Tema N° 5
Los signos de la esperanza. Visión realista y esperanzada de la historia. Introducción. Acabamos de vivir la Navidad: Dios se encarnó, se hizo hombre. Asumió nuestra historia e hizo camino. Camino que nos invita a recorrer y reconstruir. El momento que vive el país nos exige estar vigilantes y comprometidos con la búsqueda de salidas que contribuyan a mejorar la vida de todos, especialmente de los más pobres y necesitados. Esta invitación no se salta las mediaciones necesarias para una adecuada comprensión de la situación, de las líneas de acción y de las posibles salidas. Y para ello tenemos que acudir a lo que nos ofrecen las diversas reflexiones y análisis, a las opciones en las que nos movemos, al diálogo con otras versiones. Y a partir de ahí, interpretar, buscar el significado y las posibles salidas y acciones. Por esta razón, proponemos esta reflexión. Acudimos a la promesa esperanzadora que desde el Antiguo Testamento Dios le ha hecho a su pueblo, nos acercamos al mensaje de Jesús para extraer algunos criterios de actuación y de su modo de afrontar la historia. Luego proponemos unos ejercicios de orar los acontecimientos históricos, seguidamente un salmo que nos invita a mirarnos desde esa realidad. Finalizamos con dos lecturas: un extracto del editorial de la revista SIC (diciembre 2003) y el mensaje de navidad de Fe y Alegría. Ahí podemos encontrar criterios para orientar nuestra reflexión y quehacer.
Isaías capítulos 62-63 Cuando Israel se ha sentido más hundido en la historia, sin horizonte ni futuro, los profetas han sostenido la llama de la esperanza, anunciando un mundo nuevo. La fuerza de la esperanza se alimenta de signos del pasado, de lo que Dios hizo y nosotros comprobamos. Pero la fuerza de la esperanza se alimenta, sobre todo, del corazón, del conocimiento intransferible del Dios fiel. Por eso, la esperanza no depende del cálculo previsible del futuro, ni del optimismo vital (hay gente que todo lo ve siempre del lado bueno), sino de la fe misma en el Dios fiel. • Quédate en aquellos versículos donde se manifiesta la promesa de Dios a su pueblo. • Contempla la actitud de nuestro Dios; su empeño en ofrecer una tierra nueva, la superación de la actual situación. • También a ti te dirige estas palabras: “Mira a tu Salvador que llega…escúchalas (62,11) En el capítulo 63,7-14 se hace una meditación histórica de la misericordia de Dios con su pueblo. Te invito a meditar la historia de nuestro pueblo, de nuestro país desde la perspectiva de la misericordia de Dios. En el capítulo 63,15-19 se invoca a Dios Padre, se clama su presencia. Acércate a esta oración y preséntale una oración que recoja el clamor nacional actual.
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Daniel 2 La esperanza, iluminada por la fe, lee la salvación que viene, el cambio que se avecina, mediante los signos más débiles, a veces desconcertantes. Daniel desde su marco socio-cultural, desde su comprensión teológica y desde su confianza en Dios se acerca e interpreta la historia que ha vivido esa nación. Y en medio de vaivenes y de la influencia de diversos actores, capta la debilidad del poderoso e intuye y proclama el surgimiento de un nuevo pueblo, una alternativa, aun en situación germinal. Hoy se nos invita a acudir al marco socio-cultural actual, a los criterios, conocimientos e instrumentos que nos permitan conocer e interpretar nuestra situación. E intentando descubrir dónde está la esperanza hoy; por dónde pasa el Espíritu de Dios en estas circunstancias; a qué se nos invita; qué podemos hacer en estos tiempos…
Mateo 11,1-19 Ante la pregunta de sí es el que el que ha de venir, Jesús enumera una lista de obras que indican la acción de Dios. Pero no dice: “Sí,
soy yo el que tenía que venir, yo curo, yo hago esto.” Responde poniendo como centro a la persona, al necesitado. Los ciegos recuperan la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. El ser humano: el que sufre, el hombre necesitado de atención y de amor, el hombre cuya dignidad debe ser reconocida y restituida: ese es el signo mesiánico de Jesús. Esos son los criterios de su acción.
Lucas 24,13-35 Desde Jesús, hemos aprendido a leer la historia en clave de amor, «que todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». Y por eso, la esperanza es más fuerte que la muerte.
«Era necesario que el Mesías sufriese». Esta frase, que atraviesa todo el Nuevo Testamento, se ha hecho clave de toda esperanza. • Para todos los que sufren. • Para todos los que se escandalizan de la presencia del mal. • Para todos los que se quejan de la impotencia de Dios. • Para todos los que luchan por mejorar la condición humana • Para todos los que anuncian la Buena Nueva del Reino.
2 Pedro 3; Salmo 126 (125) Nosotros nos perdemos en los estrechos horizontes de lo inmediato. Dios contempla la historia en clave de eternidad.
Orar y meditar los acontecimientos 1. Todo acontecimiento es susceptible de diversas lecturas. Hay dos muy diferentes, pero no contradictorias, aunque no siempre logran integrarse. Una primera es ser honesto con la realidad: ver en qué consiste ese acontecimiento, qué está sucediendo, por qué sucede, qué factores entran en juego. Para ello tenemos que acudir a los instrumentos, conceptos y ayudas que nos faciliten la inteligencia y el conocimiento. El mayor peligro es creer que podemos diagnosticar desde nuestra fe y nuestros deseos. Dios no se salta la autonomía humana, ni nuestra fe tiene capacidad de sustituir los aportes de ciencia y de los análisis sociales. Después del análisis, nos podemos preguntar por el sentido de ese acontecimiento. Y aquí sí entra nuestra subjetividad: ¿cómo asumimos ese acontecimiento, qué postura asumimos, cómo lo vivimos, qué significado tiene para nosotros? Y las opciones que pensamos adoptar. 2. Depende de los niveles de sentido en que vivo la cuestión global de la vida misma: Aquí me pregunto ¿De qué manera mi fe me ayuda a vivir esta situación? ¿La vivo desde la confianza en Dios? Recuerdo y/o acudo a criterios presentes en la práctica y mensaje de Jesús e intento interpretar algunos acontecimientos desde esa perspectiva. ¿A qué me siento invitado en medio de esta situación?
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Estoy atento a posibles tergiversaciones que tienen que ver con una mirada mágica de Dios sobre la historia, con un creerme dueño de la verdad y por tanto absolutizar mi opinión. 3. Según vas viviendo la experiencia de la oración, introduce en ella los acontecimientos de la vida y del mundo. El Espíritu te irá enseñando a orar con ellos: - situándolos en el conjunto de la vida, para que Dios no se te quede en intimismo piadoso; - leyéndolos en clave de fe, cuando te cuesta descubrir que pueden tener algún sentido; - despertando tu corazón hacia actitudes de compromiso cristiano en tu vida cotidiana, individual y social; - dándote confianza en el Padre de los cielos, que a veces parece desinteresarse por este mundo caótico, y al que, sin embargo, amó hasta entregarle a su propio Hijo (Jn 3,16-17). 4. Procura ya, desde hoy, dar calidad a lo sencillo: lectura no superficial sino crítica del periódico; escuchar a las personas, etc.
Salmo Unos nos prometen el Progreso ilimitado otros nos proponen la Revolución Total. Nos matan de ansias, Señor. Nuestras cabezas y nuestro corazón andan preñados de sus quimeras y entre lágrimas y sangre tan sólo parimos viento. Te pedimos, Señor, con toda el alma controlar nuestros deseos correr tan sólo tras lo posible para crear así nuevas posibilidades. Danos comprender, Señor que lo nuevo siempre nace pequeño que seamos capaces de ver en la semilla las virtualidades que no tienen las cosas que ya dieron de sí. En los pequeños hallazgos que nos alegran los días porque son tus mensajeros danos ojos nuevos para sorprender los rasgos del mundo nuevo. Que nos ilusionemos, Señor con el proceso difícil y lento de organizarnos, de defendernos. Que la dificultad que experimentamos para transformarnos nosotros mismos
nos haga pacientes, nos dé comprensión con las contradicciones que vemos en los demás. Que esta lucha concreta por la liberación nos aleje de temerarias consignas y de derrotismos fáciles. Te pedimos, Señor, que prefiramos una actuación limitada a mil inflamadas arengas pero que no nos cansemos de reuniones cuando están enfocadas a alimentar una acción. Te pedimos, Señor, que no pretendamos ser congruentes con unos principios abstractos no queremos ser fieles a dogmas ni a leyes sólo anhelamos permanecer como el que sirve entre la gente del pueblo. Señor, delante de ti que eres Verdaderamente Grande confesamos sin complejos que somos limitados. No te tenemos envidia, Señor ni sentimos humillación. Tú nos creaste creadores y nosotros aceptamos la responsabilidad de construir un mundo de hermanos. Danos, Señor, sentido de la medida pero que nuestro amor nunca diga basta.
(Pedro Trigo) Lectura Complementaria
Es hora de negociar El diálogo no suprime las diferencias, sino que es el camino para procesarlas civilizada y democráticamente. Cuando se pretende imponer verdades sin escuchar al otro no es posible dialogar. Cuando se pretende justificar posiciones sin comprender qué es lo que sustentan otras posiciones, no es posible negociar. Gobernar es negociar las diferencias en busca de un encuentro de voluntades. No es posible gobernar en contra de la mayoría, pero estemos claros tampoco puede existir convivencia democrática sin el reconocimiento de las minorías. Gobernar desconociendo estas realidades es abocarse a la confrontación y reforzar vías sangrientas que ignoran la aspiración humana de construir la paz. Los enfrentamientos y divisiones en nuestra Venezuela demuestran que es un pueblo con hondo sentir de su propio destino en libertad y en tolerancia. Tolerancia que en algunos momentos se ha querido interpretar como cómoda complicidad. Pensamos que es un profundo sentir hacia la convivencia sin violencia. Sin embargo, las manifestaciones de rechazo a las imposiciones, a la ineficiencia para resolver problemas de la gente, a la “mentira” como arma de
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manipulación, son expresiones claras e inequívocas de maduración en una ciudadanía que no está dispuesta a dejarse someter a juro a ninguna hegemonía. Es necesario volver a mirarnos a los ojos unos a otros. Es necesario romper la desconfianza de las agendas ocultas. Tenemos que recoger los sentimientos de duda y desconcierto de San José ante el hecho “extraordinario” que le tocaba vivir y como él aceptar el mensaje de los tiempos. Tenemos que construir con el arma que la libertad nos otorga en nuestras acciones y decisiones. Tenemos que negociar para cambiar lo que nos va destruyendo. Para cambiar el presente y no volver al pasado. Es el camino para la negociación, para no quedarnos en lo mismo. Las tácticas dilatorias, que se pretenden utilizar para que nada cambie, aumentan la capacidad destructiva entre nosotros. Tenemos que salir al encuentro del otro. Negociar es aprender a sumar y hacer juntos como venezolanos lo que no hemos hecho en
los últimos veinte años. Negociar en situaciones límites es entender con profundo sentido trágico de la existencia, que las voces del cambio son ensordecedoras y no permiten quedarnos en el mismo lugar justificando lo injustificable. ¿Qué estamos esperando: Más destrucción, más pobreza y más pérdidas de vida? No es difícil seguir por el camino de la destrucción ya trillado. Es muy fácil coincidir en la denuncia. Ambos son callejones sin salida. La confrontación y las divisiones nos han develado nuestra verdadera necesidad: encontrarnos en un horizonte común. Nuestra realidad nos impone un compromiso compartido de corresponsabilidad. Hay realidades que no esperan. Tenemos que ir al encuentro de la pobreza que es la mitad del país y abrir los cauces a sus aspiraciones fundamentales y legítimas con el peso del compromiso moral de toda la República. Tenemos que ir a la estigmatización del odio. Tenemos que desterrar el miedo a vernos a los ojos. Tenemos que salir de nuestro mundo cerrado individual y ver, comprender y abrirnos a la reconciliación con el otro. Después de veinte siglos de cristianismo el evangelio corre el riesgo de aparecer como una historia del pasado remoto. Marcos, en cambio lo anuncia como una “Buena Nueva” perenne dirigida a un pueblo que anhela el cumplimiento de sus esperanzas. Juan Bautista anuncia a Jesús como lo hacían los antiguos profetas en el desierto, donde el pueblo había sido sometido a la prueba. La voz que grita en el desierto desnuda las conciencias y requiere conversión de corazón y penitencia. Paradójicamente el Adviento que vivimos invitaba a la penitencia y a la alegría, a la conversión y a la esperanza. Hay un evangelio escrito y otro que todavía tenemos que escribir, que Dios dijo ya su palabra definitiva, pero su silencio actual no significa que no dice nada, sino que ha encargado a los hombres y mujeres a pronunciar su palabra aquí y ahora. La paradoja de la historia de la salvación está precisamente en que nada está pre-programado, todo está por hacerse. Pongámonos, pues, en acción para impulsar al mundo en su indetenible peregrinar hacia la salvación. Siempre es necesario preparar el camino del Señor. En nuestros días también tenemos muchos caminos que allanar, hondonadas que rellenar, lomas y montes que bajar. Es hora de hincarse delante del que es más fuerte que nosotros, porque Él es nuestra salvación y la Buena Nueva para nuestro tiempo. (Editorial Revista SIC. Diciembre 2003)
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Criterios desde nuestra fe 1. Reconocemos al otro Reconocemos al otro distinto, al que no piensa como nosotros, al que vive en otro medio social; incluso, al que tiene un proyecto político que nos parece inaceptable… Todos somos hermanos; todos somos necesarios. La diversidad no puede convertirse en discriminación; menos en exclusión. La diversidad, aceptada, es riqueza. En el reconocimiento del otro, crecemos todos en dignidad. 2. Creemos en la palabra, no en la guerra Con la palabra, entendemos y nos entendemos. Con la guerra matamos y nos matamos. Y la primera víctima de la guerra es la verdad de la palabra. A veces la guerra se disfraza de palabra y carga con ella sus municiones. Creemos en la palabra que escucha y se hace escuchar; creemos en el diálogo y la negociación; la palabra, mientras más difícil, es más necesaria. Amamos la palabra que nos hizo descifrar la sonrisa de nuestra madre y el secreto de la persona amada: no queremos que la guerra prostituya la palabra. 3. ¿Qué estamos dispuestos a dar? ¿Yo?, ¿cada uno de nosotros, desde nuestra diversidad? Ésa es la verdadera pregunta. Sabemos lo que otros deben hacer; tal vez muy poco sobre lo que nosotros debemos hacer. Y estar dispuestos a hacerlo es todavía más importante; venimos de una cultura de caudillos y salvadores; necesitamos la escuela de ciudadanos: las inscripciones están abiertas… 4. Lo cristiano es la fraternidad Lo verdaderamente cristiano se mide en la fraternidad: fraternidad que nos lleva a asumirnos como hermanos, más allá de las posiciones que eventualmente adversamos; fraternidad que genera solidaridad; fraternidad que hay que construir día a día; fraternidad en la que nos reconocemos como hijos de un mismo Padre de todos. (Mensaje navideño de Fe y Alegría Venezuela)