Lo Que Me Pasa Con Los Adolescentes

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ENTRE RÍOS

FACULTAD DE HUMANIDADES, ARTES Y CIENCIAS SOCIALES

Unidad Académica Gualeguaychú

CARRERA: PROFESORADO EN PEDAGOGÍA

Cátedra: PSICOLOGÍA DEL ADOLESCENTE Y EL ADULTO

PROFESORAS: Ps. María Cecilia Asensio – Ps. Silvia Botta

LO QUE “ME” PASA CON LOS ADOLESCENTES

Por CARRAUD, Silvina Profesora de Matemática

Gualeguaychú, Febrero de 2009

“Pero ¿quién es el Otro de la Pedagogía? El Otro de la Pedagogía, para mí es aquel o aquella alumna, aquellos o aquellas alumnas que con sus modos de ser, de moverse, de mirar, de sentir, de oír, de escuchar, de expresarse, la enfrentan a su metodología, su didáctica y su concepción de la relación educativa en forma de problema. (…) son aquellas alumnas y alumnos, que desde sus modos de estar en el mundo la cuestionan, porque hacen tambalear sus principios con su sola presencia en las aulas.” Nuria Pérez de Lara (FLACSO Virtual. Experiencia y alteridad en educación. 2006) No podría, con mis propias palabras, expresar con más exactitud, lo que “me” pasa con los adolescentes y jóvenes con quienes comparto el ámbito escolar. En relación con las emociones, ideas, reacciones que me generan, podría sintetizarlas en contradicción y desconcierto. Creo que, cotidianamente, hacemos el intento de superar el divorcio innegable entre la cultura escolar y las culturas juveniles: las ciberculturas y los “nativos digitales”; el piercing y los tatuajes; las músicas, electrónica, cumbia, rock; el alcohol, las adicciones y el sexo, más accesibles; el desenfreno, el vértigo y el vivir el presente; las tribus urbanas; la calle y la falta de distribución del tiempo, la violencia, la exclusión, entre otras características. Siguiendo a la Ps. Graciela Pini, podemos afirmar que, La exclusión social, con el consecuente desamparo y corrimiento del Estado deja a los jóvenes a merced de la ideología del consumo que llega seduciendo con sus propagandas-signos que invitan a “pertenecer”. Los adolescentes consumen imágenes y “toman” los lugares que les asigna el mercado de modo obediente, muy a pesar de la trasgresión que suponen sus actos. Como mucho se ha dicho y escrito en los últimos tiempos, las generaciones nuevas son portadoras de culturas diversas, fragmentadas, abiertas, inestables. Mientras que la escuela sigue teniendo “huellas de su momento fundacional” (Tenti Fantani), homogeneidad, orden y secuencias únicos, la disciplina, la división por materias, la distribución del tiempo. Como institución tiene como finalidad normalizar conductas, por lo que podemos ver las brechas entre lo espontáneo de los jóvenes y el deber ser de la escuela. Una de las problemáticas centrales que se vincula del mismo modo con la función de la familia, es la cuestión de los límites. ¿Cómo establecerlos? ¿De qué manera asumir el rol de adulto, para acompañar este proceso de la adolescencia? Como bien describe la Ps. Susana Mauer: Los excesos y des-bordes son una expresión de fallas en la contención, amparo y transmisión parental a lo largo del crecimiento. Los límites se construyen y su función es la demarcación de un borde, de algo que ordena. El límite como frontera marca un territorio, pauta una medida. El debilitamiento del sostén adulto desprotege a los más jóvenes, los deja a la intemperie. Disponibilidad y presencia son, posiblemente, dos modos de acompañar la interrogación vital y turbulenta de los jóvenes. ¿Cuál es nuestro rol, entonces, en esta época, denominada “sociedad del conocimiento”? Porque si bien, en teoría, hablamos de un mayor acceso a la información, se hace necesario establecer diferencias entre información y conocimiento. No toda información deviene en conocimiento.

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Por otra parte, podría decirse que no hay juventud o cultura juvenil, sino juventudes o culturas juveniles, ya que existen distintos grupos de pertenencia a barrios, sectores sociales, estilo de familia de la que provienen, situación económica, que marcan diferencias. Asimismo, encontramos distintos tipos de familia: monoparentales, cada vez con más frecuencia, la mujer como cabeza de familia y padre ausente; de padres divorciados; familias ensambladas, adolescentes a cargo de sus abuelos. Entonces, ante esta diversidad, los docentes debemos dejar de ver a los adolescentes como un todo homogéneo. Los lugares de socialización y de creación de identidad no son, ahora, exclusivamente la familia y la escuela, éstas confluyen con los medios de comunicación, el mercado de consumo y la calle. Vale recordar el film El odio (La haine), de Kassovitz, una suerte de documental, en blanco y negro, donde se muestra a tres jóvenes, Vinz, Hubert y Saïd, en los suburbios franceses, con tres maneras diferentes de pensar y enfrentar una situación, pero que tiene como denominador común la violencia, el desamparo, la marginalidad, la discriminación racial y social. La película presenta 24 horas en la vida de estos jóvenes de los suburbios que, desplazándose por distintos lugares, haciendo frente a diversas situaciones. Aparecen varios y pintorescos personajes, siendo la escena que quizás posibilite más entender la trama, aquella cuando aparece un señor bajito en un baño y les relata una anécdota pasada, ante el estupor de los tres jóvenes. Para trabajar las problemáticas y alternativas posibles, vamos a realizar un breve análisis de la película Escritores de la libertad (Freedom writers). En el film Escritores de la libertad, Erin Gruwell es una novel profesora, llena de ideales, que elige enseñar en el Instituto Wilson, a los estudiantes del Aula 203, encasillados como casos perdidos, inmersos en problemáticas de pobreza, historial criminal, padres en la cárcel, adicciones, y pandillas. Su propósito es hacer un aporte a la sociedad y, en lugar de hallar un programa educativo basado en la igualdad de oportunidades, encuentra un clima de tensión racial, intolerancia, desesperanza y cultura de pandilleros, en la que los jóvenes manifiestan una conducta social de autosegregación, como forma de supervivencia. Este clima es favorecido por la Institución, al asumir las problemáticas como dadas y sin posibilidad de revertirlas. En una de las clases, la profesora, al interceptar una caricatura racista: un retrato de un estudiante afroamericano con labios y nariz exageradamente subrayados, se indigna por el dibujo, y lo compara con las caricaturas de los judíos, hechas por los nazis, como forma de generar el odio racial que justificó el Holocausto. Pocos de sus alumnos saben lo que fue el Holocausto. Así que Erin percibe una forma nueva de plantear sus clases, para llegar a la integración y al respeto por la diversidad. Al ver el efecto que les había producido conversar de las víctimas del Holocausto, se le ocurrió hablarles de “El diario de Ana Frank” y de otras historias sobre la intolerancia y los infortunios vividos por chicos jóvenes como ellos. Pretendía crear un puente entre los libros y su formación vital, enseñarles que la educación tiene una gran fuerza liberadora y es un instrumento igualitario. Estudiar no significaba que tuvieran que renunciar a sus valores propios, a su experiencia; pero era importante que entendieran que ahí afuera les esperaba un mundo de oportunidades. Así surge en ella la idea de darles cuadernos para que se expresaran como quisieran, con un dibujo, un poema, o un diario escrito. Los resultados fueron admirables: por primera vez los chicos del aula 203 comprendieron el lugar que ocupaban en el mundo, viendo que había alguien dispuesto a escuchar lo que tenían que decir y se convirtieron en Escritores de la libertad.

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La adolescencia, según Michel Fize, es un fenómeno complejo, hecho de realidades biológicas y mentales, pero además culturales y sociales. Todos los adolescentes se encuentran con esas realidades diversas y múltiples y las viven más o menos bien, dependiendo del humor social que se ejerza hacia ellos. La adolescencia es incierta en su duración, ya que es un proceso. La crisis de adolescencia es una construcción social, un hecho cultural, tanto más sensible cuanto que la crisis económica y moral es grave, profunda e interminable. La escuela pública, institución de la que ya no esperan mucho, se convierte en el paso obligado hacia la exclusión de muchos adolescentes. Situación que expone a gran cantidad de ellos a las tentaciones de la calle: delincuencia, droga, etc. En relación con la violencia escolar, que los medios masivos remarcan, muestra un malestar frente a una institución en la que los alumnos ya no se reconocen colectivamente. Como planteábamos al comienzo, el divorcio entre ambas culturas: la escolar y la adolescente se ha cumplido de modo evidente. Culturas encontradas, que generan conflictos y tensiones. Esto es lo que se hace patente en la película, la falta de puntos de contacto entre la vida que llevaban esos jóvenes, en sus casas, en el barrio y sus calles, las costumbres heredadas, con la necesaria adaptación a reglas y convenciones escolares. Para resistir a la agresividad social que impregna su vida cotidiana, se rebelan y se vuelven violentos. Ya que así los han rotulado, lo serán por necesidad social, para lograr una identidad personal. De esta manera, adoptan una imagen negativa de sí mismos para sentir que existen plenamente. Se ve claramente en el film que la clase 203 estaba destinada a los juzgados como “alumnos problema”. Algo que ellos conocían, aceptaban y obraban en consecuencia. Hasta que una docente los interroga, está dispuesta a escucharlos, para conocerlos y que ellos se permitan conocerse. Cuántos de ellos habían recibido disparos, cuántos habían perdido amigos en tiroteos, cuántos tenían familiares o amigos presos... Todos levantan la mano. Al ver cuánto tenían en común, las divisiones entre ellos comienzan a diluirse. Los grupos comienzan a hablar entre sí por primera vez, intercambiando sus historias bélicas, y comprendiéndose entre ellos. Germán Muñoz González opina que debido a su contenido emocional las culturas juveniles son esencialmente no-verbales. Sus formas de expresión naturales son la música, la danza, la moda, formas de caminar o reunirse, gestos y cierta manera de hablar. En el film apreciamos que el desafío propuesto por la docente, de poner en palabras lo que les pasaba, su historia personal y familiar, sus gustos, es decir la escritura de la experiencia, hizo que los jóvenes volcaran en sus cuadernos quiénes eran, su propia subjetividad. Conclusión Cuando nos encontramos con los adolescentes y jóvenes los vemos tan distintos a como éramos a esa edad que nos desconciertan. Y resulta lógico que esto suceda, ya que el adolescente se subjetiva en su época. Transcurren sus vidas en un mundo que los adultos a veces no comprendemos (crisis de transmisión). Padres y docentes somos los responsables de no desampararlos, y ese amparo, estimamos se halla en los límites. En la disponibilidad y la escucha atenta, a sus palabras y reacciones. En la autoridad, que ya no es algo que se da por sentado, sino que se gana y se construye. Conocer al sujeto del aprendizaje, su lenguaje, su estética, sus gustos, las tecnologías de la información y la comunicación, para crear entornos de aprendizaje acordes a las modificaciones y cambios que se han producido en la actualidad. Para que la escuela sea un ámbito que

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habilite a los jóvenes a insertarse en una sociedad competitiva y cada vez más compleja.

Referencias y artículos relacionados: Fize, Michel (2001). "¿Adolescencia en crisis? Por el Derecho al reconocimiento social". Siglo XXI editores. "Consumos culturales y nuevas sensibilidades" por Germán Muñoz González Escritores de la libertad: http://pilaresbasicos.blogspot.com/2008/02/escritores-de-lalibertad-freedom.html. En el blog Pilares Básicos de María Inés Maceratesi: http://pilaresbasicos.blogspot.com/ Para resguardar el escondite. Por Luis Vicente Miguelez. Acerca del “estaré siendo” en la adolescencia. “Las señales que envían los adolescentes advierten que no hay que descifrarlo todo, que hay que preservar lo oculto, resguardar el escondite. El adolescente necesita defenderse contra el ser descubierto antes de estar verdaderamente allí”, advierte el autor. http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-119097-2009-01-29.html La ventana / medios y comunicación Los niños y los jóvenes son a la vez protagonistas y víctimas de la era digital. Son consumidores en la red de Internet, pero también objeto de manipulación y de exhibición por parte del sistema masivo de medios. Aquí dos miradas complementarias sobre la misma realidad. -Vulnerables nativos digitales -Los pibes en el medio http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/index-2009-01-28.html Tratan el abuso de alcohol en el aula. Unos 200 alumnos presentaron las acciones de un programa escolar que busca desalentar el consumo excesivo entre los jóvenes. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1073848 Debemos enseñar a vivir en la legalidad. Ps. http://www.clarin.com/diario/2009/01/31/sociedad/s-01849852.htm

Susana

Mauer.

Adaptarse a los tiempos. Los nativos digitales, un gran desafío para padres y profesores. Tienen entre 15 y 18 años; nacieron con la tecnología y la televisión les parece vieja. http://www.lanacion.com.ar/informaciongeneral/nota.asp?nota_id=1094089 Planeta flogger. http://www.lanacion.com.ar/1090510

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Estoy segura de que podemos hacer la revolución en casa. La psicoterapeuta familiar Laura Gutman vuelve al ruedo editorial con La revolución de las madres y traza un paralelo entre la imposibilidad de nutrir afectivamente a los hijos y problemas de alimentación como la anorexia, la bulimia o la obesidad. http://www.clarin.com/diario/2009/02/08/um/m-01853978.htm La Justicia ordenó a un padre que vive en España que se comunique con su hijo vía webcam. Un fallo para la paternidad virtual. Vive en Tarragona, pero no se comunica con su hijo, de nueve años, desde hace tiempo. La madre demandó que se contactara al menos vía Internet. Un juez de Rosario ordenó que posibilitara que su hijo se comunique tres veces por semana con una webcam. http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-119608.html

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