partir de la década de los noventa se produjo un crecimiento exponencial de la investigación científica sobre las emociones, siendo la tendencia general apostar con fuerza por una comprensión unificadora de los procesos que intervienen, inevitablemente, como eslabones interrelacionados en el comportamiento de un organismo. Así, autores como Fridja o Buck proponen modelos comprensivos que integran motivación, emoción y cognición (Fridja, 1993) (Buck, 1991). Además, en el caso de Buck, se sintetizan enfoques biológicos y cognitivos al proponer la existencia de un sistema fisiológico innato que reacciona involuntariamente ante estímulos emocionales y otro cognitivo-cortical adquirido cuya reacción es social y simbólica, funcionando ambos de manera conjunta para producir el output emocional. De esta manera, se ha llegado a un punto en el prácticamente todas las teorías generales sobre las emociones consideran, ya sea de manera explícita o implícita, la íntima relación entre emoción, cognición y conducta, así como su

vinculación con múltiples mecanismos neurológicos, muchas veces superpuestos, que los sustentan (Kolb, 2005). Por tanto, lo que dota de una especial relevancia al momento actual en que nos encontramos, y lo que determina el hacia dónde vamos, es el énfasis que se está poniendo en la integración de los diferentes niveles de análisis que la ciencia actual permite: -póngase aquí cualquiera que pueda relacionarse con el comportamiento humano; bioquímica, neurología, psicología y un largo etcétera según atendamos a mayores o menores niveles de inclusión-, que constituyen lo que se ha denominado neurociencia afectiva (Panksepp, 1998). Este “nuevo” enfoque asume que para poder comprender en toda su complejidad los fenómenos emocionales es fundamental atender tanto a los procesos neurobiológicos que los sustentan como a los procesos cognitivos y psicológicos que de ellos emergen y que dan lugar a esas, a veces esquivas y quizás por ello tan fascinantes, experiencias a las que llamamos emociones (Feldman, 2007). Llegados a este punto, quisiera lanzar un par de interrogantes que se plantean en el abordaje de las emociones desde la neuropsicología. Si entendemos esta especialidad de la psicología como la disciplina cuyo interés principal es el estudio científico de la cognición/conducta humana, a lo largo de todo el ciclo vital, en lo relativo a lo normal o anormal del funcionamiento del sistema nervioso central, con instrumentos, diagnósticos e intervenciones propias (Hannay, 1998), ¿es lícito abordar los fenómenos emocionales desde la neuropsicología?, pregunta que nos lleva a otra, ¿se pueden considerar las emociones funciones cognitivas?, y ésta a su vez a ¿qué es lo que define a las funciones cognitivas? Intentar responder a estas preguntas es menos sencillo de lo que parece y seguramente todo sea una cuestión de matices y semántica. En primer lugar, recordemos que cognición -del latín cognitio, "acción y efecto de conocer"- hace referencia a la capacidad de procesar información de origen externo o interno, de manera consciente o inconsciente (de hecho, parece ser que la mayor parte de la información que procesa nuestro sistema cognitivo se realiza de manera no consciente) y, a partir de la integración de lo percibido en el momento con lo

experimentado

previamente,

adquirir

nuevos

conocimientos.

Desde

las

perspectivas más estrictas se considera que las funciones cognitivas, objeto de la neuropsicología, son la atención, memoria, lenguaje, gnosias, praxias, función visoespacial y esa amalgama de funciones “superiores” que se suelen agrupar en el término función ejecutiva: razonamiento, planificación, toma de decisiones, control de impulsos, etc. Pero ni atisbo de las emociones. Este hecho puede deberse a un intento de delimitación profesional entre la psicología clínica y la neuropsicología se puede consultar un pormenorizado estudio sobre esta diferenciación en los documentos de consenso del recién creado Consorcio de Neuropsicología Clínica al estilo de, como comenta García Moreno en un ilustrativo texto sobre la neurobiología de la histeria, sucede con la diferenciación entre psiquiatría y neurología en base a la existencia o no de alteraciones orgánicas, anatomopatológicas, que justifiquen una determinada sintomatología (García, 2007). Sin embargo, las cosas no son siempre blancas o negras, orgánicas o de la mente, ya que existen grados intermedios, colores que -acéptese el juego de palabras- las nuevas técnicas neurofisiológicas y de neuroimagen funcional nos están empezando a mostrar. Hoy por hoy, podemos asumir que las enfermedades del cerebro y de la mente, aunque se expresen semiológicamente de manera distinta, tienen su base en el cerebro. Y, probablemente, llegará el día en que se podrán encontrar correlatos neurobiológicos a todas las enfermedades mentales, ya sean estructurales, (dis)funcionales o de ambos tipos, del mismo modo que no se concibe un comportamiento normal sin algún tipo de actividad y estructura neural que lo sustente. Ahora bien, tampoco deberíamos cometer el error de caer en un excesivo reduccionismo y olvidar que existe una bidireccionalidad entre lo estructural y lo funcional, entre lo orgánico y lo psicológico, que se influyen y modifican mutuamente al ser dos instancias inseparables de un mismo sistema. Pues nada son realmente la una sin la otra. En nuestra opinión, se cometerá un error si se pretenden buscar las causas de todas las enfermedades mentales en alteraciones neurológicas, como si todas fueran endógenas y toda la sintomatología tuviese su origen en la patología cerebral, ya que, debido a esa bidireccionalidad comentada, en muchos casos podremos encontrar que la causa que termina

generando unas determinadas alteraciones cerebrales y una sintomatología asociada puede tener origen externo, ya sea por exposición a tóxicos, infección vírica o por la necesaria interacción con el ambiente en los procesos de maduración cerebral [como puede ser, por ejemplo, un ambiente familiar disfuncional que altere o no estimule patrones de funcionamiento cerebral saludables. No cabe duda de que existen multitud de perspectivas y de niveles de análisis, necesarios todos ellos para poder entender el proceso de la conducta humana en toda su complejidad y atender a sus diferentes alteraciones. Como se ha comentado anteriormente, lo relevante de esta cuestión es que nos encontramos en un momento históricamente propicio para la integración y, quizás, el marco que proporciona la neuropsicología sea especialmente útil para este fin.

Aclarando términos Entonces, ¿qué son las emociones? Como hemos podido ver en las líneas anteriores, se trata de fenómenos complejos capaces de abarcar diferentes niveles de análisis. Empezando simplemente por la semántica podemos decir que el término emoción proviene del latín e-motio -movimiento hacia-, expresando la idea de que en toda emoción hay implícita una tendencia a actuar con algún propósito, una tendencia a moverse en alguna dirección. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se definen como una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática. En el uso cotidiano también podemos encontrar una serie de términos relacionados que resulta interesante puntualizar: Estado de ánimo: en la propia definición de emoción que acabamos de ver aparece el término ánimo (principio de la actividad humana, intención, voluntad), entendiéndose por estado de ánimo disposiciones estables y perdurables en el tiempo, que no determinan tan intensamente nuestra forma de percibir y de actuar como las emociones, las cuales supondrían una activación más fugaz y arrebatadora.

Temperamento: este término hace referencia a una predisposición relativamente estable, ligada a factores biológicos, que determina los parámetros habituales de respuesta emocional de cada individuo. Es, por decirlo de alguna manera, la constitución particular de los sistemas orgánicos vinculados a las emociones con que cada uno venimos de serie. Sentimiento: en el lenguaje común muchas veces se utiliza esta palabra como sinónimo de emoción. Sin embargo, como veremos más adelante, en realidad hace referencia a uno de los componentes que configuran las respuestas emocionales. Los sentimientos constituirían la parte de estas reacciones emocionales que se somete a reflexión consciente y a la que se les asigna una etiqueta convencional, un nombre. Son los pensamientos que tenemos sobre las emociones, la parte que procesamos conscientemente. Si observan, a lo largo del texto siempre se ha hecho referencia a los fenómenos emocionales en plural, y ha sido deliberadamente. En general, la palabra emoción no es más que una etiqueta, una manera de referirse a aspectos del funcionamiento psicológico y del organismo pues, como señala Lazarus, no existiría la facultad de la emoción, sino diferentes tipos de emociones controladas por mecanismos y procesos neurológicos específicos que les confieren una entidad y experiencia subjetiva únicas (Lazarus, 1991). Algo parecido sucede cuando hablamos de percepción, pues aunque se trata de un término por todos reconocido, cuando se quiere realizar un acercamiento más exhaustivo a la misma se empiezan a diferenciar distintos sistemas, y hablamos entonces de la visión, la audición, el tacto… seguramente, en la medida en que avancemos en la comprensión de los distintos sistemas cerebrales involucrados en cada uno de los fenómenos emocionales (por lo menos en aquellos más básicos) podremos también establecer diferenciaciones claras entre ellos al estilo de lo que ha ido sucediendo con otras funciones cognitivas como la memoria o las funciones ejecutivas.

Estructuras implicadas en la conducta emocional: Un principio solido de la organización neural es que múltiples sistemas controlan cada conducta. La información sensorial penetra en la corteza a través de canales sensoriales diferentes. Una vez procesados los estímulos, la información pasa a través de varios sistemas paralelos que facilitan diferentes funciones. Importancia del hipotálamo en la emoción. Muchas estructuras subcorticales han sido implicadas en la medición de la emoción. Sin embargo, el hipotálamo, una estructura que desde hace mucho se sabe es importante en la regulación de las funciones autónomas y endocrina, fue la primera estructura subcortical para la cual se estableció un papel en la conducta emocional. Alrededor de 1920 se mostro que los animales a los cuales se les habían removido sus hemisferios cerebrales no obstante eran capaces de ejecutar ciertos tipos de patrones de conducta emocional. Por ejemplo, un perro o un gato que habían sido sometidos a remoción de todo tejido neuronal anterior a la porción posterior del hipotálamo es capaz de exhibir un patrón de conducta agresiva que es muy similar al del animal intacto. Sin embargo, existen diferencias importantes entre estos animales y los intactos. Aunque antes de la cirugía a los animales no se les provocaba con facilidad, después de la cirugía se encolerizaban con estimulación leve. Además, los animales que habían tenido la operación no dirigían su ira hacia un blanco específico sino que, en lugar de ello, demostraron una especie de ira generalizada y no dirigida. Se uso el término ira fingida para describir las conductas con estas características. La estructura crítica que organiza la ira fingida es el hipotálamo posterior. Esto se demuestra con el hallazgo de que, aunque la remoción de todo el tejido anterior al hipotálamo posterior resulta en ira fingida, la remoción que incluye al hipotálamo posterior la elimina. En cualquier caso, como se verá más adelante, es claro que otras estructuras están involucradas centralmente en la emoción. Estas incluyen otras estructuras

subcorticales, como la amígdala y ciertas regiones corticales, en particular la corteza pre frontal. Procesamiento de los estímulos emocionales: La información visual sigue una vía anterior a través del lóbulo temporal y una vía dorsal por el lóbulo parietal. La primera desempeñaría un papel en el reconocimiento del objeto y la segunda, en la localización espacial. De acuerdo con este principio general de la organización cerebral es factible suponer que varios sistemas, corticales y subcorticales, contribuyen a experiencia emotiva. Los sistemas neurales deben procesar los estímulos sensoriales como importantes para la conducta social, Probablemente las sensaciones sean especificas de las especies para los estímulos olfatorios (feromonas), táctiles (en especial en zonas sensibles del cuerpo), visuales (expresiones faciales) y auditivos (fonemas, llanto, gritos y así sucesivamente) Circuitos cerebrales de la emoción El lóbulo límbico (incluida la amígdala) y la corteza prefrontal se consideraban regiones cerebrales relacionadas con la emoción a principios de la década de 1930. Aunque las estructuras límbicas originales identificadas por Papez (a fines de la década mencionada anteriormente) se centraron en el hipocampo y sus conexiones con el hipotálamo, la concepción moderna del sistema límbico abarca la amígdala y la corteza prefrontal. El hipocampo, la amígdala y la corteza pre frontal se conectan con el hipotálamo. El núcleo mamilar del hipotálamo establece conexiones con el tálamo anterior que, a su vez, se vincula con la corteza cingulada. Las conexiones de la corteza cingulada completan el circuito al conectarse al hipocampo, la amígdala y la corteza pre frontal. Aunque el circuito completo es importante para la conducta emocional, la amígdala y la corteza pre frontal tienen la clave para comprender la naturaleza de la experiencia emocional.

Corteza pre frontal: Es responsable de la ejecución del movimiento. La corteza pre motora selecciona dichos movimientos. La corteza pre frontal controla los procesos cognitivos de modo que se seleccionen los movimientos apropiados en el momento y el lugar concretos Existe una zona de la corteza cerebral, el lóbulo parietal inferior, que recibe estímulos procedentes de muchas áreas que tiene que ver con la emoción, tales como el sistema límbico, las áreas sensoriales de la corteza, el tálamo, el hipotálamo, etc..Que hacen muy posible su mediación en la experiencia consciente. Según Le Doux y Hirst (1986): El lóbulo parietal inferior sirve como un centro integrador que sintetiza la información procedente de los sistemas sensoriales extereoceptivos y viscerales, del sistema límbico y de las áreas activadoras del estado de alerta. Tal patrón de aportes parece ideal para la mediación de la conciencia de las emociones. Se puede suponer que cuando un estimulo afecta la retina y se trasmite por los nervios ópticos llega a los centros subcorticales de donde se proyecta a la corteza cerebral visual y al mismo tiempo al sistema límbico. Dentro de la corteza es proyectado a diferentes áreas donde es elaborado, reconocido y vuelto consciente en el hemisferio izquierdo. En el lóbulo límbico es reconocido como agradable o desagradable de acuerdo con previas experiencias. Una vez reconocido y habiéndosele otorgado un significado se proyecta al hipotálamo desde donde se desencadena las respuestas neurovegetativas. Muchos estímulos no llegan a la corteza, al lóbulo parietal inferior, y se quedan por fuera de la conciencia, en los centros subcorticales desde donde pueden desencadenar las respuestas viscerales y vasomotoras; cuando estas llegan a la conciencia indican que una respuesta emocional agradable o desagradable ha ocurrido. Habitualmente este tipo de experiencia emocional no es fácil de identificar y aun puede permanecer sin ser reconocida. Con frecuencia tenemos situaciones, sentimientos agradables o desagradables cuyo origen inicialmente no reconocemos; solo si persistimos en su búsqueda

podemos, en ocasiones, descubrir que previamente recibimos una sonrisa de alguien o al contrario un rechazo, situaciones que cuando no son muy notorias solo de descubren por repercusión subconsciente. Desequilibrios emocionales El cerebro induce emociones desde un pequeño número de sitios, la mayoría localizados debajo de la corteza cerebral, es decir subcorticales, situados en el tronco cerebral en la sustancia gris periacueductual (la cual es la principal coordinadora de las respuestas emocionales), en el hipotálamo y en la base del cerebro anterior. Otro núcleo subcortical importante es la amígdala situada en el lóbulo temporal. Los sitios de la inducción en la corteza cerebral están situados en la corteza pre frontal ventro medial y en la región cingulada anterior. Por este medio de los estudios con tomografía de emisión de positrones (PET) se ha observado que los sitios que se activan en el cerebro varían con las distintas emociones. La tristeza activa la corteza pre frontal ventro medial, el hipotálamo y el tronco cerebral, mientras que la rabia y el miedo no activan ni la corteza pre frontal ni el hipotálamo, pero las tres emociones activan el tronco cerebral. La tristeza activa intensa y específicamente el hipotálamo y la corteza pre frontal ventro medial Hipótesis del marcador somático El núcleo de la hipótesis del marcador somático de Damasio procede de las ideas de William James, formuladas por primera vez a fines del siglo xix. James señalo que una medición consiste en un cambio en los estados del cuerpo y el cerebro en respuesta a la evaluación de un hecho concreto. Por ejemplo, si usted encuentra una serpiente venenosa mientras camina por un camino, su frecuencia cardiaca y respiratoria y sudoración aumentaran. Interpretamos estos cambios fisiológicos como miedo. Por lo tanto, cuando una persona se enfrenta a un estimulo biológicamente importante, el cerebro y el organismo sufren cambios. Podría adelantarse aquí que si se produce una reducción en la reacción corporal aun estimulo, debería haber una disminución en la intensidad de las emociones.

En contraste con James, que hablar de emociones intensas como el miedo o la ira, la teoría de Damasio comprende un espectro más amplio de cambios corporales. Por ejemplo, puede sobrevenir un cambio en la conducta motora, la expresión facial, cambios autónomos o cambios endocrinos, así como la modificación en la forma que el cerebro procesa esta y otra información. Por lo tanto, para Damasio las emociones implican aquellas estructuras nerviosas que representan estados del organismo y estructuras que de alguna forma vinculan la percepción de los estimulo externos con los estados del organismo. Los cambios corporales (es decir, los marcadores somáticos) están vinculados a fenómenos externos y ambos influyen en el procesamiento cognitivo. Lo que diferencia la teoría de Damasio es que el autor especifica que el control neural de las emociones abarca estructuras límbicas y la corteza pre frontal, y acepta que ambas desempeñan algún papel en la emoción, así como las estructuras que representan estados corporales, como la corteza somato sensorial y ciertos componentes de los ganglios basales. Además cuando una emoción ocasiona un cambio global en el procesamiento nervioso, como ocurre en la depresión el modelo incluye estructuras neuro moduladoras, es decir, los sistemas colinérgicos del pros encéfalo y los sistemas no adrenérgicos, dopaminergicos y seroninergicos del tronco encefálico. Un aspecto clave de la hipótesis del marcador somático de Damasio radica en que la emoción es fundamental para la supervivencia del individuo en un ambiente determinado. El ambiente de los mamíferos y, ciertamente de los seres humanos abarca no solo el ambiente físico sino también el entorno social. Las emociones, por tanto, influyen en la supervivencia de los miembros de un grupo social. El aspecto social es de gran importancia para los seres humanos y comprende el estudio del desarrollo social, la comunicación social e, incluso, la cultura. Estos temas han sido tratados muy poco por los neuro científicos y es escaso lo que se sabe respecto a los mecanismos nerviosos de las emociones sociales como los celos, el orgullo y la vergüenza. Puesto que el lóbulo frontal se desarrollo ampliamente en la evolución del ser humano, es probable que esas emociones

requieran alguna forma de procesamiento en el lóbulo frontal, pero esto es solo una conjetura. La teoría de Damasio destaca que la emoción no es solo una experiencia fundamental para todos los animales superiores, sino también este caso, como miedo. Las determinaciones fisiológicas de condicionamiento al miedo pueden categorizar el funcionamiento autónomo (por ejemplo, frecuencia cardiaca y respiración) y las determinaciones cuantitativas pueden medir la conducta (por ejemplo, permanecer inmóvil) después de escuchar tono. Amígdala: La palabra amígdala procede del griego y significa “almendra” y está formada por tres divisiones principales: las zonas corricomedial, baso lateral y central. Al igual que la corteza pre frontal, la amígdala recibe estímulos de todos los sistemas sensoriales y, de la misma manera que la corteza pre frontal, las células de la amígdala requieren estímulos complejos (por ejemplo, rostros) para excitarse. Además, muchas células de la amígdala son multimodales en efectos, algunas neuronas responde a estímulos visuales, auditivos, somáticos, gustativos y olfatorios. Como sucede con las células pre frontales El PAPEL CENTRAL DE LA AMIGDALA. La amígdala juega un papel central en la emoción. Previamente se ha revisado alguna evidencia para tal papel de la amígdala. Además, existe evidencia de que regiones particulares dentro de la amígdala están especializadas para componentes particulares de la emoción. La amígdala está compuesta de varios núcleos, los cuales tradicionalmente han sido divididos en tres grandes grupos: los núcleos cortico mediales o grupo nuclear cortico medial, los núcleos baso laterales o grupo nuclear baso lateral y el central. Se ha demostrado que el núcleo central de la amígdala y el núcleo lateral (un componente del grupo nuclear baso lateral) están involucrados en aspectos específicos del condicionamiento por miedo.

El núcleo lateral de la amígdala: interface entre estímulos sensoriales y las respuestas de miedo condicionado.

Se ha visto que el núcleo central de la amígdala activa una respuesta emocional por medio de sus conexiones con otras estructuras subcorticales. También se vio que el núcleo lateral de la amígdala es el principal destino de la entrada auditiva proyectada hacia la amígdala desde el núcleo geniculado medial. Por tanto, en el condicionamiento por miedo la amígdala lateral recibe una entrada activada por el estimulo condicionado y el núcleo central media la actividad autónoma, la actividad endocrina y la conducta que constituye la respuesta condicionada. En consecuencia, se esperarían conexiones entre el núcleo lateral de la amígdala y el núcleo central de la amígdala. Existen escasas conexiones directas entre tales estructuras pero existen amplias conexiones vía los núcleos baso lateral y baso medial de la amígdala. Por tanto, se tiene una ruta

que media el miedo

condicionado. La ruta comienza en las neuronas sensitivas auditivas y termina con neuronas que activan respuestas autónomas, endocrinas y conductuales. Lóbulos temporales y emoción Las convulsiones parciales (focales) complejas de los los lóbulos temporales tiene complicadas manifestaciones conductuales y experimentales (a diferencia de las convulsiones con manifestaciones sensoriales o motoras relativamente simples). Las convulsiones parciales complejas de los lóbulos temporales hace mucho que han sido asociadas con cambios emocionales. Esta es un área de investigación difícil de evaluar debido a que muchos de los trabajos son estudios de casos clínicos. Aunque esta es una fuente de información potencialmente rica, también está abierta a todos los prejuicios a los cuales son proclives los estudios no controlados. La personalidad el complejo patrón de comportamiento que caracteriza la individualidad, probablemente es el dominio de la relación cerebro –conducta para ser adecuadamente comprendida porque es la más compleja, tanto en términos conductuales como en términos de los mecanismos neuronales subyacentes. Se ha visto que la corteza está bastante involucrada en la interpretación de la emoción en contextos perceptuales complejos y sociales. El tono de voz, el matiz de la expresión facial y los detalles de un contexto social sirven como base para realizar

discriminaciones e interpretaciones finas del mundo interpersonal y social. Los procesos corticales que median estas percepciones e interpretaciones complejas corresponden al extremo superior continuo de la capacidad discriminativa e interpretativa que tiene la discriminación entre dos estimulo con el paradigma de un condicionamiento por miedo en su extremo inferior. También se ha visto que la corteza está involucrada en expresiones sutiles de la emoción, como el tono de voz y la expresión facial, las cuales pueden ser tan cruciales para la conducta adaptativa en complejos contextos sociales. Por ahora queda intentar vincular las contribuciones corticales y subcortical de la emoción en un sistema integrado. Esta es la meta alusiva que se ha perseguido desde la teoría de James. Aunque no se ha logrado por completo este objetivo, se tienen los inicios de un cuadro coherente. LA INTERACCION DE LA CORTEZA Y LA AMIGDALA EN LA MEDIACION DE ORDEN SUPERIOR DE LAS EMOCIONES Una vía directa tálamo- amígdala media el miedo condicionado en los animales inferiores. Esta es una especie de piloto automático. Sobre la base de una programación innata. Sobre la base de aprendizaje, una rata responderá con miedo a un tono que previamente ha sido pareado con un choque eléctrico. Muchos animales se adaptan más o menos con mecanismos automáticos. Sin embargo, mientras más complejo sea el ambiente animal, mas flexibilidad de respuesta se requiere. La gacela que detecta un león acechando puede tener mejor oportunidad de escapar si espera un momento oportuno para huir, más que activar automáticamente de huida. Esta necesidad de flexibilidad de respuesta alcana su epitome en los humanos. Un joven ejecutivo cuya competencia ha sido públicamente desafiada puede experimentar signo automáticos de excitación emocional y un deseo de utilizar su fuerza física en la situación. Aunque será mucho más adaptativo para el canalizar su respuesta emocional de forma que le permita confrontar el desafío de modo más deliberado, enfrentando los aspectos específicos de manera organizada y racional. En tal contexto, las respuestas automáticas probablemente tendrían consecuencias desastrosas. Esto es cierto no solo en el

ambiente social complejo. Un explorador solitario en el bosque se encuentra con un oso grizz debe adoptar una conducta deliberada mediada corticalmente, incluso si dicha conducta es la acción deliberada de seguir permaneciendo así. La habilidad para cambiar de reacción emocional automática a acción deliberada, voluntaria, basada en emoción, tiene enormes ventajas adaptativas en situación complejas. Para este cambio crucial la integración de los procesamientos de la amígdala y la corteza. En lo que resta de esta sección, primero, se examinan los mecanismos por los cuales la amígdala influye a la corteza. Luego, se echa un vistazo acerca de cómo los resultados de esta influencia sobre la corteza moderan la reacción emocional y organizan la acción basada en la emoción INFLUENCIAS DE LA AMIGDALA SOBRE LA CORTEZA La amígdala influye la corteza en tres formas: a través de conexiones directas, a través de la excitación cortical activada por la amígdala y a través de la retroalimentación a la corteza de los cambios corporales activados por la amígdala. INFLUENCIA DIRECTA DE LA AMIGDALA SOBRE LA CORTEZA La amígdala recibe entrada de las etapas más avanzadas del procesamiento sensorial. Esta entrada altamente procesada provee a la amígdala información refinada acerca del mundo externo. La amígdala envía proyecciones de regreso hacia las áreas corticales sensoriales. Lo que es importante acerca de estas conexiones es que la amígdala proyecta hacia todos los niveles del procesamiento cortical sensorial. Eso proporciona un mecanismo para que la amígdala influya en el procesamiento en todos estos niveles, incluyendo la percepción, la memoria a corto plazo y (probablemente) la atención La amígdala también tiene amplias proyecciones hacia el hipocampo. Estas ofrecen un mecanismo para que la amígdala influya sobre si una experiencia es o no consolidada en la memoria a largo plazo. Estas proyecciones también pueden estar involucradas en parte de la recuperación desde la memoria a largo plazo activada por la emoción.

Aunque las proyecciones de la amígdala hacia la corteza pre frontal lateral son relativamente raras existen fuertes conexiones de la amígdala hacia la corteza cingulada anterior y frontal orbital (vía hipotálamo). La corteza cingulada anterior (junto con la corteza pre frontal dorso lateral) está involucrada en la memoria de trabajo, y la región frontal orbital puede ser particularmente importante para aspectos emocionales de la memoria de trabajo. Las proyecciones de la amígdala hacia las cingulada anterior y hacia la frontal orbital proporcionan un mecanismo por medio del cual la amígdala puede influir directamente en el contenido de la memoria de trabajo. Además existen numerosas conexiones reciprocas entre la amígdala y la corteza medial. Esta región está involucrada tanto en la regulación de la amígdala como en la organización de la acción basada en la emoción. Finalmente, las conexiones desde la amígdala hacia la corteza sensorial y desde la amígdala hacia el hipocampo influyen indirectamente la memoria de trabajo, al influir sobre la información que fluye hacia la memoria de trabajo desde los sistemas de atención y perceptuales, los registros de la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. EXITACION ACTIVADA POR LA AMIGDALA La excitación es un componente importante en la respuesta emocional. Sin ella. No se sostendría la atención directa hacia los estímulos peligrosos y no se reaccionaria de manera adaptativa, los estímulos novedosos, que pueden ser potencialmente peligrosos, provocan excitación. Sin embargo, la excitación ante un estimulo novedoso esta mediada por entrada directa desde los sistemas sensoriales hacia los sistemas de excitación. Si el estimulo no está asociado con peligro, el animal se habitúa rápidamente a él. En contraste, la amígdala activa la excitación que es evocada por los estímulos que son considerados peligrosos, ya sea a través de la programación genética o por medio del aprendizaje. Existen al menos cuatro sistemas del tallo cerebral que excitan la corteza, cada uno con su neurotransmisor específico. Aunque todos estos sistemas probablemente contribuyan a la activación de la corteza en la presencia del peligro, uno de ellos, conocido como núcleo basal, está involucrado con la amígdala y parece particularmente importante en la excitación inducida por el peligro. Esto ha sido

demostrado por experimentos en los cuales se lesionan la amígdala o el núcleo basales. El resultado es el deterioro en la excitación por estímulos peligrosos, como un tono que ha llegado a ser estimulo condicionado para un choque eléctrico. La estimulación de la amígdala o del núcleo basal, por otro lado, produce excitación cortical. El núcleo basal utiliza acetilcolina como su neurotransmisor. En apariencia, cuando la amígdala detecta peligro, activa el núcleo basal, el cual a su vez libera acetilcolina en áreas extensas de la corteza. Uno de los efectos esta excitación (así como la excitación desde otros sistemas) es la perpetuación de la activación de la amígdala. Esto es debido a las conexiones desde los sistemas de excitación que van de regreso a la amígdala. Al ser la amígdala un blanco de su propia excitación activada genera un circuito auto perpetuador de retroalimentación positiva y ayuda a asegurar que la activación sea mantenida durante periodos de peligro. El efecto de la excitación cortical no necesariamente es la activación cortical global y difusa. Esto es porque el principal mecanismo de excitación es una disminución del umbral del disparo de las neuronas. En consecuencia, dependiendo de otros aspectos de la actividad cerebral durante la excitación cortical puede ser muy específico. No obstante, los sistemas de excitación por si ellos mismos no llevan mucha información. Su principal propósito es alertar a la corteza de que algo importante ocurre. La determinación de que exactamente es lo que está pasando, y que respuesta o acción es necesario, requiere la convergencia de información en la memoria de trabajo. RETROALIMENTACION CORPORAL Una tercera forma en la cual la amígdala puede influir sobre la corteza es por medio de la retroalimentación de los cambios corporales inducidos por la amígdala. Se ha visto que la amígdala activa conductas específicas de la especie, activación autónoma y respuestas endocrinas.

Cuando menos, la activación conductual y autónoma contribuyen a la intensidad de la emoción, como Canon postulo. Sin embargo, también existe evidencia que apoya la idea de James de que patones específicos de activación corporal corresponden a emociones específicas. Por tanto, existe evidencia de que la activación autónoma en diferentes emociones no es uniforme. También existe evidencia de que la retroalimentación desde los músculos somáticos, en particular los músculos faciales, contribuyen a la emoción. De modo más general, existe una apreciación creciente de que la retroalimentación concerniente a la activación corporal es un componente crucial de la emoción y del razonamiento. Esto es capturado, por ejemplo, en la hipótesis de Damasio de marcadores somáticos. Como se ha visto, la idea de que la retroalimentación desde el cuerpo es importante para emoción coincide con la experiencia. ¿Quien no ha experimentado una emoción y al mismo tiempo se ha vuelto consciente del bombeo de su corazón o de que tiemblan sus rodillas? Los estudios experimentales de personas son transacciones de la medula espinal no han sido concluyentes en relación con la importancia de la retroalimentación. Esto se debe en parte a que los resultados de estos estudios han sido inconsistentes. Más importante, aun el descubrimiento de experiencia emocional intacta tras una transeccion espinal deja abierta la posibilidad de que las conexiones vía aferentes autónomos no espinales suministren al cerebro la retroalimentación requerida. Finalmente, existe evidencia experimental de que la retroalimentación desde el cuerpo contribuye a la calidad de la respuesta emocional Integración de corteza y amígdala Se ha visto que las reacciones de miedo innatas y condicionadas pueden ser medidas por una ruta que involucra el tálamo sensorial y la amígdala. En ambientes más complejos, tales reacciones probablemente no son adaptativas y, de hecho, con frecuencia son contraproducentes. Por tanto aunque la respuesta automática puede ser muy rápida, lo que frecuentemente se necesita es una acción más deliberada que tome en consideración diversos factores además del estado emocional inmediato del organismo. Estos factores incluyen la situación externa; el

conocimiento adquirido por el organismo; el repertorio de conductas potenciales del organismo, y la habilidad del organismo para anticipar, planear y monitorear la conducta futura. Existe amplia evidencia de que los lóbulos frontales están involucrados en la organización del comportamiento que tome en consideración estos factores. LA CORTEZA FRONTAL MEDIAL COMO LA INTERFASE ENTRE LA CORTEZA SENSORIAL Y AMIGDALA. Las regiones de lóbulo frontal medial reciben entrada altamente procesada desde todas las áreas sensoriales corticales. También tienen conexiones reciprocas extensas con la amígdala, la cual también recibe entrada sensorial altamente procesada. Además, la corteza frontal medial proyecta hacia muchas áreas a la que también proyecta la amígdala. Estas conexiones sugieren que la corteza frontal medial está en una posición para regular los efectos de la activación de la amígdala, tanto a través de conexiones directas hacia la amígdala como por medio de las conexiones hacia los blancos de la amígdala. Al mismo tiempo, las conexiones desde la amígdala hacia la corteza frontal medial sugieren que la amígdala influye sobre la corteza frontal medial y sus salidas hacia los sitios de proyección de la amígdala. La amígdala también influye en la organización, por parte de los lóbulos frontales, de la acción basada en emoción. En conjunto, estas conexiones anatómicas sugieren que la corteza frontal medial sirve como una interface entre la representación del mundo exterior, mediada por la corteza sensorial, y el matiz emocional de dicha representación, mediada por la amígdala. En otras palabras, la corteza frontal medial pareciera ser un área donde se integra la representación del mundo y el matiz emocional del mismo, reuniéndose para influirse mutuamente y para organizar una acción o una secuencia de acciones planeadas, que es el producto de dicha integración. El resultado de esta integración puede ser muy variado, va desde inhibición hasta la potenciación de la respuesta emocional a corto plazo activada por la amígdala y desde la activación a la interrupción de la acción a largo plazo mediada corticalmente.

Un breve ejemplo puede ayudar a ilustrar a estas interacciones. Considere al joven ejecutivo que ha sido rudamente desafiado por un competidor en una importante reunión. Esto es peligroso: sus oportunidades para promoción pueden ser amenazadas o incluso su empleo y su amígdala es activada. Esta activación podría impulsarlo atacar físicamente a su rival. La corteza frontal medial, tomando en cuenta el contexto social, viene al rescate e inhibe la respuesta físicamente agresiva. Sin embargo, este no tiene que ser el final de la historia. La activación de amígdala puede estimular la corteza frontal medial para organizar un plan de acción a largo plazo que le permitirá superar a rival a triunfar en el complejo entorno corporativo. El viejo dicho, “no enloquezcas! Mejor véngate!! Podría neuro logizado del modo siguiente: inhibe la respuesta emocional a corto plazo activada por la amígdala (vía entrada desde la corteza frontal medial) y luego dirige la salida de la amígdala hacia la corteza frontal medial y organiza planes de acción a corto largo plazo. ¿Cual es el sustento empírico para esta elaborada hipótesis? El sustento proviene de la evidencia de las lesiones de la corteza frontal medial interfieren con la extinción del miedo acondicionado. En consecuencia, si un tono que fue asociado con un choque eléctrico hasta que se convirtió en estimulo condicionado; luego se presenta de manera repetida sin jamás ser seguido por el choque eléctrico, una rata normal eventualmente dejara de responder ante el tono con la respuesta condicionada. Sin embargo, las ratas con lesiones frontales mediales continuaran respondiendo a tono con una respuesta de miedo condicionado, aun cuando el tono se presente repetidamente sin ser seguido por el choque eléctrico. Puede que la extinción no suene como un comportamiento de orden superior, pero es una instancia de integración corteza – amígdala. Durante la fase de aprendizaje, el tono es seguido por un choque eléctrico durante varios ensayos, y como resultado la amígdala media una respuesta de miedo condicionado. Durante la fase de extinción, el animal recibe información sensorial acerca del mundo incluyéndola relación entre el tono y el choque eléctrico. En este caso, la información es que ya no existe una asociación entre el tono y el choque eléctrico porque el tono ahora

nunca es seguido por el choque. Normalmente, el procesamiento frontal medial de estos eventos ambientales regula la actividad de la amígdala, y la respuesta de miedo condicionado desaparece. Sin embargo, tras el daño a la corteza frontal medial, no tiene lugar esta integración de amígdala y actividad frontal medial y la respuesta condicionada no se extingue. La perturbación de la extinción tras lesiones de lóbulo frontal medial puede ser considerada como perseverancia emocional, análoga a la perseveracion cognitiva observada después de daño a la corteza frontal dorso lateral. Con lesiones en otras regiones existe una interrupción en la regulación de la conducta basada en la información del mundo; sin embargo difieren las fuerzas conductoras que subyacen a las conductas reguladas por las dos regiones. Las lesiones a la corteza frontal medial perturban los cambios conductuales basados en la emoción, mientras que las lesiones a la corteza frontal dorso lateral perturban los cambios conductuales basado cognitivamente. EXCITACIÓN CORTICAL ACTIVADA POR LA AMIGDALA Se ha visto que la amígdala puede iniciar la excitación cortical. Esta excitación sirve para enfocar la atención sobre el estado emocional y, en algunas instancias, sobre el estimulo que lo inicia. Sin esta excitación, la experiencia emocional seria fugaz, con destellos a través de la conciencia como un pensamiento aleatorio. Parte de este proceso de excitación involucra la excitación activada por parte de la amígdala de ella misma. Esto ayuda a asegurar que la atención permanezca enfocada sobre la experiencia que excita la emoción y los eventos asociados. RETROALIMENTACION DESDE EL CUERPO La retroalimentación corporal proporciona un componente que es esencial a la experiencia emocional. Como James apunto (1884), sin dicha retroalimentación un sentimiento seria idea intelectual seca, sin la fuerza de una experiencia emocional. La memoria a largo plazo de la retroalimentación corporal que tuvo lugar en el pasado también puede evocar una experiencia emocional

El circuito de papez La noción del cerebro emocional surgió a partir de investigaciones, era que estructuras subcorticales, como el hipotálamo, median la excitación corporal ( a través de la activación de la activación autónoma y endocrina) y organizan las respuestas emocionales básicas como la agresión. En contraste, se pensó que la corteza cerebral media la experiencia emocional y la organización de la conducta emocional más compleja y a largo plazo. También parecía aparente que cualquiera que fuese la teoría de la emoción, la excitación periférica y la experiencia emocional influían mutuamente. Entonces surgió la cuestión de cuáles son los mecanismos neuronales por lo que influyen mutuamente los procesos subcorticales que median la excitación corporal y los procesos corticales que median la experiencia emocional. DOS VIAS QUE MEDIAN LA EXPERIENCIA EMOCIONAL El neuro anatomista James Papez (1937) realizo un intento por enfrentar el problema de los mecanismo neuronales subyacentes a la influencia reciproca de la excitación corporal y la experiencia emocional. Al igual que Cannon y Bard, Papez creyó que después de que la entrada sensorial alcanza al tálamo, se dirige hacia la corteza y hacia el hipotálamo. Papez considero a la circunvolución cingulada como el área cortical que media la experiencia emocional, que sirve como una especia de área de proyección cortical para la emoción análoga a las áreas sensoriales corticales primarias. De acuerdo con esta teoría, existen dos mecanismos por medio de los cuales pueden surgir los sentimientos consientes. En uno al cual papez denomino vía del pensamiento la entrada sensorial alcanza a la circunvolución cingulada vía el tálamo y la corteza. También dentro de esta vía la entrada hacia la circunvalación cingulada desde las áreas corticales que almacenan la memoria a largo plazo, una vía a través de la cual podría evocar los sentimientos. En el otro mecanismo, al cual papez llamo vía del sentimiento, la entrada desde el tálamo va rimero hacia el hipotálamo y luego se proyecta hacia la circunvolución cingulada vía tálamo anterior.

Related Documents


More Documents from ""