Manolo Rives: La Tragedia Del Acorazado 'el Maine'

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NÁUTICA

Domingo, 22 de octubre de 2006 / Diario de Mallorca

HISTORIA NAVAL

La tragedia del acorazado “El Maine” (I) El grito de “Acuérdate de El Maine” revivió en EE.UU.50 años después, el de “Acuérdate de El Alamo” Fue el “Maine” un acorazado de segunda clase de la marina norteamericana, desgraciadamente célebre por su hundimiento en la bahía de la Habana. La construcción se inició en Nueva York, en 1.886. Su casco de acero tenía una eslora de 96 metros, 17 metros de manga y 7 metros de calado. Con un desplazamiento de 6.682 toneladas, las máquinas de vapor le permitían un andar de unos 17 nudos. En cuanto al armamento, estaba compuesto por 26 cañones de diversos calibres, varias ametralladoras y 7 tubos lanza-torpedos. Contaba con

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Reproducción del acorazado “El Maine”

ILUSTRACIÓN: RAMÓN SAMPOL ISERN

El hundimiento de “El Maine” en hasta hoy mantenido, por todo las pruebas de buena voluntad esCambiado aguas condelala DEMO de CAD-KAS PDF-Editor bahía de Cuba,VERSION tuvo cuanto sucedía en una zona tan (http://www.cadkas.com). grimidas, España destacó al crucepróxima a sus costas. La opinión ro protegido Vizcaya para devolver unas repercusiones históricas pública, influida por un sector de la visita, dirigiéndose al puerto de la influyente prensa, simpatizaba Nueva York. totalmente imprevisibles una dotación de 34 oficiales y 970 suboficiales y marineros. Cuba y Puerto Rico eran las únicas posesiones que le quedaban a España en América. En Cuba, desde febrero de 1.895 hervía una intensa actividad guerrillera, conocida como “Guerra Chica” cuyo desenlace era incierto. Bajo el impulso de las teorías de la supremacía de Mahan y Roosevelt, Estados Unidos mostraba un interés,

abiertamente con los insurrectos y propugnaba un choque bélico con España, y el caso del acorazado Maine fue el detonante. Esta unidad, mandada por el capitán de navío Charles D. Sigsbee, llegó a La Habana el 25 de enero de 1.898 sin haber avisado con antelación a las autoridades españolas, como era usual en la diplomacia internacional, y justificaba su presencia aduciendo medidas encaminadas a reforzar las relaciones de amistad entre Estados Unidos y España. En consonancia con

A las 21 horas y 40 minutos del 15 de febrero, el acorazado estadounidense saltó en pedazos debido a una tremenda explosión, a la que siguieron otras menores. La Habana quedó a oscuras, mientras que en la bahía se observaban llamaradas junto al estruendo de numerosos proyectiles y granadas, que partían del buque siniestrado en todas direcciones. La explosión que partió el acorazado en dos, acabó con la vida de 266 de los 1.004 oficiales, suboficiales y marineros que componían su dotación. Por efecto de la deflagración, los innumerables restos que salían despedidos causaron desperfectos en varios buques españoles y norteamericanos, fondeados en las cercanías. Rápidamente se adoptaron medidas de salvamento, dificultado por las continuas explosiones, que se prolongaron durante varias horas, acudiendo en socorro

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En la explosión perdieron la vida 266 hombres de los 1400 que conformaban toda la tripulación

“City of Washinton”. En este último se montó el cuartel de operaciones, bajo el mando del comandante del “Maine” y su oficialidad. Al cabo de un par de días del suceso, sólo sobresalía del agua uno de los palos del Maine, en el que, el comandante de Marina de Habana autorizó que se izase el pabellón de Estados Unidos. Tras lo sucedido se entabló una intensa actividad diplomática entre

La Habana y Washington. En Estados Unidos, unos sectores culpaban a España de la explosión considerándolo un acto intolerable de provocación. Entre los que mantenían esta opinión, se encontraba, nada menos, que el presidente de los Estados Unidos McKinley, que consideraban que la explosión se debía a una mina traicioneramente colocada por los españoles. Otras hipótesis consideraban que la explosión fue debida a la avería de una caldera o a un accidente en el manejo de los torpedos del propio Maine. Las teorías en favor de la explosión interna se apoyaban, entre otros razonamientos, que en la bahía no flotaban peces muertos y que el buque de acero, tardó más de un día en hundirse completamente, lo que no hubiera sucedido de haber sido externa la deflagración. Por otra parte, el desgarro producido por la explosión y las abolladuras en los fondos, iban de dentro hacia afuera. MANOLO RIVES Director Escuela Náutica Palma

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