Excavando la interoceanidad subalterna La ruta transístmica en las ideas de América (siglo XVI) y América Latina (siglo XIX)
Briseida Allard O. Universidad de Panamá 2009
Mapa Maris Pacifici, de Abraham Ortelius. Apareció en la edición de 1589 de su America Sive Novi Orbis en Theatrum Orbis Terrarum. Publicado por primera vez en 1570. http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle2.asp?id=MC0018375
…Un paraíso compraron cuentas de vidrio, telas y espejos; fuente de juventud para un viejo imperio. La luz dentro de tu entraña se transformó en camino de acero, y nuestra gente en sombras de lo que fueron. ¿Cuándo seremos manos, en vez de dedos?... …Yarna panai, ¡Abya Yala bin sógue!... [1) RUBÉN BLADES cantando Puente del Mundo, 1999
La frontera entre Estados Unidos y México es una herida abierta contra la cual el Tercer Mundo choca y se desangra. GLORIA ANZALDÚA, Borderlands/La frontera, 1987 [2]
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Introducción El objetivo principal de estas notas es proponer una mirada Otra a la interoceanidad del Istmo de Panamá a partir de algunos señalamientos sobre la geopolítica del lugar en el libro La idea de América Latina, de Walter Mignolo (2007). Con ese propósito, en lo que sigue tanteo la idea del transitismo [Castillero C., 1973] como una de las expresiones emblemáticas de la cultura de la interoceanidad [Porras, 2005]. A través de la “matriz colonial de poder” específicamente ístmica que denomino interoceanidad subalterna, pretendo resignificar ambos momentos fundacionales de la herida moderno/colonial en Panamá. Intentando este acercamiento me asaltaron las siguientes inquietudes: ¿Cómo la interoceanidad del Istmo de Panamá contribuyó a constituir la doble densidad de la modernidad/colonialidad? ¿De qué modos la modernidad y la colonialidad dieron forma a la idea de interoceanidad? ¿Cómo han operado los conceptos de interoceanidad, americanidad y latinidad en la apropiación y producción de conocimiento sobre las mujeres de la región? ¿Qué significaciones sugiere la opción epistémica decolonial a los conceptos transitismo y cultura de la interoceanidad? Por supuesto, todavía no puedo responder a estas y otras interrogantes que provoca leer la historia de mi país en el sistema mundo colonial con los lentes de la perspectiva moderna/colonial. Por tanto, no tengo que insistir sobre el carácter inacabado y muy preliminar de mi propuesta. 1. El fetichismo de los kilómetros cuadrados A partir de un texto seminal del historiador Alfredo Castillero C. (1973) y amparado en el paradigma de la dependencia, emergió el término transitismo como expresión que da cuenta de la forma específica de inserción del Istmo que hoy llamamos Panamá en el moderno sistemamundo (Wallerstein, 2003) a partir del siglo XVI, formato del cual resultarían, a su vez, los paisajes y narrativas característicos de la actividad económico-mercantil de tránsito tal como se ha venido llevando a cabo de entonces acá. Con leves matices, Castillero mantiene las premisas fundamentales del estudio publicado más de treinta años atrás: …la geografía panameña quedó organizada en torno a dos ciudades terminales en cada mar (Nombre de Dios y Panamá), y un interior apendicular que le serviría como proveedor de alimentos. De esa manera,
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se implantó una inexorable racionalidad a su territorio, insertándolo en una economía de mercado a grandes distancias… Así pues, el potencial geográfico de Panamá pudo ser anticipado desde temprano y de allí que se organizara tan precozmente… pocos países americanos pudieron encontrar su función geográfica tan tempranamente de manera tan precisa”. (Castillero C., 2007)
Recientemente, la antropóloga Ana E. Porras (2005: 282) ha propuesto el término cultura de la interoceanidad para designar lo que ella llama el “…sub-sistema narrativo cuyos significados dan valor a la situación geográfica de Panamá, el paso interoceánico…”. Y agrega: El término interoceanidad se ha preferido al ya tradicional “transitismo” por considerar que este último ha adquirido un carácter equívoco: en algunos casos significa transitorio, efímero y ficticio (…). En otras ocasiones, el transitismo se concibe como un proyecto económico, refiriéndose a la especialización geo-política y económica de Panamá, al predominio político de la zona de tránsito y el de sus clases sociales o grupos humanos…. Esta segunda acepción, aunque diametralmente opuesta a la primera y más moderna en su paradigma científico, [concibe a la cultura] como un epifenómeno o apéndice de los intereses económicos y las ideologías políticas. (pp. 282-283)
A juicio de Porras, …la expresión “cultura de la interoceanidad”, como nueva nomenclatura, presenta las siguientes ventajas para el análisis y comprensión de la cultura e identidad nacional de Panamá: define e incorpora la noción de cultura en los estudios de Panamá; identifica una gama amplia de narrativas, con sus paradigmas y modelos, sin atribuirles juicios de valor; descubre un hilo conductor y una estructura que integra la inmensa variedad cultural panameña, su agitada experiencia histórica y su diversidad social; identifica una hegemonía narrativa (y por tanto cultural) de un modelo sobre otros; al mismo tiempo, reconoce la dinámica interna de poder socio-histórica y cultural, que involucra movilidad social y flexibilidad en su estructura. Permite identificar que los procesos narrativos por medio de los cuales se construye identidad nacional en Panamá son equivalentes a los procesos culturales en otros lugares del mundo, a pesar de que sus decisiones y preferencias fueron distintas (véase, por ejemplo, las opciones culturales respecto de Balboa, Anayansi y Urracá como símbolos nacionales, comparativamente con los símbolos nacionales equivalentes en México y Perú)…
Como corolario de la caracterización anterior, Porras sostiene que “la incorporación del concepto de cultura, y de la cultura de la interoceanidad, permite identificar, caracterizar y explicar que los panameños han configurado su identidad y cultura nacional predominantemente
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cosmopolita, abierta, diversa, modernizadora y diferente a las identidades más etnocéntricas, agrarias, fisiócratas y nacionalistas de sus vecinos en el Continente.” (p. 283) Más claro, imposible. ¿Qué tienen en común los dos relatos mencionados no obstante las diferentes opciones metodológicas y marcos cognitivos que ostentan y el amplio espacio de tiempo que separa a un texto del otro? Me parece que aunque algo ha variado en el relato más reciente sobre la interoceanidad, no han cambiado los términos de ese debate. En general, en las narrativas comentadas la interoceanidad está instalada en el interior de la modernidad, esto es, tiene su ubicación geohistórica en Europa, en el contexto de la modernidad. Se posicionan en momentos distintos de la evolución del conocimiento según la lógica de la colonialidad, desde aquella visión encarnada en lo que Cordero Torres (1941), “un colonialista convencido”, llamó con acierto “el fetichismo de los kilómetros cuadrados” (p.7). Si lo que define los nuevos campos son los lugares de enunciación antes que las configuraciones de lo enunciado (Mignolo, 2005; 9), ambos textos, pergeñados desde el “entendimiento parcial y provincial de la modernidad” (Dussel citado por Mignolo, 2005: 22), constituyen visiones etnocéntricas de las herencias de la dominación que desconocen y/o desestiman la articulación entre economía, género y raza o entre identidades culturales/étnicas e identidades de género, así como el estrecho ligamen entre el hecho estatal-nacional, el racismo, el imperialismo y las prácticas e ideología patriarcales (Cf. Suárez Navas y Hernández, 2008). Desde esta perspectiva, no sorprende que los escandalosos silencios y significativas ausencias sobre campos relativos a género, raza, sexo y sexualidad, erosionen ambas interpretaciones del hecho colonial en Panamá, cristalizado en los términos transitismo y cultura de la interoceanidad que Castillero Calvo y Porras, respectivamente, han aportado a las ciencias sociales en nuestro medio. 2. Textos y contextos en el origen de la primera modernidad 1513 fue un año decisivo en la historia del dominio mundial de Occidente. Casi simultáneamente, Maquiavelo en el sur de Europa, publica El Príncipe, texto que recoge la concepción seminal de la razón de Estado; por otra parte, a cientos de kilómetros de distancia, en Panamá, Vasco Núñez de Balboa encontró el Mar del Sur. Desde el siglo XVI, la hegemonía occidental elabora los fundamentos teóricos y prácticos de su supremacía y no ha dejado de aumentar. (Bessis, 2002: 19)
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Estos dos sucesos, cada uno a su modo, constituyeron hechos clave en el origen del sistema-mundo moderno/colonial. Detengámonos en el acontecimiento americano. Aunque desde 1503 Cristóbal Colón llegó a vislumbrar la condición ístmica de nuestro territorio –el llamado descubrimiento intelectual del Istmo 1, durante el cuarto viaje a las tierras que sus habitantes denominaban Abya Yala (Mignolo, 2007: 28), sólo fue a partir de 1513, cuando Núñez de Balboa “descubrió” el llamado Mar del Sur (Océano Pacífico, hoy)2, que la Corona española definió la interoceanidad del istmo, esto es su condición de territorio-paso que permitió intercomunicar, bajo la hegemonía de Europa, el mundo conocido entonces, para que de esta manera … sirviera, primero, para la expansión ultramarina hacia Oriente, que era en ese momento lo que tenía mayor prioridad para la Corona…. De esa manera, se implantó una inexorable racionalidad a su territorio, insertándolo en una economía de mercado a grandes distancias, y destinado a servir a los tránsitos entre España… [África, Asia y América]. (Castillero C., 2007)
Poco después del descubrimiento del mar del Sur rápidamente tiene lugar la institucionalización del pasaje geográfico, la función del istmo -al que la Corona inventa renombrándolo con el expresivo nombre de Castilla del Oro-, como zona de tránsito y su adscripción al sistema colonial español. Es así que muy temprano en el siglo XVI, no sólo se naturalizó la impronta interoceánica del territorio istmeño, sino que tuvo lugar la apropiación del paso por parte de España y su integración en el imaginario eurocristiano (E. O´Gorman citado por Mignolo, 2007, 29), a través de la novedosa cartografía moderna, de narraciones y leyendas, de pinturas y la iconografía de la conquista y posterior colonización, entre otros dispositivos del reciente saber moderno-colonial.
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La expresión es de Alfredo Castillero Calvo. Para algunos historiadores es el hecho más importante de la conquista.
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Mapa de Panamá con los Caminos Transístmicos: Real, Cruces y Chagres http://andergil.blogspot.com/2007/11/la-ruta-quetzal-una-aventura-ilustrada.html andergil.blogspot.com/2007/11/la-ruta-quetzal...
Contrario al planteamiento metodológico que Mignolo propone para excavar los cimientos imperial-coloniales de las ideas de América y América Latina, en el caso que me ocupa no es posible separar la interoceanidad y su correlativo imaginario, de la cartografía europea que apareció desde el siglo XVI. El mapa Maris Pacifici, de Abraham Ortelius que apareció en la edición de 1589 en America Sive Novi Orbis, de su Theatrum Orbis Terrarum, publicado por primera vez en 1570, es un valioso testimonio de este señalamiento. El carácter moderno/colonial de la interoceanidad panameña se encarna en un territorio geográficamente situado en la idea del Nuevo Mundo, una de las visiones hegemónicas del sistema mundo moderno/colonial, y, en consecuencia, uno de los elementos clave de la construcción de Occidente, el puente temprano entre Oriente y Occidente. De ahí que contribuyan a nutrir la distinción epistémica y geopolítica de la interoceanidad vista desde la hendidura colonial, tanto los mapas del siglo XVI como los relatos e imágenes provistos por los viajeros y exploradores que poblaron de símbolos, ideas e invenciones del otro, la imaginación moderna occidental en el siglo XIX. (Reclus, 1972, Bovallius, 1972). Como sostiene Bessis (2002), “si bien las naciones que [ ] componen [Occidente] no son las únicas que han abusado a lo largo de la historia de la ley del más fuerte, sí son las únicas que han producido un aparato teórico –filosófico, moral y científico- de legitimación” (p. 18).
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De este modo, como en una molienda, el engranaje de poder de la colonialidad, desde los intersticios de la modernidad, destila, y se confunde con, la colonialidad del conocimiento y la colonialidad del ser; esto es, tramas de conocimientos devaluados, silenciados, junto con las vidas y los cuerpos de indios/as, negros/as, mestizos/as y otras subalternidades que los portan. Este es el sentido profundo de las numerosas descripciones de mujeres que hiciera el Oficial de la Marina francesa Armand Reclus, uno de los exploradores europeos del Istmo, en su diario del viaje de 1876, en las que da cuenta cómo “el progreso de la modernidad va de la mano con la violencia de la colonialidad”. Así escribió, por ejemplo, de un grupo de lavanderas que observó en la periferia de la ciudad de Panamá: … Negras, indias o mulatas, todas tienen el cuerpo desproporcionado y disforme; todas son, u obesas, o flacas como esqueletos: no hay términos medios. ¿A cuál de ellas podría darse la manzana de la fealdad? (Reclus, 1972: p. 71)
Así las dibujó en su diario (p. 78):
http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/galeria/919.htm
En otro momento, cuando describe la estatua de Cristóbal Colón que, en 1870, regalara la emperatriz Eugenia al general Tomás Cipriano Mosquera, después que culminara la Exposición Universal de París de 1867, Reclus sostiene:
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Fuente: http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=477615
... se levanta, aunque sin pedestal todavía, un magnífico grupo de bronce representando a Cristóbal Colón y a América, suntuoso regalo de la ex-emperatriz Eugenia a un antiguo presidente de los Estados Unidos de Colombia, el general Mosquera, que, según se dice, era pariente lejano de la ilustre familia de Montijo. Colón, de pie, erguido y fiero, protege, abrazándola con su mano derecha, a una mujer pequeña, completamente desnuda, temerosa y encorvada, pero muy bella, tan bella, que hace pensar, más que en una india desharrapada, basta y de líneas deshechas, en una de esas encantadoras parisienses, vestidas de capricho… Este grupo es, por lo demás, la única obra de arte que puede verse en todo el territorio que ocupa el istmo de Panamá”. (p. 32) La interoceanidad panameña es un campo propicio para el contrapunto entre la idea de “América Latina” y las ideas de “naturaleza y “cultura” (Mignolo, 2007: 21), términos que también constituyen construcciones de género, viejas tecnologías del yo y la nación (Amina Mama citada por Suárez Navaz y Hernández, 2008: 17) que disciplinan y controlan los cuerpos de las mujeres. 3. Interoceanidad y hegemonía moderno-colonial En un contexto pletórico de agresiones militares contra las jóvenes repúblicas al sur del río Bravo, la agresión de Francia a México (1833), de Inglaterra a Buenos Aires (1833), de Francia a Buenos Aires (1839), la guerra de EU contra México (1847), la agresión de EU a Paraguay (1853), las acciones depredadoras de William Walker en Centroamérica, a partir de
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1855, la intervención francesa en México, son todos eventos que renuevan y precipitan las propuestas hispanoamericanistas del congreso de Panamá, convocado por Bolívar, en 1826. (Soler, 1980) Mignolo (2007: 102) apunta que algunas investigaciones recientes encuentran “el „origen‟ de la idea de „latinidad‟, esto es, el antagonismo entre América del Norte y América del Sur, no tanto en el contexto militar mencionado, como en “las tensiones y los conflictos de 1850 relacionados con Panamá”. Así, escribe: Más que una disputa por una cuestión de límites, se trató de una lucha por el control del punto de encuentro y cruce entre el Atlántico y el Pacífico, una especie de preludio de la guerra hispano-estadounidense de 1898. [Subrayado B. A.] ¿Y cuáles fueron esas tensiones y conflictos de 1850, relacionados con Panamá que impulsan tal clivaje en las subjetividades locales? Por una parte, la firma del Tratado Mallarino-Bidlack, en 1846, que repolitiza la interoceanidad panameña al zanjar la disputa entre EU y Gran Bretaña por el control y dominio del paso transístmico a favor del primero. Por otra, el llamado Gold Rush californiano (1849), fortalece la presencia y control de EU en Panamá, a la vez que alimenta los constantes y serios disturbios y enfrentamientos multitudinarios entre la población local y los norteamericanos, configurando nuevas percepciones moderno/coloniales del „ellos‟ y el „nosotros‟. Como apunta Mignolo, “la situación de Panamá fue una versión concentrada de la tensión entre las dos fuerzas opuestas que en la época recibían los nombres de “la raza anglosajona” y “la raza latina”…Esa época crucial, la de las disputas continentales de 1850, fue el momento exacto en que el sueño de Bolívar de la “confederación de naciones hispanoamericanas” se transformaba en “América Latina”, en el sentido de una zona de dominio de la “raza latina”. Distintos estudios de Alfredo Figueroa Navarro (1982; 1991), sobre aspectos relativos a la dimensión privada de la vida social istmeña durante el período del “Panamá colombiano”, ofrecen vetas para complementar y diferenciar los modos a través de los cuales la interoceanidad bajo el dominio imperial de EU, redimensiona los mundos públicos y privados marcados por las técnicas y las subjetividades producidas en el contexto político de la nueva gobernabilidad colonial.
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NOTAS 1. Expresión en lengua kuna que podría traducirse como: desde el puente del mundo, loor a Abya Yala. 2. Citado por Mignolo, 2007: 117. REFERENCIAS Bessis, Sophie (2002). Occidente y los otros. Historia de una supremacía. Madrid: Alianza Editorial. Bovallius, Carl (1972). Viaje al Istmo 1881-1883 (e. o. en sueco, 1887). Traducción de Abel Lombardo Vega. Panamá: Biblioteca Nuevo Panamá. Ministerio de Educación. Castillero Calvo, Alfredo (1973). Transitismo y dependencia. El caso del Istmo de Panamá. Revista Nueva Sociedad # 5, marzo-abril, pp. 35-50. Castillero Calvo, Alfredo (2007). “Frontera, ordenamiento territorial y poblamiento en Panamá, segunda mitad del siglo XVIII”. Conferencia dictada el miércoles 17 de octubre de 2007, durante el Seminario Internacional Territorio, Razón y Ciudad Ilustrada, celebrado en el Archivo de Bogotá del 16 al 19 octubre de 2007. En prensa en la Revista Tareas. Citado por Guillermo Castro H., Historia, ambiente y cultura de la naturaleza en Panamá, Semanario Peripecias Nº 111, 27 de agosto de 2008. Disponible en la web en: http://www.peripecias.com/ambiente/602CastroPanamaHistAmbCultura.html. Cordero Torres, José M. (1941). Tratado elemental de derecho colonial español. Madrid: Editora Nacional. Figueroa N., Alfredo (1982). Dominio y sociedad en el Panamá colombiano (1821 - 1903). Escrutinio sociológico (3ª edición). Panamá: Editorial Universitaria. Figueroa Navarro, Alfredo (1991). Testamento y sociedad en el istmo de Panamá, siglos XVIII y XIX. Panamá: Roysa. Mignolo, Walter (2005). Cambiando las éticas y las políticas del conocimiento: la lógica d la colonialidad y la postcolonialidad imperial. Conferencia inaugural del Programa de Estudios Postcoloniales en el Centro de Estudios Avanzados, de la Universidad de Coimbra (Enero 14, 2005). Esta es una versión de la conferencia traducida del inglés por Eduardo Restrepo. Disponible en la web en: http://www.tristestopicos.org/walter%20mignolo_postcolonialidad_tristestopicos.p df Mignolo, Walter D. (2007). La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial. Barcelona: Gedisa Editorial Porras, Ana E. (2005). Cultura de la Interoceanidad. Narrativas de identidad nacional de Panamá (1990-2002), Panamá: Editorial Universitaria. Reclus, Armand (1972). Exploraciones a los Istmos de Panamá y de Darién en 1876, 1877 y 1878. 3ª edición (e. o. 1881). San José, Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).
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Suárez N., Liliana y Rosalva A. Hernández, eds. (2008). Descolonizando el feminismo. Teorías y prácticas desde los márgenes. Madrid: Ediciones Cátedra.