Mini Ensayo Grupos Fb. J.gros

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Grupos de Facebook: entre lo real y lo virtual. ¿Existe una semejanza de estructuración y funcionamiento entre los grupos sociales surgidos en la vida real y los conformados en Facebook? Partiendo de la observación de una cierta cantidad de grupos de Facebook y deteniéndome en la cantidad de miembros que los constituyen, he llegado a la conclusión de que en algunos podemos encontrar, por un lado, varios miembros que hacen explícita su participación mediante los múltiples comentarios, enlaces, fotos y videos publicados de manera constante; y por el otro, una gran cantidad de miembros (que conforman, por cierto, la mayoría) que se limitan a pertencer al grupo y que si bien existe la posibilidad de que ingresen al grupo recurrentemente y se actualicen leyendo y observando cada una de las nuevas publicaciones que se allí se suceden, lo cierto es que su participación es implícita, subyace por debajo de la superficie de los discursos y de las redes que se van tejiendo al interior de dicho grupo. No obstante, podríamos postular la hipótesis según la cual la participación explícita no genera necesariamente una mayor ni más rica producción de sentido acorde con el contenido y el objetivo del grupo en cuestión en comparación con la producción de sentido de los que lo hacen implícitamente. Es decir, muchas veces, la partcipación excesiva no genera significación alguna, lo que arroja como resultado una maraña de tejidos que no se conectan entre sí sino que se embrollan cada vez más generando una sensación de caos y de desintegración. En este sentido, concuerdo con los aportes críticos elaborados por Wolton (2000) y Eriksen (2001). El primero sostiene que si bien se disfruta, gracias a las nuevas herramientas ofrecidas por la Web 2.0, de una disponibilidad de información impensada unos años atrás, el problema actual reside en la falta de una voluntad real de comprensión entre las personas, la carencia de una cultura en común de respeto y la manipulación por sobreabundancia informativa, arrojando como resultado la sensación de confusión por parte de los usuarios en un entorno de gran escasez de atención 1. Por su parte, Eriksen advierte la posible desintegración de las sociedades modernas en virtud de los inconexos e incoherentes fragmentos de la información que circulan por la Web 2.0 en formato beta, un tipo de pensamiento de corto alcance que dificulta distinguir entre conocimiento y ruido2 . Estas problemáticas planteadas por ambos autores son fácilmente advertidas en aquellos grupos donde los comentarios subidos al muro no tienen relación alguna con el contenido temático ni con el objetivo del grupo. Al entrar en esos grupos y ver cómo se decantan allí una multiplicidad de sentidos inconexos y descontextualizados, todo nos hace ruido, nos sentimos desorientados y con la sensación de estar al margen. Es por ello que muchas veces los testigos omniscientes de los grupos pueden resultar ser los más comprometidos con la causa primera que en definitiva los une a ese grupo. Con un perfil más bajo y sin necesidad de alimentar su ego mediante la constante exposición, asumen su rol, en tanto miembros de un grupo, sin contaminar la comunicación. Las razones por las cuales no participan de manera explícita pueden ser múltiples: reticencia a la exposición, preferencia por escuchar y aprender de lo que los demás tienen para decir, etc. En esta línea, podemos decir que lo mismo ocurre de manera sistemática en los grupos que se consolidan en la realidad. Allí podemos encontrarnos con los líderes, con los que quieren llamar la atención, los que son escuchados porque son populares o porque son interesantes, los que hacen ruido y por 1

C. Romaní y H. Pardo Kuklinski, “Un esbozo de ideas críticas sobre la Web 2.0”, en Planeta Web 2.0, pág. 91. 2 C. Romaní y H. Pardo Kuklinski, op. Cit, pág. 92.

ello no son escuchados, y los que escuchan y callan porque son tímidos o porque tiene quizás un perfil bajo. Estos últimos son miembros del grupo tanto como los demás, y si bien su participación es sensiblemente distinta a la de los otros tipos de miembros, sería erróneo creer que no formen por ello parte de ese grupo. Es más, si en un grupo todos fueran líderes, si todos tuvieran el mismo peso y relevancia, entonces no existiría grupo alguno porque la competencia entre los miembros destruiría el concepto de integridad y unión que caracteriza a todo grupo. Por otro lado, en los grupos de FB existen roles preestablecidos, como los creadores, coordinadores y los administradores, que están ubicados de manera jerárquica dentro de la estructura grupal y que tienen una función específica. Sin embargo, sucede muchas veces que una vez que estos tres tipos de miembros dan rienda suelta al desarrollo del grupo, sus roles se tergiversan, se desvanecen hasta al punto de permanecer casi imerceptibles frente a los demás miembros que se siguen sumando a lo largo del tiempo. Se convierten así en figuras casi emblemáticas que aunque tengan un destaque en la plataforma del grupo, pueden incluso desentenderse por completo del mismo sin que este se desvanezca. Con lo cual, sería prudente pensar que los roles de creador, coordinador y administrador no sean necesariamente análogos a los roles de liderazgo tal cual se dan en la realidad. Esto sucede por el hecho de que en los grupos FB estos roles no surgen por elección ni conscientemente ni mucho menos de forma espontánea, cosa que si sucede en alguna medida en los grupos reales. Considero, pues, que existe una suerte de tensión en el modo en que los grupos de FB surgen y se desarrollan. Allí los roles están como forzados y en virtud de ello, aquél que tenga las condiciones e intenciones de convertirse en líder de un grupo de FB se deberá enfrentar con un desafío mucho mayor. En este sentido, Henry Jenkins, al hablar de la cultura participativa, señala una clara desigualdad en el modo en que los participantes intervienen en dicha cultura. Las corporaciones ejercen todavía un poder superior al de cualquier consumidor o conjunto de consumidores, los cuales, así mismo, no poseen las mismas capacidades para ejercer su participación en esta cultura emergente3. Así y todo, considero que existe una cierta analogía entre los tipos de miembros de un grupo en FB y los distintos roles que cabe esperar en un grupo de existencia real en referencia a los niveles de participación explícita e implícita. Sin embargo, la forzada estructuración y ditribución de los roles en los grupos de FB impide una participación fluida y genuina, que debería darse conforme a los perfiles, identidades y personalidades de cada uno de los integrantes que los conforman, tal cual se da en los grupos sociales reales. Planteado esto, si los grupos virtuales resolvieran estas problemáticas de estructuración forzada y sobreabundancia de información, podrían resultar aún más integradores y democráticos que los grupos reales, en tanto que, como señala BernersLee, la interactividad, una pieza clave de la Web 2.0, propicia los mecanismos necesarios para que toda la comunidad pueda aportar su conocimiento al producto desarrollado, siempre que sea de forma horizontal y organizada4. Así mismo, cabe considerar el concepto de inteligencia colectiva acuñado por Lévy, según el cual las nuevas herramientas tecnológicas permiten la configuración de una suerte de cerebro compartido construido a partir de los conocimientos aportados de forma cooperativa por todos los individuos. Sin embargo, se debe tener en cuenta lo sostenido por Wolton respecto a la necesidad de una alfabetización digital profunda para evitar que ese potencial enriquecedor que surge de las comunidades virtuales se convierta en un mar de redundancia informativa y desintegración. 3 4

H.Jenkins, “Introducción: Adoración en el altar de la convergencia”, en Convergence Cultures, pág.15. C. Romaní y H. Pardo Kuklinski, “Intercreatividad y Web 2.0”, en Planeta Web 2.0, pág. 45.

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