Memoria De Un Antiapostol.docx

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Titulo original en italiano: ºE.S. 1.025 Le Memorie di un Anti Apostoloº

Traducción del italiano: M. Dolores Brice o

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INTRODUCCION i·:

¿Cómo comenzar un libro cuando no se es escritor o más bien cómo explicar algo que uno cree es un deber, publicar ciertas Memorias... Memorias muy extraordinarias (y que por este motivo, son horriblemente inquietantes ...)? Entonces decimos que estas primeras páginas son una invitación a los católicos de este tiempo bajo la forma de prefacio, o tal vez convendría decir de confesión.

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Sí "confesión" es lo que a mí me concierne, pobre "pequeña" que yo soy, parecería que es la palabra justa, aunque sea una de esas palabras que algunas personas de este tiempo, no desean usar... Finalmente, cuando digo "algunas personas" quiero solamente indicar a las que creen que dan prueba dP inteligencia, que se adaptan a lo que sucede durante el día, y también a lo que sucederá pasado mañana. Yo no encuentro sino una palabra muy banal para explicar mi posición. Diré que este acontecimiento del día, no es más que cenizas para mí. Pero, Señor, Tú sabes bien que yo creo firmemente que Tú eres el más fuerte. ¿Es necesario· precisarlo?... Sí.:. hoy... Sí... yo creo que es indis-

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pensable, porque la gente pone la propia confianza en el poder del hombre... un poder que lanza cohetes, pero que también deja morir de hambre... un poder que hace trabajar la máquina, pero que también es esclavo fracasado, aplastado... un poder que pretende no tener necesidad de Dios, pero que sabe también engañar discutiendo sobre la creación del mundo. Conviene que yo calle, que me calme. Todo lo que precede está solamente destinado, por pudor, a retrasar el momento en que deberé presentarme al lector. Yo soy una pequeña enfermera, que ha visto morir a mucha gente y que continúa creyendo en la Misericordia de Dios, y que experimenta como la Voluntad del Invisible sabe sugerir en el momento oportuno. No soy más que una enfermera y he visto, en un país que no menciono, en un- hospital que debe quedar anónimo, he visto morir, a continuación de un accidente de automóvil, a un hombre sin nombre, sin nacionalidad, quiero decir, sin documentos. Sin embargo él tenía en su portafolio algunas cartas que fui obligada a examinar.

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Una de ellas comenzaba con estas palabras:

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"Yo soy el hombre sin :1ombre, el hombre sin

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familia, sin patria y sin herencia".

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Aparentemente este texto, de un centenar de páginas mecanografiadas, no podía dar ningún elemento que permitiera identificar al herido. ¡Pero nunca se sabe!... Y luego, seamos honestos, desde el momento que he hablado de confesión, seamos del todo sinceros, tuve el deseo de leer estas notas íntimas y cedí relativamente pronto a esta tentación. Yo no podía dudar, dejando que mi curiosidad femenina sofoque los escrúpulos de enfermera, no podía dudar que estaba entrando en un documento vivido que me habría descompuesto y oprimido. Porque este texto era demasiado grave para ser simplemente quemado: "demasiado actual" para ser puesto no importa en qué manos; pare-cía demasiado verdadero para que yo, sobre todo yo, la anciana protestante convertida a la Santa Iglesia Católica e inmortal, a la Santa Iglesia en la que no se necesitaba intentar practicar una pequeña (o grande) sino sobre todo una perseverante santidad. Que yo finalmente. no haga pasar la defensa de mi Santa Iglesia sobre .todas las otras consideraciones. Oh, yo sé bien que Dios no tiene necesidad de ser defendido, no tiene necesidad de mí, pero sé también que en un tiempo habría podido dejarme en el error, en la tris-

teza de las preguntas sin respuesta,- en la atmósfera de soberana insolencia que, por ejemplo, mantienen desde hace cuatro siglos, los católicos de Irlanda, los grupos de los que 'las leyes (presunciones legítimas y sagradas) actúan en larnbre de púas. No soy Irlandesa, no traten de saber quien soy yo, ustedes no lo lograrán jamás. Pero los irlandeses, sin saberlo, me han ayudado a hacer un acto de coraje. Que por lo menos este pequeño testimonio atenúe lo que las almas de gran sabiduría olvidan cumplir. Pero mi herido, no era Irlandés, parecía más bien eslavo. Por lo demás, ¿qué importancia podría tener si no podía hablar?... Trataba de todas formas, obtener de él alguna información, pidiéndole que baje los párpados cada vez que quisiera responderme afirmativamente. Hasta ese momento yo no había leído los documentos que llevaba consigo, por lo demás él no quiso responder a mis preguntas, o no tuvo la fuerza... ¿cómo podría saberlo?... Fue entonces que solamente después de su muerte que pude darme cuenta, tornando cono- · cimiento de este texto, que él debió sufrir mil veces más pensando en los centenares de páginas que él por debilidad jamás debió escribir, que por sus múltiples heridas y fracturas. · 8

Si hubiera conocido el inmenso poder, la increíble importancia de este hombre reducido al estado de títere, desarticulado, desmembrado, tal vez habría encontrado las palabras que él tenía necesidad de escuchar, habría podido destruir la dura coraza que se había inventado para esconder su despecho o mejor aún simplemente su sufrimiento. Una coraza consolidada por el trabajo de los años, puede ser destruida en un milésimo de segundo, Dios lo sabe y los Santos lo saben. Pero yo estaba únicamente ocupada por mi trabajo de enfermera... pero no, no es totalmente verdad, porque (y esto no se encuentra ni en los libros, ni en mis cursos y ni siquiera en mis exámenes) para mí la oración es un complemento a mis actividades de enfermera. Yo oraba por este hombre, el cual, me habían dicho, no poseía ·ninguna carta de identidad. Yo le daba un nombre. Lo-llamaba Michael (Miguel) porque este Arcángel me había ayudado mucho, y su nombre latino me consuela cuando escucho las nuevas ceremonias religiosas, ruidosas como nuestras calles y nuestras radios, todas las nuevas palabras a las cuales se da el adjetivo ruidoso para impresionar y hacernos callar. Porque todo esto es comedia, todos estos discursos en los que se invita a participar como adultos, (mientras el Cristo llama a Sí a los pequeños ni-

ños) no es más que una infamia que trata de.camuflar un autoritarismo irónico y cruel, pero que es susceptible·a irse contra sí mismo. Entonces, yo oraba por este hombre y lo llamaba Michael sin saber que él era uno de nuestros peores enemigos. Había sabido que mi deber de cristiana era siempre y en todo momento orar por él con un ardor sin· igual. Ahora yo hago decir Misas, pero es muy difícil encontrar a alguien quien custodie el absoluto aspecto de un Sacrificio mil veces Santo y no el compadecido proceso de una gentil cena, ¡fraternalmente filantrópica! ¡Ahí estoy!, tres veces, ¡Ahí estoy!... · Michael tenía una mirada inolvidable, pero en la cual no sabía leer. Después de haber tomado conciencia de sus confidencias, trataba de resucitar en mí el poder de esta mirada, para descubrir lo que habría querido que hiciera de sus memorias. Y ante todo, ¿por qué las había escrito? ¿No era este un signo de su debilidad? Tal vez la úni- ; ; ca y peligrosa debilidad a la cual había cedido... ¿Cuál fue la causa?... Sólo Dios lo sabe. •1 Hoy he encontrado a una amiga, la cual desea que este texto se publique. ¿Pero tengo yo el derecho?

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La más grande desolación es cuando consta-. to que nunca podré hacer esta pregunta en confesión, como no la he hecho desde hace algunos años. No, la Santísima virtud de la obediencia es hoy el arma extremadamente poderosa de la cual nuestros enemigos se sirven para ir en contra de lo que nosotros fuimos y para establecer lo que ellos han decidido que llegaremos a ser.

En una palabra, este "llegar a ser" puede describirles, porque ya es conocido desde hace cuatro siglos de existencia, lo que se llama "protestantismo". Nosotros estamos invitados poco a poco, de una pequeña obediencia a otra pequeña obediencia, de una falsa humildad a falsos remordimientos, de una caridad mentirosa a una ambigüedad engañadora, de palabras enmascaradas en espadas de doble filo (de las que el "sí" es "no" y el "no" es "sí"). Nosotros estamos invitados a semejamos a los buenos católicos aun siendo perfectos protestantes. Esto es genial y se necesitaría reflexionar bien. Sí, ésta es hoy la cristiandad que pretenden que nosotros amemos. Pero la historia nos enseña quien es el más paciente, quien es el más fuerte, quien es el más débil. y que Michael me perdone si yo revelo su personaje pero es para bien suyo y nuestro... "PARA MAYOR GLORIA DE DIOS".

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EN EL QUE EL HOMBRE SIN NOMBRE QUIERE REVELARNOS EL MAS GRANDE MISTERIO DE SU VIDA.

Me pregunto por qué deseo escribir mis memorias. ¡Es muy"extraño! Yo creo que lo hago todas las noches, en sueño, del cual una extraña complicidad me obligaría, pienso, a continuar durante el día. Poco importa el resto, nadie las leerá jamás, yo las destruiré cuando quiera. Yo soy el hombre sin nombre, sin familia, sin · patria y sin herencia. Yo soy de aquellos a los cuales los burgueses y los burócratas desprecian. Por todo esto y por aquellos que me han amado, he sufrido estúpidamente. ¡Si hubiera sabido que suerte tendría! Pero era demasiado joven para adivinar cuánta desventura podría adueñarse del género humano.

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r ¡, Una vez yo era un pequeño muchachito sin lf', nombre. Parece que a los tres años yo me arras- t·.t· traba llorando por una calle polaca. Era en 1920. Por lo tanto nací en 1917, pero ¿dónde? y ¿de ,. quién? p

Pare e que apenas supe hablar y que mi polaco era horrible y mi ruso aún peor. Parece que no comprendía el alemán. ¿Quién era? No sabía ni siquiera decir mi nombre. Cierto, había teni·do un nombre y había sabido responder a ese



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nombre. Pero de ahora en adelante deberé aceptar lo que me inventaron mis padres adoptivos... Aún hoy a los cincuenta años de distancia, una ola de ira, muy apagada ya, me atraviesa el corazón cada vez que pienso en el doctor y en la Señora X... Ellos eran buenos, generosos, ellos eran magnánimos. No teman hijos y me adoptaron. Me amaban por haberlos sacado de la desesperación en la que habían caído por la esterilidad. Creo que me consideraban un regalo del Cielo, porque eran muy devotos y todo lo relacionaban con Dios. Está bien claro, yo había creído, que también yo haría lo mismo. Su virtud era tal que nunca los he oído decir mal de nadie. En la época en la que me encontraron, llorando, solo por la vida, ellos eran muy jóvenes, de treinta y cinco años. Eran mucho más bellos y muy pronto fui sensible a su amor, casi exagerado que los unía. Cuando se miraban y se besaban, una ola beneficiosa me sumergía inmediat mente. · Ellos eran MI papá y MI mamá, y yo decía estos posesivos con ardor muy juvenil. Sobre todo mi madre me manifestaba un amor muy exagerado que habría llegado a ser muy insoportable. No sé por qué esto no sucedió. Naturalmente yo era tranquilo y estudioso y no les daba

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ningún problema. No era afeminado y peleaba con coraje y, para pelear no era necesario ser violento o tener mal carácter. Mis padres y especialmente mi madre,. pensaban que yo tenía buen carácter, pero ellos se daban cuenta que para una feliz combinación mi voluntad cuadraba con ellos. Era muy ambicioso y ellos me apoyaban. Un muchacho así no pide. más. En mis catorce años, ya que había sobresalido en la escuela, se decidió que deberíamos visitar Roma y París. Era tan feliz que trataba de dormir cada vez menos, porque el sueño me parecía tiempo perdido y yo quería preparar el viaje. Yo "comía" estas dos ciudades anticipadamente. Una noche que mis párpados se negaban a obedecer, pensé que mi padre podía tener una medicina para alejar el sueño. Entré silenciosamente en el salón. Ellos estaban en el cuarto de a lado y hablaban de mí. Se preocupaban por mi pasaporte, diciendo que yo no era su hijo. Quedé golpeado terriblemente ¿saben? Por lo menos es lo que dicen los romanceros en circunstancias parecidas. Pero yo, yo digo que es aún peor de lo que el lenguaje humano expresa para decir similares abominaciones. Y el dolor que surge en ese momento tiene la particularidad de ser al mismo tiempo in-

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conmensurable y al mismo tiempo pequeño, así como un bebé que está por nacer, y se agranda y se reafirma, pero aquel que es víctima lo ignora. Habría querido morir y mi corazón parecía tomar el camino. ¡Cómo latía mi corazón! ¡Con qué precipitación, mientras todo mi ser se había transformado en granito! Cuando mi corazón pudo latir a un ritmo un poco más normal, pude moverme nuevamente. Tenía dolor desde la cabeza hasta los pies..¡Yo no conocía el dolor! Así que en su primera visita me llenó íntegramente y tomó el mando de mi vida, por un cierto tiempo. Habría querido partir desnudo, no llevar nada de "aquella genten. El odio que siento por ellos es igual al gran amor que ellos me han testimoniado. Porque ellos me han mentido siempre, aunque me amaban verdaderamente. Y esto no lo perdono, yo no perdono nada por principio. Si fuera lógico estaría con ellos reconocido. Es gracias a ellos, si hoy soy uno de los agentes secretos más terribles. He llegado a ser el enemigo personal de Dios. He decidido enseñar y proclamar en el mundo entero la muerte de un Dios, que no me ha ayudado nunca. Mi dolor me sugirió que corra hasta Vladivostock. y partí. Pero después de algunos miles de minutos y aunque era robusto y bien parecido, debí apoyarme en un muro para recobrar nueva17

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mente el aliento. El muro se transformó en una nube: yo me resbalaba aunque sentí que me llegaba el susurro de una voz muy lejana que gritaba: "Pero, ¡este es un pobre muchacho!.. . Me di la vuelta con la intención de estrangular a la mujer que manifestaba de esa forma sus veleidades materialistas. Mi proyecto homicida fue detenido por el disgusto. Nunca habría tocado, ni siquiera con la punta de los dedos la piel de tan horrible persona. Quería hablar pero estaba sofocado. Dos mujeres trataban de hacerme beber alcohol. Lo escupí y me dormí inmediatamente. La luz del día siguiente me despertó. Una mujer me miraba sentada a los pies de la cama. ¿Ella me había llevado hasta allí? Tal vez era la misma mujer, pero · ya no estaba maquillada. Yo le dije: "Está menos nauseabunda que ayer por la noche"; ella estaba tranquila: "anteayer". ¡Entonces es por esto que tengo tanta hambre!, yo respondí -ya que las mujeres están destinadas a alimentar a los hombres-. Así, ella comprendió inmediatamente que nunca le habría pedido otra cosa... Debo decir que ella me llevó muchas cosas buenas y comenzaba a gustarme hasta que me dijo: "Usted se escapó, usted se llama..'.'. No respondí nada, esperaba lo que seguía, y ella agregó: "Puedo ayudarle a que se vaya a Rusia". "¿Cómo sabe que quiero ir a Rusia?... "Usted habló mientras dormían.

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-"¿Es por eso que sabe mi nombre?" -"No, por los periódicos, sus padres le suplican que regrese. Ellos prometen que no lo regañarán". ªYo no tengo padres". Ella debió comprender que estaba decidido, porque me dijo: "Tengo familia en Rusia, puedo ayudarlo". Fue un rayo de luz para mí. Le pregunté si habría aceptado llevar una carta a un compañero que habría regresado de la escuela al mediodía. Ella se alegró de poder hace.. algo por mí. Preparé un papel pequeño en código. Felizm nte mi amigo y yo habíamos adquirido esta costumbre para divertirnos y para que nadie pudiera saber lo que nosotros decíamos. En esta dramática circunstancia yo podía utilizar lo que. nos había parecido que era solamente un juego. El amigo en cuestión era rico y los padres lo mimaban· demasiado, dejándole libertad para que disponga de mucho dinero, más del necesario. Yo esperaba que en aquel día tuviera las acostumbradas economías destinadas a comprar cualquier cosa inútil y sabía también qué la amistad que me brindaba, más bien quiero decir que nos unía, estaba ante todo y me habría enviado todo el dinero que disponía, aún más ya que no le escondía mi intención de pasar secretamente a Rusia, país que él admiraba por la audacia.

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Pues, ya que él no estaba de acuerdo con el padre y prefería a la madre cuya patria era Rusia, sabía además que me envidiaba de esta fuga y se habría dejado matar antes que confirmar haber tenidQ alguna confidencia o información sobre mí. Me acordé también de que él tenía un tío funcionario en Leningraqo (San Petersburgo), creo y le pedí la dirección de este tío con alguna carta de presentación y recomendación. En el momento en que la mujer estaba por irse, agregué prontamente una postdata que decía: "Quiero entrar en el partido y llegar a ser grande". Esta era mi venganza. La mujer esperó en la puerta de mi amigo hasta que él regresó de la escuéla y tuvo suerte que-en aquel día él lo hizo a las catorce horas. Mi amigo no puso dificultad para darle un paquete que contenía una larga carta certificada para mí, una normal para el tío y bastante dinero... ¡Era un tipo chic!

Por motiv_os comprensibles, no diré en qu modo logré pasar la frontera y llegué a Leningrado. Pero, en resumen, dir-é que mi primera visita al tío tiene algo de inmortal porque yo la sé de memoria y me divierto recordándola periódicamente. No sabía con exactitud el puesto que ocupaba el tío en la administración rusa pero decidí

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jugar francamente. Si quería llegar al lugar que . yo me destinaba, pensé que era mejor jugar abiertamente el juego de la verdad con aquel único hombre. Yo creo que me comprendió muy bien desde esa primera visita y que le gusté. El tío me dijo que debería estudiar antes que nada la doctrina del partido y los idiomas. Todo dependía de la calidad de mis estudios. Le respondí que había sido siempre el primero en todo, tanto como para saber más que mis profesores. Es bello tener a alguien a quien se pueda mostrar como es uno en realidad. Y aquel hombre era el único. Le dije y le agradó, aunque me respondió con una pequeña sonrisa irónica. En aquel momento yo fui más fuerte que él y sentí que una inmensa alegría me invadía, la primera después de mi fuga.

Estudié ferozmente durante seis años. Las únicas dos alegrías eran la visita trimestral al tío y mi odio a Dios con la certeza de que llegaría a ser el Jefe indiscutible del ateísmo universal.

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EN EL QUE VEMOS COMO LA DESVENTURA TRABAJA PARA FORTALECER A· LOS HOMBRES.

El tío era mi único amigo, el único hombre que me conoció verdaderamente; para todos los demás yo quería ser insignificante y lo lograba con facilidad. Las mujeres no me interesaban, tenía más bien un cierto disgusto por ellas y por consiguiente también por los imbéciles que las amaban demasiado. Mi voluntad de aprender al máximo estaba facilitada por una sorprendente memoria. Y tenía también la facultad de retener sólo lo que valía la pena. Bastaba una atenta lectura y yo ya sabía el libro de memoria, aun si estaba escrito en un estilo rebuscado. Mi inteligencia netamente superior no retenía lo que no valía la pena y sabía también criticar en secreto y con innegable diversión a los más grandes profesores. Mi amor por las doctrinas ateas, que son la base y el fundamento del partido, exaltaba mi celo, que ya no era pequeño. Al final de los seis años de estudio riguroso, el tío me convocó una noche a su estudio. Hasta entonces él me había recibido en su casa. Aquel precioso día pude constatar que era un alto fundonario de la policía, lo que siempre había sup11esto. Me hizo una propuesta brutal, verdaderamente pensaba en perturbarme. Me dijo: "Quiero ahora enviarlo a practicar un ateísmo militante e

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internacional. "\eb_e l char contra todas las religiones,· pero palmente contra la católica, que es la·menos estructurada. Por este motivo, entrará en un seminario y se convertirá en un Sacerdote romano": Un silencio, durante el cual yo me dejé invadir totalmente por la felicidad aun manteniendo una apariencia de total indiferencia, fue mi única respuesta. El tío estaba _contento de mí y no lo ocultaba. Con la misma calma prosiguió: "Para poder entrar en un seminario, usted regresará a Polonia. Se reconciliará con su familia ado¡r tiva y, se presentará ante el Obispon. Tuve·un breve momento de perturbación. Era la primera vez desde mi relación eón el tío, que no me señoreaba. El parecía satisfecho y también divertido. "¡Así, él continl}Ó, que no es completamente de mármol!". El tío parecía tener un espíritu reposado y al mismo tiempo divertido, corno si mi carrera, mi vocación, mi futuro (y por lo tanto también el del partido) no dependieran de las decisiones tornadas aquel día. El agregó: "El mármol es una roca muy bella, de uso primordial pár-d qui n quiere convertirse en agente secreto, pero en esta oportunidad, será necesario que usted testimonie el más grande

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afecto por su farnilian. Me sentí vil y pregunté de manera piadosa: "¿Durante seis años de seminario?". El me contestó con la dureza que se usa con los culpables: "Y si le dijera que sí, ¿qué me respondería?". Me fue muy fácil responder que me hubiera doblegado y hasta yo mismo me sorprendí de sentirme más maligno que él. El sonreía siempre y me dijo: "Sí, pero no ha podido esconder que usted piensa que yo soy un imbécil ya que he podido revelar ingenuamente mi juego". Enrojecí completamente, cosa que nunca me sucede. El agregó: "Un agente secreto no tiene sangre en sus venas, no ama a nadie, ni siquiera a sí mismo, no tiene corazón. Lo único que puede devorarlo es el partido y sin avisar. Convénzase que no importa en donde esté, nosotros lo vigilaremos y nos deshacerernos de usted cuando cometa la primera imprudencia. Y, que quede claro, si usted está en peligro y aunque no tenga la culpa, no cuente con nosotros. Usted estará solo, desrnentidon. Respondí: "todo esto lo sé, pero me permito preguntarle por qué debo manifestar afecto á mi familia. No le he escondido jamás el odio que siento por ellan. -"El odio !Í me respondió, con excepción del odio por Dios: bajo el ejemplo de Lenín, no existe en nuestro servicio. Tengo necesidad de que sea aceptado corno un verdadero Obispo en su país de origen, Polonia. Pero no tenernos la intención de hacer-

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le hacer estudios religiosos en este país. No, usted irá a la otra costa del Atlántico, pero esto es una confidencia y usted fingirá estupor cuando recibirá esta orden. Sí, tememos una guerra europea con aquel loco que gobierna Alemania. Entonces, sería para nosotros más prudente hacerlo estudiar en alguna parte de Canadá, por ejemplo. Nos empuja también otro motivo y es que los seminarios europeos son mucho más es. trictos que los de América". Tuve un imperceptible gesto de protesta y fue inmediatamente advertido. El tío prosiguió: "Sé muy bien que usted podría soportar seis años de seminario muy estrictos, sin salir nunca, pero éste no es el caso. Pero tenemos necesidad que usted conozca el mundo y como usted puede hablar inteligentemente para hacerlos perder la Fe, está sobreentendido, con la certeza que no seremos nunca delatados. No nos serviría enviar a los seminarios ajóvenes si éstos se delataran. No, será Sacerdote hasta la muerte y se conducirá como un Sacerdote fiel y casto. Por lo demás, yo lo conozco, usted es un cerebral". Luego me dio alguna precisión sobre el servicio en el que debía entrar y con la seguridad de que así terminaría mis días.

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Desde mi ingreso en el seminario,·debfa dedicarme a descubrir el modo para destruir. todo lo que me enseñaban. Pero para hacer esto, ebía estudiar con atención e inteligencia es decir sin pasión, la historia de la Iglesia. Particularmente nunca debía olvidarme que la persecución no sirve sino para crear mártires de quienes los católicos han dicho y, con razón, que ellos son las semillas de los cristianos. Pues, a no crear mártires. No me debía olvidar que todas las religiones estaban basadas en el miedo. Entonces debía suprimir el miedo para que supriman las religiones. Pero no basta. A ustedes les toca, me dijo, descubrir los métodos buenos. Yo navegaba en la alegría. El agregó: "me escribirá todas las semanas con estilo breve, para indicarme todos los slogan que quisiera ver dispersos por el mundo, con una breve explicación de las razones que lo han guiado. Al final de un cierto tiempo, más o menos largo, será puesto en contacto directo con la red. Es decir, tendrá diez personas y cada una de ellas tendrá también a otras diez. Las diez personas que estarán directamente bajo sus órdenes, no lo conocerán. Así, nunca será denunciado. Ya tenemos numerosos Sacerdotes en todos los países donde está radicado el cristianismo, pero no se conocerán nunca entre ustedes. El uno es

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Obispo y puede ser que usted tenga que reladonarse con él, pero dependerá del grado que alcanzará. Tenemos observadores en todas partes y particularmente entre los antiguos que se aprovechan de la prensa de todo el mundo. Le será enviado regularmente un resumen. Sabremos ele este modo y con facilidad si sus ideas habrán recorrido su propio camino en los espíritus. Verá, una idea es buena cuando es absorbida por ,.m escritor imbécil que la presenta como suya. Porque nadie es más vanidoso.que un escritor. Contamos mucho con ellos y no tenemos ni siquiera la necesidad de formarlos, ellos trabajan para nosotros sin saberlo, más bien, sin quererlo". Le pregunté como me habría mantenido en contacto con él si en algún momento estallaba la guerra. El lo había previsto todo. Habría recibido en tiempo útil una carta depositada en un país libre y fuera de toda hostilidad. Reconocería esta carta como válida por el hecho de que se me daría la denominación secreta, es decir: E. S. 1.025. -Pensé que la cifra 1.925 era el número de orden, y con gran estupor había estado en lo cierto. E. S. significaba: "Estudiante seminarista". -"Entonces, grité, ¡1.024 Sacerdotes o seminaristas, entraron en esta carrera antes que yo!". "Así es", me respondió fríamente. No estaba desalentado sino ulcerado y furio-

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so. Con mucho gusto habría estrangulado a ese 1.024. Pero dije solamente: "¿Se necesitan tantos?... El tío se limitó a sonreír". Era inútil escon·derle m·is pensamientos. Por esto agregué miserablemente: "Se diría que no han hecho un buen trabajo si ustedes continúan reclutando". Pero él no quiso satisfacer mi curiosidad. Quise por lo menos saber si podía entrar en contacto con alguno, pero el tío me aseguró que nunca había conocido ni siquiera a uno... Me sentí abandonado. Le dije: ¿Cómo podemos hacer un buen trabajo si estamos desperdigados y privados de coordinación y emulación? "En lo que se refiere a la coordinación, no se preocupe. En esto hemos pensado nosotros, pero sólo los graduados conocen el funcionamiento. En cuanto a la emulación, contamos con el amor por el Partido". No tenía nada más que decir. ¿Podía tal vez decir que el Partido no habría salido del dominio del ateísmo, hast que yo no estaría a la cabeza de aquel servicio? Estaba completamente convencido que ponía en un abrir y cerrar de ojos a los 1.024 predecesores, en un compartimento para los abonados ausentes.

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EN EL QUE EL ORGULLO ES EXALTADO COMO UNA CUALIDAD DOMINANTE Y SOBERBIA.

De pués.de esta memorable noche, el tío me. invitó a conocer algún secreto "dossier" muy apasionante. A pesar de que estas memorias nunca deben ser publicadas quiero ser prudente y no hablar. de estos "dossier". Conozco a quien daría una fortuna, aún hoy para poderlos fotografiar. Yo me río ya que bastaría inventar una máquina capaz de leer en mi memoria.

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En aquellas semanas aprendí un cierto número de direcciones útiles, corno también números de teléfono de vario.s países. Todas estas · precauciones olían a guerra detrás de la puerta y yo me moría por el deseo de dejar Europa, porque el bien de la humanidad hubiera estado demasiado comprometido por mi muerte o aun solamente por el embrutecimiento que procura el servicio militar un poco prolongado. El tío me hizo regresar a su oficina para discutir sobre política internacional, pero yo me interesaba muy mediocremente en esta ciencia. El tío me regañó precisando que el ateísmo no es más que na parte de la política. Y yo qu·e pensaba que era lo más importante. El tío que parecía captar todos mis pensamientos agregó: "tiene razón de considerar el ateísmo corno prirnordial, corno fundamental, pero usted tiene mucho que aprender en este dominio". Convine, con la más perfecta mala fe, y conservando muy



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bien mi forzada imposibilidad agregué:· "Pero·; mi pequeña idea sobre la dirección general·que convendría dar a lá lucha·en la que estamos:.:. Un yo divertido _pas por el !-:Ostro del tío; y cre'o_ que 'fue'porque 'n1e _aÍiiaba mucho. : . Yo lo miraba fijamente·con Un poco de desa. fío... El me dijo: "Hable pero sea breve". "¿Qué más quería?". Entonces. dije con mucha tranquilidad: ntes.que combatir, el sentimiento ·religioso, conviene exaltarlo, pero en una dirección utopística". Un silencio, él reflexionaba. "Bien, dijo, un ejemplo"..

.·Y.o tenía el ilo uenb"ymeparecí que la tierra estuviera en ID.Í .:·,.."farios'. Explicaba tranqui'; lamenté:·eo viene, pone1\ ñ la,cabeza de la gen:.. ··. te ,¡particilla rité'enJós:hom}?res de la'lgle.. fa. de'tratar _riÓ i_µipo á-á 'qtié precio, una reii•. gió .,.t1 ivt:rsa( -i1.-J ::, ; o?as las iglesias·se , . ·rundan. Para que esta bµena idea _tome·cuerpo y ; ;;r.·vida! se necesita i11 ,lc .-- a ge?!e piadosa y. ·.. - particularmente a los ron1anos catolicos, un sen..timiento de concienciúm;la·única,verdad en la cual erlos'pretenden, vivint';,..:: . •



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- - · ····¿No'.es.usted mismo. tfu poco utopista en la segunda parte d su prpposición?" -"No, no, para nada", respondí viváníérite. Yo era católico, muy católico, quiero ecir muy piadóso hasta· mis catorce años, y creo que es reJatiV'a.Tllente

fácil demostrar a los católi.cos que existe gente . santa entre los protestantes, entre.los musul. manes, entre los hebreos, etc. ."Admitámoslo, me respondió, pero ahora, ¿qué sentil"(liento tuvieran las demás religiones?... Será variado, dije, pero todavía debía estudiar este aspecto del problema, para mí, lo esencial es golpear profundamente y definitivamente a la Igles.ia católica que es la más peligrosan. -"Y, ¿cómo vería usted a esta iglesia universal?... ¿hacia la cual quisiera ver correr a todos?". "Es simple y no puede ser de otra manera sino solamente simple. Para.que todos puedan tomar parte, ella no ''deberá cóifservar inás que un vago aspecto .de . : o·ios, un Dios má$.o enos creador, más o me- i i nofs# n -tr s días.. Y por_ lo demás, este f! Dios no será util smo en los.periodos de calami- · 1¡ . dad. Entonces el miedo ancestral llenará aquellos ;: per c n. la difeforicia de que est ·: ¡;: ·. mas bien vac1os . . . . ¡,

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:. l tío reflexionó durante un momento y dijo: f . ':Temo·que el clero·católico pronto se dará cuen- il\ ta del peligro y será hostil con su proyecto·. Yo :·. le r spondí vivamente: "Es lo que ha sucedido D hasta ah(?ra: Mi idea ya ha sido lanzada en la zo- 1 na.de los no católicos y esta Iglesia siempre ha :-1 ·11 cerrado la puerta a dicho programa. Es por e.ste motivo que he querido estudiar fa manera para :A



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hacerles cambiar de opinión. Sé que esto no será fácil y se necesitará trabajar veinte o tal vez . cincuenta años, pero nosotros _debemos lograrlo". -"¿Con qué medios?". "Con medios sutiles y numerosos. Veo a la Iglesia Católica como a una esfera. Para destruirla convendrá atacarla desde· numerosas y pequeñas partes hasta que se reduzca a la nada.. Convendría tener mucha paciencia. Tengo m:uéhas ideas que por ahora pueden parecer mezquinas y pueriles, pero yo estoy convencido que todas estas mezquinas puerilidades se convertirán en un arma invisible de gran eficacia". "Bien, me dijo el tío, hágame una pequeña 1topografía> r, ·.. ·. , .:, · . _· Lentairiente saqué de mi portafolio. una bolsa que contenía un ºprecioso trabajo de mesa a propó ito de mis ideas. Puse este documento o-. bre el escritorio con invisible satisfacción. El tío se puso a'.} r inll!ediatamente, lo que 11,unca habría osadtf esperar. Esto probaba que tenía grandes: esperanzas para conmigo. ¡Cómo tenía zón el querido y buen·viejo.!. .

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Después de·la lectura que él hizo durante u·n tiempo qúe era más del necesario, el tío·me miró y dijo: "Quiero hacer examinar este trabajo a mis consejeros. Regresará para oír Ta respuesta después de ocho días, a la misma hora. Durante·

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la esp ra.prepéÍrará su viaje a Polonia•.."Tome esto·, me dijo tendiéndome una (?Isa que gene-: rosamente estaba llena de,rublos,.muchos más ' de los que jamás había" poseí ó.. · ; . ' \¡

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.. Hice una "indigestión• de teatro y de cine y compré un gran ·número de libros. Verdaderamente no sabía como los habría enviado, pero pensaba que el tío habría proveído a través de cu_alq ier valija diplomática. ·. ·

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Viví aquellos ocho días en un estado de exal. tación como para no·sentir mi cuerpo y como si dijera, no dormí _nunca. ·· '•



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i;rara mí surgió también.la pregunta (y era la. primera.vez) s,i.habría tratado de ei:icontrarme '.: con una mujer. Pero en el estado de exaltación ·: cerebral eii·ei'que estaba: 'pens{que_nó\,alía'la .W, pena.- em_ía e una céfón m e ie - al. : :: me tra mauguno al proyecto que estaba ·. '· bajo_ el estudio - 'las más altas autoridades del . servicio. Pero sobre todo_ era importalite que so-· ·. -:t ' brepas _la p fª _tentativa con muchos gra-, :_ dos obre_ el mas grande n ero de' los 1.024. · · predecesor que no podían servirme: . ·i ,. , Una noche traté de embriagarme para ver si.. _r, mi cerebro habría recibido un impulso útil. Pe-: . ro no sucedió nada Y puedo afirmar que el aleo- · hol es más nefasto que la religión, de la cual no

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hay·mucho que decir., · Cuando llegó el momento de presentarme nuevamente en la oficina del tío, mi corazón latía aceleradamente,·péro esto no era agradable, · lo importante era que nadie se diera cuenta. El tío me miró largamente, luego con una pequeña sonrisa me dijo que su jefe quería·co.no. cerme. Ya que estaba seguro de que un alto per.sonaje no se habría molestadp para notificarme su descontento, no estuve para nada impresionado .por esta convocación. En cambio, estuve asombrado por el aspecto exterior de este famoso ."jefe-". Asombrado 'es la palabra justa y, des- · · ·.: : pués de treinta años de distanciá solamente me · .. basta cerrar.los ojos· para mirarlo y oírlo. El te-•-: .,_,.,:nía. iufa ' presencia" y los; demás ·no. eran más.. que marionetas. ' . · · ·:· ·· .. Yo 4éiisto' esta s·ensación,·pero ¿d b.o agr,e-;. gari qu e.sia:.·presencia" era de un Ínons-. :, ; · tnio ?¿Como· s«lpuede acumular fealdad, gro:·:sería,·sagacidad astucia, vul ridad?... <J\ ·,..,. :.

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.,'<: .Ciettaineµte:éste hombre debía ser de los·que 'vari'._ · láiprisiones'a, deleitarse con·las torturas. -Á.hóra bien,· tengo un profundo disgusto· de la ", crueldad que es, y estoy seguro, un signo de de· bilidad, y puesto que yo desprecio a todas las debilidad . nunca·_he aceptado que el tío se mos-

· trara tan servil delante del biuto que nos recibía.

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El bruto hizo lo que todos los jefes hacen. Co!J menzó con rhirarme fijamente a los·ojos para ver. ¿Para ver qué?.Conmigo· no hay nada que l,··,¡ ver,·compañero, pensé con satisfacción. El jefe me preguntó que era lo más querido para mí; me fue fácil decir: "el triunfo del Partido, desde el punto en que la verdad tiene muchas sutilezasn. El jefe, ¿ho tenía ninguna? Era imposible. Luego él agregó en un pequeño tono negligente: "Desdé hoy está inscrito entre los agentes secretos activos. Usted dará órdenes todas las semanas. Cuento con-usted ·Ouiero admitir. que se necesita de un cierto tiempo para destruir a las religiones.en el interior (en la conciencia). A pesar de esto es necesario que las ór- , denes que dará tengan acogida entre los escri- ii, tores,.. los· periodistas· como también entre los . t teólogos. Que ·quede claro, nosotros tenemos , "uil équipon que vigila los escritos relimosos de ! todo el mundo y da su opinión sobre la utilidad de las directivas de uno o de otro agente. Ento - , ces, desenvuélvase por favor. Tengo buenas es- · peranzas porque me parece que ya lo ha comprendido por sí solo". · El bruto no era un idiota, él quería hablar de mi trabajoaélque yo·estaba seguro. Conocía demasiado-bien la vulnerabilidad de los cristianos

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para dudar de mi futuro logro. Creo que a esta. vulnerabilidad se la puede llamar "caridad". En nombre de esta sacrosanta caridad, se puede inocular cualquier remordimiento. Y el remordi-. miento siempre es un estado de menor resisten-· cia. Esto es médico y matemático y aunque estas dos cosas no están de acuerdo, yo las unía. Me despedí del jefe con dignidad y le agradecí con frialdad, no quería que se imagine que me había impresionado. Cuando me encontré a solas con el tío, me· contuve de hacer el mínimo comentario sobre este famoso jefe. Por lo demás debía felicitarme que este personaje fuera tan antipático, así ya es- . taba armado con la timidez para con los grandes· del mundo. Y yo llegaba siempre a la misma con- : clusión: de todos modos, el más grande era yo. ·

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Partí a Polonia tratando de persuadirme que mi poder de disimulo significaba el don más se- guro del comediante. A los veinte y un años des- pués de haber vivido seis años solo, estudiando, l: pobre y ambicioso, _era necesario que llegue a . :: ser un joven afectuoso, atento, obediente y... piadoso, y más que piadoso, lleno de impaciencia por entrar en el·semi ario. Una graciosa comedia para mi exordio. Pensaba q_ue lograría engañar a mi dulce madre, ¿pero al doctor?... temía realmente su diagnóstico. Este hombre era el único del que nunca habíá tenido miedo en mi vida. Pero a pesar de esto necésitaba CÍé.to ás.'formas, no importa a qué ·. precio, pol!erlo,en nii_bolsillo. No; o se trata de que·no habiíá po i_do_entrar en el seminario sin : su apoyo, pero para, probarme a mí mismo la . fuerza, él rio debía dudar de mí. El doctor era para míuna prueba para.mi valor.. . 1

_Toqué la.puerta de "mi casa" en.eso de las seis tratando de pasar con "ella" por lo menos una hora, antes de que "él" regrese.

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· Ella .inism rn . abrió. Se había envejecido mucho y ni siquiera estaba arreglada, parecía t enferma. Se puso a temblar y luego a llorar. las mujeres nunca están en el puest9 que les corresponde sino en los sitios en los cuales los . , hoI_I1bres no van a verlas sino cuando tienen i

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una necesidad absoluta. Pedí perdón por mi prolongado silencio, esperando arreglar la cuestión de mi arrepentimiento antes de que el doctor regresara. Con ella yo sabía que habría llegado con·rapiclez a sentir la alegríg de volver a encontrarlos y a hablar sobre los proyectos del futuro. Ya que ella no podía tener un mayor deseo q e el de verme Sacerdote cat'5líco, yo la puse inmediatamente al corriente· de mi vocación irresistible. La pobrecita estaba tan feliz que le habría hecho creer lo que sea. Ella quis saber'coino sentí esta predilecta vocaciCln. -:YQ había pensado en diversas explicaciones, pero, había .renunciado a preparar esta escena anticipadamente. Generalmente lo que es premeditado suena menos creíble que lo improvisado. • · .'' ,,•.

Le_conté i.tna istoria de una aparición como para séd_ucirla. ·sab a que el doctor habría desconfiado de. este tipo de cosas. Pero ella tenía . una maravillosa debilidad por mí. De esta manera, me aseguré de prepararlos por separado y reforzar así.mi posición.

Mientras ellos disputaban sobre mí, me dejaron tranquilo. Les conté una vibrante historia de aparición celestial tratando de no exagerar los

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detalles en mi memoria, para luego no deber re:-· i dimensionarme.. i Encontré que era pintoresco·el pretender haber recil)ido la visita de San Antonio de Padua. El padre de los objetos perdidos, ¿no habría debido ocuparse de los jóvenes perdidos? Este Santo .es tan popular que se le puede atribuir c;ualquie ,milagro..,, Entonces, San. Antonio de · Padua nie había visitado, naturalmente con el pequeño Jesús entre los brazos. Desde ·el momento en que· me encontré allí, tenía que fabri. car inmediatamente una bella imagen de devoción. Mientras navegaba en mi devoción inventada, llegó el doctor Me sentí aliyi do d_e ver llegar a UD·ser razonable,· pero·sup(f que él IlÓ m.e creía. Pues, lasituación:llegabá a·ser más difícil. y divertida.· " · ,.,: · ;, ,:' · · ' · .,;i

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Era·mi deber:el de convencer a mi falso padre, debía por ló menos·vincularlo a una seme. janza.: Aquella' noche fue· más bien I penosa. El doctor es uno dé los raros hombres verdadera. mente. inteligentes. que.haya encontrado en i camino..El juego_ ra más que Voluptuoso. Al día s_iguiente le pedí audiencia al Obispo.· Mi falsa madre, lo conocía desde la infancia. El me recibió con gentileza pero sin entusiasmo. Cierto, formaba parte de aquellos católicos que piensan que no es preferible alentar una nueva

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. ·vocación :sino por el contrario combatirla; una. verdadera .vocación debe triunfar contra todos , • los obstáculos. · ,;;'·.: . ::· f f,

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...,·: Por uerte conocía bien este éstado de espíri7 tu. y así no me dejé contrariar. Pero de í recono. cer que este sistema puede provocar confusión en un ser que no tiene la verdadera vocación. .

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En lo que se refiere a mí, me quedé cristianament_e humilde y no me parecía posible que el Obispo estuviera descontento de mí. · · Visité inmediatamente a mi párroco, un hombre· muy bueno y sencillo. El deseaba ver ílorecer'ü'ná vocación en su parroquia y me habría .dado todo lo que poseía, es decir casi nada, para . ieStéja'f esta feliz noticia. '' · ;_")

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: ·::--Para.que este santo entusiasmo me sea proyec Q O con el doctor, le pedí a-mi falsa madre que"..mxite a una cena al eclesiástico. Fue deli.: iosg;porque el ho111:bre tenía el alma de niño y ante este fenómeno raro, muy valorizado en los .. procesos. de canónízación, el doctor se sentía c \· • mó,sf-estuviera :en...!rmo.·¿Cómo puede un ho- · •·ne to _cristiano resistirse a los Santos? ; .' Estuve muy consolado cuando fui donde el ..,,. religioso d l cual se jactaba la perspicacia. Este hombr.e,.a primera vista, me pareGió que era di- , · .fícil sQportara causa de su lentitud y de los-nu- · :

meroSbs silencios que parecía que a él le impor. tabari mucho. A pesar de esto, pude entrever todas las ilustraciones susceptibles como para describir una verdadera vocación sacerdotal. Yo reía interiormente. ¿Cómo habría podido pensar este hoinbre· que mis pensamientos secretos podían j¡ serle revelados?, y ¿cómo habría sabido que yo ¡ tenía pensamientos secretos?... Nuestra entre- ·,_¡ vista fue muy larga, pero terminé por sentir gus- ; 1 to; yo hablaba con facilidad y me escuchaba con ,:· satisfacción. A propósito, yo manifestaba una } modestia exquisita, como en muchas otras co- ¡:: medias. ,Me prohibía a mí mismo hablar de la f aparición de San Antonio de Padua, ya que si ;i. · por si acaso mi madre le hubiera revelado el he· cho. él hubiera ·sentido mucha satisfacción. De f. ·· todas.formas me sentí muy orgulloso cuando le ) ,. ·_. dije que no había conocido mujeres y me desin- . , -teresaba·.·completamente de este sexo. útil sólo : : J?ára pf
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Fui muy elocuente cada vez que la palabra apostolado regresaba a la conversación; debía parecer evidente que había llegado a ser más di-

ligente en esto. Este religioso me tendió muchas trampas, sobre todo trató de hacerme mentir. ¡Qué infantil! .Un hombre inteligente que sabe que la mentira no debe ser empleada sino muy raramente y que también cuando estoy obligado a mentir, tengo muy buena memoria corno para equivocarme revelando la verdad. No, una buena mentira debe convertirse simplemente en verdad para quien la crea como para sus interlocutores. Este religioso quiso saber por qué había abandonado a mis padres adoptivos dejándolos sin tener ninguna noticia sobre mí durante seis años. En este punto, fui patético. Me era fácil regresar atrás y revivir la ola de dolor que me había empujado hacia Rusia. Pero justamente este hombre prudente parecía temer que yo me hubiera hecho comunista. Yo le aseguré que la política no me interesaba para nada; en lo que se refiere a mis seis años de silencio, simplemente yo no podía explicarle. Creo que era mejor parecer le a veces un hbrnbre débil y vulnerable. Las personas que se encuentran en lo alto son muy felices cuando pueden proteger. Insistió diciendo que esto habría sido el remordimiento de toda mi vida, dejando sobreentender que mi madre se sentía recompensada por mi vocación sacerdotal. Estaba seguro de que este hombre viejo no habría osado causarle un dolor a mi madre

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quitándole la única dicha dé sus viejos días.Evi dentemente yo no pronunciaba palabras impru- ., rj dentes, me sentía satisfecho de esperar. .

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Mientras más pasaba el tiempo, más cordial llegaba a ser nuestra conversación. Yo estaba muy l. . : satisfecho y nos despedimos como buenos ami- :l gos. Pasaron algunos días de silencio, como si la Iglesia no tuviera prisa por tener a un seminarista más. , Por mi·parte trabajaba con ardor en mis pró,i ximas directivas que debían llegar a todo el mundo, a través de Rusia. Finalmente fui convocado ,j por el Obispo, y la tierra se me abrió por delan- l , te, cuando el Obispo me dijo tranquilamente que 1 el religioso pensaba que yo no tenía vocación. · :f. :¡

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EN EL QUE UN AMBICIOSO PROGRAMA·_ANTI-CRISTIA-. · NO CONDUCE A.L INICIO DEL ASESINATO.

Mi madre•se enfermó y fue necesario ínter- · narla para que estuviera en observación, Mi pa- .:i. dre por un reflejo de piedad, creo, me prodigó toda una serie de cortesías. Yo le correspondía ·¡ con igual dignidad. Me preguntaba qué es lo que >?· había pensado hacer y yo le respondía que no lo ' habría dejado nunca y que estudiaría medicina si en .realidad la Iglesia no quería saber de mí. Pequeño versículo sobre el bien del cuerpo que favorece el bien del alma. ¡Cerrar el capítulo! (el anuncio). Naturalmente había enviado un telegrama urgente al tío por medio del Sacerdote intermediario que me servía de casillero para mis cartas. En seguida llegó la respuesta, breve, y no me sorprendió sino la mitad. Esta decía: "Suprima el obstáculo"'. · Es cierto que había recibido un tratamiento especial reservado a los agentes secretos. Así sa- · .. bía como atacar y como defenderme. En el pres nte caso discutía largamente conmigo para sa- ·!i ber si debía disimular un accidente o más bien un ataque al corazón. En resumen, ¿debía divulgar la inquietud o simplemente.dar prueba de ;: mi docilidad? Pensé que era mejor proceder con +l esta liquidación fuera del convento. Por lo tanto ·:·; le pedí a mi corresponsal que invite a su casa al ,• religioso bajo cualquier pretexto. Por suerte, estos dos hombres se conocía·n. Yo no mentía cuando decía que quería saber qué es lo que lo había· !

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hecho rehusar el signo de la.verdadera vocación. Era muy importante para mí, así habría aprendido poco a poco a perfeccionar la pequeña comedia religiosa. Además estaba terriblemente molesto por esta jugada, y todavía esperaba que el religioso considere nuevamente mi decisión. Mientras esperaba la segunda conversación, yo l)erfeccionaba mi verdadero trabajo en el cual dec[a: "Es muy importante que los cristianos tomen conciencia del escándalo que representa la división de la Iglesia, ya que existen tres tipos de cristiandad: ·la católica, las muchas ortodoxias y las trescientos siete protestantes". Tomar en consideración la "última oración de Jesús de Nazaret, oración que nunca es escuchada: "Sois uno corno mi Padre y Yo somos uno". Cultivar a este propósito un mortal remordimiento, particularmente en los católicos. Hacer resaltar que toda la culpa es de los católicos, los cuales por su intransigencia provocan cismas y herejías; Llegar al punto en que el católico se sienta muy consciente de querer reparar a cualquier precio. Sugerirles que deben buscar solamente todo lo que puede acercar a los protestantes, y de esta- manera a todos los demás, Sin hacerle

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daño al Cred9. No salvar más que al Credo. Y además... atención: El Credo debe sufrir una ínfima modifü: ción. Los católicos dicen: "Creo en la ·1 1 Iglesia Catolica", los protestantes, "Creo en la Iglesia Universal". Es la misma cosa. La misma, 1 : .! palabra católica quiere decir Universal. Por lo me- · , nos este era el significado original. Pero a trayés del tiempo la palabra "católica" ha tomado un significado más profundo. Casi es una palabra mágica, y yo digo que conviene suprimir a esta pa1 labra del Credo, para un mayor bie . es decir, pat· ra la unión con los protestantes. :J

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Además es necesario que cada católico haga ¡, el esfuerzo de bu_scar lo que puede agradar a los· ':': ,., protestantes, quedando bien claro que la Fe y el Credo no están en c;aus . ni lo estarán jamás. k 1t. Pero siempre dirigir los espíritus hacia una más ._ ' grande caridad y una mayor fraternidad. '·

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Nunca hablar de Dios, más bien de la grandeza del h mbre. 1ransformar poco a poco el lenguaje y la mentalidad. Cultivar la confianza del hombre que dará prueba de su grandeza fundando la Iglesia Universal en la que deberán fundirse todas las buenas voluntades. Hacer resaltar que la bu na voluntad del hombre, su sinceridad, su dignidad, tienen más valor que un Dios siempre invisible. Mostrar que la apariencia de lujo y de arte

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que envuelve a las Iglesias Católicas y Ortodo-. xas causa horror a los protestantes, a los hebreos y musulmanes. Sugerir que esta situación inútil .conviene suprimirla para un mayor bien. Resaltar el celo iconoclasta. Los jóvenes deben ácabar con toda esta apariencia: estatuas, imágenes, relicarios, ornamentos saéerdotales, órganos, ceras, lámparas, vidrieras y catedrales, etc... Será de mucha utilidad que se lance una profecía en todo el mundo que diga: "Veréis a los Sacerdotes casados y la Misa en idioma vulgar". Me acuerdo con alegría de ser el primero que dijo estas cos s eri 1938. El mismo año empujaba a las mujeres para que pidan el sacerdocio e inventaba una Misa que no sea parroquial sino familiar, dicha en casa, ya sea por los padres o por las madres antes de toda comida. Las ideas me llegaban de una sola, cada una más exaltante que la otra. Cuando terminé de transcribir en código todo este programa, mi amigo me informó que el religioso lo·habría visitado al día siguiente. Había preparado mi línea de conducta y pensaba llegar a modificar el veredicto de este hombre, un ser muy simple y poco culto. No pareció sorprendido de verme . llegar. Mi amigo hizo lo que pudo para hacerlo hablar, pero todo fue en vano porque me hizo un

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pequeño signo como convinimQs. '

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. 1 No me desmoralicé sino que ataqué con dulzura a este hombre que era ciertamente íntegro. ·A Le hice comprender que cometía casi un asesi- i• nato al negarme el sacerdocio e i sistía para saber el motivo de esta actitud. Pero él me respondió que no había ningún motivo, era simplemente que el Señor le daba luz sobre las almas y que la mía no era uná de aquellas que podía entrar en el sacerdocio. Confieso que me enojé, esta no era una respuesta, pero terminé por creer que él no mentía. Verdaderamente él no tenía ningún motivo preciso para rechazarme, con excepción de una especie _de olfato que no tiene nada de científico. La enormidad del hecho er.a que no parecía darse cuenta de la gratuidad de su acción. Parecía que nadaba en plena magia. Le informé qµe estaba deci<}ido a presentarme en otra parte. El me respondió con una sonrisa angélica que cometía un error en querer obstinarme. Le dije que sería capaz de quitarme la vida si este gesto hubiera podido hacerme entrar en el seminario. El me respondió que lo sabía, por lo que me quedé verdaderamente sorprendido. Nos quedamos mirándonos por un largo momento. Luego el .tomó nuevamente la palabra para decir: "Usted no sabe lo que hace".

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. ·Confieso que en ese momento quise huir a . otra parte-del mundo. Este hombre tenía un poder que no podía alcanzar a explicarme. Pero mi amigo me hizo una eñ?l:El se daba cuenta·que me debilitaba. Y yo sabía que todo habría termf..: nado para mísi desobedecía a las órdenes del tío. Yo mismo debía hacer desaparecer este obstáculo. Mi valor, aunque invisible, debía ser confirmado por este gesto de obediencia y de coraje. Entonces me levanté y provoqué la muerte sin heridas. Los hombres de mi valor habían tenido la suerte de tener un entrenamiento especial, preciosos secretos que nos llegaban del Japón. En esa época pocos occidentales estaban conscientes que eran muy ignorantes de las extraordinarias posibilidades que ofrece el cuerpo humano, ya sea para la defensa o para la ofensa, aun sin tener nada en las manos. Aunque yo era ruso, reconozco que en este dominio, tal vez en muchos otros, los Japoneses son los mejores. No creo que en la época de mis es_tudios, muchos países europeos y también americanos, enseñaban al mismo tiempo métodos estéticos y eficaces para luchar con o sin la muerte, pero siempre con las manos vacías. Estoy orgulloso de ser uno de los primeros interesados en estas artes marciales cuando Rusia tiene un culto nacional por la danza. Estas nociones me han per-

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.mitido, en muchas ocasiones, defenderme sin dar espectáculo del animal rudo y prehistórico.

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Habiendo provocado con dos gestos rápidos (pero que necesitaban de una larga enseñanza y'ejercicio) la muerte sin heridas de aquel que había tenido la audacia, casi cómica, de desafiar al MarxismerLeninismo (en otras palabras en contra del .futuro), yo entré tranquilamente én casa. El deceso habría sido causado por un ataque al corazón. Al día siguiente mi cuerpo estaba completamente cubierto de pequeñas ampollas. Estaba furioso, porque indicaba un signo de debilidad, signo que mi hígado no había soportado la ten.. sión. ¡Estúpido! Luego me felicité, porque mi padre creyó en realidad que sufría por no poder entrar en el seminario y sintió tal pena que fue-a-exponer-mi causa al Obispo. Con éxito.

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EN EL QUE EL ANTI-APOSTOL COMIENZA EFECTIVAMENTE SU- TRABAJO Y SIENTE UN ODIO Mm' ESPE-

CIAL POR LA SOTANA.

Me preparaba abiertamente a entrar en el se-. minarlo. Mi madre que ya estaba restablecida, me hizo compras desmesuradas, Llegó un telegrama que fue como una bomba, me llamaban a Ro- · ma con la siguiente frase: "Para una nueva ostentación''. Fingí no comprender nada. Mi madre se puso a llorar y yo emití un gran suspiro de descanso cuando dejé el pueblo de mi infancia, a donde esperaba no regresar nunca más. En Roma tuve interesantísimas conversaciones con el profesor que sería el mío, cuando habría recibido el sacerdocio. El formaba parte de nuestra red y era muy optimista. Se había especializado en la Sagrada Escritura y trabajaba en una nueva traducción de la Biblia en inglés. Lo maravilloso era que había escog1do como único col&borador a un sacerdote luterano, al que llamaban pastor y que por lo demás no estaba muy de acuerdo con su misma Iglesia,·que le parecía F¡:. viejita. Se comprendía que esta colaboración era secreta. El fin de los dos· hombres era de quitarle a la humanidad todos los sistemas que tenía para la interpretación de la Biblia y sobre todo del Nuevo Testamento. Así como también de la Virginidad de María, la presencia real en la Eucaristía y la Resurrección, que debían, según ellos, ser puestos entre paréntesis con el fin de supri-

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mirlos. La dignidad del hombre moderno les pa-. recía que valiera este precio. El profesor me enseñó un modo razonable de decir la Misa, ya que dentro de seis años la habría dicho. Esperando la modificación profunda de toda esta ceremonia, él no pronunciaba nunca las pa·1abras de la·consagración. Pero _para nq caer en sospecha, él decía palabras similares, por lo menos en su terminación, a las mismas pálabras y me invitaba a actuar como él. Todo lo que en este sacrificio tenía el aspecto de ceremonia, poco a poco debía ser suprimido. Todo el conjunto no debía representar sino una cena hecha en común, así como se hace donde los protestantes. Y aseguraba que no debería ser de otra forma. .

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El trabajaba también en la elaboración.de un nuevo ordinario de la Misa y me aconsejó hacer lo mismo porque le parecía que era muy favo1:ible presentar al mundo un número variado de Misas. Se necesitaba una que fuera muy breve para·las familias y pequeños grupos, y otras más largas para los días de fiesta aunque según él, la verdadera fiesta para-la humanidad trabajadora es el paseo por la naturaleza. El pensaba que se habría llegado fácilmente a considerar el Domingo como el día cons3aorado a la Naturaleza. Me dijo que sus trabajos no le dejaban tiempo para meditar sobre las religiones: Judía, mu-

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sulmana, oriental y otras, pero que este trabajo tenía una gran importancia, tal vez más que.su .. traducción de la Biblia. Me aconsejó vivamente que haga investigaciones en .todas las .religiones no cristianas que exaltan mejor al hombre ,, y que haga propaganda. Traté de hacerlo hablar de los demás Sacerdotes y seminaristas afiliados como yo al Partido, pero él fingía no saber casi nada. Me dio, a pesar de esto, la dirección de un francés, profesor de canto, instalado en la ciudad a la que debía ir para estudiar ciencias profundamente aburridas durante seis años. Me aseguró que podía tener mucha confianza en este hombre que me habría dado los servicios más delicados, como por ejemplo el de permitirme vestir donde él con hábitos civiles, con. la condición de que le pague muy bien. Naturalmente me hizo visitar Roma, me hizo conocer todo tipo de leyendas sobre los Santos más venerados en esta ciudad. Muchos debían ser cancelados del calendario. Este era también I' uno de nuestros objetivos.-.Pero nosotros sabía- .'! mos, él y yo, que se necesitaría de más tiempo para matar a todos los Santos que para matar a Dios. Un día que descansábamos en la terraza de un café, me dijo: Imagínate a esta ciudad sin una

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sola sotana, sin un hábito religioso, masculino y . femenino. ¡Qué vacío! ¡Qué maravilloso vacío! Es en Roma que me di cuenta de la enorme importancia de la sotana. Y juré que ésta debería desaparecer de nuestras calles y hasta de la Iglesia, porque se puede decir la Misa con chaqueta. E_ste jueguito que consiste en imaginar las calles sin sotanas llegó a ser para mí como un reflejo y gané un odio cada vez mayor por este trapo negro. Me parecía que la sotana tenía un lenguaje mudo, ¡pero muy elocuente! Todas decían, ya sea a los creyentes o a los indiferentes, que el hombre tan cuidadoso se había entregado a un Dios invisible que pretendía ser omnipotente. Cuando yo también fui obligado.a vestir este hábito ridículo, me prometí dos cosas: sugerir a los que la llevaban el piadoso deseo de quitársela para llegar mejor a los indiferentes y a los enemigos. Para este fin me prometí dar todas las fuerzas con el más grande entusiasmo. Por lo demás me era relativamente fácil. Tuve una mayor -dificultad en combatir las vocaciones que nacían en los chicos jóvenes. Este nacimiento era tan simple que me era difícil creerlo verdadero. Parece natural que los jóvenes, entre los cuatro y los diez años que cono-cen a un Sacerdote simpático, deseen parecérsele. Pero ahí comprendí mejor mi odio por la

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sotana ya que estos jovencitos no habrían senlido el real o imaginario poder del ·Sacerdote si éste no se hubiera elegido por sí mismo a lleva_r una vida diferente de toda la demás gente. El

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hábito era una de estas diferencias. y también se puede decir que el hábito se atribuía toda la doctrina de aquel que se revestía para siempre. Era para mí, un matrimonio con Dios descrito como poderosísimo y este hombre que manifestaba a cada paso "don y separación".



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Mientras más meditaba en estas cosas, más sentía ira. Pero estaba también muy reconocido con la vida por haberme hecho pasar mi infancia y también la adolescencia en el seno de una familia muy católica, porque yo creo que el valor de mi apostolado, por el contrario, provenía de allí. Yo sabía que por causa de mis experien-. ¡ cías pasadas habría llegado a ser el mejor de los agentes y que por consiguiente estaba destina- ,¡ do a ser el modelo de esta obra. Me sentí autori- Íl zado a alegrarme anticipadamente, ya que si es- \¡ tos muchachos encuentran a Sacerdotes que vi- ., ven como todo el mundq, no _tendrán ningún de- ·r: seo de imitarlos y deberán darse cuenta de que ·r1· todo el mundo está alejado... La opción de imitar r a los hombres, será muy grande... Estos nuevos !1 Sacerdotes, perteneciendo a una.Iglesia abierta para todos, no se asemejarán. Ellos no recibirán .:; las mismas enseñanzas y por lo tanto no podrán

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compr nderse entre ellos, por lo menos. en.el \· plan teológico, por cuanto no dispondrán de una , pequeña audiencia y porque temerán siempreV al colega que está cerca... no podrán compren-'derse sino sobre temas filantrópicos. Y Dios estará muerto. Es todo. En el fondo no es difícil y me pregunto por qué nadie todavía ha usado dicho método. Es verdad que ciertas tierras son más favorables que otras para el florecimiento de las plantas de manera diversa. Mis inicios en el seminario fueron los más felices. Mi posición de hijo único y muy amado, de familia rica que había preferido la separación a 1a·guerra me hizo interesante. Cada uno quería manifestar su simpatía al valeroso Polaco. La Gloria de Dios me interesaba más que la de mi país. ¡Qué santidad! Yo les dejaba decir con modestia. • Me había propuesto ser el primero en todo, y así fue. Mi conocimiento de los idiomas vivos era prodigioso. Estudiaba latín y griego con mucho entusiasmo; era también muy musical y me autorizaron para que tome lecciones privadas de canto con mi amigo francés. Este seminario no era muy estricto. La formación del carácter era menos fuerte que en Europa. Brillaba también en las actividades deportivas, pero no mostraba ningún conocimiento especial sobre la lu-

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cha cuerpo a cuerp . conocimientos que venían ...'\?! directamente desde el Japón. Todo iba tan bien ., · l que me aburría y buscaba una acción que me pudiera dar la vida. No encontré nada mejor qué·· ¡: confesarme con el profesor que- parecía muy· atraído hacia mi persona.

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EN EL QUE EL HEROE TRATA DE PONEl{A PRUEBA ·EL SECRETO DE .. LA· ·CONFESION.

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Me confesé con un adorable viejo, al que lo , llamaré "ojos azules; que tenía una cierta ternura. A veces me dejaba llevar por el encanto de su mirada infantil, y es por esta apariencia que lo escogí. Para mí era interesante ver cómo se habría desarrollado, respetando el secreto de la confesión y utilizándolo para hacer que me despidan. Yo no pensaba que podía ser peligroso para mí ya que hubiera podido siempre negar todo. Además era el primero en todo, por ende muy notado. Era visiblemente· el más inteligente de todo el complejo. Le rogué a "ojos azules" que me escuche en

confesión y le conté todo, o por lo menos lo esencial: que era comunista, que pertenecía al servicio secreto, sección ateísmo militante, que había asesinado a un religioso polaco porque pensaba que no tenía vocación. Cosa extraña, "ojos azules" me creyó inmediatamente. Por lo menos hubiera podido inventar esta historia. El tuvo el reflejo banal de hablarme en primer lugar de mi salvación eterna. M-e hizo desternillar de risa. · ¿Se imagin ba que no tenía el más pequeño átomo de fe? · Estuve obligado a explicarle muy bien que no creía ni en Dios ni en el diablo. Dicha confesión era probablement nueva para él. Lo compadecí. El me preguntó: "¿Qué es lo que esperan

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entrando en las Ordenes religiosas?". y con toda si.Qceridad respondí: "Destruir la Iglesia en su· interior". "Es muy presuntuoso" me respondió. Me ofendí y me sentí muy contento de revelarle que ya habían más de mil, como yo, seminaristas y Sacerdotes. El me respondió: "No lo creo". -"Para su tranquilidad, pero yo soy et Nº 1025 y, suponiendo que alguno esté muerto, puedo decir que somos más de un millón". Hubo un largo silencio y con voz seca me preguntó: "¿Qué esperan de mí?" Me era difícil contestarle que solamente había querido divertirme tratando de saber como habría salido del paso con el secreto de confesión. Le dije simplemente: "Supongo que tratarán de enviarme nuevamente". "¿Enviarlo? ¿No es usted el más brillante de nuestros estudiantes y también uno de los más devotos?". Fui yo el que ya no supo qué decir, aunque proseguí: "¿Verdaderamente mi confesión no lo ilumina sobre mi real personalidad?". El me dijo: "La·confesión ha sido instituida por Nuestro Señor Jesucristo para el bien de las almas, por con-. siguiente la suya no tiene ninguna utilidad".-"¿Ni siquiera para comprenderme mejor?". -ªNi siquiera para esto, cuando usted se haya ido, yo ya lo habré olvidado".-ª¿En realidad?". -"Usted lo sabe muy bien porque estudia entre nosotros".

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. ·11 "Sí, lo sé teóricamente, -pero ¿cómo lo·podré, il saber en la práctica?n. Me respondió de esta ma- , nera: "¿Es la meta real de esta increíble confesión?n. -"Podría se . -"Si tiene otra meta, haría. ,::'1, ": mejor en decírmelon. -"No, le respondí, yo quie-· ·· ro estudiarlo a usted, es todo". El tuvo el aire de reflexionar, luego me dijo: "Vana empresa, no pasará nada". -"¿Del todo nada en realidad?". Al día siguiente, el condiscípulo que creía que era mi amigo, porque me quería mucho, me dijo en voz baja "ojos azules" ha orado toda la noc;he en la capilla. Observé al viejo profesor, él no tenía el aspecto de haber pasado una noche en vela. Pero mientras él dictaba sÜ cursó, yo meditaba en esta noche,·que tal vez fue similar a la agonía en el Huerto de los Olivos. "Ojos azules" ciertamente debió orar para que este cáliz se aleje de él, pero nadie tenía el poder para suprimir esta confesión. Me parecía que era imposible para él olvidarla. El había podido orar para que yo parta y·me convierta. ¿Había tratado de provocar mi partida? Y cada vez que esta idea le regresaba, él debía gritar interiormente: "No, porque yo no sé nada". ¿Qué habría podido decir en mi contra que no fuera del dominio de esta confesión? Nada,

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simplemente nada. Yo no me habría confesado si no hubiera dado siempre la imagen del perfecto seminarista. ¿No sabía pues, el pobrecito, que un comunista está listo a cumplir todos los sacrificios? _Toda esta gente piensa con gusto que sólo los cristianos hacen sacrificios. Los días que seguían yo miraba con atención a "ojos azules" y lo encontraba cor:no siempre. El era tranquilo, dulce, podría decir, celestial. En el fondo tenía una deb_ilidad por él y habría debido acusarme, escribiendo al tío. Pero luego decidí no contar nada de esta historia de la confesión, porque allá no me habrían comprendido. Algunos meses después sentí el gran deseo de confesarme del mismo modo con los demás profesores. En- el fondo estaba molesto por la monotonía de mi vida y por el hecho de que parecía que gustaba a todos. Así, un poco de alboroto me habría sentado bien. Me confesé pues; sucesivamente con todos los profesores, divirtiéndome al imaginarlos que estaban dándole las vueltas a este horrible-secreto. Pero nunca supe comprender como pudieron soportar el peso de mi presencia enn-e ellos y la visión áe_l mal que podía causar. A pesar de esto; ciertos días estaba "deliciosamente" inquieto.Tenía necesidad de este estimulante. Me imaginaba que ellos habrían intentado todo para i -

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pedir que reciba la "Ordenación.:-.

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Entonces redoblaba mi atención. Mis serm 11, : nes eran modelos, en realidad v i;dade , de arte. Además yo tenía el rné o de ontt:oI,aK la buena marcha de nuestra acc10n antirrellgio: ' sa en el mundo entero. Por suerte, el tío había comprendido que no se necesitaba pedirme que codifique mis trabajos. Sólo debía presentar un proyecto a la semana. Estaba lleno de ideas y este trabajo no me costaba, por el contrario era mi alegría y mi consuelo. En la época en la que ju-:gaba con la confesión, un punto de la doctrina me fue particularmente sensible: la Santa virtud de la obediencia, como dicen. Esta obediencia se refiere a todo y en particular al Papa. Yo le daba vueltas al problema en todas las direcciones sin ··• poderlo comprender. Fui obligado a pedir a nuestros servicios para que vigilen con el fin de que . la confianza que los católicos le deben al Papa :'. sea discretamente ridiculizada cada vez que sea · posible. No ignoraba que pedía algo muy difícil. Pero me pareció primordial incitar a los cató., licos para que critiquen al Papa.

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Alguien estuvo encargado de vigilar con atención todos lo escritos del Vaticano para descubrir también los más pequeños detalles susceptibles a las molestias de cualquier categoría de individuos. Poco importa la calidad de

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quienes critican al Papa, lo importante es que sea criticado y lo·ideal sería que moleste a todos, es decir tanto a los reaccionarios como a los modernistas. En lo que se refiere a la virtud de la obediencia ésta es una de las principales formas de esta Iglesia. Pensaba que podía hacerla temblar cultivando el remordimiento. Cada uno debe sentirse responsable de la actual división de la cristiandad. Cada católico debe decir el "mea culpan y buscar el modo de cancelar cuatro siglos de desprecio hacia las sectas protestantes sugiriendo también un poco más de caridad. La caridad tiene esta ventaja. Se le puede hacer cumplir cualquier disparate. En esta época yo temía que mi método se descubra y que muchos vieran un modo astuto para destruir a Dios. Pero después de todos estos hechos, me di cuenta que me había equivocado al sentir miedo. A pesar de que un proverbio francés dice que, "lo mejor es enemigo del bienn, en este caso nadie lo vio jamás. Mi amor fraternal por los protestantes, a los que los tenía en la mira para destruir todo el cristianismo. · No quiero decir, por lo demás, que los protestantes no tengan Fe (más bien todas las clases de fe "diferentes") y que mis servicios no deban ocuparse de ellos. Pero yo los incito mostrándo-

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les que noes necesario que se conviertan al cris-. tianismo, por el contrario es la Iglesia Romana ;\ que debe ir hacia ellos. · y así, cuando anunciaron el Conciff·o (este Concilio que me llenó de alegría anticipadamente) yo ya lo lanzaba en el mundo que lo recibía con estupor: una orden y una profecía. Primeramente la profecía: Dios, hacía un gran milagro, espectacular (la gente adora esto): estaba El mismo haciendo la Unidad de los Cristianos. Para esto no se necesita otra cosa sino que los hombres se ocupen de esto con una gran disponibilidad, "disponibilidad muy caritativan. En otras palabras era necesario que los católicos, cansados del lastre, permitieran finalmente que Dios manifieste su gran milagro entre los corazones puros.

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Para los católicos de este tiempo, el corazón puro debe ser el que se empeña utilizando cualquier medio para complacer a los protestantes. La orden era muy simple: prohibición absoluta a los protestantes a que se·conviertan al catolicismo; Y esto me interesaba mucho, ya que las conversiones habrían alcanzado un ritmoacelerado. En todas partes hice precisar que el gran milagro no habría podido hacerse realidad si los católicos continuaban aceptando las conversiones de los protestantes.

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· Hice saber claramente que convenía dejarle a Dios la libertad de movimientos. Y fui escu·chado. ¡Era yo el·que hacía milagros y no su Dios! Yo me estremezco de alegría aún hoy, me parecía una de mis más bellas conquistas.

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EN EL QUE LA AMBICION QUE SE CREIA MAS FUERTE QUE TODO, ENCUENTRA A "CABELLO NEGRO" Y SE ASUSTA DE SU PRIMERA DEBILIDAD.

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Al final de os años de seminario, me pr;·m 1 guntaba si habría podido continuar. La voluntad .; 1 que se ejercita por sí solos no es siempre suficiente, y yo era muy joven para alimentarme so-··- · lamente con mi odio. Yo veía aumentar mi odio · que primeramente estaba reservado para Dios y que luego se extendía a todo lo que me rodeaba. ¡Si solamente hubieran podido adivinar hasta qué punto los detestaba!... Aún hoy me admiro por haberlos podido soportar. Naturalmente yo soy y sigo siempre un solitario y si el calor comunitario no me es indispensable, me faltaban pequeñas dosis de cal r humano en mi juventud. Pues yo no tenía más que mi profesor de canto; este francés al que yo visitaba todos los sábados. Sobre ciertos argumentos, nos entendíamos con palabras breves, pero él no conoció jamás toda la amplitud de mi misión. La maravilla era que por él yo podía distenderme verdaderamente y sin él no habría tenido nunca la fuerza de resistir.

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Felizmente estas notas nunca fueron publ_i- { cadas porque no habrían sido de buen ejemplo .... : ( para mis compañeros. .., Había recibido la orden de aceptar algunas invitaciones mundanas, y llegaron sin que yo supiera el porqué ni como. Estaba obligado a obedecer. No me atrevía a escribir al tío para

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preguntarJe.1la rntilidad, de estas :ocupaciones. mortalmente .frívolas. Por lo demás él conocía mi gustO'.por,·este:tipo:de.cosas y ya me había dicho que·me ·serfa:1muyJútil·.conocer las costumbres del mundo:- Admitánioslo, a pesar de que nunca hice el más mínimo descubrimiento que sea útil. Una noche mientras estaba en un gran recibimiento particularm,ente brillante, mi mirada se fijó en el perfil de una joven y todo lo que estaba alrededor se desvaneció, aun mis sentidos.

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Ella tenía un cuello largo, más inclinado que la torre de Pisa, y una abundante trenza negra que habría podido deshacer, y un perfil que era al mismo tiempo pueril y voluntarioso... La miraba conteniendo la respiración. Me parecía que estábamos solos y a pesar de que ella no me veía le gritaba interiormente que vire ligeramente la cabeza con,el fin· de ·robarle una mirada, pero ella no hizo ningún gesto. No sé cuanto tiempo duró este éxtasis, pero fui conducido nuevamente a la tierra por un joven desconocido. El había compre·ndido todo, tal :vez mejorque yo. El tenía corazón>porque me.füjo: "¿Quiere·que le presente a la ,señorita X...?n.. Esté me conocía por mi nombre, pero me cre1a un estudiante universita. rio. Pues, en esta mundanidad, nadie podía tomarme por un s minarista. 1

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·.f-· Más tarde este joven cortés me presentó a ·¡. .

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"cabello negron (nunca le daré otro nombre). Había reencontrado mi tranquilidad gracias a los ejercicios de respiración. A pesar de esto era- ·1 otro hombre, totalmente diferente. ¡Y solamente había sido suficiente un centésimo de segundo! Durante esta noche yo no alcanzaba a comprender lo que me sucedía. Estaba qemasiado ocupado para complacerme de mis nuevos sentimien" tos. Hablé unos instantes con "cabellos negrosn durante los cuales yo no pude "comerla" completamente. Lo que dominaba en mí era el deseo de tomar a esta joven solamente para mí, esconderla en una pequeña casa donde ella no habría tenido otro deber que el de atenderme. Ella tenía grandes ojos negros que miraban con una seriedad que producía sumisión. Cuando fue invitada a bailar, debí cerrar mis manos detrás de mí para no matar a aquel que la tenía entre los brazos. La danza es una invención diabólica. Yo no comprendo cómo un hombre puede soportar que la propia·esposa baile con otro. Yo la miraba bailar un vals, su vestido era maravilloso pero mis ojos estaban como hipnotizados por su cue- 1: llo doblado como si se amoldara dócilmente al hacha del verdugo. No sé por qué me parecía que esta joven estuviera destinada a morir de muerte violenta. Este pensamiento aumentaba el furor con el cual habría querido arrancarla de

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a ese mundo. ¿Qué hacía ella entre todos aquellos imbéciles? Y, ¿qué es lo que hacía en la vida? Era necesario que ella consintiera a no hacer nada más que atenderme. No importa el medio necel. sario para llegar a este fin. Ella me pertenecía y era todo. Pero ella se fue con una pareja de ancianos, que no conocía. Me desesperé. ¿Qué hacer para verla nuevamente? Ella no me prestaba atención, tal vez solamente en el último momento cuando su mirada se encontró con la mía. ¿Qué significaba toda esa mirada? ¿Tratará de verme nuevamente?... tal vez... de todos modos yo no me preocupaba por lo que ella pudiera pensar. Había decidido dirigir sus pensamientos porque estaba seguro que . ella me pertenecía para siempre. Que ella no estuviera de acuerdo, no habría sido más que un desafío pintoresco. No sabía más que su nombre y le encargué a mi profesor de canto que la encuentre. Esta historia lo divertía prodigiosamente y me decía: ' .\sí, usted se está humanizando". No comprendía que era lo que podía encontrar de humano en mí y estuve un poco contrariado. Pero él no quiso explicarse. Sus prácticas fueron largas y yo debí tranquilizarme trabajando con un cuidado duplicado. Fue durante estos días que lancé al mercado

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(casi lo podría decir) el programa que habría permitido a los católicos ser aceptados por los protestantes. Hasta ese momento los católicos habían esperado demasiado por el regreso del protestantismo hacia la casa madre. Era hora de que pierdan su arrogancia. La caridad les obligaba y cuando la caridad está en juego, yo pretendía mientras reía entre dientes, que nada malo podía suceder. Yo profetizaba con seguridad para que esto se repita en este tono, la supresión del latín, de los ornamentos sacerdotales, de las estatuas y de las imágenes, de los clérigos, de los reclinatorios (para que no pudieran arrodillarse). Hice una campaña muy activa para suprimir la señal de la Cruz. Esta señal no es practicada más que en las Iglesias Romanas y Griegas. Ya es tiempo en que se den cuenta que ellos ofenden a los demás que tienen la misma calidad y santidad como ellos. Esta señal, como también las genuflexiones, son costumbres ridículas. Profetizaba igualmente, y solamente estamos en 1940, el abandono de los altares, substituidos por una mesa completamente vacía, y el abandono de los crucifijos con la finalidad de que Cristo fuera considerado como un hombre y no como Dios.

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Insistía en que la Misa no sea más que una ,:.:.... comida comunitaria donde todos estaban invitados, también los incrédulos. Y llegué a hacer esta profecía: el bautismo para el hombre moderno se -ha convertido en una ceremonia ridículamente mágica. Ya sea por inmersión o no, el bautismo debía ser abandonado en favor de una religión adulta. Buscaba el medio para suprimir al Papa, pero no logré nunca encontrar ninguna posibilidad. Hasta que no fuera probado que el juego de palabras de Cristo: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", fue inventado por un romano lleno de celo,·(y por lo demás, ¡cómo probarlo! No era suficiente que esto sea posible) un Papa estará siempre en el poder. Me consolaba esperando que llegaremos a hacerlo antipático. Lo importante es gritar contra él cada vez que. _ .. _ hace algo nuevo, así también cuando nos recuerda lo antiguo, demasiado duro para soportar. Además todo esto que es permitido por los protestantes, aunque sea en una sola secta, debe ser autorizado por los católicos. Por ejemplo el casarse nuevamente entre divorciados, la poligamia, la eutanasia... La [glesia universal, debiendo acoger a todas las religiones y también a los filósofos mis ere-

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yentes, urgentemente debía renunciar a todo el decoro de las iglesias cristianas. Invitaba pues a hacer un inmenso "barrido". Todo lo que invita al corazón y al espíritu a dar culto al Dios invisible debía ser suprimido sin piedad. No crean que yo ignoré, como ciertas personas que no menciono, · el poder de los gestos y de todo lo que habla a los sentidos. Un espíritu que apenas es reflexivo habría visto que yo suprimía todo lo que es amable en una religión que para otros es suficientemente estricta. Pero dejar la severidad era una gran astucia. Yo insinuaba en secreto que este Dios cruel podía ser una invención humana. ¡¡¡Un Dios que había enviado a su único Hijo a hacerse crucificar!!! Pero debía poner atención para que mi odio no se dejara entrever en mis escritos. Convenía ganar dulzura, y ¿cómo?, con disgusto. Mientras me embriagaba en estas órdenes y profecías, mi profesor de canto me llamó por teléfono. El la había encontrado y me invitaba esa misma noche al concierto donde la habría visto nuevamente. Por suerte pude obtener fácilmente la autorización para salir. Yo tenía una bella voz y la gente de Iglesia siempre ha tratado bien a los músicos:..

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Yo la vi nuevamente... estaba más bella que la primera vez. Tan bella... tan bella... ¿cómo no convertirse en un loco?... Ella aceptó venir a tomar una taza·de té el sábado siguiente donde mi profesor de canto. Yo le había dicho que vivía en un centro universitario. Mi profesor de cantQ se llamaba Aquiles y me pidió, mientras esperábamos a "cabello negro" que lo llame "tío Aquiles". Comprendí que con esto quería darme la ilusión de tener una familia. Le fui grato, pero muy poco reconocido, porque su actitud me hacía ver que pensaba seriamente en el matrimonio. ¿Cómo podía tener pensamientos tan absurdos?... Pues, él comprendía en mí la ausencia de vocación sacerdotal, pero no había adivinado la seriedad de mi vocación socialista. Reflexionando, vi en esta incomprensión el signo de mi fuerza de carácter y de la calidad de mi juego. Esto solamente podía facilitar mi plan. Para ser un verdadero y grande hombre es muy vent?.joso parecer medio o completamente adormilado. Aquellos que se enorgullecen delante de las multitudes no son los que tiran las verdaderas redes. "Cabello negro" pareció que estaba muy a gusto en la casa del tío Aquiles. Yo mostraba todo lo mejor de mi temperamento eslavo. Nadie me había ensenado aquel juego, pero constaté

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que es instintivo. Y. debo decir que tuve· una; graff aceptación. La mujer de mis sueños vestía ese día un vestido azul muy simple y solo tenía .; una joya: una gran medalla de la Virgen, llama- .: da Medalla Milagrosa. Mis ojos fijaban conti- ,, nuamente este objeto y· se quemaban. Habría querido arrancársela y botarla por la ventana.

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CAPITULO 9

EN EL QUE UN CELO ANTI-·. RELIGIOSO QUERIA ARRASTRAR A SU PROPIO TERRENO A "CABELLO NEGRO".

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Debí darme por vencido a la evidencia, estaba i simplemente enamorado por primera vez; enamorado como un pobrecito cuya inteligencia no domina sus instintos. No encontré sino solo un remedio: un celo cada vez mayor para defender y hacer avanzar la gran causa del proletariado. Es en esta época que lancé mi gran campaña del diálogo bíblico. Se trataba de empujar a los católicos a una lectura asidua y reflexiva de la Palabra de Dios, insistiendo sobre el libre examen practicado durante cuatro siglos por los protestantes. Yo demostraba que esta libertad nos daría algunas generaciones de seres verdaderamente adultos y maestros de sus propios caminos. Con este medio muy piadoso, incitaba a los católicos a intervenir en el juego papista y a los protestantes a convertirse en maestros de las nuevas generaciones. Dando a los protestantes esta posición dominante debía también debilitarlos, sin que su orgullo disminuya naturalmente por la emulación· entre las diversas sectas. En este ejercicio los : católicos no pudieron ejercitar más que la parte --.! 1 de árbitros porque estaban únicamente preocupados por el deseo de reformarse. Fue un juego de muchachos poder persuadirlos que debían al mismo tiempo regresar a las fuentes y también actuar una modernización estrepitosa.

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Sugería que el cuidado para darnos, nuevas · traducciones en todos los idiomas de la Biblia en estilo moderno, no debía detenerse. Y así pude constatar una viva emulación. Naturalmente no hablé del problema financiero, ya que el número de las nuevas traducciones permitió constatar que este aspecto no fue considerado por los hombres de la Iglesia.

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La modernización de la Palabra de Dios per-

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mitió atenuar la intransigencia. Y esto se hacía del modo natural. Cada vez que una palabra parecía tener un uso poco corriente y podía ser incomprendida, se la sustituía con una mucho más simple... entendiéndose que cambiaba el sentido profundo. ¿Cómo podía lamentarme?

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Estas nuevas traducciones facilitaron además los diálogos bíblicos en los cuales yo tenía grandes esperanzas. Ya que estos diálogos debían servir para enviar a los hombres de la Iglesia al exterior, a otros lugares, no importa dónde, para dejar a los laicos la libertad de mostrarse finalmente adultos. · Yo incentivaba los encuentros bíblicos interconfesionales y en realidad esta era mi meta. De tal forma habría podido pasar el examen del Co. rán y de cualquier otro libro oriental.

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Para olvidar a "cabello negro" yo mismo preparaba algunas charlas sobre diálogos bíblicos subrayando los diferentes aspectos de algunos problemas claves. Uno de mis diálogos preferidos se refería al Papa, este personaje era en realidad un obstáculo para mí. Cuando digo "este personaje" también quiero decir los textos sobre los cuales él se apoya. Estos textos son muy inoportunos para mí como lo son también para los cristianos separados (como así dicen). Estoy muy reconocido con aquel que ha pensado que el verbo "prevalecer" ha llegado a ser incomprensible para el hombre moderno y lo ha sustituido con el verbo "poder". Así, en lugar de: "Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia", él ha escrito: "Las puertas del infierno no podrán hacer nada en contra de ella"... Esto facilitaba enormemente mis reuniones sobre los diálogos bíblicos, por lo menos en los países francófonos. Cada uno se da cuenta rápidamente que esta profecía que pretende que el infierno no puede hacer nada en contra de la Iglesia, es absolutamente falsa, y cada uno respira, y así se destruye esta creencia secular de una divina protección que en definitiva suprimiría siempre los esfuerzos de los católicos (sobreentendido, jamás los de los herejes). Amo mucho lanzar mis diálogos en el laberin-

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to del Antiguo Testamento. El Génesis por sí mismo es suficiente para enloquecer a un hombre ho-· nesto. Mientras más envejezco, más constato que solo la Fe del carbonero y la del niño pueden sobrevivir en un mundo en que la inteligencia tiene la supremacía en todo. Y también me siento autorizado para preguntar: ¿todavía existen carboneros? y sobre todo ¿existen todavía niños? Parece que hoy la infancia se murió al nacer, por lo menos en la raza blanca, y está. reemplazada por pequeños adultos, muy inquietantes, debo decir. No sé si debo alegrarme. Que la Fe se pierda está bien, pero la mía gana algo? Algunos puntos interrogativos... Poco después del tercer encuentro con "cabello negron, Francia, su patria, fue invadida por soldados de Hitler, y parece que solamente opuso una ficticia resistencia. En esta ocasión escribí una bellísima carta a mi orgullosa amiga, tratando de consolarla. Ella aceptó dar un paseo en el campo conmigo. Ella tenía un carro que le había prestado su tío. Pues, habitaba en la casa de un hermano det padre, pero toda su familia se había quedado en Francia en la zona ocupada. ¡Habría querido re-. gresar, reflejo humano que me encantaba, amaba este corajé y esta necesidad de superación! ¡Cuánto habría querido hacerla mi colabora.dora!

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Pero no me atrevía a afrontar el problema de la Fe y ni siquiera problemas políticos. La medalla que todavía la llevaba en este cuarh;> encuentro, ponía un mundo entre nosotros dos. Mientras tomábamos el té en un grandioso lugar, que parecía que estaba reservado para los enamorados, una pareja nos hizo un ligero gesto de amistad, discreto,. pero que me llenó de inquietud. El hombre era el hermano de un condiscípulo mío; había sido invitado por su familia y me conocía bien. ¿Cómo habría podido olvidarse que era seminarista? No lo podía creer. La joven que lo acompañaba era una prima de "cabello negro". Me sentí furioso y mi amiga se dio cuenta. Me quiso presentar.a la tía y a su tío para que pudiera ir tranquilamente a visitarla en la casa, o aún mejor, donde ellos. Sentía deseos de preguntar: "¿Con qué título? ¿Novio?". ¿Cómo podía decirle que la quería sólo para mí, pero que nunca me habría casado con ella? No, yo estaba clavado en el celibato católico para salvar la causa del proletariado. Si ella hubiera podido comprender mi ideal, habría sido maravilloso, pero no me atrevía ni siquiera a enfocar el problema. Pero habría podido ir donde ella .a visitarla. Habría sido suficiente que ella aceptara esta· parte (escondida)

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en la sombra. Comprendió que no estaba entusiasta con la idea de ser presentado en familia y sospechó. Esta no fue una pelea, pero el primer y grave malentendido. No era lo suficientemente rico como para arrendar un departamento y ni siquiera un estudio. El partido nunca ha admitido el despilfarro, esto es un grave defecto burgués. Aquel día faltó poco para que nos separáramos fríamente. Los dos sentíamos que fuerzas desconocidas se unían para contrastar nuestro amor. Y no era necesario ha- . blar para advertirlo. Además me preguntaba si ella no estaba empujada únicamente, como muchas otras jóvenes, por el deseo de casarse. Deseo legítimo, evidentemente y que no lo habría reprobado, pero en este caso, era un deseo muy funesto. Le dije adiós con una ligera frialdad y sin haber hablado del próximo encuentro. Ella me respondió con un pequeño temblor, luego se alejó, lentamente. Me quedé sin moverme; los ojos fijos en su cuello blan o que se curvaba con el peso de los cabellos que eran demasiado pesados y también con pensamientos demasiado tristes.

Ya que me había quedado inmóvil, ella se giró y me miró. Una docena de metros nos sepa-

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raba, entonces vi esta maravilla: ella regresó... muy lentamente, los ojos en mis ojos, ella regresaba, ella regresaba a mí... Cuando estuvo muy cerca de mí, levantó lentamente sus manos, las puso en mis hombros. Continuaba mirándome y yo no me movía. Entonces ella continuó su gesto acercando sus labios a mis labios. Era la primera vez que besaba a una mujer.

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p-.,..,_,fT,o>.,t1:;..,., ,.,.,,,,•.,. ,,,.1n,..-,'L'I CAPITULO 10

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EN EL QUE UNA SIMPLE MEDALLA SE PERMITE TOMAR PARTE COMO SI TUVIERA ALGUN DERECHO SOBRE LAS PERSONAS QUE ENCUENTRA.

Por suerte había alquilado una casilla postal desde el inicio y el tío Aquiles tenía la llave. Una casilla postal es muy útil para esconder la dirección sin delatar. Algunos días después de este beso, del que el recuerdo me despertaba todas las noches, recibí una carta maravillosa de "cabello negro". Ella me decía: "para que yo pueda continuar seriamente con la pintura, mi tío ha arrendado un pequeño estudio para mí. Lo espero el sábado para tomar el té". Desde aquel momento abandoné el canto para pasar todos los sábados por la tarde en el estudio. Mi amiga me hizo un retrato. Debo decir que tenía un gran talento y me enorgullecía por el modo magistral con el cual había representado mi personalidad. Por medio de este retrato yo veía mejor lo que significaba para ella. Sin mentir, para ella yo era el príncipe encantado. Era mucho más conquistador, mucho más viril, tal vez con una punta secreta de crueldad. Le pregunté como veía mi carácter y si realmente suponía que yo tenía defectos secretos muy inquietantes. Ella pareció indignada. Yo le dije: "Pero este retrato revela un espíritu conquistador, orgulloso y también con una punta secreta de crueldad". Pareció confundida y me dijo que tenía demasiada fantasía y que por el

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contrario había querido representar lo que yo era para ella, es decir el hombre ideal... y ¿cuándo el hombre ideal puede tener defectos secretos? Le pregunté entonces cuales eran mis defectos aparentes, ya que no tenía ninguno secreto. Me respondió con sorpresa que tenía un cierto gusto por aislarme. Para hacerme perdonar le aseguré que está era la pura verdad, que ella estaba siempre conmigo en mi aislamiento. Me respondió que no lo dudaba pero que era una presencia que yo solo podía coger, que a ella le afectaba como una ausencia. ¿Cómo conciliar mi deseo de tenerla toda para mí y no poder ser completamente suyo?

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Me preguntó qué obstáculo me impedía estar disponible. Me detuve un momento y luego jugándome el todo por el todo le mostré la medalla que ella llevaba en el cuello. Me miró con un profundo estupor. ¿No tiene Fe?, me preguntó simplemente. Yo dije: "Non sin otro comentario. Ella me rogó que le explique qué efecto me producía la medalla. Yo respondí: "Es un obstáculo ya que repr enta algo que nosotros nunca podremos amar juntos.. . Ya que ella reflexionaba yo insistí diciendo: ''A.demás esto tiene el aire de interponerse a propósito entre nosotros para. que no podamos ser el uno del otro..'.'.. Entonces ella se quitó la medalla y me -la extendió.

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. º l i; Me la puse en el bolsillo. Pienso que era de oro. Yo ·habría querido hacerla fundir para otra i:: cosa, pero esto era imposible. Con este gesto ell·a ( había unido nuestros destinos de modo extraño. · Ella tuvo la delicadeza de no preguntarme que···' habría hecho de esta medalla.

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Los días siguientes tuve inquietudes con respecto a este punto. Tuve la tentación de informarme sobre este objeto que era llamado "milagrosa", no porque pudiera creer que este adorno tuviera la facultad de hacer milagros. Según yo nadie hace milagros. Aquellos que se cuentan o son inventados o se los explicará científicamente más tarde. Sin embargo leí que esta medalla era renombrada por haber reconducido a la Fe a los incrédulos. No creía en realidad este hecho, ni siquiera en una posibilidad, pero temía que mi tierna amiga tuviera esta esperanza en el corazón y esto destruía para mí el gesto de darme y de sacrificarme la medalla. En este nuevo punto de vista·, ella no habría hecho ningún saérificio, sino por el contrario. Estaba asombrado ¿hasta este punto? ¿No era estupidez el estar atormentado por este hecho? Algunos meses después, mientras estábamos doblegados sobre sus últimos trabajos, delante

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de un fuego de leña que favorecía el relajamiento, yo le expuse dulcemente la·cuestión. ¿No me había dado la medalla con la esperanza de convertirme y no era esto lo contrario a un sacrificio? Ella se apretó entre mis brazos y me respondió: "No miento jamás, ciertamente quiero que la medalla obre su conversión. Se lo pido día y noche, y también algunas veces durante el día, tal vez cada cuarto de hora, mi querido.. . No supe qué responder. No temía nada de esta medalla y de estas oraciones, para mí era una niñería; pero yo sufría corno si fuera una derrota, porque por mi parte, quería_ con todas mis fuerzas, y sin medalla, tenerla como colaboradora. ¿Había una guerra entre nosotros? Mientras más reflexionaba, más veía que la lógica quiere que el hombre sea vencedor, por lo menos en un amor tan fuerte y cálido como el nuestro. Pero no dije nada parecido. Además sabía que ella no habría sido mía hasta que pensara como yo. No por orgullo, sino porque habría debido explicarle el porqué no habría debido casarme con ella. Si ella hubiera tenido mis ideas y si hubiera querido ayudarme en mi misión, pienso que habría aceptado vivir maritalmente y muy secretamente-conmigo. Además de que no habría podido casarme jamás, era necesario que yo {fuera creído)

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apareciera del todo casto. Una noche de invierno, cerrando la cortina ·· mientras ella servía el té, me pareció que me pin- t chaba con un prendedor olvidado en el lazo de la ,. cortina. Miré más de cerca, se trataba de una pequeña medalla, de metal blanco, creo, cuyo anillo un poco ordinario tenía un defecto y pinchaba Era la misma medalla mucho más pequeña. Entonces me viré y ella me miró. Había comprendido. "¿También las cortinas tienen necesidad de ser convertidas?", le dije con amargura ·No sea malo ni absurdo• me contestó. -"Es porque no soy absurdo que,quisiera comprender_ lo que esperas de este talismán". Ella se ofendió y se sonrojó. "No es un talismán". -·¿Entonces, qué esr -"Un acto de Fe": -"Fe en qué". -"No en qué, sino en Quien... en Ella, la Madre de Jesucristo·. (Si pongo mayúsculas es porque ella hablaba como si lo hiciera con mayúsculas). No quise ir más allá de esta inútil discusión. Callé. Ella prosiguió con una voz muy baja: "No se necesita creer que el metal o la madera o la carta, tengan la mínima importanciá.. Sé que es este el aspecto del problema que lo irrita. Pues una medalla no es sino un modo simple para exteriorizar la Fe y no sólo para exteriorizarla si- · no para aumentarla. Tener siempre esta medalla

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conmigo, como también en la casa donde trabajo, me invita a orar a Aquella que me dio a Jesucristo". Así, ella no me había sacrificado su medalla, poseía otras. En este punto no sé qué cosa me impidió violarla. Ella no sabrá nunca por cual riesgo hél pasado. Hubo un largo silencio. Yo temblaba de enervamiento. Habría querido gritar mi odio. Dije solamente: "Es mía y no puedo soportar que ame a otra cosa más que a mí". -"¡Cuán extraño es! No hay ninguna relación posible. Todo lo que es religioso está dentro de un dominio muy diferente, no es caso de corazón o de inteligencia". -"Entonces ¿qué es?" -"El inmenso dominio de lo sobrenatural". -"No conozco". -"Lo dudo", dijo ella con su sonrisa a la cual no pude resistir. ¿Ella está consciente de dominarme con su sonrisa? En ciertos momentos me parece que no hay ninguna otra cosa que esta singular empresa. Su sonrisa es lenta, se tiene tiempo para verla llegar, los labios se cierran con mucha dulzura y con tanta lentitud que cada vez uno se pregunta si en realidad llegará hasta el final. Cuando la luz de los dientes aparece, uno se siente muy alegre y en lo que se refiere a mí no hago más que abandonarme al beneficio de toda esta luminosa ternura, Es lo que hice en ese momen-

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to en el cual tenía necesidad de un consuelo tranquilizador. Entonces, ella me preguntó algo muy extraño. Me dijo: "¿Por qué no quiere casarse conmigo?". Yo nunca había dicho que no lo quería hacer, pero "cabello negro" parecía poseer un don con el cual podía adivinar; un don que algunas veces me daba miedo. ¿Qué es lo que ella sabía de mí? Yo le respondí: "Yo no deseo casarme, pe. ro no puedo decirle el porqué". Ella dio un pequeño suspiro y me dijo: "¿Es porque yo creo en Dios?". Las mujeres son extrañas, pueden pasar de la puerilidad a la adivinación. Mi madre era así. Yo le respondí: "Una pareja tiene que tener los mismos amores, es este el mayor defecto, el mayor obstáculo". Ella me sonrió de nuevo diciéndome: "Yo no amaré a nadie más que a usted".

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., ·CAPITU.LO 11

EN EL QUE EL TRABAJO DESTRUCTOR PARECE· QUE HACE. GRANDES PROGRESOS AUN ENFRENTANDOSE A OBSTACULOS RIDICULAMENTE PUERILES.

En esta época di prueba de una gran energía para destruir el culto mariano. Insistía mucho en la pena que los católicos y los ortodoxos dan a los protestantes por su múltiple devoción por la Virgen María. Hice notar qúe mientras más los queridos hermanos separados eran más lógicos y más sabios. Estas criaturas humanas, de las cuales no sabemos casi nada, son de alguna forma, más poderosas que Dios, (o por lo menos más gentiles). En esta ocasión yo tomé la defensa de los derechos de Dios, divirtiéndome mucho. Puse en evidencia el hecho de que muchos protestantes creen que María haya tenido otros hijos después de Jesús. ¿Creen ellos en la virginidad de María después del nacimiento del primer hijo? Esto es difícil decirlo. Por lo demás, en todo, es difícil determinar las creencias exactas de estos cristianos. Pues cada uno cree en lo que quiere. Además es relativamente fácil saber que se detestan. Instigaba por lo tanto que supriman al Rosario y a las numerosas fiestas destinadas a María. Mi libro de Misa tenía más de veinte y cinco. Se puede todavía agregar ciertas fiestas · regionales. Sin hablar de la destrucción total de las medallas, imá,genes y estatuas. Mucho trabajo en prospectiva pero valía la pena. Sin embargo aún no sabía como habría podi-

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do suprimir a Lourdes... Fátima... y cualquier. otro lugar de menor importancia. Lo que se refiere a l.ourdes es terriblemente aburrido. Esta es una verdadera plaga en el corazón de los protestan tes. Nunca, en la Iglesia universal, esto se podría suplantar sólidamente puesto que este lugar de peregrinaje atrae a millones de individuos de todas las razas cada·año. Hice hacer un estudio especial del.fenómeno de Lourdes, pero este largo trabajo no me sirvió de {llUcho.. Apenas pude constatar que había una seria diferencia con los primeros testimonios. El uno hablaba de Bernardita, desmayada y perseguida por la aparición, hasta el lugar donde descansaba, al molino, si mi memoria es buena. La joven misma no lo reconocía. Se habria podido decir que ella había olvidado, pero esto no era demasiado serio. Yo detestaba una propaganda llena de mentiras. Sé muy bien que la mentira es admitida en el partido, cuando está en juego una razón más fuerte, pero por mi parte prefiero la dignidad. Me siento más fuerte y siento que supero·en mi partido a aquellos que han usado la mentira y creo que siempre es posible arreglárselas sin jugar con la verdad. Es . necesario saber interpretar el aspecto útil de toda verdad. Así puedo decir que mi misión se articula íntegramente bajo esta enseñanza de Qisto: ''.t\.mense

los unos a los otros". Simplemente yo dirigía las miradas caritativas de toda la Iglesia a los cristianos, llamados herejes. Escuchándome, ellos desobedecían a los Apóstoles, pero generalmente no tenían conocimiento. Había otra dificultad para des.tronar a María; convenía suprimir la Navidad. Ahora la Navidad ha llegado a ser una fiesta de alegría para todos los creyentes. Estas personas no sabrían explicarse el porqué ni el cómo. Solamente se necesita constatar que la paz y la alegría son bienes muy deseados. Por lo demás es onsolador notar que si Jesús de Nazaret no es Hijo de Dios, su Madre ya no tiene ninguna impórtancia. No vale ni siquiera la pena conocer su nombre. Y para quien quisiera continuar admirando,. con justa razón, a la mayor parte de la enseñanza moral de Jesús (aquel al que yo lo creo un revolucionario) llega a ser ridículo venerar la infancia de este Jesús. ¿Qué es este pequeño niño que ha nacido en un pesebre? ¿Qué cosa puede cambiar? . Se debe precisar que si los cristianos protes- . tantes no creen generalmente en el nacimientó virginal del profeta Jesús, setecientos millones de musulmanes han adoptado este dogma como intermediario de su Corán. Lo que, y que esto se lo diga pensando, obliga a la mitad de la huma-

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nidad a venerar a esta joven mujer... es muy curioso... Pero lo más curioso es que los musulmanes no aceptan a Jesús sino como un profeta, y un profeta menor de su Mahoma, él, que nació de manera normal. La extravagancia humana no tiene límites. Todo esto refuerza mi convicción de que negar la virginidad de María es el medio más seguro para transformar a los cristianos como discípulos de un hombre, que no sería para nada un Dios. ¿Quién no ve lo útil que es, antes de matar a Dios, matar a Jesús de Nazaret? Los Evangelios y las epístolas, y finalmente todo el Nuevo Testamento, se convierten en palabra del hombre y, que quede claro,·cada uno puede pretender lo que quiere, criticar lo que no le gusta y negar lo que es exagerado... Esto conviene obtener... Si en el Oriente los iconos representan la principal devoción por María y hoy, en toda Rusia, escondidas o destruidas, en Occidente el Rosario es muy popular. A esta devoción que honra a quince llamados misterios, se la debe destruir con absoluta energía. Esta devoción por sí sola sería capaz de mantener y propagar la Fe en un Dios-trino. Así como por todo lo demás, será necesario dar una mala información a aquellos que rezan el Rosario.

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Este es el resumen de las órdenes que lanza- "q ba en el mundo entero en la época en que, en mi dormitorio de seminarista, había colocado la Medalla llamad Milagrosa, que venía a simbolizar el retrato de aguella con la que nunca habría podido casarme. Cada uno habría podido pensar que yo pedía un milagro, mientras quería fortalecerme en mi odio que ya no era pequeño. El siguiente sábado, "cabello negro" no pudo recibirme, había partido en un peregrinaje mariano. Mi rabia igualaba solamente mi irrisión, porque seguramente la pobrecita quería mi conversión. Fui a cultivar mi·voz que había dejado de lado en estas últimas semanas. Mi amigó Aquiles estuvo contento. Yo no pude impedirme de contarle la historia de la Medalla. Estuve sorprendido por su respuesta. El me dijo: 'í\tención, todo lo que se dice de esta Medalla es verdad. Si la tiene en su dormitorio, está en peligro". Le pregunté si tenía fiebre. El dijo · que no, pero que solamente la visita de aquella Medalla lo habría enfermado, y que él no soportaría nunca la presencia sin enloquecerse. El corazón humano es un abismo incomprensible. Que mi viejo profesor, ardiente comunista, pueda tener dichas suposiciones me dejó muy inquieto. Por primera vez en mi vida dudé de mis logros en mi misión. Me sentí muy infeliz y

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comprendí entonces que mi trabajo era:mi única razón de vivir, mi único amor. Lo sabía teórica-· mente, en aquel día lo comprendí en el sufrimiento de mi espíritu inquieto por la estupidez del corazón hÚniano. · · ·· · ' ·· Yo quise discutir, pero fue en vano. Aquiles me respondió: "Yo no creo en nada, ni en Dios ni en el diablo, aún menos en la Virgen María, pero tengo miedo de esta Medalla, es todo". "¿Pero, usted cree que me pueda convertir?", grité agitándolo por los hombros. El me dijo: "Seguro, más bien no, tengo miedo, es todo". -"¿Pero no ve la estupidez de este miedo? No ve que sería más honorable para usted vencer este miedo infantil poniendo esta Medalla en evidencia en su casa?". El no respondió, y yo insistía. Con cansancio me dijo: "Hablemos de otra cosa". -"No, quiero llegar al punto central de este problema, porque es el futuro de la humanidad que 'J está en juego, en lo que usted no cree que sea solamente una puerilidad. ¿En qué se convertirían los comunistas si, como usted, se aterrorizaran secretamente por un icono o por una Medalla? Reflexione". El no quiso reflexionar. Tenía que hacerlo en su lugar. Ya que para mí será siempre imposible, quedanne impasible delante de una derrota, todas las dificultades me excitan y me bene-

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fician. Ante su obstinación, salí dando un golpe · a la puerta, pero sabía muy bien lo que debía hacer. 1

El siguiente sábado, antes de ir donde "cabe:llo negro" pasé por casa de Aquiles con un martillo, un clavo, la Medalla y su cadena. Sin permitirle discutir, fui a su dormitorio, puse el clavo sobre su cama, en lugar del crucifijo, y coloqué la Medalla Milagrosa. El sábado sucesivo, Aquiles se había transferido y nunca más supe de él. Esta pérdida fue grave para mis actividades, por lo menos hasta que Aquiles no fuera sustituido. -·/

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Partiendo me había enviado nuevamente la Medalla como también la llave de la casilla postal.

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CAPITULO 12

EN EL QUE SE TRA_TA DEL CATECISMO PARA EL AÑO 2000 Y DE UN F,STUDIANTE PO- · . BRE PERO LLENO DE CELO.

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En ,ese año trabajaba con ardor en la compo- ' sición de un nuevo catecismo, que habría sido muy útil para la Iglesia Universal, tal y como · quería verla, establecida en el mundo entero. Plasmar el espíritu de los jovencitos es una necesidad vital para que cada doctrina se respete. Enseñar el ateísmo desde la infancia es importante, porque la parte misteriosa de las doctrinas religiosas deja una cierta nostalgia, salvo para los seres superiores entre los cuales estoy yo. Pero no sería honesto por mi parte negar que muchos ateos no son sinceros consigo mismos. Nadie siente gusto de confesar la propia debilidad, por lo tanto conviene adecuarse pára no serlo jamás..Además los más fuertes deben dar a los débiles, que son la mayoría, un encuadramiento sólido que no permita que se caigan. Frente a la doctrina religiosa, es de sabios considerar a cada hombre como un minusválido, por lo menos hasta el final del siglo XX. Es muy razonable esperar la curación para el año 2000.

Un cierto número de palabras se debe suprimir del diccionario humano y el método más eficaz es asegurarse que los jóvenes nunca escuchen estas palabras. Es por esto que es mucho más útil componer un nuevo catecismo antes que simplemente suprimir toda la enseñanza

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religiosa. No, esto no será posible si no en dos o tres generaciones. Por el momento conviene jµgar con el fenómeno "Iglesia". Asamblea de hermanos amigos en todo el mundo. Este catecismo será el que reemplazará la antigua caridad cristiana con esta amistad. La palabra "caridad" será absolutamente sustituida por la palabra "amor" que permite tener los pies en la tierra y jugar; sin darse a conocer, toda clase de juegos ambiguos. Debo decir que siempre tengo y continúo teniendo, un gran respeto por el poder subterráneo y subyugante, por los juegos de ambigüedad, cuando están en las manos dignas de ellos. Mientras preparaba este nuevo catecismo, . anotaba todo lo que debe ser modificado y suprimido en la enseñanza actual, y tenía el gran deseo de que "cabello negro" participe de mis convicciones. Fue ella la que me facilitó la cosa, describiéndome su peregrinaje y los... "milagros hechos por la Santísima Virgen". Yo le explicaba que todos estos fenómenos religiosos, cualquiera que fueran, eran el fruto de la propia creación. Ella negó con vehemencia. Yo insistí "todo aquello que no se puede ver, . ni sentir, es el resultado de su creación y no veo por qué esto la irrite". "Usted no lo ve, porque no sabe que toda mi Fe me ha sido revelada y

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viene del Cielo. Habría sido completamente inca-, paz de inventar todo esto". -"Es verdad que usted no lo ha inventado, pero usted imita a sus antepasados, es todo". "No-me respondió- es más que una imitación". Con calma le expliqué que, por ejemplo, su creencia en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, obra esta presencia a medida de la fuerza que anima su Fe, pero para aquel que no cree nada, no existe nada. Ella no quería admitirlo pero a pesar de todo, esto era importante para mí que, siguiendo el ejemplo de los protestantes, se embarcara en esto. El fin real que le es,;ondía éon gran esmero era la abolición de la Fe, pero era necesario que pase por este estadio intermedio. Le demostraba por medio de los evangelios y, especialmente, por·las curaciones que hizo Cristo, donde la Fe de los enfermos se exige siempre, que esta es la obra de curación. Pero ella era terca como un niño, pretendiendo que Cristo había querido despertar la Fe siendo ésta el más grande bAneficio, más que la curación corporal. Le expliqué que nada de esto que es religioso existe fuera de la Fe creadora y que por lo tanto es absurdo bautizar a los recién nacidos, ya que convenía esperar la maybría de edad y

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que también el Bautismo, 1:1n día, habría sido suprimido corno la-acción mágica de un pasado pueril. ·Ella se puso a llorar y me dijo que habríamos debido terminar con nuestros encuentros por un cierto tiempo. Yo estaba completamente de acuerdo porque tenía much9 que hacer y además p n:saba que una separación habría podido hacerla más dócil porque las mujeres soportan menos que nosotros los disgustos. En cuanto a mí, ella me importaba mucho y estaba orgulloso de probar mi fuerza. Obtuve el permiso para asistir a dos cursos universitarios, lo que me permitió navegar en es-:te ambiente, sin revelar mi posición de seminarista. El director me autorizó a vestirme de civil cada vez que lo crea necesarió. Parecía que admitía que la sotana era un anacronismo. Nos comprendíamos inmediatamente, sabiendo bien que el Sacerdote moderno será diferente de sus predecesores. Es una banalidad repetir que con\!iene saber caminar con el propio tiempo. Por mi parte juzgaba a la Iglesia un poco retrógada. Me parecía fácil probar que después del Concilio de Trento, ella no había cambiado, por así decirlo para nada, cosa que debía modificarse y se debía recuperar el tiempo perdido.

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Estuve obligado a sustituir a Aquiles, ya que no podía ir personalmente a la casilla postal y mucho menos codificar mi correspondencia, no tenía el tiempo. Necesitaba un hombre seguro y en plena guerra era difícil encontrarlo. Finalmente recibí la orden de ponerme en contacto con un profesor de la Universidad, que a primera vista me pareció muy práctico. Pero cuando lo vi, debí cambiar de opinión. Tengo un buen olfato para juzgar a la gente. Y aquello olía a traición. Le di la llave de la casilla postal pero estaba resuelto a preguntar por él en lo alto antes de confiarle mis trabajos que se debían codificar. Desgraciadamente recibí la orden de obedecer sin discutir. Me atormentaba mucho y tomé la resolución de buscar un segundo corresponsal al cual debía confiar el mismo trabajo, así habría sido fácil por lo menos después de la guerra, hacer comparaciones. Llegué a esperar que mis suposiciones fueran fundadas, antes que nada por el gusto de tener razón, pero.sobre todo para comparar el valor de mis dos corresponsales puestos delante de dos textos diferentes, con el mismo sujeto y con la firma E. S. X. 1025. La X. significaba solamente que era un estudiante seminarista activo; si el profesor hubiera

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sido un traidor, habría podido poner prudentes modificaciones en mis textos, a menos que él pudiera creer que podía aprovechar de la guerra para anular todo mi trabajo. De todas formas tenía mis razones para tomar un segundo corresponsal. Lo descubrí entre los estudiantes pobres. Era un tipo un poco exaltado, pero su celo me venía bien. Le dejé que piense en un bello futuro entre nosotros. Verdaderamente no es una costumbre del Partido incrementar el egoísmo y la avaricia del hombre, pero me era necesario hacer nacer en este joven una calma prudente. Cuando tuve todo listo, tuve un fuerte deseo de ver a "cabello negro". Debí constatar que estaba más unido a ella de lo que yo había creído hasta entonces. Me importaba mucho y esto no se podía decir de un comunista militante y mucho menos de un futilro modelo del Partido. Ya había frecuentado tres años de seminario, no me quedaban más que otros tres. Todos estaban de acuerdo para mandarme a Roma para proseguir los estudios superiores. Entonces me habría convertido en un profesor, creo, y probablemente en un profesor de seminario. Estos son los puestos clayes de la Iglesia, aquellos en los cuales es posible formar pacientemente a un clero completamente nuevo y que del viejo no

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debía tener en común más que el nombre. Mi vida estaba programada y yo no deseaba nada más. Pero debía confesar a mí mismo que un grano de arena poderosa como una roca se había introducido en todo el conjunto. Si hubiera tenido un carácter ligeró, habría podido considerar que "cabello negro" era un capricho higiénico. Pero. no era. ni siquiera su amante. Para mí la unión hombre-mujer o es total o no lo es. La unión de los corazones y de los espíritus permite la unión de los cuerpos, de otra forma es prostitución. Si "cabello negro" hubiera querido adoptar mis doctrinas habría podido pedirle que me siga a Roma, o donde quiera· que yo habría sido enviado. Sí, habría podido hacerlo. Pero ¿cómo arrancar de su espíritu la puerilidad que lo ensombrece? ¡Me encontraba en la siguiente posición absurda, la de ser un hombre que destruye todas las religiones del globo y que no puede convencer a una jovencita de veinte años! Sabía que habría debido dejarla y no ignoraba que el tío, en mi Rusia en guerra, no se habría sentido contento si hubiera sabido todo esto. Pensaba también que estaba muy vi&ilado como en tiempo de paz. Pero el colmo del dolor era de sentir algo que "YO» no tenía el coraje de hacer.

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EN EL QUE EL SJMBOLO DE LOS APOSTOLES Y LOS SIETE SACRAMENTOS SON CENSURADOS.

Trabajando en mi nuevo catecismo que se podrá llamar: "Catecismo de la religión del hombre", vi que habría sido sabio preparar una serie, modificándolo cada vez más y restringiéndolo con el fin de acostumbrar a los espíritus. La primera edición debía modestamente suprimir dos puntos sobre el Símbolo de los Apóstoles. Primeramente sustituyendo la palabra "católico" por "universal" que en el fondo quería decir la misma cosa. Pero es muy importante que la palabra "católico" no lastime los oídos de los protestantes y tampoco incite a los fieles de! rito romano a que crean que son super-cristianos. Seguidamente, suprimir decididamente el culto por los Santos. Los Santos deben desaparecer antes que Dios. Por el momento me atengo a esto: suprimir antes, todos los que no son seriamente testimoniados, como también los que no tuvieron un gran suceso. Suprimir también todos aquellos que han ayudado a luchar contra la reforma, porque en la época actual no es un atributo, donde la unidad atormenta a todos los corazones.

Más tarde habría sido muy astuto reclamar discretamente y con mucha unción y alguna que otra lágrima de cocodrilo, la rehabilitación, luego la beatificación y también la canonización de los más grandes herejes, particularmente de aque-

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Uos que han ostentado un odio enonne, devorador y explosivo hacia la Iglesia de Roma. Pero antes convendrá lanzar aquella sonda de ensayo, con Lutero por ejemplo, y si los católicos no reaccionan, quiero decir si no se indignan, este lado de nuestra acti dad jugará por í solo,_ con prudencia y modestia, a intervalo regulares, luego cada vez·más de cerca. · Además suprimir el Juicio, el Cielo, el Purgatorio, el Infierno. Pero esta es la·cosa más fácil. Muchos están muy dispuestos a creer que -la bondad de Dios sobrepasa todos los límites y crímenes. Conviene insistir en esta bondad. Por lo demás un Dios que no hace tener miedo será pronto un Dios al cual ya no se piensa. Es esto lo que se necesita obtener.

····· ··········· Me pennito interrumpir las memorias de Miguel, porque tengo mucho deseo de hablar. Yo no sé lo que el editor pensará; tal vez tomará su grueso lápiz rojo y dirá cancelando mis "imperp.nentes reflexiones": "¿Piensa tal vez esta mujer sin talento que le deje poner su grano de pimienta en la mitad de un texto que no le pertenece?". Esto es lo que pasará. Nadie más que yo sabrá al-:go. Si el lápiz rojo no ha intervenido aún, debo

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decir que me siento responsable de esta publicación y que los seis Mandamientos de la Iglesia que se han abandonado, con el pretexto de dejarnos la noble libertad de santificarnos según nuestro gusto, han tenido una gran responsabilidad, si es que está permitido poder expresarse así. No me gusta lamentarme, no amo a los que se sienten satisfechos de gemir y ni siquiera a aquellos que tienen un alma de esclavo, -quiero decir que no me siento atraída por esta categoría de gente- pero los seis Mandamientos de la Iglesia eran de los amigos. Yo que no soy más que una pequeña enfermera, acostumbrada a callar, quisiera decir lo mismo de los eclesiásticos de este siglo que parece que tratan de hacerse antipáticos. ¿Por qué? Es esto lo que no alcanzo a adivinar. Pero un hecho universalmente conocido es que tratan de imponernos todas sus invenciones como si procedieran de un amor puramente sobrenatural para con sus amadísim.os fieles. Así nosotros habremos sentido, nosotros los fieles, nosotros las ovejas, los dolores secretos viendo a nuestros queridos Sacerdotes ejercitar su ministerio a los pies de un altar muy elevado y Je-· jos de nosotros, con esta circun tancia agravante (para nosotros) que ellos nos dan la espalda.

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Es curioso, pero ellos nunca han comprendido que sabemos perfectamente que ellos hablan a Dios en nuestro nombre, cierto. · No, éllos se han conmovido (porque no hay nadie como las mujeres para ser audaces), se han enternecido por nuestro aislamiento, nuestros secretos dolores, y han descendido a !a altura de la mesa de la Comunión, y esto únicamente en los días de las grandes fiestas. El resultado fue que en estos días, solo las primeras cuatro filas veían algo; y fue entonces, solamente entonces, que todas las otras filas se sintieron abandonadas. Luego instalaron una mesa simple, baja, en las gradas y el viejo altar adquirió pronto la figura de un pasado pueril y demasiado ostentador que convenía demolir, en este siglo en el cual el hombre está por ser idolatrado. El Santísimo Sacramento, no pudiendo ser conservado en una mesa, ellos lo relegan en un pequeño hueco que se encuentra en uno de los muros laterales. Alguna vez lo custodian en lo que era el tabernáculo y que llega a ser un pequeño armario liberado de todo lo que lo rodeaba. Allí celebran la Misa y los demás Oficios y dan la espalda al Santísimo Sacramento, (lo que una vez era severamente prohibido}. Pero ellos nos miran, y nosotros podemos contemplarlos

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mejor, y parece cada vez más importante, sobre todo cuando ellos tienen la necesidad de limpiarse la nariz. En la nueva mesa llamada altar, y de la que nadie sabe si ha sido bendecida y si guarda alguna reliquia de algún mártir (como lo quiere el uso constante) ellos pusieron un pequeño crucifijo. Luego se dieron cuenta de que este dulce Cristo en la cruz nos daba las espaldas y miraba solamente a ellos: entonces lo suprimieron, como también las ceras y los demás accesorios indignos de un siglo tan científico. Esto era su modo de colaborar en lo que se llamaba "la mutación" y que señala tantos cambios notables y al menos poniéndolos con esta denominación altamente sabia sobre un pedestal para que nadie jamás se atreva a contestar. Siempre doblegándose paternalmente sobre nuestras necesidades espirituales, los eclesiásticos de este siglo hicieron otros descubrimientos. Habiendo notado que los protestantes (a los cuales ellos muestran un cariño particular) no se arrodillan en sus templos, concluyeron que . nosotros debemos desear hacer lo mismo, pero por otro motivo, porque aún no somos lo suficientemente maduros para cultivar el des o-de imitar a los protestantes, sino que debemos ciertamente desear ser in'1itados a imitar a

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nuestros Sacerdotes que no se arrodillan cuando celebran la Misa. De esta manera escogieron a algún joven colega y le dieron el poder sobre nosotros con uno o más micrófonos altoparlantes. Fue la época en la que debíamos obedecer: sentados, n pie, sentados, en pie durante toda la Misa; con órdenes militares, destruyendo todo deseo de humilde y dulce oración. Sentados; en·pie, porque no se va a la Misa para orar, proclamaron en esa época. Durante diez años fuimos amaestrados y nuestros donantes pueden reposar. Parece que hasta sintieron gusto por el descanso, porque sus últimas invenciones ilustran bien este diagnóstico. En primer lugar ellos han multiplicado las concelebraciones, en las que un solo hombre se dedica a pronunciar todas las palabras de la Misa, escogiendo el canon más breve y esto, pienso, por caridad hacia los colegas que esperan la palabra "fin" con una impaciencia bien enmascarada; porque nuestras Misas han dado a las tres lecturas bíblicas una prim cía de honor, aunque nuestra cultura no nos permite comprender sino la décima parte, y al sacrificio propiamente dicho (admito que muchos creen que todavía se cumple un sacrificio) un mínimo de tiempo con un máximo de ruido. Estas concele-

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braciones permiten que todos los demás eclesiásticos presentes, que rápidamente se pusieron una túnica blanca sobre sus pantalones o sobre sus sacos, pronuncien tan solo las pocas palabras de la Consagración, los brazos extendidos (lo'que creo que los canse). Estas celebraciones les permite fantasear durante todo el resto de la ceremonia. Para halagar a los laicos y hacerlos dóciles a nuevas invenciones futuras, las lecturas del Antiguo Testamento y de las Epístolas son leídas por algún joven o por cualquier notable que no sabe articular o de algún gracioso monaguillo. Yo espero que el editor y los lectores perdonen a una enfermera que tiene la costumbre de dominarse, por estas líneas en las que cada persona de corazón leerá el sufrimiento de la persona que las ha dictado. Una vez más perdonen, y ahora doy la palabra nuevamente a aquel que fue el agente secreto de una causa que se esfuerza por empujar la barca de Pedro hacia el naufragio.

A propósito de la abolición de los Mandamientos de la Iglesia, aprovechar para exaltar al cristiano que ha llegado a ser adulto, que sabe muy bien que Dios es demasiado inmenso para

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preocuparse al ver si se come-o no la carne el Viernes. En lo que se refiere a la confesión anual, debería ser sustituida con ·una ceremonia comunitaria, en la que el Sacerdote enumerará los crímenes más corrientes en contra de !as clases más humildes, desde el momento en que está dispuesto a orientar los espíritus. La confesión privada es una pérdida de tiempo. Por el contrario, la ceremonia que imagino, condicionará a los espíritus y dará excelentes frutos. Pero es necesario un clero que esté bien formado. En lo que se refiere a la Misa obligatoria del domingo, conviene notar que el hombre moderno tiene necesidad de estar en un lugar abierto y verde, y que sea beneficioso para que él pueda ir al campo el sábado y el domingo. Así, para aquellos a los cuales el culto semanal o una Misa es importante, podrán ser autorizados a escoger el viernes en lugar del domingo; el viernes por la noche sería mejor, con excepción de los que parten aquella misma noche al campo, entonces se les permitirá escoger el jueves. Finalmente, lo que debe ser primordial es que cada uno siga a su conciencia. Este método inventado por los protestantes y que consiste

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en obedecer a la propia conciencia, es uno de los mejores, y no permite dar órdenes que corren el riesgo de lastimar a alguien y de sustituirlos con sugerencias varias, dejando paso al libre albedrío. Está muy claro que se necesitará suprimir todo lo que se refiere a la vida sobrenatural y a la Gracia. Estas son nociones muy peligrosas. La oración dominical será tenida momentáneamente. Pero será muy sagaz obligar a los católicos a que tuteen a Dios bajo el caritativo pretexto de adoptar en todos los países para la traducción en lengua vulgar, una versión conforme a la de los protestantes. Esto será un modo amable para hacernos perdonar cuatro siglos de arrogancia. Si estas nuevas traducciones causaran disgusto a los más piadosos, como es fácil de prever, será todo un beneficio. Seguidamente encontramos los siete Sacramentos, que se los debe revisar, ya que los protestantes no tienen más que dos. Todos los cristianos, de todas las denominaciones, han conservado el Bautismo, pero por mi parte es el Sacramento que primero quisiera ver desaparecer. Esto me parece relativamente fácil. Es un Sacramento demasiado infantil, casi tan infantil como

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la señal de la cruz y el agua bendita. Comenzaré diciendo que no·se debería administrar sino solamente a los adultos y sólo a los que creen que no lo pueden dejar. Ya desde ahora veo todo lo que un hombre inteligente puede sacar de esta fórmula. En realidad no sé de dónde surge todo lo que invento, pero soy un hombre de genio. Siento que el genio sale de todos los poros de la piel. Está claro que conviene suprimir absolutamente la idea de que el Bautismo borra el pecado original, este pecado es una invención literaria; la historia de Adán y Eva no se la dirá sino para reír. Convendrá decir simplemente que el Bautismo es un signo de pertenencia al cristianismo universal. Precisar que todos lo pueden administrar, pero que todos pueden dejarlo de un lado. Aprovechar de la ocasión para cantar una estrofita a las almas santas que viven en las religiones no cristianas. Esto produce una mala conciencia, ¡excelente! De acuerdo al Sacramento de la Confirmación , que pretende dar al Espíritu Santo y no puede ser administrado sino por el Obispo, debe ser enérgicamente suprimido. Esta actitud permitirá denunciar el dogma de la Trinidad como una ofensa a los Judíos y a los musulmanes, como también para ciertas sectas protestantes creadas recien-

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temente. Ya no será necesario fabricar el óleo santo el Jueves Santo. Todo esto tiene demasiada magia. Convendrá hacer notar que la Fe puede dejar de un lado estas ceremonias u otras manifestaciones exteriores y que en este caso es mucho menos noble. Insistir bien sobre eminentes virtudes que pueden causar molestias entre paganos, judíos, musulmanes y comunistas, ya que he descubierto que los católicos se avergüenzan de pensar que existen más Santos entre ellos que entre los demás. En cuanto,al Sacramento de la Penitencia convendrá sustituirlo con una ceremonia comunitaria que no será más que un examen de conciencia dirigido por un Sacerdote bien formado; seguido por una absolución general, como se hace en ciertas iglesias protestantes. Los Sacerdotes modernos serán liberados de estas interminables horas de confesión, como también por el peso que éstas representan. Escribiendo esto, no puedo impedinne de pensar en mis desgraciados profesores de seminario, ya difuntos en el momento que escribo, que llevaron hasta ia muerte, cada uno para sí, delante

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de su Dios, el inútil conocimiento del peligro que yo representaba para la Iglesia. Estas confesiones comunitarias podrían tener lugar dos veces por año, en la Pascua y por Navidad. Ciertos jóvenes Sacerdotes serán adiestrados para guiar estas multitudes por medio de una sólida formación socialista. Se trata, a tr vés d,e un examen detallado de pecados sociales, de dirigir a los espíritus hacia el marxismo. Los motivos de la contrición serán únicamente la falta de justicia hacia todos los demás. Convendrá hacer admitir que el cristiano es un hombre que tiene confianza en el hombre. Cada uno se hará esta pregunta: ¿los demás podrán tener confianza en mí? Dios pasará bajo silencio en esta ceremonia, que ya no tendrá el nombre de Sacramento (porque es una palabra que deberá desaparecer del diccionario). Está claro, ya no se hablará de indulgencias. Nadie conoce el significado exacto. En cuanto al Sacramento de la Extrema Unción, se necesitará encontrarle otro nombre. No se podrá suprimirla desde el principio de nuestra reforma, porque concierne a los enfermos graves; una medida corno ésta no será popular, sino que convendrá vigilar para que la noción

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de Vida Eterna, de Juicio, de Paraíso, Purgatorio o Infierno, sea sustituida por el único deseo de sanación. En práctica, se darán cuenta que el médico no tiene necesidad de un Sacerdote para ayudarlo en sus funciones de curación. Entre tanto escogería con gusto la denominación de Sacramento de los enfermos, para evitar que la idea de la Vida Eterna no aparezca. Convendría ofrecer este Sacramento también a los enfermos que no están graves. Por lo demás no pienso más que en esto, todos los Sacramentos desaparecerán muy fácilmente. gente ya no tiene tiempo. En lo que se refiere. al Sacramento de Ordenación Sacerdotal que da el poder de ejercitar las funciones eclesiásticas, convendrá conservarlo, es evidente. En nuestra Iglesia universal nosotros tendremos necesidad·de Sacerdotes que serán los dispensadores de la sana doctrina social. Ellos podrán establecer las fiestas sirviéndose del "Folklore", por ejemplo, porque el pue.blo tiene necesidad. Pero estas fiestas serán ín-, tegramente para el hombre, sin tener ninguna relación con un Dios cualquiera.

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El Matrimonio no es un Sacramento inútil, con la condición que no sea más que una fiesta de familia. Se necesitará barrer con todas las costumbres en ciertos países que pretenden que el matrimonio religioso, es decir católico, es la única forma de matrimonio válida. No, el matrimonio civil, debe ser el único. Así esta Iglesia, básicamente autoritaria no podrá prohibir el divorcio, ni el matrimonio entre divorciados. Sé bien que Jesús de Nazaret habló en este sentido, pero ya he dicho en otras partes que de su enseñanza conviene saber escoger lo que conviene al hombre moderno. La indisolubilidad del matrimonio es una exigencia que termina con la felicidad del hombre. Y aquellos que hablan del bien de los hijitos, ignoran que los hijos estarán mejor cuando pertenezcan al Estado. Que quede claro que el Sacramento del Matrimonio no les será negado a los Sacerdotes que lo pidan aunque el Sacramento de Ordenación Sacerdotal será negado a las mujeres.

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EN EL QUE SE DEMUESTRA QUE LA IGLESIA UNIVERSAL DEBERIA CANTAR LA GLORIA DEL HOMBRE.

Antes de proceder al estudio profundizado del Sacramento de la Eucaristía, envié mi trabajo al estudiante como también a "cabello negron. El estudia_nte estuvo tan entusiasmado de tomar contacto conmigo un día en la Universidad como para remitirme una serie de artículos. Enrojeciendo él preguntó y esperó mi apoyo para publicarlos en una buena revista. Verdaderamente nosotros no debíamos hablarnos en público, pero pensé que por causa de la guerra, podía tomar iniciativas. Discutir abiertamente con el estudiante, intercambiar documentos, no representaba ningún peligro. Me sentía mucho más a mi gusto desde cuando fui autorizado a seguir dos cursos en la Universidad; compré una moto que me evitó el ofrecimiento de ser acompañado por uno o por otro. Los artículos del estúdiante eran simplemente notables. Hasta podía estar celoso, porque yo no soy un escritor. Pero inmediatamente me di cuenta de la preciosa influencia que habrían tenido estos escritos que habían sido hechos con perfección. Nosotros íbamos hacia una colaboración ideal; yo daba las ideas, presentadas fríamente en todo su rigor y el estudiante escogía las más importantes o por lo menos las que le inspiraban para escribir dichos artículos astutos. Sentir que mis ideas germinaban y reventa-

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ban en flores literarias excitaba mi genio por.que en este "tandem" el genio era yo y el estudiante no era más que el talento. Encontré una revista que, financiada, aceptó publicar regularmente los artículos inspirados por mí. Los hice pasar en todos los países que aún no estaban en guerra, con el fin de que fueran traducidos y distribuidos. Pero debo confésar que no tuvieron suceso sino después de la guerra. Teniendo mucha más i:;onfianza en el estudiante que en el profesor impuesto por mis jefes, tomé un segundo casillero postal del cual le di la llave. Puesto que era bien pagado, él me tomó por un dios y se habría hecho matar por mí. Ya que "cabello negro" no respondía, le envié regularmente los artícl!].os del estudiante precisando, en una pequeña carta afectuosa, que aquellos eran el reflejo de mis pensamientos. "Cabello negro" fue sensible al talento del estudiante y me escribió para decirme que aquellos artículos eran mucho más simpáticos que mi trabajo tan brutal. Reí entre dientes; los artículos no decían otra cosa que lo que yo había (?!) brutalmente anunciado. Esto me confirmó la idea que el talento literario permite engullir proyectos nuevos como si estuvieran envueltos en cho-

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colate. Durante todas estas largas semanas, "cabello negro" ya no me invitó a regresar a su estudio. Estaba furioso, cuando un buen día encontré a la que consideraba que era mía, en los corredores de la Universidad. Ella había decidido seguir un curso de arte antiguo. Se detuvo para decirme que estaba preparando una respuesta a mi proyecto sobre el nuevo catecismo y esperaba poder discutir muy gentilmente conmigo. Discutir,... discutir... Yo no estaba acostumbrado a encontrar el más mínimo obstáculo por el camino donde lanzaba mis ideas... Pero le respondí que el gusto de verla nuevamente era demasiado fuerte en mí para n aceptar su deseo de discutir. Pero me prometí decirle que una mujer enamorada, adopta -sin darse cuenta- todas las opiniones del hombre que su corazón ha escogido. Aquel día le dije solamente que trabajaba en el Sacramento de la Eucaristía con el fin de completar el nuevo Catecismo que le había enviado. Ella suspiró con lágrimas en los ojos. Finalmente se excusó sin contestarme nada. Quise escribir como encabezamiento de este trabajo tan apasionante, la verdadera definición de la Eucaristía, quiero decir la que es la única y verdadera para los católicos (los protestantes tietien muchas otras). A la pregunta: "¿Qué cosa

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es la Eucaristía?", cada joven católico debe res- . ponder: "La Eucaristía es un Sacramento· que contiene realmente y sustancialmente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo, bajo las especies del pan y del vino". ¡Nada más que esto! Entonces, ahí se trata de trabajar . seriamente. No es que esta creencia no pueda ser combatida, pero se necesita ser prudentes y no atacar po·r el frente. La tan llamada "presencia real de Cristo bajo las especies del pan y del vino" debe ser atacada con medios indirectos. Si se la ataca por el frente, ellos protestarían. Nada sería tan dañino, ya que es muy conocido que la persecución exalta a la Fe. Conviene suprimir en silencio la expresión "presencia real" y poner a la luz todo lo que puede destruir·y malograr esta convicción. Pues, es una necesidad primaria refonnar completamente las palabras de la Misa y será una cosa buena suprimir el uso de la palabra misma y sustituirla con la de "cena" en lugar de Eucaristía (por ejemplo). La renovación de la Misa debe minimizar la

'importancia de lo que ellos llaman la Consagración y debe dar a la Comunión una apariencia . mucho más banal. Es este un trabajo muy largo, que no debe

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dejar pasar ningún detalle. Así, para comenzar, conviene tener presente que el Sacerdote sacrificador da las espaldas al público y parece hablar directamente con un Dios invisible, un Dios representado por el gran crucifijo que está por delante de él. Este Sacerdote es ál mismo tiempo el escogido por Dios y el representante de la multitud que lo mira. El da la impresión de poder, pero también de separación. Será un bien, el hacer sentir que los parroquianos se sienten un-poco perdidos, un poco aislados, un poco abandona- · dos, y que serían felices si el Sacerdote se les acerca. Cuando esta idea tome su camino, ofreceremos la posibilidad de abandonar el altar sobreelevado y de sustituirlo con una pequeña mesa absolutamente desnuda donde el Sacerdote estará al frente del pueblo. Además la parte del culto que concierne propiamente a la Eucaristía y que necesita de esta mesa, será reducida al máximo y la parte de la enseñanza de la Palabra de Dios, sensiblemente alargada. Es muy conocido que los católicos tienen una gran ignorancia en lo que a la Biblia se refiere, así esta modificación en el modo de conducir la Misa les parecerá legítima.

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.· No digo que estarán felices de escuchar largas citaciones Bíblicas, porque está sobreentendido que no comprenden nada, pero no es necesario que comprendan, por lo menos hasta que Sacerdotes verdaderamente socialistas sean formados. Cada texto que compone el Ordinario de la Misa será cuidadosamente comparado con textos anglicanos y luteranos, con el fin de promover un texto único con preferencias de variantes susceptibles a ser acogidas por las tres religiones. ¿Quién no ve la ventaja inmensa que existe en este procedimiento, que dará a las mismas palabras significados muy opuestos? La unidad de los espíritus se hará en la ambigüedad, ya que no se podrá hacer de otro modo. No existen otras alternativas: conversión o ambigüedad. Yo escojo esta opción ya que me permite atacar la "presencia real". Cuando los católicos vean que los protestantes comulgan en su Misa, sin estar convertidos, ellos ya no tendrán la misma confianza en su antigua "presencia real". Se les explicará que esta "presencia" existe sólo cuando se cree en ella. Así ellos se sentirán los creado.res de su religión, y los más inteligentes sabrán comprender las consecuencias que se imponen.

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Para atenuar aún la noción "presencia real" de Cristo convendría renunciar a todo el decoro. No más ricos atuendos bordados, no más música llamada sacra, no más cantos gregorianos, sino una música que será inventada en el estilo del jazz¡ no más señales de cruces y genufle·xiones, sino actitudes dignas y estrictas. Además los fieles deben desacostumbrarse a ponerse de rodillas y esto estará absolutamente prohibido para la Comunión. Muy pronto se dará la Hostia en la mano, para que todo el concepto de sacro sea suprimido. No estará mal el permitir a ciertos (destinados anteriormente) comulgar con las dos especies, como los Sacerdotes... para que de esta n:i.anera aquellos que no recibirán el vino estarán terriblemente celosos y tentados a mandar todo al aire (lo que conviene esperar). Además será fuertemente recomendado no decir más la Misa durante la semana, el mundo moderno no tiene tiempo que perder. Otro método excelente será la Misa dicha a domicilio, en familia, justo antes o después de la comida comunitaria. A este propósito, los padres y las·madres de familia podrán recibir el sacramento de Ordenación. ¿Quién no ve la ventaja de este- método que

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suprime la necesidad de lugares de culto tan onerosos? Con el fin de·hacer que el culto ya no sea sagrado, el Sacerdote será invitado a decir todas las Misas en idioma vulgar y sobre todo a recitar las palabras de la consagración como un cuento, lo que son en realidad. Sobre todo él no deberá pronunciar las palabras: "Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre" como si realmente tomara el lugar de Cristo que las pronuncia. Que nadie oiga bien que se trata de una narración. Con mayor razón, nunca será una cuestión de Sacrificio, es decir Misa con Sacrificio no cruento, renovado por la.Cruz. Ningún protestante acepta esta fórmula. Que la Misa sea una cena comunitaria para el mayor bien de la fraternidad humana. Por lo demás, cuando la Iglesia Universal sea establecida, la Misa no tendrá una razón de ser sino en las familias, quiero decir ante las más exaltadas. Conviene contar con esta categoría de gente. Pero, justamente, quedándose en casa, serán inofensivos. Las oraciones del Ordinario de la Misa serán simplificadas al máximo y rápidamente será dada la autorización de no decir más que tres oraciones, es decir: el Ofertorio, la Consagración y la Comunión.

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Cuando lleguemos a presentar diferentes textos simplificados y humanizados, se deberá memorizarlos, para la edificación de las generaciones futuras y las que fueron oraciones de la Misa dichas por S. Pío V contribuirá a mantener la multitud en la obscuridad medieval. Así, el ofertorio es un modelo de ese tipo; este dice: Recibe oh Padre Santo, Dios Eterno y Poderosísimo, esta Hostia sin mancha que os ofrezco, yo, vuestro indigno servidor, a Vos que sois mi Dios vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias, por todos los presentes y por todos los cristianos vivos y difuntos, para que sean de provecho para mi salud y para la de ellos para la Vida Eterna. ¿Quién dice algo mejor? Yo propongo que todos los monasterios trabajen fabricando muchos "ofertorios" como también otras oraciones de la Misa. Y porque se trata de ofrecer el pan, me parecería juicioso decir simplemente: "Nosotros traemos hasta aquí a este pan, hecho por la mano del hombre y que debe servir de alimento a los hombres". De todas formas las palabras que tienden a presentar esta ceremonia como sagrada, deben ser suprimidas. Yo daré un ejemplo: en la Antigua Misa se ha dicho siempre: "Jesús tomó el pan en sus santas y venerables manos"... las palabras

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"santas" deben desaparecer de nuestro vocabu-. lario, no se hablará de santas y venerables manos, se dirá: "tomó el pan, lo bendijo", ,etc.. Este es un buen ejemplo del espíritu en el cual este trabajo debe proseguir. Por mi parte no tengo tiempo por ahora, pero yo diría también una o más misas de mi propia producción, aunque esto es sobre todo un trabajo de monje. Está claro que cuando la Misa no tendrá más que tres oraciones obligatorias, siempre estará permitido agregar, salmos, cantos, lecturas y sermones... a gusto de cada uno. Puesto que esta Misa no conservará nada más que su función dé cena, será muy importante que la mesa sea lo suficientemente grande para acoger a doce personas. Siempre he encontrado ridícula a esa gente que, por comer, están obligadas a incomodarse-y a lastimarse (porque no se debe negar que la mesa de la Comunión es un desorden). Pero es su culpa, ¿por qué llaman "mesa" a una simple barrera? Pues, yo vería a cada Iglesia llena de mesas destinadas para doce personas. Algunos piensan que en la cena eran trece, pero ya que todos tienen miedo de esta cifra, nosotros adoptaremos la fórmula que dice que Judas partió antes de la fracción del pan. Esto hace resaltar la necesidad de.fabricar un mayor número de Sacerdotes. Es fácil. Será sufi-

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ciente con exigir una cierta buena voluntad, una cierta buena conducta y nada de estudios interminables y de celibato. Pero los que querrán beneficiarse de la fuerza que lleva a la continencia serán monjes o ermitaños y los que querrán estudiar serán teólogos. Habrán muchas especies de Sacerdotes. Lo más corriente será el hombre casado que dirá la Misa en su casa en cada cena. Ya que la Misa no será más que la·"cena", ya no habrá un acto de adoración, sino un acto de fraternidad. Ya no habrá el agradecimiento por los beneficios ilusos, ya no ofrecerá el perdón que es incapaz-de dar, no preguntará nada al misterio de lo desconocido sino al hombre. La Iglesia Universal será finalmente y enteramente para la gloria del hombre, exaltará su grandeza, su fuerza, su virilidad. Ella pondrá incienso a sus derechos y cantará sus victorias.

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EN EL QUE "CABELLO NEGRO" ESCRIBE UNA CARTA DIGNA DE UNA OBSCURIDAD MEDIEVAL Y ROMANTICA.

Cuando hube terminado mis trabajos en este primer catecismo, recibí una carta muy larga de "cabello negro". Una carta asombrosa que decía así: "Querido, Le agradezco por la confianza que me ha dado y que me incita a abrirle mi corazón. ¿Qué dice este corazón?... que lo ama... y usted lo sabe... y lo sabe en demasía. Me parece que su corazón desea que yo comparta todas sus ideas, pero yo no tengo esta... pretensión. Quiero solamente gritar: precipicio. Lea, lea, le ruego, no se disguste antes de haber leído todo esto, antes de haber meditado... Con seguridad, usted pensará que tiene una razón mucho más fuerte que yo, pero le digo: rele la Historia, la Iglesia es inmortal, usted pierde su tiempo, sus fuerzas. No se lucha contra Dios. Si quiere solamente meditar esto: no es porque usted no crea en Dios y que El no existe. Esto debería serle fácil porque usted Jo piensa en sentido contrario. Usted se imagina que Dios no puede existir por el simple hecho que yo creo en El. Es verdad que creer o no creer no tierie en definitiva ningún poder. Pero, mi querido, todo lo que vive alrededor de usted le grita la presencia de Dios.

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¿Usted ha fabricado el trigo?, ¿las leyes? ¿Existe un único hilo de hierba que sea su obra?, y pues, ¿su propiedad? Su misma persona no le pertenece... usted no ha pedido vivir y no posee nada que no lo haya recibido. Aun si logra crear esta Iglesia sin Dios, usted no ha vencido, porque Dios no sería disminuido. De todas formas usted no puede disminuirlo, ni siquiera matarlo. Yo lloro al verlo empeñado en esta guerra pueril. Este Dios que quiere suprimir está por doquier, Amo de todo, para El usted vive, para El solamente continúa viviendo. Tal vez llegará a hacer tambalear a la Iglesia, esto se ha visto muchas veces durante 2000 años... pero siempre ésta se ha levantado cada vez más bella y más fuerte. La Iglesia de Jesucristo, tiene las promesas de Vida Eterna, ella sabe y se lo grita a través de mi boca, que la Santísima Trini- dad no la abandonará nunca y todos los ataques que podrá sufrir no son más que pruebas que deben permitir para purificar la Fe. Muchas al- mas, querido mío, cederán a la tentación de en- trar en una iglesia toda humana que mezclará todas las creencias hasta hacerlas irreconoci- bles, pero la Iglesia Católica se quedará en pie. . Si usted la persigue ella se ocultará, pero su alma quedará siempre en pie. Porque el signo de esta Iglesia es la sumisión para con una Revela·

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ción venida del Cielo.- Su dominio particular ·es , diferente del que usted está acostumbrado. Su dominio es sobrenatural y santo, poco le importa si nosotros seamos inteligentes o no. Usted, mi pobre. querido, es demasiado inteligente. Además ha sufrido una sacudida en su infancia y yo no le pregunto cuál es. -¿Tiene la edad en la cual puede mirar el pasado con un alma serena? Me parece que inconscientemente trata de vengarse. ¿Es esta una actitud noble? Ha sido un joven muy devoto hasta los catorce años, me lo ha dicho, entonces, todo lo que mi carta le pide es que medite, lo sabe. Si hubiera nacido dentro del ateísmo, comprendería que no podría escoger sino el dominio de la Fe, es de otra esencia. Yo temo que su odio por Dios y por su Iglesia sea la prueba de que es un rebelde, un rebelde creyente. Y se dice que éstos sean los más fuertes. Pero lo compadezco con todo el corazón, porque ha perdido anticipadamente y yo no tengo miedo, para nada.... Usted puede ganar un cierto número de almas para sus doctrinas perversas, aun una parte del clero (todavía no lo puedo creer) pero nunca ganará a todas las almas, por el contrario, usted fortalecerá a los Santos. Pero, mi pobre amigo querido, atacando a la Iglesia de Dios, usted viene a constituirse nada más

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que en un juego en las manos del Todopoderoso.. Se cree fuerte, pero no lo es sino en la medida que Dios lo permite. Tema el día en el que el Señor dirá: "Basta, he escuchado las oraciones de aquellos que sufren y he decidido consolarlos destruyendo a mis enemigos"... El enemigo de Dios se arriesga para toda la eternidad, a pesar de su gran desesperación, pero será demasiado tarde. Usted actúa como si la S. Iglesia no tuviera oiás que la fuerza de una institución humana, pero nosotros, nosotros tenemos en nuestras manos con que regar en todas las montañas del universo. Aun matándonos, no destruirá las fuerzas que son nuestra prerrogativa. Cuando usted está cerca de mí, cuando está lejos, Cristo está entre nosotros. Yo le hablo, El lo mira y ¡Cómo lo mira! Cómo podría ser de otro modo, yo le hablo de usted hasta en mis sueños. Usted se cree libre, se cree fuerte. ¡Qué error el suyo! Aunque debiera morir hoy; esté seguro que continuaría luchando contra nuestra libertad por lo menos contra el universo que hace y s opondría a la fuerza que usted piensa que representa, la fuerza misma de Dios. No sonría mi querido, no, no sonría, acuérdese más bien de su infancia... verá que la conoce muy bien, esta fuerza invisible pero muy temi-

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ble... y también muy amable. Mi corazón y m_i alma son los detentores de fuerzas inagotables e indestructibles, piense con calma; aleje de su espíritu todo. lo que la pasión que está en usted pueda dictarle... no sea voluntariamente sordo ni voluntariamente ciego, ésta no es una actitud digna de un hombre de corazón... pero, us!ed ha girado su corazón a- un amor que está fundado en el odio, el odio a Dios. ¿Usted no sabe que el odio es el grito de un amor desilusionado? Por mi parte, estoy segura que Dios lo ama con un amor particular y que lo espera con su acostumbrada paciencia. Y ya que por el momento no quiere orar a este Dios de bondad, tomo su lugar y es en su nombre,·que mil veces al día, ofrezco al Señor Todopoderoso, los méritos·de su Hijo, aquellos de la Santísima Virgen María, de todos los Santos conocidos y desconocidos. Yo le ofrezco con alegría y confianza durante todo el día y también durante mi sueño... Usted quiere transformar la Misa, reducirla a una cena comunitaria... ¡Qué equivocación! Misas, hemos ofrecido ya millares, después de la primera del Jueves Santo; Misas surgen en incienso de adoración por lo menos una todos los segundos del día, y yo me uno a estos adorables sacrificios en los que el Hijo se ofrece nuevamente por la salvación del mundo; yo me uno y

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me ofrezco a El, yo que soy tan pequeña... pare- . ce que este ofrecimiento sea irrisorio, ya que yo soy tan "nada" cerca de EL Cierto que yo soy nada... cada uno de nosotros lo sabe bien, y a los que no lo saben se los debe compadecer... Está allí, yo creo, la gran diferencia entre creyentes y no creyentes. Los creyentes ofrecen. lo que han recibido y que es inmenso, los otros desean solamente reinar, o mandar, o descubrir, o dominar, o también destruir. Cuando me ofrezco con El en el Santo Sacrificio de la Misa, ofrezco también todo lo que me ha dado, le doy sus propios dones y calidad en un alegre homenaje de reconocimiento... Si usted supiera todos los intercambios amorosos que se hacen entre el Cielo y nosotros... usted sería aplastado de miedo porque podría medir la equivocación de sus acciones. No puedo hacer otra cosa sino llorar y estas lágrimas yo las ofrezco como perlas preciosas. Usted ha sufrido y se ha rebelado. Si usted hubiera mirado un crucifijo y si hubiera suplicado humildemente Señor para que le otorgue su Paz y la fuerza de perdonar, hubiera sentido mucha dulzura que espontáneamente, habría agradecido por el dolor que le dio gratuitamente. Porque este doior es un regalo beneficioso, Dios lo trataba como su querida viña y lo podaba pa-

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ra que dé frutos (¿no es cierto que la uva no se poda nunca por sí misma?). ¿Pero cuáles frutos dará la obra que ha emprendido?, frutos de amargura, de soledad y de desesperación ...

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¿Cree que yo sea la única que lucha en su contra? No, pero mis oraciones son escuchadas Y transmitidas por la inmensa corte de aquellos que ya han llegado al Paraíso. No sonría, porque la inmortalidad del alma es la única cosa que no podrá jamás destruir. La inmortalidad del alma... piense bien en estas palabras, porque éstas quieren decir que la muerte no existe. Convendría que cada casa tuviera estas palabras impresas en letras doradas en los muros de la sala comunal. En lugar de temer la muerte, o simplemente de hacerse a la idea, convendría saber que no existe y que esto es infinitamente más grave.

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Querido, preferiría que no me ame más en esta tierra, antes que saberlo por toda la eternidad en un lugar donde las lágrimas no se secarán nunca... Porque yo, lo amo.

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EN EL QUE EL SACRIFICIO DE UNA DULCE AMIGA PARECE ESTAR AHOGADO EN UN TORRENTE QUE SE PREPARA PARA RENOVAR LA FAZ DE LA IGLESIA.

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No respondí a la carta insensata de "cabello negro" por un recrudecimiento de celo antiapostólico. En esa época en la que nos acercábamos al final de aquella estúpida guerra, preparaba un gran número de ataques con los cuales consideraba una victoria completa en treinta años máximo. Y soñaba que para el año 1974 pueda festejar el nacimiento de esta Iglesia Universal sin Dios. Mi odio por lo sobrenatural me daba no solamente el genio, sino fuerzas casi increíbles en mi doble trabajo. No conviene olvidar que estudiaba teología y que era importantísimo que tuviera excelentes calificaciones. Pues era el mejor de todos, lo que me hacía reír y me reforzaba mi convicción que un Dios que no defiende a sus verdaderos fieles, no existe. La palabra "sobrenatural" esconde todo lo que

el hombre no comprende, bajo velos movibles, irradiados por sueños coloreados. Yo resolví destruir este.mal teatro. Encargué a mi corresponsal desmenuzar al Nuevo Testamento en todo lo que no es perfectamente natural y explicable. Es un trabajo de gran utilidad, porque Cristo mismo creía en su propia divinidad, por lo menos si se acepta los discursos que le atribuyen. Pero cómo es posible hacer la división entre lo que ha dicho verdaderamente y lo que los evan-

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gelistas han agregado. No hay más que rehusar todo lo que repugna a la sana razón. Como ya he dicho la acción más virilmente marxista me parece la que ataca al problema de la infancia y se adueña de estos cerebros maleables. Con la convicción más ardiente lancé órde- · nes que se referían a la libertad de cada individuo, libertad que se les debe ·ser transmitida desde que sabe caminar y hablar. Es escandaloso, verdaderamente escandaloso que los padres se atribuyan el derecho para obligar a los jóvenes a seguir todos los domingos la ceremonia de la Misa. Y no es menos escandaloso inscribir.los en el catecismo sin pedirles su autorización. Como resultado. estos pobres pequeños se creen obligados a comulgar aún cuando prefieren ir a jugar. ¡¡¡Qué decir del Bautismo que se le ha impuesto desde la cuna!!! Es desde allí que comienza el verdadero escándalo. Yo dirigía una enérgica campaña de información de la juventud. Que todos se dediquen a la Iglesia, al catecismo, a la escuela, a la radio, con el fin de que todos los jóvenes del mundo sean informados de su derecho absoluto de decir: "non a sus padres cuando quieren hacer de ellos pequeños cristianos hipócritamente obedientes. Feliz el día en -el que miles de jóvenes digan abiertamente y alegremente: "Yo, no soy cristia

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no, no creo en Dios, no soy tan ingenuo como _mis padres que son unos viejos que no sirven · para nada". Entre tanto ardía del deseo de ver nuevamente a "cabello negro" y este vivo deseo fue concedido sin que deba suplicar humildemente. Recibí una invitación alentadora diciéndome que tenía una petición para presentarme. Un sábado en el que el sol quemaba con un ardor muy juvenil, llegué como un bólido al estudio donde "cabello negro" me esperaba. Quién podrá comprender lo que podía valer para mí estas banales palabras "cabello negro me esperaba"... eran muy fuertes para mí aquellos cabellos que hubiera querido cortarlos para que ninguna persona los mire. ¡Cortarlos!, ¡qué idea criminal me había cruzado el cerebro!... Ella era la dulzura, el amor, cuando me dijo que tenía una petición para presentarme. Poco faltó para que tiemble, se trataba simplemente de dibujar mis manos que le parecían admirables. En realidad las mujeres tienen ideas absurdas, pero fascinantes. Con una paciencia que me envidiarían los ángeles, yo posé toda la tarde,. y esto únicamente por mis manos. Los dibujos seguían los unos a los otros, en la mesa y yo nadaba en una especie de euforia que debe llamarse felicidad perfecta, supongo... por lo me-

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nos desde entonces no me acuerdo de haber conocido una tan grande. Yo sé que no me creerán, pero nuestra unión fue tan fuerte y perfecta en aquellas horas que yo dudo que la banal unión carnal pueda dar una felicidad tan extraordinariamente fuera del tiempo. Cuando el dibujo fue term,inado, mi dulce enemiga me explicó que mis manos eran hablantes y que estaban ciertamente destinadas para hacer grandes cosas. Yo estaba casi confundido porque la verdad tenía un gusto de muerte y de homicidio. Aquel día ella me permitió desatar sus cabellos, para jugar con ellos. Traté de arreglárselos, los trencé, los enrollé, luego los cepillé con un gran cuidado, corno si jamás los hubiera visto, como si los preparara para un doloroso sacrificio... ¿Por qué aquel día tuve aquella extraña sensación? Todo el día fue muy extraño. Aun hoy, no sabría explicarme de donde venía aquel flujo misterioso. Nos separarnos con una dificultad trágica. "Hasta el sábado, hasta el sábado" nos decíamos como si esta· esperanza debiera estar escrita en una memoria profética, corno si nosotros debiéramos encontrai: la única mesa de salvación, como si quisiéramos quitar todos los obstáculos...

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Quitar los obstáculos. Y yo que había olvidado completamente ... que aquel sábado teníamos un retiro, nosotros que debíamos recibir la Ordenación Sacerdotal dentro de pocos días. Debí escribir una cartita a "cabello negro" inventándome una.mentira plausible. Pero habría querido poder agregar con toda sencillez que me iba próximamente a Roma y que esperaba que me vaya a ver. Pero ¿cómo atreverse a hablar de sencillez cuando todo me gritaba que estaba por entrar en una esclavitud peor a la que tuve durante los seis años de seminario? En Roma habría estado dentro de la conexión de la ciudad llamada eterna, pero me consolaba acordándome de que era en realidad el grano de arena que debía dañar la máquina, y hacerlo tan bien como para que nunca sea reparada. Entré pues en retiro para prepararme a la última ceremonia que me habría hecho un Sacerdote para la eternidad. Puesto que yo no creo en la eternidad, no sufrí esta perspectiva. Era un mal momento que debía pasar, como cuando se va donde el dentista, por una causa justa. Lo importante es tener la Fe y la mía vale como la de ellos, que digo, la mía sobrepasa la de ellos, porque no es infantil ni llena de temores ni de terrores. El gran día llegó,·como dicen los periodistas.

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Yo estaba tranquilo. Muchos se esforzaron par.a sustituir mi familia ausente. Cada uno rivalizaba en gentileza. Una buena y pequeña contienda hubiera sido más saludable, pero es difícil querer convertirse en un ser mitad sobrenatural conservando el derecho de luchar con algún enemigo ficticio. Cuando entré en la capilla era un ser perfecto en modestia y humildad. Estas virtudes son fáciles para jugar cuando un orgullo secreto puesto más en alto es el sostén. Caminaba con un paso deslizado, los ojos bajos, cuando un grito sofocado, por exclamaciones y un cierto desorden se hicieron eco a mi izquierda. Por regla no habría debido mirar. Pero desobedecí a mi conciencia (quiero decir a la que me había fabricado y que manipulaba divirtiéndome). Vi que hombres jóvenes sostenían a una joven desmayada. La mantilla había caído y los largos cabellos negros estaban desordenados en el pavimento de la capilla. Alzando los ojos para quitarlos de ese espectáculo me crucé con la mirada del profesor que había servido para la casilla postal. ¿Qué hacía allí? ¿Había·sido él el que había llevado a "cabello negro"? En el intercambio de miradas me pareció leer en aquel hombre un triunfo cruel. Me prometí saber la verdad y hacer pagar muy caro al que había cometido aquella infamia. El resto del día lo pasé

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en una neblina dolorosa. Cada uno debió hacer; suposiciones acerca de mí, pero no me di por enterado. No tenía el más mínimo deseo de aparecer decorosamente piadoso, ni de escuchar las dulces voces que profetizaban mi futura santidad. Por suerte el estudiante vino a saludarme, era mi único amigo. Lo puse al corriente y le encargué una investigación. Quería saber, quería matar, quería gritar, defenderme y defenderla, sobre todo defenderla, pero era demasiado tarde, para todo era demasiado tarde. Si hubiera tenido el coraje de decirle todo sobre mí, ella habría aceptado sufrir en silencio y amarme a escondidas... Los días siguientes yo preparaba un viaje para los Estados Unidos donde quería visitar a las más importantes sectas protestantes, para ver cómo podía maniobrarlas. Hasta entonces había debido por la fuerza, olvidarme de un factor importante de la Fe que está sólidamente arraigado en el mundo protestante. Debía conocer bien este aspecto del problema, antes de continuar ' los estudios en Roma. Antes de mi partida, el estudiante llegó corriendo para darme la noticia que más que todas podía hacerme sufrir: ¡el ingreso de "cabello negro" en el Carmelo! Ella ingresaba por mí, por

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mí se habría hecho cortar su cabellera. Ella orará toda su vida por mí, ella estará en un claustro por mí y no tendrá la menor alegría de amor... por mí. Yo no sé si habría preferido que hubiera muerto. De todos modos, me juré que abriría y vaciaría todos los monasterios del mundo y particularmente los monasterios contemplativos. Lancé una campaña ardiente en contra de la clausura hasta hacer súplicas al Papa, a través de intermediarios religiosos muy sencillos. Hacía observar que los claustros habían sido necesarios para custodiar a las jóvenes que estaban por la fuerza en el convento debido a sus padres. Era para impedir que huyan y se relacionen con el mundo exterior, que los claustros eran dobles y reforzados con rejas de madera. Hice de todo para obtener que esta clase de prisión, llamada divina, fuera abolida. Puse en evidencia el sentido de honor ante las vírgenes consagradas, para que sientan el deseo de ser recibidas en casas (conventos) abiertos a todos los vientos. Seguidamente ·habría ido aún más lejos, suplicando a las religiosas para que regresen a este mundo que tenía tanta necesidad de su presencia. Y las habría persuadido que habrían hecho mucho bien sin hacer cre r lo que no eran.

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Se encontró escritores ·muy sutiles para disponer de viejos libros, sobre este tema, con un lujo de vocabulario muy admirable. Luché también contra la bárbara costumbre de rapar las cabezas de las monjas. Puse en evidencia el hecho de que estas cabezas rapadas hacían a estas pobres hijas ridículas, cuando debían entrar en . la clínica para.cualquier operación. Insistí en las jóvenes vocaciones que se perdían tontamente por causa de esta costumbre de otra época. Me aferraba a las costumbres antiguas y solemnes tan pesadas durante el verano y tan poco eficientes en invierno. Sugerí que todas las reglas y constituciones fueran revisadas cuidadosamente; preferiblemente por hombres .(las mujeres tienen una cierta tendencia a la exageración en la generosidad). Pero cuando contemplaba la universalidad de mi trabajo, me tropezaba con un obstáculo silencioso, aunque era pequeño en relación al Cosmos... un modesto y muy secreto Carmelo de donde no recibí nunca una carta. Por una parte existía el mundo y por la otra esta prisión. Yo mandaba al uno pero al mismo tiempo era prisio-nero del otro. A pesar de esto mi trabajo no sufría, más bien por el contrario. Paradójicamente, me enfurecía al constatar la inutilidad del sacrificio de "cabello negro". ¡Un sacrificio

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tan completo y tan ineficaz! Mi trabajo·fµncionaba con un ritmo monótono, cuando rumores concernientes a un posible Concilio Universal llegaron a incintar mi celo. Entendí que ciertos esquemas estaban en camino de preparación por orden del Papa. Hice comprender a mis superiores que una partida definitiva podía ser jugada. Fui nombrado para ocupar un puesto más elevado. El mundo entero dependía de mí y mis posibilidades estaban prácticamente iluminadas. Financié las revistas de izquierda, como también· un gran número de periodistas que me hicieron un excelente trabajo. Toda mi esperanza descansaba principalmente en los ·esquemas ·que había sugerido para la elaboración con trucos de teología muy avanzados y muy audaces. Pienso .que los guiaba la ambición, que es el más poderoso motor. Logré obtener copias de todos los esquemas oficiales, quiero decir, los que habían sido enViados por el Papa: Para mí eran catastróficos. Absolutamente catastróficos, y peso mis palabras. Aún hoy, después de algunos años d que haya finali. zado el Concilio, siento frío en la espalda (expresión idiota que -uso por pereza). Supongan que estos esquemas sean publicados y difundidos todo mi trabajo debía empezar desde cero (o casí).

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Pero gracias a mi celo, y sobre todo al dinero empleado, como si fueran inagotables, los esquemas modernistas, ¡oh! muy tímidamente modernistas, debo confesar, fueron llevados a escondidas al Concilio y presentados con audacia con el fin de sustituir a los documentos oficiales, a los cuales se criticaba de no haber sido elaborados con plena libertad, la santa libertad de los hijos de Dios como ellos dicen. Este juego dejó a toda la Asamblea estupefacta que ciertamente no reaccionó ni lo hará jamás. Esto prueba que la audacia -siempre paga-. ¿No es esto lo que decía Danton? A pesar de esto, no estoy satisfecho. No, este Concilio no fue lo que esperaba. Conviene esperar Vaticano III. Entonces será la victoria completa. Pero para el Vaticano II no sé que haya sucedido. Se habrá dicho que un demonio invisible ha llegado para detener todas las tentativas de modernización en el momento en que habrían debido ser más eficientes. Extraño itritante.

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Por suerte, desde entonces se ha encontrado la astucia que consiste en ponerse en un lugar seguro detrás del "Espíritu del Concilion para lanzar toda clase de novedades halagadoras. Esta expresión "El Espíritu del Concilion ha llegado

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a ser para mí la carta maestra. Yo lanzo la carta maestra que recoge a los pequeños corazones perdidos, a las pequeñas flores sin dinero, a los pequeños infantes desarmados. Pero no será sino en el Vaticano III que podré presentarme con un martillo y con clavos, no pélra clavar a Dios en la Cruz, sino para clavarlo en su ataúd. FIN

El portafolio no contenía esquemas concernientes con el Vaticano 111, sin embargo es muy probable que existan algunos textos y sean estudiados, comparados... Alguna rápid_a anotación en una pequeña libreta, en idioma ruso que hice traducir con discreción, me dio aún algunas breves indicaciones relacionadas con los proyectos futuros de mi accidentado. Pues, para gente como Miguel, Vaticano II no fue más que una sonda de prueba de la cual los libros de Historia conservarán apenas el recuerdo. Pero Vaticano III completará la alianza del cristianismo con el marxismo y lo más importante será la pluralidad de los dogmas religiosos y la intransigencia de los dogmas sociales. Todas las religiones cristianas o no, formando una

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gran asociación, serán reducidas a su denominador común: "La magia" y darán al subconsciente (por lo menos a los astutos) un verdadero poder aunque esté manejado por los Puros. Lo sorprendente es que nadie reclamó nunca los p;:ipeles de Miguel, por lo menos hasta hoy Pero él había comprado un auto bajo un fals o nombre y probablemente se había olvidado de informar a quien sea de su viaje. No s é donde esté "cabello ne gro". Tai vez aún en oración en un Carmelo, donde la Priora debe haber conservado la Fe de los días pasados. Puede ser que un día este libro penetrará discretamente en aquel Carmelo. Que "cabellos negros" sepa que yo también oro por Miguel.

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