Mi Transporte Del Futuro

  • June 2020
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  • Words: 1,104
  • Pages: 17
Mi transporte del Texto: © Marta Alcocer Ilustraciones: © Mónica Padilla Dirección editorial: María Yolanda Argüello Cuidado de la edición: Alejandro Cabello Primera edición, 2008 D.R. Alejandro Cabello Alcérreca Cerro del Aire 38, Col. Romero de Terreros Del. Coyoacán C.P. 04310, México, D.F. [email protected] No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin autorización escrita de los titulares de los derechos patrimoniales de autor. ISBN 978-970-95889-4-1 Impreso en México

Marta Alcocer

Ilustraciones de Mónica Padilla

Ayer también vine al parque en mi transporte del futuro.

Estoy escondida entre las plantas, bajo un sauce llorón, donde me gusta quedarme a pensar. Aquí, siento como si fuera parte del parque, de las plantas que están a mi alrededor y de los gorriones que cantan y se persiguen unos a otros. Este escondite no lo conoce nadie. Bueno, sólo Damián y eso por casualidad. ¡Ayer me encontró aquí! Yo no quería que lo descubriera, pues ¿cómo explicarle que estar aquí me gusta tanto como encontrarlo a él y platicar? Pero bueno, lo de Damián y yo es otra historia.

Llegar al parque no es tan fácil. Decenas de autos y microbuses se me atraviesan y se me echan encima. Cuando por fin llego me arden los ojos y la garganta de tanto humo que respiré. Ayer se hizo un gran embotellamiento. Todos los coches quedaron enredados y nadie podía pasar. Yo veía a los conductores, adentro de sus autos, casi siempre solos. Algunos tocaban la bocina enojados, tristes, resignados. Pude rebasarlos y, ya tranquila en el parque, pensé: esos carros y camionetas no pueden ser el transporte del futuro. Ocupan demasiado espacio, echan demasiado humo, hacen demasiado ruido...

Cuando sea grande voy a inventar un transporte del futuro, pensé. Un transporte que pueda usar casi toda la gente. El transporte que invente no va a echar humo. Entonces no puede usar gasolina ni ningún otro tipo de combustible. ¡Podría ser eléctrico! Se me ocurrió. Pero... ¿de dónde saldría tanta electricidad? Entonces, sería mejor que el transporte que invente no tenga un motor que funcione con combustible o electricidad.

¡Creo que tengo la solución! Viajaremos nada más con cerrar los ojos y desear estar en otro lugar. Aunque eso lo hacemos ahora mis amigas y yo con la imaginación. Cerramos los ojos, volamos y luego los abrimos y decimos:

¡Estamos en Arabia! Tararí-tarará. Entonces nos ponemos mascadas de colores en la cabeza, caminamos con pasos chiquitos, vamos al mercado y hacemos abanicos con papeles usados porque Arabia es un desierto y hace mucho calor. Otras veces hemos ido a Perú, a Alaska, a la selva de Kenia y a muchos lugares más. Es muy divertido.

¡Eso! El transporte del futuro tiene que ser muy divertido, como los cochecitos chocones de las ferias o como las naves espaciales. Aunque los cochecitos también necesitan electricidad... y las naves espaciales ¡uh!, ¡ésas gastan muchísimo combustible! ¿Y qué tal si invento un coche que en vez de gasolina camine con agua? ¡Como los viejos trenes de vapor! Mmmmh, ésos también hacen mucho ruido, echan humo y hasta atropellan.

El transporte del futuro debe ser flaquito y livianito para que ocupe poco espacio, no cause embotellamientos y se pueda cargar y meter a las casas o adonde vayas. Y también será silencioso. Bueno, puede sonar pero quedito y que sea un sonido bonito, como el ronroneo de mi gato.

A lo mejor hasta podría inventar un sombrero con hélice, que al ponértelo volaras con el viento.

Pero... ¿y si se descompone y me caigo?

O podría ser un vehículo movido por el viento e impulsado por velas controladas por una computadora, pensé emocionada mientras miraba al aire jugar con la hoja seca de un árbol. Mmmmmh, se me hace que eso sería muuuuuy caro. El transporte que yo invente tiene que ser barato y fácil de utilizar para que también podamos usarlo las niñas y los niños.

En ésas estaba cuando Damián me descubrió. Me puse coloradísima. –¡Hola! –le dije– es que estoy... estoy... –¡Qué padre lugar! Parece que estuvieras en la selva. ¡Aaaaaaah! grito Tarzán-Damián y, sin decir más, se sentó frente a mí y siguió hablando, porque él habla mucho. –Me gustaría vivir en una selva como ésta y hacerme amigo de los tucanes, los cocodrilos y los tigres y...

–¿Y cómo le harías para ir de un lado a otro en la selva? –lo interrumpí pensando todavía en el transporte del futuro. –Pues tomaría unas lianas de las que bajan por los árboles y andaría en canoa por los ríos y... ¿por qué me preguntas eso?

Entonces le conté lo que había estado pensando y también se emocionó mucho con la idea. Luego hablamos de un zepelín con alas, como las de las águilas, de carretas jaladas por caballos, de autos movidos por la energía del sol, de aviones pequeños y de trenes elevados sobre puentes de concreto con largas vías. Pero nada nos convencía. Todo era muy caro, muy grande, muy ruidoso, muy difícil de construir, gastaba mucha energía y además contaminaba. Nosotros ya queríamos tener un transporte como el que tratábamos de imaginar.

De pronto, no me preguntes por qué, alzamos la vista, volteamos y las vimos. Allí estaban, descansando sobre el pasto, ligeritas, sin motor, silenciosas, baratas y ¡además divertidas! –¡Hace más de cien años que las inventaron! –dijo Damián. –¡El transporte del futuro ya existe! –dije.

¡Es la bicicleta!

De regreso a casa, Damián y yo seguíamos platicando.

Deben ser pequeñas ciudades donde podamos

Imaginábamos ciudades con caminitos rodeados

respirar aire puro, voltear y ver el cielo azul, y

de árboles y plantas; con ríos limpios que no estén

donde vivamos cerca de la escuela o el trabajo.

contaminados ni entubados; con lugares donde podamos caminar y andar en bici.

Damián y yo tenemos muchos planes. Ya hablamos con otros niños. A todos nos gustaría poder andar en bici sin peligro de que nos atropelle un auto o un camión.

Ya quedamos que el domingo saldremos en bola y les diremos a todos que las bicis son el transporte del futuro. Que el futuro ya existe. Basta que queramos hacerlo realidad.

La bicicleta ya existe. ¡Úsala! Es tu transporte del futuro.

Mi transporte del futuro se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2008 en Código X, S.C. Bartolache Nº 1105 A, Col. Del Valle, C.P. 03100, México, Distrito Federal. En su composición se utilizaron los tipos Garamond regular y Gill Sans (T1) bold y light.

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