Pag 8 Y 9 Web

  • November 2019
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Santas Mujeres en brazos mientras donde cae su Sangre una rosa ha germinado, porque Santa Genoveva, venciendo todo cansancio, ha llegado hasta Sevilla, que ansiosa la está esperando, o por el Beso de Judas, que llega de Santiago, y un Jesús ante Caifás, que viene de San Gonzalo traído por costaleros que justa fama ganaron moviendo como ellos solos saben mover a los barcos, o a encontrarse con las Aguas que de San Bartolomé llegaron. Y porque hay Dolorosas, como siempre, bajo palio, del Rocío, de las Mercedes, de la Salud con su barrio, de Tristezas, Guadalupe o de las Aguas, rostro hacia el cielo elevado... El penitente lo sabe y las evoca en silencio tras su Jesús de las Penas mientras de repente sale una oración de su pecho: Cuánto me pierdo, Señor, por ir detrás de tu paso. Cuánto me pierdo, Señor, de ver este Lunes Santo... aunque sé que si lo pierdo es mucho más lo que gano porque te veo todo el tiempo mientras vamos caminando, Tú cargado con tu cruz y yo con mi cruz cargado, Tú derramando el perdón y yo el perdón aguardando. Cuánto me pierdo, Señor, y cuánto me voy ganando, Jesús Mío de las Penas, mi Dios al que quiero tanto, con tu rostro tan delante, con tu rostro tan cercano que aunque se cierren mis ojos tengo en ellos tu retrato, y sueño con que de pronto tu sangre estoy restañando, y pienso que con mi cruz también la tuya levanto, y te quito esa corona que te ha hecho tanto daño, y te ayudo a incorporarte, tomándote de la mano... Jesús Mío de las Penas, déjame seguir soñando, que al enjugarte la sangre Tú la mía estás enjugando, que al levantarte la cruz quitas la mía de mis brazos, que al quitarte la corona no hay ya espinas a mi paso, que nunca fui más feliz que al tomarte de la mano en ese sueño bendito de tarde de Lunes Santo. Y me pierdo hasta a tu Madre que detrás viene en su paso, que es Virgen de mis Dolores y alivio de mis quebrantos, refugio de mis pesares y consuelo de mis llantos, que es olor de azahar e incienso entre la cera quemada o de la vela apagada por el viento. Porque detrás han llegado hasta nosotros nuevos nazarenos, otros cristianos vestidos con ese ruán tan negro que el Lunes Santo protege sus más profundos secretos mientras que la cera blanca va iluminando el sendero de la más Limpia de todas, diana de sus desvelos, amor entre sus amores, Musa de todos sus sueños, Dolor que nos estremece y que aliviar siempre 8

LAS PENAS

quiero, Refugio de tanto hermano que se fue con ella al Cielo. Que siguen siendo Hermandad los cofrades que se fueron, los que nunca volverán aunque estén en el recuerdo. Puede que alguno de ellos vaya rezando en silencio preguntando por qué ha muerto el ser que tanto quería. Y obtendrá una respuesta que a otros cofrades nos dieron: que ha muerto porque Él y Ella querían tenerlo en el cielo, porque Ellos también le amaban y por eso le eligieron de prioste, Cruz de Guía, penitente o costalero, para formar cofradía con los hermanos más buenos. Y seguirá su camino, sintiendo

un nudo en el pecho al notar que está a su lado ése que se fue a los cielos. Tras ellos nos ha llegado Nuestra Madre de los Cielos, Nuestra Virgen de Dolores, llevada por costaleros que se esfuerzan incansables porque es su trabajo un rezo, el mismo de aquellos otros que piden un mundo nuevo en que la Verdad de Cristo y la de su Santa Madre sean para todos ejemplo de Caridad y Justicia, de Amor cristiano y sincero, de rechazar violencias, de acabar con los entuertos, de tender la mano a todos con nuestra ayuda ofreciendo, al que cercanos nos tiene y al que tengamos muy lejos, Junio 2007

que somos todos hermanos y así sentirnos debemos, no en tarde de Lunes Santo, sino en cualquier otro tiempo. Mirad a La que nos llega, disfrutad de este momento, porque los más hermosos claveles palidecen en sus andas. Las luces y el oro fino no se ven, porque es su cara la que al llegar a este Templo nos ha robado los ojos, ha paralizado el alma, ha vuelto el grito en silencio, ha quebrado las gargantas, ha detenido hasta el tiempo, ha arrancado nuestras lágrimas, ha robado al sol la luz, ha llegado a la mañana, tras volver la tarde

en noche y la noche en madrugada. Miradla, que no podrán hacerlo sus nazarenos, pero repetid con ellos lo que dicen sus silencios: Aunque sin verla la veo y le digo entre suspiros: Cirios blancos te preceden, cirios blancos van contigo y entre luces y claveles, mi Virgen de los Dolores, llegas Tú, Flor de Dolor y Martirio, con ese puñal clavado, con tus brazos extendidos, que están queriendo alargarse por retener a tu Hijo, que se sienten impotentes, quebrados por el vacío de ese cuerpo que sin vida se apartó de tu camino, de aquel a quien Junio 2007

nueve meses diste en tu vientre cobijo, de aquel que se nos marchó porque Dios así lo quiso para hacernos comprender que a la Muerte había vencido. Y todos te entienden Madre al comprender el suplicio que ha provocado ese llanto en tan injusto castigo. Pasa en silencio tu imagen, los ojos enrojecidos como los de toda madre que sufrió perder un hijo. Y en la noche silenciosa del Lunes Santo divino, todos lloran tu Dolor. Madre, Sevilla llora contigo. Termina la Estación de Penitencia a esta Santa Iglesia Catedral y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de los Dolores comienza su regreso dejando tras ella un halo de especial recogimiento, de oración en la calle, de cristianismo viejo, de austeridad cofrade, de mesura en el esfuerzo, de templanza en la fe, de prudencia en el lucimiento, que muy por encima de éste están los sentimientos que inspiran una oración: Dios te Salve, Reina y Madre, Virgen Mía de los Dolores, llena de Misericordia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, que iluminas con tu Luz de Sevilla las tinieblas, que le das vida a su gente, que acabas con su tristeza y le otorgas la esperanza de alcanzar la vida eterna. Dios te Salve. A Ti llamamos los hijos de Eva, por Ti suspiramos los hijos de esta tu tierra que te aman como nadie y que su vida te entregan. Suspiran por Ti, gimiendo y llorando en este valle con lágrimas que quieren borrar las tuyas, las que tus ojos derraman, que quieren con dolor propio borrar el que hay en tu cara. Sé pues, Señora, Abogada nuestra. Si tu Dolor no queremos sácanos de la tristeza, si tus Lágrimas borramos borra Tú también aquellas que nuestros ojos derraman por lo agreste de la senda. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, caído hoy bajo el peso del madero, y que está aguardando, Vivo, que lleguemos hasta el cielo. Él es el fruto bendito de tu vientre. Y como Madre, recuerda, que somos también tus hijos, y pecadores ayer venimos arrepentidos para implorar a tus pies tener el Perdón Divino. ¡Oh Clementísima!, ¡oh Piadosa!, ¡oh Misericordiosa Siempre Dulce Virgen María!, Señora Nuestra, ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo, Señor Nuestro de las Penas, Jesús Mío, Redentor, que nos ha de perdonar porque amamos a su Madre, Virgen Mía de los Dolores, que en nuestras almas está. AMEN.

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