LOS RETOS DE AMERICA LATINA Mejorar la calidad de la educación, ampliar la cobertura de los servicios públicos y seguir luchando contra la pobreza son los grandes retos de la región para el 2009. LUIS ALBERTO MORENO es el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, entidad multilateral encargada de financiar y ayudar a los países de América Latina. Fue ministro de Desarrollo y embajador de Colombia ante el Gobierno de Estados Unidos. América Latina enfrenta el año 2009, al igual que el resto del mundo, con las incertidumbres propias del ambiente de crisis que experimenta la economía global. El crecimiento esperado en nuestros países se verá sensiblemente reducido. Conforme a pronósticos recientes, el nivel de actividad económica de la región estará entre 2% y 2,5% con presiones a la baja. El crecimiento mundial se redujo significativamente, y se espera en el 2009 una desaceleración en todas las regiones del mundo. Estados Unidos, epicentro de la crisis financiera, ya está en recesión y las economías europeas enfrentan un escenario similar. Los mercados emergentes, como China e India, no estarán exentos de este ciclo. La inestabilidad financiera global se está haciendo sentir en las economías de América Latina, principalmente a través de tres canales de transmisión: la desaceleración del crecimiento mundial, la caída de los precios de los commodities y la disminución del acceso al financiamiento internacional. El impacto sobre los países dependerá de la estructura del comercio exterior, de sus ingresos fiscales y del acceso que estos tengan a los mercados internacionales de crédito. Las respuestas de política pública a los desafíos de corto plazo derivados de la crisis son, al mismo tiempo, oportunidades para profundizar las tareas que se deben acometer más allá de la etapa del ciclo económico en que nos encontramos. En este aspecto, América latina tiene retos a mediano y largo plazo que no pueden ser relegados. La educación es de vital importancia y la región no está brindando a sus generaciones más jóvenes la educación que necesitan de cara al siglo XXI. Cada vez se hace más evidente que el problema no es la disponibilidad de escuelas, sino la calidad de la enseñanza. En una economía global, que tiene en el conocimiento el motor principal del progreso, la alfabetización básica no es una base suficiente para el desarrollo personal, mucho menos para el desarrollo de un país. La inversión en capital humano en América Latina no es pues solo un imperativo social, sino una decisión estratégica en desarrollo estructural de la región. En este sentido, es necesario destacar la alarmantemente baja inversión de América Latina en ciencia y tecnología, muy por debajo de los niveles internacionales y que equivale a menos del 1% de su PIB. Corea invierte más que todos los países latinoamericanos en conjunto y en China, el número de investigadores per cápita equivale al doble del de América latina. Nuestra región necesita ser innovadora en un mundo en cambio.
Mejorar la Infraestructura Al igual que en otras partes del mundo, la demanda de energía, alimentos, agua y aire limpios amenaza el crecimiento y el desarrollo sostenibles de la región. Por ejemplo, en el caso de la energía, se prevé que en América Latina y el Caribe aumente en un 75% entre hoy y el 2030, lo cual abre un espacio para importantes inversiones que nos permitan contar con mayores fuentes de energía renovable. Los Objetivos del Milenio plantean también que en el 2015 se haya reducido a la mitad el número de personas que a fines del milenio anterior no tenían acceso a agua potable y saneamiento. En América Latina, la consecución de esta meta significa la extensión del acceso al agua a alrededor de 40 millones de personas y la ampliación del acceso a saneamiento para 60 millones de seres humanos durante los próximos siete años. La región cuenta con la infraestructura necesaria para lograr este objetivo en el 2015; pero requiere inversiones adicionales de US$30.000 millones en el sector. Si el objetivo fuera alcanzar la cobertura universal, el monto de las inversiones necesarias ascendería a US$50.000 millones. En el actual marco económico, la inversión en infraestructura puede tener además un importante efecto contracíclico, al revitalizar la demanda y generar empleo. Tanto Estados Unidos como varios países europeos ya han anunciado que, más allá de las soluciones de rescate financiero, sus estrategias de reactivación económica pivotarán sobre ambiciosos planes de obras públicas. A mediano y largo plazo, nuestra región debe modernizar y ampliar su capital físico para poder hacer frente a las necesidades de un mercado global e interconectado. En este sentido, es preciso que la actual situación de crisis económica no conduzca a nuestros países a posiciones proteccionistas, marcadas por una mirada de corto alcance. En su lugar, una mayor integración regional e internacional proveerá de incentivos para la mejora de la competitividad en la región y será fuente de riqueza y empleo. El Futuro A diferencia del pasado, la región se encuentra en un momento más sólido para hacer frente a la crisis. Así, en los últimos cinco años América Latina ha avanzado de manera robusta y positiva. El Producto Interno Bruto de la región ha crecido a un ritmo promedio anual de 5,5%. Más aún, esta expansión se materializó en un contexto de bajas tasas de inflación, sustentadas en superávits fiscales y de las cuentas externas. El porcentaje de reservas internacionales como proporción total de importaciones aumentó al 50% en el 2008 desde 35% del año 2000. Las mejoras no se dieron solo en las cifras macroeconómicas. También se registraron avances significativos en lo social y en lo político. Los niveles de pobreza y de extrema pobreza disminuyeron sensiblemente. Este desarrollo económico y social se acompañó también de una consolidación de nuestras democracias. Más allá de la mera celebración de elecciones, el fortalecimiento del Estado de Derecho y de las instituciones representa una profundización para la región. Igualmente, las sociedades civiles bajo este nuevo
clima, gozan ahora de un papel dinámico y participativo, fundamental para el avance de una cultura democrática. El BID trabaja hoy en el desarrollo de nuestros países, siendo igualmente sensible a las necesidades particulares que la región actualmente atraviesa. Así, el Programa de Liquidez para la Sostenibilidad del Crecimiento, creado el pasado mes de octubre, y con una dotación de US$6.000 millones, representa una herramienta fundamental para la región frente a las crisis, al poner a disposición de las naciones los recursos para paliar las posibles limitaciones transitorias de liquidez. Del mismo modo, las operaciones del Banco acompañaran prioritariamente los esfuerzos de los países para proteger a los grupos más desfavorecidos. Debemos enfrentar la gravedad de la situación actual y ser capaces de proteger –y profundizar- los logros conseguidos en los últimos años. Los desafíos de la región presentan también una ventana de oportunidad. La cooperación y el diálogo, así como la acción concertada entre nuestros países, serán poderosos antídotos frente a estos riesgos. En este esfuerzo conjunto, el Banco Interamericano de Desarrollo continuará siendo un socio cercano y confiable para apoyar el crecimiento inclusivo y sostenible de la región. REVISTA PODER Nº 65, 31 DE ENERO DE 2009 p.p 35-36.