“Todo hombre, por naturaleza, desea saber” Aristóteles “Lo que no sé, tampoco creo saberlo.” Platón En los temas donde parece haber más sabios dispuestos a darnos cátedra son los temas donde hay mayor ignorancia; tal es el caso de la política, los deportes y el tema de Dios. Pregúntale a un presidente, a un campeón olímpico o a Dios, seguramente se reirán y exclamarán: ¡ Qué mucho sabe la gente ! Pero…en verdad lo que sucede es que la gente lo que le gusta es creer que saben, tener la sensación de poseer conocimiento, de poseer la verdad, la capacidad de ver más aya que los demás. Es uno de esos placeres que revelan una necesidad insaciable del ser humano tan cercana a su propia supervivencia, ya que el conocimiento es la moneda de la vida. El conocimiento y la vida no son exactamente lo mismo, pero metafóricamente hablando podríamos aplicar el cálculo infinitesimal para ver que sí existe un momento instantáneo donde el conocimiento sí resulta ser vida, donde vida y conocimiento son exactamente lo mismo. Sería en ese instante donde se puede ver que tener todo el conocimiento universal seria equivalente a vida eterna. El conocimiento absoluto va más aya de las leyes naturales y sobrepasa los límites de la creación y del tiempo. Si existiese un ente capaz de poseer todo el conocimiento absoluto, aquel ente que la teología llama Dios, tendría como consecuencia la característica de ser eterno. Tal…tal...Tal razonamiento explica la naturaleza humana de basar sus creencias en tal existencia, pues tal aferramiento emana de nuestro deseo de permanecer vivos. Es por ello nuestro afán por sentir que sabemos, de expresarnos como si supiéramos, de especular libremente creando la sopa más absurda de nuestras posibles verdades con la sabrosa e intensa sazón de la ilusión…nuestra propia ilusión. En un vaso de agua, cristalina y transparente, hay mas verdad que en un mar de aguas coloridas, saladas o dulces. Es decir, la verdad es pura y se descubre al alcanzar su mayor grado de simpleza, para de ahí partir a sus mayores grados de complejidad. Tales son los caminos de las ciencias experimentales. Motivadas por la duda interminable y por el deseo de explicar los fenómenos más complejos de la existencia, por encontrar un sentido funcional y racional a nuestra posición en el universo. No padecen de ser la palabra final, son un libro abierto; cualquiera tiene derecho a cuestionar, a llenar una pagina nueva o editar las conclusiones previas con verdades más amplias. En ellas reinan el orden, la imaginación, la creatividad y el ingenio humano. Son sus conocimientos los que nos llevan a percibir con un nuevo sentido, un 7mo sentido, un telescopio conceptual hacia la realidad de nuestro universo. Perder el conocimiento es equivalente a perder la vida, a perder el futuro. Queremos propiamente conocer, queremos conversar con sabiduría, intercambiar sabiduría y como resultado máximo actuar sabiamente en beneficio de nuestro propio futuro. Tal es la ambición…tal es la esperanza, tal el compromiso, tal es la belleza de la búsqueda. Acercarnos al limite donde cesa la diferencia entre “¿ Saber o no saber ?” y “¿ Ser o no ser ?”.